viernes, 11 de mayo de 2012

Editorial Reconocer al Maestro


El 15 de mayo, instituciones públicas y privadas de educación, sindicatos, entre otros festejan al profesorado, ofreciendo banquetes, sin omitir discursos halagadores, y para ello se destinan grandes cantidades de recursos financieros, la mayor parte proveniente del erario público.
El profesor se convierte en centro de atención y en algunos casos recibe obsequios otorgados por padres de familia con fines diversos, aprovechando la conmemoración del Día del Maestro.
Transcurrido este día y durante el resto del año, al profesor se le responsabiliza del fracaso escolar, aprendizaje deficiente, baja calidad educativa y otros problemas inherentes a la educación.
Reconocimientos y críticas al quehacer docente, para quien ejerce con y por vocación son bienvenidas: evaluar y ser evaluado constituyen procesos conocidos para el profesor fortaleciendo en él la capacidad de análisis de su práctica educativa.
Tal vez el mayor reconocimiento anhelado por el profesor comprometido con su actividad, sea despertar el interés del educando, captar su atención y mirarles adquirir los conocimientos, habilidades, valores, actitudes, para enfrentar la problemática social.
En la actualidad, el profesor se encuentra en desventaja para alcanzar los fines de la educación. Medios informativos y de comunicación, padres de familia, autoridades gubernamentales y sociedad, incluso el propio Sistema Educativo Nacional, divergen en sus objetivos educativos.
Es prioritaria la necesidad de unificar criterios, alinearlos a lo establecido en el Artículo 3º Constitucional, en su caso actualizarlo a la situación real de la nación y a planes de desarrollo a mediano y largo plazo. Que la política educativa reconozca al profesor, tanto en el plano económico, en su formación docente, pero también escucharle para la planeación y organización educativa.
Sí bien en la tarea de formar alumnos el profesor es factor indispensable, también los demás involucrados en esa tarea, deben asumir la responsabilidad correspondiente contribuyendo todos en el logro del país al que se aspira.

Sobre El ocaso interminable:


Por: Javier Ortiz Aguilar


En los años sesenta del siglo pasado, nuestro sistema educativo  permanecía al margen de las preocupaciones nihilistas de los intelectuales europeos. En nuestros centros universitarios la ciencia era el discurso de la verdad. Este hecho no es arbitrario o propio de la ingenuidad, es producto de la evidencia del experimento y la prueba de las proposiciones que sustentan las ideas de la razón, el sujeto y el sentido. Nadie podría, en estas condiciones, negar la posibilidad de una vida mejor, incluso la posibilidad de “tomar el cielo por asalto”.
En ese contexto, la historia alcanza un estatus privilegiado en el reino del conocimiento científico; gracias al desarrollo de teorías, la consolidación de los estados nacionales y la institucionalización de archivos, incluso la formación profesional del historiador. No obstante la sospecha sobre la legitimidad de los trabajos históricos está presente, aún cuando el estado de ánimo impide valorar los alcances y consecuencias de la crítica. Don José Ortega y Gasset  expone una crítica en el prólogo a las Lecciones sobre filosofía de la historia universal, cito: “Y no puede desconocerse que hay una desproporción escandalosa entre la masa enorme de la labor historiográfica ejecutada durante un siglo y la calidad de sus resultados. Yo creo firmemente que los historiadores no tienen perdón de Dios. Hasta los geólogos han conseguido interesarnos en el mineral; ellos en cambio, habiendo entre sus manos el tema más jugosos que existe, han conseguido que en Europa se lea menos historia que nunca.”[1]. Resulta interesante que en momentos previos a la posmodernidad las formas historiográficas ya estén severamente cuestionadas.

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La pregunta surge de inmediato: ¿por qué el desinterés por la historia? La respuesta reside en los orígenes de este concomimiento. La historia es el producto de la modernidad. Es en consecuencia contemporánea con el estado nacional. Su paralelismo permite la recepción de influencias significativas. Por una parte, la necesidad del nuevo estado para registrar sus acciones y resultados de la administración pública, crea los archivos nacionales, imprescindibles para la construcción de los discursos históricos. Pero por otra, le asigna a la conciencia dos funciones: presentar los mitos fundacionales y justificar la existencia de una nueva hegemonía.
Así nace un conocimiento cargado de positivismo, de traumas o simplemente una visión de los vencedores o de los vencidos. Estos discursos ajenos a la vida de los hombres que viven y luchan, resultan una especie de opio de mala calidad. Una historia cargada de hechos, de traumas o de ideologías, no conducen a una explicación valida de la realidad social, y por ello resulta un discurso, a pesar de los recursos metodológicos, ajeno a los propósitos prometidos por la modernidad: un saber capaz de orientar la práctica social con la finalidad de superar la situación heredada.
En estas circunstancias la crítica a la modernidad a la historia resulta fatal, puesto que, nos sólo  ponen en tela de juicio la validez de sus principios, sino que sus productos pierden consenso entre los lectores. Los historiadores en su mayoría, prefieren orientar sus investigaciones  a cuestiones academicistas eludiendo el compromiso con los problemas políticos. Así  hay una considerable producción historiográfica ajena a las preocupaciones de la sociedad actual.

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En este contexto adquiere una significación importante el libro  de Arturo Anguiano que hoy presentamos en el marco de uno de los acontecimientos más importantes que organiza la Universidad Veracruzana.
Este libro El ocaso interminable[2], reconcilia al lector preocupado por los problemas sociales con la historia. Hay dos razones:
1.    Las tesis son proposiciones comprometidas con un proyecto político en tiempo de la globalización.
2.    No recurre a la especulación, para la demostración de sus tesis, sino a la exposición de hechos duros, metódicamente construidos.
La estructura del discurso descansa en una recuperación crítica de una tradición de la historia moderna, fincada en la idea de la totalidad histórica como referencia de la explicación necesaria para transformar la realidad social. Si bien esa totalidad emerge de las relaciones económicas, es la política, la práctica social la que les da unidad, continuidad o ruptura. En esa perspectiva interpreta nuestro pasado inmediato, no con la finalidad de retornar a un  pasado, o recuperar una memoria totalmente  mitificada, por lo contrario, aquí está expuesto un discurso que nos permite vislumbrar las posibilidades de futuro, y lo más importante, saber qué hacer para impulsar un proyecto añejo pero todavía incumplido: un régimen democrático.
Consecuente con lo anterior construye un problema de la investigación que cada vez adquiere más importancia en  nuestro país: ¿por qué existe una resistencia omnipresente ante los avances democráticos? ¿Por qué las prácticas autoritarias permanecen intactas a pesar de las modernizaciones tecnológicas y las luchas populares?
Estas preocupaciones orientan  la estrategia de la investigación. Resulta evidente que el investigador desmonta las estructuras que crean las condiciones de posibilidad  del quehacer antidemocrático en México. El análisis por separado permite encontrar la unidad esencial en el todo social. Esa unidad, por supuesto, no es una unidad trascendente,  sino en una práctica política históricamente condicionada.
Por supuesto las condiciones estructurales no son estáticas ni determinantes; por el contrario, éstas van generándose en la tensión entre las tradiciones y las prácticas políticas. Por ello, el autor considera como el principio de  sus indagaciones el momento que la revolución mexicana se hace gobierno, iniciándose así un doble proceso: una modernización productiva para ingresar al sistema mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, y la conservación de una forma arcaica del ejercicio del poder: autoritario, vertical, corporativo, clientelar, fincado no en la voluntad ciudadana, sino en el vasallaje en todas las actividades de la vida social. De esta manera delimita su investigación: la crisis de este sistema autoritario, iniciada con el movimiento estudiantil de 1968 y que culmina en el año 2000 con la alternancia en la máxima representación nacional. Entramos al siglo XXI, bajo el signo del espíritu de nuestros tiempos: la vida democrática. Bien vale la  pena citar el inicio de la presentación del libro: “El tercer milenio se inició en México con un sismo político que estremeció la nación: la derrota de la transfigurada y decadente  ‘Revolución hecha gobierno’ luego de más de setenta años de dominio incuestionable.”[3]
La derrota no significa la ventilación democrática en el turbio quehacer político, sino que las reminiscencias del autoritarismo, la arbitrariedad, permanecen incólumes en el nuevo régimen. Este es el problema que interesa a la sociedad mexicana.

