jueves, 19 de enero de 2012

Edición Impresa Enero 2012

Editorial

Las ciencias de la administración han aportado a otras ciencias, entre ellas a las ciencias de la educación metodologías, técnicas y estrategias encaminadas al logro de planes y objetivos. Los propósitos de inicio de año son parte de nuestra cultura. Sea cual fuere el origen de esta tradición, de esta costumbre o estrategia, lo cierto es que el establecer fines obliga a definir la forma de alcanzarlos. Sólo por mencionar un ejemplo, la revista internacional Toastamasters con circulación entre 260 mil socios aproximadamente, distribuidos en más de 113 países, cita en su editorial “Seven habits of highly effective Toastmasters” -Los siete hábitos de los Toastmasters altamente exitosos. Toastmasters Internacional busca cristalizar sus metas a través del desarrollo de habitos dentro de su membresía. Es claro que en los planes y estrategias para el logro de objetivos, tanto personales, como organizacionales o gubernamentales, es parte de la preocupación generalizada. Tlanestli se propone para este año 2012, recién inciado, mantener el interés de sus lectores comprometiendo a sus colaboradores a continuar con el esfuerzo que dio origen al primer ejemplar publicado en el mes de septiembre de 2010. La tarea no es nada sencilla, debido a que Tlanestli no tiene fines de lucro; se nutre de la participación de un equipo multidisciplinario y a quienes su única, pero muy valiosa, retribución es la acogida de los lectores, en su versión impresa y en más de diez mil visitas en el blog –tlanestli.blogspot.com Convocamos desde este espacio, a lectores y colaboradores a dar continuidad a este proyecto eductivo-cultural surgido como una ambición de contribuir en el desarrollo cultural de nuestra nación. Deseamos, por lo tanto, que los artículos de cada uno de los colaboradores de esta edición número 17 cumpla sus expectativas, amable lector, y que su retroalimentación es de gran relevancia, siendo bien recibida, para lo cual ofrecemos las direcciones electrónicas: tlanestli_amanecer@hotmail.com, tlanestli@gmail.com o directamente al blog, tlanestli.blogspot.com

La inflamación.

