domingo, 27 de septiembre de 2020

La hermosa y el escribidor

Carlos Bernal Romero

Para Marlene

Compañera de este viaje

 

En vez de confinamiento; esto parece un sinfinamiento

Memorias del encierro

 

         Los muertos por Covid en México suman 76 mil 245 y era suficiente motivo para no salir de casa o por lo menos de la colonia donde uno vive; porque era un hecho que La Pandemia había rebasado y por mucho.

         Entonces sólo queda observar como la cifra se acerca dramáticamente a los 100 mil fallecimientos y que llegue una vacuna; sin importar su procedencia.

         Todo esto les daba la razón para su extraño, inusual y peculiar confinamiento que parecía de cuento que durante seis meses llevaban:

         La Hermosa Marlene Kalb Seyde y El Escribidor Alberto Manríquez Blanquet

         Marlene a sus 20 años era la gran promesa del Cine Mexicano y nos hacía recordar a las mujeres fatales de las películas nacionales; en particular a Emilia Guiu.

         Alberto era el Jefe de Espectáculos del “Efrén News” el periódico más leído y con mayor circulación, ventas y prestigio de México y tal vez de América Latina.

         Desde enero le dijeron que tenía que conseguir una entrevista exclusiva con ella; en el lugar, día y hora que La Hermosa quisiera y con las condiciones que pusiera.

         Por fin después de casi llamarle a diario; el martes 22 de marzo; Marlene le dijo:

         “Está bien Escribidor (Como le decían en el medio) nos vemos el jueves 24 en tu casa; Me han dicho que tienes un estudio muy bonito y quiero conocerlo”

         Después de una extensa y larga plática/entrevista cuando la actriz se estaba despidiendo oyeron en un radio que estaba prendido en la sala de la casa:

         “México acaba de entrar en Fase 3 o “Emergencia sanitaria” se le pide a las personas que no salgan de sus casas o del lugar donde se encuentren; hasta nuevo aviso”

         Así quedaron atrapados, aislados y confinados como si estuvieran en una mala película de ciencia ficción del Santo y sólo faltaba que apareciera la sensual Lorena Velázquez convertida en “Mujer Loba”

         Los primeros 30 días fueron extraños que no incómodos, porque se llevaban muy bien. Parecían dos huéspedes que siempre coincidían en los mismos sitios del hotel.

         Hasta que el 25 de abril de Marlene indicó:

         “Si vamos a estar juntos por tiempo indefinido; vamos a divertirnos”

y eso hicieron

         Marlene era divertidísima. Muy ocurrente; con una facilidad impresionante para improvisar e imitar; que era imposible no reírse a carcajadas

         Por su simpatía. Gracia y belleza; hacía recordar a la comediante estadounidense: Goldie Hawn: Al verla; Alberto fue aprendiendo poco a poco y cinco meses después; parecía que estaban actuando la película:

         “Tú casa es mi casa” (Frank Oz 1992) y él era Steve Martin

         Para conmemorar que estaban cumpliendo seis meses encerrados: El jueves 24 de septiembre La Hermosa le preguntó al Escribidor:

         “¿Quieres que seamos pareja?”

         El sábado en una videollamada por zoom:

         Alberto Mánriquez Blanquet

         Le presumió a su jefe:

         -¿Cómo ve patrón ella y yo ya somos pareja?

         Antes de que el Magnate Efrén Benítez Aguilar pudiera decir algo y siquiera sorprenderse por la inesperada noticia:

         Marlene Kalb Seyde

         Agregó:

         “Cómica”.

La Casa de las Lunas

22:00 – 23:00 p.m.

26/IX/2020

 

        

 


Sin una pata

 Victor Manuel Vásquez Gándara

Te llama Juan Fernando a hora inusual y en día inusual. Desconoces su voz y sin saludar te dice ya estás enterado?, No, una mala noticia: se murió Chucho. ¡No me digas! A las 11 de la mañana en bosques del recuerdo, te expresa Juan Fernando, se despiden. Bajas, te detienes frente al altar, miras las imágenes, continuas caminando hacia el comedor. Transcurre tiempo entre desayuno, ducha......piensas, su ausencia deja la mesa sin una pata. Desde hace algunos años Jesús, Juan Fernando, Vitelio y yo acostumbramos reunirnos: tomar vino, degustar una chapata, ocasionalmente un café. Punto de reunión EL CORZO, las horas transcurría en diálogos interminables, sin acuerdos comunes, sin conclusiones, menos aún discusiones, una botella tras otra de vino iban agotandose más lentamente las chapatas, salvo algún comensal con apetito voraz. A últimas fechas se reunieron ustedes esporádicamente, ya por un achaque de uno u otro, o la no coincidencia en agenda. Pensabas la mesa a quedado coja y ya jamás será igual: hasta pronto amigo.


Saludos cordiales

viernes, 25 de septiembre de 2020

Próxima creación de Biblioteca del campesino

 Hace varios días tomé protesta como Secretario de Asuntos Indígenas de la Liga de Comunidades Agrarias, Sindicatos y Organizaciones Campesinas del estado de Veracruz, posteriormente como integrante del Comité Ejecutivo Estatal me reuní con el Delegado con Funciones de Presidente, Ing. Manuel Guerrero Sanchez, estando presente el Coordinador de Presidencia José Rafael Villa Guzman y en los diálogos surgió crear la #biblioteca de los #campesinosveracruzanos y que a la vez llevará el nombre de un fundador de la Liga Agraria en 1923 y fundador del ejido Jose Salmoral Ver Mpio La Antigua, abuelo del Secretario de Acción Política Jose Cardel Flores. Es así que, estando también la Secretaria General Norma Priscila Bautista y el Secretario de Organización J Julio Espinoza A se procede a realizar la siguiente invitación:


Amigas, amigos cenecistas y amistades en general, los invitamos para que en lo posible donen un libro o los que gusten para la instalación de la #BibliotecaJoséCardelMurrieta, así mismo estén pendientes para que se de a conocer en próximas fechas. Los esperamos en las instalaciones de la CNC, en el edificio de la liga en alcalde y Garcia No 1, Col. Centro, Xalapa. Juntos formentemos la cultura, la lectura y el amor por los libros. Porque cada libro es una puerta al aprendizaje, desarrollo y crecimiento humano. #CEN_CNC #IsmaelHdezDeras #CNC_Veracruz #ManuelGuerrero #AsuntosIndigenasCncVer #BibliotecaCardel

jueves, 24 de septiembre de 2020

Así suena Veracruz

 


 Helliot García

Hola estimados lectores de Tlanestli  reciban un cordial saludo de todo el staff de Así Suena Veracruz programa creado con el único fin de promocionar a todos los grupos musicales; de cualquier género en Xalapa Veracruz, en el estado y el resto de sus municipios, de igual modo; agradecer a nuestros patrocinadores en especial a Víctor Manuel Vásquez Gándara por la atención prestada hacia toda la producción  de este programa.

