sábado, 10 de septiembre de 2011

Editorial

Comprometidos con Usted, amable Lector
Durante el transcurso de doce meses tlanestli ha publicado 146 artículos y 12 editoriales, incluidos en doce ejemplares, difundidos en doce mil ejemplares, distribuidos en un promedio de más de mil lectores –potenciales- mensuales, producto del trabajo intelectual de treita y tres integrantes de un equipo de analistas e investigadores interesados en divulgar contenidos educativos, literarios y culturales.
Complementaria a la edición impresa mensual, a través del sitio http://tlanestli.blogspot.com tlanestli ha venido circulando de manera gratuita contabilizándose 6,351 visitas a la fecha del cierre de esta edición.
Lo anterior ha pretendido lograr el objetivo que dio origen al proyecto: contribuir de manera modesta –mínima- al desarrollo social a través de la cultura; promover la lectura y constituirse en un foro para escritores, dejando a Usted lector, la evaluación correspondiente respecto al cumplimiento o no de sus expecxtativas.
El balance referente al tiempo y recursos invertidos en ese lapso, arroja hasta la fecha cifras alhagadoras considerando que paulatinamente y día a día han sido recompensados, con el interés externado por diferentes lectores distribuidos en varios lugares del Estado de Veracruz y de esta ciudad capital –amén de otras latitudes en la web-, lectores entre los que se distribuye la publicación, haciéndo llegar a la redacción y directamente a colaboradores, comentarios y sugerencias, de viva voz y vía electrónica.
Es tradicional celebrar los aniversarios, especialmente el primero, sin embargo desde esta óptica, cada ejemplar ha constituido satisfacción plena, dejando en el transitar del tiempo aquello que pudo haberse hecho mejor. Cada publicación ha representado el mejor de los esfuerzos de cada uno de los que contribuyeron en la producción, distribución y financiamiento del mismo.
Corresponde, en consecuencia, a tlanestli hacer reconocimiento público a cada uno de sus escritores. Es invaluable su labor creativa encaminada al logro del interés del lector potencial; leer, investigar, inspirarse para editar un artículo es indescriptible debido a su indivdualidad.
A quienes contribuyeron en el diseño y formación se hace extensivo una vez más los gratos halagos recibidos, tanto de editores de cada artículo como de lectores.
Es imprescindible externar un agradecimiento a los que de forma desinteresada patrocinaron algún espacio publicitario, invitan a amigos a suscribirse o aportan económicamente recursos. El esfuerzo financiero de cada edición disminuyó gracias a ellos.
Es evidente que, todo lo anterior ha estado encaminado a Usted amable lector. Agradecemos su preferencia y el compromiso continúa vigente: ofrecer contenidos de su agrado.

Los valores en la ciudad secular cobra plena vigencia y despliega todo su valor

Dra. Adriana Menassé*


Es en verdad un honor para mí presentar este libro, y un gusto acompañar al Maestro Marcelo Ramírez en el festejo que hoy nos reúne. Un gusto por la sincera, si breve amistad que se ha dado entre nosotros, pero también porque desde la ocasión en que tuve el agrado de compartir una mesa redonda con el Maestro Marcelo (en un evento organizado por al Facultad de Antropología en torno a la significación de la religión en nuestro tiempo), me pareció vislumbrar el venero de su talante ético, el horizonte donde algunas certidumbres filosóficas y espirituales cobran significado. Hoy este libro así lo confirma.
Se ha dicho que la filosofía comienza por la pregunta por el ser, por la pregunta acerca de la esencia; sin embargo parece cada vez más evidente que toda filosofía es en verdad un gran esfuerzo pedagógico. ¿No murió Sócrates acusado de pervertir a la juventud ateniense de su tiempo? Hay en la filosofía un deseo de responder a la pregunta acuciante por aquello que ha de guiar nuestra conducta: ¿cómo debemos vivir?, ¿qué debemos desear? También para Platón, la tarea de la filosofía es ante todo una tarea edificante, como se dice a veces, destinada a enseñar a los jóvenes a ser justos y moderados, y a la sociedad en su conjunto, a pensar cómo debe vivirse de una manera más digna y más feliz. (Hay una cita que no he logrado rastrear, pero que encontré en un artículo de Mark Lilas en Letras Libres donde supuestamente Platón se pregunta cómo podían aprender los jóvenes los valores superiores de la justicia y la prudencia en una ciudad donde, dice, “la alegría consiste en atiborrarse un par de veces al día y dormir en compañía todas las noches?” Semejante ciudad, pensaba, no podría nunca librarse del interminable ciclo del despotismo y la revolución. Así, la filosofía se inaugura no en términos abstractos y especulativos sino en función de una tarea de humanización en el sentido amplio, la tarea de construcción de los referentes que enaltecen y dan belleza a la vida humana.
No es una casualidad entonces, que un autor que bebe y se forma en las fuentes clásicas, prolongue esta herencia fundamental: el libro de Marcelo Ramírez, Los valores en la ciudad secular respira igualmente una vocación educativa. Huelga decir que aquí la noción de educativo está tomada en su sentido radical: cultivar en la criatura humana la capacidad y el anhelo de cumplir la forma más noble de su condición. Cuál será esa forma no puede definirse de una vez y para siempre, sino que implica un diálogo permanente con los valores tenidos por más justos y verdaderos en cada tradición. Tal vez no sean los valores como tales, sino la integridad con la que emprendemos ese diálogo lo que conduce nuestra palabra al manantial donde a cada vez, continuamente, se renueva lo humano.
Y aquí quisiera decir que esta integridad moral, este afán de diálogo, de comprensión de los tiempos y compromiso a fondo con el llamado de la bondad, es el que anima cada página de este libro. La honestidad intelectual y espiritual aparece en casi todos los pequeños ensayos que constituyen este libro como un intento de rechazar el escepticismo axiológico y apostar por valores que afirman el amor, la justicia, la dignidad de las personas y la afirmación generosa de la vida.
Pensador y filósofo de inspiración cristiana, Marcelo Ramírez en ningún momento pretende imponer una dogmática; por el contrario, varias veces se detiene frente a lo que él siente como peligro de transgredir los límites de lo filosófico para entrar de lleno en el ámbito de la fe. Cuidado muy saludable, sin duda, aunque tal vez un poco extremo si pensamos que cada vez más la filosofía reconoce que no sólo en la razón hay pensamiento sino que también en nuestras oscuras certidumbres hay conocimiento y hay sentido.
De hecho, y en aras de entablar una conversación con estos breves y fecundos escritos, diría que parece hallarse en ellos un vaivén del pensamiento; un péndulo que va del compromiso radical con cierto horizonte de valores que toma su aliento de las fuentes bíblicas, a la reserva impuesta por la racionalidad moderna a la propia filosofía. En otras palabras, se percibe en sus líneas el eco de la lucha que libra el autor entre una incorruptible adhesión a la trascendencia (una trascendencia entendida filosóficamente, como es obvio), y el recato al que lo empuja un pensamiento que ha decidido mantenerse en el terreno de la inmanencia.
Los valores en la ciudad secular no es un libro exclusivo para filósofos; es un libro accesible a un público amplio, un libro que no hace alarde de erudición académica (como es frecuente en este campo), sino que asume la responsabilidad de pensar y decir desde la voz propia. El autor admite, sin duda, la tradición en la que creció pero busca con ello dar respuestas al mundo en el que vive. Por eso este pequeño libro quisiera servir a quienes se preguntan por la dimensión ética de la existencia, de su existencia y, particularmente, dirigirse a los jóvenes. No sería muy distinto, en ese punto, a otros tratados de ética, si consideramos lo que plantea Agnes Heller en su libro Hacia una filosofía de la moral: que el filósofo quiere transmitir su saber a quienes vienen después porque en eso consiste la parte sustantiva de la tarea humana.
Los “tiempo de penuria (moral)” como el nuestro, sugiere el autor de Los valores en la ciudad secular, obligan a filósofos y educadores a ofrecer orientaciones para una vida buena. En realidad, como empezamos a sospechar, todos los tiempos son tiempos de penuria: la ética se erige en todos los tiempos contra la desidia, el egoísmo y la banalidad. Si el ser humano es un ser inacabado y el proyecto humano una tarea, la ética muestra ser el obstinado ejercicio donde se juega y se cumple su elevada aspiración. Es esto, tal vez, lo que al final resuena en las páginas del libro que nos convoca.
El autor comienza por advertirnos que la inmanencia a ultranza del “hoy comamos y bebamos porque mañana moriremos” es una trampa (p. 12), para exponer más adelante su tesis fuerte: “…hay principios, valores y normas de validez objetiva que la reflexión ética es capaz de descubrir o confirmar y a partir de los cuales puede ofrecer un ideal de vida a los individuos” (p.71). Pero reconoce que tal afirmación es ante todo un compromiso cabal y que desde luego hay quienes niegan semejante posibilidad. “A ellos lo único que podemos responder, dice, es que si no existen principios, valores y normas objetivamente válidos, queda abierto el paso para “hacer la apología de los instintos y de las tendencias más oscuras que habitan en nosotros” (ibid).
La forma brutal que han tomado los tiempos de penuria que vivimos hoy en nuestro país deja poco espacio para los discursos que idealizan los instintos y las tendencias oscuras que habitan en nosotros. En este contexto el libro de Marcelo Ramírez, Los valores en la ciudad secular cobra plena vigencia y despliega todo su valor. Pues la tarea pedagógica, la tarea ética, está siempre en curso, siempre por hacerse; sólo la era mesiánica traerá la realización plena de la bondad en el mundo, dicen los sabios del Talmud. Y ni siquiera todos. Otros niegan incluso esa posibilidad y sugieren que mientras haya seres humanos habremos de mantener vivo el esfuerzo denodado, continuamente inaugural que significa la ética. Tal vez por eso seguiremos necesitando libros que apuesten vital y apasionadamente por las mejores posibilidades de la criatura que somos.
Educar consistiría entonces en transmitir a otros el anhelo de esa búsqueda, la chispa de la inspiración que anima el deseo de modelar la voluntad y afinar el espíritu; la que nos conmina en cada caso a preguntar por lo que es correcto y a dar sentido a nuestra existencia. Y sin embargo, la tarea que nos convoca a construir una vida buena, una ciudad justa, no descansa en la simple adición de voluntades individuales. Necesitamos reestablecer el compromiso con los vínculos comunitarios, refrendar nuestra adhesión a la responsabilidad colectiva más allá del interés personal, volver a creer que la justicia social es algo que nos atañe a todos, que la corrupción destruye las bases de nuestra confianza mutua, para empezar a recuperar el rumbo de una educación que en verdad sirva para vida. El libro de Marcelo Ramírez, apunta en esa dirección. Es por eso que aquí quisiéramos celebrarlo. Y agradecerlo.
*Instituto de Filosofía
Universidad Veracruzana


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EN EL MES DE LA PATRIA

RAICES DE LA CONSTITUCION POLITICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Por Alfredo Villa Báez.

“La guerra es el arte de destruir al hombre.
la política es el arte de engañarlos”
Jean Le Rond d´Alembert (1717-1783)

Dar relieve a los héroes sobresalientes de nuestra Historia Nacional, en este Mes de la Patria es algo obligado; toda vez que gracias al temple de sus vida podemos decir que tenemos “Patria”. Hombres y mujeres que fueron producto de las circunstancias sociales económicas y políticas que les tocó en suerte vivir para trascender mucho más allá de sus propias existencias.

Así en este mes, es oportuno recordar y conmemorar las heroicas gestas que la historia nos relata de las vidas de quienes hicieron posible la Independencia de México empezando por el noble Cura de Dolores, Don Miguel Hidalgo y Costilla-Gallaga; José Ma. Morelos y Pavón; Nicolás Bravo; Mariano Matamoros; Andrés Quintana Roo; Vicente Guerrero; Agustín de Iturbide y damas como Leona Vicario y Doña Josefa Ortiz de Domínguez y otros y otras tantas pioneras sobresalientes, tan grandes como los que han quedado en el anonimato; pero que debemos venerarlos poniendo en juego nuestra imaginación, al conocer las causas que los movieron a la lucha ofrendando sus vidas y hasta las de sus seres queridos.