Por: Benito Carmona Grajales a. Definición. El diccionario de medicina la define: “inflamación. Del lat. in, en y flamma, llama. Reacción de un tejido al contacto de un agente patógeno. Se caracteriza por los cuatro signos cardinales locales: dolor, enrojecimiento, calor, tumefacción; y por reacciones generales: fiebre, abatimiento, cefalea y trastornos digestivos”. En todo momento el organismo está recibiendo agentes patógenos de los que se está defendiendo gracias al sistema inmunológico y aquí, precisamente, opera la inflamación como un mecanismo de defensa. Si el organismo está sano, la inflamación desaparece inmediatamente; pero, si hay deficiencias, una inflamación puede transformarse en una alteración crónica que desencadena en enfermedades. Casi todas las enfermedades que se caracterizan por la inflamación llevan en su nombre la terminación itis, como colitis, gastroenteritis, sinusitis, etc. También, si no apartamos del cuerpo algún agente que lo ataque constantemente, el sistema puede fallar y aparecer un estado patológico; tal es el caso del fumador que continuamente le envía toxinas al organismo. La inflamación es un mecanismo de defensa; pero no hay que abusar de su poder, porque se cansa o se altera convirtiéndose en nuestro enemigo. Por eso es recomendable vivir en un ambiente sano. El doctor David Servan nos dice en su libro Anticáncer, que “cuando una lesión afecta a un tejido (golpe, corte, quemadura, veneno, infección), el factor de crecimiento derivado de las plaquetas, alerta a los glóbulos blancos y éstos producen sustancias transmisoras: Las citoquinas, quimioquinas, prostaglandinas, leucotrienos y tromboxanos que orquestan el proceso de reparación”. Para que esto ocurra los vasos se dilatan facilitando el transporte de más células del sistema inmunológico que tratarán de restablecer el tejido y sus funciones; unas, facilitan la permeabilización del tejido para que entren los elementos de defensa a perseguir al intruso; otras, estimulan el crecimiento y reproducción celular para la reconstrucción del tejido, la fabricación de nuevos vasos y permitir la llegada de oxígeno y otros nutrientes. Cuando un órgano es invadido por agentes patógenos, el sistema inmune preparara la defensa con todo lo necesario para restaurar el equilibrio: se produce la inflamación; pero, una vez vencida la infección, expulsadas las toxinas o restaurado el tejido, las células deben tomar su ritmo natural de nacer, crecer y morir; de lo contrario, una inflamación puede convertirse en tumor; por ejemplo, una gastritis puede convertirse en úlcera y, si la alteración persiste, puede aparecer el tumor. El doctor Servan dice que “el cáncer se aprovecha de este proceso de reparación para invadir el organismo y llevarlo a la destrucción, que es la otra cara de la inflamación”. Todas las inflamaciones conllevan la experiencia amarga del dolor, pero, éste, será tema de otro artículo. b. Eicosanoides. El doctor Barry Sears, en su libro, La inflamación silenciosa, afirma que “…La verdadera clave para el bienestar reside en conservar cierto grupo de hormonas, conocidas como eicosanoides. Estas hormonas, prácticamente desconocidas y casi místicas, son las guardianas de nuestro futuro. Hay que conservarlas equilibradas y el futuro será brillante”. Para este autor, los eicosanoides son las hormonas que controlan la inflamación. Su importancia radica en que tienen que ver con todos los aspectos de nuestra vida. La palabra eicosanoide viene del gr. eicosa, veinte, porque se sintetizan a partir de las ácidos grasos compuestos por 20 átomos de carbono. En 1936, Ulf Svante Von Euler, científico sueco, descubrió el primer eicosanoide conocido y le llamó prostaglandina por haber sido aislado de la próstata humana. Actualmente se sabe que todas las células del organismo pueden fabricar eicosanoides. En 1971 John Robert Vane, bioquímico británico, descubrió que la aspirina variaba los niveles de eicosanoides y, para 1982, recibió el premio Nobel de medicina por sus descubrimientos en relación con estas hormonas. Los eicosanoides, de tan reciente descubrimiento, no viajan en el torrente sanguíneo. Son los intercomunicadores entre célula y célula; Tan pronto como cumplen su misión, desaparecen de la misma manera en que se crearon. Pero ¿Cómo funcionan estos amigos comunicadores o mensajeros, cuando hay que atacar a los intrusos? En su función de guardianes, permiten que “la caballería y la infantería”(neutrófilos y macrófagos) lleguen a destruir a los invasores y los engullan. Tienen también la facultad de liberar proteínas inflamatorias, llamadas citoquinas que mandan las señales para pedir refuerzos. También los hay