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Las reminiscencias autoritarias construyan la vida artificial de un sistema que por sus mismas contradicciones deben desaparecer. Este ocaso interminable es el objeto de estudio y se expone en cinco capítulos, sustentados en una selecta bibliografía, y en la experiencia en el campo de la lucha revolucionaria. No hay aquí una separación entre la construcción rigurosa de un discurso científico social y un compromiso político.
En lo personal me parece fundamental su concepción del apogeo del antiguo régimen y su crisis estructural; su cénit y su nadir. El cenit, dice, se alcanza durante el sexenio del General Lázaro Cárdenas donde la modernización culmina toda una estrategia tendiente a dotar al estado “(…) de las palancas constitucionales y sociales que le permitieron realizar una labor realmente civilizadora por medio de transformaciones en distintos terrenos. Ningún otro actor estuvo en condiciones de dirigir y poner en práctica este esfuerzo.”[4]. Por supuesto el ocaso es producto del desmantelamiento de ese poder, iniciado inmediatamente después de la masacre de Tlatelolco y acentuado con las prácticas neoliberales instituidas después de 1984. De esta manera hay una contradicción entre la producción y distribución de bienes y servicios y el autoritarismo que permea a la sociedad en su conjunto. En esa contradicción queda atrapada la voluntad ciudadana-
La lectura de esta obra, insisto, reconcilia al lector preocupado por  la  cuestión social con la historia, puesto que, las ideas que subyacen en ella nos ubica y nos compromete con nuestro tiempo. Anguiano desde un presente vivido  pregunta a los procesos pasados, con la finalidad de asumir la conducta adecuada  para construir la vía de un futuro deseable.
Manuel Cruz, parafraseando a Jean Paul Sartre, señala el sentido de los discursos históricos, como el del Dr. Anguiano: “(…) ahora resultará oportuno reiterar: lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros.”[5]











[1] Hegel, G. W. F.  Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Madrid, Alianza Universidad, 1989. P. 17
[2] Anguiano, Arturo. El ocaso interminable. Política y sociedad en el México de los cambios rotos. México,  Ediciones  ERA S. A. de C. V.; 2010
[3] Anguiano, Arturo. Ob. cit. p. 11
[4] Anguiano, Arturo. Ob. Cit. 141
[5] Cruz, Manuel. Acerca de la dificultad de vivir juntos. La prioridad de la política sobre la historia. Barcelona, Editorial Gedisa; 2007 (Visión 3 X) p. 14

El placer por la lectura se cultiva cada día

Por: Alicia Soto Palomino.

Cuando escucho las historias de las mujeres que han vivido fuera del alcance de la lectura y escritura, me vienen a la mente los pasajes en los que mi madre me contaba que para ir a la escuela en su época de niña, era necesario ser varón, que sus hermanos tenían que caminar grandes distancias para llegar a la escuela y que a la mujeres no les permitían asistir, pues no lo necesitaban.
Entonces me doy cuenta de la gran oportunidad que me dieron mis padres al permitirme ir a la escuela y así lograr aprender a leer y escribir y sobre todo, conocer ese mundo fantástico de los libros.
Recuerdo mis primeras lecturas relacionadas con cuentos maravillosos y algunas radionovelas e historias que enriquecían mi imaginación. El hecho de escuchar a mi abuelo contando historias fantásticas me hacía fantasear con la realidad y le proporcionaba un toque mágico a mi vida.
Así pasaron los años y mi amor por la literatura se fue haciendo más grande hasta que llegué a la secundaria y me dieron clases magníficos docentes, que hicieron que las obras literarias cobraran vida y gozara como nunca con La Iliada, La odisea, El Quijote de la Mancha y con la literatua mexicana. Así con gran interés cursé el bachillerato y nuevamente la literatura Hispanoaméricana se adueñó de mi ser y me adentré a vivir con los cuentos y las novelas; considero que ahí surgió la semilla del deseo de estudiar la carrera de letras españolas. Efectivamente, llegué a la universidad y conocí más autores, obras, corrientes literarias, teorías y conceptos que  aumentaron mi deseo de querer compartir esta pasión por los textos literarios.
Cuando tuve la oportunidad de trabajar en Telebachillerato se abrieron las puertas para realizar algunos de mis sueños más anhelados, “contagiar” ese amor por las letras. Ahora ya han pasado diecisiete años desde que comencé esta travesía y me doy cuenta que esta tarea es cada vez más ardua, pues los docentes y alumnos necesitan ser motivados  con técnicas y estrategias de lectura eficaces  que hagan que los lectores se apasionen por los textos. 
Necesitamos más lectores comprometidos y estoy pensando en primer lugar en los compañeros docentes y una vez que estén listos para reforzar esta aventura, es preciso que la “contagien” a sus alumnos, solamente así podremos pensar en un buen resultado de la promoción de la lectura.
 Invito a reflexionar a los docentes sobre su propia actividad como lectores y como emisores de los textos que leen, creo que es tiempo para comenzar a revisar nuestras metodologías, procesos y resultados de manera individual.
Agradezco infinitamente a los docentes que hicieron gratos los momentos que viví frente a los textos y que con su pasión hacia la literatura hicieron que me enamorara de la carrera que  cursé.
Repito algunas de la frases de Felipe Garrido:
La única manera de hacerse lector es disfrutando el placer de la lectura. Un libro que te hace vivir experiencias que no son tuyas está provocando placer. Creo que escribir es un deseo de expresarte y es un desarrollo natural: a fuerza de leer a los demás, tú también quieres decir algo. Así como a fuerza de oír a los demás, un día también quieres decir algo, lo que tú piensas.
De esta forma, la lectura y escritura se convierten en un binomio que debemos  ejercitar. Este es otro aspecto que necesitamos desarrollar.
El principal objetivo de este texto es brindar una felicitación a los docentes que enseñan con amor, pasión e ilusión. También quiero felicitar a los padres de familia que desde su hogar cultivan la narración oral y leen o rescatan las tradiciones orales que se han perdido y que es preciso  recuperar de forma urgente, pues así no dejaremos que se queden olvidadas las historias y se pierdan en el letargo de la pasividad.