Y éstas son las circunstancias que nos rodean éste mes de Septiembre: (1/sep/1925) El Presidente Plutarco Elías Calles inaugura el Banco de México, (2/sep/1945) Se firma la rendición de Japón, abordo del Acorazado Missouri, con lo que termina la segunda Guerra Mundial. (4/sep1924)Nace en la Ciudad de México, el jurisconsulto Héctor Fix Zamudio, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (4/sep) 1939) El Presidente Lázaro Cárdenas anuncia la neutralidad de México frente a la Segunda Guerra Mundial (5/sep/1914) Nace Nicanor Parra, uno de los poetas  líricos  chilenos más originales de la época actual, autor de Cancionero sin nombre (5/sep/1920) Se llevan a cabo las elec- ciones para designar Presi- dente de la República. Contienden Álvaro Obregón y Alfredo Robles Domínguez. El resultado favoreció a Obregón, quien fungió como primer mandatario de México entre 1920 y 1924 (6/sep/1860) El Presidente Benito Juárez proclama las Leyes de Reforma en Guanajuato (7/sep/1946) Primera transmisión televisiva en blanco y negro en México (8/sep/1824) Nace en España, Jaime Nunó Roca, autor de la música del Himno Nacional Mexicano (9/sep/1731)Nace en la ciudad de Veracruz, Francisco Javier Clavijero, historiador y escritor (11/sep/1875)Se inaugura la Academia Mexicana de la Lengua (15/sep/1829)El Presidente Vicente Guerrero expide un decreto para abolir la esclavitud (22/sep/1969)Muere en la Ciudad de México, Adolfo López Mateos, Presidente   de   México   entre 1958 y 1964 (23/sep/1939) Muere Sigmund Freud, médico austriaco, iniciador del psicoanálisis.

Muchas son las fechas a conmemorar pero en Así Suena Veracruz También hubo música y es de ello de lo que a continuación les voy a platicar…

Los Acostados

Alejandro Barradas director general de esta agrupación nos comentó que este proyecto musical nació hace ya dos años, todos vienen de diferentes grupos se sintieron ofendidos por el modo en que los trataron, quincenas caídas, malos tratos, contratos no pagados y decidieron unirse para trabajar con su propuesta y no volver a pasar por las mismas circunstancias que vivieron anteriormente en otras agrupaciones, el grupo lo integra; Rigoberto Parra Bajo Bass y primera voz, Alejandro Parra en la percusión, Jacinto Rivera en la batería, Emilio Sánchez guitarra y Alejandro Barradas en el teclado.

Cada uno de ellos radica en distintos puntos del estado, pero la música los une y los congrega en Banderilla Veracruz donde son ampliamente reconocidos, actualmente ya tienen los temas seleccionados para su próxima grabación la cual la harán para una compañía que se llama RTL GRUPERO INTERNACIONAL y para DMG Guadalajara, incluirán temas de Rafa Martínez compositor del grupo Los Acosta de igual de Rigoberto Parra bajista y voz de la agrupación, su agenda incluye giras a Guadalajara, México DF, destaca el hecho que previo a la presentación en nuestro programa llegaron de Morelos fueron a entregar una silla de ruedas a un niño y realizar diversas entrevistas y presentaciones en todo ese estado a su vez continuar con su propuesta musical.Para Rigoberto la música es… amor, para Alejandro es su vida, un arte que adora y anhela nunca dejar y con esa misma anhelación nos presentó en Así Suena Veracruz  Voy amputar un corazón, separados y enojados.Bien estimados lectores por el momento  es todo, no sin antes mencionar y hacer extensa la invitación para todos los músicos en general y se den la oportunidad de participar en nuestro programa, recordándoles de igual modo; que también nos encuentran en Facebook, SUSCRIBANSE AL CANAL EN YOU TUBE Y DENLE LIKE. Escriban sus comentarios o marquen a los siguientes números:asisuenaveracruztv@gmail.com y a los números 2281092014 y 2288463722.                                                              

 

El lugar de los orígenes

 


Raúl Hernández Viveros

 

 

A

 un lado del centro de Santa Rosa, se fundó hace muchos años el barrio de Los Cuartos. Ahí vivían hacinados miles de hombres, mujeres, niños y animales. Desde la construcción de las galeras, las personas fueron, inadvertidamente, conquistando metro a metro, los terrenos baldíos.

Al principio, algunos ancianos protestaron porque trabajaban día y noche; después ellos fueron colocados en el lugar de los cachivaches, cerca de los baúles llenos de recuerdos, acontecimientos y hechos históricos en la vida de Santa Rosa. Hay que reconocerlo: los ancianos ayudaron al levantamiento de los cimientos de muchas casas, en su juventud también pudieron participar en las luchas obreras contra la dictadura de Porfirio Díaz.

Durante muchos años, transportaron las piedras en carretillas que iban y venían de la orilla del río Blanco hasta el lugar de las barracas. Por su parte, los chiquillos colaboraron haciendo cadenas humanas que transportaban de mano en mano los miles de ladrillos; cargaban cubetas con agua y también revolvían la mezcla de arena, cal y cemento.