los constructores que reparan las partes destruidas. Las células del sistema inmunitario acuden al llamado al primer signo de invasión: Los mastocitos liberan histamina indicando al sistema que hay que atacar. La histamina, en el torrente sanguíneo, se adhiere a ciertas células provocando una explosión de eicosanoides proinflamatorios; para esto intervienen elementos vasodilatadores que permitan el paso a más neutrófilos y macrófagos. Para estos momentos, ya existen los signos clásicos de la inflamación: tumefacción, calor y enrojecimiento. Las prostaglandinas provocan dolor y los leucotrienos, la tumefacción y enrojecimiento, que se asocian con la inflamación. Por eso, hay que aumentar los eicosanoides antiinflamatorios y que se derivan de los ácidos grasos omega 3 como el ácido eicosapentaenoico del aceite de pescado. El ácido araquidónico de otros aceites alimenta eicosanoides inflamatorios con el exceso de omega 6. Así, por un lado, quienes se alimentan comiendo pescado (no frito con aceites vegetales), varias veces a la semana, están consumiendo omega 3, que contiene los dos ácidos esenciales: ácido eicosapentaenoico y ácido decosahexaenoico que derivan en la producción de eicosanoides no inflamatorios y, por el otro, quienes se alimentan comiendo aceites vegetales (y más, si son aceites hidrogenados como la margarina), están consumiendo ácido araquidónico que deriva en la producción de eicosanoides proinflamatorios. ¿Qué hay que hacer, entonces? Hay que buscar el equilibrio. ¿Cómo? Con una buena alimentación rica en vegetales y sin excesos de hidratos de carbono como lo explicaremos más adelante. ¡Cuidado con el consumo de aceites vegetales! Por último, hay que aclarar que la única forma de inhibir la liberación de eicosanoides (buenos o malos) es con el cortisol; pero ¡cuidado! el exceso de cortisol puede paralizar el sistema inmunitario, por eso es muy delicado suministrarse corticoesteroides recetados por la medicina alopática. c. La glucosa, la insulina y los carbohidratos. La insulina es la hormona de almacenamiento que lleva los nutrientes a las células. Si faltara la insulina, las células morirían de inanición. Afortunadamente, la mayoría de nosotros, producimos la cantidad suficiente de insulina. El problema es cuando ésta se dispara y aparecen patologías que nos hacen sufrir, como el caso de la obesidad. Entre más grasa corporal haya, más se necesita de la insulina, que al reproducirse, aparece un círculo vicioso hasta llegar a la resistencia de ésta. Este fenómeno aumenta con la edad; sobre todo, al envejecer. El páncreas, el órgano productor de insulina, termina por fallar, precisamente, cuando más se necesite para el transporte de glucosa a las células de los tejidos. Cuando en la alimentación hay exceso de carbohidratos, se requiere más insulina para transformarlos en glucosa. Si con esta forma de alimentarnos alteramos el mecanismo de la insulina puede ocurrir lo siguiente: en primer lugar, que el páncreas se “canse en su producción y no haya la suficiente insulina cuando haga falta; por otro lado, pueda darse la resistencia a esa hormona, lo que favorece a que abunde en la sangre sin aprovecharse en las células (es el caso de la diabetes tipo 2). También el cerebro puede quedarse sin el suministro suficiente de su alimento principal, que es la glucosa, provocando un funcionamiento deficiente. Por lo anterior expuesto, esperamos que el lector advierta los peligros de una alimentación con excesos de carbohidratos, sobre todo los carbohidratos refinados, junto con los excesos en el consumo de aceites vegetales (los de mayor peligro son los hidrogenados como las mantecas vegetales y margarinas). Los carbohidratos hay que consumirlos con moderación, y preferir los que se encuentran en las verduras. La medicina natural aconseja: Para la gastritis, sábila con miel; para las hemorroides, el lantén (llantén); para la inflamación de la faringe, laringe y amígdalas encontramos la infusión de orégano en sinergia con el tomillo; y así como estas encontramos la yerba del golpe, la malva, la manzanilla, la árnica, la borraja y muchas más; pero, el mejor medicamento para la inflamación es la prevención. Cambiemos nuestra cultura de la alimentación. Recuerda: Las peores inflamaciones se llaman cáncer, Alzheimer, Párkinson, arteriosclerosis; por eso, evita los carbohidratos refinados como pan, galletas, pastas, azúcar y los aceites fritos. Regula tu consumo de carnes y lácteos. Aliméntate con pescado, aceite de oliva, frutas, miel de abeja y verduras. Tómate una o dos tazas de té verde y una o dos copas de vino tinto. Tu cuerpo te lo agradecerá ¡S a l u d! Benitocarmona52@hotmail.com

