martes, 30 de mayo de 2017

Editorial


Juan Rulfo 1967-1986

A cien años del natalicio de Juan Rulfo su obra se recuerda y valora como aportación a las letras de la literatura universal. Jorge Luis Borges en su Biblioteca personal incluye dentro de selección de cincuenta obra, una de este autor mexicano. En este ejemplar Tlanestli se une a la serie de homenajes que diversas publicaciones le rinden: periódicos, revista y editoriales recogen parte de la producción de Rulfo compartiéndose así parte del talento del creador de Llano en llamas, Pedro Páramo, El gallo de oro.

Además de Escritor y fotógrafo el mexicano, Juan Rulfo nacido en San Gabriel el 17 de mayo de 1917, está considerado uno de los autores más influyentes del Siglo XX. Se traslada a la Ciudad de México donde se interesa por el estudio de la historia del arte y la fotografía. Entre las décadas de los años 30s y 40s, en el interior del país y escribe sus primeros cuentos, algunos de los cuales son publicados en revistas.

Fue becado por el Centro Mexicano de escritores, Rulfo logrando publicar El llano en llamas (1953): antología de sus mejores relatos. Dos años posteriores publica la que es su obra más conocida, Pedro Páramo (1955), novela que conserva interés, tanto en lectores como en el entorno académico. Entre otros reconocimientos, Rulfo obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las letras en 1983.

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, la inición a escribir en 1968: y fue su primera novela, Los hijos del desaliento y en el año de 1942, publicó dos cuentos suyos en la revista Pan, que formarían parte de El llano en llamas (1953), junto con otros que fueron editándose en revistas.

La perspectiva educativa de Jean François Lyotard y el Modelo Educativo 2017


Gerardo Yorhendi Ceballos Marín

¿Porque y para qué relacionar el paradigma de Lyotard con el actual programa educativo 2017 de México?Para desarrollar esta pregunta, primeramente debemos de saber el perfil de este importante filósofo francés de siglo XX.
Lyotard es un filósofo post-estructuralista francés muy conocido por su influyente desarrollo y estudio sobre la posmodernidadplasmado en su libro la Condición posmodernapublicado y difundido en los años 70´s dentro de las universidades de Francia, su país natal. Lyotard paso por varios pensamientos filosóficos, en su primera etapa se basó en los estudios de Edmund Husserl sobre Fenomenología relacionándolos con estudios de Sigmund Freud sobre el Libido, después, años más tardese dedicaba al estudio sobre el concepto del Paganismo donde demuestra su preocupación por el pluralismo y la multiplicidad, en donde analiza la política como un juez de la narrativa y explica que la narrativa son símbolos o juegos de poder, más adelante estos Juegos de poder lo teoriza en la Condición posmoderna.  Estos juegos de poder son los juicios de la razón en la Modernidad, y los menciona como metanarrativas, estas narrativas son los discursos filosóficos que orientan las sociedades en el siglo XIX y XX como el Marxismo, el progreso kantiano y el Capitalismo como juicios fracasados ante las sociedades modernas.
Desde estas perspectivas filosóficas analizadas por Lyotard, en su libro sobre la Condición posmoderna, en los años 70´s ya pensaba en una estructura educativa pensando en la productividadeconómica, no en el fundamento de las capacidades humanas, si no en las capacidades sistemáticas del consumo, por ello, es pertinente este vínculo entre estos dos paradigmas y modelos: Lyotard y el sistema educativo 2017.
Debemos de mencionar que bajo este planteamiento, Lyotard propone tres categorías: 1) Performatividad,2) Juegos del Lenguaje  y 3) Saberes/conocimientos, estos ejes fundamentales, el Sistema Educativo 2017 los incluye pero en otros conceptos los cuales son: 1) Habilidades/competencias, 2) Enseñanza/aprendizaje y 3) Innovación/creatividad, es decir, que el programa educativo, incluye estas categorías univocistas en un sentido lineal de la educación, es decir: en una educación positivista/capitalista.
Ahora bien, el Modelo Educativo mexicano 2017 en su índice principal, está dividida en tres partes: 1.- Antecedentes históricos 2.- El planteamiento curricular, la capacitación de los docentes, la inclusión y equidad  y por último 3.- Las reflexiones finales del modelo educativo para el siglo XXI. Este documento emitido el 13 de marzo de 2017 por el secretario de educación pública Aurelio Nuño Mayer, incluye diferentes ámbitos  que los estudiantes deben de desarrollar, manipular y desarrollar en su vida personal y en su vida cotidiana.
Siguiendo este enfoque de los diferentes ámbitos que menciona el programa 2017 debemos de mencionar que el Modelo Educativo no incluye la interdisciplina como producción del conocimiento dentro de los diferentes niveles educativos del sistema mexicano, incluye la interdisciplina en ámbitos sólo de producción económica, actitudinales, éticos y morales, y argumenta una linealidad moral en los principales ejes del modelo educativo. Esta linealidad que argumenta el Modelo Educativo es una especie de epistemología educativa positivista, es decir, que su método educativo, en palabras de Lyotard, sus juegos de lenguajes, son sus reglas del juego que constituyen la legitimación de poder estado-nación, en argumentos unívocos y lineales como dispositivos del orden del sistema político y no del orden especulativo, y de emancipación. Igualmente, no debemos descartar los conceptos que propone entre la Interdisciplinadel Modelo Educativo y la Performatividad de Lyotard que son conceptos singulares, porque son los modos y las maneras de producción del conocimiento en la educación superior, con un enfoque económico, con un sentido de producción de información con objetivos de acumulación de podery de marketing educativo.
En este sentido, la pedagogía en la actualidad debería de enseñar a los estudiantes a ser inter-multidisciplinariosen su vida cotidiana, en un sentido colaborativo-participativo, utilizando las tecnologías de la información para la producción científica, pero no en el sentido de la acumulación del capital, por lo contrario, en un sentido de producción con el lado humanístico retomando la capacidades humanas de la sociedad en su contexto.   

Maestros inolvidables

                                 
Angélica López Trujillo

Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos José  Vasconcelos.

Sabemos que la realización del hombre se debe a su constancia en convertir sus sueños en realidades que dejen huella en la historia de su contexto social. Así la labor del maestro en los surcos de la educación es una siembra especial que día con día riega sin cansancio por que ama la semilla con esmero y porque  esta parte de su vida. En esos surcos brilla el milagro y la luz del conocimiento. Esta siembra es un espacio mágico que propicia la metamorfosis de la semilla al efluvio de su voz que brinda confianza y cariño. Es un tiempo sagrado en el que también van germinando los valores humanos que darán fortaleza a la familia.  Con el ejemplo el maestro plasma totalmente la responsabilidad, la generosidad, el respeto, el trabajo, la justicia, honradez, verdad, democracia y libertad, venciendo los retos con valentía y convicciones. Va más allá de los límites del aula al encuentro de la vida en donde la realidad lo empuja a buscar horizontes de sabiduría. Su odjetivo es formar seres libres y pensantes, que jamás teman a la sombra de otros hombres ni medren a costa de sus semejantes.
El maestro ama por igual no etiqueta va al fondo de las almas logrando el milagro del conocimiento de las mismas Así tiene la capacidad de cambiar el dolor por alegría y la tristeza por la esperanza.
En este contexto de maestros venerables están inmersos  los profesores de generaciones pasadas que dieron luz y fortaleza a las almas de mis compañeros que iniciamos a temprana edad el compromiso de enseñar a leer a los aborígenes  de la sierra. así  como amar las letras y escribir. Maestros cuyo centro de trabajo fue la escuela estatal Josefa Ortiz de Domínguez y la secundaria  esfuerzo  Obrero, de artes y  oficios mentores.- que dejaron en nuestras vidas honda huella de su profesionalismo y presencia  de su ser. ¡ cómo olvidar a la profesora Delina Bermejo, vestida siempre de negro con el cabello recogido detrás de la nuca formando un chongo. Su aspecto hostil se acentuada con la vara que siempre portada en la mano. Sabíamos todos los niños que las reglas en el salón eran leyes inviolables. La maestra Bermejo de vez en vez nos obsequiaba una sonrisa y esto resultaba todo un acontecimiento.
Maestra Bermejo, se nota tu ausencia en esta etapa de la vida que carece de valores y de esa vara rectora que fue una disciplina  para para conservar la dignidad de la mujer El maestro Arnulfo, director de los salones de los niños, hacia sus  recorridos por los aleros de la parte exterior checando   que todo estuviera en orden: ventanales pintados de color arena, sin raspaduras para que los chicos no atisbaran a las niñas que jugaban en el patio a la hora del recreo. La vara en la mano no faltaba signo de férrea disciplina  y convicción de trabajo y respeto a la mujer: en el fondo era un hombre comprensivo y agradable. Siempre lo recordare con un palillo en los dientes  y su gorrita de “gachupin”. Su rostro colorado y su mirada penetrante invitando a la amistad.
El tiempo trae en sus capeas el olor  a barniz juton con el recuerdo de la profesora Mauca , dibujando en cantoncillo negro letras de colores: rojas, verdes y naranjas . Que’ bonitas me parecieron y desde entonces las ame’. A la fecha se aparecen en mis sueños: cuando escribo las voy garigolendo en las hojas blancas de papel. Las amo porque me traen la dulzura  de la  voz de la profra. Mauca, mi gran maestra  de primer grado de la primaria
La profra. Josefina Candiany estrellas en el país de los cuentos, fue mi maestra de 2° de primaria: su mirada era triste pero bella. La hora mágica de su clase  era en el espacio del recreo de los niños. También  cerraban  puertas y ventanas .no importaba estaacción pues todas mis compañeras viajábamos al país de las ilusiones. En esa época los cuentos fueron el centro de mi existencia: las tres toronjas, siete veces linda y Felipillo sin camisa este cuento fue la puerta en mi vida para el inicio de escribir abras de teatro infantil¡ que bella infancia ¡ otra mentora impresionante fue la maestra chelo: enérgica,  activa, decisiva de  sonrisa amplia y agradable que con marcada mística de trabajo nos enseñó varias técnicas para dibujar paisajes en vidrios ahumados con una pintura  especial color rosa.- Puso un taller de repostera y dulces curtidos
Sumentalidad fue practica  y siempre brindo’ tiempo para estas actividades para que fuésemos mujeres con iniciativa  Mtra Chelo como no recordarte con cariño.
La profesora Lety  fina y responsable.,  fue mi maestra en 4° de primaria. siempre cuido la estética de la escultura., con el ejemplo nos enseñó a respetar a todo ser viviente.- Maestra lety fue gratificante escuchar tus consejos