Los años transcurrieron sin que sucediera nada interesante. De modo que una mañana lluviosa, los sorprendió el arco iris. Fueron los presagios que auguraban buenas noticias. Unas señoras comentaron sobre la posibilidad de descubrir cofres llenos de oro y plata, en los lugares elegidos por los tricolores rasgos y sombras de vapor. Y mientras la gente conversaba, apareció un niño pequeño y gordo, quien en forma amable les prometió que iría a buscar el tesoro.

Bajo un cielo gris, el chiquillo se adentró en los matorrales y entre las raíces de los árboles, sin más provisiones que unas tortillas y un garrafón de agua. Luego de más de quince noches rasgadas por las estrellas, regresó sucio y enflaquecido; era difícil entender sus palabras. En medio de balbuceos, no pudo ubicar el nacimiento y el ocaso del arco iris, y tampoco pudo descubrir ningún tesoro, pero confesó haber hallado a una Santa Virgen.

Después de pronunciar estas palabras cayó dormido en los brazos de su padre, quien nerviosamente en su mente intentaba detener su enojo, pues apenas al llegar a su casa se había enterado de la ausencia del hijo. Se puede decir a los lectores lo que muchos vecinos sabían: este señor estaba todo el tiempo en la cantina “Las Morenas”, llamada así porque funcionaba como mesón donde se guardaban varios burros que al sentir la presencia de hermosas acémilas, mostraban su poderío de machos, y por esto la taberna era famosa por el nombre de “Las Morenas”.

 Era el único lugar  capaz de albergar la convivencia entre indios y obreros de la fábrica textil de Santa Rosa. Por lo menos en los fines de semana, algunos maestros de primaria aparecían para continuar con la misión de rescatar a los pobres ignorantes. A pesar de estas divagaciones, al padre del niño le brillaron los ojos amarillos de tanta cerveza y mezcal; tambaleándose se hizo de valor, y…¿era necesario decirlo a todos? Claro que no.

Precisaba hacer planes, aprovechar la situación y salir de su desdichado puesto de velador de las bodegas de telas. Como un pájaro herido regresó aleteando con los brazos el aire de la noche. Al amanecer, el niño despertó hambriento, saltó de la cama y corrió a buscar a su madre, quien  hacía con las manos tortillas colocándolas sobre un comal caliente.

El olor de la leña, la cal quemada y el maíz rancio, alegraron al pequeño, mientras saboreaba ya la suma de ocho tortillas con sal. Luego ya con la panza llena le contó la historia. Más tarde, la mujer fue a vender las tortillas al mercado, y a contarles el milagro a sus comadres. Por supuesto, el marido continuaba con sus fuertes ronquidos derrumbado en el sucio catre.

Al domingo siguiente, los habitantes de esta parte del pueblo fueron a confesarse con el padre Valiente, quien celebraba la misa de las ocho de la mañana. Más tarde, el párroco, incapaz de aceptar la versión inverosímil del niño; aceptó ir a testificar. Y juntos, con el sacerdote a la cabeza, los fieles siguieron al niño entre las piedras y la hierba del monte. Durante casi una hora ascendieron la montaña. A las diez de la mañana divisaron la explanada verde, en donde destacaba el árbol de guayabas. Entonces el chiquillo saltó alegremente y les gritó: -¡Aquí es! ¡Aquí es!-

 Exactamente en el tronco del árbol se dibujaba un rostro femenino. La analizó muchas veces, entonces el padre Valiente sentenció que era una señora. Por su parte la mamá del niño exclamó: -¡Virgen Santísima, es la madre nuestra, es la virgen de Guadalupe!¡Vean su cara divina y angelical!

Todos se arrodillaron cuando el cura comenzó a ofrecer una misa larga y silenciosa, que culminó con la comunión. El niño ya vestido de monaguillo roció con agua bendita las raíces del árbol, sobre las extrañas formas que sobresalían de la tierra. El sacerdote suplicó la paciencia de guardar el secreto, porque él tendría que viajar a la capital a consultar con el arzobispado sobre los pasos a seguir.

Entre tanto, los ancianos repitieron la historia a sus hijos y nietos. En cada boca aumentó la repetición que creció, especialmente entre los diálogos de los habitantes de Los Cuartos. La Virgen había revelado sus penas, preocupaciones y necesidades: particularmente de que sus hijos terrenales se portaran bien;  agregó que pronto bajaría a bendecir a los habitantes de esta parte de la población.

El chamaco terminó con la descripción de los besos que la Virgen le había plantado en su frente. En muchos meses, a pesar de las críticas de los miembros de otras sectas religiosas,  no se habló más que del milagro. Y así dio inicio en Los Cuartos la persecución hacia las personas ajenas a la religión encarnada en la Virgen. La desunión y el odio dividieron a familias enteras. Muchos ciudadanos tuvieron que abandonar Los Cuartos, se fueron lejos a otros pueblos. Por su parte, en el arzobispado echaron tierra en el asunto, lo incluyeron en el mundo de las carpetas y archivos, ordenándole al padre Valiente evitar todo tipo de falsos rumores y malas interpretaciones.

El camino del Señor fue largo y doloroso. Nadie se sometió a las instrucciones dictadas por el párroco. Las peregrinaciones continuaron. Los domingos organizaron misas y rosarios alrededor del árbol de guayaba. Cuando dio sus frutos, los fieles coleccionaron varios cientos de recuerdos que el borracho vendió en cajas a precios increíbles. Por lo cual, el padre del niño empezó a sentirse bien en la vida. Le encantó el sentimiento de seguridad provocado por el dinero en sus manos. Y se le ocurrió la idea de hacer una carretera hasta el santuario. Por la fe y esperanza, las personas harían cualquier cosa. Prometiéndoles el paraíso, convenció a los ciudadanos de empedrar el camino.

En seis meses, los diez kilómetros quedaron bajo un perfecto aplanado, dispuestos al tránsito de automóviles y camiones de carga. Días después, uno de los líderes obreros compró cinco autobuses de pasaje. Las autoridades de Santa Rosa tomaron cartas en el asunto, distribuyeron la tierra y repartieron a precios módicos los lotes que sirvieron en el levantamiento de un caserío llamado La Alameda. También construyeron unos juegos de sube y baja, columpios y resbaladillas, en donde los niños se recreaban, mientras sus padres reflexionaban en la proximidad de las puertas del cielo.

