miércoles, 27 de junio de 2012

Editorial

Constituido como foro de expresión literaria, educativa y cultural, Tlanestli, en su ejemplar 23 correspondiente al mes de julio de 2012, publica para Usted, amable lector, una serie de artículos dirigidos a provocar la reflexión en los ámbitos político, educativo e histórico, remembrando sobre nuestra cultura y algunos de sus actores:
Marcelo Ramírez Ramírez expone sobre el acontecimiento político más importante surgido en México en los últimos años: Yo soy 132, cuestionando, ¿Cómo entender sus reclamos?; Gilberto Nieto López relata brevemente una experiencia del quehacer docente titulando de forma acertada su artículo: Más allá de un hecho pedagógico; dentro del género literario, Lenin Torres Antonio narra su cuento, Soliloquio de un fantasma; parte de la tradición mexicana es recordada por Olga Fernández Alejandre: Las Cantinas “Donde la voz se riega con licor”, evocando estampas de entornos ya transformados; sobre Los valores en el postmodernismo. ¿Una contradicción?, Cristino Moreno Zúñiga expone antecedentes de la problemática; vinculando Educación, valores y género, Mario Jesús Hernández Pérez somete también al discernimiento el mismo tema, desde otra perspectiva; en salud, Benito Carmona Grajales  escribe sobre La depresión, Una amenaza para la vida, padecimiento cada vez de mayor incidencia mundial; un Manantial de alegrías verbales en la poesía de Pellicer escrito por Lisardo Enríquez  L., permite revivir la imagen de otro grande de la historia; Gilberto Nieto Aguilar  con La escuela Actual convoca a repensar en la función académica; en poesía náhuatl español Juan Hernández Ramírez nos delita con Tixochimej Somos flores; Raúl Hernández Viveros aborda un tema polémico actual, La evaluación institucional; enfatizando en una de las dimensiones, El docente como facilitador del proceso de aprendizaje, Juana Velázquez Aquino y Mareza Hernández Sandoval, aportan una visión particular.
Es Usted, lector de Tlanestli a quien corresponde valorar la edición.

YO Soy 132: ¿CÓMO ENTENDER SUS RECLAMOS?


Por: Marcelo Ramírez Ramírez

            El acontecimiento político más importante surgido en México en los últimos años carece de sello partidista, de ideología definida y de patrocinadores, aunque esto último no sea una verdad absoluta, porque ningún movimiento nace o permanece a salvo de intereses que procuran aprovecharlo en su beneficio. Pero el movimiento que nace el 11 de mayo posee la fuerza del rechazo a las formas rituales de nuestra política, con las que cada seis años se legitima la continuidad del orden institucional en que los mexicanos han de realizar sus proyectos de vida. Este rechazo implica la necesidad de poner, en el espacio ocupado durante las campañas por el ritual, el diálogo verdadero con los candidatos, el análisis y la discusión de los problemas, afrontando la complejidad y el tamaño de estos problemas, lo que significa no quitarles su tremenda seriedad ni pretender conjurarlos con ofertas y promesas que nadie sabe cómo podrían cumplirse. Es esta imperiosa necesidad de honradez política que hoy exigen quienes han hecho su bandera del lema: Yo soy 132, la que conmueve a la ciudadanía y provoca una voluntad de participación en el proceso electoral hasta hace poco inconcebible. Incluso se creía que las elecciones del 2012 estarían marcadas por un alto grado de abstencionismo. En estos momentos el escenario electoral entraña para los partidos y sus candidatos retos, dudas y perspectivas diferentes a las que se avizoraban al inicio de las campañas. Yo soy 132, reivindica una identidad de propósitos con los estudiantes de la Ibero (UIA); propósitos que desbordan a los partidos y a cualquier actor social. La voz de los estudiantes no está encuadrada en ningún interés particular o de grupo y por ello se revela como verdadera instancia ética, donde toda otra visión de la realidad queda relativizada. Los estudiantes expresan la conciencia del pueblo y hablan legítimamente en su nombre. Se han convertido, momentáneamente en actor político y, precisamente porque sólo pueden ser el actor clave en este momento de crisis, cumplen la misión de agentes de cambio. Las demandas del movimiento, sin embargo, van más allá de la coyuntura electoral y en ello ha de verse el alcance de su impacto, si es que existe la sensibilidad para prestarles la debida atención. Lo que el movimiento cuestiona no es, aunque así parezca a la  mirada superficial, el estilo personal de los candidatos, sino lo que éstos representan, los compromisos que eventualmente podrían cumplir en el ejercicio del poder, de manera que a través de dicho ejercicio la republica reencuentre el camino del desarrollo con justicia. El estilo de los candidatos, los rasgos dominantes de su personalidad, tales como la simpatía y dotes persuasivas de Enrique Peña Nieto, la fuerza de convicción que transmite Josefina Vásquez Mota o la curiosa amalgama de carisma religioso y político de Andrés Manuel López Obrador, seguirán siendo factores de peso en el curso de las campañas; pero el movimiento Yo soy 132 ha desplazado el análisis y el debate a un nivel critico de mayor altura. De la crítica moralizante será posible pasar a la crítica de las estructuras de injusticia; deontología práctica, en vez de deontología verbal, según pedía a los periodistas europeos Pierre Bordieu.

            Por ahora, los estudiantes aportan el tipo de crítica  que como el fuego, tiene virtud purificadora; es el poder de la negación, de decir: ¡Ya basta!, a todo aquello que ha colmado la paciencia de la sociedad. El contenido positivo de las propuestas, se entiende, está por construirse; será resultado de un ejercicio democrático de participación ciudadana que permita el nacimiento de un nuevo pacto social entre gobernantes y gobernados. Este pacto, del que se viene hablando desde la última década del siglo pasado, no puede proponerlo con visos de credibilidad ninguna fuerza política particular, porque impondría una perspectiva unilateral a una obra que debe recoger los intereses de la realidad plural y por tanto compleja del país. Sólo puede proponerlo hoy, el movimiento Yo soy 132. Proponerlo, no llevarlo a su culminación. El próximo presidente de la República requerirá del consenso y apoyo de todos los actores de nuestra política y de la ciudadanía, el actor permanentemente relegado. La renovación de la vida nacional, significa varias cosas, entre otras, las siguientes: reconstruir el tejido social dañado por la desigualdad y la injusticia, lo que supone combatir las causas estructurales. Crear oportunidades para todos; reinstalar la solidaridad como principio de convivencia; impulsar un proyecto cultural y educativo que permita fortalecer la identidad nacional y la ciudadanía universal. Quien llegue a palacio nacional deberá asumir estos compromisos con un equipo de gobierno que favorezca el proceso de recreación de los órganos del Estado, con la participación activa de la sociedad. La estatura de estadista que manifieste quien llegue a la presidencia de la Republica dependerá, es lo que pensamos desde una óptica ciudadana, de la comprensión de esta imperiosa urgencia de cambio que se expresa en la voz de nuestra juventud. 

Más allá de un hecho pedagógico

Por: Gilberto Nieto López

“Un profesor trabaja para la eternidad; y nadie puede predecir dónde acabará su influencia.”

H.B. Adams

Hace un par de días mi novia me invitó –con mucho entusiasmo– a visitar la comunidad donde trabaja. Al ver el gusto con el que realizó tal petición súbitamente acepté y me apunté para ir a conocer su escuela.

Al otro día me desperté muy temprano, implorando a las estrellas que aún no se despidieran del firmamento y me obsequiaran un par de minutos más de sueño. Como dicha petición no fue atendida tuve que dirigirme a la regadera para intentar apaciguar la flojera que me embargaba. Muy pronto, Blanca y yo, compartíamos un poco de fruta con yogurt al abrigo de la frescura matinal, custodiados por una oscuridad que aún apresaba a los primeros destellos del poderoso astro que habría de hacernos compañía durante toda la jornada.