La profesora Teresa Herrera y Teresa López, jóvenes aun pero con sentido de gran responsabilidad que me brindaron atención en mis reacciones de adolecente y con cariño me encauzaran para no sentirme defraudada.
Teresa López impartiendo actividades artísticas en los festivales de fin de curso.- estaba en 6°y también ame’ esos momentos románticos: la violelera y una danza  inca que se llevó ovaciones.- la calle 12 que la puso el maestro Lucio Ramírez en coordinación  con la profesora  Elvira su esposa
¡ Bellos recuerdos de un tiempo que se fue ¡
Tuve el privilegio de recibir clases de declamación de la  Educadora Leonor  Delgado, mujer sumamente  fina, siempre vestida de blanco. Sus manos parecían palomas deslizándose en el teclado del piano y con infinito amor me enseño a modular la voz.
Todo esto se lo llevo’ en sus alas el tiempo que reclama lo que le pertenece: grandes profesionistas como Don Emilio  Fernández.  a quien se le reconoce su gran valía y esa brisa fresca  de la Educación que nos dieron sin limitaciones.tan ilustres maestros.- Bendiciones a esta pléyade  donde quiera que estén.-   ¡ Feliz día del maestro ¡

El Barrabás de Pär Lagervist

Marcelo Ramírez Ramírez

El juicio de Jesús fue un intenso drama religioso con trasfondo político, cuyo epílogo en el Gólgota, fue a la vez el inicio de un nuevo ciclo histórico de la humanidad. En Jerusalén, turbulento rincón del imperio romano, la historia se partió en dos; la cruz, símbolo infamante en el que se castigaba a los peores criminales, se trasforma en símbolo de redención, de la trascendencia divina, de una justicia por primera vez anunciada a los hombres, que contradecía y sigue contradiciendo la idea antigua de justicia como compensación material por el daño recibido y como venganza. La justicia cambia cualitativamente: postula un ideal inalcanzable: amarse los unos a los otros y, lo más objetable para los egoístas que somos la inmensa mayoría de los hombres, incomprensible.

Cualquiera ama a su familia, ayuda a los amigos y coopera con los socios; lo que no se entiende es considerar hermanos a los desconocidos y perdonar a quienes nos ofenden. Esto contraviene el instinto de autodefensa que gobierna la vida. Si bien el ideal es por esencia algo lejano y nuestras fuerzas nunca son suficientes para alcanzarlo, perseguirlo es válido, pues cada paso hacia él da sentido a lo que hacemos; no andamos sin rumbo por la vida como suele decirse. Ese camino da testimonio de logros más o menos importantes en la persecución de riqueza material, reconocimiento y poder, que son las pasiones  que gobiernan a los humanos. Dejo de lado el amor, porque rige estratos más profundos de nuestro ser e incide –o puede incidir- en nuestra vida, orientándola hacia objetivos de supremo desinterés, en una dimensión también más profunda de la existencia.

Entonces, si tomamos en consideración la condición humana “normal”, resulta incomprensible, por absurdo, el ideal que nos exige la renuncia de nuestros deseos más imperiosos, como lo hace la doctrina de Cristo. Ese llamado que contraría la tendencia natural de los hombres al egoísmo, la vanidad, la venganza, la supremacía y el deleite en los goces materiales, les pareció irreal y sedicioso a los guardianes del orden, configurado por elementos políticos y religiosos íntimamente entreverados. Más todavía, porque quien lo expresaba, lo hacía ¡en nombre de Diosmismo!;hablando con autoridad según afirmarán después los Evangelios. La misma impresión causará el mensaje evangélico al mundo pagano y no se diga a los miembros de la clase intelectual formada en las distintas escuelas filosóficas opuestas entre sí, pero deudoras todas ellas del racionalismo griego. ¿Cómo concebir un Dios creador del mundo, si de la nada no puede provenir nada según la inflexible lógica parmenidea respetada por la cosmología?  Esto en lo relativo al origen del mundo; en cuanto a la ley moral, ya se ha dicho, el mal ha de castigarse de acuerdo a una regla de proporción y no hay más; esta ley puede conocer atenuantes, incluso favores o complicidad del que manda, pero no conoce la caridad, ni busca la salvación del culpable.

Esta incomprensibilidad absoluta de la justicia que pretende instaurar Jesús es el tema de PärLagerkvist (1891-1974) en su intrigante libro Barrabás, obra de fácil lectura y difícil comprensión, lo cual prueba una de las mayores cualidades del nobel de literatura en 1951, capaz de unir hondura y claridad.

De Barrabás, personaje legendario del drama cristiano se sabe muy poco, casi nada. Tal vez era un zelota, un patriota exaltado enemigo del dominio romano, considerado, en la óptica del poder establecido, simplemente un criminal fuera de la ley. Dedicado a sobrevivir, su mundo se reduce a la violencia. En la reconstrucción literaria de su vida, Lagerkvist lo imagina un hombre sin fe, entregado a los instintos, para quien la libertad de acción es lo más importante: libertad del animal que odia y teme la soga y el látigo. Libertad para respirar, comer, dormir, satisfacer los apetitos del cuerpo. Se trata de las aspiraciones de la vida en su nivel más bajo; por ello son en Barrabás aspiraciones poderosas. Este es el hombre para quien la muchedumbre, manipulada por los sacerdotes, pide a gritos la gracia del indulto que concede la ley judía en la fiesta de la Pascua. La elección del criminal puede parecer grotesca, y muy acorde con la farsa del juicio, pero esta apreciación es superficial, pues lo realmente importante es el hecho de que estamos ante un designioestablecido desde el principio de los tiempos o, con mayor rigor, desde la eternidad. Por tanto, Jesús quiere ser crucificado para cumplir la voluntad del Padre. La crucifixión será el momento culminante del drama de la salvación y es, por tanto, necesaria e inevitable. El cambio de Jesús por Barrabás no es fortuito, es simbólico: Cristo toma su lugar y muere por él y por todos los hombres, aunque el Barrabás de Lagerkvist no lo comprende ni lo comprenderá nunca. En todo caso, si murió por alguien, piensa Barrabás, murió por él al tomar su lugar. Barrabás es un ser maldito; es el producto de la violación de una mujer por un hombre brutal. Ya en el vientre de la madre, sintió el rechazo; será siempre unrechazado, un solitario. Producto del odio, de la violencia, queda condenado a ignorar el amor. A su mundo oscuro no llega la luz de la inteligencia para ver las verdades más profundas; tampoco su corazón conoce los sentimientos de la solidaridad humana. Cuando trata a Pedro, el apóstol, y recibe del discípulo de Cristo el mensaje salvador, no ve sino simplicidad y estulticiaen ese judío robusto de mirada ingenua. Barrabás es también ignorante, pero tiene la experiencia de la vida y sabe que sólo los fuertes triunfan. No entiende a ese Mesías del que le hablan; él espera, como tantos, al Mesías guerrero que humillará a los enemigos de Israel; que cumplirá la promesa hecha al pueblo de Abraham restableciendo la gloria de los tiempos de Salomón. No hay otra manera de entender el poder: si el poder no es fuerza para vencer a los enemigos, no es nada. ¿Qué clase de Dios es ese que nos manda amar a los semejantes, cuidar a los desvalidos y enfermos, defender a las viudas? ¡La economía del mundo descansa en última instancia en la fuerza y todo orden no obedece más principio que la fuerza!

En diversos momentos del relato, PärLagerkvist hace notar un rasgo anatómico de Barrabás: tiene los ojos demasiado hundidos y pequeños; la mirada se pierde en el rostro inexpresivo, afeado por una cuchillada. Un hombre así no revela interioridad. Acosado por las dudas, cavila obsesivamente en el hecho de haberse salvado de morir, pero la luz no llega a su conciencia. Barrabás quiere creer, pero no puede. Él conoce la verdad del mundo y ésta es incompatible con la supuesta verdad de la “buena nueva”. La idea del Mesías será para él, hasta el último momento, la del guerrero invencible que pondrá término a la injusticia aquí en el mundo; así, muere en Roma acusado de incendiario, en una cruz que no lo redime. Este Barrabás trágico, ¿Puede considerarse representante de la condición humana? ¿Y la gracia por la que Dios llega al corazón de los hombres, tomando la iniciativa para su salvación? Si Dios lo quiere, los hombres pueden salvarse, pero ni el perdón ni la gracia aparecen en la obra de PärLagerkvits; sólo la predestinación trágica de un ser condenado. Tal vez, en otro sentido, el Barrabás de Lagerkvits pueda, más bien, ser la figura representativa de la condición humana en el mundo de nuestros días tras “la muerte de Dios”.