La trascendencia del hombre o mujer es mayor cuando logra plasmar sus ideales, sus deseos y ofrenda su vida para lograr sus propósitos. Por ello es ocasión para recordar, el cimiento de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que se genera en el alma del llamado “Siervo de la Nación”, Don José Ma. Morelos y Pavón (1765-1815) sacerdote insurgente, convertido en gran caudillo emancipador y valiente ejecutor de los ideales de Hidalgo, y que nos deja su legado del 14 de septiembre de 1813, en puntos dados por Morelos para la Carta Magna, que a continuación se transcriben y que todo buen mexicano debe conocer como son los

“SENTIMIENTOS DE LA NACION”
o puntos dados por Morelos para la Constitución

14 de septiembre de 1813

José María Morelos

“1° Que la América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía, y que así se sancione, dando al mundo las razones.
2° Que la Religión Católica sea la única, sin tolerancia de otra.
3° Que todos sus ministros se sustenten de todos y solos los diezmos y primicias, y el pueblo no tenga más obvenciones que las de su devoción y ofrenda.
4° Que el dogma sea sostenido por la jerarquía de la iglesia, que son el Papa, los Obispos y los Curas, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plantó: ominis plantatis quam non plantabit Pater meus Celestis Cradicabirtur. Mat. Cap. XV.
5° La Soberanía dimana inmediatamente del Pueblo, que sólo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en Legislativo, Ejecutivo y Judiciario, eligiendo las Provincias sus vocales y éstos a los demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad.
6° (En todas las reproducciones, no existe el artículo de este numero).
7° Que funcionarán cuatro años los vocales, turnándose, saliendo los más antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos.
8° La dotación de los vocales, será un congrúa suficiente y no superflua, y no pasara por ahora de ocho mil pesos.
9° Que los empleos los obtengan sólo los americanos.
10° Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir y libres de toda sospecha.
11° Que la patria no será del todo libre y nuestra, mientras no se reforme el gobierno, abatiendo al tiránico, sustituyendo al liberal y echando fuera de nuestro suelo al enemigo español que tanto se ha declarado contra esta Nación.
12° Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbre aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto.
13° Que la leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados, y que éstos sólo lo sean en cuanto el uso de su ministerio.
14° Que para dictar una ley se discuta en el Congreso, y decida a pluralidad de votos.
15° Que la esclavitud se prescriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud.
16° Que nuestros puertos se franqueen a las naciones extranjeras amigas, pero que éstas no se internen al reino por más amigas que sean, y sólo haya puertos señalados para el efecto, prohibiendo el desembarco en todos los demás señalando el diez por ciento y otra gabela a sus mercancías.
17° Que a cada uno se le guarden las propiedades y respetos en su casa como en un asilo sagrado señalando penas a los infractores.
18° Que en la nueva legislación no se admitirá la tortura.
19° Que en la misma se establezca por la ley Constitucional la celebración del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la patrona de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando a todos los pueblos , la devoción mensual.
20° Que las tropas extranjeras o de otro reino no pisen nuestro suelo, y si fuere en ayuda, no estarán donde la Suprema Junta.
21.- Que no hagan expediciones fuera de los límites del reino, especialmente ultramarinas, pero que no son de esta clase, propagar la fe a nuestros hermanos de tierra dentro.
22.- Que se quite la finidad de tributos, pechos e imposiciones que más agobian, y se señale a cada individuo un cinco por cierto de sus ganancias, u otra carga igual ligera, que no oprima tanto, como la alcabala, el estanco, el tributo y otros, pues con esta corta contribución, y la buena administración de los bienes confiscados al enemigo, podrá llevarse el peso de la guerra y honorarios de empleados.
23° Que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del gran héroe el señor don Miguel Hidalgo y Costilla y su compañero, don Ignacio Allende”.

De lo anterior se colige el enorme avance que el Cura Morelos tuvo del saber enciclopedista de esa época en Europa, particularmente de Inglaterra y la Francia donde se editaban los pensamientos libertarios de Voltaire, Juan Jacobo, Roursea, Montesquieu y otros filósofos correligionarios, por lo que se hace menester subrayar el arrojo, la valentía y la pasión de la insurgencia que encabezó Morelos en la Nueva España, debido a sus conocimientos del movimiento cultural que se desencadenó en Europa, desde principios del S. XVIII hasta la Revolución Francesa (1789). Fue el Siglo denominado de las Luces, porque propició la disipación del Obscurantismo en que vivieron los pueblos del viejo y el nuevo Continente.

Si se recorre la historia, encontramos que constantemente la Época Clásica de la Grecia antigua ha influido en el desarrollo de la filosofía, de modo que los ideales y valores habidos en cuenta por los filósofos de cierta época histórica se reflejan en las modalidades del desenvolvimiento social, junto con las ideas religiosas y los anhelos políticos y sociales influidos por la razón; así lo atisbaron los hombres de la Ilustración para combatir la ignorancia, las supersticiones y las tiranías de los hombres en el poder. Alguien dijo y dijo bien: “a medida que el espíritu adquiere más luces, el corazón adquiere más sensibilidad”.
De ahí que es obligado en esta época de temores y terribles actos criminales que los educadores –todos- especialmente el magisterio, pongamos en juego el saber pedagógico de la Reforma Integral Educativa y de manera muy especial la asignatura de la Formación Cívica y Ética, que como materia de estudio transversal en todos los grados de la Educación Básica, hacer que incidan estos conocimientos en las mentes y espíritus éticos de los niños y jóvenes de hoy, hombres y mujeres del mañana. Digamos pues, ¡Loor a nuestros héroes patrios y
la más grande alabanza a los conductores del Nuevo Modelo Educativo!, que de ser bien aplicado, hará de las nuevas generaciones mejores y más sensibles ciudadanos del futuro. –alfredovb_3801@hotmail.com

Evocación personal de Gonzalo Aguirre Beltrán

Marcelo Ramírez Ramírez

Un sábado 20 de enero de 1996, las cenizas del doctor Gonzalo Aguirre Beltrán llegaron a Tlacotalpan, dando cumplimiento al deseo que antes de morir había expresado a sus seres queridos para ser depositadas junto a los restos de sus padres en la cripta familiar. En un sencillo acto en los bajos del palacio municipal, se recordó al médico, al antropólogo, al indigenista preocupado en la suerte de las comunidades étnicas de México y sus culturas; se recordó al tlacotalpeño que, fiel a su origen, quiso retornar a la pequeña ciudad donde naciera un 20 de enero de 1908. El encargado de llevar la pequeña urna para depositarla junto a los restos de sus padres en la cripta familiar, fue su hijo Alfonso, el único varón de sus cinco herederos.

En el parque de su tierra natal, una estatua recuerda a otro doctor con el mismo nombre y apellidos; se trata de su progenitor, de quien los tlacotalpeños conservan el mejor de los recuerdos. El buen médico atendía a todos sus pacientes con diligencia y, a los de menos recursos, además de no cobrarles la consulta les obsequiaba los medicamentos. El hijo heredaría esos nobles sentimientos, según dejó constancia en diversos momentos a lo largo de su vida. En el 2008, con motivo de cumplirse el centenario de su natalicio, sus cenizas fueron traídas al Mausoleo del Macuiltepetl donde reposan los hombres ilustres, previo acuerdo de la Legislatura del estado. Pertenecía ya por completo a la historia de Veracruz.

Con la desaparición física del doctor Aguirre Beltrán se cierra un importante ciclo en la historia del pensamiento social en nuestro país. Sus ideas, sus propuestas, sus análisis penetrantes acerca de la problemática del indigenismo, habrán de constituir, todavía, durante muchos años, un punto de referencia obligado para la toma de posición de los estudiosos y de los políticos. Sin embargo, esta vez quisiera evocar algunos aspectos de la personalidad de don Gonzalo, desde una perspectiva más humana, más individual, que permita develar un poco, a quienes no lo conocieron de cerca, algo de su modo de ser como persona.

Siempre he creído que, sin menoscabo del valor de la inteligencia y las dotes intelectuales, artísticas o científicas, el verdadero mérito, la superioridad auténtica del hombre, se encuentra en su índole moral, en lo que la antigüedad llamó grandeza de alma. Cualidad que se manifiesta por lo general en los pequeños detalles, en los actos cotidianos de la vida. De Aguirre Beltrán recuerdo muchos de estos detalles que, reunidos como las piezas de un rompecabezas, revelan el perfil completo de un hombre de bien, un hombre capaz de brindar confianza, compartir ideas con desinterés y ser solidario en las etapas de necesidad del familiar, el amigo o, simplemente de aquel a quien la suerte pone en nuestro camino. De las personas que he conocido y tratado, estos rasgos los compartía con el licenciado Librado Basilio, por lo demás, de formación y orientación ideológica completamente diferentes. Mientras el maestro Basilio fue hombre formado en el estudio de los clásicos grecolatinos y con una innegable vocación metafísica, don Gonzalo abrevó en el pensamiento positivista, todavía vigoroso cuando hizo sus estudios en el Colegio de San Idelfonso en la capital de la República: “aprendí a ver al ser humano como un conjunto de órganos que funcionan maravillosamente”. Pero su positivismo, que se reafirma con el estudio de la medicina, nunca fue un obstáculo para reconocer la dignidad de las personas, lo cual, finalmente, constituye la esencia de todo humanismo.

Recién recibido de médico de la UNAM, Aguirre Beltrán se establece en Huatusco. Era la década de los treinta y según me comentó en cierta ocasión, continuamente tenía necesidad de trasladarse a caballo para visitar a sus pacientes; el mal estado de los caminos y las horas en que se veía obligado a darle atención a los enfermos, convertía esas salidas en verdaderas aventuras. Algunos niños vinieron al mundo gracias a su auxilio profesional; de uno de ellos, de Octavio Castro López, quien llegaría a ser un reconocido maestro de filosofía en la Universidad Veracruzana, el doctor se acordaba muy bien, por eso, cuando le pregunté si sabía quién era el maestro Castro López me dijo sonriendo: “¡Claro que se quien es, como que yo lo traje al mundo!”.

De sus diez años de ejercicio de la medicina le quedaron recuerdos y amistades perdurables. En Huatusco la biblioteca pública lleva su nombre y era una de las pocas cosas de las que se sentía orgulloso, pues según decía, los libros representan un soporte fundamental de la cultura. Sostenía que el verdadero intelectual es producto de la lectura constante y la constante reflexión. A pesar de estar ya establecido para la que parecía el inicio de una larga trayectoria en la práctica de la medicina, una íntima insatisfacción le decía al futuro antropólogo que su papel “no era recetar aspirinas” y fue así como, guiado por su olfato innato de investigador, empezó a estudiar las fuentes documentales de lo que sería su primera obra: El señorío de Cuauhtochco. A pesar de algunas fallas inevitables en toda obra primeriza, ésta exhibe ya el genio teórico y capacidad literaria de nuestro autor, revelándose como un hombre dotado de cualidades singulares para el estudio de las ciencias humanas. El siguiente paso fue obvio; toma la decisión de prepararse para acometer la que sería la tarea de su vida, el estudio de la antropología social, a la cual gustaba de llamar la ciencia del hombre. Pero esta decisión, como hemos visto, surgió de lo más íntimo de su ser. La antropología vino a representar para él la oportunidad de encontrar, a través del pensamiento y la reflexión sistemáticas, respuestas a los problemas que planteaba la situación de los indígenas al Estado nacional surgido del movimiento revolucionario. Aguirre Beltrán encontró, pues, su vocación, en una ciencia que, siguiendo las huellas de Manuel Gamio, consideró llamada a transformar “las condiciones indeseables” de la vida de las comunidades étnicas. Muchos años más tarde, a principios de 1971, reconocido como una figura representativa del indigenismo en el plano internacional, Aguirre Beltrán recordaba con nostalgia los años difíciles del despegue. Me decía al pasar cerca de la casa donde había vivido con su esposa en la ciudad de México: “fíjate nada más, a mi mujer le tocó sufrir conmigo los primeros años de casados y lamento que no haya podido disfrutar nada de lo que me ayudó a lograr”. Efectivamente apenas tres meses antes, el presidente Luis Echeverría lo había designado Subsecretario de Cultura Popular. Este era el hombre que jamás olvidaba las deudas de gratitud hacia los demás.