Al llegar al mercado pude apreciar un cuantioso número de camionetas de doble cabina, un poco despintadas, con elaboradas estructuras de metal en las bateas y dirigidas por distintos hombres que ofertaban fervientemente sus servicios de transporte. Cuando por fin seleccionamos una de ellas esperamos un par de minutos hasta que la cabina se llenara por completo.

Pasamos colonias, puentes y decenas de kilómetros en terracería. Después de la primera media hora de viaje la intrincada estructura metálica –que había captado mi curiosidad– se había convertido en mi adversaria; cada piedra, bache y tope se volvía una tortura en mis piernas y espalda. Una maestra que compartía el viaje con nosotros –pero que iba más allá de nuestro destino– comenzó a abordar distintos temas educativos, sindicales y sociales, la conversación era amena hasta que habló sobre accidentes que habían sufrido camionetas de pasaje por sobrecupo y alta velocidad.

Cuando llegamos a la comunidad –acompañados por púrpuras e índigos que pronostican una buenaventura en este comenzar– caminamos un tramo largo, un viaducto interminable de sueños inquebrantables, mientras éramos escoltados por árboles que aún se yerguen por el camino como centinelas que entrelazan las puntas de sus lanzas a nuestro paso. Minutos después de llegar a la escuela los párvulos comenzaron a llegar acompañados por sus mamás; recuerdo con mucho agrado la alegría que sentí cuando cada una de ellas se dirigía a la maestra con mucho cariño y respeto, acción reproducida por sus alumnos ávidos de conocimiento. Ya iniciada su clase recordé las palabras de Eleonor Roosevelt cuando dijo que «dar amor, constituye en sí, dar educación».

Para los que vivimos y laboramos en la Ciudad vislumbramos como un simple bien cotidiano cada una de las bendiciones que tenemos; pero en aquellos lugares apartados, con escuelas sin luz ni agua, con techos de lámina, son bienes indistintos a sus necesidades básicas diarias. Sin embargo, los maestros que aman su labor llegan a cortar la maleza a sus pies y a perder la timidez al gestionar cosas para personas que se han vuelto familiares añadidos. Por ello es importante hacerles ver a todos aquellos detractores de la escuela pública que la educación tiene más de dos matices –al igual que la humanidad–, pues hay un sinfín de maestros que practican proyectos y anhelos propios del mundo idealizado de los sueños; fantasía e ideas en búsqueda de una sociedad intercultural, democrática y justa, pues como dijo Henry Brooks Adams «los profesores afectan a la eternidad; y nadie puede decir dónde se termina su influencia».

gnietol@hotmail.com

Soliloquio de un Fantasma


Por Lenin Torres Antonio[1]

Benjamín me dio la buena nueva, me dijo que el sábado llegarías.

La espera ha sido tortuosa, pues desde hace mucho tiempo he querido escribirte.

Ahora crees lo que te dije cuando nos conocimos, que nunca desistiría de tu gracia, que me fundiría contigo, y que mi amor por ti sería inmortal, que mi deseo tendría su objeto de amor en tu deseo y más temprano que tarde volveremos andar por el mismo sendero.

Sé perfectamente que nunca creíste que nuestra presencia en este mundo sea una historia que se repetirá infinitamente, que nuestras vidas no tendrán un tiempo lineal que se pierda en lo finito y nos haga mártires de la historia. Y que seremos capaces de anular en nuestras almas las penas de la temporalidad, y robar cual prometeos el fuego del silencio y el saber del oráculo para compartirlos con los hombres de buena voluntad.

No creas que me he olvidado que te aburrían estas pláticas, y que preferías buscar la felicidad hasta por debajo de las sabanas, donde realmente no buscaste, porque creías que era algo sublime que trascendía lo mundano, que podría ser tomado con el corazón en lugar de con las manos.

Preparé un nuevo discurso para continuar enamorándote, en el cual he puesto el verbo en consonancia con la lengua, los nervios con el alma.

¡Bienvenida!

Como me da alegría que vuelvas de donde nunca debiste haberte ido. Las cartas lo decían, la bola de cristal lo anunciaba, nuestros corazones unísonos suspiraban su destino, y dejaban vestigios por doquier. Exentos de toda culpa, liberados de la maldición de las lenguas rasposas que nos han hecho vivir presos de los fríos razonamientos de la modernidad, al fin, podemos ejercer nuestro derecho a la vida.

Las cosas han marchado bien, he dejado de holgazanear cual oso invernando, solamente lo hago de vez en cuanto, cuando me atraganto de ese delicioso platillo llamado “codillo Alemán”, que después del festín, me provoca una somnolencia y pesadez que no permite sostenerme en pie; forzosamente me veo obligado a echar una siesta;  pero la mayor parte del tiempo, me la paso en vela, pues no quiero que mi vida se me escape cuando ya no éste, quiero estar presente en mi muerte, y si es posible participar de una muerte digna y bullanguera, irónica y pública, quiero estar presente cuando mi cuerpo sea llevado en esa caja que nos aparta de la madre tierra, al respecto, pienso que deberíamos ser enterrados sin ropas, sin cajas, “como dios nos trajo al mundo”.

Así nos ahorrarían el trabajo de desvestirnos para entrar en fusión con nuestra esencia en común, la nada.

Te contaré la historia de un pequeño fantasma.

Todo comenzó en el lugar donde nos conocimos, donde nos encontramos, Rinconada.  Pasada la media noche, al cruzar por el pueblo, un menudo mocosuelo me hizo la parada, y me pidió que le diera un aventón.

Le pregunté a dónde iba a esa hora de la noche, y le dije que era muy peligroso que anduviera sólo; me dijo que le era urgente salir de ahí. Al ver que su cara reflejaba una gran preocupación, detuve mi arenga, y automáticamente le abrí la puerta del coche. El chaval no rebasaba los ocho años de edad. La verdad es que me dio lastima, y sin cuestionarme si había hecho bien, reanudé el viaje. Invisible entró y se sentó solemnemente, sin pronunciar palabra por el momento, se quedó persiguiendo con la mirada el espacio que alumbraba los faros del carro, claro que por las altas horas de la noche, sólo veía asfalto y uno que otra luz de vehículos que nos rebasaban o que venían en dirección contraria. Cabizbajo intentaba ocultar su aflicción, sin embargo, algo se escabullía, lo delataba, era su lánguida mirada que reflejaba un gran pesar y una inmensa preocupación; le pregunté si estaba bien, y sin mediar palabra alguna, me contestó con un movimiento de cabeza, dándome a entender que sí. Tratando de saciar mi curiosidad por saber algo de él, le pregunté su nombre, y sólo logré que me respondiera con un sonido, porque lo que escuché no era en lo mínimo una palabra, parecía sonar “plash”, como el sonido que produce un objeto de metal al caer. A partir de ahí comencé a llamarle “Plash”.

Te confieso que me dio mucho trabajo hacerlo hablar, pero lo logré e iniciamos un diálogo interesante.

Para mi sorpresa, Plash es su verdadero nombre, me dijo que era un nombre polaco, que no sabía lo que significaba; lo del origen polaco lo supo por su madre cuando la escuchó platicar con una vecina, quien le preguntó de donde había sacado el nombre, ella le dijo que de una antigua leyenda polaca. 

Te transcribiré el diálogo que sostuvimos, pues afortunadamente recuerdo todo, hasta su desenlace inesperado, su desvanecimiento, su abandono:

Yo –
¿De dónde eres?