En víspera de la conquista de México

Gilberto Nieto Aguilar

A un pueblo no se le convence sino de aquello de lo que quiere convencerse. Miguel de Unamuno.
Marzo de 1517, hace 500 años.
Francisco Hernández de Córdoba formó un grupo expedicionario de 110 hombres entre los que figuraban Bernal Díaz del Castillo y Antón de Alaminos. Zarparon posiblemente el 20 de febrero de cabo San Antón, en la punta oeste de la isla de Cuba. Se dice que iban a explorar y buscar esclavos a la isla Guanaja, frente a Honduras, pero una tormenta que duró dos díaslos hizo perder el rumbo y tras varios días de andar a la deriva avistaron las playas de Islas Mujeres.Luego recorrieron la costa de lo que hoy es Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
Las tierras de la península yucateca no se aprecian desde lejos porque son muy bajas, de tal manera que sólo es posible verlas de cerca. Es de suponerse la sorpresa de los hispanos ante la fastuosidad de los paisajes inéditos, los animales desconocidos y las costas pobladas. Los relatos sobre los lugares visitados son confusos, pero la primera tierra avistada seguramente fue Isla Mujeres, cuyos templos de piedra y las imágenes femeninas causaron su asombro.
A diferencia de los indígenas de Cuba, cuenta Díaz del Castillo que los mayas iban vestidos con ropa de algodón, collares y adornos; los hombres vestidos con maxtle (taparrabos), mantos y sandalias de piel; las mujeres con faldas que tapaban también el pecho. Las costas mencionadas fueron los principales escenarios en los intercambios pacíficos entre españoles y mayas, y también de los enfrentamientos bélicos.
En una ensenada, la población belicosapresentaba blancas edificaciones de piedra y campos cultivados. Posiblemente era Champotón (Campeche). Ahí se generalizó una batalla donde los españoles sacaron la peor parte y el sitio fue llamado Bahía de Mala Pelea. En la huida, siguieron costeando hasta llegar a una ensenada, posiblemente la laguna de Términos, también en Campeche. El agua era salada y escaseaba el alimento, así que tomaron el rumbo hacia la Florida después de quemar una nave, pero al llegar fueron atacados.
Con otro navío menos y la nave capitana haciendo agua al fin entraron al puerto de Carenas (hoy La Habana) y pocos días después murió Francisco Hernández de Córdoba. Refiere Bernal Díaz del Castillo que en todo Yucatán no había minas de oro pero que «tuvimos a buena dicha haber vuelto y no quedar muertos con los demás compañeros». Sin embargo, el espíritu del hombre es indómito. Bernal Díaz habría de regresar con Grijalva y Hernán Cortés para adentrarse al territorio mexica y conquistar la Gran Tenochtitlan.
Abril de 1518.
El 8 de abril de 1518 partió una nueva expedición desde la isla de Cubaal mando de Juan de Grijalva, sobrino del Gobernador Diego Velázquez. Cuatro buques fueron abastecidos por sus propios capitanes. El gobernador sólo concedía la licencia de explorar conforme la Corona lo facultaba y según Bernal Díaz del Castillo, el gobernador Velázquez ordenó tajante: «que rescatasen todo el oro y la plata que pudiesen; y si viesen que convenía poblar o se atrevían a ello, poblasen; y si no, que se volviesen a Cuba».
La expedición partió del puerto que hoy se conoce como Matanzas rumbo al oeste, un poco más al sur que la expedición anterior. Le acompañaban Alaminos, Bernal Díaz y Pedro de Alvarado. Luego de siete o diez días de navegación, llegaron a la isla de Acuzamil (Cozumel), y efectuaron algunas diligencias a nombre del Rey de España. El 6 de mayo el capellán Juan Díaz oficia la primera misa católica en suelo mexicano y siguieron navegando pegados a la costa hasta llegar a Lázaro (Campeche) y posteriormente, luego de una escaramuza, entraron en lo que hoy es la laguna de Términos en donde permanecieron cerca de dos semanas.
En el recorrido descubrieron el 8 de junio de 1518 lo que más tarde sería la provincia de Tabasco y el río que hoy lleva su nombre (río Grijalva), que pasa en medio de la ciudad de Villahermosa. Grijalva decidió entrar en él y desembarcó en la ciudad maya de Potonchan, capital del señorío de Tabscoob, cacique al que saludó e incluso le regaló su jubón de terciopelo verde, según cuenta el Capellán Juan Díaz, en el “Itinerario de la armada del rey”.
El 19 de junio Grijalva desembarca en lo que llamó San Juan de Ulúa (la Bahía de la actual Veracruz) y en las márgenes del río Jamapa se entrevistó con dos embajadores de Moctezuma, quien informado de la presencia de los españoles les acercó obsequios. La calidad de los regalos recibidos –vasos de oro y mantas tejidas– aumentó la codicia de los expedicionarios.
Grijalva se negó a fundar asentamiento alguno, pero decidió enviar a Alvarado de regreso a Cuba con parte del botín obtenido para notificar al Gobernador y continuar la expedición hacia el norte. Luego de pasar Cabo Rojo, en las cercanías de la desembocadura del río Pánuco, la expedición llevaba más de cinco meses de viaje y las provisiones escaseaban. Grijalva, sin la intensión de incursionar territorio adentro, ordenó el regreso a la isla arribando a Santiago de Cuba el 21 de septiembre de 1518.
Febrero de 1519.
El día 10 de febrero de 1519 partió la tercera expedición de la isla de Cuba, con 11 navíos, a la península de Yucatán. Fue capitaneada por Hernán Cortés para iniciar la historia de la conquista del Anáhuac, pues se presumíaque las nuevas tierras descubiertas poseían inmensas riquezas y a Diego Velázquez le tentaba la avaricia y la ambición. Así que tuvo que arriesgarse a enviar a un hombre que tuviera lapretensión, la inteligencia, la capacidad de maniobra para tal empresa, aunque sintiera una justificada desconfianza sobre su lealtad personal.
Si tuviésemos que encontrar alguna diferencia entre las tres expediciones que partieron de Cuba hacia tierra firme, la respuesta tal vez sería que Hernán Cortés la había equipado para entrar en guerra. Armada con cañones, caballos y soldados, la tentación de colonizar estaba presente. Los soldados no eran sobrevivientes de las dos expediciones anteriores, sino llamados mediante el pregón. No eran delincuentes, sino personas de la pequeña nobleza que soñaban con incrementar sus riquezas. También se unieron expertos que habían participado en los anteriores viajes, como Bernal Díaz del Castillo y Juan Díaz, que dejarían escrito su testimonio para la posteridad.
Al llegar a Cozumel, Cortés se enteró de la existencia de unos supervivientes españoles cautivos en tierras mayas y pensó que ayudarían en el conocimiento de las tierras que exploraba y que serían excelentes traductores. No fue difícil localizarlos pues cuando se disponían a partir llegó una canoa con varios hombres vestidos como los mayas y entre ellos iba fray Jerónimo de Aguilar, quien hacía más de ocho años había naufragado junto con otros españoles y sólo sobrevivían él y Gonzalo Guerrero, quien se había casado con una lugareña principal y era considerado un noble en aquel lugar, donde tenía hijos y no deseaba volver con los españoles.
Siguieron su recorrido hasta Champotón donde se reabastecieron de provisiones y alimentos, pero la curiosidad de Cortés por marchar tierra adentro provocó una nueva batalla en la que, pese a los muertos y heridos, la victoria estuvo de su lado. El 24 de marzo la expedición llegó a las costas de Tabasco, a un lugar denominado Centla, donde libraron una cruenta batalla en la que vencieron a los lugareños. Esta victoria fue muy importantes para Cortés, pues los caciques le ofrecieron varios presentes en señal de paz y, entre ellos, a la joven Malintzin, junto con otras jóvenes. Doña Marina, como la llamaban los soldados, se convirtió en la fiel compañera de Cortés siendo sus conocimientos del maya y del náhuatl de gran provecho para el conquistador.
El 25 de abril de 1519 llegaron a Chalchiuecan en donde Cortés decidió afirmar su total independencia respecto al gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Para ello, fundó el Ayuntamiento de Villa Rica de la Vera Cruz y se nombró Capitán General de las tierras conquistadas y por conquistar, enviando presentes al emperador hispano y una relación de los hechos.
Moctezuma tenía muchos enemigos entre los caciques a quienes había vencido en la guerra y le pagaban periódicamente un tributo (objetos de oro, plumas de colores, guajolotes, cargas de cacao, mantas de trabajo, etc.). La división entre los pueblos prehispánicos facilitó el triunfo de los españoles, lo que explica que Cortés haya podido llegar hasta Tenochtitlan, enfrentar y dominar a los valerosos y orgullosos aztecas.
El siglo XVI dio, ante tantos descubrimientos y tierras conquistadas, figuras tan destacadas como los pilotos Vicente Yáñez Pinzón, Diego García, Antón de Alaminos y Bartolomé Ruíz. También hubo cartógrafos muy expertos en la preparación de mapas y derroteros, como Juan de la Cosa, Américo Vespucio y Diego Ribero.
El rey concedía la licencia (le llamaban capitulación) y se apresuraban a comprar barcos, cañones, caballos, matalotaje (velas, clavos y demás herrajes) y vituallas (tocino, garbanzo, aceite, vino, harina y pan cazabe), así como artículos de comercio para intercambiarlos con los naturales de las regiones (“Grandes descubridores y conquistadores”, tomo 6, UTEHA, México, 1984).
Fueron muchos los relatores de estas hazañas, algunos testigos presenciales, otros de oídas, que nos cuentan las crónicas de los viajes, la conquista y la fundación de la Nueva España. Testimonios como los del propio Cortés, de Bernal Díaz del Castillo, Juan Díaz, Francisco López de Gómara, Toribio de Benavente, Bernardino de Sahagún, Diego de Landa y muchos nombres más de una larga lista. Para la historia de la conquista era muy importante la existencia de quienes dejaban información de cuantos hechos y gentes pasaban por el mundo conquistado.
gilnieto2012@gmail.com

Recuerdos de estudiante.


Carlos González Guzmán

Era una tarde lluviosa, vivía en una pensión en Orizaba y estaba sólo. Por ser sábado los compañeros se habían ido a sus casas y yo no había tenido ganas de ir a Huatusco como cada fin de semana.
Se me antojó fumar mi pipa, pero sabía que la bolsita de plástico del tabaco estaba vacía, en ella estaba también la pipa, la conservaba ahí porque pensaba que con el tiempo podía impregnarse del sabroso olor a maple que guardaba la bolsita, dentro tenía un papelito amarillo con finas rayitas color naranja  que la abarcaba toda y la hacía lucir de un color amarillo naranja muy bonito, la propaganda decía “Aroma a Maple” tabaco hecho en Canadá.