Una cualidad relevante en los escritos de don Gonzalo, está representada por una prosa clara que, sin perder el rigor propio del discurso científico, utiliza figuras y recursos del idioma característicos de quienes lo conocen bien y lo aman. Preguntándole como había desarrollado un estilo de calidad poco común en su gremio, me refirió que desde joven había disfrutado la lectura de los clásicos españoles y las grandes novelas de los autores modernos. Así se explica la inclusión en Sep Setentas de obras literarias, junto a textos relevantes del pensamiento social.

Don Gonzalo era espontáneo y directo, aunque sin excesos ni atropellamientos. Recuerdo perfectamente cuando le conocí en 1959; estudiaba yo en el Colegio Preparatorio de Xalapa y él era rector de la Universidad Veracruzana, cargo al que había llegado tres años antes, invitado por el entonces gobernador don Antonio M. Quirasco, a sugerencia del profesor José Luis Melgarejo Vivanco, con quien don Gonzalo tenía vieja amistad. La forma en que se dio el nombramiento para puesto de tan alto prestigio, honra la memoria del licenciado Quirasco y vale la pena de ser referida. Saliéndose de la práctica política convencional que premia favores reales o supuestos hechos al gobernante en turno, la decisión del licenciado Quirasco respondió exclusivamente al propósito de poner al frente de la Universidad al hombre idóneo. La cosa más o menos fue así, según se platicó en una comida entre amigos un día de febrero de 1982: -“Propóngame a un veracruzano que de lustre a mi gobierno en la rectoría de la Universidad. ¿Tiene usted un candidato?”- Preguntó el licenciado Quirasco a quien pronto iba a ser influyente subsecretario de gobierno, el profesor José Luis Melgarejo Vivanco. Contestó este último: “tengo uno efectivamente y estoy seguro es el hombre indicado; le estoy hablando del doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, antropólogo eminente y con amplia experiencia en la administración pública”. Sin vacilar y sin hacer más preguntas porque conocía bien a su amigo y colaborador, el licenciado Quirasco concluyó: “pues invítelo en mi nombre”.

Acostumbrado a cierto formalismo en el trato con las autoridades universitarias, los jóvenes sentíamos cierta perplejidad ante ese sabio que, si bien nos escuchaba con gesto tolerante y bondadoso, exponía sus puntos de vista con claridad y energía, haciéndonos sentir el orgullo de ser universitarios y la responsabilidad que iba aparejada con ese título. A menudo soltaba una carcajada ante las ocurrencias juveniles, pero después nos decía claramente qué esperaba la universidad de sus estudiantes. Un día nos anticipó a los directivos de diversas escuelas de Xalapa, una de las tesis que presentaría durante el próximo Consejo Universitario. Era ésta: la Universidad no es un nombre; debe ser una realidad hecha por todos, con el trabajo y compromiso de todos. Nos falta mucho para alcanzar la excelencia académica, la calidad de la docencia, la seriedad de la investigación. Por eso debemos darle al nombre de Universidad que llevamos, todo su contenido y todo su sentido. Más o menos estas fueron sus palabras y, desde entonces, estoy seguro que así es y que no basta nombrar algo para que sea, pues ello es caer en la trampa del pensamiento mágico, como aseguraba nuestro antropólogo.

En algunas ocasiones, los alumnos de las diversas carreras iban a solicitarle apoyo, ya sea para regularizar su situación académica o pagar los aranceles, o incluso para resolver asuntos personales. Ante esas solicitudes, invariablemente la respuesta era afirmativa. Si el alumno mostraba inquietudes intelectuales y deseos de superarse, la simpatía del rector de inmediato se traducía en los apoyos indispensables y no pocos de esos jóvenes recibieron becas y estímulos para encauzarse en la docencia y la investigación.

Aguirre Beltrán poseía un sentido de la disciplina intelectual muy grande. A pesar de ello, sabía estimular la vocación incipiente donde creía ver una promesa de futuro desarrollo académico. Cuando un recién egresado le llevaba su tesis para que la revisara, su tolerancia era notoria; leía cuidadosamente los textos y después señalaba al autor las deficiencias advertidas, pero en forma tal de no causarle frustración ni desencanto. Como un verdadero maestro, sabía encontrar las cualidades del alumno y sobre ellas trabajaba. Esa labor de director de tesis o de mero asesor no dejó de realizarla ni en sus periodos más intensos de trabajo cuando fue subsecretario de Cultura Popular en la SEP. El resultado fue un buen número de tesis de licenciatura, maestría y doctorado que circulan como obras de investigación publicadas por el INI, el INAH, el III o alguna editorial comercial. Decía: “Hay que ser exigentes con uno mismo, pero no al grado de esterilizarse y no ser capaces de escribir un renglón como les pasa a muchos. Uno debe aportar y dejar que los demás juzguen”. De acuerdo con este criterio, jamás dejó de aportar su cuota en artículos, ensayos y obras de alto nivel teórico.

En su papel de funcionario público lo rodeó siempre una atmósfera curiosa, donde se mezclaban el respeto, la admiración y el afecto. El último sentimiento prevalecía y aún aquellos que no ingresaban en el círculo más íntimo, fueron tratados con la mayor consideración. Con sus colaboradores y las personas que acudían a plantear algún asunto, quizá fue la cortesía la cualidad esencial de don Gonzalo. A ella se referían los otros subsecretarios, cuando decían: “Don Gonzalo es un gran hombre”; o bien: “qué hombre tan fino es el doctor Aguirre Beltrán”. Su cortesía, por los demás, aunque cálida, tenía algo de aquella propia de los grandes señores, que coartaba las confianzas excesivas y el menor intento de pasar la línea del respeto. Y así era con todos, lo mismo con los colegas, los funcionarios o políticos, que con los paisanos o indígenas que lo visitaban. El suyo era pues un humanismo actuante y efectivo. Estaba absolutamente convencido de que los indígenas son seres humanos, cuyas desventajas se deben al estado de supersubordinación en que se encuentran.

Las personas poseemos cualidades y defectos, pero si hemos de aprender a trabajar juntos debemos reparar más en las primeras. Y eso sostenía y hacia el doctor Aguirre Beltrán con quienes tuvimos la suerte de acompañarle en alguna de las responsabilidades que se le confirieron en la vida pública. Al depositarles su confianza, crecía en las personas el sentimiento de la responsabilidad. Me decía una vez uno de sus colaboradores cercanos en el Instituto Nacional Indigenista: “No, al doctor Aguirre Beltrán yo no puedo fallarle. El maestro me tuvo confianza y me sentiría muy mal si no le cumplo”. Quienes no lo comprendieron así, por fortuna los menos, después entenderían que habían incumplido una tarea que se les había confiado con altura de miras. Para esas personas no hubo rencores de parte del doctor Aguirre Beltrán y su actitud siguió siendo la misma: darles el apoyo si el trabajo lo requería.

El doctor Aguirre Beltrán fue pues un hombre de mente abierta, tolerante y comprensiva, a quien nunca se le escuchó escandalizarse de los defectos ajenos. Vio en la política, como en el conocimiento social, un medio de trascender y de servir a sus semejantes. No buscó el escenario público para mostrar sus virtudes, porque siendo auténticas, no necesitaban de protagonismo. Puedo resumir en lo relativo a su personalidad, que la índole moral de don Gonzalo no desmerecía de sus talentos de científico y escritor, como a menudo sucede con individuos prominentes en algún campo de la cultura, pero que son ruines o mezquinos como seres humanos. El doctor Aguirre Beltrán no presentaba esta disociación en su personalidad; por naturaleza estaba cerca del ideal de la humanitas latina, del hombre en el que la cultura se resuelve en unidad armónica de las potencias superiores de la inteligencia, la voluntad y el sentimiento. Quienes lo conocimos estamos seguros de que los valores humanos, más allá del ideal ético abstracto y remoto, pueden darse y de hecho se dan en hombres como el doctor Gonzalo Aguirre Beltrán. Su vida constituye la enseñanza de que el ejemplo de los espíritus superiores, es el mejor estímulo que podemos encontrar como inspiración para orientar nuestro propio camino.

Leandro Valle Martínez, otro mártir de la guerra de Reforma.

Ángel Rafael MARTINEZ ALARCÓN
¡Salve! patria querida, patria mía,
Suelo de mi niñez, mi dulce abrigo;
Mi canto te saluda en este día;
Patria de héroes mil, yo te bendigo.
Leandro Valle 1851