Plash –
De Tlaltetela, una pequeña comunidad, donde no hay tristeza, donde hay alegría, donde la gente todo el día anda riéndose, se ríen por todo, incluso de sus desgracias, como cuando alguien muere, el pueblo hacen una auténtica fiesta y despide al difunto con una gran algarabía, sus familiares cantan, bailan, cuentan chistes, juegan, hasta los perros se contagian de ese ambiente, porque se ponen a ladrar como locos, creo que por un momento sus almas se vuelven humanas.

Un caudaloso río atraviesa mi pueblo, donde nunca las almas nobles se ahogan, en cambio las malas, aunque sepan nadar, son devoradas sin piedad por su furioso cause. Sus aguas son cristalinas e inmaculadas, parece que la gente cuando va a bañarse y se asoma en ellas, no puede ocultar nada de la esencia de sus almas, y todo lo dejan al descubierto, sus virtudes y sus defectos; por eso cuando percibe la maldad, se traga a esa clase de gente, en cambio, cuando detecta la bondad, transforma sus furiosas corrientes, en mantos protectores, en caricias, hasta el que no sabe nadar no es excluido de deleitarse de esos baños divinos, mágicos.

Con decirte que una vez, llevé al río a mi mascota preferida, un corpulento loro verde que se llamaba  “Roque”; el río se lo tragó, creo percibió en su alma malignidad. Ese día comprobé que los animales tienen almas. El río es nuestro oráculo, el que todo lo sabe. La gente si quiere confesarse,  en lugar de ir a una iglesia, va al río.

Fíjate que en mi pueblo el tiempo se detiene, parece que siempre estamos en el mismo tiempo, el tiempo de dar gracias a nuestros antepasados, el tiempo de nuestros dioses, el tiempo sin historia, porque la historia nunca se escribe, pues siempre los acontecimientos van precedidos de un culto al pasado, por eso creo que en mi pueblo reina la paz perpetua y la alegría de la eternidad.

Yo –
¿Cuéntame de tu familia?

Plash –
Es una familia como las que hay por doquier, somos cuatro: mi madre Lucero, mi padre Abraham, mi hermana Leticia y yo. Mi mamá dice que éramos cinco, con mi hermanito José, quien murió cuando tenía unos cuantos meses de haber nacido, fue sietemesinos, sus órganos no estaban desarrollados, aun cuando su espíritu si lo estaba; mi madre dice que los espíritus de los seres humanos se adelantan al  cuerpo, es decir que razonamos antes de desear, el espíritu viene ya desarrollado y a veces el cuerpo no está preparado para recibirlo, como el caso de mi desafortunado hermanito. José antes de morir, se despidió de mi madre con una dulce y bondadosa sonrisa, parecía que nos decía: “den gracia aún por un minuto de vida”. Leticia apenas tiene dos años, todavía no nos trasmite sus pensamientos con conceptos, pero si con su penetrante mirada,  tiene el poder de la telepatía, pues sin pronunciar palabras nos dice lo que quiere. Es muy vivaracha, cuando camina danza, mueve su cuerpo tan armoniosamente que forma figuras hermosas, la queremos mucho, es la alegría de la casa. Algún día va a hablar, y cuando lo haga, nadie la va a poder callar, creará con su verbo poemas bonitos, no dudo que sea una gran artista. Según el oráculo, en mi hermana reencarnó un espíritu romántico. Yo sí creo eso, porque nunca ha fallado nuestro río, Él sabe todo, cada evento de nuestras vidas las ha visto acontecer en su esencia imperceptible, su éter es fantástico nos cubre a todos con un halo divino, somos afortunados de tener un ser como Él.

Mi padre es el carpintero del pueblo, no hay otro como él. En una ocasión un vecino quiso hacerle la competencia, pero fracasó; la gente siguió prefiriendo las obras de mi padre, auténticas obras de arte; incluso, me atrevo a decir, que van más allá del arte, son obras de creación divina, pues a cada una la impregna de una sabiduría, de una pulsión, de una voluntad de poder. Son tan especiales, que los hogares donde están, reinan la alegría y la paz, creo que mi papá deja una ventana invisible para que los espíritus de las cosas puedan andar libremente y transmitan la bienaventuranza. Mi padre es un hombre trabajador e inteligente.

Cuenta mi madre que cuando lo conoció era un muchacho muy valiente y con ideas raras, ella las llama raras porque no las entendía, lo que pasa es que mi padre fue un liberal que creía en todas esas teorías de la igualdad y en el mito del estado, todavía conserva muchos libros con esas ideas. Sin embargo, ahora, al  igual que todos los del pueblo, profesa el misticismo.

Yo –
Se nota que amas a tu familia. Me alegra que así sea, comparto tu fidelidad. De seguro que eres un excelente alumno en tu escuela.

Plash –
En mi pueblo no hay escuelas, y los niños debemos solamente asistir una vez a la semana a un lugar que llamamos "La Ciudad Arquetipo”.  Está a las afueras del pueblo, ahí todos los jueves de cada semana los niños nos reunimos, y el pueblo se queda en silencio, ni un ruido se escucha, los adultos tienen prohibido salir de sus casas, hasta que regresen sus churumbeles. A La Ciudad Arquetipo llegamos a las cinco de la mañana, cuando todavía no ha amanecido, y lo primero que hacemos es agarrarnos de las manos y esperamos la salida del Señor Sol. Cuando aparece, unísonos gritamos: ¡Buenos Días Señor Sol!  Él nos devuelve el saludo con bellos rayos de luz y energía, nos mira atento y a veces creo que se emociona tanto que se le desprenden lágrimas. Después le pedimos permiso para retirarnos e iniciar nuestras actividades, la señal de su consentimiento es la aparición de un arco iris refractando la luz y dejándonos contemplar sus bellos colores.

Posteriormente nos agrupamos por edad y cada grupo se retira a su sala de sesión, donde hay cojines para sentarnos. Antes de entrar nos quitamos los zapatos, después nos  acomodamos cada cual en su cojín, aunque todos son iguales y del mismo color, todos sabemos cual es el nuestro. Será que lo hacemos parte de nuestra persona o es el alma de cada cojín que hace familia con cada niño. Después de acomodarnos, se pasa a la elección de quién va a dirigir la clase ese día. Por lo regular, siempre hay más de un candidato, pues muchos tienen cualidades de lideres. La elección es muy sencilla, se elige a quien logre penetrar en lo más hondo de los corazones de los niños. Se les permite realizar cualquier cosa, decir un discurso, declamar una poesía, hacer una payasada,  incluso no hacer nada; una vez gané sin hacer ni decir nada, solamente me paré enfrente y los miré largo rato; me acuerdo que mis oponentes, dijeron largos discursos, todos muy sabios y bien dichos; pero quien sabe por qué mis compañeros ese día me eligieron. Según mi madre fue porque a veces es mejor callarse y dejar que los demás decidan que sentimientos y pensamientos quieren que se les transmitan, es como ceder tu cuerpo a los deseos de los demás.