Feria del libro Orizaba 2012

Por: Dante Octavio Hernández Guzmán.
En el marco del edificio que alberga el Archivo Municipal de Orizaba se estableció la segunda feria del libro de Orizaba, esta Feria del Libro Orizaba 2012, se llevó a efecto del 12 al 22 de abril bajo el lema “Las Letras Cobran Vida”, se desarrollaron más de 350 eventos alternos presentaciones de libros, títeres, conferencias, cuentacuentos, destacándose la presencia de la Orquesta Juvenil de Tlaxcala y la Orquesta Juvenil de Veracruz dirigida esta última por el Maestro Antonio Tornero; se destacó también la presencia del estado de Tlaxcala como estado invitado siendo un éxito la exposición del Museo Nacional del Títere (MUNATI) de la ciudad de Huamantla, Tlaxcala que se montó en el Museo de la Ciudad dentro del Archivo Municipal. Otro gran evento fue la presencia de los Salterios de Altzayanca, Tlaxcala.
La inauguración fue espectacular ya que se contó con la participación de Guadalupe Laoeza  con la presentación de su libro: “El arte de ser abuela”. También contamos con la presencia de la editorial de la Universidad Veracruzana que al través de la Vice-Rectoría nos presentó las novedades de la colección Pitol traductor, los números 15, 16 y 17, con la intervención del Profr. José Luis Spíndola Soler y la Mtra. Milena Koprivtza Acuña; “La Balada de los Bandoleros Baladíes” cuya autoría es de Daniel Ferreira, presentado por el joven Josué Castillo. También contamos con la presencia del Dr. Enrique Florescano Mayet quien nos dio una conferencia magistral acerca de su libro “Los Orígenes del Poder en Mesoamérica”.
Otro de los eventos de mayor relevancia lo fue el homenaje que el Ayuntamiento de Orizaba le otorgó a la veracruzana Beatriz Espejo, que estuvo acompañada para hablar de su vida y obra de los maestros Emmanuel Carballo y René Avilés Fabila quienes tuvieron una gran acogida por el público asistente.
Podíamos enumerar un sinfín de actividades más como las presentaciones de libros por la SEV: “La gran enciclopedia del mar” presentada por los Lic. Nemesio Domínguez Domínguez y Andrés Valdivia Zúñiga; “Computer & Web” presentado por el Ing. Gustavo Balderas; “La función de los escarabajos del estiércol en los pastizales ganaderos” con la participación de la Dra. Imelda Martín Morales y el Lic. Andrés Valdivia Zúñiga; “Experiencias de prácticas educativas en el marco de la referencia curricular y pedagógica de la educación prescolar” con la presencia de las Lic. Yadira Petrilli y Rosalinda Irene Galindo Mota y “Los jóvenes y el alcohol” presentado por los Lic. María Lilia Viveros Ramírez y Sergio Mayoral Barranca. No podemos dejar de mencionar la presencia del IVEC con la presentación de 4 obras inéditas de Emilio Carballido siendo presentadas por el Mtro. Héctor Herrera y los actores Adriana Duch y Enrique Ceja.
Tuvimos también la participación del Mtro. Willibaldo Herrera T. Director del Instituto de Cultura de Tlaxcala con la conferencia “La Vida del Mtro. Jorge Cuesta”; por otra parte el Dr. Carlos Serrano Sánchez Director del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM presentó los libros publicados durante los nueve Coloquios de Antropología, Historia y Sociedad que se han efectuado en Orizaba de 1992 a 2011.
En total se efectuó la presentación de 32 libros, siendo uno local el que destaca por su peso histórico para Orizaba: “Desarrollo Urbano y Arquitectónico de la Colonia a la Revolución: El caso de Orizaba” autoría del Ing. Dante Octavio Hernández Guzmán que fue acompañado en la presentación por el Ing. Luis Rojí Guraieb Director del Obras Públicas Municipales y el Arq. Luis Rubén Hernández Coordinador de desarrollo Urbano Municipal.
Hubo una gran acogida a la Feria del Libro que esta vez contó con 46 Stands con las mejores editoriales como Fondo de Cultura Económica, Planeta Brittanica, Mondatori, Editora del Gobierno del Estado, Editorial de la UNAM, Universidad Veracruzana, Algarabía, entre otros la afluencia de los orizabeños fue magnífica ya que al cierre de la feria se contabilizaron 29,057 asistentes al recinto, sin contar los que participaron en otros foros como el Teatro Orizaba, Foro del Parte López, Casa de Cultura del Tecnológico (donde se proyectaron una serie de cortometrajes) y Casa Consistorial en donde se tuvieron expuestas una colectiva plástica con obras de los maestros tlaxcaltecas como Desiderio Hernández Xochitiotzin, Armando Ahuatzin y 8 artistas plásticos más, bajo el nombre de “El Carnaval en Tlaxcala: Huellas del Tiempo” y la exposición fotográfica “Imágenes de Veracruz: Una mirada inquieta” del orizabeño y curador del AGEV Bulmaro Bazaldúa Baldo, sin olvidar el Museo Móvil “Camino de la Ciencia” y el “Programa Vasconcelos” que con tres autobuses completamente equipados dieron atención a los jóvenes y niños orizabeños. El mayor atractivo para los niños fueron las presentaciones de las compañías de títeres “Rosete Aranda”, “Jaguar” y “Grupo Trapos” todos ellos de Tlaxcala.  El día de la clausura se presentaron por las calles de la ciudad la Camada de los Huehues de Tlaxcala con 52 ejecutantes, que hicieron que la gente se arremolinara en torno a ellos mientras efectuaban sus evoluciones. Finalizamos con un encuentro de jaraneros de Orizaba y Córdoba que duró cuatro horas, destacándose la presencia del decimista el Vale Lammoglia, que es un defensor de la originalidad del fandango y creador de más de 600 decimas espinelas.
Todo fue gran fiesta y cultura, los acervos de libros de los orizabeños se incrementaron dejando un asomo de la avidez del orizabeño por la lectura y las actividades culturales.
Que gran acierto del Lic. Hugo Chahín Maluly presidente municipal de Orizaba, por su disposición a la preservación cultural de los orizabeños.