Navidad y Año Nuevo

Gilberto Nieto Aguilar El mexicano vive la Navidad como símbolo de alegría, de regocijo familiar y de fervor religioso, en tanto que el Año Nuevo aparece como un regreso a la realidad, un retorno con renovados bríos, con entusiasmo y deseos de que se den mejor las cosas en lo personal, familiar, laboral y en cualquier forma honesta de vida que se tenga. Es el momento del recuento de hechos, de los saldos, del análisis de las percepciones y expectativas personales. Hay una gran variedad de tradiciones y supersticiones manifestadas en forma de augurios: descorchar una botella de champán o una sidra para despedir al Año Viejo y recibir al Año Nuevo se mantiene como un símbolo de buenos deseos, propósitos y esperanzas. El pensamiento mágico del mexicano supone al Año Nuevo cargado de promesas y bonanzas, de posibilidades de mejora individual y social y no toma en cuenta, en su alegría y buena voluntad, que lo que llega es consecuencia de sus actos y de los actos de los demás. La Navidad se vive con el alma, como una oleada de gratitud y de amor hacia Dios, que inunda y se rompe en mil sentimientos de piedad, de convivencia, de esperanza y de pacífica alegría. Esta es la Navidad que se anuncia y se vive en la tranquilidad cristiana, con sus cánticos alegres y nostálgicos llenos de remembranzas y pasajes que se reviven con sus notas. En este mundo lleno de guerras, de luchas fraticidas y de odios, de recelos y de envidias, de bienes y riquezas injustamente repartidos, sea cuales fueren sus creencias y su ideología, siempre será más satisfactorio, más saludable, más gratificante, asumir una actitud positiva para vivir, especialmente esta Navidad, como una oportunidad para el reencuentro, la reconciliación, la ilusión, la esperanza, el perdón y el amor. Esta fiesta cristiana conmemora el nacimiento del Hijo de Dios, aunque algunos historiadores digan que no es la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Si la fecha se ha perdido en la noche de los tiempos, poco importa porque el simbolismo es el mismo: el regocijo de la humanidad ante el hecho trascendente que se celebra. Es todo un acontecimiento que habla de los mejores sentimientos del género humano, algo que la humanidad quiere y, al mismo tiempo, parece que rechaza. La civilización globalizada y de consumo inmoderado ha perdido la capacidad de percibir que los nobles sentimientos tienen mejores formas de expresión; que el niño que pide un pan en la calle, el anciano que no tiene quien lo visite en el asilo, el indigente que tirita de frío en una esquina, los niños que se han quedado huérfanos, el pordiosero del crucero, los que están en la cárcel, las personas que yacen enfermas en hospitales sin nadie que las cuide y aquellos hogares que ni siquiera tienen lo indispensable para una cena frugal, necesitan muestras de solidaridad y afecto para sentir que realmente alguien se interesa por ellos. Esas personas para muchos pueden parecer lejanas, pero realmente están muy cerca de cualquiera. También aquéllas con quienes convivimos a diario, familiares, amigos, conocidos, vecinos y compañeros de trabajo, necesitan muestras de solidaridad y simpatía. El mejor regalo que podemos darles es un poco de tiempo, afecto, palabras de estímulo o una sonrisa. Y esto no cuesta nada pero vale mucho cuando se da con el corazón en la mano, cuando lleva el sentimiento honesto de amor a la humanidad. También es el momento de practicar la tolerancia y el perdón con aquellos familiares y amigos que ponen la nota discordante en las fiestas y reuniones o que “nos hacen la vida de cuadritos” con su comportamiento durante los momentos que tenemos la necesidad de convivir con ellos. Navidad es época de recogimiento y armonía, de perdón y reconciliación, de externar lo mejor de cada quien. Las fiestas navideñas con el paso del tiempo se han convertido en fiestas callejeras, consumistas, con todo tipo de excesos, que mide su éxito y proyección por la derrama financiera que se traduce en negocios, ventas y ganancias para unos cuantos. Con ello se ha creado una manera de entender y vivir la Navidad que tiene ya muy poco de cristiana. La gente se incorpora fácilmente al frenesí contagioso de la calle, a las compras y regalos, festejos y libaciones, sin reflexionar apenas lo que hace. La Navidad se convierte en la excusa perfecta para consumir sin control y la derrama económica es excelente por los aguinaldos, compensaciones de fin de año y repartos de utilidades. El espíritu navideño se vuelve consumismo, diversión desenfrenada, alcohol sin límites, nostalgia enfermiza, sentimientos carentes de un verdadero sentido fraternal hacia los demás seres humanos, la vida y la naturaleza. Para quienes viven en la pobreza extrema, sin más ilusiones que disfrutar un café y una tortilla, sin ropas adecuadas para el frío invierno, con un techo que no cubre lo suficiente, sin una mesa para disfrutar una frugal cena de Navidad, quizá la Navidad y el Año Nuevo no tengan el mismo significado. Muchas ilusiones y posibilidades mueren con la pobreza, que inhibe el desarrollo de la fuerza creadora y hace que muchas inteligencias brillantes se reduzcan a nada. La Navidad se llena de tecnología, de información, de intenciones ajenas operando sobre la propia, y la espiritualidad se pierde en el barullo de la noche y en el anonimato de las calles. La imaginación, la creatividad, la interacción y la inocencia de los niños de ahora la viven en los videojuegos cargados de violencia; o en el Internet salpicado de miles de páginas de violencia, pornografía y peligros diversos que van desde el conflicto de valores, contactos riesgosos, ideas perniciosas hasta un mundo irreal que se carga, como en los discos duros, en la mente de los niños. Hay algo que no ha cambiado en el último medio siglo de transformaciones meteóricas: la naturaleza del ser humano. La esencia intrínseca de la humanidad, los sentimientos, los afectos, las necesidades, las potencialidades no desarrolladas, las carencias que cubren las indefiniciones e indeterminaciones que nos regala la vida al nacer ahí están, esperando, siempre esperando. gnietoa@hotmail.com