Estaba recostado en mi cama al lado de la ventana que daba a un patio de cemento en forma de cuadro, en el centro lucía una fuente redonda. Ésta se utilizaba más como pileta de agua que como fuente, pero tenía unos geranios rojos en una vieja maceta de barro, que la hacían ver bonita y menos vieja de lo que estaba, esa vista al exterior de mi cuarto me hizo sentir melancólico y deseoso de acompañarme con las volutas de humo impregnadas de aroma a maple.
Por otra parte mi pensamiento debatía entre salir a mojarme o quedarme con las ganas de fumar. La tienda donde vendían tabaco y artículos para las pipas, como limpiadores, tabacos de diferentes aromas etc., estaba a dos cuadras de la pensión. La llovizna estaba tupida.
De pronto me percaté del ruidito de la lluvia pertinaz, finita, formando hilitos de agua en el patio iluminados por el foco que se encontraba sobre la puerta de mi cuarto a un lado de la ventana. Observé la fuente mojada casi llena agitando su agua debido al chipi-chipi típico de esa ciudad, ese movimiento se acompañó con el de las flores de los geranios que se movían al compás de la llovizna, contrastando con el color del barro mojado de la maceta y el gris de la piedra de la fuente.
Todo el ambiente penetró por la vista, el oído y el olfato haciéndome sentir la sensación del aire húmedo combinado con el aroma a maple en una invitación a disfrutar de mi pipa.
De pronto las campanadas del reloj de la Iglesia dando las 6 de la tarde, sonaron como una orden para decidirme.
Finalmente saqué la pipa de la bolsita y salí con mi gabardina café oscuro, abotonada casi hasta el cuello, asegurada con un cinturón de la misma tela y una hebilla negra, llevaba también mi paraguas negro grande con mango de madera.
Recorrí la calle Colón Poniente y llegué a la esquina del Parque Zamora. Poca gente en las calles, las farolas redondas del Parque ya estaban encendidas como lunas llenas colgadas en la esquina tratando de iluminar la tarde oscurecida por la lluvia y los nubarrones casi negros.
Los camiones pasaban salpicando la banqueta. Mis zapatos negros mocasines, con hebilla plateada, se mojaban con gotas que resbalaban por la piel lustrada y brillante. Caminaba tranquilo disfrutando de la lluvia y las luces de la ciudad. La tarde noche, el frío ligero y la lluvia me habían reanimado, me sentía a gusto de haber salido.
Crucé la calle y al dar vuelta a la derecha  en la Calle Madero, me quedé parado un momento en la tienda de ropa Anahuati, unos almacenes lujosos que siempre exhibían camisas, pantalones, gabardinas y ropa sport para jóvenes. Los aparadores con grandes cristales bien iluminados hacían que volviera la vista al pasar, pero esta vez no miré la ropa ni la iluminación ni las novedades, me llamó la atención una chica que se estaba resguardando de la lluvia.
No era alta, de rostro llenito ovalado y tez blanca. La nariz chatita y su boca pequeña dejaban resaltar unos ojos café muy brillantes adornados por tupidas pestañas y cejas delineadas naturalmente. No llevaba maquillaje.
Estaba con la mirada en la lejanía lo que permitía admirar su cabello café oscuro corto, un poco ondulado. Vestía falda de tablones azul marino, blusa blanca, suéter rojo y zapatos negros de charol. Todo en conjunto resaltaba su aire juvenil.
Me pareció haberla visto pasar alguna tarde entresemana, al estar parado con los otros compañeros en la puerta de la pensión. Sabíamos que era un paso muy concurrido que tenían que caminar las chicas de una preparatoria cercana para integrarse a la calle Madero, la más importante de Orizaba.
Nunca pensé en ver una estudiante ya tan tarde. Menos vestida con su uniforme, era sábado… no había clases.
Me miró de reojo y se dio cuenta que la seguía mirando mientras pasaba a su lado, casi sonrió o creí que me había sonreído mientras yo apretaba con mi mano la pipa que llevaba dentro de la bolsa izquierda de la gabardina. Tenía el cabello un poco mojado, a la luz de los aparadores las gotitas parecían cocuyos o estrellitas enredadas en su pelo. En un segundo pensé en ofrecerle mi paraguas mi gabardina y caminar a su lado, tomarla de la mano y acompañarla hasta donde fuera, sin importar la lluvia. Pero todo quedó solo en mi pensamiento. Un momento fugaz de su casi mirada y su casi sonrisa…
Durante meses casi a diario me paraba en las tardes en la puerta de la pensión, aunque estuviera solo. Esperaba verla pasar alguna tarde para acompañarla y hacerle plática. En el pensamiento ensayaba que decirle como saludarla como presentarme, platicarle que desde esa tarde no se me había olvidado su rostro, que me había gustado mucho su sonrisa, y su mirada.
Estaba seguro que al encontrarla y abordarla lograría con el tiempo que fuera mi novia, eso me llenaba de alegría y me daba un cosquilleo repentino en el pecho que  me hacía dibujar una sonrisa.
Desafortunadamente no volví a encontrarla. Varias veces fui a pararme por allá por la preparatoria pero no la vi. No pude preguntar por ella. No había a quien preguntarle. Nunca supe su nombre.
Chamilpa Morelos, Junio 2016
Para Anita. 

Luvina Juan Rulfo

De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda. El aire y el sol se han encargado de desmenuzarla, de modo que la tierra de por allí es blanca y brillante como si estuviera rociada siempre por el rocío del amanecer; aunque esto es un puro decir, porque en Luvina los días son tan fríos como las noches y el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra.

…Y la tierra es empinada. Se desgaja por todos lados en barrancas hondas, de un fondo que se pierde de tan lejano. Dicen los de Luvina que de aquellas barrancas suben los sueños; pero yo lo único que vi subir fue el viento, en tremolina, como si allá abajo lo hubieran encañonado en tubos de carrizo. Un viento que no deja crecer ni a las dulcamaras: esas plantitas tristes que apenas si pueden vivir un poco untadas en la tierra, agarradas con todas sus manos al despeñadero de los montes. Sólo a veces, allí donde hay un poco de sombra, escondido entre las piedras, florece el chicalote con sus amapolas blancas. Pero el chicalote pronto se marchita. Entonces uno lo oye rasguñando el aire con sus ramas espinosas, haciendo un ruido como el de un cuchillo sobre una piedra de afilar.

-Ya mirará usted ese viento que sopla sobre Luvina. Es pardo. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro. Ya lo verá usted. Se planta en Luvina prendiéndose de las cosas como si las mordiera. Y sobran días en que se lleva el techo de las casas como si se llevara un sombrero de petate, dejando los paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando las paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos. Ya lo verá usted.

El hombre aquel que hablaba se quedó callado un rato, mirando hacia afuera.

Hasta ellos llegaba el sonido del río pasando sus crecidas aguas por las ramas de los camichines, el rumor del aire moviendo suavemente las hojas de los almendros, y los gritos de los niños jugando en el pequeño espacio iluminado por la luz que salía de la tienda.

Los comejenes entraban y rebotaban contra la lámpara de petróleo, cayendo al suelo con las alas chamuscadas. Y afuera seguía avanzando la noche.

-¡Oye, Camilo, mándanos otras dos cervezas más! -volvió a decir el hombre. Después añadió:

-Otra cosa, señor. Nunca verá usted un cielo azul en Luvina. Allí todo el horizonte está desteñido; nublado siempre por una mancha caliginosa que no se borra nunca. Todo el lomerío pelón, sin un árbol, sin una cosa verde para descansar los ojos; todo envuelto en el calín ceniciento. Usted verá eso: aquellos cerros apagados como si estuvieran muertos y a Luvina en el más alto, coronándolo con su blanco caserío como si fuera una corona de muerto…

Los gritos de los niños se acercaron hasta meterse dentro de la tienda. Eso hizo que el hombre se levantara, fuera hacia la puerta y les dijera: “¡Váyanse más lejos! ¡No interrumpan! Sigan jugando, pero sin armar alboroto.”

Luego, dirigiéndose otra vez a la mesa, se sentó y dijo:

-Pues sí, como le estaba diciendo. Allá llueve poco. A mediados de año llegan unas cuantas tormentas que azotan la tierra y la desgarran, dejando nada más el pedregal flotando encima del tepetate. Es bueno ver entonces cómo se arrastran las nubes, cómo andan de un cerro a otro dando tumbos como si fueran vejigas infladas; rebotando y pegando de truenos igual que si se quebraran en el filo de las barrancas. Pero después de diez o doce días se van y no regresan sino al año siguiente, y a veces se da el caso de que no regresen en varios años.

“…Sí, llueve poco. Tan poco o casi nada, tanto que la tierra, además de estar reseca y achicada como cuero viejo, se ha llenado de rajaduras y de esa cosa que allí llama ‘pasojos de agua’, que no son sino terrones endurecidos como piedras filosas que se clavan en los pies de uno al caminar, como si allí hasta a la tierra le hubieran crecido espinas. Como si así fuera.”

Bebió la cerveza hasta dejar sólo burbujas de espuma en la botella y siguió diciendo:

-Por cualquier lado que se le mire, Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera. El aire que allí sopla la revuelve, pero no se la lleva nunca. Está allí como si allí hubiera nacido. Y hasta se puede probar y sentir, porque está siempre encima de uno, apretada contra de uno, y porque es oprimente como un gran cataplasma sobre la viva carne del corazón.

“…Dicen los de allí que cuando llena la luna, ven de bulto la figura del viento recorriendo las calles de Luvina, llevando a rastras una cobija negra; pero yo siempre lo que llegué a ver, cuando había luna en Luvina, fue la imagen del desconsuelo… siempre.

”Pero tómese su cerveza. Veo que no le ha dado ni siquiera una probadita. Tómesela. O tal vez no le guste así tibia como está. Y es que aquí no hay de otra. Yo sé que así sabe mal; que agarra un sabor como a meados de burro. Aquí uno se acostumbra. A fe que allá ni siquiera esto se consigue. Cuando vaya a Luvina la extrañará. Allí no podrá probar sino un mezcal que ellos hacen con una yerba llamada hojasé, y que a los primeros tragos estará usted dando de volteretas como si lo chacamotearan. Mejor tómese su cerveza. Yo sé lo que le digo.”

Allá afuera seguía oyéndose el batallar del río. El rumor del aire. Los niños jugando. Parecía ser aún temprano, en la noche.