Ya electo el niño médium, éste se acomoda en un promontorio que está al centro del salón, cierra los ojos y empieza a ceder su materialidad al reino de lo trascendental, miles de espíritus se agolpan queriendo utilizar el cuerpo del niño para hablar con nosotros, así es como de repente surge la voz de un alquimista que nos habla de sus conocimientos para transformar la tierra en oro, el odio en amor, las plantas en suaves fragancias, el agua en fieros rayos de luz, el fuego en alimentos celestiales; o la de un médico que nos enseña conocimientos sonadores, sentenciando siempre, que la salud del cuerpo está en consonancia con la salud del alma, que una alma sana tendrá siempre un cuerpo sano; o la de un humanista, que defiende el lado moral del hombre, y nos exalta a defender su concepción de que el hombre es el centro del universo, que la dignidad humana es una virtud fundamental que legitima todo Estado de Derecho, y a no dejarnos embaucar por la idea de un hombre preso de la ilusión del progreso, su lema es: ¡no al hombre-cosa!; o la de un profeta que pregona el advenimiento del nuevo Mesías que viene a salvar a los hombres que han hecho el bien, nos dice ¡Dios está en nosotros!, hagan de su persona el templo de Dios. Esa es nuestra enseñanza. Sin títulos ni honores. Sin maestros perecederos. Sólo las voces de hombres que han buscado la luz para vivir mejor en las sombras, que nos enseñan a vivir la vida y a vivir la muerte.

Todo iba bien hasta que le pregunté a dónde se dirigía, se puso nervioso y me dijo que más adelante se bajaría. Volvió a ponerse serio y a permanecer callado.

Me intrigaba su madurez emocional, pues no actuaba como un niño de su edad, realmente era un niño excepcional, sumamente inteligente, o por lo menos, un niño con una gran imaginación.

Justo al llegar a la autopista del Lencero-Xalapa, rompió el silencio y me dijo que se bajaba. El lugar que había escogido estaba despoblado, y a esa hora de la madrugada se encontraba sumamente oscuro, ni siquiera la luz de la luna le socorría. Detuve la marcha y aparque. Antes de bajarse, Plash sin voltear a verme, me dijo que escuchara lo que había escrito, de la bolsa izquierda de su pantalón sacó una amarillenta hoja de papel toda arrugada, la apoyó en el muslo de su pierna izquierda e intentó desarrugarla, como no lo logró, se conformó con poder leer lo que había escrito:

“El viento se detuvo, el silencio penetró por donde jamás lo esperaban; el ego y la simplicidad de nuestras vidas, sus espacios y sus fuerzas, los instantes de sus voces se pautan y arremeten contra el ser del Uno, momentos inconmensurables, instantes que personifican al espíritu absoluto.

El viento se sintió triste.

Hojas de flores secas y ramas perdidas, tenue verde que nos da la vida, y todavía nos preguntamos.

¿Dónde quedó la risa del agua clara?

El viento arremetió contra todos los seres desnucados que osaron hacerse a la mar en plena luz del día, contra los que se robaron la risa del agua clara.

Ciencia que nos cuenta sólo una parte de la verdad de la vida, la otra se escabulle entre los ritos y elogios a la felicidad; la otra vida sigue esperando ser vivida.

Firmamentos de los bondadosos,  cántico inmaculado de los dioses ausentes, sus altares resumen la historia de la humanidad.

¡Cantos al amor y a la ternura!

Lamentos y oraciones por lo perdido, lo más sagrado: las lágrimas, la desesperación, la pasión.

Hoy es el día, hoy nuestras almas deben dejar de reír, ponerse serias y aprender a amar más allá de la razón, más allá de la palabra amor.

Volverán los oscuros pensamientos, y el navegante sin remo llegará a cansarse y se ahogará.

Antes de irse nos cantará la canción de cuna que le cantaban los grillos, los saltarines verdes que se arremolinaban bajo su hamaca, y lo mantenían despierto todo el día.

Finalmente, nos enseñará a nadar en el océano de pasiones y diálogos sordos, nos restituirá el amor a la nada, al caos, y morirá para nuestras vidas, y vivirá para su mirada que es la que realmente le pertenece.

Volverán los vientos huracanados y cortarán nuestras cabezas para que aprendamos a pensar con los pies, y nuestras uñas sean las sílabas y las consonantes con las que haremos los versos de la resurrección.

Aprenderemos a respetar a la primavera,  y nos congratularemos de ver crecer los pastos entre los adoquines de las calles, ver nacer a los críos de las aves y darnos cuenta que no nos pertenecen, que sus vidas corren paralelas, indiferentes, aunque tratemos de patearlas para demostrarles que somos los amos, y sólo veamos sus cuerpos inertes que no nos escuchan.

Oídos que escuchan el diálogo solidario de las hormigas, ojos que se han quedado ciegos ante el resplandor de tu nacimiento,  absolutamente en silencio, los diálogos de los elefantes se nos harán audibles, hablarán de nuestros prejuicios, de nuestro egoísmo, y sin que podamos evitarlo, seguiremos pensando que el reino de lo inteligible nos pertenece.

Confesaremos a nuestros padres, que nunca supimos superar el odio que nos heredaron, que continuamos cargándolo en nuestras espaldas, que el amor que les prometimos se perdió entre nuestras ciencias.

Volverán los días y las noches, bailarán y en sus danzas celestiales se confundirán las luces con las sombras, el calendario tendrá un solo día, un solo mes, un solo año, un solo siglo, un solo tiempo.

Tiraremos al tiempo por la ventana, y nos guiaremos por el olfato, y mediremos nuestras distancias con los nudos de nuestros pensamientos.

Sentiremos que hemos nacido y reverdeceremos en medio de un desierto que nunca fue más que una basura en nuestros ojos.

Los ojos de los ciegos volverán a ver, pero no el mundo de la levedad, si no el de la luz que guió a los locos a revelarse contra la unidad de la razón y de la moralidad.

Afectos intempestivos que oscilan entre el amor y el desasosiego, vendavales de significantes que petrifican la movilidad, y nos lanzan al mundo del azar, de la contingencia pura, reino de la muerte.

Así quedaremos después de descubrir que el amor tiene su vértice en la posibilidad de la imposibilidad de ser, cuerpos con dos almas que intentan ser una sola.

Repentinamente se harán presentes pensamientos sin misericordia, que salvajemente nos arrastrarán y resquebrajarán nuestra supuesta completud, quedaremos esparcidos en mil pedazos que se alejarán a espacios lejanos donde no sea posible que se toquen.

Si hay algo que se asemeje a morir en vida, será ese momento.

¿Qué es el amor?, la demanda de ser poseído por otro singular que nos rescate de la multiplicidad, que nos haga poesía por un instante y cosa toda la vida.

No tengamos la seguridad de esa vital confirmación, por el contrario, dudemos de ese encuentro, de ese instante en que podamos probar un poco de la eternidad; por eso nuestras almas se debaten en la ambivalencia, nuestros corazones insisten, nuestras razones claudican, y perversamente se burlan de nuestros deseos engañados.

Nunca olvidemos que nadie mirará con nuestros ojos, ni nuestros corazones compartirán la dicha de sus pasiones.”

Ahora que te escribo esta historia, me pregunto si todo esto no fue más que un sueño, porque me parece irreal la existencia de Plash, e inverosímil el contenido de su discurso. Pequeño trasgresor que contradice la etimología del vocablo “infante”, sin palabra; historia de un fantasma con verbo.

Antes de desvanecerse, de ensimismarse, de abandonarnos-me, Plash me dio este poema para ti:

“Junto a tu cause, que es el río que arrulla mi sueño.

Junto a la casa de madera que retiene la savia de la naturaleza.

Junto a tu recuerdo que agudiza mis sentidos.

Oídos que escuchan el diálogo solidario de las hormigas.

Ojos que se han quedado ciegos ante el resplandor de tu nacimiento”.

He de confesarte que la noticia de tu llegada, ha transformado mi vida, incluso mis actividades cotidianas resultan plenas y virtuosas, has hecho que las cosas que me eran indiferentes, sean objeto de mi atención y alabo. En suma, has hecho que mis pensamientos y acciones tengan dirección y sentido, ensoñaciones que me transportan al momento del origen. Las reflexiones llegan de partes desconocidas de mí ser, y como decía Sócrates, hay un genio que se adueña de nuestra lengua y habla  por nosotros, ese otro liberado del mundo de la necesidad que puede razonar lo eterno, lo intemporal.



