viernes, 15 de julio de 2016

Paseo nocturno


Víctor Manuel Vázquez Reyes

Acostumbro a salir de paseo cuando la luna se asoma.
Mi taza de café y el humo de mi pipa me acompañan en los inesperados viajes nocturnos.
Sucedió hace mucho tiempo, o tal vez no, posiblemente todo fue un sueño, pero lo cierto es la claridad con la que recuerdo ese día.
Precisamente hoy se cumplen 7 años de aquel acontecimiento que marcó mi vida, en aquel entonces comenzaron estos repentinos paseos en la búsqueda de algo, o tal vez en busca de nada.
El sereno llegaba a mojar cuando me dispuse a salir impulsado por la terrible ansiedad que recorría mis entrañas, había una neblina tan espesa que se podía disipar con la mano. Encendí mi pipa debajo de la copa del árbol más próximo del edificio donde residía y con mi taza de café en mano y a toda prisa salí sin aparente rumbo fijo, pero mis pies parecían saber con exactitud a donde querían dirigirse.Dejé que mi impulso me guiara, mientras permitía que mis abultados
pensamientos atraparan mi atención, cosas varias, la mujer que
amé, los amigos que perdí aquella noche desafortunada, el trágico
accidente y demás.
Tropecé con la enorme raíz de un árbol, había llegado al parque que
se encontraba a unos dos kilómetros de mi punto de partida, jamás
lo hubiese podido imaginar tan lúgubre, tan sombrío.
La banca donde acostumbraba sentarme estaba completamente mojada,
sin embargo, importándome tan poco me senté, el frío recorrió
mi espalda y glúteos, miraba fijamente el charco donde podía reflejarse
como fotografía la luna y un enorme lucero al lado.
Un crujido me despertó del letargo y un estruendoso golpe hizo latir
mi corazón a tal grado que sentía que en cualquier momento explotaría,
regué el café en mis piernas y el miedo se apoderó de mí, a
pesar de que esto lo ocasionó una enorme rama que cayó de un viejo
árbol seco detonó una enorme preocupación el saberme solitario, sin
una persona en varios cientos de metros a la redonda.
Mi desesperación se combinó con una petrificación absoluta, ésta
se acentuó cuando un golpe brusco y sin eco alguno empezó a sonar
repetidas ocasiones con intervalo de unos cinco segundos, mis latidos
eran tan fuertes que estaba seguro que podían escucharse fuera
de mi cuerpo.
Divisé una silueta a lo lejos, justo donde se desdibujaba el sendero
adoquinado, parecía acercarse a donde yo me encontraba, tragué saliva
y al querer levantarme parecía que mi cuerpo estaba adherido a
la superficie de la banca, los pies no me respondía y ni siquiera las
manos podía mover, fui presa de la desesperación más intensa que
jamás hubiera podido imaginar. La sombra se acercaba a un paso
muy lento, un ente jorobado de brazos caídos que le llegaban casi a
las rodillas pero con la cara mirando directamente a donde me encontraba.
Sentí un desvanecimiento por unos segundos, muy breve, puesto que
apenas mi cabeza había caído hacia al frente cuando la alcé recobrando
el sentido, la extraña visión había desaparecido y mis miembros
volvían a responder.
Rápidamente agitado me levanté del lugar y me di prisa a dirigirme
a la entrada del parque, habiendo dado a lo mucho diez pasos una
risotada me hizo helar de nuevo, sin embargo, esta vez pude seguir
andando acelerando el paso, casi corría cuando resbalé por la lama
que se había formado en el adoquín, caí de rodillas.
Sentí unas manos en la espalda.
No recuerdo a ciencia cierta qué pasó después, hasta ese momento
todo había sido tan claro, sin embargo desde ese momento las cosas
se nublaron, unos dicen que mi enfermedad mental se tradujo en
esas vívidas alucinaciones, otros por el contrario afirmaban que un
espectro rondaba ese parque desde hace varios cientos de años, lo
que sí sé es que ese fenómeno de rostro parecido al de un niño pero
con las arrugas de un anciano era tan horrible que hasta hoy en día lo
veo en sueños y a veces inclusive despierto.
Acostumbro a salir de paseo cuando la luna se asoma, nunca a más de
diez pasos del frente del edificio donde resido.
XXX/VI/MMVI

lunes, 11 de julio de 2016

JUAN RULFO: EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD



Francisco H. Sotelo
Para Blanquita, Mónica, Toño y Ramón, ángeles guardianes de doña Carmen, mi madre