Continuando con las conmemoraciones de los 150 años de los trágicos acontecimiento del mes de junio de 1861, en el gobierno del Presidente Benito Juárez García. Durante la guerra fratricida entre los mexicanos de ese momento, la lucha para imponer un proyecto de nación a la recién formada nación mexicana. Liberales y Conservadores desde 1854 hasta 1867 estuvieron enfrentados para construir una nación para todos, a pesar de las grandes contradicciones de cada uno de los proyectos en juego. Se nos olvida muchas veces que los mexicanos del siglo XIX, no conocían otra forma de gobierno que no fuera el virreinato impuesto a nuestra nación desde 1535.
Seguramente el mes de junio de 1861, fue uno de los más complejos para el Gobierno de la republica liberal encabezado por Juárez García. Dicho año iniciaba con buenos augurios por regresar triunfante a la ciudad capital de país. Pero la muerte por causa naturales de un par de sus colabórales y los asesinatos de importantes figuras de la causa liberal. Así como el conflicto de la deuda económica con otras naciones, logrando que el Gobierno de la Republica declararse una moratorio de pagos.
Para el 23 de junio de 1861, el joven general Leandro Valle Martínez también va a caer fusilado por las balas del bando conservador. Nació en la Ciudad de México el 27 de febrero de 1833, en la calle de San Agustín. Hijo de Ignacia Martínez y del militar Rómulo Valle, insurgente, y participante en la vida política y militar del México independientes, hasta su muerte en 1866. Destacándose en el histórico sitio de Cuautla siguiendo las órdenes del Generalísimo Don José María Morelos y Pavón. Designado por el gobernador de México, prefecto político por este distrito. Leandro Valle sus primeros años de vida los pasa en el poblado de Jonacatepec, Morelos donde cursó sus primeros años de escuela. En 1844 a la edad de once años ingresa al Colegio Militar de la Ciudad de México donde tres años después y contando con tan solo 14 años de edad se gradúa de Subteniente. Combatió primero a los polkos durante la Guerra de Intervención Estadounidense. En 1850, siendo presidente don José Joaquín Herrera, el gobierno le otorgó una pensión para estudiar a Europa mismo que no acepto por faltas de recursos. En 1853 se le nombró teniente de ingenieros, a concluir su formación militar participa en las tropas de Juan Álvarez en el levantamiento del Plan de Ayutla de 1854, y luego participo en contra los rebeldes poblanos en 1856 salvando la vida al conservador Miguel Miramón, que había sido su condiscípulo, durante su estancia en el H. Colegio Militar tuvo inclinaciones literarias y colaboró en una publicación de la institución. Al terminar la Revolución de Ayutla es enviado nuevamente a París, Francia, donde fungió como agregado de la embajada de México acreditada ante gobierno francés. El 5 de febrero de 1857, se promulga la Constitución Liberal, meses más tarde el presidente Félix Zuloaga, lanzaría el Plan de Tacubaya que desconocería la recién aprobada Constitución.
El 5 de Abril de 1858, el Gral. Valle se encontraba en Zapotlán, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco, formando parte del Ejercito Liberal, junto con Santos Degollado, Juan N. Rocha, Miguel Contreras Medellín, y otros. El 19 de enero de 1858 Juárez establecería su Gobierno en Guanajuato, instaló su gabinete e inició la Guerra de Reforma. En Zapotlán enfrentó a las tropas de Leonardo Márquez (el tigre de Tacubaya), junto con Antonio Rojas. En Mayo de 1859, ascendió a general de brigada cuando solo tenía 26 años de edad, siendo unos generales más jóvenes del Gobierno de la Republica. En diciembre de 1860, participa en la batalla San Miguel Calpulalpan, en las que las fuerzas liberales al mando de los Generales Jesús González Ortega, Ignacio Zaragoza, Francisco Alatorre, Nicolás Régules, derrotaron a Miguel Miramón, Leonardo Márquez. Es elegido Diputado Federal por el estado de Jalisco. En 1861 Juárez lo nombra Comandante General del Distrito Federal, capital política del país. El 21 de junio de 1861, el ministro de la Guerra, Ignacio Zaragoza, pidió al Congreso que concediera licencia a Leandro Valle para dirigir las operaciones militares en contra de Márquez, que en realidad no mandaba sólo a una gavilla de forajidos, sino a seis mil hombres que ponían en riesgo la frágil estabilidad del régimen juarista, luego de los asesinatos de sus compañeros de armas y proyecto política de Melchor Ocampo y Santos Degollado. Leandro Valle Martínez, como un General destacado del ejército liberal, corrió la misma suerte que sus correligionarios. Cabalgando sobre su caballo "San Pedro", llegando al Monte de las Cruces, donde cayó en la emboscada que Leonardo Márquez le había preparado, al caer prisionero fue condenado a ser fusilado por la espalda cruelmente vejado y colgado de un árbol cuando solamente contaba 28 años de edad, el 23 de junio de 1861, por órdenes del general conservador Leonardo Márquez. Siendo sepultado en el Panteón de San Fernando en el Distrito Federal.
El escritor y diputado federal Vicente Riva Palacios, pronunció el discurso oficial ante el cadáver del joven general: Sobre la tumba de los mártires de la libertad, los hijos de la democracia depositan las coronas del triunfo y los laureles de los vencedores. El recuerdo de los que mueren por la causa del pueblo y de la Reforma, pide el canto de la victoria y las oraciones de los héroes. Venimos á dar el último ¡adiós! á un hombre que en la señor de su edad, á la vista de un porvenir glorioso y lleno de virtudes cívicas, ha desaparecido de entre nosotros y va á encerrarse para siempre en esa fosa que le abrió el odio sangriento y el terrible despecho de los asesinos de Tacubaya. Hijo del pueblo, vivía en la oscuridad de su honradez y nada anunciaba en él la gloria que debía perpetuar su nombre, ni el genio que lo había de elevar al nivel de los hombres ilustres de la historia. Pero llegó otro tiempo. El soplo de la revolución agitó nuestros campos y nuestras ciudades. La nación se levantó como un solo hombre para conquistar la libertad y la Reforma, y después de una sangrienta lucha, último esfuerzo…Camacho, Amado. 1861. Corona fúnebre del Gral. de Brigada Leandro del Valle. Diputado al Soberano Congreso de la Unión por el Estado de Jalisco. Escalerilla. México. 48 PP.-
El 7 de mayo de 1885 el H. Congreso de Morelos erigió a Jonacatepec con el título de ciudad, agregándole el nombre completo de Jonacatepec de Leandro Valle, en memoria de su hijo adoptivo.
En el Congreso del Estado de Jalisco se inscribió su nombre con letras de oro en el año de 1891. Es erigida una estatua en el Distrito Federal y develada el 5 de febrero de 1889, localizada de la avenida de la Reforma. Obra del escultor Primitivo Miranda. Hace 23 años, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, decreto que sus restos fueran trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres, en 1987.
a) http://metropolitanoenlinea.com/?p=55806
b) http://www.elcañero.com/2011/06/leandro-valle-martinez-otro-martir-de.html
c) http://tiempodeveracruz.com/2011/06/leandro-valle-martinez-otro-martir-de-guerra-de-reforma/
d) http://www.periodicoveraz.com/columna.php?id=120
e) http://www.revista-contacto.info/index.php?option=com_content&view=article&id=36577:leandro-valle-martinez-otro-martir-de-guerra-de-reforma&catid=161:asuntos-publicos&Itemid=505.
f) http://www.plumaslibres.com.mx/opinion/mostrar/?id=385.
g) http://www.lagazeta.org/

67 años de campaña alfabetizadora

WILFRIDO SANCHEZ MARQUEZ
ACADEMIA MEXICANA DE LA EDUCACION A.C.
SECCION VERACRUZ

El 21 de agosto de 1944, el Gral. Manuel Avila Camacho, entonces Presidente de la República, en uso de sus facultades constitucionales, promulgó la Ley que estableció la Campaña Nacional contra el Analfabetismo. Este ordenamiento legal cumple en este día 67 años de vigencia.
En sus primeros cinco años, este esfuerzo colectivo, ya lo habíamos dicho en varias ocasiones, produjo resultados satisfactorios y alentadores; desafortunadamente, el ímpetu inicial se fue debilitando progresivamente, a grado tal, que las instancias responsables de su promoción, conducción y ejecución se burocratizaron y anquilosaron, motivos por los cuales sus acciones se tornaron rutinarias, anacrónicas e inoperantes.
La declinación de esta campaña la hicieron notar oportunamente los siguientes juicios valorativos:
La declaración formulada por los representantes de los países asistentes a la Asamblea Latinoamericana Sobre Alfabetización Funcional al Servicio del Desarrollo, efectuada en Pátzcuaro Michoacán en 1970, que a la letra dice: “Muchas de estas campañas, en efecto, después de un inicio promisorio, no dieron resultados. La amplitud del problema que había de resolver superaba con mucho los recursos y los medios que se utilizaron. Se confió en departamentos de educación de adultos, creados para este fin en los Ministerios de Educación, la responsabilidad de realizar silenciosamente esta tarea de alfabetización de masas. A pesar del talento y la devoción de sus dirigentes y de su personal, la acción de estos departamentos no puede pretender, ni siquiera a largo plazo, la eliminación del analfabetismo. En general no disponen ni de los medios ni del personal ni de los recursos financieros suficientes para una operación de tal envergadura…Parece cada vez má necesario encontrar una estrategia menos escolar, menos aleatoria, más realista y más eficaz, que tenga en cuenta no solo la amplitud y la complejidad del problema sino también las exigencias del desarrollo.” y
La opinión expresada por el prestigiado veracruzano José Vitelio García Maldonado, maestro normalista y doctor en Ciencias Políticas y Sociología egresado de la Universidad Complutense de Madrid, ex Director General del Centro Regional de Educación Fundamental para la América Latina (CREFAL-UNESCO 1995-1996) y miembro distinguido (2006-2010) de la Comisión Estatal para la Planeación y Programación de la Educación para Adultos (CEPPEA) del Consejo Interinstitucional Veracruzano de la Educación (CIVE) de la Secretaría de Educación de Veracruz: “Abordar el tema “educación de adultos” es discurrir en un campo en el cual, los esfuerzos institucionales del renglón educativo son inconstantes, inconexos y hasta anárquicos.”
En la actualidad, algunas de las constantes de la Campaña de Alfabetización en el país y en nuestro Estado son: la improvisación, la escasa y frecuentemente la casi nula preparación profesional específica de su personal directivo y aplicativo, así como el desconocimiento, de muchos funcionarios públicos, sobre la naturaleza, los fines, la organización, las estrategias y los medios de la educación de los adultos en general y de la alfabetización en particular. Si esta situación, a todas luces perjudicial, no es corregida, llegaremos a conmemorar en el año 2044, con vergüenza, llanto y oprobio, el centenario de la ya longeva y artrítica “campaña”.
Con el propósito de promover y fomentar en Veracruz y en México la adopción y la aplicación de los renovados conceptos y estrategias sobre la alfabetización y la educación de adultos, la Sección Veracruz de la Academia Mexicana de la Educación A. C., presentará, en la Sala “Profr. Angel J. Hermida Ruiz” de la B. Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen,” el día ocho de septiembre próximo, fecha conmemorativa del Día Mundial de la Alfabetización, la primera edición del libro “ALFABETIZACION FUNCIONAL, ANDRAGOGIA Y EDUCACION PERMANENTE”.

Xalapa, Ver., a 21 de agosto de 2011.


Wilfrido Sánchez Márquez

LA POESÍA BILINGÜE NÁHUATL-ESPAÑOL IN TLAJTOLI*

Por Juan Hernández Ramírez
Kueponi xinachtli,
momoyaua,
eli tlauili,
papalopatlantli.
Tlajtoli
moskaltijtok ipan tlixauantli
tlen ateno, tlen kuayojkamitl.
Kimoyahua kuikatl
uitsitsilmej
iuan malakaxochitl
tlen ixochipetlayo itstetl.
Melauak tlajtoli
ikamako no altepej
ipampa chalchiuitl
iyoltipaj yoli,

tlen pankisa ayoliamitl.
LA PALABRA
Brota la semilla,
se esparce,
es luz,
polvo mágico,
Aleteo de mariposas.
La palabra
ha crecido en la hoguera
de los ríos y de los montes.
Desparrama cantos
de colibríes
y girasoles con pétalos
de obsidiana.
La palabra es real
en boca de mi pueblo
porque es jade
que brota del corazón,
rocío del alba,
manantial que fluye,

espiga de maíz.
*Este poema aparece en el libro Totomej intlajtol, La lengua de los pájaros, editado por la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz en el año 2008. El autor ha sido galardonado con diversos premios, y en números anteriores de este periódico se han publicado otros poemas y un ensayo escritos por él.