[1] Jefe del Archivo Histórico de Xalapa.

Las Cantinas “Donde la voz se riega con licor”


Por:  Olga Fernández Alejandre*

Sobre cantinas se han escrito
muchos ríos de tinta
y los que falten por escribirse.
(OFA)

      La palabra cantina deriva del latín cella que significa despensa, o cuarto pequeño donde se guardan los vinos. También de la palabra specus-us que quiere decir: Sótano despacho de bebidas, taberna o vinatería. Que nos conduce de la mano al mismo concepto.
      El libro de los Proverbios de la Biblia, nos habla de las consecuencias de ingerir alcohol en exceso: “La embriaguez acreciente el furor del insensato hasta su caída, disminuye la fuerza y provoca las heridas… (Ecl. 31,30).
      En tiempos de la Nueva España las licencias para abrir tabernas estaban muy controladas y para conseguirlas tenían que pasar por un largo camino administrativo (burocracia). La primera licencia que consta en actas de cabildo es del 18 de noviembre de 1546, concedida a un tal Juan Pablo. Diez años después en 1556 comenzaron a extenderse.
      Obtuvieron los permisos necesarios: Antonio Machado, Juan López Benitos, Diego Zamora, Cristóbal Toledo, etcétera. Todos ellos se establecieron en las inmediaciones de lo que hoy son las calles de Tacuba y en los alrededores de la plaza de Santo Domingo.
      Los integrantes del cabildo tenían cinco establecimientos y fueron instalados en locales que pertenecían al marqués del Valle de Oaxaca (Hernán Cortés). Llegamos a la conclusión que tanto ayer como hoy, las autoridades se benefician con este tipo de negocios.
      Para los siglos XVII y XVIII ya había una gran demanda de esos sitios públicos. El virrey Urzúa (1771-1779), decía, refiriéndose a las castas de esa época compuestas por: indios, negros, zambos, coyotes, saltapatrás, mulatos, y demás, que existían en la Nueva España y afirmaba: “De esta clase se componen todos los gremios, y solo trabajan pocos días, los demás los emplean en la embriaguez”. Incluso estaban convencidos que las clases bajas de la población eran los más borrachos y con los españoles no había ese problema.
      Para 1784 las autoridades habían ordenado que tanto las tabernas (cantinas) como las pulquerías, deberían tener horarios; no se admitía música, baile, ni asientos, únicamente la barra para que los parroquianos no se estacionaran mucho tiempo, pues estando de pie salían más rápido.
      Estos centros tuvieron mucho auge, viéndose las autoridades en la necesidad de regular el uso de las bebidas etílicas; para hacer leyes con el fin de establecer normas que no perjudicaran ni afectaran a la sociedad.
      La cantina es tan importante para algunas personas, que se van tejiendo historias y fábulas sobre los asistentes, sobretodo los asiduos.
      De esta forma se gestan cantidad de relatos que convierten estos ámbitos en verdaderos mitos con anécdotas, muchas veces llenas de humanismo y otras de envilecimiento y degradación. Haciéndose tan famosas que subsisten por años.
      Para el saber del mexicano en estos recintos socioculturales, se ha desarrollado una cultura popular y costumbrista en donde el tiempo-espacio parece tener otra dimensión, ya que se trata de una realidad dentro de otra realidad. El mexicano siente estas zonas muy suyas para beber, discutir, llorar, hacer negocios o simplemente convivir. Ahí se hacen amistades efímeras al calor de los tragos, y se juega dominó o cubilete.
      Igualmente se mitigan las penas y se pierde la quincena. Es referirse a santuarios en donde las personas disipan sus sinsabores, se da rienda suelta al lenguaje regado con licor y por si esto no fuera suficiente, al tener copas de más, se altera el álter ego. De ahí que el cantinero se convierte en el icono o gran sacerdote que oye sin chistear las confesiones, aventuras y desventuras de sus clientes.
      Carlos Monseváis comenta: “En la cantina se dan fervores y agravios cotidianos, escenarios de la destrucción. Del coloquio para celebrar chistes y para el concurso de autobiografías dolientes”.
      Ciertamente se afirma que son santuarios en los que se dan circunstancias crueles, dramáticas, pero muchas veces hilarantes.
      Es centro de reunión de personajes disímbolos en donde conviven: Billeteros, meseros, boleros, músicos, el que vende dulces, y hasta los cobradores.
      Aquí se conocen los gustos de los parroquianos y los meseros son piezas importantes de éstas catedrales de la disipación, se sacan a flote pensamientos y sentimientos íntimos que difícilmente se expondrían en otras partes. Además, disculpa comportamientos que en otros lugares serían escandalosos.
      Aramoni, un psicoanalista que ha estudiado muy de cerca el fenómeno cantineril y su cultura afirma: “Si las mujeres sufren dolor y penas, acuden al templo y al confesor. En cambio el hombre se siente decepcionado o tienen alguna angustia corre al templo que es la cantina.”.
      De este modo la cantina se convierte en un santuario masculino y de catarsis liberadora; es el ámbito en donde da inicio la virilidad y se demuestra el machismo, aquí hay duelos verbales, que muchas veces no llegan a mayores, sino que es pura bravuconería. Se trata de afianzar la hombría. Fue hasta 1982 en tiempos del presidente Miguel de la Madrid, cuando se les permitió entrar por primera vez a las mujeres a estos antros, sin embargo no a todas las cantinas les agradó la medida y quizá con las mujeres como parroquianas cambió mucho el entorno de lo que es una cantina.
      En el ritual del beber hay muchas variantes, ya que no se toma lo mismo en una cantina modesta que en un bar de lujo o en un restaurant-bar. En las primeras, son licores fuertes y casi todos de cuño nacional, en los otros se beben vinos y licores extranjeros, bebidas exóticas y mucho tequila que está de moda, pues lo mismo lo paladean los hombres que las mujeres.
      Es tan popular entre los mexicanos el acudir a estos sitios, que no les importa las consecuencias que trae la ingesta de alcohol, y aunque doctores, sacerdotes o trabajadoras sociales, prevengan o alerten sobre los peligros de este tipo de bebidas, seguirán consumiéndolas por el gusto y placer de beber y aunque sea momentáneo sentirse alegres y extrovertidos.
      El refranero popular asegura: “Señor, si con la borrachera te ofendí, con la cruda me sales debiendo”.
      No obstante, no es desconocido para nadie que quien no se mide en el ingerir bebidas etílicas, hace y dice cosas de las que tal vez se arrepienta al día siguiente con las debidas consecuencias, ya que lesiona no solo el buen juicio sino también las buenas costumbres pues hace a las personas vulgares y ordinarias.
      Los que conocen de cantinas aseguran que hay una verdadera diferencia entre el bar, el restaurant-bar y la cantina propiamente dicha. Toda cantina debe tener una barra que puede ser de madera o cemento, forrada de mosaico o barnizada. Cumpliendo su función, de separar al cantinero del cliente, mientras le prepara un trago. Una contrabarra en donde se alinean los vasos, las copas y las botellas, a modo de un escaparate. También, distribuidas por el lugar sillas y mesas, forradas estas de formica o de una madera pulida para facilitar su limpieza.