Narra Juan  Rulfo que cuando se estableció el  Centro Mexicano de Escritores, en 1953, con parte de la segunda promoción de becarios (entre ellos Juan José Arreola, Alí Chumacero,  Ricardo Garibay, Miguel Guardia y Luisa Josefina Hernández), cada miércoles por la tarde se reunían a leer  y criticar sus textos en una casa de la avenida de Yucatán. Presidían las sesiones Margaret Shedd, directora del centro, y su coordinador, Ramón Xirau. En mayo de 1954 –prosigue–  compró un cuaderno escolar y apuntó el primer capítulo de una novela “que durante muchos años había ido tomando forma en mi cabeza”; “sentí –expresó--por fin haber encontrado el tono y la atmósfera tan buscada para el libro que pensé tanto tiempo. Ignoro todavía de dónde salieron las intuiciones a las que debo Pedro Páramo. Fue como si alguien me lo dictara. De pronto, a media calle, se me ocurría una idea y la anotaba en papelitos verdes y azules”. Después de hacer otras tres versiones, “que consistieron en reducir a la mitad aquellas 300 páginas”, les presentó su trabajo a sus colegas, quienes le decían “vas muy bien”. El único que no estaba de acuerdo era Ricardo Garibay,  quien, “siempre vehemente, golpeaba la mesa para insistir en que el libro era una porquería”. Coincidieron con él algunos jóvenes escritores invitados a nuestras sesiones. Por ejemplo, el poeta guatemalteco Otto Raúl González me aconsejó leer novelas antes de sentarme a escribir una. Rulfo añade, no sin ironía: “¡Pero si leer novelas es lo que había hecho toda mi vida! Otros encontraban mis páginas muy faulkerianas, pero en aquel entonces yo aún no leía a Faulkner”.
Evoco ese texto con el propósito de abordar la relación de Juan Rulfo con William Faulkner.
Desde la aparición de Pedro Páramo, en 1954, diversos críticos señalaron que esta novela tenía una deuda notable con el autor de El Sonido y la Furia.
Pese a que Rulfo a lo largo de su vida nunca dejó de insistir en que no había leído a Faulkner cuando la escribió, los comentarios de referencia no cesaron. Desde Carlos Fuentes, pasando por Emmanuel Carballo,  hasta el citado Vargas Llosa –aparte de cientos de críticos- la leyenda continuó.
Al cumplirse veinticinco años de la publicación de dicha novela, en una entrevista para el diario Excélsior, el escritor declaró: “Por ahí se dice que hay influencia de Faulkner en Pedro Páramo. No es verdad, porque cuando escribí Pedro Páramo no conocía a Faulkner”.
El crítico Emmanuel Carballo, gran amigo de Rulfo, no le creyó tal versión.
En el ensayo “A 20 años de la muerte de Juan Rulfo”, comentó lo siguiente: “Aquí la vanidad ciega a Juan. Principio por lo anecdótico. En 1953 Juan y yo intercambiamos libros: yo le di un tomo, que él no poseía, de los Anales del Instituto  de Investigaciones Estéticas de la UNAM y él a cambio me cedió un ejemplar sudado y manchado por la lectura de Las Palmeras Salvajes”. Enseguida evoca una tesis de James East Loby (intitulada “La influencia de Faulkner en cuatro narradores hispanoamericanos”), un norteamericano que cursó estudios en la Escuela de Verano de la UNAM, en 1957, en la que habla de la influencia del autor sureño sobre Rulfo. Escribe Carballo que Irby, encuentra “la influencia faulkneriana (…) en la estructura caótica, en el uso de un narrador testigo en la  revisión fatalista del pasado y en la selección de un segmento arcaico, decadente, de la sociedad para basar la obra literaria”.
Aunque Carballo no se atreve, con las observaciones anteriores, a deslizar la idea de que Rulfo mentía al negar la influencia de Faulkner  (¿qué podemos desprender de la frase de que “aquí la vanidad ciega a Juan”, y de la alusión “del ejemplar sudado y manchado por la lectura de las Palmeras Salvajes”?), no se requiere de mucha malicia y perspicacia para comprender que el citado crítico -brillante, por lo demás-  no buscaba otra cosa que poner en entredicho la honestidad del autor de Pedro Páramo.
Roberto García Bonilla, en su  admirable libro Un Tiempo Suspendido, basándose en múltiples fuentes, dedica mucho espacio a la cuestión de si Rulfo había leído novelas de Faulkner antes de escribir sus dos grandes libros. Aunque hace referencia al comentario de Carballo que citamos en líneas anteriores  (agregando otro muy parecido de Antonio Alatorre), termina señalando que “en realidad en las décadas de los treinta y cuarenta en México se sabía poco de la narrativa norteamericana que se puso de moda en la segunda mitad del siglo XX. Rulfo era un lector voraz de autores europeos, sobre todo escandinavos conocidos entonces por los premios Nobel que recibieron”.
No nos detendremos a examinar los pormenores o el anecdotario de dicha cuestión, ya que ello nos obligaría a entrar en el terreno resbaladizo (si es que no pantanoso) del “mundanal ruido” que suele surgir en contrapunto al “santoral” literario.
Haya o no leído Rulfo a Faulkner antes o después de haber escrito Pedro Páramo nos parece absolutamente irrelevante: lo que importa es la estructura de su obra,  sus aspectos esenciales.  ¿Acaso –perdónenos el lector el parangón—no conoció Shakespeare la obra de Marlowe antes de escribir Macbeth, Hamlet u Otelo?...Todo parecer indicar que sí, empero, ¿acaso ello alteró o marcó los aspectos fundamentales de su obra? . ¿Acaso no conoció Goethe el Fausto del dramaturgo inglés antes de escribir el suyo? (Marlowe lo escribió en 1604 y Goethe en 1808)...Hay indicios de que sí, y, ¿acaso tienen algo en común tales obras, salvo el mismo personaje?  El Fausto de Goethe pasó a la eternidad, mientras que el de Marlowe, por más estupendo que sea, no ha dejado de ser una curiosidad para los historiadores del arte.
Es realmente absurdo sostener que hay paralelismos entre los lenguajes
de Rulfo y de Faulkner. El del primero se distingue por sus frases breves, por sus silencios (más adelante volveremos sobre esto), y el segundo por su prosa incontenible, semejante a un aluvión que desborda todo tipo de diques y canales.  Tal como señala José Joaquín Blanco en el ensayo arriba mencionado, en Faulkner encontramos “una corriente verbal barroca —tan prolífica como devoradora— (que) refunde la mayor poesía y la charlatanería lírica o ideológica; el melodrama, la novela policiaca y la novela gótica; los coloquialismos y hasta los balbuceos, el lenguaje de los periódicos, la jerigonza seudocientífica, los neologismos y las palabras raras o ‘simplemente mal usadas’ (Edmund Wilson), la sintaxis loca y el mero fárrago o la  escritura automática: el blablablismo—para mayor desesperación de los traductores—; el profuso coleccionismo paisajístico —aluvión de crayonazos y acuarelas—; la enumeración inventariada de bosques, flores (¡cuántas glicinas!), ganado, animales domésticos, campos de cultivo, aserraderos, granjas, establos; carros, aviones, trenes, armas, almacenes, bancos, oficinas, aparatos, prótesis. Los 15 mil 611 habitantes de Yoknapatawpha y sus antepasados. Y se repiten hasta el infinito en una sintaxis de paréntesis, cláusulas subordinadas a la undécima potencia, espirales, reiteraciones e incluso la mera pedacería giratoria de ecos de la conciencia, que enloquecerían hasta al enmarañadísimo Henry James (especialmente en los dos primeros tramos de “El sonido y la furia”).
El monólogo interior de los personajes de Rulfo no pasa de diez líneas, mientras que en Faulkner hemos detectado frases de  ¡hasta 230 líneas! (recurriendo, en no pocos casos, a los paréntesis, y, en otros, ¡a los paréntesis entre paréntesis!).
Tal parangón no se reduce desde luego a cuestiones de estilo sino tiene que ver, sin duda, con concepciones distintas del mundo y del arte. Tal como expresó cierta vez Jean Paul Sartre: “toda técnica novelesca nos remite siempre a la metafísica del novelista”.
Si el mundo de Rulfo está plagado de silencios, de “murmullos” (no es de ningún modo casual que en un principio, tal como él mismo lo expresó en varias ocasiones, tenía la intención de bautizar con ese nombre a Pedro Páramo; el primer personaje que aparece en la novela, Juan Preciado, se convierte en un alma en pena, que susurra : “Me mataron los murmullos” ; lo mismo sucede con la mayoría de las ánimas que deambulan por Comala,  las  cuales casi no hablan, sino “murmuran” o “susurran”) es porque parte de la cosmovisión, que se remonta al México prehispánico, de que los muertos –válgase la expresión— no mueren (sobre todo “si mueren en pecado”) sino conviven con los vivos, aunque se diferencian de éstos en que “no tienen tiempo ni espacio”.
En la célebre entrevista que concedió a Joseph Sommers, Rulfo comenta, refiriéndose a Pedro Páramo: “se trata de una novela en que el personaje central es el pueblo. Hay que notar que algunos críticos toman como personaje central a Pedro Páramo. En realidad es el pueblo. Es un pueblo muerto donde no viven más que ánimas, donde todos los personajes están muertos, y aun quien narra está muerto. Entonces no hay un límite entre el espacio y el tiempo. Los muertos no tienen tiempo ni espacio. No se mueven en el tiempo ni en el espacio. Entonces así como aparecen, se desvanecen. Y dentro de este confuso mundo, se supone que los únicos que regresan a la tierra (es una creencia muy popular) son las ánimas, las ánimas de aquellos muertos que murieron en pecado. Y como era un pueblo en que casi todos morían en pecado, pues regresaban en su mayor parte. Habitaban nuevamente el pueblo, pero eran ánimas, no eran seres vivos.
De ahí, pues, que no sea de extrañar que en la prosa de Rulfo los silencios desempeñen un papel fundamental. Esto lo comprendió a la perfección Luis Eyzaguirre (University of Connecticut, Storrs), cuando escribe: “Son…los silencios, esos vacíos que se producen entre fragmento y fragmento del relato, los que establecen el principio rector de la novela Pedro Páramo (…) Los silencios se constituyen en el núcleo estructurador de la narración hasta el momento mismo en que ésta se cierra con la muerte de Pedro Páramo” .
   En un ensayo sobre Juan Rulfo, Susan Sontag  cita unas palabras de éste acerca de Pedro Páramo en las que aquel afirma que en la novela “sí hay estructura…pero es una estructura hecha de silencios, de hilos sueltos, de escenas cortadas, en la que todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no tiempo” .
A la vez, el estilo parco, “silencioso”, de la prosa de Rulfo,  hunde sus raíces en el habla popular de los campesinos de Jalisco y Colima, cuya cultura dejó una huella indeleble en su vida.  En un excelente trabajo intitulado “lo rural y el lenguaje de Juan Rulfo”, Martha Leticia  Villaseñor García observa: “Oyendo los cuentos de los campesinos sobre las guerras, los bandidos o los fantasmas, cuentos que comenzaban con el invariable  ‘¿Te acuerdas?’, Rulfo fue aprendiendo inconscientemente a valorar la parquedad y la expresividad del habla popular, acostumbrándose a su música y sintiendo gusto por las reiteraciones que comunicaban a este hablar un ritmo fascinante. Rulfo debe a este lenguaje las más importantes impresiones desde su infancia (…)  Su estilo se basa en el lenguaje popular, de los campesinos de Jalisco; lenguaje parco y preciso, frases cortas, pocos adjetivos; lenguaje exacto y expresivo. El diálogo cotidiano, cuidadosamente elaborado. Profunda asimilación del habla popular y la salvación estética de ese lenguaje, unión que explica la riqueza sugestiva de su estilo”.
En la entrevista citada con Joseph Sommers Rulfo señala, respondiendo a la pregunta de dónde proviene su estilo: “Tenía yo los personajes y el ambiente. Estaba familiarizado con esa región del país, donde había pasado la infancia, y tenía muy ahondadas esas situaciones. Pero no encontraba un modo de expresarlas. Entonces simplemente lo intenté hacer con el lenguaje que yo había oído de mi gente, de la gente de mi pueblo. Había hecho otros intentos  -de tipo lingüístico- que habían fracasado porque me resultaban  académicos y más o menos falsos. Eran incomprensibles en el contexto del ambiente donde yo me había desarrollado. Entonces el sistema aplicado finalmente, primero en los cuentos, después en la novela, fue utilizar el lenguaje del pueblo, el lenguaje hablado que yo había oído de mis mayores, y que sigue vivo hasta hoy”.
Obviamente las cosas son más complicadas: Rulfo no se limita a “copiar” el habla popular, sino –perdón por el vocablo- lo “transmuta” poéticamente. Aquí retorno al trabajo de Luis Eyzaguirre, quien, refiriéndose a la problemática descrita, comenta: “En Pedro Páramo se procede, primero, a una desestructuración del lenguaje para reestructurarlo, luego, en el plano del lenguaje poético”.  