La sociedad y los medios

Por: Gilberto Nieto Aguilar
No es lo mismo los medios y el poder, que el poder de los medios. No en balde desde la primera mitad del siglo XX se les llamaba el Cuarto Poder. Ahora parecen todos los poderes juntos, porque presionan la ejecución de acciones, proponen iniciativas y juzgan a políticos y ciudadanos. El calificativo de “Cuarto poder” se le atribuye a Douglas Carter Beane, pero las voces críticas que cuestionan los límites de los llamados “creadores de opinión”, aumentan cada día.
Lo que no aparece en los medios no existe, no es real. En el siglo XXI se ha desbordado el imperio mediático que, como dijo el educador y filósofo canadiense Marshall McLuhan, ha hecho del planeta una aldea global, término usado para describir la interconexión humana a escala mundial generada por los medios electrónicos de comunicación, con las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata de todo tipo de información en casi cualquier lugar del planeta.
Su poder es tal, que deriva en un enorme condicionamiento intelectual. Los medios de comunicación de masas (prensa, radio y televisión) pactan opiniones, se agrupan, operan en un mismo sentido y prácticamente “barren” cualesquiera otra opinión o propuesta que no sea, por ejemplo, para defender un esquema que interesa a los grupos del poder, anónimos para la opinión pública.
A veces la idea es hacernos creer que habitamos en el mejor de los mundos. Para ello existen mil artificios que presta el florido, rico y flexible lenguaje bajo el manejo de una pluma ágil, “profesional”; a una voz bien modulada, con tonos sugerentes, atractivos y con efectos especiales. La televisión lo tiene todo: el lenguaje hablado, el simbólico, la imagen, el movimiento, una rica gama de efectos especiales, colores, sonidos, que hacen posible la inducción subliminal. El público está indefenso, si no cuenta con cierta condición crítica que proteja su opinión personal.
Los medios de comunicación juegan un papel ideológico. Defienden una concepción de la sociedad, patrocinan una idea del mundo en la que ellos creen, protegen una posición neoliberal o socialista, patrocinan un candidato que les es afín... o les paga más.  Porque los medios de comunicación están muy implicados en el mercado, la economía y la ganancia. 
Asumen los tres poderes: impulsan, patrocinan, suben, bajan, maquillan, sentencian, absuelven, modifican, dominan, rechazan, elevan, hunden, adoctrinan, venden. Es un poder inmenso que entra con licencia en los hogares y la mente de sus moradores. No es el Cuarto Poder: es el Poder Total.
Ensalzan o juzgan a las personas; la forma de actuar de políticos, autoridades, personajes de distintas ocupaciones, y afectan su imagen pública. Lo mismo puede llevar a una persona a lo más alto, como retirarle el apoyo, hacerlo perder popularidad y credibilidad en cuestión de horas.
Los medios también educan, ayudan a formar criterios, exponen puntos de vista diversos, informan para saber, explican para conocer. Se han convertido en un agente social imprescindible en nuestros días, que pone al mundo a nuestro alcance. Pero, ¿hasta dónde llega su poder? Los puntos de vista se enfrentan al valorar su influencia, los contenidos y las tramas político-económicas en que se sustentan. 
En las últimas décadas se ha incrementado notablemente la influencia de los medios debido a la facilidad con que llegan a la población. No todos lo hacen con la misma fuerza. La televisión ostenta el máximo poder pues, como afirma el dicho popular: una imagen vale más que mil palabras, aunque éstas también pueden manipularse, para que aquéllos a quienes llega, sus espectadores cautivos, lean, escuchen, vean y sientan tocados en la razón y el sentimiento.
Los medios y la democracia
María Elena Cantú entrevistó, hace más de seis años, a 29 analistas y politólogos sobre el papel de la radio y la televisión en la democracia mexicana. A pesar del tiempo transcurrido, las opiniones vertidas siguen teniendo vigencia en la realidad mexicana y es por ello que exponemos algunas ideas recogidas en las entrevistas.
José Woldenberg dice que existe la necesidad de un mayor profesionalismo, de una mayor objetividad y compromiso con los valores y las prácticas democráticas. Menos nota roja, menos estridencia y sensacionalismo, ordenar y priorizar las noticias. Explica que, «Si partimos de la idea de que no hay política que no transite por los medios y que, de una u otra manera, los medios modulan la política, la conclusión es que el poder de los medios es muy grande».
Jesús Silva-Herzog Márquez piensa que, gracias a la apertura de los medios, se han reducido los espacios para la corrupción, pero señala que el Estado mexicano, sin tener atribuciones de castigo o premio, tiene la obligación de establecer límites que dejen a salvo los derechos de quienes resulten afectados por los medios. «El México de hoy no se reconoce en los periódicos de hace 15 ó 20 años, ni en sus programas de televisión ni en sus emisiones radiofónicas». Son más independientes, ejercen la crítica con mayor libertad, no domina el espacio una sola voz y toca temas que durante muchos años fueron tabú.
Muñoz Ledo, por su parte, opina que en toda América Latina se percibe a los medios como un poder fáctico, sin contrapesos. Los medios electrónicos tienen una influencia definitiva en la formación de la opinión pública. Asegura que la influencia creciente de la radio y la televisión comienza con la transición, después de la cual ha jugado un nuevo papel.
Fátima Fernández Christlieb, por su parte, afirma que hoy no se gobierna ni se ganan elecciones sin los medios, como parte de un fenómeno mundial. Ellos deciden quién existe y quién no. La acreditada analista expresa que «todo poder necesita un contrapoder, de lo contrario ese poder se convierte en autoritario». Cita nombres de estudiosos como Sartori, Popper, Luhmann, Bourdieu.
José Carreño Carlón dice que actualmente «los políticos necesitan más de los medios que los medios de los políticos». Antes de la transición «teníamos un poder político cohesionado, fuerte,… frente a medios fragmentados que competían por las relaciones con el poder público. [Hoy] tenemos una inversión». Sugiere una función que debieran cumplir: «contribuir a la elevación del debate público, darle más ideas, menos incendio, menos controversia, a veces generada como negocio».
Raúl Trejo Delarbre dice que los medios siempre han sido un poder, en todos lados, antes que lo dijera la prensa norteamericana. «La excesiva concentración de medios, la debilidad del Estado y una clase política volcada hacia la esfera mediática, son algunos de los diversos factores, estima el especialista, que han generado una mediocrasia mexicana de nefastas consecuencias para la ciudadanía», resume la entrevistadora, María Elena Cantú.  
Dos consideraciones más de José Woldenberg: «… en las elecciones de 1994 y 2000, se percibe que hubo una apertura para bien de los propios medios: reprodujeron la pluralidad política de una manera más equilibrada y más profesional. Creo que los medios lo hicieron por necesidad, para mantener su credibilidad, pero resultó virtuoso». Luego asevera: «No existe institución poderosa que no deba ser reglamentada, que no deba ser regulada, y eso incluye a los medios». (“Medios & Poder”, Editorial Norma, 2005).
En el rubro de las ganancias, la radio y principalmente la televisión, obtienen muy buenos dividendos económicos. Pero le deben a la Nación, al gobierno que los apoya, y a la sociedad que elige y sostiene a esos gobiernos que los apoyan, más cultura para la democracia en sus espacios, promoción de valores como el diálogo, la convivencia, la pluralidad, el respeto a las ideas y el trabajo para el bien común.
gilnieto2011@hotmail.com