Y claro está, el padre del niño explorador, se fue a vivir a un lado del árbol de guayaba que consideraba ya su propiedad. Desde lugares lejanos llegaban las peregrinaciones: arribaban en camiones de carga, urbanos, mulas, burros o a pie. Cantaban y oraban por la felicidad del mundo. Frente a esta serie de peregrinaciones, una noche la madre se puso nerviosa porque su hijo comenzó a hablar con voz femenina. Trató de comprender las palabras, pero le resultaron extraños sonidos. Y el sueño acabó derribándola en el instante que deseaba levantarse a observar el rostro infantil.

 Sin embargo, un lucero enorme apareció en el firmamento de la mañana. Horas más tarde,  en la cantina el hombre de ojos amarillos, les aseguró a sus amigos que el niño, por las noches, conversaba con la Virgen, y les aseguró la posibilidad de pedirle lo que quisieran a través de las charlas nocturnas. A partir de aquel día,  se pusieron de acuerdo y a las dos de la madrugada se colocaron a un costado de la casa de madera. Esperaron, sentados sobre la tierra, el momento en que la Inmaculada apareciera para darles un mensaje importante.

Soñaban en colores, cuando aquellos hombres sintieron el rumor de los sonidos. El padre tuvo impulsos de proteger a su hijo, y sólo acarició sus mejillas. Pero entonces su compadre le dijo al oído:-Déjalo dormido. Nazario sabrá qué hacer. Además, es la Virgen la que va a hablar con él.

El niño dejó de agitarse en el catre; recitando en diversos idiomas pudo llegar al castellano. Una voz suave, dulce y agradable -ellos imaginaron a una hermosa niña- les habló de las alegrías y esperanzas del paraíso. Además, les relató que en este lugar habían casado a Hernán Cortés en su viaje a la capital azteca, y la Malinche tuvo que aceptar a un fiel colaborador y consejero de su amado. Ante los ruidos provenientes de uno de los hombres que no logró controlar los sonoros estallidos de gases provocados por tanta cerveza en sus intestinos, el niño se despidió diciéndoles que se iba a otra parte en donde comprendieran los sentimientos de la Virgen.

En silencio, los hombres sellaron el pacto de que no contarían a nadie la decisión de la Virgen de abandonarlos. Entristecidos abrieron una botella de mezcal y amanecieron a un lado del árbol de guayaba. Al mediodía, el escándalo era tal que los peregrinos pensaron en la fiesta del bautizo del niño. La madre bailó durante varias horas en compañía de su compadre y los demás amigos del borracho que festejaban la noticia.

El niño se fue a jugar con sus amigos dejándolos en el ritmo de una música caliente y alegre. La mujer bebió tragos enormes de mezcal. No había duda, el lubricante líquido acaloró su cuerpo, la fuerza de la presión de la sangre aumentó en las venas; y se desvaneció mientras algunos de los invitados inclinaron sus cabezas en dirección de las cubetas de agua, que sirvieron para apagar las llamas de aquel infierno. Yo fui aquel niño, quien descubrió la seductora inspiración de estos recuerdos y escenas acontecidas durante la construcción de la fábrica textil de Santa Rosa.

 

Amistad desde España

 


Pedro M. Domene

 

D

ecía Jules Renard que a lo largo de nuestra vida nunca encontramos amigos, sino momentos de amistad. No comparto, en buena parte, el sentido completo de semejante afirmación que el erudito le otorga a esta palabra, aunque sí encierra, algo de verdad, dicha sentencia porque, en realidad y volviendo a parafrasear de nuevo a otro ilustre, Alphonse Karr, a propósito de la amistad, éste afirmaba, que los amigos son aquellos individuos elegidos a voluntad. Quiero subrayar desde el comienzo que comparto, mucho más, esta última afirmación y aseguro con toda convicción que, Raúl Hemández Viveros, escritor veracruzano, nacido en Ciudad Mendoza (9 de diciembre de 1944), es mi amigo, mi hermano allende de los mares, ese desconocido a quien un buen día y a través de la literatura conocí para suerte, creo a estas alturas, de ambos. Desde entonces, una ya lejana y emblemática década de los 70, tanto en su país corno en el mío, nuestra amistad, la hermandad nacida de ese mutuo sentimiento, no ha hecho sino crecer con el paso del tiempo. Iniciamos entonces una correspondencia afortunada y una colaboración literaria en ambos sentidos, compartimos gustos y autores de la literatura universal y nos interesamos por la solidaridad y la paz en el mundo. Raúl Hernández Viveros me ha proporcionado durante estos años una abundante bibliografía sobre la literatura mexicana más reciente, concretamente, sobre el cuento mexicano contemporáneo de tanto interés para mí y para mis desvelos literarios. De igual modo, los intereses de Raúl acerca de la literatura española contemporánea se dirigían en este mismo sentido y nuestra colaboración ha cristalizado en un importante ensayo que Raúl publicaba después de más de cinco años de estudio y dedicación a la narrativa breve española titulado Relato español actual, Fondo de Cultura Económica, 2003. Se trata de una excelente aportación al género para los estudiosos de ambos lados del Atlántico.