Tampoco la reflexión —o mejor dicho, observación—anterior es suficiente para aclararnos la “transmutación poética” del habla popular (no sólo en el caso de Rulfo sino, en general, de todos los autores que se distinguen por su originalidad);esta cuestión  dista mucho de depender solamente del talento o genio del  novelista : también está presente una problemática sumamente compleja que tiene que ver con lo que Ángel Rama denomina –reiteramos-- “transculturación” , vocablo que nos permite superar los enfoques estrechos del colonialismo cultural. Escribe este crítico: “Joao Guimaraes Rosa es indesarraigable de su Minas Gerais, como también lo es García Márquez del área colombiana o Juan Rulfo de Jalisco. Lo que no quiere decir que ellos se conformen al estereotipo que se ha acuñado acerca de sus regiones natales, lo que valdría como una negación del carácter productivo e inventivo de sus creaciones artísticas que (…) postula un rescate de formas a veces desatendidas pero que pertenecen a la configuración cultural de la región, la que ellos reelaboran en las circunstancias derivadas del conflicto modernizador”. Y agrega una observación interesantísima que, lamentablemente  pasan por alto la mayoría de los críticos: este conflicto modernizador “instaura el movimiento sobre la permanencia (…) Pone en movimiento a la cultura estática y tradicionalista de la región enquistada, desafía sus potencialidades secretas reclamándoles respuesta, conmueve los patrones rígidos extrayéndoles otros significados no codificados con los cuales estructurar un mensaje válido para la nueva circunstancia. La literatura que surge en el movimiento conflictivo, no será por lo tanto ni el discurso costumbrista tradicional (…) ni el discurso modernizado (…), sino una invención original, una neoculturación fundada sobre la interior cultura sedimentada cuando ella es arrasada por la historia renovadora”.
A nuestro parecer, tal planteamiento contribuye de manera fundamental a aclararnos lo relativo a la “desestructuración” y “reestructuración” del lenguaje popular.
Ahora bien,  pasando a la “cosmovisión” de Faulkner –sin pretender, desde luego, desbordar los límites de este trabajo–, éste no ocultó en ningún momento sus afinidades con  Shakespeare y la tragedia griega, sobre todo a raíz de la publicación de su cuarta  novela, Sonido y Furia (1929), cuyo título proviene de la conocida frase de Macbeth (“La vida es un cuento narrado por un idiota, lleno de sonido y de furia, y que significa nada”). Ciertamente el fatum (destino) sobredetermina la vida (y la muerte) de sus personajes, cerrándoles toda posibilidad de elección.   No es de ningún modo casual que esta visión trágica haya impresionado a autores como Albert Camus y Jean Paul Sartre, sin duda los más connotados pensadores de la corriente filosófica conocida como “existencialismo”.
El primero escribe : “El estilo de Faulkner, con el aliento entrecortado, las frases interrumpidas, retomadas y prolongadas repetidamente; las incidencias, los paréntesis y las cascadas de oraciones subordinadas, nos proporciona un equivalente moderno, y en absoluto artificial, del parlamento trágico. Es un estilo que jadea, con el jadeo mismo del sufrimiento. Una espiral, interminablemente devanada, de palabras y frases, transporta a quien habla a los abismos de los sufrimientos amortajados en el pasado”. 
Ciertamente el “aluvión” de la prosa faulkneriana tiene que ver con “el jadeo del sufrimiento”, y, podríamos agregar, de la culpa.  La mayoría de sus personajes viven atormentados por la sombra de un pasado  que se resiste a morir, como en el caso de la familia Compson de Sonido y Furia.
Sartre, por su parte, señala: “Salta a la vista que la metafísica de Faulkner es una metafísica del tiempo (…) El pasado nunca está perdido —por desgracia—, está siempre presente, es una obsesión. No se evade del mundo temporal sino por medio de los éxtasis místicos (….) Para Faulkner, hay que olvidar el tiempo (…) Me temo que lo absurdo que encuentra Faulkner en la vida humana lo haya puesto él en ella de antemano. No es que sea absurda, pero tiene otra absurdidad (…) La desesperación de Faulkner me parece anterior a su metafísica; para él, como para todos nosotros, el porvenir está cerrado” 16
El autor de El Ser y la Nada, sin embargo, no compartía la visión fatalista de Faulkner: “Me gusta su arte –subrayó al final del ensayo mencionado— pero no creo en su metafísica: un porvenir cerrado sigue siendo un porvenir”.  Después de todo, Sartre era un filósofo convencido de que el hombre sí podía tener libertad de elección, por más que el destino o las circunstancias lo aplastaran de manera inmisericorde.
Tal vez André Malraux exagera cuando señala (refiriéndose a Santuario) que Faulkner introduce la tragedia griega en la novela policiaca, pero es innegable que sí está presente en obras como Sonido y FuriaAbsalón, Absalón!, y  Réquiem por una Monja.  En las dos primeras  el incesto se yergue como una sombra oscura que atrapa a sus personajes principales (lo cual nos hace evocar al Edipo Rey, de Sófocles). En la tercera, el tiempo aparece como la encarnación del destino (Temple Drake, el mismo personaje que aparece en Santuario, exclama: “Temple Drake está muerta”, a lo que responde el abogado Gavin Stevens: “el  pasado no muere nunca. Ni siquiera es pasado”).
La concepción faulkneriana de que “el pasado nunca está perdido” convierte a sus personajes en criaturas incapaces de escapar a la fatalidad; nada ni nadie los puede redimir, ni la valentía, ni el honor, ni la dignidad.   Al final del relato “Todos los pilotos muertos”, uno de los personajes—–si se le puede llamar así a la voz que externa este comentario—expresa : “La valentía, la temeridad, llámesele como se le quiera llamar, es un destello, un instante de sublimación, y ¡zas! La negrura de siempre….Una astilla de madera, dos centímetros de largo, con una punta embadurnada de fósforo, es más larga que la memoria o el dolor; una llama no mayor que una moneda de seis peniques contiene más ferocidad que la valentía o la desesperación”.
   Esa “negrura de siempre” es la que se apodera de los personajes, la que habla por ellos, la que los somete, razón que explica las frases sin fin, como catedrales góticas cuyas agujas se extienden  hasta un infinito sin contornos, sin fronteras. Alfred Kazin ha penetrado en la médula de la prosa faulkneriana cuando comenta: “La nerviosa dureza y la consciente grandeza de su obra sólo muestran una elaboración de esa confusión interna, ese impulso a meditar siempre en extremos polares. Más significativa ha sido su necesidad de presentar a casi todos sus personajes en un invariable tono de absoluta desesperación y condenación, a extenderlo todo hasta ser más grande que la vida real y, ambiguamente, más trágico, a representarlo todo (cada vida, cada pensamiento, cada acción) como algo inexpresablemente perdido y condenado”.
Volviendo a la problemática que nos ocupa –esto es,  la supuesta deuda de Rulfo con Faulkner–, convencidos estamos de que entre el autor de El Llano en Llamas y el de Palmeras Salvajes no existe parentesco alguno. Entre Yoknapatawpha y Comala no existe nada en común.
Comala es una “Tierra Baldía”, pero está muy lejos de ser la “Waste Land” de Faulkner (por cierto, no son pocos los críticos que hablan de las afinidades entre T.S. Eliot y el anterior).
En  Rulfo hay una tierra seca, sedienta,  destruida,  fantasmal, pero no envuelta en las brumas de la culpa, tal como sucede con el Sur faulkneriano.
En Comala los muertos padecen hambre, abandono, olvido, pero no sucumben a la decadencia, como los personajes de Faulkner.  El “jadeo del sufrimiento” a que se refiere Camus guarda una estrecha relación, a nuestro parecer, con la decadencia. Ésta por lo general conduce al  “retorcimiento” –perdón por el vocablo- del lenguaje, y no sólo en la literatura, sino también en otras expresiones artísticas como la música, tal como sucedió con el Tristán de Wagner, obra en la que éste pone fin a la tonalidad, recurriendo al cromatismo con el afán de estar en posibilidades de incursionar en el territorio inexplorado de la renuncia.
El mundo de Rulfo no está habitado por seres mórbidos, enfermos, sino por criaturas que luchan denodadamente —¿desde la muerte?— por aferrarse a la vida, tal vez como esas plantas del desierto que, sin agua, se esfuerzan por sobrevivir.
Donde tal vez exista un importante paralelismo entre dichos autores es en lo relativo al esfuerzo que emprenden para someter  sus raíces culturales (y aquí volvemos al conflicto entre el discurso costumbrista tradicional  y el discurso modernizador) al influjo del cosmopolitismo, no con el propósito de ceñirse  a sus normas sino con la idea de ensanchar o potenciar las fuerzas de aquéllas.  En su magnífico trabajo sobre Faulkner, Irving Howe observa que “la literatura sureña (Faulkner, Caldwell, Ransom, Tate) nació de una mezcla explosiva de provincionalismo y cosmopolitismo, tradición y modernismo (….) Para que la imaginación sureña estallara en una gran flama tenía que ser estimulada, o excitada, con las presiones de las ideas europeas o norteñas y las modas literarias. Dejándola sola, no es probable que una conciencia regional tenga un resultado específico sino que se dirige hacia un romanticismo aburrido del pasado y, así fracasa en su entendimiento del presente. Sin embargo, una vez que el Sur alcanzó el punto en el que todavía permanecía como una región distinta —a pesar de que ya se agrietaba bajo influencias ajenas—pudo comenzar a producir obras de arte serias (…) Por lo tanto, es insuficiente decir como lo hacen algunos críticos, que Faulkner es un moralista tradicional que arrastra su fuerza creativa desde el mito sureño. La verdad es que él escribe en oposición a este mito lo mismo que lo acepta, que lucha contra él aunque continúa reconociendo su poder y encanto” .
Lo mismo podríamos decir de Rulfo. Su “cosmopolitismo” literario le permitió avizorar horizontes inmensos. De haber permanecido encerrado en los cánones literarios de su tierra natal cuando mucho habría escrito algo superior a El Filo del Agua, de Agustín Yáñez (obra que, por cierto, no siempre es apreciada como es debido), empero difícilmente habría escrito Pedro Páramo, obra que continúa fascinando a propios y extraños. Por ello, reiteramos, nos parece irrelevante si leyó o no a Faulkner antes de dar a luz ese libro:  lo importante  es que haya sido capaz de “procesar” , no sólo la influencia de éste, sino de todos los autores (Joyce, Proust, los escritores nórdicos a que tanto alude como Hamsum, Laxness, etc.) que conoció en sus “años de aprendizaje”.
En síntesis, pensamos que es una exageración el sostener que el autor jalisciense es otro más de “los hijos” de William Faulkner. 
En el libro El Gozo de las Letras, C.W. Zavaleta  observa algo que a nuestro parecer contribuye de manera fundamental para entender, no sólo la relación de Faulkner con Rulfo, sino en general la relación del primero con los demás escritores de América Latina: “Como el hijo de Rulfo, todos vamos galopando por caminos rurales y agrestes de la Sierra Subcontinental.  Tenemos una marca en la frente. Juan Rulfo publicó su libro de cuentos El Llano en Llamas en 1953, pero yo juraría que en un cuento mío de 1951, ‘Discordante’, su influencia ya estaba dada: y lo mismo sucedió al aparecer el volumen de cuentos de Eleodoro Vargas Vicuña, Ñahuín, en 1953; ninguno de ambos pudo haber recibido una influencia directa, porque no habíamos leído El Llano en Llamas antes de escribir los libros.  La geografía  y la historia social de América Latina es una sola,  y por eso unos escriben antes o después sobre los pueblos pobres,  sobre los hombres angustiados,  agónicos o muertos; es casi natural hablar de ellos y mezclarlos con los vivos. Por eso debe uno cuidarse al descubrir influencias de William Faulkner  sobre Rulfo.  Este ya tenía su propio desfile de sufrimientos y de círculos del infierno desde niño; Faulkner le cayó después como anillo al dedo” .
Para finalizar: ¿existe otro mejor homenaje a Rulfo que el tributado por Gabriel García Márquez? Este, en 1978, expresó: “A Juan Rulfo se le reprocha mucho que sólo haya escrito Pedro Páramo. Se le molesta siempre preguntándole cuándo tendrá otro libro. Es un error. En primer término, para mí los cuentos de Rulfo son tan importantes como su novela Pedro Páramo, que, lo repito, es para mí, si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en lengua castellana. Yo nunca le pregunto a un escritor por qué no escribe más. Pero en el caso de Rulfo soy mucho más cuidadoso. Si yo hubiera escrito Pedro Páramo no me preocuparía ni volvería a escribir nunca en mi vida”.