Los objetivos del aprendizaje

Por Raúl Hernández Viveros

Con la lectura de este artículo se trata de conocer las generalidades del currículum, sus concepciones, función, fuentes y bases. Estudiar algunas teorías curriculares, y comprender el currículum formal, real y oculto. Al mismo tiempo analizar el vínculo entre el docente, el currículum escolar y la administración del sistema educativo.
Entre los temas llevar a cabo el acercamiento a sus significados y definiciones. Además de plantear el currículum como un proyecto que estudia las relaciones enseñanza-cultura y las teorías curriculares. En esta relación se perciben las diferencias y similitudes que vinculan los aspectos teóricos con la práctica. De esta forma se plantea obtener la revisión y los resultados en el campo humanista, técnico y crítico sobre el saber disciplinar y sus planes de estudio.
De acuerdo con Casarini Ratto, en su libro Teoría y Diseño Curricular, Editorial Trillas, 2004, se puedan analizar distintos conceptos de curriculum, al ubicar las similitudes y diferencias que llevan a tomar diversas posiciones sobre este tema. Con esto pueden vincularse aspectos teóricos de la práctica educativa. Por lo tanto, es conveniente hallar una aproximación del curriculum, lo cual se logra con la lectura de “Preliminares sobre el contenido del capítulo”, y lleva a plantearse el “hacer” el curriculum en el aula, taller o laboratorio, donde el maestro con su experiencia docente obtiene un “saber” relacionado con el currículum.
Para esto se necesita una actitud abierta y exploratoria, basada en la práctica, y al mismo tiempo se van a incorporar nuevos conocimientos. Por ejemplo, se debe considerar la definición del concepto que proviene del latín curriculum, derivado de curro, cuyo significado es “carrera”, o bien curriculum, vitae, que es una carrera de la vida en cualquier persona; también representa en latín curriere, igual a caminar. Por lo tanto el currículo es el camino hacia el aprendizaje. Los jesuitas empleaban disciplina como alusión a los cursos académicos. Donde una estructura secuencial desembocaba en ratio studiorum, que representaba a un esquema de estudios o tabla de contenidos.
Al combinarse la estructura con la secuencia, el currículum se le reconoció como carrera de algo que avanza o programa. Una visión llevó al objeto de estudio; en donde todo cambia y se transforma, dentro de la combinación, con las estructuras políticas y económicas, relacionado todo con los intereses humanos,
Las motivaciones personales y de grupo, condicionaron igualmente al currículum y a la propia enseñanza. Esto sirvió de motivo para llegar a definir algunas cuestiones sobre el querer y el deber ser. Se debe llegar a elegir las intencionalidades que aspiran a ser mejores o verdaderos. Entonces aparecen las diferencias del valor, la práctica, los aportes teóricos, de la enseñanza y el aprendizaje.
Stenhouse ubica tres definiciones: 1.- Experiencias planificadoras como ayuda en la escuela con la finalidad de obtener los objetivos de aprendizaje, de acuerdo a las capacidades del alumno. 2.-Esfuerzo planificado a mejorar los aprendizajes predeterminados. 3.- Objetivos de aprendizaje que anticipa resultados. La educación es el resultado del aprendizaje, un medio de llegar a un fin.
Se pone énfasis el currículum como prescripción. Hay que proponer un estudio antropológico y sociológico de la escuela. En el cual se logra identificar el modo de conducir estos propósitos a la práctica, y respaldar la intención de vincularse con la realidad. Conviene alcanzar la armonía de las ideas y aspiraciones frente a los intentos por que sean operativos, como lo propuso Stenhouse. Con lo cual brota el la armonía del proceso de enseñanza-aprendizaje entre las condiciones académico-administrativo. Es importante destacar el papel del maestro cómo promotor e impulsor del currículum.
Es necesario revisar el término programa, y comprender el significado textual: de “anunciar por escrito”. A lado del plan de estudios que es el currículum formal está la parte documental del currículum. También se ubican los objetivos generales y particularices del aprendizaje, con la finalidad de organizar la secuencia del los contenidos, y las actividades de aprendizaje y estrategias de enseñanza.
En este escenario educativo sobresalen las modalidades de evaluación y distribución del tiempo. El currículum real o vivido desemboca en la práctica del formal, donde se cruzan e intercambian el capital cultural de docentes y enseñantes. De esta reciprocidad se apropian los conocimientos, valores, habilidades, actitudes y destrezas. También pueden identificarse las fortalezas y debilidades, y en su caso apoyarlas o rechazarlas.
Por su parte, el currículum oculto precisa la tensión entre las intenciones y realidades. Arciniegas lo define como un: “microcosmos del sistema social de valores”. Esto permite introducir el componente ideológico que examina el fondo moral y político. McLaren advierte que: “Afirma los sueños, deseos y valores”, Los cuales permanecían escondidos o desconocidos hasta la aparición o la apertura de un pensamiento crítico que se abre a la transparencia y claridad de la lucidez. Al explorar el significado del concepto de la teoría curricular se comprenden las bases para alcanzar una vertiente normativa y otra reflexiva. Con esta acción se pueden describir, predecir y explicar las actividades del currículum. Entre el valor intrínseco se reconocen las exigencias académicas que promueven la organización de conocimientos. Se toma como base de experiencias del aprendizaje, sistema tecnológico de producción y se reconoce la propuesta de vincular la teoría y la practica.
Hay que tomar en consideración las disciplinas científicas humanísticas, y las diversas áreas del conocimiento que consolidan la materia prima del curriculum. Esto conducirá a desarrollar las habilidades del pensamiento. De esta planeación se llega a aceptar la preocupación de aspectos psicológicos que originan conocimientos valiosos. Otra vertiente lleva a la unión entre la eficiencia y calidad, donde los medios o las metas pasan a formar parte de los resultados.
De esta manera aparece la concepción eficientista que nada más ofrece un perfil burocrático administrativo. Con esta objetividad se explican las actividades y el papel del docente queda lejos de la capacidad creativa es conveniente darle importancia a los valores y a los procesos del conocimiento que los estudiantes van a asimilar. Se recomienda ofrecer un lugar primordial al contenido histórico, social y cultural. Con las intenciones y concreciones se obtiene la perspectiva de analizar y evaluar logros efectivos. El puente entre la teoría y la práctica desemboca en un proyecto global integrador y flexible. En la práctica, los fines se perciben cómo resultados que funcionan de guías del aprendizaje y la enseñanza.
Es vital ubicar las fuentes del currículum para enfrentarse a las preguntas de ¿qué, cuándo, cómo vamos a enseñar y a aprender? Complementan otras interrogaciones de ¿qué, cuándo y cómo evaluamos los aprendizajes. Es indispensable revisar las fuentes-socioculturales y psicopedagógicas, y epistemológica-profesionales. Todo esto lleva a la elaboración de un conjunto de fundamentos con respecto a los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este proceso se llega a la selección, organización y secuencia de las actividades de aprendizaje y de las estrategias de enseñanza.

En la actualidad existe una crisis de la enseñanza. La UNESCO propuso en 1990 una serie de propuestas sobre los valores y actitudes. Entre ellas destacan. “El sentimiento de solidaridad y justicia; el respeto a los demás; el sentido de responsabilidad; la estima del trabajo humano y sus frutos; las actitudes y valores concernientes a los derechos humanos fundamentales; la defensa de la paz; la conservación del entorno; la identidad y dignidad culturales de los pueblos; otros valores sociales, éticos y morales llamados a suscitar entre los jóvenes una visión amplia del mundo.”
Para el personal docente se recomienda: “ponerse al corriente de la renovación, iniciarse en disciplinas nuevas. Asimilar una nueva pedagogía. Seguir informaciones de los medios de comunicación masivos. Preparar a los alumnos para la selección y utilización critica de la información. Advertir los problemas del trabajo y de la vida económica, y comprender los problemas del mundo contemporáneo. Respaldar la colaboración con los padres y la comunidad”, de acuerdo con la UNESCO.
Recientemente, en México se ofreció un análisis sobre el estado actual que guardan los estudios de filosofía en las instituciones de Educación Media Superior. Se mencionó que desde: 2008, contempló en estos Acuerdos solo cuatro Áreas disciplinares obligatorias: Matemáticas; Ciencias Naturales; Ciencias Sociales y Comunicación. Excluyó, el Área de Humanidades y las materias filosóficas que tradicionalmente habían formado parte de la formación educativa en el bachillerato. En el caso de las disciplinas filosóficas. Instituyó que la educación se realizará siguiendo el método de competencias y habilidades.
Con estas recomendaciones se agregan las prioridades de le enseñanza en relación con los alumnos, que deben adquirir mecanismos y métodos para la búsqueda de conocimientos nuevos. Los estudiantes tienen que interpretar los hechos y fenómenos en una aproximación interdisciplinaria. Se considera que con el aprendizaje se vislumbran conocimientos, sentimientos, actitudes, valores y habilidades. Con los objetivos de incorporar otras maneras de pensar, sentir y abordar situaciones del mundo interno y de la realidad.
La perspectiva del curriculum como de la didáctica se basa en un enfoque holístico e integral. El holismo es la idea de que todas las propiedades de un sistema dado, (por ejemplo, biológico, químico, social, económico, mental o lingüístico) no pueden ser determinados o explicados por las partes que los componen por sí solas. El sistema como un todo determina cómo se comportan las partes. Como adjetivo, holística significa una concepción basada en la integración total frente a un concepto o situación. El principio general del holismo fue resumido concisamente por Aristóteles en su metafísica; “El todo es mayor que la suma de sus partes”. Hay que sumar la relación con la realidad, y la complejidad de la experiencia educativa dentro del aula.
La finalidad de repensar y replantear las relaciones entre el aprendizaje y la enseñanza inmersos en un contexto socio-cultural, va a enriquecer el papel de la enseñanza y la aplicación del estudio. Con lo cual se propicia el encuentro con diversos contenidos que definen a la enseñanza como una práctica social. La enseñanza es la tarea primordial por la cual el estudiante adquirirá los instrumentos idóneos del aprendizaje significativo.
Con toda esta adquisición de conocimientos se podrá obtener una visión plural y diversa del mundo. Conviene distinguir las concepciones del currículum: plan de estudio, saber disciplinar, saber pragmático y experiencia docente. Las formas de entender el currículum se distinguen las siguientes: estructura organizada de conocimientos, sistema tecnológico de producción, plan de instrucción, conjunto de experiencias de aprendizaje, solución de problemas, práctica, y en diversas corrientes de pensamiento. En esta última corriente se busca la planificación educativa, el planeamiento integral de la educación, el plan de estudio, la programación y el diseño de instrucción.
El curriculum ofrece el rescate y la formación de valores, como tema existente y polémico, como la búsqueda y el logro de una educación más plena e integral del ser humano. En este sentido, es necesario enfocar la transversalidad desde una perspectiva reconceptualizada, que incluya las nuevas necesidades de formación de los docentes, en relación a la construcción de las diferentes etapas del curriculum.

CON LOS PIES MOJADOS

Olga Fernández Rodríguez.

Apenas amanecía cuando el canto del gallo se escuchò, Malinalli, entreabrió los ojos, sabía que éste cantaba con puntualidad, siempre al diez para las seis de la mañana. En el firmamento apenas si se vislumbraba cierta claridad, tenue, muy tenue, la que segundos después, casi mágicamente sería desplazada por la intensidad de la luz que contrastaba con la silueta de la montaña, la cual aún admitía la oscuridad. El nacimiento del nuevo día venía acompañado por el graznido de diversas aves, que se despedían de la noche.
Mali, miró el reloj y de un brinco saltó del camastro, se calzó sus chanclas, se enrolló en un rebozo y salió de prisa al patio hacia una pequeña letrina. Una vez que orinó, pasó al lavadero donde el jabón zote y el agua helada de la madrugada la hicieron despertar completamente. Su madre, que ya antes se había levantado, preparaba café y huevos con frijoles. Su padre, quien en ese momento se sentaba para tomar algo e irse a la parcela, llamó la atención de sus pensamientos, como una figura inalterable, siempre callado, siempre trabajando, siempre resignado, siempre agotado y aunque poco expresivo y cariñoso, dispuesto a hacer cualquier sacrificio por su familia. La voz de su madre la saca de sus pensamientos, le pide que apure a sus hermanos. Su madre les conmina a comer algo, no tienen mucha hambre, tienen sueño; como niños sí por ellos fuera, se quedaban a dormir o a jugar o ir a la milpa con su padre. Un vistazo nuevamente al reloj, hace entender a la muchacha que se deben dar prisa; para entonces su progenitor ya va camino a la parcela, ella les llama la atención a los niños, les da sus morralitos con unos lápices, cuadernos y unos platanitos para cuando tengan apetito. Finalmente, salen como de costumbre, rumbo a la primaria Cuahutèmoc, en la congregación del Mirador. Aunque sus padres son analfabetos, han procurado que sus hijos estudien. Es por eso que ella se siente agradecida y hace un gran esfuerzo, no sólo por estudiar, sino para apoyar en los quehaceres que le señalen. Algunas otras familias, no pueden enviar a sus hijos a la escuela, tienen que ayudar con la parcela, o los animales para no pasar hambre en invierno (el hambre que es el azote de muchas comunidades de Zongolica.) Afortunadamente para la familia de la joven, siempre hay algo que llevarse a la panza. Los hermanitos sienten fría la mañana, un airecillo helado les sopla en la cara; sin embargo, no le prestan tanta atención al contrario, los niños juegan con el vaho que sale de sus bocas, riendo de su hazaña. El camino se torna resbaloso, hay veces que se tienen que agarrar de las hierbas aún escarchadas por el rocío de la madrugada, parecen como pequeñas agujas en las palmas de manos y dedos; sin embargo se tienen que asir fuerte para no caerse y llegar enlodados a clase. A pesar de todo, los chiquillos se mueven con prontitud pues saben que aún les queda un largo trecho para llegar. Allá a lo lejos entre la ligera neblina divisan a otros pequeños quienes se les unen, algunos ríen y comentan algo; otros, callados solo se suman, todos están chapeaditos y no es por calor sino por frío, el frío que en las mañanas quema, cala y no perdona en la sierra. Caminan treinta minutos y escuchan a los otros niños, no son muchos apenas 25 de diferentes edades, una sola maestra, un sólo salón de tablas, por donde generalmente se les cuela el frío, el viento, el hambre. Hay veces que han llegado a faltar la mayoría, generalmente en la temporada de corte del café o en las cosechas. Hoy están casi todos, se parecen: ojos negros o cafés, pelo oscuro, lacio, piel morena, talla pequeña. Es probable que unos cuantos traigan el estómago vacío, así que el sueño durante las actividades escolares se vuelve el mejor amigo.