En igual proporción he visto crecer, con el paso de los años, su propia producción desde La invasión de los chinos (1975), pasando por Los otros alquimistas (1978), Los tlaconetes (1980) o su novela policíaca, Entre la pena y la nada (1984), un relato que aparecía justo en el momento en que yo viajaba hasta México para conocernos personalmente. Después se han sucedido nuevas colecciones de cuentos, El secuestro de una musa (1982), Una mujer canta amorosamente (1984) o Los días de otoño (1999). Durante los últimos veinticinco años, ya es un número considerable como para apostar por esa amistad vituperada por Renard o ensalzada por Karr, nuestros encuentros en mi patria y en la suya se han sucedido de una manera fluida y cordial. Nos hemos ofrecido nuestra mutua hospitalidad: yo he visitado su hermosa casa en Azueta, ubicada en la hermosa ciudad de Jalapa, en el estado de Veracruz, México y él me ha correspondido visitando el Paraje de la Estación, en mi pequeña Huércal Overa, en el Sur de España. Él ha disfrutado de mis amigos y lo mismo he hecho yo con respecto a los suyos. Visitar Jalapa supone p ara mí vivir esa otra hermandad que me ofrecen los veracruzanos cuando me acerco hasta sus casas, sus calles o sus plazas. He recorrido con él buena parte del Estado y en el puerto de Veracruz a la sombra de los recuerdos de los primeros españoles que llegaron hasta tan hermoso lugar, en los portales de sus plazas y sus cantinas, hemos tornado café y tequila disfrutando de nuestra mutua amistad. Así que cuando tengo ocasión vuelvo siempre hasta la ciudad donde vive mi buen amigo Raúl Hernández Viveros, un hombre afable donde los haya, cordial, amable, animador cultural en las Últimas décadas de su literatura, dedicado desde la dirección de revistas como Cosmos o La Palabra y el Hombre a difundir la magnitud de su amplia cultura y a ensayar desde sus páginas la versatilidad de una literatura universal que él conoce excelentemente, Pavese, Gombrowicz, Pasolini, Casey, Rulfo, Faulkner y un largo etcétera.

Durante los recientes años nuestra correspondencia se ha ido espaciando. Raúl Hernández Viveros suele tener ciertas crisis de identidad o de afianzamiento humano que se traducen después en una nueva obra literaria. No me importa, pues, sostener durante meses o durante años, su silencio siempre que me sorprenda con una nueva entrega literaria, esos cuentos que él perfila y estructura primorosamente. Así que siempre espero paciente a que supere, con esa dignidad que lo caracteriza, ese vacío existencial del que emerge con nueva potencia. Hay que pensar que Alberto, su hijo mayor, a quien yo conocí con apenas unos cuantos años, lo ha hecho abuelo y eso debe dolerle en las entretelas, puesto que ya es un abuelito. Pero cuando volvemos a vemos Raúl, mi amigo Raúl, sigue siendo el mismo: un hombre conversador, sabio, que conoce los resortes de la literatura de aquí y de allá, que está repleto de proyectos, que sigue editando y poniendo en librerías su Cultura de VeracruZ junto con Alberto tan primorosamente editado como nació el proyecto y me dice una y otra vez que, pese a todo, va bien y que su vida se desarrolla “entre la pena y la nada” y que sus “días de otoño” no empañan los múltiples proyectos que aún nos quedan por realizar juntos. Mucho me temo que pese a este homenaje todavía nos queda tanto de Raúl Hernández Viveros escritor como del Raúl amigo, porque como bien ha escrito nuestro común Enrique Vila-Matas, querido amigo, te recuerdo en Jalapa en la Navidad de 1984, te recuerdo en Huércal Overa en la Navidad de 1990, de nuevo en Jalapa en el verano de 1997, en Huércal Overa en la primavera de 1998, y de nuevo en Jalapa en el otoño del 2002. Huércal Overa, Almería, España Alma mexicana por José Ortega.

En el número 5 (septiembre, 1996) de la revista Cultura de VeracruZ, se recogió una serie de relatos breves del escritor veracruzano Raúl Hernández Viveros. Todos los cuentos se desarrollan en México y tienen como protagonista al pueblo, sujeto de la creación imaginativa a través del cual se indaga en la problemática del alma mexicana y en los males sociales que vienen aquejando a este país. Sólo en relato “Las memorias de Corín”, tiene como referencia una corta temporada de Raúl Hernández Viveros en Cadaqués, España.

En “La ciudad de las flores”, se nos relata el origen mítico de la ciudad de Xalapa y el simbolismo espacial de su construcción representado por la flor, imagen de la fecundidad, la belleza y el amor: Al principio los colonizadores eligieron el lugar exacto, y proyectaron el plano donde iba a quedar la iglesia, el palacio del gobierno, la guarnición militar, la escuela y el gobierno... Luego los viajeros aceptaron que se trataba de un lugar ideal como escala obligatoria para el descanso en el transporte de mercancías.

 Las bellezas naturales encantaron a los recién llegados. No pudieron olvidar el perfume de las flores, y cautivados decidieron construir sus residencias sobre esta “sombra del paraíso”. A la milagrosa creación de la ciudad se asocia el secreto de la confección de unos dulces con figuras que celosamente guardan el secreto de hacerlas unas monjas. La iglesia condena a las monjas por su negativa a desvelar la fórmula de los dulces, y el milagro se produce cuando el arzobispo en el momento de darle la comunión a las religiosas, las rosas se convierten en rosas, anturios y orquídeas. La flor, una vez más, ha obrado el milagro, transformando el odio en amor.

La venganza constituye el motivo principal de “El Santo Niño Milagroso”, cuento en el que nos enfrentamos a la venganza justiciera del joven que mata al asesino de su padre. En “Los demonios”, se examina la alucinación que sufre un personaje que se debate entre la indiferencia de su esposa y el atractivo erótico que ejerce la mujer imaginada en la pared. Destruida su casa por un ataque terrorista, se encuentra perdido en la ciudad donde le sigue persiguiendo el rostro de la pared. Unido a las víctimas del cataclismo cuando se despierta en un horno crematorio, encuentra su salvación y libertad evocando la cama desde donde lograba sonreírles a las dos mujeres. En este juego realidad-fantasía, el autor trata de ampliar la experiencia humana de la destrucción y la esperanza fuera de un estrecho racionalismo.

Para concluir la lectura de estos textos de Raúl Hernández Viveros, en los relatos “La pasión de la escritura”, “Las memorias de Corín” y “El cumpleaños” se nos revelan las funestas consecuencias provocadas por la envidia, la soledad y el desamor.

 

Raúl HernándeZ Viveros: “Alma mater” de la mayoría de los escritores veracruzanos, jóvenes, actuales”



 Omar Piña


A

sí es Raúl Hernández Viveros, imprevisto como impredecible. Hace ya años que le conozco (¿siete, ocho?) y lo trato, que me soporta y lo atosigo, que me invita a cenar a su casa y en la sobremesa me enseña literatura... o al menos me habla de libros y cuando los vasos están casi por olvidar lo que contenían, exclama su clásico “Qué barbaridad” y su pulso vuelve a escanciar agua simple y un chorrín de güisqui. Siempre en vasos pequeños porque, dice, que así bebemos como si fuéramos apenas niños.