El hombre se había ido a asomar una vez más a la puerta y había vuelto. Ahora venía diciendo:

-Resulta fácil ver las cosas desde aquí, meramente traídas por el recuerdo, donde no tienen parecido ninguno. Pero a mí no me cuesta ningún trabajo seguir hablándole de lo que sé, tratándose de Luvina. Allá viví. Allá dejé la vida… Fui a ese lugar con mis ilusiones cabales y volví viejo y acabado. Y ahora usted va para allá… Está bien. Me parece recordar el principio. Me pongo en su lugar y pienso… Mire usted, cuando yo llegué por primera vez a Luvina… ¿Pero me permite antes que me tome su cerveza? Veo que usted no le hace caso. Y a mí me sirve de mucho. Me alivia. Siento como si me enjuagara la cabeza con aceite alcanforado… Bueno, le contaba que cuando llegué por primera vez a Luvina, el arriero que nos llevó no quiso dejar siquiera que descansaran las bestias. En cuanto nos puso en el suelo, se dio media vuelta:

“-Yo me vuelvo -nos dijo.

“Espera, ¿no vas a dejar sestear a tus animales? Están muy aporreados.

“-Aquí se fregarían más -nos dijo- mejor me vuelvo.

“Y se fue dejándose caer por la Cuesta de la Piedra Cruda, espoleando sus caballos como si se alejara de algún lugar endemoniado.

“Nosotros, mi mujer y mis tres hijos, nos quedamos allí, parados en la mitad de la plaza, con todos nuestros ajuares en nuestros brazos. En medio de aquel lugar en donde sólo se oía el viento…

“Una plaza sola, sin una sola yerba para detener el aire. Allí nos quedamos.

“Entonces yo le pregunté a mi mujer:

“-¿En qué país estamos, Agripina?

“Y ella se alzó de hombros.

“-Bueno, si no te importa, ve a buscar dónde comer y dónde pasar la noche. Aquí te aguardamos -le dije.

“Ella agarró al más pequeño de sus hijos y se fue. Pero no regresó.

“Al atardecer, cuando el sol alumbraba sólo las puntas de los cerros, fuimos a buscarla. Anduvimos por los callejones de Luvina, hasta que la encontramos metida en la iglesia: sentada mero en medio de aquella iglesia solitaria, con el niño dormido entre sus piernas.

“-¿Qué haces aquí Agripina?

“-Entré a rezar -nos dijo.

“-¿Para qué? -le pregunté yo.

“Y ella se alzó de hombros.

“Allí no había a quién rezarle. Era un jacalón vacío, sin puertas, nada más con unos socavones abiertos y un techo resquebrajado por donde se colaba el aire como un cedazo.

“-¿Dónde está la fonda?

“-No hay ninguna fonda.

“-¿Y el mesón?

“-No hay ningún mesón

“-¿Viste a alguien? ¿Vive alguien aquí? -le pregunté.

“-Sí, allí enfrente… unas mujeres… Las sigo viendo. Mira, allí tras las rendijas de esa puerta veo brillar los ojos que nos miran… Han estado asomándose para acá… Míralas. Veo las bolas brillantes de su ojos… Pero no tienen qué darnos de comer. Me dijeron sin sacar la cabeza que en este pueblo no había de comer… Entonces entré aquí a rezar, a pedirle a Dios por nosotros.

“-¿Porqué no regresaste allí? Te estuvimos esperando.

“-Entré aquí a rezar. No he terminado todavía.

“-¿Qué país éste, Agripina?

“ Y ella volvió a alzarse de hombros.

“Aquella noche nos acomodamos para dormir en un rincón de la iglesia, detrás del altar desmantelado. Hasta allí llegaba el viento, aunque un poco menos fuerte. Lo estuvimos oyendo pasar encima de nosotros, con sus largos aullidos; lo estuvimos oyendo entrar y salir de los huecos socavones de las puertas; golpeando con sus manos de aire las cruces del viacrucis: unas cruces grandes y duras hechas con palo de mezquite que colgaban de las paredes a todo lo largo de la iglesia, amarradas con alambres que rechinaban a cada sacudida del viento como si fuera un rechinar de dientes.

“Los niños lloraban porque no los dejaba dormir el miedo. Y mi mujer, tratando de retenerlos a todos entre sus brazos. Abrazando su manojo de hijos. Y yo allí, sin saber qué hacer.

“Poco después del amanecer se calmó el viento. Después regresó. Pero hubo un momento en esa madrugada en que todo se quedó tranquilo, como si el cielo se hubiera juntado con la tierra, aplastando los ruidos con su peso… Se oía la respiración de los niños ya descansada. Oía el resuello de mi mujer ahí a mi lado:

“-¿Qué es? -me dijo.

“-¿Qué es qué? -le pregunté.

“-Eso, el ruido ese.

“-Es el silencio. Duérmete. Descansa, aunque sea un poquito, que ya va a amanecer.

“Pero al rato oí yo también. Era como un aletear de murciélagos en la oscuridad, muy cerca de nosotros. De murciélagos de grandes alas que rozaban el suelo. Me levanté y se oyó el aletear más fuerte, como si la parvada de murciélagos se hubiera espantado y volara hacia los agujeros de las puertas. Entonces caminé de puntitas hacia allá, sintiendo delante de mí aquel murmullo sordo. Me detuve en la puerta y las vi. Vi a todas las mujeres de Luvina con su cántaro al hombro, con el rebozo colgado de su cabeza y sus figuras negras sobre el negro fondo de la noche.

“-¿Qué quieren? -les pregunté- ¿Qué buscan a estas horas?

“ Una de ellas respondió:

“-Vamos por agua.

“Las vi paradas frente a mí, mirándome. Luego, como si fueran sombras, echaron a caminar calle abajo con sus negros cántaros.

“ No, no se me olvidará jamás esa primera noche que pasé en Luvina.

“…¿No cree que esto se merece otro trago? Aunque sea nomás para que se me quite el mal sabor del recuerdo.”

-Me parece que usted me preguntó cuántos años estuve en Luvina, ¿verdad…? La verdad es que no lo sé. Perdí la noción del tiempo desde que las fiebres me lo enrevesaron; pero debió haber sido una eternidad… Y es que allá el tiempo es muy largo. Nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los días comienzan y se acaban. Luego viene la noche. Solamente el día y la noche hasta el día de la muerte, que para ellos es una esperanza.

“Usted ha de pensar que le estoy dando vueltas a una misma idea. Y así es, sí señor… Estar sentado en el umbral de la puerta, mirando la salida y la puesta del sol, subiendo y bajando la cabeza, hasta que acaban aflojándose los resortes y entonces todo se queda quieto, sin tiempo, como si viviera siempre en la eternidad. Esto hacen allí los viejos.

“Porque en Luvina sólo viven los puros viejos y los que todavía no han nacido, como quien dice… Y mujeres sin fuerzas, casi trabadas de tan flacas. Los niños que han nacido allí se han ido… Apenas les clarea el alba y ya son hombres. Como quien dice, pegan el brinco del pecho de la madre al azadón y desaparecen de Luvina. Así es allí la cosa.

“Sólo quedan los puros viejos y las mujeres solas, o con un marido que anda donde sólo Dios sabe dónde… Vienen de vez en cuando como las tormentas de que les hablaba; se oye un murmullo en todo el pueblo cuando regresan y un como gruñido cuando se van… Dejan el costal de bastimento para los viejos y plantan otro hijo en el vientre de sus mujeres, y ya nadie vuelve a saber de ellos hasta el año siguiente, y a veces nunca… Es la costumbre. Allí le dicen la ley, pero es lo mismo. Los hijos se pasan la vida trabajando para los padres como ellos trabajaron para los suyos y como quién sabe cuántos atrás de ellos cumplieron con su ley…

“Mientras tanto, los viejos aguardan por ellos y por el día de la muerte, sentados en sus puertas, con los brazos caídos, movidos sólo por esa gracia que es la gratitud del hijo… Solos, en aquella soledad de Luvina.

“Un día traté de convencerlos de que se fueran a otro lugar, donde la tierra fuera buena. ‘¡Vámonos de aquí! -les dije-. No faltará modo de acomodarnos en alguna parte. El Gobierno nos ayudará.’

“Ellos me oyeron, sin parpadear, mirándome desde el fondo de sus ojos, de los que sólo se asomaba una lucecita allá muy adentro.

“-¿Dices que el Gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú no conoces al Gobierno?

“Les dije que sí.

“-También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre de Gobierno.

“Yo les dije que era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron los dientes molenques y me dijeron que no, que el Gobierno no tenía madre.

“Y tienen razón, ¿sabe usted? El señor ese sólo se acuerda de ellos cuando alguno de los muchachos ha hecho alguna fechoría acá abajo. Entonces manda por él hasta Luvina y se lo matan. De ahí en más no saben si existe.

“-Tú nos quieres decir que dejemos Luvina porque, según tú, ya estuvo bueno de aguantar hambres sin necesidad -me dijeron-. Pero si nosotros nos vamos, ¿quién se llevará a nuestros muertos? Ellos viven aquí y no podemos dejarlos solos.

“Y allá siguen. Usted los verá ahora que vaya. Mascando bagazos de mezquite seco y tragándose su propia saliva. Los mirará pasar como sombras, repegados al muro de las casas, casi arrastrados por el viento.

“-¿No oyen ese viento? -les acabé por decir-. Él acabará con ustedes.

“-Dura lo que debe de durar. Es el mandato de Dios -me contestaron-. Malo cuando deja de hacer aire. Cuando eso sucede, el sol se arrima mucho a Luvina y nos chupa la sangre y la poca agua que tenemos en el pellejo. El aire hace que el sol se esté allá arriba. Así es mejor.

“Ya no volví a decir nada. Me salí de Luvina y no he vuelto ni pienso regresar.

“…Pero mire las maromas que da el mundo. Usted va para allá ahora, dentro de pocas horas. Tal vez ya se cumplieron quince años que me dijeron a mí lo mismo: ‘Usted va a ir a San Juan Luvina.’