Cuando ya se iba de la escuela, llegaba otra joven que vive en esa comunidad, un saludo tímido de ambas, un deseo de Mali, por llegar a ser algún día como ella maestra. Durante el regreso, observa encantada algunas parcelas sembradas, llenas de flores de fríjol, haba y chícharo, inconfundibles para los habitantes de la zona, augurio de una cosecha abundante. Piensa en voz alta, -ojalá no se malogren las cosechas-. Sabe perfectamente que los cambios climáticos que no corresponden a las diversas estaciones, la mayoría de las veces trae consecuencias adversas para los lugareños. Ahora sí ha entrado en calor, ya no siente frío, sus manos coloradas acomodan el rebozo medio húmedo, que seca su frente perlada. Su paso es firme a pesar de las condiciones del camino; algunas veces cuesta arriba, otras cuesta abajo, el canto de las aves hace menos tedioso el trayecto, algunos animales silvestres se atraviesan, otros sólo se asoman, los árboles y pinos se unen en un delicado rumor, la montaña ha despertado. Mientras su madre lava la ropa en un ojo de agua, del Río Tonto, Malinalli llega a casa, y ágilmente realiza las labores de la casa. Una vez terminadas estas se acomoda en la mesa, saca sus libros y concluye lo que falta para la clase de mañana. Satisfecha por haber finalizado la tarea escolar, sale de la vivienda y se encamina donde el nacimiento de agua: una hermosa poza cristalina donde el reflejo de los árboles y rocas, así como el de su madre, es una invitación para el artista que quisiera captar esa imagen. Se escucha como fluye vigorosamente el río cuesta abajo, los rayos del sol penetran decididos entre el espesor de la arboleda, bañando de una luz blanquecina algunas partes del follaje. En ese momento, vienen a su mente imágenes de las principales avenidas de Orizaba, coches, autobuses, gente intentando cruzar, el ruido, la música de los locales comerciales, la gente hablando, comparado con la paz de ese instante, nuevamente se considera afortunada. Inés, su madre, le dice que ya casi termina. Mali toma las tinas, coloca una en la cabeza y empieza a subir por el sendero, seguida de su progenitora, tiende la ropa sobre los tendederos y acomoda otros trapos sobre las rocas que están en el solar. Siente que el sol quema aunque un vientecillo frío sopla afanosamente. Inés deja salir un suspiro, como queriendo sacar todo el cansancio acumulado en años. Y la muchacha no deja de percatarse de su expresión resignada, tan gastada, aún no cuenta con cuarenta años y su rostro es de una anciana; el trabajo del campo, el que la haya tenido a los de diecisiete años, más dos abortos y dos embarazos, así como la precaria situación económica, han hecho que no sea tan sencillo. Es por eso que desea ser maestra, para tener una vida mejor, ayudar a otros niños a aprender y tener mejores oportunidades que su madre. No importa cuántas noches tenga que desvelarse para hacer la tarea o preparar algún examen. Estudiar sí, lo hace muy a pesar del cansancio que se apodera de ella; sí lo hace también por el deseo que tiene por saber; también con el coraje y la rabia que le da la pobreza en que siguen sumidas muchas de las comunidades indígenas; porque independientemente de que sabe que las mujeres en su comunidad por costumbre se casan jóvenes, para cuando llegan a tener cuarenta años, sus sueños, sus esperanzas se han eclipsado; porque sabe que, muchas otras jóvenes como ella, no pueden aspirar a estudiar, pues los deberes y obligaciones con la familia son muchos; sin embargo, cuenta con el apoyo de su padre, un campesino inteligente, que aunque pobre, quiere que marque la diferencia en su familia.
El humo de la leña, el olor a tortillas recién hechas, las gorditas de panela, la salsa martajada y el caldo de habas están listas para ser degustadas por la familia Tzahahua. Santiago, el jefe de familia, aún no retorna de la faena, seguramente no debe tardar. Los hermanitos han llegado, generalmente de regreso se vienen con Doña Marcianita, una vecina, quien va a la escuela por sus nietos. Entre risas los chiquillos se sientan a comer, ahora traen un filo que serían capaces de devorar un puerco entero. Inés les repite el plato de habas y les pone suficientes gorditas de panela, en eso llega su progenitor quien más que tener apetito se ve cansado; sin embargo, se sienta a comer y poco a poco, el rictus de fatiga se suaviza.

El timbre del despertador volvió a sonar, y en la oscuridad Malinalli estiró su brazo para alcanzar el reloj y apagar la alarma. Se quedó unos segundos en su camastro, disfrutando la tibieza de la cobija de lana; su nariz fría le vaticinó un amanecer helado. Como cada sábado junto con otras cuatro muchachas, recorrerán durante tres horas el camino que las conducirá a la cabecera de Zongolica; de ahí un autobús con salida de las cinco treinta de la mañana las transportará a Orizaba. Finalmente caminarán otras tres cuadras, con el propósito de estar puntuales, a las siete de la mañana, en las sesiones sabatinas que ofrece la Universidad Pedagógica Veracruzana. Así es que despertar sábado a sábado a la una y veinte de la mañana, significa para ella un gran esfuerzo; sin embargo la oportunidad de llegar a ser maestra en alguna escuela de la sierra, lo compensa todo. Por lo que una vez que en el mayor de los sigilos se asea y desayuna. Se dispuso a preparar su bastimento: gorditas de panela rellenas de habas, las envolvió en una servilleta de manta con bordados de flores hechos por su mamá; llenó un frasco de plástico con café, puso unas naranjas, los guardó en su morral, tomó una lamparita de mano, una pequeña moruna y salió rumbo a la casa de Tonatzin, a no más de 200 metros de distancia; para cuando llegó ya estaban afuera Lupe, Zenaida y se acercaba Ramona. Esperaron cinco minutos más y salió Tonatzin, e iniciaron la caminata en silencio pues todavía estaban en la comunidad de Huelecapa y no querían despertar a los pobladores. Cuando tomaron el sendero las cuatro muchachas, lámpara en mano iban alumbrando el camino, de lejos parecían enormes luciérnagas. Los huaraches batían el barro, que pegajoso se metía entre los dedos de los pies; a pesar del frío que traspasaba los huesos y que se apreciaba en el hálito que emanaba de la boca de las jóvenes, ellas no paraban de platicar y reír. Se percibía un ambiente húmedo, propio del mes de septiembre, los sembradíos insertados donde fueran bosques, permanecían ocultos, los sonidos de algunas aves nocturnas e insectos acompañaban el trayecto de las estudiantes. Algunas veces hacían un pequeño descanso y se turnaban con el pequeño machete cuando la hierba rasguñaba pies y piernas; entonces sólo se escuchaba como crujían los tallos, cediendo ante la destreza con que manejan la moruna. Y así continuaban, con paso apresurado las jóvenes, quienes por lo regular protegían la cabeza y la nariz del rocío y frío con su rebozo. Cualquiera podría pensar que a esas horas de la madrugada la situación de ellas era de incertidumbre y miedo, sin embargo, no hay tiempo para pensar en ello, tal vez sea la seguridad que les brinda su comunidad o el ferviente deseo por lograr cumplir su propósito, lo que las hace valientes. De vez en vez, se detenían para ver cómo la noche agonizante, empezaba a pardear y a lo lejos en el horizonte se distinguían tenues siluetas de la sierra, iluminadas tímidamente por la claridad de la luna. El atajo aunque escarpado, resultaba tan familiar que las muchachas hubieran podido recorrerlo con los ojos cerrados. Generalmente a la que le tocaba ir delante, alertaba a las demás sobre alguna roca filosa, bejucos punzantes, o animales, tejones, tlacuaches, o armadillos. A pesar de que el recorrido era extenuante, la mayor parte de éste se hacia cuesta abajo, además las chicas tenían una condición digna de cualquier maratonista; cuerpos fuertes, piernas duras, pies veloces. A las cinco de la mañana aproximadamente, en medio de la oscuridad, empezaban a distinguir algunas luces del caserío cercanas al municipio, por lo que felices apretaban el paso. En su transitar, escuchaban los ladridos de los perros que por lo general se encontraban despiertos igual que sus amos. La que a esa hora regularmente se hallaba en el patio hirviendo el nixtamal, era doña Chona, quién solo las quedaba mirando, pues sabe que son las muchachas que van a estudiar a Orizaba para maestras, las ve siempre muy apuradas, envueltas en su un huipil o rebozo y morral colgando. Las mira alejarse y suspira, tal vez de joven, le hubiera gustado ser alguna de ellas, aprender las letras, y los números; ella que solo habla nahuatl y que vive de su milpa, del café y del fríjol, mira sus manos, fuertes, de trabajo, de arar la tierra, vuelve a mirar la vereda, sin embargo ya no las ve. Corren, Mali, Ramona, Meztli, Tonatzin y Lupe se forman y suben al autobús, cuando ya están sentadas, esperan unos minutos a que arranque el camión. No siempre les toca asiento a las muchachas, algunas veces van de pie; empero, eso es lo de menos, ya estarán casi toda la mañana sentadas. El camión va cargado de una veintena de pasajeros, llevan productos para la venta en el mercado: canastas llenas de quelites, flor de calabaza, huevos rojos, pintos de totol, frijol, tortillas; por allá saca la cabeza de un morral una gallina roja, en el asiento trasero se escucha chillar a un puerquito, lo llevan en brazos. Suena la radio. Para cuando casi son las seis de la mañana, la oscuridad va cediendo el paso de la luz, provocando que las jóvenes se deleiten breves segundos contemplando el nacimiento del nuevo día. De vez en vez, se detiene el autobús, suben y bajan los pasajeros, las mujeres con su ropa colorida y hermosos rebozos, algunas descalzas, otras con huaraches, unas de moños, otras más austeras. Ellos de pantalón y camisas de manta, a cuadros o rayas, la mayoría con sombreros; morenos, de mirada adusta, manos callosas, cuerpos correosos. Se escucha la voz de Malinalli, las muchachas se levantan de su asiento, frena el autobús, descienden y emprenden la caminata, ya falta poco para llegar al edificio que alberga la Universidad. Al entrar se acercan a la llave del agua que está en el patio, se lavan los pies y los huaraches de plástico. Los pies limpios se ven colorados, las manos quedan frías, se las secan en la enagua y se apresuran al salón; allá llegan otras jóvenes, también vienen de lejos, antes de pasar hacen lo mismo que las cinco, retiran el barro de sus pies, se acomodan las chanclas y se apresuran porque está por iniciar la clase. La maestra las ve entrar, sabe de donde vienen; empero no deja de sorprenderle la expresión de felicidad de sus rostros.