Viste con una sencillez apabullante. Pocas veces he percibido que huela a perfume, aunque una vez me dijo que el agua de Vétiver es su favorita. Y me aturde estar a su lado porque jamás ha presumido de su formación académica y cuando un despistado suele llamarle “doctor”, con su ironía siempre responde que sí, que la noche anterior soñó que la Divina Providencia se le aparecía para avisarle que al otro día iba a dejar de ser un “don nadie” para convertirse en profesor de toga y birrete, tan serio como los que salen en los periódicos (cuando él es uno de los pioneros que en Veracruz llevaron la divulgación literaria del aula a la prensa, y lo sigue haciendo, pero en un medio de “la competencia”). Y luego, para ese incauto que apenas lo trata, le da por inventar las historias más descabelladas, pero como nunca se ríe, todo se lo toman en serio.

Se llama Raúl Hernández Viveros y nació en Santa Rosa de Lima (o el “de Lima” me lo inventé yo) hace ya muchos años; hoy aquel sitio se conoce como Ciudad Camerino Z. Mendoza, o “Ciudad Mendoza”, para ser más breves. Dice que fue a la escuela superior de Letras y que de vez en cuando le daba por estudiar y en una de tantas llegó a las europas para seguir quemándose las pestañas... en Varsovia no siguió pero luego lo enviaron a Turín, donde si no aprendió literatura, al menos se trajo recetas envidiables de la pasta con la que recibe a sus amigos, dice él. Porque es un cocinero excelente que hace competir a su apetito literario con las fragancias últimas con que aromatiza sus guisos. Pero más hace sentir conocidos a los que sienta a su mesa.

Raúl Hernández Viveros, después de mí, es uno de los seres más impuntuales con los que he tratado. No le gustan las agendas y es más sencillo que recuerde la ficha bibliográfica de un libro editado en 1907 que un número telefónico que recién le han dado. Lo pierde todo. Durante la presentación de uno de sus libros, cuando él cerraba el acto literario dijo a la concurrencia:

 

Qué barbaridad, hasta me dio miedo todo lo que han dicho de mí. Por eso mejor les voy a leer un cuento que no aparece en este libro, porque cuando lo terminé de escribir, este texto se me perdió. Y hace rato, cuando iba a tirar una pila de periódicos viejos, ¿qué creen? Me encontré con este cuento, y por eso mejor se los voy a leer, ya que en el libro no aparece. Leyó, aplaudimos y luego dijo:

 

Yo creo que el vino de honor hay que servirlo antes de la presentación, para que todos se pongan cuetes y salgan diciendo maravillas de este libro.

 

El escritor, editor y amigo entrañable, Raúl Hernández Viveros que con todo lo que se diga, ha sido el “alma mater” de la mayoría de los escritores veracruzanos, jóvenes, actuales”. Yo tengo más de cuarenta pero cuando su colección me publicó la primera vez, como escritor y no como periodista, yo le rasgaba apenas veintitrés años al calendario. A Raúl Hernández Viveros le debo cariño y apoyo, música, libros, ensoñaciones y también carcajadas.

 

jueves, 17 de septiembre de 2020

Cuidado con los coyotes


Fernando Hernández Flores*

Transcurrían las primeras tres décadas del siglo XX. La situación económica en el país era muy complicada para la mayoría de los habitantes. La riqueza estaba concentrada en unas cuantas personas. En Los Altos, dos niños quedaban al  cuidado de su abuelo. Su padre acababa de fallecer de una manera inexplicable y su madre decidió no hacerse cargo de ellos. La gente murmuraba que los coyotes se comían a las personas, en especial a los niños. Por lo que, el temor rondaba entre las familias campesinas de aquellos tiempos. 

Don Luis, el abuelo de los niños, era peón, pero a la vez hacia carbón con su esposa para ir a venderlo a la cabecera municipal. Por lo que, tardaban mucho tiempo al trasladarse caminando del pueblo a la ciudad. Los niños se quedaban en la casa y ninguno de los dos asistía a la escuela.  Padecían el hambre y experimentaban la pobreza extrema. Juanito, el hermano mayor se ponía a cocer maíz y martajándolo le preparaba unas gorditas a su hermanito. De eso, se alimentaban los dos pequeños. 

Con el tiempo, el abuelo le fue confiando varias tareas a Juanito. Don Luis se lo llevaba a trabajar en el cultivo de la papa. En cierta ocasión, hizo unos hoyos profundos entre los matorrales y ahí metía al niño o los niños para protegerlos de los coyotes, mientras don Luis realizaba el trabajo pesado. Le decía al niño: - ¡Cuidado con los coyotes! Si los escuchas aullar no hagas ruido y no grites. Haz como si nada, más si están cerca. Tú quédate ahí en el hoyo, por favor. Juanito era un niño obediente. 

Juanito y su hermano no conocieron ropa nueva ni huaraches por varios años, si acaso su ropa que traían puesta se encontraba con muchos remiendos. No tuvieron la fortuna de tener televisión blanco y negro, en la infancia. Sus abuelos estaban grandes y los adoraban, pero no tenían las suficientes fuerzas ni recursos económicos para levantarlos. Sin embargo, los dos niños fueron creciendo poco a poco. 

A los 10 años, Juanito vio a una jovencita que contaba con 17 años de edad y le atrajo demasiado, desde ese momento se enamoró. En sus adentros, él exclamó: - ¡Cuando sea yo grande quiero que ella sea mi novia! Y un fuerte suspiro, salió del aún niño.

Llegó la adolescencia y Juanito trabajaba cuidando los borregos de su abuelo, los cuales logró obtener gracias a la venta del carbón. Siempre estuvo pendiente de su hermanito que también fue creciendo. A determinada edad y sintiéndose seguro buscó a la mujer que amaba desde pequeño, Georgina. Ella notó que era muy trabajador, es así que lo aceptó como novio. Pasó un corto tiempo y se casaron por todas las de la ley.