POST SCRIPTUM.-

Aunque, como señalamos en líneas anteriores, nos queda claro que el mundo rulfiano abreva en la cosmovisión del México prehispánico —en donde los muertos conviven con los vivos—, no estaría por demás investigar más a fondo dicha problemática, no para descubrir “influencias” de determinados autores sobre el escritor jalisciense (tal como sucedió con la supuesta influencia de Faulkner) sino, más bien, para encontrar “vasos comunicantes” o “parentescos sugestivos”
Esto es lo que hace de algún modo Juan Villoro al comentar cierto paralelismo entre  Pedro Páramo y Barón Bagge, novela de Alexander Lernet-Holenia. Escribe al respecto: “En su construcción y, sobre todo, en su criterio de verosimilitud, la novela (o sea, Pedro Páramo. F.H.S.) se aproxima a Barón Bagge, de Alexander Lernet-Holenia. En ambos casos, el protagonista enfrenta seres reales cuya única peculiaridad consiste en haber muerto o, para ser más precisos, en haber muerto sin llegar al más allá. Mediada la trama, tanto el jinete del imperio austrohúngaro como Juan Preciado hacen un segundo descubrimiento: si están rodeados de espectros es porque también ellos pertenecen al limbo de quienes se alejan de la vida sin alcanzar la muerte” .
No nos fue posible conseguir dicha novela; “rastreando” por Internet, encontramos la siguiente sinopsis de la misma: “En pleno invierno de 1915, al sur de los Cárpatos, un destacamento de ciento veinte jinetes del ejército austro-húngaro persigue más allá de sus líneas un enemigo inalcanzable. A través de la enorme llanura desolada, sobre la que se cierne un cielo plomizo y una densa niebla cenicienta, la tropa se adentra en un extraño reino poblado de sombras que vagan por la oscuridad y el silencio, donde «ya no sabe uno con certeza quién es el que aún vive y el que ya está muerto; ni siquiera de sí mismo puede uno estar seguro». Veinte años después el barón Bagge, único superviviente de aquel malhadado destacamento, narra cómo en el transcurso de aquella misión vivió la aventura de amor y muerte que cambió radicalmente su vida”. 
Otro posible “ancestro” –digámoslo así– de Pedro Páramo, en lo se refiere al hecho (insólito) de que sean los muertos los principales protagonistas de una obra, lo  encontramos en el relato “Bobok”, de Dostoievski.
Véanse algunos párrafos:  “Pensaba distraerme un poco –dice el personaje central, que por cierto se presenta del siguiente modo: “no soy yo; sino otra persona completamente diferente”—y caí en un entierro. Era un pariente lejano. De todos modos, se trataba de un consejero colegial. La viuda, cinco hijas, todas solteras. ¡Cuánto gastaría sólo en zapatos!  El difunto ganaba dinero, pero ahora sólo les queda una pequeña pensión. Tendrán que apretarse el cinturón. A mí siempre me recibían con desgana. Y tampoco habría ido ahora, de no haber sido un caso excepcional. Los acompañé hasta el cementerio junto con los demás; pero se apartaban de mí y son altaneros. A decir verdad, mi uniforme está en mal estado. Creo que hace ya veinticinco años que no visitaba un cementerio. ¡Vaya un lugar! Para empezar, el ambiente. Llegaron como quince cadáveres. De distintas categorías; hasta hubo dos catafalcos: para un general, y no sé qué señora. Había muchos rostros apesumbrados, aflicción fingida, y mucha alegría sincera (…) Me acercaba a ver los rostros de los difuntos con sumo cuidado, inseguro de mi impresionabilidad. Hay expresiones suaves, y las hay desagradables. Por lo general, las sonrisas no estaban bien logradas, especialmente las de algunos. No me gustan; luego sueño con ellos (…) Me di una vuelta entre las sepulturas. De distintas categorías (…) Eché un vistazo a las fosas. ¡Qué horror!; ¡había agua, y qué agua! ¡absolutamente verde! (…) Es de suponer que estuve sentado mucho rato, e incluso demasiado; es más, me tumbé sobre una larga piedra de mármol en forma de ataúd. ¿Y cómo ocurrió que de pronto empecé a oír voces? Al principio no les presté atención y me porté despectivamente. Sin embargo, la conversación continuaba. Oí unos sonidos sordos, como si las bocas estuvieran tapadas con almohadas; principalmente se trataba de unas voces claras que no procedían de muy cerca. Me despejé, me senté y me puse a escucharlas atentamente (…) Su excelencia, eso no puede ser de ninguna de las maneras. Ha anunciado usted un juego, voy yo y juego, y me viene usted con un de picas. Deberíamos habernos puestos de acuerdo antes respecto a los ases (…) -¿Para qué jugar de memoria?¿Dónde está el atractivo?(…)-No es posible, Su Excelencia, sin un mínimo de garantía no es posible de ninguna de las maneras. Sólo podría hacerse con un comodín y de una sola tirada (…) Pero aquí no encontraremos ningún comodín (…)”.   Y siguen varios muertos más dialogando. Uno de ellos dice: “Aquí (refiriéndose al cementerio) reina otro orden de cosas. ¿Qué otro orden de cosas? Pues que nosotros, por decirlo de algún modo, estamos muertos (…)”.
Y continúan agregándose otras voces y otros diálogos entre los muertos.
Comenta Bajtin, refiriéndose a ese relato: “Los participantes de la acción en Dostoievski se encuentran en el umbral (de la vida y la muerte, la mentira y la verdad, la razón y la demencia), y todos figuran aquí como voces que aparecen frente a la tierra y el cielo”  .  De ahí que infiera que dicha narración es un ejemplo clásico de la “Menipea”, “género universal de las últimas cuestiones”, ya que su acción no tiene lugar únicamente “aquí” y “ahora”, sino en el mundo entero y en la eternidad: en la tierra, en el infierno, en el cielo. Dostoievski, en ese sentido, se habría basado en la “menipea” a la hora de escribir “Bobok”  , y novelas como Memorias del Subterráneo.