FUNDACIÓN DE LA ESCUELA NORMAL VERACRUZANA

Por Lisardo Enríquez L. La Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” conmemora 125 años de su fundación, lo cual da oportunidad de referirse, precisamente, a aquellos hechos que le dieron origen. En principio, hay que destacar a dos gobernadores veracruzanos que en el siglo XIX se preocuparon de manera especial por impulsar la educación popular, ellos fueron Francisco Landero y Coss y Juan de la Luz Enríquez. Al primero se deben la realización del Primer Congreso Pedagógico y la expedición de la Ley Orgánica de Instrucción Pública que fue producto de ese Congreso. Esta Ley, también conocida como Ley Landero y Coss, fue promulgada el primero de agosto de 1873 y en ella se preveía, en su artículo 100, la creación de una escuela normal para la preparación de profesores de instrucción primaria, la cual no se materializó sino hasta trece años después. Cuando los poderes del gobierno estaban en la Ciudad de Orizaba como capital, se puso en marcha la Academia Normal que inició sus cursos el 15 de agosto de 1885, con Enrique Laubscher como director y Enrique C. Rébsamen como encargado de la parte doctrinaria y teórica. Ese es el antecedente institucional de la escuela normal del estado. En estos cursos se inscribieron 15 maestros como alumnos, entre ellos Angel Carrión Carballo de Acayucan, Graciano Valenzuela de Chicontepec e Ismael Sehara de Huatusco, quienes se distinguieron en su labor profesional. En la creación de la escuela normal del estado los hechos registran lo siguiente: el 2 de agosto de 1886 la Legislatura del Estado recibió el proyecto de ley; el día 17 de ese mismo mes la citada legislatura emitió el decreto número 37 por el cual se autorizaba el establecimiento de una escuela normal para profesores de instrucción primaria elemental y superior, así como su escuela práctica anexa; una semana después, el día 24, el General Enríquez firmó el decreto-ley; el 8 de noviembre del mismo año se inauguró la Escuela Práctica Anexa a la Normal, bajo la dirección del pedagogo cordobés Carlos A. Carrillo; el 30 de noviembre se inaugura la Escuela Normal, aunque se da como fecha oficial el primero de diciembre; y es el 22 de enero de 1887 cuando el Gral. Juan Enríquez, Gobernador del Estado, declaró inauguradas las actividades de la escuela normal. El director fundador de la escuela normal del estado fue Enrique C. Rébsamen, pedagogo nacido en Kreuzlingen, Turgovia, Suiza, quien hablaba inglés, francés, alemán y español. Encabezó la Comisión que se encargó de elaborar el primer plan de estudios que se aplicó en esta normal. En abril de 1887, Rébsamen elaboró también el plan de estudios para las escuelas cantonales, y fue presidente del jurado para otorgar el cargo de director de esas escuelas, cargo que se adquiría mediante riguroso examen. El edificio que albergó en un principio a la escuela normal del estado se encuentra en lo que fue la antigua calle de San Ignacio, actualmente Gutiérrez Zamora, entre las actuales calles de Juan Soto y José María Mata, de la ciudad de Xalapa, donde actualmente se encuentra la Escuela Primaria Estatal “Enrique C. Rébsamen”. Ahí estuvo originalmente la Casa de Ejercicios de San Ignacio de Loyola de los religiosos de la Compañía de Jesús, y en ese edificio se instalaron la Escuela Normal, la Escuela Práctica Anexa y la Escuela Cantonal de Xalapa. El primer año de funcionamiento de la escuela normal se inscribieron 25 alumnos. Por la trascendencia que reviste citaré de ellos a quienes más destacaron posteriormente: Luis J. Jiménez de Xalapa, Enrique González Llorca de Veracruz, Benito Fentanes de Cosamaloapan, José de Jesús Coronado de Perote, Luis Murillo de Teziutlán, Pue., y Abraham Castellanos de Nochistlán, Oax. Por el papel que ha desempeñado la mujer mexicana en la sociedad y en particular en la educación, es de reconocer que en 1889 ingresó a esta normal Genoveva Cortés, la primera alumna del plantel y a partir de entonces esta escuela se convirtió en mixta. De manera muy sucinta, es así como comienza la historia de la Escuela Normal Veracruzana, que ha dado prestigio a la educación estatal y nacional.