Épsilon, una propuesta en alas del viento

Por: Samuel Nepomuceno Limón

Sabido es que las lenguas tienen vida, y si bien cuentan con periodos más o menos amplios en que conservan cierta estabilidad, se encuentran en constante modificación. El idioma español, tan caro a sus hablantes, lingüistas y académicos de la lengua es el producto de una vulgarización del latín, que se vio paulatinamente degenerado y terminó por dar origen a varias de las lenguas conocidas como romances. En la actualidad se observa también que cada cierto tiempo diversos vocablos dejan de ser utilizados, a la vez que algunos neologismos hacen aparición en el habla de algunos sectores de la población.
Una de las funciones de la Real Academia Española de la lengua es brindar reconocimiento, a través de su famoso diccionario y su gramática, a vocablos que han hallado abierta aceptación por grandes sectores de hispanohablantes. No resulta extraño, pues, que por su amplio empleo en diversos países, el diccionario de la Academia reconozca vocablos que hace algunas décadas resultaban impublicables. Reconoce ahora el uso de algunas groserías, si bien desaconseja su empleo.
Es así, por el uso cotidiano del lenguaje, que insensiblemente va cambiando con la aceptación de nuevas palabras y el abandono de otras. Fuera de la Academia, formalmente no hay organismo alguno que funcione como árbitro del lenguaje. Su tarea de otorgar reconocimiento a vocablos que ya están en circulación desde tiempo ha es visto por algunos como algo muy distinto de presentar innovaciones.
En nuestros días se hace cada vez más notorio un movimiento promovido desde el feminismo por señalar y denunciar la predominancia del género masculino en palabras cuyo significado es referido a hombres y mujeres, o incluso a mujeres solamente. Parece de justicia reconocer que varios de los vocablos masculinos no provienen sólo del campo de la gramática, sino de otros como la filosofía. El nombre de la especie humana, por ejemplo, es ‘el hombre’, con la tradicional aceptación de que este término incluye en su sentido tanto a varones como a mujeres. Algunas universidades otorgan el título académico, digamos, de Arquitecto o Ingeniero, con independencia de si el graduado es del sexo masculino o femenino. En la práctica formal, la situación se salva con la inclusión del artículo gramatical correspondiente: la arquitecto, el arquitecto; la ingeniero, el ingeniero.
Hasta la fecha, basta con que en un conjunto de personas haya un solo varón para que al grupo se le dé un tratamiento masculino. Algunas de las personas que denuncian la situación como sexista proponen que el otorgamiento del género sea por mayoría: tratamiento femenino si la proporción mayor es de mujeres; masculino, en su propio caso.
Están saliendo a la luz libros de gente seria enfocados a la crítica por la dominación del género masculino en el lenguaje. Ofrecen una tendencia a la eliminación de esta práctica, por considerarla una expresión de la dominación que durante siglos ha ejercido el hombre sobre la mujer. La obra de Jennifer Coates (2009), Mujeres, hombres y lenguaje; México: Fondo de Cultura Económica es, como lo indica el subtítulo, un acercamiento sociolingüístico a las diferencias de género.
En algunos países, personajes dedicados a la política han optado por mencionar ambos géneros, con lo que el remedio atenta con el principio de economía que ha de caracterizar al lenguaje. Según este principio, se recomienda que si algo que puedes decir con cien palabras puedes decirlo con veinte, prefiere las veinte.
La intención de dejar contentos a todos ha dado lugar a textos farragosos, monótonos, innecesariamente alargados, en los que la abundancia de términos repetidos hace cansada e incómoda la lectura: En la escuela las profesoras y los profesores indican a las niñas y los niños que comuniquen a sus respectivas madres y respectivos padres que el receso por el fin de cursos iniciará el próximo día lunes. En consecuencia, de acuerdo con el calendario escolar, todas las alumnas y todos los alumnos habrán de presentarse en las aulas correspondientes, al término del receso, a la hora de costumbre… ¿Se comprende, lectoras y lectores?
No estamos en condiciones de predecir dónde nos conducirá el movimiento protestador de referencia. Creemos que la eliminación del género masculino seguramente arrancará protestas del lado varonil. Emplear ambos géneros cada vez que al hablante o escribidor se le atraviese un sustantivo, artículo o adjetivo actualmente todavía aplicable a uno y otro grupo tampoco parece viable en la práctica cotidiana, a pesar de que, en aras del cultivo de la propia imagen, algunos políticos lo hacen para quedar bien tanto con ellas como con ellos.
Otro procedimiento que se ha observado para referirse neutramente a unos y otras es el empleo del signo de arroba en sustitución de la letra distintiva, sea ésta la o, la a ó la e. Esta mezcla resulta poco ortodoxa, ya que emplea un signo que no está reconocido como letra, al menos en el idioma español. El resultado es poco estético, a más de que habría que agregar la manera en que el signo nuevo tendría que pronunciarse. ¿Cómo se leería “L@s amig@s”?
La propuesta que echamos al viento es más simple.
Por lo general, el género gramatical masculino emplea los artículos el, los, un, unos, y el femenino, la, las, una, unas. En los sustantivos es frecuente la desinencia en o para el primero, y en a para el segundo.
Proponemos, pues, el empleo de la letra terminal e para aquellos casos en que una palabra haga referencia, al mismo tiempo, tanto a hombres como mujeres, o animales y objetos a los que fueran aplicables, simultáneamente, los géneros masculino y femenino. En palabras que ya terminan en e, como sería el caso de profesores, protestante, adolescente, docente, penitente, ponente, sustentante, votante, salvaje, etcétera simplemente se continuaría distinguiendo el género mediante el artículo correspondiente.
Con el procedimiento propuesto continuarían vigentes los actuales usos del empleo de vocablos específicamente femeninos y específicamente masculinos. Aplicaría sólo en aquellas palabras referidas simultáneamente a ellas y ellos, independientemente de si trata de personas, animales o cosas.
El empleo de la letra e como terminal de sustantivos o artículos ya es común en idiomas como en francés, aunque no con el propósito expreso de nuestra propuesta. De este modo, varias de las nuevas palabras ya no resultarían extrañas para lectores de una amplia cultura.
La idea ofrece algunas ventajas: es congruente, a la vez, tanto con el principio de economía como con el carácter fonético del idioma. Ello implica que no habría dificultades en la pronunciación, pues sencillamente se leería como se escribe. No suprime el género masculino de algunos vocablos en beneficio de su opuesto, sino que agrega una forma genérica aplicable a uno y otro sin preferencias. En el caso de palabras que ya terminan en e, la modificación afectaría sólo al artículo: los profesores, las profesoras, les profesores. Así, los a los artículos conocidos se agregarían los neutros les y unes. Además, visualmente, la letra e se ubica en el orden de las vocales imparcialmente entre la a femenina y la o masculina.
La medida se aplicaría igualmente en aquellas palabras con significado masculino terminadas en a como pediatra, atleta, artista, deportista, etcétera.
La propuesta echada a volar con estas líneas se encuentra dirigida principalmente a les persones que se sienten molestes o agredides por el estatuto del empleo de voces masculinas para referirse a persones, animales u objetos propies del género femenino.
Ante las críticas crecientemente enderezadas en el sentido ya señalado por el presente artículo, se pretende contribuir con el ofrecimiento de una opción que trascienda el plano de la crítica aislada, y constituir, así, un ciclo que completaría a esta última.
Decimos “en alas del viento” dado que, en este ámbito, como ya se expresó arriba, no hay árbitre a la vista.
En fin.