Entre Aromas y Tabacos: Café Finca La Cañada, uno de los mejores cafés del mundo



Christian W. Pickup y Clifford Wirth, 2016

En la zona montañosa del estado de Veracruz, se encuentra algunos de los mejores cafés del mundo.  La combinación de suelo, humedad, clima, y altura es perfecto para la producción de café de muy alta calidad.  Pueblos como Huatusco, Coatepec, y Xico, son reconocidos al nivel internacional por la calidad de su café.  Hay una variedad infinito de marcas.  Muy pocos producen café malo, la mayoría producen un buen café, y algunos, como Finca La Cañada, producen café de calidad mundial.
El café de Finca La Cañada es 100% Café Arábigo de altura,  orgánico, ecológico, y de comercio justo. Siendo cultivado en la mejor zona cafetalera de México (el bosque de niebla veracruzano, en las estribaciones del volcán Cofre de Perote, a 1,250 metros de altitud) este café crece en condiciones óptimas, en las orillas del río Suchiapa a la sombra de grandes árboles, con la influencia del aire húmedo del Golfo de México y dentro un fresco micro-clima de una cañada con aguas prístinas. La cosecha de cerezas rojas, de las variedades Typica y Mundo Novo, se beneficia en húmedo con agua pura de manantial, y el grano se seca al sol, y se tuesta cuidadosamente para obtener un café de exquisito sabor y aroma característico. Tanto el cultivo como el procesamiento se apegan al cuidado del medio ambiente y al bienestar de los trabajadores.  
Finca La Cañada es uno de los pocos productores que no usa químicos en su producción, cuidando sus plantas de la manera tradicional y manual, solamente cosechando cerezas rojas y maduras.  Les pagan un salario justo a sus trabajadores, para que el trabajo se hecho con respeto para las plantas y el producto final, brindando al consumidor un café de conciencia limpia, libre de abusos humanos y ecológicos.  Cultivado naturalmente en el bosque mesόfilo de Veracruz, sin usar agroquímicos, y así protegiendo el delicado entorno del río Suchiapa, su flora y fauna, y en particular las aves migratorias que transitan entre México, Estados Unidos y la América Central. Este es un café de “Comercio Justo” (los trabajadores están pagados justamente).

El café de Finca La Cañada ha recibido varios premios y honores, incluyendo:
-El café calificó para competir en La Taza de Excelencia de México 2014.
-La Campeona Barista Nacional de México compro el café dos veces
-Jorge Luis Martínez, el Gerente de Desarrollo Técnico en el Centro Agroecológico del Café, A.C. (CAFECOL) es un cliente
-catador Q Grader por la Asociación Americana de Cafés de Especialidad (SCAA)  también consume con regularidad este café.
-El Centro Agroecológico del Café, A.C., Xalapa (CAFECOL), catación resultados, April 2013: “muy alta calidad de sabor”, 10 puntos en dulzura, 10 en taza limpia, y 10 en uniformidad. Puntaje final 84.42 (entre los mejores cafés del mundo). Segundo mas alto en catación de los cafés en venta en Cafecol en 2013.


En Tabaquería Xian hemos probado varios cafés del mundo y México; hemos probado cafés de los estados de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Puebla, y Veracruz, y en particular, de los pueblos de Xico, Huatusco, y Coatepec. Elegimos Finca La Cañada para dos razones.  Para empezar, nos gusta su política de ser una micro-empresa ecológica y de comercio justo.  Estos son temas muy importantes para nosotros como una empresa.  Creemos firmemente que el trabajador debe ganar un saldo con que pueda vivir, y creemos fuertemente también en la protección del medio ambiente, y en particular, el agua, que es la fuente de nuestras vidas.  La segunda razón es porque nos gusta como este café marida con el tabaco, se en puro o en pipa.  Sus sabores sutiles y cremosos combina perfectamente con los puros y tabacos para pipa que promovemos.
Recomendamos que en su próxima compra en Tabaquería Xian o www.tabaqueriaxian.com, que incluye una selección de café de Finca La Cañada.  Estamos muy seguros que van a estar de acuerdo con nosotros, que Finca La Cañada es uno de los mejores cafés del mundo, y como los tabacos que vendemos, es un fuente de orgullo nacional, digno de mucha mas reconocimiento.



Horas Eternas/Solo Ella Como un hada,

Xinefeva

Horas Eternas

Mi soledad, todo imposible,
silencio total, dolor interno,
Mi gran compañera, mi cómplice,
mi almohada, como fiel fantasma,
Absorbe incontrolables lágrimas,
impotencia, que como un ser intangible,
me persigue a todos los lugares, a todas las horas.
Espero, y comprendo, trato,
pero el tiempo pasa lentamente,
Pedí, imploré perdón de algo que no hice,
ahora lo imploro de nuevo,
La noche-madrugada cae
sin piedad, le acompaña el silencio,
mal compañero.
Por la ventana veo el cielo sin estrellas,
que como manto oscuro me cubre,
se acompaña de la fría niebla,
que me cala, que me cala.
Ah, tu eres mi mar de recuerdos,
donde se encuentra escrito mi pasado,
necesito tu presencia,
porque abierta se encuentra una herida en mi ser
y la única cura,
mi remedio lo eres tu, vida mía.

Solo Ella Como un hada,

cual jinete a galope rueda sobre su pegaso,
sujeta firme la crin,
Aparece llena de luz cruzando las veredas
y caminos rurales por las agrestes montañas
en su acerado y negro corcel
del que solo se escucha
el sordo golpeo de los cascos
como de goma en el pedregoso suelo.
Solo ella, la blanca doncella
me regala el dulce consuelo,
sabe perfectamente,
que sólo un poeta y Dios pueden besarla,
ella irradia amor por todo su cuerpo,
yo me encuentro entre el cielo y la tierra,
porque la amo.

¡Gracias!


Gustavo Cadena Mathey
                                              
Querido Gus: Cuando supe lo de tu hijita, mi corazón se estremeció, pero confié en Dios y en una oración que el día de ayer casualmente encontré para pedir por los hijos a La Virgen del Socorro, sé que tu hijita regresó con ustedes, las oraciones de todos los que te queremos y sabemos de tu ética profesional, lamentamos el hecho, pero confiabámos en que todo saldría bien. Extensivo a tu familia, están en el corazón de todos los hombres de buena voluntad. Con afecto: Nina Salguero.
Buen día apreciado lector:
Desde el viernes 30 por la tarde, cuando pensaba sobre qué escribir para este lunes, a propósito de mi cumpleaños y de tantos amigos que me felicitaban, encontré en la red un pensamiento de una venezolana sensible que escribió sobre el paso de los años:
“Cuando los años cierren mi memoria, ¡aún así, siempre habrá algo que me llevará hasta ti; y en ese instante ¡mis labios pronunciarán tu nombre!”.
Pensaba insistir sobre esa emocionante sensación que nos abriga al cumplir años, describirla. Pero entonces definí que más emoción proiporciona, tener amigos de a deveras que te recuerden en fecha tan especial, por eso cada vez que llega ese día, para este reportero resulta muy especial, pero tan especial que uno se pasa la jornada tratando de agradecer a través de la red de redes, o llamadas personales que emocionan aún más, a mi familia dispersa por el mundo, a los numerosos amigos que suelen recordarme con generosidad y me desean toda clase de parabienes. Si, en verdad es algo super.
Por la noche salí con mi esposa a celebrar. Como a las doce y media empezó la pesadilla. Alguien nos avisó de inmediato: “¿Llamo al celular de…, es usted la mamá de…?, aquí tengo…”. De volada atravesamos la ciudad para llegar con el providencial mensajero. De entrada vi en el lugar una prenda de mi hija y a pesar del estremecimiento que impactó mi cuerpo me contuve. Platicamos los detalles de cómo se los habían llevado. Eso fue clave. 
Con mi otra hija nos pasamos toda la noche y la madrugada enviando mensajes y su foto por las redes, hablando por teléfono y recibiendo la solidaridad del gremio y los amigos. Sobre todo, rezando.
Fueron largas horas de angustia pero también de esperanza, porque María del Angel y Nery son dos jóvenes trabajadores, buenas personas, nobles, que no le hacen mal a nadie y que solo habían salido con algunos amigos a celebrar el cumpleaños de mi hija que fue el 27.
Quienes los raptaron deben tener algo de buenos sentimientos, los llevaron a un lugar quién sabe dónde, los trataron bien, los interrogaron sin amenazas y luego de tres o cuatro horas los llevaron a un lugar y los soltaron.
A las cuatro y media supimos la buena noticia, fuimos por ellos y empezamos el nuevo ritual de la acción de gracias.
Dice la Primera Lectura en la misa dominical (gracias Padre Suazo por su apoyo) “yo haré correr la paz sobre Jerusalem como un río. Y la gloria de las naciones como un torrente desbordado”. Ya en el Evangelio, se relata que Jesús dijo a los apóstoles; “cuando entren en una casa digan: “que la paz reine en esta casa” y si ahí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá”. Así lo creo.
Todos los mexicanos, los veracruzanos, los acayuqueños, todos somos amantes de la paz, en Xalapa, en Acayucan, en todo Veracruz queremos vivir en paz. Que en su casa y en todos los hogares de Veracruz haya paz. Gracias de todo corazón a quienes trajeron la paz al hogar de este reportero.