En esa época tenía yo mis fuerzas. Estaba cargado de ideas… Usted sabe que a todos nosotros nos infunden ideas. Y uno va con esa plata encima para plasmarla en todas partes. Pero en Luvina no cuajó eso. Hice el experimento y se deshizo…

“San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio; pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que allí sopla, no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno. Míreme a mí. Conmigo acabó. Usted que va para allá comprenderá pronto lo que le digo..

“¿Qué opina usted si le pedimos a este señor que nos matice unos mezcalitos? Con la cerveza se levanta uno a cada rato y eso interrumpe mucho la plática. ¡Oye , Camilo, mándanos ahora unos mezcales!

“Pues sí, como le estaba yo diciendo…”

Pero no dijo nada. Se quedó mirando un punto fijo sobre la mesa donde los comejenes ya sin sus alas rondaban como gusanitos desnudos.

Afuera seguía oyéndose cómo avanzaba la noche. El chapoteo del río contra los troncos de los camichines. El griterío ya muy lejano de los niños. Por el pequeño cielo de la puerta se asomaban las estrellas.

El hombre que miraba a los comejenes se recostó sobre la mesa y se quedó dormido.

¡Diles que no me maten! Juan Rulfo


-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.

-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.

-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.

-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.

-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.

-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.

-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.

Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:

-No.

Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.

Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:

-Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?

-La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.

Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:

Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.

Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero. Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.

Y él y don Lupe alegaban y volvían a alegar sin llegar a ponerse de acuerdo. Hasta que una vez don Lupe le dijo:

-Mira, Juvencio, otro animal más que metas al potrero y te lo mato.

Y él contestó:

-Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata.

“Y me mató un novillo.

“Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel. Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está.

“Yo entonces calculé que con unos cien pesos quedaba arreglado todo. El difunto don Lupe era solo, solamente con su mujer y los dos muchachitos todavía de a gatas. Y la viuda pronto murió también dizque de pena. Y a los muchachitos se los llevaron lejos, donde unos parientes. Así que, por parte de ellos, no había que tener miedo.

“Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado para asustarme y seguir robándome. Cada vez que llegaba alguien al pueblo me avisaban:

“-Por ahí andan unos fureños, Juvencio.

“Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida . No fue un año ni dos. Fue toda la vida.”

Y ahora habían ido por él, cuando no esperaba ya a nadie, confiado en el olvido en que lo tenía la gente; creyendo que al menos sus últimos días los pasaría tranquilos. “Al menos esto -pensó- conseguiré con estar viejo. Me dejarán en paz”.

Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imaginar morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte; de haberse pasado su mejor tiempo tirando de un lado para otro arrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puro pellejo correoso curtido por los malos días en que tuvo que andar escondiéndose de todos.

Por si acaso, ¿no había dejado hasta que se le fuera su mujer? Aquel día en que amaneció con la nueva de que su mujer se le había ido, ni siquiera le pasó por la cabeza la intención de salir a buscarla. Dejó que se fuera sin indagar para nada ni con quién ni para dónde, con tal de no bajar al pueblo. Dejó que se le fuera como se le había ido todo lo demás, sin meter las manos. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora.

Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaron amarrarlo para que los siguiera. Él anduvo solo, únicamente maniatado por el miedo. Ellos se dieron cuenta de que no podía correr con aquel cuerpo viejo, con aquellas piernas flacas como sicuas secas, acalambradas por el miedo de morir. Porque a eso iba. A morir. Se lo dijeron.

Desde entonces lo supo. Comenzó a sentir esa comezón en el estómago que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte y que le sacaba el ansia por los ojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía que tragarse sin querer. Y esa cosa que le hacía los pies pesados mientras su cabeza se le ablandaba y el corazón le pegaba con todas sus fuerzas en las costillas. No, no podía acostumbrarse a la idea de que lo mataran.

Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro Juvencio Nava y no al Juvencio Nava que era él.

Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos.

Sus ojos, que se habían apenuscado con los años, venían viendo la tierra, aquí, debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne. Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fuera el último, sabiendo casi que sería el último.

Luego, como queriendo decir algo, miraba a los hombres que iban junto a él. Iba a decirles que lo soltaran, que lo dejaran que se fuera: “Yo no le he hecho daño a nadie, muchachos”, iba a decirles, pero se quedaba callado. “Más adelantito se los diré”, pensaba. Y sólo los veía. Podía hasta imaginar que eran sus amigos; pero no quería hacerlo. No lo eran. No sabía quiénes eran. Los veía a su lado ladeándose y agachándose de vez en cuando para ver por dónde seguía el camino.

Los había visto por primera vez al pardear de la tarde, en esa hora desteñida en que todo parece chamuscado. Habían atravesado los surcos pisando la milpa tierna. Y él había bajado a eso: a decirles que allí estaba comenzando a crecer la milpa. Pero ellos no se detuvieron.

Los había visto con tiempo. Siempre tuvo la suerte de ver con tiempo todo. Pudo haberse escondido, caminar unas cuantas horas por el cerro mientras ellos se iban y después volver a bajar. Al fin y al cabo la milpa no se lograría de ningún modo. Ya era tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y la milpa comenzaba a marchitarse. No tardaría en estar seca del todo.

Así que ni valía la pena de haber bajado; haberse metido entre aquellos hombres como en un agujero, para ya no volver a salir.

Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:

-Yo nunca le he hecho daño a nadie -eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran venido dormidos.

Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza en algún otro lado. Dejó caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche.

-Mi coronel, aquí está el hombre.

Se habían detenido delante del boquete de la puerta. Él, con el sombrero en la mano, por respeto, esperando ver salir a alguien. Pero sólo salió la voz:

-¿Cuál hombre? -preguntaron.

-El de Palo de Venado, mi coronel. El que usted nos mandó a traer.

-Pregúntale que si ha vivido alguna vez en Alima -volvió a decir la voz de allá adentro.

-¡Ey, tú! ¿Que si has habitado en Alima? -repitió la pregunta el sargento que estaba frente a él.

-Sí. Dile al coronel que de allá mismo soy. Y que allí he vivido hasta hace poco.

-Pregúntale que si conoció a Guadalupe Terreros.

-Que dizque si conociste a Guadalupe Terreros.

-¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Ya murió.

Entonces la voz de allá adentro cambió de tono:

-Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos:

-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros, eso pasó.

“Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia.

“Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca”.

Desde acá, desde fuera, se oyó bien claro cuando dijo. Después ordenó:

-¡Llévenselo y amárrenlo un rato, para que padezca, y luego fusílenlo!

-¡Mírame, coronel! -pidió él-. Ya no valgo nada. No tardaré en morirme solito, derrengado de viejo. ¡No me mates…!

-¡Llévenselo! -volvió a decir la voz de adentro.

-…Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron. Me castigaron de muchos modos. Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito de que en cualquier rato me matarían. No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone. ¡No me mates! ¡Diles que no me maten!.

Estaba allí, como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra la tierra. Gritando.

En seguida la voz de allá adentro dijo:

-Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.

Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. Había venido su hijo Justino y su hijo Justino se había ido y había vuelto y ahora otra vez venía.

Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino. Le metió su cabeza dentro de un costal para que no diera mala impresión. Y luego le hizo pelos al burro y se fueron, arrebiatados, de prisa, para llegar a Palo de Venado todavía con tiempo para arreglar el velorio del difunto.

-Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.

Reseñas: orientado a promover lectura

El presente trabajo no es una idea original de los editores, simplemente estamos cumpliendo con un encargo. Antes de fallecer, Aurora Ruiz Vásquez había comenzado la labor de compilar sus reseñas literarias. El trabajo quedó pendiente pero no la misión. El fin de este proyecto había sido concebido por ella con dos caras. La primera era de carácter personal y consistía en regresar sobre sus trabajos de reseña y las lecturas que los inspiraron para revisar las ideas ahí expuestas y, finalmente, corregir o ampliar dichos textos. La segunda tarea era formar con ellos un volumen que sirviera para la difusión y promoción de la lectura; Aurora quería compartir la compilación de sus trabajos para incentivar a otros a leer, a reflexionar y a discutir sus opiniones sobre dichas lecturas. Como en todas sus tareas y proyectos, éste también tenía como rasgos el entusiasmo, el compromiso y la generosidad. Tal era su interés y capacidad de planeación que entre sus asuntos ordenados dejó preparado parte del financiamiento para la publicación de este libro. Así que siguiendo sus principios de no dejar las cosas inconclusas y de difundir la lectura presentamos aquí el producto final de dicho proyecto.
Nuestro método de trabajo llevó el siguiente orden. En primer lugar revisamos el acervo hemerográfico de Aurora y ordenamos las colecciones de las revistas Tlanestli de Xalapa y Boletín Industrial y Empresarial del puerto de Veracruz. Revisando cada número y consignando las colaboraciones en una guía de consulta pudimos definir que Ruiz Vásquez colaboró con reseñas entre enero de 2010 y abril de 2016. De las reseñas encontradas buscamos los correspondientes archivos digitales en su computadora. Aquí surgió la primera dificultad pues en algunos casos encontramos más de una versión del texto, en los más complejos tuvimos hasta tres versiones de un mismo texto: la impresa y dos digitales. Para llegar a una versión final cotejamos todas las versiones existentes y seguimos dos rutas según fuera conveniente: tomar la versión más completa o hacer una versión final que incluyera todas las ideas registradas. Los casos contrarios fueron aquellos en los que contábamos apenas con la versión impresa del texto por lo cual fue necesario capturarlo. Para este trabajo nos fue de mucha ayuda la página de internet del periódico Tlanestli, así como el número especial de dicha publicación donde se registra su índice histórico de publicaciones. Esta etapa del proceso nos permitió también descubrir más de una decena de reseñas inéditas que por no satisfacer el gusto de nuestra autora o por simple olvido no vieron la luz antes.
Posteriormente vino el trabajo de edición. Además de las pertinentes correcciones de estilo, cotejamos y corregimos, cuando fue necesario, los datos biográficos de los autores; de la bibliografía mencionada revisamos los nombres de los personajes y lo lugares. Aurora tituló sus reseñas tratando de captar en una frase las ideas centrales del libro o de sus opiniones. En los raros casos en que las reseñas no tenían título seguimos esta premisa y seleccionamos una frase del texto que concentrara alguna de las ideas destacadas.
El corpus de reseñas muestra los intereses más recurrentes de nuestra autora: las mujeres y los niños como personajes, las historias con claros nudos dramáticos y la observación de la técnica y el uso del lenguaje en cada autor. Bajo esta lectura decidimos ordenar las reseñas no en orden cronológico sino temático. Aunque pueden leerse de forma completamente independiente, los que hagan una lectura continua de todos los textos podrán encontrar los hilos conductores en los intereses de la autora, aquellos que tejen una imagen de ella como lectora e incluso como escritora.
Es importante hacer un breve comentario con respecto al continuo interés de la autora por la técnica y el uso del lenguaje en los libros reseñados: no olvidemos que la lectura fue para ella una forma de estudio y aprendizaje, observaba atentamente la factura de los textos que leía para aprender de ellos.
La biblioteca personal de la maestra se está ordenando y no conocemos con certeza la edición que revisó de cada libro, aunque en la mayoría de los casos lo refiere en el texto, hay algunas excepciones. Cuando aparecieron referidas las ediciones recomendadas las respetamos, solamente agregamos los datos del traductor o traductores en los libros escritos originalmente en un idioma diferente al español y la información faltante en las fichas que lo necesitaran. En los textos que no se incluyó ficha consignamos la edición más reciente (la más reciente en español cuando corresponde) para que a los lectores les sea más fácil conseguirla. Sin embargo invitamos a los lectores, como seguramente lo haría Aurora Ruiz Vásquez, a investigar más sobre cada libro.
Nuestra investigación arrojó en total 43 reseñas de las cuales 31 fueron publicadas en los medio citados, las restantes son textos inéditos hasta ahora. Debido a la insuficiencia de información en algunos de ellos fue necesario descartarlos, 3 textos quedaron fuera ya que consideramos que el trabajo hecho en ellos estaba incompleto: la información era insuficiente o las ideas estaban apenas esbozadas. Intentamos así respetar el rigor con el que Aurora trabajaba. Anexamos al final la relación de las reseñas aparecidas en cada número de Tlanestli y Boletín Industrial y Empresarial.