      Por el lado del frente de la barra en la parte inferior, tiene un pedestal a lo largo de ella para que descanse el pie, sea el derecho o el izquierdo para facilitar la circulación de la sangre y oxigenar el cuerpo. Junto al pedestal corre un canal con agua, en donde se escupía y a veces servía de mingitorio.
      Hay un estribillo que dice: En el pedestal de la barra descansan los pies lo mismo intelectuales que trabajadores manuales.
      En esos espacios se despliega mucha interrelación humana sin que haya clases sociales lo mismo se codea el ejecutivo, el intelectual, el obrero, el profesionista, etcétera. Pues son sitios donde se vive el ser y el quehacer de los asistentes. Por tanto refleja el estado psíquico de los que están bebiendo, sirviendo de calmante a los ánimos del tomador.
      En todas las cantinas hace muchos años rezaba un cartel: “Prohibida la entrada a las mujeres, menores de edad, uniformados, y pordioseros”.
Hoy quiero cantarle al vino
por ser el alcohol primero
y el más noble compañero
que al hombre le dio el destino.
(canción alemana de taberna)
      Siempre se ha creído que las cantinas han estado en auge, pero no ha sido así, ya que a mediados de los años veinte, se abrían restaurantes con servicio de bar, hoteles que tenían también bar. Cuando estos negocios comenzaron a propagarse, las cantinas pasaron a ser un sitio segundón, y aquí entró el ingenio de los dueños de estos espacios y nadie sabe en que momento se pusieron de moda las botanas para acompañar las bebidas embriagantes. Como por ejemplo: Chicharrón en salsa verde o roja, caldo de camarón o pescado, tacos con diversos rellenos, empanadas, picadas, cacahuates, totopos, papas fritas, tostadas, chiles rellenos, etcétera.
      En el presente la típica cantina ya no es la misma, solo en el del D. F. Quedan algunas con la esencia representativa de imágenes ya idas. Hay dos cantinas de prosapia como el Nivel y la Ópera, sigue siendo no tanto como leyenda sino atracción para turistas. No se quedan atrás: El Golfo de Tehuantepec, La Cava del León, La Flor de Valencia, el Gallo de Oro, la Sacristía, etcétera.
      Tampoco debemos dejar de mencionar aquí en nuestra ciudad tres cantinas, que ya no existen pero que fueron simbólicas: La Favorita, Las Palomas con la rifa del pollo y La Palma con sus famosísimos caldos de jaiba.
      En la actualidad son muy conocidas de ésta ciudad, la de Chico Julio con sus cocos con Ginebra y el Veinte con su carne asada y sus enchiladas. No podía faltar de la vecina Coatepec, El Sol sale para todos de los hermanos Bonilla y la Estrella con su preparado llamado, “La media cuadra”.
      En nuestro estado también hubo y hay cantinas atendidas por mujeres y con mucho éxito.
      Aunque algunas personas lo nieguen, desgraciadamente las luces del saber caminan alrededor de las cantinas. Dejándonos destellos de sus obras: Poetas, literatos, pintores, compositores y cineastas. En el cine resulta muy chocante admirar al protagonista ya sea vestido de charro o norteño que se la pasa borracho y al mismo tiempo es pendenciero, jugador y mujeriego.
      Muchos aseguran que si bien son templos del beber, también son templos del saber, pues las cantinas no solo sirven para hablar de alegrías y tristezas, sino también se discute de arte, de política y ciencia. Para muestra basta un botón. Candelario Pérez Rosales en su libro “Física al amanecer”, editado por la Universidad de San Luis Potosí. Narra que con su amigo Gustavo del Castillo y Gama cuando estudiaban en Estados Unidos se reunían en cantinas para tomar una cerveza y hablar de física. Cincuenta años después José Nieto retoma estas disertaciones y siguiendo un modelo francés que ha tenido mucho éxito, lo lleva a las cantinas, pero sin el aval de la universidad (por el que dirán).
      Al referirnos a estos lugares en torno a ellas hay mucha literatura y poesía, por eso no podemos dejar de lado una muy popular “El Brindis del Bohemio”, de Guillermo Aguirre y Fierro. Hace muchos años se decía en las escuelas el 10 de mayo (son seis bohemios que brindan por diferentes causas, el último, Arturo brinda por su madre; causando que derramaran nuestras madres muchas lágrimas).
      El cantar y libar en la cantina es una señal de la forma en que el mexicano ha hecho de estos lugares una tradición. Y no podemos dejar de lado, a uno de los compositores, que mejor ha plasmado el ambiente de cantina. José Alfredo Jiménez es considerado el mejor compositor de la llamada música ranchera de todos los tiempos. Él, como ningún otro supo plasmar en infinidad de composiciones los fracasos amorosos, las despedidas y los sinsabores del corazón y es quizá el que mejor expresa la tristeza a través del alcohol en una sórdida mesa de cantina.
      Borracho irredento, difundió de forma magistral sus composiciones, siendo para unos vulgares y populacheras, en cambio para otros el súmmum del sentimiento. Al principio escandalizaron por magnificar la embriaguez. Ejemplo de esto es la canción “Llegó borracho el borracho”, que en su tiempo tuvo muchas críticas, y hasta fue prohibida.
      Con el paso de los años se han ido diluyendo estos conceptos. En la actualidad son casi himnos que cantamos a voz en cuello, (vea usted). Estoy en el rincón de una cantina, que me sirvan otra copa y muchas más, de mi mano sin fuerza cayó mi copa, y le dijo al cantinero a ver quien se cae primero, (frases de diferentes canciones).
      En 2005 el poeta César Silva presentó en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes un poemario sobre cantinas. Este joven poeta se inspiró en el ambiente de estos centros que le sirvieron para recrear, ámbitos que se generan al calor de las copas, el humo de los cigarrillos y las expresiones de los borrachos.
      Para Carlos Oliva premio Nacional de Ensayo José Vasconcelos y premio Nacional de Ensayo José Revueltas dice que son poemas que dejan huella y está convencido que el tema no es el alcohol, ni las cantinas “sino la carne, mas que el cuerpo”.
      Y Joaquín Cossío afirma: “Sus poemas son canciones felices para el juego del verbo en el suceder de imágenes. Tienen una gran profundidad emotiva y un sereno dolor; es más me atrevo a decir que es un libro triste”.
      En torno a las cantinas a veces hay cosas chuscas y hasta peregrinas. En marzo del 2006 en Mérida se pretendió llevar libros a estos sitios. Óscar Sauri Bazán explicó que: “Las cantinas son satanizadas pero también son centros de convivencia para que las personas platiquen, arreglen negocios y se relajen del estrés cotidiano, además se hagan tertulias para ofrecer pláticas de conocidos autores mexicanos. ¿Usted qué opina? ¿Le gusta la idea?
       Una de las curiosidades de cómo se generó la palabra “teporocho”. Allá por los años treinta, se vendían en las esquinas de los barrios pobres del D. F. Té con un chorro de aguardiente, las expendedoras gritaban “Té por ocho centavos”.
      Lope de Vega llamado el fénix de los ingenios, alguna vez escribió:
El vino desde que lo
pisaron, huye de los
pies y sube a la cabeza.