TRAER A CUENTO


Lucio Gómez Pazos
Al parecer fue Stevenson quien dijo que le gustaba ‘jugar con papel’ para referirse a la irrefrenable propensión que tenía por escribir cuentos, idea que me parece bastante acertada debido a que en todo escritor de ficción, independientemente de la tesitura que le imprima a su narrativa, bulle ese insobornable espíritu lúdico que lo impela a soltar los amarres de la imaginación creadora. Esa alma infantil, es más bien una actitud que se hace evidente no sólo ante la escritura sino incluso ante el mundo, es la materia prima que posibilita trastocar la realidad -entreverarla con experiencias, con anécdotas, con retazos de sueño, etc.-no para negarla o evadirla, sino para comprenderla, reinterpretarla o si se prefiere reinventarla.
 Lo siguiente pudiera ser un ejemplo de esto:
 Gustavo, amigo de la universidad, me dijo que en un viaje de una ciudad a otra se sintió profundamente prendado de una mujer con quien apenas y sostuvo el saludo, me dijo incluso que esa noche la había soñado; cuando me contó esto lo percibí ligeramente agitado, con una emoción contenida, hablaba masticando las palabras, como si estuviese comiendo cacahuates. Ese día, antes de despedirnos, me informó que se iba a cambiar de casa y andaba en busca de un departamento. Me dirigí a mi casa y antes de llegar a la esquina me encontré con Josué, un amigo en común, quien me invitó a tomarnos un café; nos dirigimos al café más cercano y en el camino le comenté lo que me había dicho Gustavo, quien además me había parecido que andaba como fuera de sí, es decir, un tanto atolondrado. Entonces Josué me dijo:
-Y cómo no, si el muy pendejo se enamoró de un fantasma
Me comentó que Gustavo le había contado todo,  la mujer se llamaba Sonia, a quien describió como alguien de una belleza más bien discreta pero atractiva, y efectivamente la había conocido en un viaje, la volvió a ver una segunda vez cuando andaba buscando un departamento para rentar, tocó el timbre de una vivienda que había localizado ese día en la sección de anuncios del periódico y como si se tratase de una telenovela de televisa, oh sorpresa, fue precisamente la tal Sonia quien lo atendió, le mostró el depa y en menos de media hora quedó más que convencido para vivir en él, pagó lo acordado y prometió instalarse al día siguiente por la tarde; sin embargo, cuando volvió con la mudanza se desconcertó al ver ante sí una casa en ruinas, casi un lote baldío lleno de hojarasca y maleza. Verificó la dirección pero no había ningún error, entonces los vecinos lo pusieron al tanto de los hechos: la familia había muerto hacía varios años en un accidente en carretera, en un viaje entre dos ciudades cercanas y a más de una persona la habían timado con lo de la renta…entre Josué y yo se hizo un silencio sepulcral y un vientecillo helado me erizó la piel…fue en ese momento cuando alguien me tocó suavemente en el hombro, era el señor de la limpieza, quien me dijo, como no queriendo interrumpir mi sueño profundo:
-Disculpe amigo pero hace más de media hora que llegó usted a su destino de viaje. Me levanté desconcertado del asiento y miré al reloj de reojo, eran las seis de la mañana menos cuarto.


¡BRAVO PAYASO!

Carlos Bernal Romero

                                                                   

                                                                      Mi padre es un payaso

Oído en el Circo Atayde
 
         El oficio de Payaso es uno de los más contrastantes es el de payaso por varias razones; entre las principales se encuentran:
         Tienen que aparecer sonrientes, aparentando estas felices y hacer reír a los demás principalmente niños, sin importar lo que esté pasando con ellos en su vida  personal.
         Otra más es que sin importar su calidad y lo bueno que sean, siempre serán llamados despectivamente payasos o payasitos y nunca los tomarán en serio.
         Enrique Pérez Ramírez era mejor conocido como el “Payaso Canelas” y trabajaba junto a su hijo: Enrique Pérez Juárez  “Canelitas” en fiestas infantiles.
         Fueron pareja durante 10 años de los ocho a los 18 del hijo, hasta que él mismo le dijo a su papá que deseaba hacer otra cosa como estudiar la Universidad y pasar más tiempo con sus amigos y su novia.
         También la mamá y esposa de ambos;  se empezó a dar cuenta que Enrique junior había cambiado mucho y ya no era el muchacho acomedido y servicial que era hasta hace poco.
         Si bien no tenía vicios y no fumaba, tomaba ni consumía drogas: sí se había vuelto un poco altanero y algo mentiroso; por lo que se hacía necesario hablar en serio con él.
         Eso le correspondía a su papá el “Payaso Canelas”; que antes de serlo, era el papá de Enrique y casi era inaplazable la tan esperada conversación de “Hombre a hombre” entre padre e hijo.
         Aun así, Enrique padre, seguía postergando esta plática, porque esperaba que su hijo se diera cuenta solo, que debería de volver a ser el chico bueno de mamá.
         Mientras tanto seguí trabajando como payaso en fiestas infantiles y a pesar de su problema familiar; tenía que presentar su mejor cara para hacer reír a los concurrentes.
         Así hubo una especie de tregua entre los Enriques y a pesar de las grandes diferencias que había entre ambos durante tres meses; en los cuales se trataban con diplomacia.
        
         Cuando parecía que tendrían unas vacaciones de verano tranquilas, el sábado 2 de julio; una compañera de clrique chico, se fue a quejar con su mamá de que estaba embarazada y su hijo no quería hacerse cargo, alegando que no era suyo.
         Eso fue “La gota que derramó el vaso” y esperó a que regresara de una fiesta a donde había ido a trabajar y sin dejarlo quitarse el disfraz. Le comentó lo sucedido y:
         Enrique Pérez Ramírez muy enojado le dijo a:
         Enrique Pérez Juárez:
         “No le hagas al canelas y hazte responsable de tus actos: de esa mujer y de tu hijo”
         Y para terminar le preguntó
         “ Porque ¿Somos hombres o payasos?
 
                                                                       Burger King La Plaza Oriente
17:00  -  19:00 p.m.
2/VII/2016

La vocación en el tiempo de la ambición



Juan Francisco Gaspar Velazco

La fortuna de la vida  reside  en el hecho  de que nunca los tiempos han sido iguales y por ello cada tiempo tiene a sus correspondientes personas;  y cada persona  a su tiempo  se encuentra   con problemas y soluciones.  Es por ello  que somos  más hijos del tiempo que de nuestros padres ya que este nos determina a actuar en específico y en función  del presente vivido.

Uno de los elementos  que ha sido constante en la historia de la humanidad  es el preguntarse ¿Qué será de mí? O quizá también interrogarse  de manera   personal ¿Qué me corresponde hacer? Estas interrogantes  forman parte  de algo llamado vocación,   la cual  se puede pensar como un  llamado místico que aparece en una determinada etapa de la vida del hombre,   la cual lo mueve, lo transforma  para una  reinterpretación de su vida. La vocación,  aun siendo un don sagrado no se cultiva en un mundo paralelo o externo a la realidad de la humanidad.  Se despliega en un escenario social, económico, político, cultural e histórico. Se establece en lo que al ser humano lo forma y lo conforma, por lo tanto aun a pesar de ser un beneficio sagrado se concretiza en el mundo; por ejemplo  veremos los dos primeros versículos del libro de Ezequiel donde se hace  puntual relevancia  al tiempo  y a la situación vívida del profeta al instante  en el que encontró  las preguntas que transformaron su andar en el mundo:

 “El año treinta, el día quinto, del cuarto mes, encontrándome entre  los desterrados, a orillas del rio Quebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas.
El día quinto del mes, el año quinto de la deportación del rey Joaquim, la palabra de Yavé fue dirija al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos  a orilla del rio Quebar”

Obsérvese aunque de manera breve  en estos 3 versículos se plantea el tiempo, personajes y hechos históricos vívidos, al mismo tiempo  se sitúa el evento. Por lo tanto, podemos decir  que el ámbito donde se desarrolla una persona determina su comportamiento, su  mirada al mundo, su postura ante los problemas, lo mismo que sus perspectivas de solución y sus opiniones en torno a lo que acontece, ello implica reflexionar  que la vocación corresponde a una necesidad por atender los acontecimientos que se presenten en un tiempo y en un espacio.