La Universidad que pienso

Luis Gerardo Martínez García (Escritores por la Educación, A.C.) La Universidad que pienso es aquella que se siente viva; que se ve fuerte; y que se siente combativa. Veo una universidad que no cree, más bien piensa y sueña. Siento una universidad que no desiste, al contrario, se compromete. Una que sabe medir la distancia entre ella y los grupos gremiales sin perder de vista su vínculo (casi) necesario; que acerca constantemente su existir a la sociedad compartiéndole participación. Entidad que exige al Estado para dar continuidad a los procesos encomendados por los ciudadanos. Una que valora al veracruzano del norte, del centro y del sur en su diversidad, enfrentando la desigualdad, el analfabetismo y la injusticia. Pienso una universidad vigorosa que enfrenta sus retos con la participación de quienes la integran, desde una perspectiva justa e incluyente. Una que propone, crea e imagina una sociedad diferente; una sociedad que no para su andar en una sintonía cambiante, como manecillas del reloj… sin parar. Creciendo en ciencia y humanidades con ideas e ideales de hombres y mujeres desde su creación, propias de la docencia, la investigación y la extensión. Una universidad que identifica a la crisis para ser el punto de encuentro de los desencuentros y reescribirse como parte de su proceso educativo. Una universidad que camina al ritmo de esas mentes pensantes que día con día abren las puertas de su corazón, cada vez que leen un autor, revisan un libro, escriben un artículo; cada vez que problematizan, interrogan, ponen en cuestión. Porque al cuestionar se recurre a una fase del aprendizaje, propio de una universidad pública como la nuestra. No se puede estar estático, sin pensar, sin estar, sin respirar, sin contrastar, sin latir. No se debe, ni por asomo, admitir la manipulación, el chantaje, la incoherencia porque eso es recurrir a una educación enajenante, insensata, irresponsable, inadmisible. La universidad por el contrario, debe ser propiciadora del cambio, la socialización y la ciudadanización. Una universidad que forma en la política, se torna seria, en tanto excluya el comentario adverso, la crítica destructiva. Pero si en su lenguaje habla de inclusión, participación, debate, reflexión, diálogo y otredad, se torna seria y, además, responsable, comprometida. Una que forma competencias puede caer en errores, (como bien dice G. Fadanelli, “Rehuir de la competencia es un acto prudente. Competir no es lo mismo que existir, al contrario: es muestra de debilidad y de miedo”); debe formar a sujetos conscientes de sus realidades [de que su mundo se tiñe de diversos climas, ambientes, colores, sabores, intereses, desatinos, políticas, pensares]. Pienso una universidad auténtica en su decir y su hacer; consciente de su filosofía y su historia; responsable de su compromiso como entidad pública que debe contribuir al mejoramiento de la educación y, en consecuencia, una mejor calidad de vida. Una plenamente definida en su identidad, pero en búsqueda permanente de nuevos retos. Esa que busca alejar a los sujetos de la ignorancia y la mediocridad, evitando lo que también N. Chomsky critica: “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que plantea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores.” Una universidad que sienta coraje al ver niños descalzos sin ir a la escuela…; que sienta desilusión al conocer de acciones que ofenden la dignidad de los adultos que migran al norte, al sueño, al sindestino; que sienta orgullo al ver profesores que buscan, cuestionan, promueven y refrendan sus saberes, y toman decisiones fuera de un reconocimiento sin sentido [puntaje o simple constancia]. Una universidad que viaje largo para lograr destinos diversos en busca de la justicia social; universidad con sin verdades absolutas como lo es el conocimiento cada vez que se da la oportunidad de cuestionarse así mismo. Una universidad sin música entristece; sin crítica se adormece; sin deporte se enferma; si finge se engaña; si atropellada se reciente; una universidad débil desmerece; una universidad sin ciudadanos, deja de serlo. Por eso la universidad necesita participación, fluidez, arte, cultura, ciencia, tecnología, articulación, carácter. Para ser universidad hay que verse, creerse y pensarse universitarios. La burocracia es parte de su vida, pero no es su finalidad; ésta es el conocimiento, el saber, el sujeto, la sociedad; la sustentabilidad también puede ser parte esencial de la universidad. Seguro estoy que en corresponsabilidad fortaleceremos la universidad que queremos, pensamos y soñamos.