Juanito, ahora don Juan se fue socializando y fue haciendo amistades en el municipio y otros municipios. Tuvo la oportunidad de acercarse a la organización de los campesinos veracruzanos y participó en varias reuniones importantes, defendiendo a los productores de papa, del carbón y los criadores de borregos. Fue tan querido por la sociedad don Juan que hasta el presidente municipal le gustaba ir a comer a su casa y le pedía consejos. Pasaron diputados y hasta gobernadores que se hicieron amigos de don Juan. Dos gobernadores lo visitaron en su hogar y sus hijos conocieron a don Rafael Hernández Ochoa y a don Fernando Gutiérrez Barrios.



Don Juan se volvió un líder campesino natural, defensor de la causa agraria. Fue un excelente productor de papa. Posteriormente lo nombraron Presidente de la Unión Estatal de Productores de Papa y con ese cargo logró abrir mercado en Estados Unidos y otras partes, se volvió un gran exportador. 


Entre sus recuerdos, don Juan comentaba que el estrenó por primera vez uno huaraches a los 17 años. Nunca se sintió huérfano, al contrario amó a la tierra y se entregó por completo a ella. En sus reuniones comentaba: - Allá por mi pueblo hay muchos coyotes, unos nos comen porque son salvajes y otros abusan de nosotros comprando nuestra papa al precio que se les antoja. Por eso me cansé y gracias a que me escucharon, logramos que nuestro pueblo saliera adelante. Así que, ¡Cuidado con los coyotes! Su nombre sigue haciendo eco desde Los Altos y ahí se ve a don Juan Morales Pedraza, un hombre trabajador del campo mexicano.


(*) Autor del libro Andanzas Interculturales de Tepetototl, 2020. Escritor veracruzano apasionado del campo y la poesía. Correo: venandiz@hotmail.com Twitter @tepetototl

miércoles, 16 de septiembre de 2020

210 años después

 


Gilberto Nieto Aguilar

Septiembre es un mes de gran significado histórico para México. Ayer las cápsulas históricas hablaron mucho de los sucesos pasados que tuvieron gran relevancia para su definición como nación. En este mes se festeja el inicio (15) y la consumación (27) de la Independencia del país, así como el principio de una lucha prolongada por definir su identidad como Estado independiente.

El reordenamiento económico de la Nueva España hacia fines del siglo XVIII estuvo acompañado de la formación de un nuevo “proyecto de vida”, diferente del ideal señorial, rural y teocrático de los primeros conquistadores. Alfonso reyes describió al México del siglo XVIII como “un pueblo que ya sabía que era distinto y que comenzaba a considerarse patria”. Las clases ilustradas ––que eran una minoría–– gustaban del saber enciclopédico que abarcaba todos los problemas humanos de la época.

Al iniciar el siglo XIX España había perdido terreno como potencia de primer orden y participaba con cierta desventaja en el juego de poder de las potencias europeas, especialmente Inglaterra y Francia. En 1808 Fernando VII se convirtió en rey de España, pero ese mismo año Napoleón Bonaparte los expulsó provocando una crisis que repercutió en todo el imperio español. La respuesta inicial fue de rechazo a las pretensiones francesas y en defensa del Rey, del Reino y de la religión. Pronto la división de opiniones entre los españoles radicados en México facilitó a los criollos asumir una postura diferente y buscar la ruptura con el régimen colonial.

Los primeros años de libertad del nuevo país estuvieron cargados de obstáculos, resentimientos y alianzas bajo una intensa práctica política al interior de las provincias. Después de la caída de Iturbide, se presentó una Constitución General que buscaba a toda costa la unión nacional, en un proceso donde distintos grupos lucharon para obtener un lugar y adoptar el gobierno republicano como única alternativa, con el dilema de decidir entre centralismo y federalismo.

Ya desde entonces la manzana de la discordia eran las elecciones, mismas que llegan hasta nuestros días sin terminar de ser un proceso democrático justo, transparente, de decisión ciudadana que debe resolverse limpiamente en las urnas. Las autoridades represoras hicieron a los novohispanos insurgentes actuar con mayor sigilo buscando una organización más depurada, lo que lleva a las sociedades secretas y a la masonería, a convertirse durante todo el siglo XIX en refugio de librepensadores y lugar de decisión sobre los principales problemas políticos del país. De ahí emanan las Leyes de Reforma.

Lamentablemente nuestra vida democrática ha sido una lucha permanente, en la que ha prevalecido la traición, la corrupción, el abuso de poder, el autoritarismo, con asonadas de violencia, vaivenes de caprichos, inestabilidad y falta de legalidad en las acciones. A 199 años de iniciar nuestra vida independiente y conformar esta gran nación, no se vale que repitamos capítulos de la historia que deben pertenecer al pasado, porque entonces nos demostramos a nosotros y al mundo que no somos capaces de evolucionar.

El martes pasado festejamos 210 años de iniciado el movimiento independentista. Fue algo muy diferente por la situación sanitaria del país. Vimos un Grito sobrio, con un zócalo muy hermoso, adornado de colores, pero sin los gritos y el barullo de la gente. El presidente Andrés Manuel, en tono mesurado, expresó sus consignas junto a las clásicas palabras por décadas repetidas. El redoble de la histórica campana dejó escuchar su tañido como hace más de dos siglos. Y luego, la música mexicana y los fuegos artificiales adornaron el Palacio Nacional y la Plaza de la Constitución.

gnietoa@hotmail.com

Dualidad de Prometeo

 


 

Marcelo Ramírez Ramírez

 