En este siglo XXI en donde se vive un escenario caótico, poli situacionista, enajenado y con necesidad de referentes   es necesario plantear  los conflictos  que hoy  impiden  el surgimiento, el crecimiento  y es despliegue de la vocación. En el mundo en el que nos encontramos  nos percatamos  que existe una idea de una sociedad global que absorbe las demás sociedades y las somete a las ideas  que se presume son novedosas, altamente atrayentes  ante las que la demás culturas y sociedades son vistas  como inferiores  o arcaicas.  Estas ideas globales son cautivadoras, se han vertido como la única  forma  de integración mundial y señala  que sus referentes son la única verdad y la sobresaliente forma de unidad. Lo anterior conduce a la comprensión  de que existe un conflicto entre los estándares propuestos por la sociedad global  y las características  que propone  la vocación.

La tendencia o paradigma presentado  como idea universal  ha generado  un conflicto  en la persona  que pone en lucha  el deber ser y el deber hacer. Por un lado el deber ser está vinculado a la ética, es decir, a la conquista de un bien común  y la construcción  de una sociedad con referentes de convivencia que permitan su evolución; mientras que el deber hacer  está siendo tomado  por elemento utilitario del tener, de la creación de necesidades que se solucionan  con el consumo  y con la moda. Se puede decir que el deber ser se encuentra  vinculado   a una visión místico espiritual de la sociedad, mientras que el deber hacer o el deber tener   se relacionan  a una visión  utilitaria y desechable  de la sociedad, lo que conlleva a que la persona  ya no se plantea en términos éticos el trabajo, sino en términos meramente pragmáticos, se salta del debo trabajar  al tengo que trabajar.

Por lo planteado podemos advertir  que la vocación se encuentra  ante la dificultad  de realizar las cosas  por obligación  que en función  del ámbito colectivo. Dicho de otra manera y ejemplificando: la vocación de un médico ya no es la salud, sino, la ganancia que se obtiene  por procurar la salud, esto no es que forme parte del espíritu del médico, sucede que es una  introyección de la sociedad global que hace del médico un instrumento  y no un ser conductor  de un beneficio.

Existe también  un problema más  que el hombre vive  ya que  aunque su corazón quiera  efectuar   una acción buena anteponiendo su deber ser, la sociedad lo empuja al tener que hacer por la búsqueda de un rango de prestigio,  ya que allí se encuentra la posibilidad de ser propuesto y catalogado  como persona de éxito. He aquí el conflicto existencial ya que esto nos orilla a decir  que el ser humano ha perdido esa característica de autenticidad  necesaria  para el nacimiento, crecimiento y despliegue de una vocación.

 El deber ser   está fundado en la preocupación por el otro y el entorno, y de la correcta armonía  consigo y con la moral universal;   pero en este tiempo  la sociedad se enfrenta  al yo superlativo, que busca la satisfacción propia y no del cansancio  de la entrega por el semejante. Este yo presentista está determinado en el tener y no en el dar, en el tener que hacer desplazando a la responsabilidad por la obligación. En estos términos la vocación ya sea laica, religioso sacerdotal o matrimonial  se encuentran bloqueadas, dado que en estos términos sociales descritos el laico no está pensando en los problemas  de la humanidad,  sino en los impuestos por esta sociedad global. El religioso y el sacerdote  contagiado también  por estas tendencias individualistas han dejado de pensar  en los postulados humanistas de la institución   atendiendo solo a sus necesidades; en esta misma corriente se hace imposible el sostenimiento  de los elementos éticos del matrimonio, por razón   de la exaltación del yo y la disminución del tú, no hay por lo tanto una entrega, sino un pacto en términos de  la posibilidad de deshacerse. Esta circunstancia  nos conduce  a tomar la utopía,  es decir, reconquistar  los valores comunitaristas  o continuar  en el rumbo trazado por estas tendencias y esperar  a que eventualmente surjan hombres y mujeres auténticos que rompan  con estas   vertientes.

Lo determinante y lo obligatoria de la sociedad global orilla al humano a una unidirección de vida, lo que no le permite contemplar otras maneras de realización  o de despliegue de la potencia humana; es decir, que no está dispuesto  a ser el agente que convierta en acto la potencia.  Por lo tanto el ser humano no está en busca de su vocación o consolidación de esta, sino solo reaccionando a lo que se le presenta. Ante esta situación  o mejor dicho, desde dentro de la consecuencia,  generado por la muerte de la personalidad autentica,  la Iglesia católica   debe realizar   un replanteamiento   de sus marcos referenciales  para reconstruir   su fundamento  correspondiente al llamado. En primera instancia    deberá entender los retos a los que se enfrenta, uno de ellos es la cultura posmoderna que se vive en nuestro tiempo, en segunda instancia  debe retomar  su historia, esto implica ejemplificar  mediante personajes    la construcción  de la vocación. Desde luego esto deberá hacerse por distintas vías, una de  ellas se propone que sea la recuperación literaria de la vocación   de los grandes hombres y mujeres  de la historia de la humanidad. Un tercer momento   deberá ser   la divulgación   de las historias de vida  de los hombres y mujeres   que han  disminuido el yo  y exaltando el tú. Al mismo tiempo   deberá ir presentado una crítica puntual a la situación social presente,  al tiempo que ha de realizar para sí  un juicio  donde también  busque salir   del  tener   y aspire  al deber  ser.




¿Cómo debe enfrentar el docente de educación básica los retos que se le presentan ante las demandas de la RIEB?





María Teresa Mejía Gómez

Resumen
            La Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) tiene como propósito la formación integral del estudiante. Por ello, se requiere la actualización de los planes y programas de estudio que contemplen un currículum integrado, flexible e innovador que promueva una educación inclusiva en donde el estudiante desarrolle competencias para mejorar sus condiciones de vida. Lo anterior, representa dos grandes desafíos a los docentes de educación básica: la planeación didáctica argumentada y la evaluación de los aprendizajes bajo el enfoque por competencias que demandan al docente la deconstrucción de su práctica con el propósito de transformarla considerando la innovación tecnológica, así como nuevas metodologías de evaluación para que el estudiante logre la metacognición, autorregule su aprendizaje y se responsabilice de su propio proceso, convirtiéndose en un ser crítico y reflexivo, capaz de cambiar su mundo.
            Palabras clave: Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), competencias docentes, demandas a docentes de nivel básico.
La Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) tiene como propósito la formación integral del estudiante, desarrollando al máximo sus capacidades mediante la articulación y continuidad entre los diferentes niveles que la conforman porque es en la escuela en donde el niño desarrolla la metacognición y se forma en valores para que en un futuro pueda ser capaz de ejercer su ciudadanía y construir su identidad, tanto de manera individual como colectiva.
            En este contexto, la gestión escolar adquiere especial importancia porque se requiere que todos los involucrados en la formación de nuestros niños colaboren en la construcción de un ambiente que propicie el aprendizaje. Lo anterior implica un cambio de paradigma educativo con un enfoque de planeación estratégica que oriente la mejora continua, tanto de la práctica docente como del aprendizaje, creando las condiciones adecuadas con el propósito de brindar una educación con calidad.
           