Roquina

Por Luis Gerardo Martínez García

A mis hermanos Migue y Martha

Me ofreció sus años y le robé su juventud; me dio su vida y le arrebaté su cariño. Me vio crecer y yo a ella; crecimos, lloramos, reímos, sufrimos, luchamos… siempre juntos. Me hizo existir, igual que a mis hermanos.
Madre inteligente. Mujer de carácter. Señora con temple, con visión, con esperanza, con alegría y tristeza. Compañera que recorre los minutos viendo la tierra en su andar. Alumna de esa escuela de la vida que enseña con el palpitar de la gente. Maestra sin aula, sin cuaderno, sin lápiz, sin pizarrón… mil enseñanzas.
Franca en su palabra, esa que hiere en el alma, siendo la verdad. Cariñosa en su decir, ese que cobija en cada momento. Sincera con sus ideas expresadas en la plática o en el susurro. Combatiente ante la adversidad y responsable ante el compromiso.
Día con día conjuga el verbo trabajar; adora el verbo platicar; detesta el verbo confrontar y se permite el verbo andar. Cuenta sus cuentos, platica sus anécdotas, suspira sus vivencias, cuenta sus recuerdos… defiende sus ideas. Creyente, si, de esas, sus ideas…
Nació en el treintaicinco. En su niñez vivió la pobreza del pueblo y el cariño de su madre en La Joya. Consiguió estudiar hasta tercero –dice- y presume sus conocimientos. Añora la casa de teja, la lumbre de leña, el brasero y el comal que la abuela usaba con recelo. Recuerda el catre en el que tuvo sus primeros sueños de niña, y la radio que escuchaba hasta las siete de la noche en que se perdía la señal o se descomponía algún bulbo.
Joven aún se atrevió a darse tiempo para la maternidad. El siglo pasado lo aprovechó para formar a sus hijos (mis hermanos y yo). Lo hizo pensando en que eso –todo- sería lo mejor. Siempre bajo su cobijo… siempre. Sola y con nosotros.
Hoy, con el paso de los años, en la vejez, la veo caminar con su bastón (bordón, corrige ella). Con ese paso lento que sólo el tiempo, la experiencia y la sabiduría dan. Ese rostro arado por los años da cuenta de lo dicho y lo callado; es la huella que habla con sólo mirarle. Sus párpados caídos, como cuidando la vista que permanece casi intacta a sus setenta y seis años, son testigos de lo que ella ha visto o dejado de ver en todos sus días y sus noches. El vaivén de sus largas faldas nos permiten verla viva al lado de esos colores que son su gusto latente, provocador, vistoso. En ese andar vive lo cálido de la ciudad y lo frío de la montaña, y se mueve.
Madre que recorre paisajes acompañada del viento (andante); confía al desconocido su historia (coversante); pone ideas innegociables (dominante); inventa pasajes impensables (imaginable). Roquina suspira la soledad que le acompaña; transpira el recuerdo que le asecha; promete la visita recurrente; añora amistades ausentes. Señora que viaja para no olvidar; olvida para no llorar; llora para no sufrir; sufre para alcanzar el milagro de vivir con ella, con quienes quiere, con quienes están.
Sus canas, seguro estoy, me reclaman eso que aún puedo darle… amor.

sinrecreo@hotmail.com

Los valores representan uno de los caminos para el desvelamiento de la trascendencia

Por Jesús Jiménez Castillo
Academia Mexicana de la Educación, AC, Sección Veracruz
Muy buenas tardes:
Antes que nada, quiero agradecer al maestro Marcelo Ramírez Ramírez, amigo entrañable, la invitación que nos hizo para presentar ante ustedes el libro de su autoría: Los valores en la ciudad secular. Y también aprovechar esta oportunidad para reconocer la importante labor de difusión que realiza el Centro Regional de Educación Superior “Paulo Freire” -del cual es Rector el maestro Ramírez- a través de la incansable labor que realiza el maestro, y también amigo de excepción, Reynaldo Ceballos Hernández, Director Académico de dicha institución, y en la cual laboro como profesor.
El libro que hoy se presenta es una nueva edición, corregida y aumentada -la tercera para ser exacto-, y forma parte de la colección: Grandes temas de la cultura contemporánea, que tiene como finalidad poner a disposición de los estudiantes y de los interesados en la cultura, una serie de textos sobre lo que ocurre en el mundo de las ideas y en la praxis social. Se trata, como ha sido el propósito de los maestros mencionados, de impulsar la difusión del conocimiento y propiciar el acercamiento a una mejor comprensión de nuestra realidad.
Marcelo Ramírez, principal artífice de esta reunión, es un intelectual muy conocido y reconocido en los ámbitos de la política, la educación y la cultura de Veracruz. Más aún, es una persona empeñada en el estudio de las ideas, su clarificación y difusión. Como librepensador, intenta dar respuestas a las interrogantes que generan los intentos por comprender lo que él llama “el proyecto humano”, y su relación con nuestro mundo de la vida –dicho en el sentido habermasiano, que implica ámbitos de comunicación, participación y referencias cotidianas-, mediante las luces de la razón. Un poco a la manera en que lo pretendían los filósofos de la Ilustración: en contra de la ignorancia y a favor de un mundo mejor para los seres humanos.
Hombre creyente, pero antidogmático, el maestro Ramírez forma sus opiniones sobre criterios de imparcialidad para juzgar la realidad que observa, lo que le permite tomar decisiones propias y expresar puntos de vista singulares y valiosos. Su amor por la sabiduría y su condición de libre pensador ante los fenómenos del mundo temporal, postura que asume al ocuparse de temas fundamentales como la política, la religión, la ética y la relación entre ellas, lo lleva al estudio y análisis crítico de nuestra realidad, dentro de la tendencia de ideas que hoy en día constituyen la base filosófica del llamado Humanismo secular.
Sobre el particular, es necesario precisar que el término ‘secular’ significa siglo, pero también mundo, en oposición –como diferencia- a lo espiritual y divino. Con la secularización la política, la ciencia, la moral, el arte y otras manifestaciones humanas recobran su papel con independencia de lo religioso, pero no como contrarios a este. Dicho de otra manera, los elementos constitutivos de nuestra realidad social se mundanizan como entidades ligadas a nuestra condición de seres temporales, precisamente, una de las grandes preocupaciones en el pensamiento de nuestro autor.
La obra escrita de Marcelo Ramírez comprende una variedad de artículos, ponencias, ensayos y libros, en los que se ocupa de cuestiones de historia, educación, democracia, cultura, política y filosofía, entre otras. Particularmente, y es una opinión personal, destacan entre sus últimos libros: “Temas Sobre el Sentido de la Existencia” y “Los Valores en la Ciudad Secular”, que nos muestran a un Marcelo Ramírez más reflexivo y agudo en sus análisis y planteamientos, principalmente sus preocupaciones en torno a los valores y el concepto de modernidad. Temas, sin duda, de la mayor actualidad en el campo de la filosofía, sociología, política y la cultura.
En el pensamiento de Marcelo Ramírez toman preponderancia -como ejes articuladores- la cuestión ética y los valores. Su vida y obra muestran una constante inclinación hacia lo moral y el actuar en libertad. Su ethos, es decir, su manera de ser –dicho en el sentido aristotélico- se configura en torno a un deber ser que él propone como referencia e ideal para perfeccionar nuestras formas de ser y existir. Y lo demuestra en su forma de ser, pues no duda en sobreponer a los intereses de oportunidad o propios, los principios del bien común y el recto actuar. Cuestión que lo enaltece y que todos apreciamos.
El cultivo del conocimiento lo asume Marcelo Ramírez como reflexión y examen de conceptos constitutivos de nuestra realidad específica como individuos, pero en conformidad con nuestra naturaleza gregaria. Su trabajo investigativo está sustentado en una amplia formación intelectual y práctica social que le permiten interpretar nuestro mundo de vida en consonancia con los problemas fundamentales de la existencia y las ideas de los grandes pensadores, pero manteniendo los vínculos con su realidad concreta. La lucidez, claridad y rigor lógico son elementos esenciales en la argumentación de sus propuestas, y constituyen la base de su trabajo como escritor y cultivador de ideas. Siendo un aprendiz de sabio, pues tal es el significado del término filósofo, dedica sus esfuerzos a la búsqueda de valores de verdad, o a proporcionarnos las herramientas que nos acerquen a ellos.
El libro “Los valores en la ciudad secular” que hoy presentamos, es una selección de textos que, como lo dice el propio autor, integran una unidad que “procede de la visión espiritualista que subyace en todos ellos, por lo que puedo ahora precisar mi posición y hablar de un enfoque ético, humanista y espiritualista”. De esta manera, hace alusión a un enfoque racionalista, a su inclinación por el bienestar del ser humano y al espíritu como complemento de nuestra materialidad como seres con naturaleza propia, es decir, con una razón existencial. Aunque no existe un orden temático en la organización del texto, ello se puede considerar como una ventaja, pues cada apartado se puede leer de manera independiente, sin afectar el hilo de la argumentación que al final de su lectura le dan armonía y sentido a la obra.
En el libro -integrado por más de una veintena de ensayos, con un título muy apropiado, un excelente diseño editorial y una magnífica portada- el autor se ocupa del tratamiento de diversos temas, como la educación, la condición y bienestar humanos, la trascendencia, el espíritu, la vida, la cultura, la subjetividad, la metafísica, la política, la civilización y, principalmente, la ética, los valores y la modernidad, cuestiones por demás, fundamentales en el desarrollo y estudio del pensamiento actual.
El propósito de la obra la explica el autor diciendo que “en Los valores en la ciudad secular, se reúnen escritos que dan respuesta, desde diversos ángulos y diferentes circunstancias, a la misma inquietud: reflexionar acerca de los valores de nuestro tiempo y en nuestro país; de su función en la vida personal y comunitaria; de cual es su fundamento último o si este fundamento es ya imposible como algunos suponen… Estoy convencido de que los valores representan uno de los caminos para el desvelamiento de la trascendencia, pues la libertad, la verdad, la justicia, el amor, en su dinamismo, me remiten -remiten a quien lo experimenta- al origen que los explica y los sostiene, impregnando de sentido la existencia del hombre y del mundo.”
Una de las partes medulares del libro es la crítica al materialismo, en su forma de hedonismo, que se constituye así en uno de los problema esenciales de la modernidad; y que ha llevado al hombre a los límites extremos que hoy vivimos, al creer que el tener y consumir como significado de moda y poder es lo que da sentido a nuestra existencia, renunciado, de esa manera, a lo esencial del ser humano: su espiritualidad, misma que debería traducirse en sabiduría, y esta en una relación inteligente y justa con el mundo en su sentido más amplio.
En este sentido, el autor se pregunta “¿cuál ha sido el legado de la razón instrumental? La respuesta está a la vista: la conquista del mundo material, el control de las fuerzas de la naturaleza a tal grado que parece no haber límites a la expansión de ese poder “fáustico”. Pero este legado ha sido posible a un precio muy alto del cual estamos tomando cada día mayor conciencia. En fórmula resumida podemos hablar de una civilización que funciona en base a la engañosa ecuación que identifica la felicidad con la riqueza material… El problema central, nos dice el maestro Marcelo, parece ser el siguiente: “organizar la vida humana en torno a valores que le restituyan un horizonte de certidumbre, a fin de que la vida, la de cada uno de nosotros, no resulte una “pasión inútil” condenada al fracaso.”
Sin duda, y estoy de acuerdo con el maestro Marcelo, el problema de la modernidad es el problema del poder. En el principio, la religión, después el poder por la gracia de dios, luego el poder de la ideología, la tecnología, el imperio y la economía, hasta llegar a la tecnología y las finanzas en el sistema-mundo implicado en la globalización. Hasta ahora, como lo señala nuestro autor, el distintivo de la modernidad ha sido el poder, siempre el poder, pero en el sentido de lo irracional y contradictorio. Por ello, es necesario volver a la armonía y al equilibrio, pues nuestra materialidad solo tiene sentido ligada a una espiritualidad racional y armónica basada en valores.
Sobre esta cuestión, Marcelo Ramírez nos dice lo siguiente: “se ha dicho que el mundo moderno tiene un hueco donde debería estar el corazón. Se trata de una metáfora con la cual se destaca con cierto dramatismo, la ausencia de valores superiores en un mundo entregado a la obsesión de tener, del acumular y del disfrutar en el nivel de la pura sensualidad. En eso se reconocen los signos de decadencia de una cultura. Precisa, por tanto, llenar el hueco con un corazón que de nuevos impulsos al mundo, pero esto puede entenderse como un simple deseo, cuya viabilidad consideramos imposible o puede verse como una propuesta. Si es esto último, la tarea se presenta ambiciosa y compleja y, por ello, las fórmulas demasiado generales resultan inadecuadas. Tal es el caso de quienes sostienen que la decadencia del mundo moderno tiene como solución la enseñanza de los valores que se han venido perdiendo. Es obvio que la vitalidad de una cultura depende de los valores en los cuales se sustenta, pero considerar que los valores pueden ser introyectados en los individuos, para que estos los aprendan y apliquen, de la misma manera que se hace con los conocimientos de tipo utilitario, es un error que ignora la esencia misma de lo valioso. Los valores alimentan las raíces más profundas de la vida comunitaria; dan identidad al grupo, lo cohesionan y orientan hacia determinados objetivos. No se adquieren por un propósito deliberado, aunque en un momento posterior la voluntad de las elites dirigentes los confirme y transforme en contenidos expresos de un programa educativo, como ha sucedido en las grandes etapas históricas de los pueblos.”
Pero no sólo es el estudio de la ética y los valores en la ciudad secular lo que nos ofrece Marcelo Ramírez en su libro, también un acercamiento a las ideas y a los problemas del mundo a través de los grandes pensadores, como los clásicos griegos: Sócrates, Platón y Aristóteles; o los filósofos de la modernidad: los idealistas Emanuel Kant y Federico Hegel, el materialista Carlos Marx; los existencialistas Søren Kierkegaard, Federico Nietzsche, Martín Heidegger y Karl Jaspers; el psicoanalista Sigmund Freud, o los integrantes de la escuela de Frankfurt: Walter Benjamín, Teodoro Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas; asi como el filósofo cristiano Teodoro Haecker y Peter Sloterdijk, uno de los representantes más importantes de la antropología filosófica y agudo crítico del academicismo contemporáneo.
Dentro de este contexto, y para concluir mi intervención, conviene decir que nuestro país vive agobiado por una aguda crisis en prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional: un estado de guerra que ha producido miles de víctimas, un sistema político decadente y desprestigiado, una economía atrasada y subdesarrollada; falta de oportunidades, principalmente para los jóvenes; grandes rezagos en cuestiones de salud, empleo y conservación del medio ambiente; pero, sobre todo, un gran rezago educativo, científico, tecnológico y cultural. Ante este panorama, en muchos sentidos apocalíptico, reanima el trabajo que realizan personas, como el autor de esta obra, que a través de ella busca interesarnos en los grandes temas y problemas de nuestro tiempo, algunos perdurables y otros de circunstancia, pero de estudio necesario para reflexionar sobre el ser y el deber ser de nuestra existencia; y, sobre todo, para actuar en consecuencia y contribuir a la construcción de un mundo mejor para todos.
Por este trabajo intelectual de gran valía y voluntad de servicio a sus semejantes, nuestro más grande reconocimiento al estimado amigo y maestro Marcelo Ramírez.
Muchas gracias
Xalapa, Ver., 26 de agosto de 2011.