titama43@hotmail.com
                                                                                                                                               *colaboradora

LOS VALORES EN EL POSTMODERNISMO. ¿UNA CONTRADICCIÓN?


Por: CRISTINO MORENO ZÚÑIGA


INTRODUCCIÓN

En la palabra postmodernismo, el prefijo “post” significa un despedirse de la modernidad.

Vivimos una paradoja: una sociedad no quiere estar fuera del título de “moderna”; “ y, por otra parte, los habitantes de las sociedades modernas parecen experimentar un malestar creciente” (González-Carvajal, 1999, p.153)

Como es sabido, hablar de valores es un terreno muy resbaladizo y entrar al estudio de los valores dentro de la época del postmodernista  es complejo, porque en el momento actual todavía no se ha clarificado este campo con precisión.

En relación al estudio de los valores, algunas Universidades han realizado intentos muy loables para rescatar y sentar las bases para el estudio de los mismos. En este sentido el Lic. Arturo Cardona Sánchez está dedicado a desarrollar un Programa para la formación en valores en la Universidad Autónoma de Baja California. En la  Universidad Iberoamericana del D.F., el Dr. Juan Escames impartió del 11 al 15 de julio de 1994, el Curso “Formación de Valores desde la Planificación Curricular”. Los Doctores. Sylvia Schmelkes y Pablo Latapí del Centro de Estudios Educativos también han trabajado este tema. Algunas Revistas Educativas de vez en cuando incluyen temas relativos a los valores humanos, entre ellas destacan: Didac de la  Universidad Iberoamericana., la Revista de la  Universidad Anáhuac, la Revista Mexicana de Pedagogía y Paedagogiun, sin descartar a los filósofos que han escrito libros de  Ética: Adolfo Sánchez Vásquez, Raúl Gutiérrez  Sáenz,  Antonio García Arenas, etc. No debe quedar fuera el trabajo de la S.E.P. En relación al Acuerdo No. 253, publicado en el Diario Oficial el 28 de enero de 1999, en el que desaparecieron Civismo y Orientación Educativa de las Escuelas Secundarias del País y en su lugar se implantaron “Formación Cívica y Ética I ,II y III”. El Acuerdo Secretarial 384 que se refiere al Nuevo Plan y programas de Estudio para la Educación Secundaria, del 26 de mayo de 2006, en su parte esencial “ propone que el tutor deberá ser un profesor formado en la observación, orientación, canalización y seguimiento de las necesidades que surjan en la trayectoria del estudiantado. Con un  sentido ético que le permita dedicarse a la formación de estudiantes para convertirse en un mediador de su aprendizaje y así mejorar su rendimiento académico, además un facilitador competente en aspectos cognitivos, afectivos y sociales, comprometido en la formación integral de los alumnos que conforman su grupo tutorado” (Canales y Moreno, 2011, p. 16), de aquí se desprende que debe ser un psicólogo o pedagogo especializado en cuestiones educativas y de resiliencia, pero por desfortuna en la realidad se ha comisionado a un profesor que le sobran dos o tres horas y que poco conoce del tema, por tanto, la educación no puede ser integral. A esto hay que agregar las presiones externas que hacen predominio a lo tecnológico. Nuestro Sistema Educativo debe hacer un equilibrio entre lo tecnológico y lo humanístico.

En cada Estado del País se elaboran Antologías y se imparten cursos al Magisterio para introducirlos en el estudio de los valores, pero la realidad es que estos cursos dan pocos resultados, ya que no son obligatorios e impartidos por docentes de buena fe, pero carentes de formación específica en el área valoral.

En este trabajo juega un papel muy importante el Capítulo 8 denominado  “La Cultura Postmoderna” del libro Ideas y Creencias del Hombre Actual de González – Carvajal.

También, con la idea de darle mayor contenido a este escrito, el sustentante se interna un poco en la reflexión, definición y conceptualización de los valores, ya que este campo es demasiado amplio y complejo como el hombre mismo.

                                                                          

DESARROLLO.

Iniciarse en el estudio de los valores humanos y del hombre en una época determinada, no es nada fácil, porque se le atraviesan a uno en el camino determinadas teorías, por tanto, son varios puntos de vista no completos y en ocasiones  hasta contradictorios, por  eso es conveniente recurrir a un marco teórico que permita sustentar esa teoría que siempre  resulta ser menor que la realidad misma, o por lo menos así lo interpreto. Este trabajo está sustentado en lo que a diario se da a conocer en los periódicos, noticiarios y vídeos, avalado en lo que se observa en la dinámica social cotidiana y en la respectiva bibliografía.

La época actual, la que vivimos en un mundo con problemas de toda índole, por ejemplo: desintegración y violencia intrafamiliar, alcoholismo y drogadicción,  promiscuidad sexual, pornografía, embarazos no deseados, anorexia, bulimia, comedores compulsivos, maltrato infantil, venta pública y clandestina de sexo en las llamadas “clínicas”, carencia de empleo, corrupción, proliferación de cantinas, constante violaciones, niños de la calle, niños abandonados con problemática especial, tatuajes y perforaciones, hurtos y venta de niños, uso de ombligueras, adición a la Coca-Cola, consumo de: frutas maduradas de un día para otro con carburo, jugo de naranja sin naranja, fórmula láctea (polvos químicos), tortillas transgénicas, narcotráfico, falta de cumplimiento en los tratos verbales y escritos, etc. , nos hace pensar en la ausencia de valores y en el fracaso en que han caído el sistema educativo formal y la educación impartida por los padres de familia en los respectivos hogares. Nada es superficial, todo es m uy complejo.

Los resultados de la crianza de los hijos en el contexto familiar no muy lejano y actual están a la vista, y por supuesto no son halagadores, por tanto, se debe buscar alguna alternativa que nos lleve a mejorar nuestro sistema de vida familiar y social.
En el inicio del siglo XXI, se vive en una sociedad en la cual los valores y principios morales están muy deteriorados, eso obliga a que la escuela y la familia retomen su sendero altamente educativo y se conviertan en formadoras de hábitos,  que le permitan  al niño tomar decisiones adecuadas en situaciones conflictivas, y de esta manera  poco a poco conformar una cultura moral que revalore la vida en todas sus manifestaciones. Es indispensable que la persona llegue a la consecución del juicio moral, entendido éste como “ facultad de la conciencia que permite distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo negativo de lo positivo, etc.. Es una guía universal de actuación que cada persona adopta en función de su propio grado de convencimiento”.  (Enciclopedia General de la Educación, 1999, p.1524).

Tanto el hombre como la sociedad no están regidos por un valor único, sino por un sistema de valores, que ella establece y jerarquiza, desde luego en función de los intereses de la misma sociedad hegemónica.

El valor es una preferencia consciente. Todo valor es una preferencia, pero no toda preferencia es un valor, ya que ésta se considera axiológica si está regulada socialmente y supera la particularidad.

Cuando se habla de valores se tiene presente la utilidad, la bondad, la belleza, la justicia, etc. Como polos positivos  de inutilidad, maldad, fealdad, injusticia, etc.. En este sentido el valor siempre tiene un opuesto, o sea, un antivalor.

El valor es de naturaleza compleja, siempre se manifiesta en un contexto y en un tiempo determinado. Es inmanente a toda la actividad humana.

Los valores se deben poner en práctica. Se debe llegar a una praxis, (actividad consciente en el hombre, que surge de la necesidad de hacer mejor lo que se ejecuta). Los valores se deben convertir en modelos de vida.

Los valores son objetivos y subjetivos, son “materia” procesada, mental y sentimentalmente vivida por el hombre social; que es el que en última instancia practica o no los valores. En consecuencia, los valores se adquieren de manera objetiva-subjetiva, porque se toma en cuenta el valor en sí y la manera de cómo lo percibe el hombre.

Ya internándose en el estudio del postmodernismo, y de acuerdo con Ortega y Gasset, en toda sociedad existen dos tipos de pensamiento, el académico y otras muchas ideas poco elaboradas, “ que determinan la forma de pensar de los individuos y rigen su conducta. A menudo el grupo social no tiene una conciencia clara de tales ideas, y,  sin embargo, están ahí, poderosas y operativas; poniéndose secretamente en funcionamiento cada vez que hay que tomar una decisión o decir [ esto es bueno] [esto es malo]” ( González-Carvajal, 1999, p. 9).