Las principales demandas de la RIEB

La RIEB contempla un nuevo currículum y el modelo educativo basado en competencias para responder a los retos del siglo XXI. Lo anterior, representa dos grandes desafíos al docente de educación básica: la planeación didáctica argumentada y la evaluación de los aprendizajes bajo el enfoque por competencias. Por un lado, tiene que orientar de manera adecuada el proceso de enseñanza y aprendizaje para que el estudiante se desarrolle armónica e integralmente. Por otro lado, tienen que transformar su práctica reflexionando sobre los factores que influyen en el proceso educativo como pueden ser los materiales, los recursos, el ambiente escolar, el estudiante, su praxis y los pares. Aunado a lo anterior, el docente debe propiciar que el estudiante medite sobre su propio proceso de aprendizaje y logra autorregularlo, al mismo tiempo se concientice de la importancia que tiene el aprendizaje permanente durante toda su vida, ante la producción de una gran cantidad de información y acceso a ella.
            En consecuencia, la actualización de los planes y programas de estudio, así como de los contenidos, recursos, materiales y métodos adecuados en la educación básica es un requisito para ofertar una educación integral que responda a las necesidades actuales de nuestros niños, niñas y juventudes que se caracterizan por ser alfabetas digitales que conviven en un mundo globalizado. En este contexto, el curriculum escolar debe promover una educación inclusiva, satisfaciendo las necesidades de aprendizaje de manera personalizada, incluso en aquellos o aquellas con necesidades educativas especiales, discapacidad, origen indígena o hijos de migrantes. Además, debe ser integrado, flexible e innovador. Dadas las condiciones actuales, de movilidad estudiantil y en el ámbito laboral, también debe incluir la enseñanza de un segundo idioma, preferentemente el idioma inglés, así como las habilidades comunicativas, el pensamiento lógico matemático, la educación física, la expresión musical, el aprendizaje de la lengua materna y desarrollar la competencia de alfabetización informacional y digital. Al mismo tiempo, tiene que propiciar el desarrollo de valores como la responsabilidad, la paz, la justicia, el respeto y la ética (SEP, 2011). Esta formación integral le dotará de herramientas para poder afrontar los retos que la sociedad del conocimiento le presenta al ciudadano globalizado, pudiendo acceder en un futuro a una mejor calidad de vida.


¿Cómo debe el docente responder a estas demandas?

Para atender las demandas de la RIEB el docente debe olvidarse del método tradicional que combina la exposición docente y la memorización del estudiante, reflexionando sobre su praxis para transformarla y contribuyendo a que el estudiante se responsabilice de su propio proceso de aprendizaje. Por ende, tendrá que cambiar su perspectiva del concepto de evaluación y concebirla como una acción formativa con carácter integral que se realiza durante el proceso de aprendizaje en acuerdo con el estudiante y cuyo propósito es emitir juicios con base en evidencias para retroalimentar el aprendizaje en tres momentos: al inicio, durante y al final del proceso. Por ello, para poder apoyar el aprendizaje resulta indispensable saber cómo aprende el estudiante.
Desde esta nueva visión de la evaluación, adquieren relevancia la metacognición, el aprendizaje significativo y las nuevas metodologías de evaluación, como la coevaluación y la autoevaluación. Así pues, la evaluación se convierte en un proceso de aprendizaje, tanto para el estudiante como para el docente.
En consecuencia, se trata de que el docente propicie experiencias de aprendizaje en donde el estudiante reflexione sobre su propio proceso, utilizando las TIC e interactuando con el docente y compañeros para crear nuevo conocimiento. Además, debe ser capaz de saber dónde y cómo encontrar información para resolver problemáticas que se le presenten. Al mismo tiempo, asumir una postura crítica, reflexiva, colaborativa, de respeto a la diversidad, abierta al cambio, a la apropiación de valores universales, de empatía y compromiso con la comunidad que le permitan convivir en esta nueva sociedad del conocimiento democrático; en donde el conocimiento multicultural y el respeto a los derechos humanos, así como al medio ambiente, deben tener cabida.
Lo anterior, “supone la modificación de sus maneras de dar clases y, a fin de cuentas, de su identidad y de sus propias competencias profesionales. Los maestros de educación básica perciben esta complejidad, la viven y tratan de afrontarla sin contar necesariamente con los conocimientos declarativos, procedimentales y actitudinales para ello” (Fortoul, 2014, p. 49). Así pues, los docentes en activo tienen la necesidad de deconstruir su práctica para transformarla con base en los nuevos planteamientos que le demanda la RIEB.
Al respecto, Barrios (s/f) rescata un marco teórico sobre las competencias que debe desarrollar el docente para enfrentar los nuevos retos que se le presentan, con base en lo que propone Perrenoud (1999) y adiciona otras:
1.      Planear y motivar situaciones de aprendizaje
2.      Gestionar el aprendizaje
3.      Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de atención a la diversidad: gestión cooperativa del grupo-clase y también en entornos virtuales, tutoría entre iguales, educación expandida y apoyos integrados en el aula.
4.      Implicar a los alumnos en su aprendizaje
5.      Trabajar en equipo
6.      Participar en la gestión de la escuela
7.      Informar e implicar a los padres sobre los asuntos escolares
8.      Utilizar las TIC en el proceso de enseñanza y aprendizaje
9.      Afrontar los deberes y dilemas éticos de la profesión
10.  Organizar la propia formación continua
11.  Planificar el proceso de enseñanza y aprendizaje
12.  Seleccionar contenidos
13.  Ofrecer informaciones y explicaciones
14.  Diseñar metodologías y organizar actividades
15.  Mantener comunicación empática con los estudiantes
16.  Tutorizar
17.  Evaluar
18.  Reflexionar e investigar sobre la enseñanza
19.  Identificarse con la institución
Aunado a lo anterior, se considera que el docente de educación básica también debe autogestionar su aprendizaje, ser crítico, aprender a trabajar de manera colaborativa, tener amplio conocimiento de la normatividad del nivel vigente y estar consciente de que el aprendizaje es permanente, es decir, durante toda la vida del ser humano.
Así pues, el docente para responder a las demandas de la RIEB tendrá que desarrollar un perfil docente basado en competencias producto de la teoría y su práctica, las cuales deberá demostrar en el aula, creando ambientes de aprendizajes con un sentido humanista. Asimismo, deberá indagar sobre nuevas metodologías y estrategias de aprendizaje necesarias para desarrollar materiales didácticos, en donde el uso de videos, audios, tutores inteligentes, multimedia, etc. es fundamental. Adicionalmente, necesitará adaptar el currículum al contexto buscando criterios de estructuración lógica y psicológica para potenciar las operaciones mentales del estudiante.
Además, tendrá que motivar el aprendizaje y utilizar estrategias constructivistas como el aprendizaje por proyectos, aprendizaje basado en problemas y estudio de casos; desarrollar las habilidades de adaptación al cambio mediante el uso de modelos innovadores, desarrollar habilidades comunicativas, colaborativas y de uso y manejo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), propiciando la reflexión y la crítica. También deberá realizar un trabajo colegiado e interdisciplinar dentro del contexto escolar, así como participar en trabajo colaborativo con profesionales de otros contextos cercanos o lejanos y estar en formación continua para la adquisición de nuevas competencias. De esta manera estará en condición de atender las necesidades de los niños y jóvenes, contribuyendo con responsabilidad y ética a la formación integral del estudiante.
Una de las opciones que existen para la formación continua y actualización del docente de educación básica en el Estado es la Maestría en Educación Básica (MEB) que oferta la Universidad Pedagógica Nacional. Este posgrado tiene el propósito de que el profesional de dicho nivel educativo profundice en la comprensión de los procesos educativos y desarrolle la capacidad reflexiva para transformar su práctica profesional, renovar y construir conocimientos, desarrollar actitudes, valores y habilidades que integren los saberes propios de su práctica, en el marco de una formación por competencias.
El periodo de preinscripción a la maestría finaliza 2 de julio, las inscripciones se realizarán del 15 al 21 de septiembre y el inicio del primer trimestre es el 23 y 24 de septiembre de 2016. Para mayores información sobre la convocatoria y el proceso de admisión se puede acceder en el sitio http://upnver.edu.mx/

Referencias

Barrios, E. M. (s/f). Nuevo perfil docente basado en competencias. Diciembre 20, 2015, de Universidad de Cuautitlán Izcalli. Sitio web: http://registromodeloeducativo.sep.gob.mx/Archivo;jsessionid=c6468811c55249d7dd337316b355?nombre=20147-Nuevo+perfil+docente++Basado+en+competencias+por+Barrios+Gomez+Edna+Marcela+ok..pdf
Fortoul, B. (2014). La reforma integral de la educación básica y la formación de maestros. Perfiles educativos [online]. Vol.36 (143), pp. 46-55. ISSN 0185-2698. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-26982014000100021&script=sci_arttext
Gobierno de México- SEP. (2007), Programa Sectorial de Educación 2007-2012. México: SEP.

Perrenoud, P. (1999). Construir competencias desde la escuela. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones.

SEP. (2011). Acuerdo número 592 Por el que se establece la articulación de la educación básica. México: SEP.

Datos generales del autor
Responsable de la MEB
Apoyo técnico pedagógico
Coordinación de Unidades Regionales UPN en el Estado de Veracruz
(228) 818 9646
mebcoordinación@gmail.com 

Nota curricular
         Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de las Américas Puebla, A. C. y Maestra en Tecnología Educativa por la Universidad Virtual del ITESM, con experiencia en el ámbito de la educación en línea y en el nivel medio superior y superior. Actualmente se desempeña como Responsable de la Maestría en Educación Básica (MEB) y apoyo técnico pedagógico de la Coordinación de Unidades Regionales UPN en el Estado de Veracruz