Mayo, mes de celebraciones

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Dinora Luciene Blásquez Morales
Academia Mexicana de la Educación Secc. Veracruz
Mayo es un mes que contiene muchas fechas a celebrar, sin embargo en el contexto actual esto se torna un poco difícil. Celebrar significa festejar una fecha o un acontecimiento, y bueno debemos prepararnos para hacerlo y que estos días nos permitan distraernos un poco ante la situación actual del Estado y del país en general.
Quiero mencionar desde el 30 de abril día en que nuestros niños, quienes representan la alegría del hogar y del mundo, son homenajeados. Esta etapa de nuestra vida es importante porque allí se colocan los cimientos de lo que será la vida futura de cada ser humano, por eso es importante tenerla presente y festejar con una buena educación otorgada a nuestros niños. De esta forma lograremos jóvenes y adultos de bien.
El primero de mayo es un día en que celebramos el “Día del trabajo” y que nos invita a reflexionar sobre la importancia del mismo para el bienestar familiar, por eso es necesario desarrollar nuevas fuentes de trabajo que permitan una seguridad económica, contribuyendo con ello al desarrollo de país y a una estabilidad social que logre dejar de lado atrás a la delincuencia. No es sencillo, todos lo sabemos, pero ahora que es año electoral debemos hacerles ver a nuestros candidatos la importancia de que jóvenes y adultos puedan obtener una fuente de  ingresos.
Y todos los que ya contamos con un trabajo, por modesto que este sea, es necesario esmerarnos en realizarlo con la mejor preparación y diligencia posible para contribuir así a la sociedad, al país y sirvamos de ejemplo a generaciones nuevas, iniciando con nuestros hijos, inculcándoles desde pequeños la responsabilidad, dedicación y esmero en toda actividad que desempeñen, siempre y cuando que esta sea lícita.
El cinco de mayo es para Puebla y para México un día importante ya que forma parte de las principales fechas conmemorativas en la historia de este país. Este año, especialmente, se realizarán muchos festejos porque se cumplen 150 años de la “Batalla del 5 de mayo”. Debemos celebrar tal acontecimiento e inculcarlo entre nuestros jóvenes ya que la sociedad actual es el resultado de hechos pasados, como éste que marcó la historia de México.
El diez de mayo celebramos a nuestras mamás, quienes representan la fuerza, el carácter, la educación y el amor a la familia. Alrededor de ellas giran muchos sucesos familiares. Por su amor y entrega incondicionada hacia sus hijos es que se festeja en casi todo el mundo este día. En México son muchas las costumbres que se tienen para el diez de mayo, como cantar las mañanitas, festivales en donde los chiquitines bailan y cantan, regalos, flores, comidas etc. Lo más importante es dedicarles un poco de tiempo para acompañarlas para platicar con ellas, para escucharlas. Especialmente debemos acercarnos a aquellas mamás de la tercera edad que necesitan cada día de nuestra compañía.
El quince de mayo es un día especial para todos los profesores pues se festeja una actividad importante: la de educar. Nuestros niños pasan la mitad de su tiempo en las escuelas y no solo van a formar a los más  pequeños, sino también a los jóvenes y adultos, aunque los más grandes nos vamos alejando cada día más de la educación formal.
Los buenos profesores siempre dejan huella en nosotros, ya que con su paciencia y dedicación enseñan y despiertan, en nuestros niños y adolescentes, el interés por la lectura, la escritura, la curiosidad por saber cada día más. Los maestros de todos los niveles educativos se esfuerzan por compartir con sus alumnos los conocimientos y experiencias para hacer de ellos grandes profesionistas. Pero muchas veces también se convierten en orientadores, psicólogos, en médicos y enfermeras ya que les toca convivir muy de cerca con los niños que están formando.
Como padres debemos agradecer a los maestros esa atención que tienen con nuestros hijos y que junto con nosotros nos ayuden a formar buenos ciudadanos, algo que ahora se está convirtiendo en uno de los principales problemas sociales: la formación y orientación de la juventud mexicana.
Como les dije, mayo es mes de celebraciones, aunque existen otros meses que también contienen muchas fechas importantes, las de mayo son más notorias e incluso en los calendarios siempre sobre sale por lo que en este mes se festeja. Déjenme comentarles que también en este mes se conmemora el día del albañil, el día internacional de la libertad de prensa, día internacional de la familia, día del campesino, día del psicólogo, día del estudiante, día del contador público, entre otras fechas importantes que contiene y en las cuales  ya no me detengo por no hacer el listado más grande, pero todas son relevantes.
Sigamos festejando este mes de mayo: celebremos con trabajo, con dedicación, con amor a nuestros niños, a nuestros padres, a nuestros profesores y a la gente que nos rodea. ¡Felicidades a los niños (aunque sean de abril) a los trabajadores, a los mexicanos, a las mamás, a los profesores, a la prensa, al albañil, a la familia, al campesino, al estudiante, al psicólogo, al contador público!

La Formación del Ciudadano Universal: prioridad de la educación del futuro.

Por: Marcelo Ramírez Ramírez
           
Abordaré el tema de la ciudadanía y su indisociable vínculo con la educación, recuperando tres momentos históricos que me permitan reflexionar sobre el significado del concepto y su evolución hasta la época actual. El método, espero, servirá al propósito de comprender la ciudadanía como una conquista, algo que se ha ido construyendo y que sólo puede mantenerse y consolidarse a través de un proceso educativo que actúe sobre las generaciones, revitalizando y ampliando sus objetivos según tiempos y circunstancias. Pondré cada una de las etapas enunciadas bajo los siguientes epígrafes: Primera.- Las aportaciones de la democracia ateniense. Segunda.- Las aportaciones del pensamiento ilustrado. Tercera.- Las aportaciones de la postguerra, a partir de la segunda mitad del siglo veinte, hasta nuestros días. Queda sobreentendido que estos períodos históricos tienen una relevancia especial que espero me facilite el adecuado desarrollo del tema elegido.

Las aportaciones de la democracia ateniense.

            La ciudadanía aparece como un producto tardío de la evolución social, cuando se da la coincidencia afortunada de factores materiales, culturales y políticos en la época de mayor esplendor del pueblo griego, específicamente dentro de los reducidos límites de la ciudad de Atenas. Enriquecida por el comercio marítimo, Atenas tuvo el mérito de implantar, por vez primera, una forma de gobierno que reflejaba la voluntad de los miembros de la polis reunidos en la plaza pública. La asamblea de los ciudadanos tomaba las decisiones sobre los asuntos de interés general; se trataba de una democracia directa y ha sido, a lo largo de los siglos, el ideal de quienes ven en ella el modelo de un gobierno del pueblo. “Evoca una imagen poderosa aunque no totalmente verdadera”, según comenta José Nun, porque en la realidad, la ciudadanía estaba restringida a lo hombres libres, quedando excluidas las mujeres, los esclavos y los metecos. Al parecer, ni siquiera la totalidad de los ciudadanos, cuyo número osciló entre treinta mil y sesenta mil de acuerdo con el mismo autor, tenían cabida en el ágora, cuyo cupo máximo era de seis mil. Como sea, la aportación de Atenas ha conservado siempre cierto halo mágico,  porque representa la primera afirmación del ciudadano frente al poder público; la primera vez en que el ciudadano toma conciencia de su papel central en lo relativo al orden que debe presidir la vida comunitaria y de la forma en que deben resolverse los conflictos. Por otra parte, la libre discusión como método para construir consensos, significó el reconocimiento de que todos los ciudadanos poseen la necesaria capacidad para entender los problemas que les conciernen y por lo tanto, para orientar la toma de decisiones. La palabra deja de ser privilegio del poder, de la clase sacerdotal que administra la verdad o del que impone su autoridad. Analizando este hecho extraordinario explica Emilio Lledó que la isegoría: -el derecho a la palabra-, quedó como el antecedente más remoto de lo que ahora se llama libertad de expresión. Estamos, pues, ante uno de los supuestos básicos de la doctrina democrática, que, proporciona una buena razón para justificar la participación de los ciudadanos en los actos de gobierno. Contra la ley del más fuerte que impera en la naturaleza, la filosofía proclamó la norma ética por la que el hombre se eleva al orden superior del espíritu. Calicles enunciaba la verdad del hecho en sí, contemplada como ámbito cerrado al que el hombre se encuentra condenado como ser natural; la filosofía descubrió el ámbito de la libertad que abre al hombre el mundo de la cultura como su segunda naturaleza; la cultura de donde a su vez, brotará el orden político que es el hogar del hombre. En la polis, en la ciudad, el hombre cumple su destino, por lo que, para el griego ser hombre es ser ciudadano.

