jueves, 13 de octubre de 2011

Exilio sin retorno 1911.

Ángel Rafael MARTINEZ ALARCÓN …cuando salió del país don Porfirio y fueron cayendo en todos los pueblos los caciques, Eulogio P. Aguirre. 2002 El exilio político fue también una constante para la clase política mexicana del siglo XIX. Bala o exilio fue la premisa de la política del nuevo estado mexicano; el primero en experimentar el exilio o destierro fue el ex emperador Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Benito Juárez García, los personajes antes señalados tuvieron la virtud de volver a pisar tierras mexicanas y morir en la patria por la cual habían sacrificado parte de su vida. El General Porfirio Díaz Mori, su exilio no tuvo regreso a la tierra que lo vio nacer un 15 de septiembre de 1830. Y 96 años han pasado desde su fallecimiento y todavía se continúa debatiendo lo pertinente que puede ser repatriar los restos del héroe del 2 de abril del 1867. Los destinos más recurrentes de la clase política mexicana en el exterior fueron los Estados Unidos, Cuba, Colombia, España, Francia. Los dos primeros obedecían la cercanía con México. La primera actividad realizado por el General Porfirio Díaz, ya como ex¬ Presidente de México, fue salir de la ciudad de México con destino al puerto de Veracruz, acompañado por su joven esposa, hijos, y familiares más cercano al entorno de los Díaz Romero Rubio. La salida fue con el más sigilo posible para evitar cualquier contratiempo, viajando por tren interoceánico, la primera vía férrea del país que comunicó a la ciudad México, capital de la nación con el puerto de Veracruz. La seguridad de recayó el General Victoriano Huerta, quien años más tarde derrocaría al gobierno constitucional de Francisco I Madero en febrero de 1913. El traslado de la familia Díaz Romero al puerto de Veracruz, se realizó con todos los privilegios que gozaba el ex dictador, todo un sequito de miembros del estado mayor presidencial del Gobierno de la nación. Cuantas interrogantes nos podríamos hacer sobre ese viaje, y sobre todo el hombre fuerte de México que por espacio de 34 años gobernó al país, viajando con su familia hacia el exilio sin retorno. Y que finalmente era un anciano de 80 años, y sin las fuerzas humanas para dar la última batalla en su vida. Seguramente sus recuerdos eran todos desde los lejanos días en Oaxaca, la familia, la carrera militar desde los más diversos ascensos: Capitán de Infantería de la Guardia Nacional, Comandante de batallón de la Guardia Nacional, Teniente Coronel de Infantería, Coronel de Infantería, Coronel de Infantería permanente, General de Brigada, General de Brigada efectivo, General de División del Ejército, cada uno de dichos nombramientos fueron firmados por el Presidente Benito Juárez García. Sus dos breves estancias en Congreso de la Unión. Finalmente el México que desde 1821 hasta 1876 no logró ninguna estabilidad política, es él Porfirio Díaz quien puedo establecer el orden y progreso para la nación. El puerto de Veracruz, recibió con gran alegría al Presidente Díaz y su familia, la breve estancia en el Heroico Puerto de Veracruz, fue hospedada la familia Díaz Romero en la residencia de la familia Pearson, donde se dio cita la sociedad veracruzana, la clase política del porfiriato, el cuerpo diplomático acreditado en dicho puerto, para saludar al ex presidente. Cada una de las visitas fue para reafirmar el cariño y solidaridad con el General de División y su familia. El ayuntamiento constitucional del Puerto de Veracruz, en pleno se presentó para saludarlo: el alcalde Rafael Alcolea, los regidores Guillermo Cabrera, Fernando Silicio, Natalio Bibarri, Ricardo Velasco, sin dejar de mencionar Gobernador Teodoro A Dehesa, uno de los gobernadores más destacados del porfiriato, quien diez días tarde renunciaría al gobierno de Veracruz. En las primeras horas de la tarde del 31 de mayo de 1911, el pueblo porteño salió para darla la más cálida de las despedidas al General Díaz, según algunas crónicas señalan que hubo lágrimas por parte del pueblo que despedía a su presidente. En el muelle lo esperaba el buque llamado “Ypiranga” propiedad de la Hamburg Amerika de bandera alemana. En esta nueva etapa le acompañaron sus familiares más cercanos: Carmelita Romero Rubio de Díaz, Sofía Romero Rubio de Elizagara. Sra. Luisa Raigosa de Díaz, el teniente coronel Porfirio Díaz Jr. Ing. Manuel González y Sra. El teniente coronel Armando Santa Cruz, Jorge Espinosa Rondero. El General Porfirio Díaz, fue despedido como jefe del estado mexicano, con los honores propios de su grado militar, y con 21 cañonazos la ejecución del Himno Nacional por parte la banda de Guerra del 23 Batallón de Infantería del ejército mexicano. El dictador permaneció gallardamente en la cubierta del buque, como en sus buenos tiempos de presidente de México. Escribió el general Roberto F. Cejudo- se despidió de nosotros dándonos las gracias por nuestros servicios, en su nombre y en el de la Patria, indicándonos que llevaría en lo íntimo de su corazón la eterna gratitud que siempre tendría por todos y cada uno de los miembros del Ejército Nacional, sus antiguos compañeros, con quienes había compartido tantos triunfos y derrotas en la azarosa vida militar, cuando con su sangre defendió el sagrado suelo patrio contra el extranjero invasor”. Porfirio Díaz permanecería en un exilio largo, inquieto y vigente hasta nuestros días. Con el exilio el viejo gobernante quedó en verdad huérfano de patria. Al comprenderlo (...) inició una travesía distinta, un viaje retrospectivo hacia las esencias elementales que habían normado su vida... Enrique Krauze, Porfirio Díaz, místico de la autoridad.

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