Finalmente queremos dar las gracias a Arturo Hernández Ruiz, Héctor Saldierna y Víctor Vásquez Gándara por el apoyo y la información prestados a la investigación, también a Ana Paula Juárez, Izchel Alejandra Hernández Hernández y Nimbe Citlalli Fernández Hernández por la ayuda en el trabajo de ordenación, cotejo y captura de archivos, así como de búsqueda de libros en la biblioteca personal de Aurora.
Hacemos un reconocimiento a Magali Suárez Ortigoza, Martha Ordaz y Víctor Vásquez Gándara por el profesionalismo y el esfuerzo extraordinario puesto en este proyecto, signo del cariño que guardan por la maestra.
Por último queremos agradecer a los hermanos Arturo, Elma, Rubén, Alba, Norma y David Hernández Ruiz sin cuyo apoyo fundamental este libro no sería posible.
Martha Leticia Hernández Ruiz
Adán Delgado
Xalapa, abril de 2017

Fundan Academia Nacional de Poesía


Víctor Manuel Vásquez Gándara

Dependiente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Marco Antonio Figueroa Quinto Primer Presidente
Grandes proyectos por desplegarse en el Estado de Veracruz
Pugnarán pro profesionalizar el bello arte literio
Acuden representante de arte y cultura de Veracruz

Dentro de un contexto de algarabóa, como sólo en el ambiente del arte, creatividad, sensibilidad se puede dar, en la ciudad de Xalapa, Veracruz, México  siendo las dieciocho horas del día veintiocho de abril de dos mil dieciocho instalados en el auditorio de la casa marcad con el número ochenta y ocho de la avenida Jalapeños Ilustres, ante la presencia del Maestro Sergio Morett Majarrez y del Maestro Roberto Vega Navarro, Presidente y Secretario respectivamente del Comité Directivo Nacional se procedió a fundar la Academia Mexicana de Poesía Delegación Veracruz dependiente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y tomar protesta de Ley al Comité Directivo por el periodo 2017-2018.  El Maestro Sergio Morett Majarrez, a solicitud del maestro de ceremonias, procedió a instalar formalmente la Asamblea, agradeciendo y felicitando a miembros integrantes de la Organización. Posterior a emotivo mensaje resaltando tradición y antigüedad de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística fundada el dieciocho de abril de mil ochocientos treinta y tres constituyéndose como Primera Sociedad Científica y Cultural de América procedió a Tomar protesta quedando integrado el Comité Directivo Estatal de la manera siguiente: PRESIDENTE Mtro. Marco Antonio Figueroa Quinto, VICEPRESIDENTES: Mtra. Ely Núñez y Valdés Poeta. Gloria Fernández de Lara Poeta. Dora Alicia Hernández, Dr. Rolando García Uscanga Mtro. Benito Carmona Grajales; SECRETARIOS: C.P. Francisco J. Pérez Sosa Ejecutivo Dr. Víctor Manuel Vásquez Gándara Enlace Interinstitucional Profra. Elba Prior Domínguez Acción Femenil, Lic. Luis Gustavo Mendoza Difusión Dr. Ernesto Paz León Proyectos, Profr. Juan Hernández Ramírez Asuntos Indígenas; COORDINACIONES REGIONALES: Lic. Betzabé Moreno Salinas y Profr. Rafael Rojas Coatepec Claudia Constantino Xalapa. Lic. Federico Valentín A. Coatzacoalcos, Mtro. José Luis Miranda Rosario Santiago Tuxtla Profr. Sixto Carbajal San Andrés Tuxtla, Poeta Isidoro Arturo Gómez Montenegro Cosoleacaque, Mtro. Milton Suscilla Acayucan Poeta. Jessica Argelia Toledo Cervantes Jaltipan, Odilio López Ramírez Minatitán. Los integrantes del Comité protestaron cumplir y hacer cumplir Estatutos de la Organización. Siendo las diecinueve treinta horas del mismo día y año citados, el Presidente Nacional de la Academia Nacional de Poesía dio por clausurada la Asamblea firmándose al calce por lo allí presentes. Intercambio de saludos, felicitaciones amigos y destacados representantes de la sociedad acompañaron a los responsables de la nueva organización refrendado su apoyo para el logro de proyectos al interior del Estado de Veracruz. El significativo e histórico acto sin duda representa muestra de solidaridad en favor del arte y cultura del país.

miércoles, 3 de mayo de 2017

De abril y nuestro origen

Editorial


En 1993 editamos la edición 0 de la revista Foro Fiscal, especializada en impuestos, economía y finanzas convocando a profesionales de la contaduría pública: independiente, miembros del Colegio de Contadores Públicos de Xalapa, A. C., dirigido entonces por el C. P. A. Dante Gutiérrez Zamora , integrantes del Instituto Mexicano de Contadores y funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público representada en esta localidad por el Lic. Juan Saúl Aguilar. Los periódicos Foro, Línea, revista internacional 2Entes dieron continuidad a esa actividad periodística surgiendo Tlanestli en septiembre de 2010, revista literaria, educativa y cultural, cimentada en colaboraciones de expertos –investigadores, académicos, escritores- en entornos educativos de los diferentes niveles: 24 años de satisfacciones: Satisfacción al cumplir responsabilidad social del periodismo cultural creando foro de expresión plural, visualizaciones desde ópticas experimentadas, también noveles, racionales y emocionales: poesía o investigaciones elaboradas con todo rigor científico. Satisfacción de constituirse en vinculo entre escritor lector escritor; satisfacción de someter a consideración temáticas históricas y actuales, reales o ficticias, filósoficas…
Sirva esta edición número 80 de Tlanestli, -una manera de celebrar este aniversario- para agradecer a colaboradores y lectores, equipo de producción y proveedores, suscriptores, anunciantes y algunos mecenas -Wilfrido Sánchez Márquez, Ariel López Álvarez, Héctor Martínez Domínguez, Manuel Gámez Fernández, Luis Gerardo Martínez García- quienes generosamente e incondicionalmente han apoyado a Tlanestli, independiente a su colaboración con valiosos contenidos.

Otro significativo acontecimiento del presente mes, para recordar en la existencia de Tlanestli es el primer aniversario luctuoso. de la profesora Aurora Ruiz Vásquez colaboradora destacada por su constancia y calidad literaria: descanse en paz. Feria internacional del libro universitario, Día del niño destacan de igual forma, eventos indudablemente orientadores hacia una reflexión de su razón de ser, su origen para dirigir esfuerzo común.