Casi siempre estas ideas pasan inadvertidas, pero conviene reflexionar sobre ellas, porque reflejan la manera de pensar del hombre.

La sociedad occidental todavía está englobada dentro del rubro de la modernidad, aunque ésta ha iniciado su decadencia.

En ningún lugar del mundo los individuos tienen pureza conceptual en cuanto a que sean modernos o postmodernos. Los tipos ideales sí existen, pero están fundamentados en algo que se da en la realidad, son una construcción mental.


La Cultura  Postmoderna.

La modernidad se está despidiendo. Está entrando la postmodernidad. Desde los años  veinte en la literatura se siente un vacío espiritual y la ausencia de sentido del hombre moderno. No hay diálogos humanos significativos. El tema de Beckett es un mundo sin Dios y sin significación.

Es un malestar antiguo. La primera reacción antimodernista está en el Romanticismo, el cual quería volver  a la Edad Media.

La Bohemia de Puccini también mostró el estilo de vida de muchos artistas, escritores y estudiantes. Los “hippies”, los “beatniks” y los “provos”, más las revueltas del 68 en París y  México han marcado la llegada del postmodernismo, indicando que el individuo se aliena, se enajena, se frustra. Berger a esto le ha llamado “pérdida metafísica del hogar”. “El hombre moderno no logra sentirse ya  en casa ni en la sociedad, ni en el cosmos, ni en último término, consigo mismo”. (González-Carvajal, 1999, p. 154). El virus de la postmodernidad ya invadió la época actual,  se ha convertido en una epidemia de la mayoría y no exclusiva de los especialistas. Hay una postmodernidad de los intelectuales y otra de la calle.

El término “postmodernismo” es muy antiguo, pero Charles Jencks afirma que nació el 5 de julio de 1972, a las 3.32 horas de la tarde cuando en San Louis Missouri, E.E.U.U. dinamitaron varias manzanas de casas, construidas en los  cincuentas, que habían resultado inhabitables. “La postmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno” (González-Carvajal, 1999, p. 156). La postmodernidad está hecha de desencanto, porque se llegó a la idea de fin de progreso y de las utopías sociales. Se empieza a desmoronar la Gran Marcha de la Historia, podría decirse que de pronto a nuestra generación el mundo se le ha venido abajo.

Según Leszek Kolakowski hace cien años éramos felices porque teníamos metas precisas; ahora con el postmodernismo hay desilusión por la ausencia de posibles salidas y es muy duro aceptar la ausencia de valores y reconocer lo que dice Baudelaire: “El progreso no es sino el paganismo de los imbéciles”.

En esta época juega un papel muy importante la filosofía de Nietzcche del eterno retorno de lo igual, y el fin de la época de superación, y él decía que no era un hombre de actualidad. Este filósofo alemán dice en su obra “El crepúsculo de los ídolos”:  “La moral antinatural, es decir, toda moral enseñada, venerada y predicada hasta ahora, va, por el contrario, contra los instintos vitales y es una condenación ya secreta, ya ruidosa y descarada de esos instintos... La vida termina allí donde comienza el reino de Dios” (Nietzsche, 1986, p. 42).

Los filósofos del postmodernismo arrojan al bote de la basura a la historia, ya que ésta sólo existe en los libros y son inventos de los historiadores. En la época actual no hay proyectos definidos, sólo hay caos de biografías individuales.  El hombre ha errado, no hay brújula ni esperanza para encontrar la gran salida. Los modernos no pudieron construir un futuro mejor, los postmodernos se refugian en el hedonismo, ya que es el tiempo del yo y del intimismo. En la actualidad se busca la realización personal, preocupación por la salud; nacen los cursos de terapias personales o de grupo, masajes normales o disfrazados para vender sexo, proliferación del  Kama Sutra Ilustrado o por video, películas de violencia y muerte, etc.. Se busca la auténtica “resurrección de la carne” ya que los hombres sólo quieren el goce como principio y fin. En la actualidad ya no es Prometeo ni Sísifo el símbolo sino Narciso. Ahora se puede vivir sin ideales, sólo importa conservar el sueldo, estar joven y gozar de la vida por medio de vacaciones y asuetos, ser adicto a la televisión. y de sentir agrado, incluso a costa de la misma salud. Están muy de moda las expresiones: “güey” y “me vale”, o sea que las personas se pueden inyectar con facilidad  “vale.....poco la vida”.

Ha llegado el momento en que la estética sustituye a la Ética y que se deben vivir los instantes del eterno presente, porque ya no hay futuro ni pasado, ahora “sólo vale lo que me agrada” y “haz lo que quieras”, “nada está prohibido”, dicen los jóvenes. El único principio rector es ¡vive feliz!

Ya no es tiempo de exaltar la razón, sino de valorar el sentimiento, ahora ya no se debe pensar, porque ha llegado el imperio de lo “débil”, de lo “ligth”. En esta línea de pensamiento la prensa española (El País, 10 de febrero de 2002) publicó el artículo de Verdú Vicente, denominado “Hacia un yo más débil”.

Actualmente sólo vale “el aquí y el ahora”. La postmodernidad se puede resumir como la desvalorización de los valores supremos y de las grandes cosmovisiones. Los postmodernos aceptan que Dios ha muerto, que todo importa un bledo, que el saber mucho provoca males, que la iglesia obstaculiza el conocimiento de las ciencias  naturales y que el portador de un pensamiento débil es más tolerante.

Como consecuencia de lo antes mencionado, surge un individuo fragmentado, en el cual manda el sentimiento, y está sujeto a modificaciones rápidas. No tiene compromisos profundos, en el sexo no hay relaciones duraderas. Las canciones de Joaquín Sabina ejemplifican esta realidad.

De la tolerancia se pasa a la indiferencia, pero se regresa a Dios con una religión “light”. “...el individuo postmoderno obedece a lógicas múltiples, frecuentemente prepara él mismo su coctel religioso: unas gotas de islamismo, una brizna de judaísmo, algunas migajas de cristianismo, un dedo de nirvana; todas las combinaciones son posibles...” (González-Carvajal, 1999, p. 176). El hombre postmoderno busca una religión confortable y se libera interiormente por medio de la droga.





CONCLUSIONES:

·         El ser humano debe tener una actitud plenamente consciente respecto de los valores y conducir su vida de acuerdo con ellos. Los valores se viven y se testimonian cotidianamente.

·         En el modernismo sí hubo una guía bien definida que al hombre le permitió formular una escala valorativa y una cosmovisión para conducirse en su paso por el mundo.

·         En el postmodernismo no existen valores supremos, sólo hay un goce irracional fundamentado en el sentir; el eterno presente se debe vivir en una serie de instantes agradables, sin importar la ética.

·         La vida actual nos lleva a repensar lo importante que son  los valores supremos en el momento presente, ya que nuestras familias no deben caer en los efectos nocivos de lo que se entiende por  “valor”  dentro del postmodernismo.




BIBLIOGRAFÍA:

1.-CANALES, Emma Leticia y  MORENO, Tiburcio. (2011). Resiliencia y
                emociones en secundaria en el espacio de Orientación y tutoría.
                México: CONACYT

2.-CARDONA, Sánchez Arturo. (2001).  Formación de valores.
               México: Grijalbo:
    

3.-Enciclopedia General de la Educación. Vol. 3. (1999).  Barcelona: Océano.

4.-GONZÁLEZ-CARVAJAL,  Santabárbara Luis.( 1999).  Ideas y Creencias
                del Hombre Actual..  Santander: Sal Térrea.

5.-NIETZSCHE, Federico. (1986). El Crepúsculo de los Ídolos. México:
                Editores Mexicanos Unidos.