De oficio escritor

Por: Víctor Manuel Vásquez Gándara Inmersos en un contexto nacional en donde ha salido a relucir la ignorancia relativa a la literatura, en consecuencia también de la escasa lectura –por cierto tema nada nuevo-, porque bien es sabido que los índices de lectura en nuestro país es bajo en relación con otras naciones, no escapando a este fenómeno el gremio político, hoy nos reunimos para homenajear a un personaje que ha hecho del trabajo literario su oficio. Haciendo una analogía plasmada en el libro Materialismo Dialéctico de Yahot: “Lenin consagró su vida al marxismo…”: Raúl Hernández Viveros, a quien me refiero, ha consagrado su vida a las letras. Agradezco la presencia de todos ustedes, el prestar atención a este comentario y muy especialmente a los organizadores de este merecido homenaje a Raúl: gracias por la invitación para compartir algunos recuerdos respecto a la obra de nuestro común amigo. Traigo aquí la evidencia. Un poco más allá de la mitad de mi vida acudí, tal vez a uno de mis primeros ecuentros con el mundo literario: la presentación de la novela Entre la pena y la nada. Dedicada a Aída, y al adquirirla también a mí. El autor escribió en la primera hoja lo siguiente: Para el compañero C. P. Víctor M. Vásquez G., este trabajo literario de un amigo. Un saludo afectuoso. 31/ene/1985 Jalapa, Ver. A pesar de haber leído en mi juventud algunos autores clásicos como Edgar Alan Poe, Fedor Dostoievki, debido a mi formación académica, soy contador Público y Auditor, el tipo de lectura realizada estaba enfocada a temas administrativos, contables, fiscales… así como algunos políticos. Inmiscuido en el ámbito periodístico con mayor profundidad, mi primera experiencia en Diario de Xalapa, laboré por el año de 1972, pero profesionalmente con madurez a partir de 1980 en Gráfico de Xalapa, me obligó a adentrarme en eventos diversos, entre ellos los sociales y culturales. A Raúl ya lo conocía a través de las relaciones de él con el periódico, como mucha gente del medio lo conoce, pero fue la primera vez que lo traté de forma más cercana, surgiendo así nuestra amistad. Conocí en el evento al escritor, escuché con atención la presentación de su libro, la cual no repetiré por que en su momento la hicieron críticos literarios reconocidos, actividad que no es de mi dominio. Soy un modesto lector, aunque apasionado, pero modesto. Soy editor y el contacto con el trabajo literario me hace valorarlo por todas las dimenciones que le son inherentes, en consecuencia admiro el trabajo literario y a quienes hacen de esa actividad su oficio, como Raúl. Pero recordando aquel evento realizado el 31 de enero de 1985 en el Ágora de la Ciudad, Raúl me desmentirá si la memoria me traiciona, llega a mi mente una anécdota. Entre autores, escritores –escuché aquella ocasión-, hay la constubre de rebautizar la obra por presentar y uno de los invitados a participar, se refirió a la novela con el título “Entre la pierna y la nalga” Por supuesto el comentario rompió el hielo, la formalidad despareció, más no la seriedad, menos aún el respeto al trabajo en mención. El ambiente se hizo cordial, ameno, amigable. Estamos hablando de que han transcurrido veintiséis años. Imaginemos al homenajeado hace dos década y media, pero no físicamente, literariamente: ya era un personaje, ya había publicado varias obras, ya era reconocido como escritor y otras lides, como dirigir proyectos literarios. Aquella obra mostraba una vez más su vocación no exclusivamente como novelista sino como escritor, esa vocación que resalta Mario Vargas Llosa como el primer requisito para constituirse en novelista. Cultivar alguno o varios géneros literarios requieren sensibilidad, esa sensibilidad menospreciada, poco valorada y a la cual hace referencia Manuel José Othon en el prólogo de sus Poemas rústicos. La vocación de escribir implica poseer un ideal, aquel ideal que mueve a la acción citado por José Ingenieros en El hombre mediocre. Aun cuando se me invitó a comentar específicamente sobre la novela anteriormente mencionada, y como en este homenaje cada uno de los invitados ha resaltado parte de la obra de Raúl Hernández Viveros, no puedo dejar de subrayar su actividad de editor. Después de XV aniversarios de Cultura de Veracruz, revista literaria en la que el amante de la literatura ha brindado el espacio a connotados escritores, también a noveles, no queda más que admirar su labor como editor. Tarea complicada la de editor, transitando desde, el despliegue de la capacidad de convocatoria para reunir talentos convergentes del trabajo intelectual, que es la literatura, hasta incursionar en la mercadotecnia y la vigilancia del diseño y producción editorial ¡vaya trabajo! Comercializar la revista, financiarla, representan preocupaciones que a cualquiera distrae, o atrae toda la atención para lograr el objetivo, No es el caso de Raúl, él continúa su oficio, el oficio de escritor, por eso y por todo lo expresado por los compañeros del presidium, quienes estamos aquí le admiramos y ofrecemos este significativo homenaje: Felicidades Raúl. Texto leído por Víctor Manuel Vásquez Gándara en su intervención. Diciembre 12, 2012.