            El ciudadano ateniense, educado en el arte de la retórica para argumentar a favor de sus puntos de vista, así como para rebatir al adversario, era portador de valores constitutivos de un estilo de vida, por los cuales estaba dispuesto a luchar e incluso morir si era preciso.  Así quedó demostrado durante las batallas contra el imperialismo persa, en las cuales se enfrentaron dos concepciones irreconciliables sobre la condición humana; una, la del despotismo asiático que desprecia la dignidad y la libertad del hombre y la otra, orientada ya en la dirección de los valores éticos decantados por la reflexión teórica y que han nutrido desde entonces la tradición humanista, aunque repetidamente hayan sido sofocados y en momentos pareciera que podían ser destruidos por sus enemigos declarados: la tiranía y la barbarie, o por los excesos de la demagogia, peligro siempre latente en las democracias. El demagogo degrada los valores al despojarlos de su contenido positivo, para poner en su lugar, con los mismos nombres, cosas completamente distintas. Así suceddía con términos tales como libertad, igualdad, dignidad, trivializados hasta la caricatura: se es libre porque se vota el día de los comicios, esta libertad dura unos momentos, suficientes para  legitimar el tipo de democracia caracterizada como gobierno de los políticos, por ser éstos los principales beneficiarios del poder delegado en sus personas. La justicia distributiva se identifica con el asistencialismo estatal que no ataca a fondo el problema estructural de la pobreza y, en cambio, allana el camino a políticas clientelares. La igualdad a que aspira la democracia en cambio, es aquella en que ningún ciudadano  es demasiado pobre para tener que vender su conciencia y ninguno demasiado rico que pueda comprarla, como lo expresó Rousseau. La dignidad personal, en fin, se asume formalmente en el discurso en términos exclusivamente retóricos; los ciudadanos se han acostumbrado a escuchar promesas que difícilmente son cumplidas por los políticos. Devolver a los conceptos su significación genuina para inspirar conductas éticas en gobernantes y gobernados, debe ser, por tanto,  una de las tareas esenciales de la reforma educativa que habrá de surgir de las reflexiones, debates y análisis del magisterio nacional.

La formación valoral es el antídoto para combatir la confusión que hoy priva respecto a los objetivos por los que vale la pena luchar en la vida. Nuestra juventud está ansiosa del éxito fácil, de la ganancia fácil, de experiencias estimulantes. Todo esto pretende encontrarlo sin esfuerzo y sin compromiso; un hedonismo esclavo de los instintos es hoy la motivación más poderosa de nuestros jóvenes. Por ello la ética debe ser reinstalada en el corazón mismo del sistema educativo nacional, de manera que los ciudadanos se comprometan con proyectos de vida en donde se articulen el bien individual y el bien comunitario, como lo entendieron en la Atenas de la época clásica. Pese a las enormes diferencias que nos separan de aquella realidad, hay algo que sigue siendo válido: el imperativo de someter el egoísmo de los individuos al bien de la comunidad. El equilibrio de la mente y del cuerpo, la moderación, el anhelo de justicia, son, más que nunca, metas educativas que es imprescindible conservar, sin confundirlas con los saberes reemplazables. La sabiduría no es reemplazable. Podemos creer que  jamás podrá modificarse la naturaleza humana por completo, pero en lo que atañe a los maestros, cuya misión es formar hombres, no podemos declinar el deber de empeñar el mayor esfuerzo posible en domeñar nuestras inclinaciones oscuras, educando para la solidaridad, la tolerancia, la búsqueda de la justicia…

Las aportaciones del pensamiento ilustrado.

            En el siglo XVlll coinciden una intensa actividad intelectual y una honda inconformidad social provocada por el mal gobierno del Rey Luis XVl, atribuido, por la voz popular, a su debilidad de carácter. También se acusaba a la consorte real María Antonieta de frivolidades y excesos en sus gastos personales, mientras el pueblo padecía de hambre bajo el peso de tributos cada vez más onerosos. El pensamiento ilustrado aportó los elementos ideológicos para deslegitimar la doctrina del derecho divino de los reyes; el pueblo francés aportó el impulso devastador que puso fin al absolutismo. El enunciado de que todos los hombres nacen libres e iguales en derechos y dignidad, que da contenido al artículo 1º. de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se volverá dogma central de la ideología revolucionaria que cambiará el rostro de las naciones europeas primero y después de gran parte del resto del mundo. El antiguo régimen, con su rígida división en clases, en cuya cima estaba la aristocracia terrateniente con sus fueros y privilegios, fue arrojado al basurero de la historia tras una cruenta guerra civil. Desde ese momento, la modernidad quedará indisolublemente ligada a la Ilustración. Por ello, cuando los ideales proclamados por aquella quedan incumplidos o llevan a resultados inimaginables como los campos de concentración de Hitler o la destrucción de Hiroshima y Nagasaki por bombas atómicas, hablar de crisis de la modernidad, equivale a hacer el balance del pensamiento ilustrado que proporcionó al hombre moderno los materiales para forjar sus sueños. Empero,  estos juicios requieren, desde ya, las debidas precisiones. En lugar de la ética heterónoma basada en la autoridad externa, la Ilustración vio en la conciencia de cada hombre la sede de los juicios morales. El hombre capaz de juzgar por sí mismo sobre el sentido y consecuencias de sus actos, será en adelante el sujeto de la ética. Esta autonomía que supera el dogmatismo autoritario, es parte de la herencia que custodia la escuela laica. El hombre concebido como sujeto libre y por ello responsable de su propio futuro, es uno de los mayores méritos que hablan a favor de quienes creyeron en las potencias creadoras del ser humano,  en su voluntad transformadora, en su razón y en los frutos de ésta: la ciencia y la técnica. Sin duda, no estaban en condiciones de advertir los peligros que entrañaba el espíritu fáustico, así bautizado por Teodoro Haecker, de dominio de la naturaleza, que terminó por extenderse a los mismos hombres, desembocando en refinados modos de control y enajenación a través de los medios de comunicación. En todo caso, la ambigüedad del proyecto ilustrado parece ser inherente a todo proyecto humano. Después han podido explicarse con cierta claridad las causas de la crisis en que ha desembocado la modernidad; la principal, haber subordinado la razón a fines exclusivamente utilitarios para servir, no al desarrollo humano, sino a los intereses de un capitalismo salvaje.