Prometeo es símbolo de liberación. El espíritu humano expresa su grandeza en la osadía de despojar a los dioses del fuego sagrado. A partir de ese momento el hombre puede proclamar su independencia. Los fracasos, las decepciones, las dudas no le doblegan. Y, en todo caso, no hay marcha atrás. Ahora es dueño de sí porque piensa, proyecta sus anhelos al futuro, decide sus actos sin esperar la aprobación de los dioses. Dejó de temer a los dioses y de amarlos, si es que alguna vez pudo amar esos poderes ominosos que azoraban sus pasos y sus pensamientos. Su veneración: ¿no fue siempre el temor del esclavo disfrazado de sentimiento honorable? Los hijos del hombre no volverán a inclinar la cabeza ante ningún ser sobrenatural; su cuerpo erguido es la prueba de su realeza soberana. Nada ni nadie hay por encima del hombre. Este es el credo del hombre prometeico cuyo único dogma es: Sólo el hombre en el mundo y un mundo sólo para el hombre. En él hará su vida y ésta será tan grande y hermosa como sus sueños. Si tiene éxito o si fracasa, él será el único responsable. Pero pensar en el fracaso es una concesión a la debilidad. No queda sino el camino luminoso hacia la conquista de la tierra y sus bienes, cuya posesión será suficiente a la felicidad del hombre y el testimonio de su grandeza.  La rebelión de Prometeo quedará justificada con el poder adquirido, legitimado con cada paso hacia el futuro luminoso.

 

Segundo acto

 

Prometeo es el nombre de una escisión, de una ruptura antinatural, de una oposición insensata. Hay en el impulso prometeico un aspecto ominoso que pervierte el noble gesto del señorío verdadero: el disfrute pleno de la libertad que es la condición para el nacimiento de todas las grandes obras del hombre. En la libertad crea, delibera, imagina y realiza sus proyectos y así forja la historia, espejo de su ser, donde se mira y aprende de sí mismo. Pero esta libertad es un don, le fue compartida al hombre por la divinidad, que así elevó a una criatura formada de barro a un punto donde lo finito y temporal toma contacto con lo infinito y eterno. ¡Misterio insondable!  El hombre anuda finitud e infinitud, tiempo y eternidad. Prometeo se rebela contra los falsos dioses creados por el hombre y recupera su ser más propio. Aparta a los dioses de su camino y su andadura se hace ligera, anunciadora de insospechadas aventuras. Siente el vértigo embriagador de volcarse a lo desconocido, sin plan, sin brújula, sin guía. Nada de esto le hace falta porque no tiene destino. ¿Cuál es su hogar? ¿Cuál su meta? ¿Cuál es la tarea que debe cumplir en la tierra? No tiene respuesta para estas preguntas. La soledad lo rodea, lo envuelve, penetra en su corazón, en su mente, en su alma. Naufraga en su soledad irremediable, hecha de ausencia de toda relación, de todo vínculo verdadero, de todo sentido. Tu enfermedad, hombre, se originó en una mentira falaz; sofistas antiguos y recientes te han dicho: Tú eres el artífice de tu suerte; inventas el camino con cada paso; das forma a la figura ideal de la existencia que anhelas, sacándola del fondo de ti mismo. Fondo insondable donde la nada habita. Eres el creador que vence el caos. En el caos y del caos el poder de tu espíritu hace surgir un mundo humano que es tu obra. En él alientas, en un mundo donde el sentido de la existencia no se busca, porque tu existencia misma es el sentido que todo lo impregna, con su poder creador incesante, fecundo, insaciable, en expansión irrefrenable.

 

Pero entonces ¿Por qué el vacío de tu alma? ¿por qué te sigue carcomiendo las entrañas el águila feroz? Muy dentro de ti una voz te llama. Es distante y cercana, es de tu ser que pide vivir en la verdad del vínculo universal que enlaza los mundos infinitos y los infinitos seres en el seno del espíritu sempiterno.

 

Abril 2020.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Cubreboca de Susama

Carlos Bernal Romero

 

Para Marlene

Que es lo único bueno de  La Pandemia

 

El que no usa cubrebocas está loco o muy bocón

Oído al pasar

 

         Cuando se llegó a 60 mil muertos (Ahora van 70 y en una carrera desenfrenada hacía los 100 mil) Laura Seyde, se convenció que La Pandemia estaba sin control en México.

         Por lo que “Con todo el dolor de su corazón” le tuvo que poner cubrebocas a su única y pequeña hija de nueve años: Marlene Kalb Seyde, aunque le parecía injusto que un menor de 12 años trajera uno puesto por lo incómodos que eran.

         Pero la seguridad y salud estaban primero. Como pudo le explicó a su niña que en el aire y en la calle había un bicho que nos podía enfermar muy feo y la única forma.

         Así de un día para otro; sin comprender realmente la razón y a sus cortos nueve años; Marlene traía un cubrebocas que le era incómodo y no le gustaba mucho por lo mismo.

         Era una niña muy “muñequera” porque desde los seis; le pedía a su mamá que le comprara muñecas para jugar y en este lapso había logrado juntar diez.

         De esta manera era muy común verla tomada de la mano derecha de su mamá y en la izquierda; cargar una para todos lados. Su favorita era Susana a la que llevaba hasta a las fiestas.

         Era tan frecuente para Laura ver a Susana; que primero para jugar con su hija y después de forma inconsciente; trataba a la muñeca como si fuera otra niña y hasta le hablaba por su nombre.

         Para hacerle menos pesado el uso de cubrebocas a Marlene le compro unos diez de diferentes colores y modelos; para que ella escogiera cual usar cuando salieran a la calle.

         Así con el paso de los días mamá e hija se acostumbraron a traer ambas tapadas la boca y a combinar colores; para que las dos se vieran bonitas en la calle.

         A principios de septiembre Laura se dio cuenta que su niña; ya no salía con Susana; sino con otras muñecas a las que les había hecho unas mascarillas (Cómo les dicen en otros lugares) para que se viera como ellas.

         En 10 días vio “desfilar” por lo menos a siete diferentes, pero ya no volvió a ver a la que era la consentida y favorita de su hija y que las acompañaba a todos lados.

         Por fin el sábado 12 de septiembre se decidió a preguntarle:

         -¿Por qué ya no nos acompaña Susana como antes?

         Con toda la seriedad de sus nueve años:

         Marlene Kalb Seyde respondió:

         -Porque no quiere usar cubrebocas.

La Casa de Las Lunas

22:00 -23:00 p.m.

12/IX/2020