El hombre es un ser en tensión entre el instinto y la razón

Por Javier Ortiz Aguilar

La biografía del autor poco abona a la comprensión de su obra intelectual, pues sus ide-as, que son las que importan, están ya plasmadas en el texto. Sin embargo diré que tuve la suerte de conocer a Marcelo Ramírez en la escuela preparatoria, en los tiempos de la llamada guerra fría, de las “guerras localizadas” (así les llamaban entonces a las inter-venciones norteamericanas a los países que luchaban por la liberación nacional), y en la consolidación en plenas contradicciones del modelo de desarrollo estabilizador en México. En esos años existe el evidente crecimiento del producto interno bruto en el país, el control de la inflación y la paridad del peso frente al dólar, y por el otro, la acen-tuación de la desigualdad social y la consecuente inquietud social. Por tanto surgen prioridades tanto para políticos como para intelectuales. Tal vez por ello, escribe nuestro autor en el ensayo Ética y modernidad: “Hablar de ética hace apenas unos lustros era exponerse a ser acusado de anacrónico” Nuestro autor, desde entonces, aborda el pro-blema desde su raíz, es decir, de la misma naturaleza humana. Este es el problema que orienta al maestro Ramírez desde muy joven, y después de varios años de estudio, sus ideas se condensan en este libro que hoy tenemos la posibilidad de leer: Los valores en la ciudad secular.
El motivo de recordar una situación consiste en apuntar que esta obra es produc-to de muchos años de estudio, reflexión y discusiones y no en una moda propagada por los medios para explicar los problemas que aquejan a la sociedad actual.
El autor aborda el problema radical de la existencia humana, desde una definida convicción humanista y un riguroso método de trabajo, y por ello presenta sugerentes ideas.
Este libro consta de 23 ensayos. Todos ellos tienen ese hilo conductor que per-mite aprehender la entidad que subyace en la vida comunitaria del hombre
I

No obstante, su preocupación es ajena a las abstracciones y a los dogmas mora-lizantes y a la pretensión de un retorno acrítico a concepciones pasadas. Por el contrario, sus tesis son formas de asumir racionalmente nuestra época, citando nuevamente al autor “(…) no el mero retorno a Kant, Tomás de Aquino o Aristóteles, sino un repensar a la luz de su legado, los problemas actuales a fin de comprender el lugar del hombre en el mundo.” . Esta concepción que nos recuerda la idea aristotélica de la naturaleza co-munitaria del hombre donde dichas manifestaciones constituyen la estructura misma de lo humano.
Con el propósito de incidir en nuestra época, nuestro autor recupera la tradición filosófica pero no ignora las concepciones contemporáneas. No hay una pretensión eru-dita, sino una reflexión fincada en el diálogo con filósofos contemporáneos.
Desde la perspectiva del humanismo ético concibe al hombre como un ser libre, y por ello responsable de sus acciones. Esta libertad intrínseca crea las condiciones de posibilidad de pensar en los valores, como las referencias de las acciones buenas y malas.
En mi intervención acentuaré su concepción sobre las tres dimensiones de la existencia humana: la política, la ética y la educativa

II

Recuperando esta tradición occidental asume explícitamente la tesis de que el hombre es un ser en tensión entre el instinto y la razón: “El hombre parece encontrarse a medio camino entre la naturaleza y el espíritu. El estar anclado de estas realidades hace de él un ser dividido; no como el resto de los animales, sujeto al poder de los instintos (…) y tampoco ha podido liberarse de ellos.” Aquí reside el problema de elección entre el bien y el mal, que encuentra eco en la naturaleza intrínseca del hombre. Hasta aquí la tesis es indiscutible. El problema, para el Maestro Ramírez, emerge con la secularización moderna. Esta afirmación no implica negar lo valioso de la modernidad, como es el desarrollo de la racionalidad científica, la democracia y los valores, como la libertad, la igualdad, la fraternidad, la tolerancia, etc.
Recuerdo un texto de Karl Löwith donde señala que así como la preocupación griega por la phisis niega la existencia de la historia, la modernidad al sobrevalorar la razón histórica niega la naturaleza humana. En la cultura griega en consecuencia la “vida buena” constituye una exigencia de la naturaleza, mientras que en la modernidad, el imperativo categórico es un mandato sin fuerza, o si se quiere una convención social. El problema se agrava por los intereses dominantes por lograr un crecimiento de las ga-nancias, que la razón desemboca en una razón instrumental, harto criticada desde Marx hasta la primera generación de la Escuela de Frankfurt
Así el hombre alejado de imperativos trascendentes queda, por una parte, con-vertido en sujeto de la sociedad moderna, producto de la diversidad cultural, donde la pérdida del centro, lo conduce inexorablemente a la pérdida de las certidumbres básicas, y en consecuencia a un relativismo ético. Y, por otra, en la condición de mercancía que se vende para comprar. Es un ser dispuesto a lo que sea y como sea para obtener el poder y la capacidad de comprar, creando así un mundo extraño para el hombre mismo.
La secularización moderna genera en consecuencia, concepciones y proyectos que resultan desastrosos. El Holocausto, el gulag, las guerras imperialistas, la discrimi-nación son los resultados de los límites de la modernidad. Estas consecuencias ya están previstas, según el autor, en las concepciones metafísicas clásicas.

III

El individuo en la convivencia elige. Por lo anterior, es fundamental el conoci-miento de la ética. En el ensayo El preguntar ético ofrece una definición básica para la existencia personal: “La ética se presenta como una empresa racional y es ante todo razón donde debe acreditar las aportaciones que ofrece para iluminar mi proyecto vital. Una ética racional, empero, no tiene que quedar encerrada en los límites de un raciona-lismo estrecho, la razón misma llevada a su límite se abre al misterio de la trascenden-cia.”
A la persona inmersa en una sociedad global, multicultural, en la era de la in-formación, de la insurgencia de las minorías, le resulta imprescindible la presencia de una tabla de valores que le permita reconocer la naturaleza humana en la complejidad y riqueza de la humanidad globalizada, capaz de instituir un orden democrático plural e incluyente. Visto así el pensamiento antropológico, político y ético, deberán integrarse. En esta pretensión finca su concepción educativa.

IV

Para nuestro autor, la práctica educativa no queda restringida al estrecho ámbito de la tecnología, sino a una voluntad de trascender el sistema educativo y la misma rea-lidad humana. Aquí es precisamente donde alcanza la verdadera significación de los valores; no la formación de los valores en abstracto, sino enraizadas en esta ciudad se-cular.
Martha Nussbaum afirma de manera contundente la situación contemporánea: ““Estamos en medio de una crisis de proporciones gigantescas y de enorme gravedad a nivel mundial. No me refiero a la crisis económica global que comenzó a principios de 2008. (…) me refiero a una crisis que pasa prácticamente inadvertida / como un cáncer (…) me refiero a (…) la crisis mundial de educación”
El origen de esta crisis reside en un modelo de desarrollo que opone el creci-miento económico a los proyectos democráticos, y en consecuencia al fundamento de los valores. Este capitalismo salvaje conduce a conductas irracionales: “Sedientos de dinero, los sistemas nacionales y sus sistemas de educación, dice la autora, están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia. Así esta tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve, producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales para pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre la tradiciones Y [subrayo] comprender los logros y sufrimientos ajenos.”
Aquí encuentro la coincidencia esencial con la propuesta del libro que nos ocupa: educar no es simplemente adiestrar la futura mano de obra para el desarrollo del gran capital, sino para dar a las nuevas generaciones el sentido a sus vidas. En otras palabras: desarrollar “la capacidad de imaginar con compasión las dificultades del prójimo” 26
Marcelo Ramírez, al respecto, es contundente desde su perspectiva: “Sin la exis-tencia de valores sería imposible una educación en valores.”
Invito a leer este trabajo, porque estoy convencido que es un texto que nos lleva a un punto central de la reflexión filosófica, política y educativa. No es, insisto, un libro dogmático, por el contrario provoca la reflexión y el diálogo sobre los problemas esen-ciales del tiempo que en suerte nos ha tocado vivir.
Conviene subrayar la limpia edición del texto y las pertinentes ilustraciones de Fernando Morales.
Sólo me queda agradecer al Maestro Marcelo por haberme invitado a presentar este libro, invitación que me permite compartir ideas con entrañables amigos y admira-dos maestros, como son la doctora Adriana Menassé y el Doctor Jesús Jiménez. Y a ustedes por su generosa paciencia. Muchas gracias.

*Evento realizado el viernes 26 de agosto de 2011, en el Auditorio “Silvestre Moreno Cora”, ubicado en el interior del Palacio de Gobierno del Estado de Veracruz, Esq. De Leandro Valle y Zaragoza, de la Ciudad de Xalapa, Ver.