La razón instrumental es la forma unilateral en que la razón opera para alcanzar objetivos  útiles  de los que derivan beneficios materiales de diversa índole, haciendo abstracción de las necesidades humanas genuinas. Y ha sido el uso intensivo y generalizado de la razón instrumental el causante del envenenamiento del planeta; del daño a la capa de ozono; de la devastación irresponsable de bosques y selvas; de la desaparición de especies animales; del agotamiento de la reservas de recursos naturales para mantener el desarrollo a niveles compatibles con el aumento de la población; en suma, del grave desequilibrio ecológico que urge revertir por solidaridad con los que aún no nacen, para decirlo con las palabras de Hans Jonás. Esta solidaridad es inexplicable en el contexto de la instrumentalidad, donde el hombre –nos dice Gabriel Marcel-, se identifica con lo que hace. La solidaridad no puede aparecer ni cultivarse en el orden de los medios y los fines organizados bajo el dictado de la obtención de beneficios económicos; desborda la racionalidad filistea del cálculo de la ganancia; se eleva a una racionalidad que en lugar del beneficio busca el bien del conjunto en que los otros son fines absolutos. En su sentido más profundo, la solidaridad brota de un sentimiento de comunión con nuestros semejantes y, más allá todavía, con todo ser vivo, con la totalidad de la naturaleza; se alimenta de una intuición infalible aunque no podamos explicarla con el lenguaje forjado en el comercio con las necesidades prácticas. Sólo la poesía, la literatura y la religión tienen la clave de acceso a esa esfera inefable donde el hombre comunica, está en comunión con todo lo existente. No debe extrañarnos que la escuela, subordinada como está a la concepción instrumental del conocimiento, ignore esas verdades. Para quienes entienden la educación subordinada o la economía, lo más avanzado en política educativa, lo propiamente moderno, pasa por esta supresión de contenidos que no sirven para nada concreto pero que, por eso mismo, dan sentido a la existencia, permitiendo establecer orden y jerarquía en las metas por alcanzar. En este punto preciso, la “cura” de la modernidad consiste en ponerla a salvo de sus excesos, aplicándole la fórmula por ella descubierta, la de la critica de los mitos elaborados al amparo del entusiasmo por el progreso material, con el cual se identificó el sueño siempre anhelado de nuestra felicidad.

            Si la civilización ha de continuar pese a la crisis en que parece naufragar, es indispensable que encuentre el punto de equilibrio de fuerzas contradictorias; se impone mantener viva la fe en la razón, en la autonomía moral del ser humano, en la dignidad, en la posibilidad de hacer efectivos los derechos civiles y políticos de los ciudadanos. La única manera de expresar esta fe, es fortalecer, en nuestro caso, crear el Estado Social de Derecho en que encarnan los valores positivos de la modernidad. ¿Podrá oponerse con éxito el Estado de Derecho a los poderes fácticos cuyos intereses se reducen al lucro desmedido y son ciegos y sordos a cualquier consideración ética o siquiera al elemental interés de la supervivencia? ¿Podremos ver establecido algún día en nuestro país el Estado Social de  Derecho, promotor de un desarrollo con libertad, justicia  y seguridad?  En la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, es fácil descubrir la fuente de convicciones recogidas en el derecho constitucional de los países avanzados; convicciones que la escuela democrática debe imbuir en las nuevas generaciones. Quien lea los artículos de ese documento, estará de acuerdo en que ellos establecen principios de convivencia que esperan mejores tiempos para su cabal aplicación. El artículo 15, por ejemplo, señala: la sociedad tiene derecho de pedir cuenta de su administración a todo funcionario público. ¿No es esta una exigencia que debería ser satisfecha en nuestro país para darle credibilidad al poder público?


Las aportaciones de la postguerra
           
A la terminación de la guerra mundial siguió la etapa de la reconstrucción. Los efectos devastadores del conflicto: 50 millones de muertos, ciudades en ruinas, la planta industrial de los vencidos incapacitada para producir, impuso a los vencedores un plan emergente de ayuda que daría resultados sorprendentes. En cosa de años se dio la recuperación de las economías; se habló del “milagro japonés”; se admiró el genio y constancia de los alemanes para superar la adversidad. De manera menos espectacular, Italia volvió a la senda del desarrollo. El éxito dio lugar a chistes. En México hasta se decía que valía la pena declararle la guerra a los Estados Unidos, para después recibir la ayuda de la nueva potencia hegemónica. Pero la reconstrucción material no era, finalmente, lo fundamental, si permanecían vivas las causas de la inconformidad que habían llevado al conflicto armado. Ya se sabe: la guerra es la continuación de la política por otros medios. Había, pues, necesidad de volver a la política. Tras la máscara de la propaganda de los buenos y los malos, se sabía latente una realidad llena de tensiones. Se imponía, en consecuencia, reconstruir el tejido social, crear nuevas solidaridades, lealtades y compromisos al interior de los países, así como en el plano internacional. El progreso, se sabía ahora con total seguridad, podía servir lo mismo para mejorar la vida que para aniquilarla. Este poder había llegado a fronteras inauditas con la energía nuclear; surgía la conciencia de culpa acompañada con la voluntad de impedir enfrentamientos futuros. En este clima de arrepentimientos, reflexión y esperanza renovadas, apareció en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, seguida, en el curso de los años posteriores, de otros instrumentos internacionales y regionales, donde se recogen demandas de contenido ético cada vez más universales e incluyentes. Se reiteró la importancia de los derechos civiles, políticos y sociales y vieron la luz los derechos colectivos: el respeto a las tradiciones, la lengua, la cultura, las creencias de los pueblos étnicos.  

            Del reconocimiento obligado de la ambigüedad de la naturaleza humana, con su doble orientación al bien y al mal, derivaron imperativos morales que, una vez más, encontraron en la educación el vehículo idóneo para trascender al conjunto de la sociedad. Educación para la vida, para aprender y para actuar; para aprender a aprender, para ser y ser con los demás; para cuidar el entorno.  Educación para el diálogo intercultural. Reaparece, vigorosa, la figura del ciudadano que votará en las elecciones y participará en la cosa pública. Teóricamente se conocen ya las cualidades que serán imprescindibles al  ciudadano universal. La razón que habrá de ayudarnos en adelante, será la razón que descubre la promesa del futuro en el presente. Para la educación es esencial este aún no de la realidad que nos invita o, mejor, nos impone la tarea de hacer nacer el futuro. La tarea se bifurca en dos grandes acciones: la de cambiar al hombre para cambiar la sociedad y la de cambiar el orden social para ofrecer al hombre condiciones apropiadas a su pleno desarrollo. Reforma de la educación y reforma política, implicadas una en la otra, imprescindibles ambas para desterrar al viejo enemigo de la paz y la armonía social: el egoísmo, aceptado como virtud, en el colmo del absurdo a que ha conducido la inversión de valores. En resumen,  los grandes objetivos serán: un nuevo Estado y una nueva educación. El primero, abocado a conseguir el equilibrio de los intereses; incide, por tanto, en el plano objetivo; la segunda dirigida a formar la personalidad, incide en el plano subjetivo, en la conciencia de los individuos, con la encomienda de proveer la ciudadanía universal reclamada por el mundo que ha emergido de la globalización. En este mundo, casa de todos, el respeto de los derechos humanos y la ética de la solidaridad se imponen como prerrequisitos de supervivencia, si es que otras razones no fueran suficientes.