Los maestros rurales de educación básica como promotores culturales


Alicia Soto Palomino
Según datos  que proporciona Arturo Rodríguez García en la revista Proceso de este mes de febrero, en el país existen alrededor de 71 mil escuelas primarias generales con al menos un niño hablante de alguna lengua indígena, pero ningún maestro que hable su lengua. Esto significa que en la mitad de las escuelas del país hay 1  millón 46 mil niños indígenas que tiene al castellano como segunda lengua, pero son educados y evaluados como si ésta fuera la primera.
Por ese y otros factores la educación es precaria para las personas hablantes de las lenguas indígenas, tanto que 25% es analfabeta, apenas dos de cada 10 terminan la primaria, siete de cada 100 terminan el bachillerato y sólo el 3.6% obtiene el título universitario.
A casi 500 años de la Conquista sobreviven 68 lenguas indígenas con 364 variantes y 14 se hablan en Veracruz, estas son: huasteco, popoluca, mixe, zoque, chinanteco, zapoteco, mixteco, otomí, totonaca, tepehua, náhuatl de la huasteca, náhuatl de la Sierra de Zongolica, Nahua del Sur, según los datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), un organismo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
El director del INALI, Javier López Sánchez, afirma que el sistema educativo debe ser un factor importante en la conservación de las lenguas indígenas.
Estoy de acuerdo que el sistema educativo puede tener una influencia decisiva para impulsar a los jóvenes para que sigan estudiando y para lograr que la eficiencia terminal aumente.
En Telesecundarias, donde la mayoría de los niños indígenas cursa la educación media básica, 30% de las escuelas no tiene laboratorio y 57% carece de internet y de mobiliario básico. Lo mismo sucede con Telebachillerato, pues en la mayoría de las ocasiones los centros que funcionan en la mañana como Telesecundaria por la tarde son utilizados como Telebachillerato y anteriormente se contaba con una señal para recibir los contenidos televisados, pero desde  hace varios años se dejó de transmitir por televisión.
En la actualidad existen centros todavía que aún no acceden a las nuevas tecnologías y a los medios necesarios para estar al día en los contenidos y los avances que requiere la educación actual.
La situación general de los niños indígenas en México es muy difícil y esto lo he logrado observar a través de ensayos en donde manifiestan ser objeto de discriminación por hablar o vestir diferente. Ellos no saben por qué las personas de las ciudades los señalan y los hacen sentir menospreciados.
Sylvia Schmelkes afirma que  “Las causas del rezago en la educación indígena son muchas, pero sobresale una: no existe una política integral que permita mejorar de manera sustancial la calidad de lo que aprenden los niños”.
 Una ruta importante que podemos seguir los docentes que trabajamos en educación Básica ya sea Telesecundaria y Telebachillerato es interesarnos por la preservación y fortalecimiento de las lenguas que se hablan en la comunidad en donde laboramos.
Es preciso crear un acervo histórico-cultural que dé cuenta de la formación y transformación de la lengua, costumbres, historias, leyendas que le dan riqueza a nuestro pueblo y sus tradiciones.
El rescate de la tradición oral es una de nuestras fortalezas y es preciso que cada uno de los docentes tome conciencia de ello y realice acciones de preservación y conservación de estas múltiples manifestaciones.
No debemos esperar que nos den una línea a seguir para comenzar a realizar acciones de preservación de nuestras tradiciones; solamente necesitamos interesarnos por nuestros orígenes, coordinar acciones y detonar en los niños, el amor por preservar sus raíces, valorar los vestigios culturales y darles el justo lugar que les corresponde.
Si desde las aulas nos interesamos por recopilar  la esencia delas historias, leyendas, mitos, gastronomía, elaboración de artesanías, de fiestas patronales con su significado explícito; veremos que las personas irán respondiendo poco a poco y esto será como una bola de nieve que irá creciendo hasta llegar a formar un gran volumen que será necesario colocarlo en algún lugar especial dentro de la cultura de la comunidad.

 Los docentes que trabajamos en zonas rurales en donde aún existen hablantes de alguna lengua indígena, tenemos el compromiso moral de hacer algo para preservarlas ya que son una riqueza que se está dejando perder; tampoco  podemos darnos el lujo de dejar que miles de niños no logren estudiar otros niveles más porque no buscamos estrategias para hacer que aprendan una segunda lengua como el español o tercera como el inglés. Necesitamos aprender su lengua y a enseñarles a solucionar problemas actuales utilizando las verdaderas habilidades del pensamiento para resolver problemas cotidianos y para relacionar lo que están aprendiendo con lo que viven y experimentan a diario, pues las nuevas competencias nos solicitan ser autónomos, creativos, autodidactas y resolver problemáticas reales que repercutan en nuestro entorno social.

¿Abandonar a los idealistas?


Romeo Cuervo Téllez

Para los impetuosos, ambiciosos y desesperanzados.

Es aceptable y deseable un mundoglobalizadoen el que el porvenir de las Naciones y la Humanidad entera, quede sujeto a la voluntad y el interés del poder económico capitalista-financiero y tecno-científico de las grandes potencias del mundo occidental moderno?
Desde mi concepción de las cosas, mi respuesta sería afirmativa, sí; siempre y cuando ese mundo fuera de justicia, de bien común, de verdad, de cultura, de belleza, de armonía, de solidaridad, de fraternidad, de libertad, de humanismo y de felicidad…

Disfrutando la dicha de la vida hogareña, desde mi condición de jubilado y pensionado por la secretaria de educación pública y por la universidad veracruzana, y releyendo -como suelo hacerlo- mis hermosos y valiosos libros de lectura de mi escuela primaria; encontré, en el que corresponde al quinto grado que se intitula “continente” por el profesor Santiago Hernández Ruiz de Luis Fernández G. editor México 1952, una lección no sólo hermosa y valiosa por su contenido ideológico y político, sino por su pertinencia actual para sacudir nuestro marasmo y nuestra vergonzosa inconciencia como mexicanos, ante tanta pérdida de valores ético-políticos y culturales en general, como consecuencia del desacato y abandono de nuestra línea de desarrollo histórico nacional en lo educativo y lo cultural.
Esta es la lectura:
 DEL IDEAL BOLIVARIANO
He aquí algunas ideas de Bolívar, que todo joven americano debe grabar en su corazón:
“No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles.
“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible,mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.
“La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.
“Moral y luces son los polos de una república”.
“De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto y el medio entre estos dos términos es la suprema libertad social”.
Sobre la unidad continental escribió admirables párrafos:
“Hagamos que el amor ligue con un lazo universal a los hijos del hemisferio de Colon, y que el odio, la venganza y la guerra se arranquen de nuestro seno y se lleven a las fronteras a emplearloscontra quien únicamente son justos: contra los tiranos.
“Yo deseo, más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran Republica; como es imposible, no me atrevo a desearlo, y menos una monarquía universal de América, porque este proyecto, sin ser útil, es también imposible.los abusos que actualmente existen no se reformarían, y nuestra generación seria infructuosa. Los Estados Americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales, que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli.
“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un solo vinculoque ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, deberían, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas interese opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello seria que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá algún día tengamos la fortuna de instalar ahí un augusto Congreso de los representantes de las Repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos interese de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del mundo! Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra Regeneración”.


“Deja de ser bueno, aquel que deja de ser mejor”

De Historial alrededor de la fogata


Víctor Manuel Vázquez Reyes
Organizada y planeada, Historias alrededor de la fogata se presentó en uno de múltiples recintos culturales de esta Atenas veracruzana dándose la oportunidad de asistir cerca de un centenar de amantes del arteliteratario arribando paulatinamente al Casino Jalapeño. A temprana hora la autora, escritora Angélica López Trujillo cuidadosa de normas de urbanidad y franco respeto a los demás esperaba el momento: compartir otro logro literario.
El programa prometía tardeada, entre sorpresas, alegorías y melancolía y efectivamente, invitados y actores crearon propicio ambiente: atentos, entretenidos, satisfechos. María Teresa Camarena Tamariz desde la primera llamada coordinó, saludó llevando impecable el programa imponiendo su personalidad, cediendo en su oportunidad la voz a cada participante. Presentó a Iván Velazco López destacado en la música, apasionado del folklor nacional, en especial del veracruzano, dirigiendo a jóvenes artistas, arpistas. Interpretaron entre   sus melodías el verdaderoHimno a Veracruz: La Bamba, Guapango de Moncayo y Entre ríos esta última composición del arpista Velazco López. El ambiente fue inmejorable de alegría plena todo ello dedicado a la autora del libro, profesora Angélica.
Posterior a los aplausos extendidos por minutos Tere Camarena invitó a la moderadora Dra. Tere Cubría –integrante del Club Escritoras de Xalapa- a continuar el programa no sin antes presentar a miembros del presidium: Angélica López Trujillo, Piedad Hernández Bueno, Tere Cubría, Raúl Hernández Viveros, Lisardo Enríquez Luna y Víctor Manuel Vásquez Gándara. La moderadora alternó fragmentos de Arcoíris, una de las narraciones contenidas en el libro, entre cada una de las participaciones, leyendo y cediendo el micrófono. Iniciaron comentarios, Raúl Hernández Viveros, posterior a dar lectura a breve semblanza de la autora.El escritor, director en alguna época de la revista La Palabra y el hombre editada por Universidad Veracruzana y actualmente director de Cultura de VeracruZ, autor de prolífica obra literaria, dueño de una sencillez propia del verdadero intelectual expuso breve. Raúl se ha enfrascado los últimos tres años en su desarrollo académico conduciéndolo a vivir el proceso de un doctorado, manteniéndole al margen de aquello para lo que vívido: literatura leída, escrita, publicada. Ello metafóricamente. Raúl escribe cotidianamente.  Ese alejamiento lo compartió agregando haber amanecido embriagado sin tomar una copa, al encontrar, en la obra de Angélica: paisajes, historias, anécdotas revolucionándole la mente. Francamente -expresa Raúl-estuve dispuesto a desertar. Casi casi me sentía en Venecia con ese Siroco -es un viento del sudeste propio del mediterráneo. Viene desde el Sáhara y llega a velocidades de huracán en el norte de África y el sur de Europa. Así. En Ciudad Mendoza, allá donde se fundó la primera escuela socialista Esfuerzo obrero. Emotivo, dijo sentirse bien:  "saludarlos conocerles, mi cariño…". Refiriéndose ya a la obra comentó que hay de todo como en la viña del Señor. En él encuentro de todo -dijo- escritura lírica. Muchos lo van a considerar poesía. La vida está llena de recuerdos -agregó. En el prólogo o introducción, algo tremendo... y refirió: le pregunté a Emilio... ¿Cómo puedo escribir? Primero tu paisaje, segundo personajes, tercero: lucha por la vida y cuarto, cotidianeidad. Eso y otras remembranzas despertó la lectura: mi padre, guerra cristera, dentro de este marasmo del mal gobierno que nos lleva al desastre me encontré con esa maravillosa gatita, la perra... Continuaron comentarios de Víctor Manuel Vásquez Gándara y Lisardo Enríquez Luna concluyendo las disertaciones con la profesora Angélica, sensible, emotiva, emocionada agradeciendo a todos y a todo. Cerró el programa de participaciones el maestro virtuoso del acordeón Pepe González interpretando piezas clásicas de todo tiempo: Vals oaxaqueño, Danza húngara y La vida en rosa. Finalizó con un brindis convocando Tere Camarena a todos los hijos de la maestra e inmortalizar el simbólico instante invitando degustación de bocadillos..

Atenas veracruzana 5 de abril de 2017.