Entre la simulación, violencia e incertidumbre

Por Raúl Hernández Viveros La agresión más feroz del colonizador ha sido despojarlos de su historia, porque sin historia no se es y con una historia falsa, ajena, se es otro pero no uno mismo. Guillermo Bonfil Batalla: Para comprender la crisis que experimenta el Estado mexicano, es conviene realizar una reflexión en torno a nuestro pasado que alimenta el presente y vislumbra el terror de un futuro incierto, en donde desaparece el respeto a los valores y a las normas constitucionales. Se trata del final de un proyecto de nación que fue aniquilado por las ambiciones grupos políticos de la riqueza heredada por generaciones. La plutocracia denomina a un sistema de gobierno en el que el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza. Representa un tipo de oligarquía en su visión clásica promovida por las experiencias en algunas ciudades griegas y ciudades-estados de Italia medieval. Igualmente en México todavía refleja un tipo de mandato imperativo y vinculante que establece un nexo de unión inmediata entre mandante y mandatario. Esta estructura suele aparecer en aquellos sistemas de gobierno en los que aquellos que ostentan el poder político y legislativo ordenan a su antojo el poder económico. La oligarquía, es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas. Los griegos antiguos reconocieron el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia: gobierno de los ricos. La oligarquía aparece cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan como mérito reconocido por la comunidad. Dicha definición se aproxima a la de monarquía y nobleza. A través del poder económico y político, se han enriquecido consolidando la fuerza totalitaria, concentrada en un grupo minoritario de personas, de una misma clase social, generalmente con poder e influencia, que controla a la sociedad e instituciones estatales. Al mismo tiempo prevalece el dominio del nepotismo, el cual significa que los funcionarios gubernamentales disponen de los bienes públicos en su beneficio que desemboca en el influyentismo y compadrazgo. Sin ningún pudor se recomienda a familiares cercanos o amigos próximos al jefe en turno. Un ejemplo magistral se encuentra en la designación de los funcionarios federales a carga del poder Ejecutivo. Desde luego en la actualidad no se buscan los mejores perfiles académicos y tampoco el conocimiento de las materias en las secretarias de Estado. Sólo prevalecen las garantías del servilismo y tráfico de influencias. La repartición de puestos importantes en la pirámide burocrática corresponde a los mejores puestos para sus recomendados y parientes. Por lo tanto resulta fundamental revisar el papel de nuestros intelectuales que han sido en nuestros días marginados frente a la pulverización contemporánea del Estado de Derecho. Desde el periodo de Benito Juárez por cuestiones de crisis económica, se intentó la reducción del poder de la Iglesia católica. Con el respaldo de ilustres liberales encabezados por Ponciano Arriaga se perfiló el proyecto de la Constitución de 1857. Durante la dictadura de Porfirio Díaz, con el respaldo de un grupo de intelectuales denominado “Grupo de Científicos”, se mantuvo en el poder más de treinta años; esto lo logro gracias al congreso, institución política encargada de reformar las leyes, que modificaba la constitución para que su administración aceptara los requisitos señalados por la ley. No obstante se simuló el cumplimiento con algunas costumbres republicanas, pero no tomó en cuenta los demás poderes (legislativo y judicial), en cambio nombro a personas de su entera confianza para desempeñar los puestos directivos de dichos poderes. Como se hizo costumbre en el sistema político mexicano contemporáneo, el partido de Estado obedecía directamente las instrucciones del Ejecutivo que manipula al judicial, e impone la toma de decisiones al nombrar magistrados. Después en la Revolución mexicana brotó el enfrentamiento con la guerra cristera. Hasta de nuestros días prosigue la manipulación de las fuerzas clericales. Sin embargo, destacados pensadores continuaron la labor de escribir la historia nacional. Desde los conservadores hasta los liberales existió la terrible preocupación de ubicar un camino hacia el desarrollo de México. Con el gobierno de Lázaro Cárdenas hubo el intento de un proyecto nacional que protegiera los bienes terrenales. Nunca se pudo resolver el problema de los grupos indígenas, y nada más se llegó a una política integracionista que estuvo en contra de sus usos y costumbres. Gonzalo Aguirre Beltrán mantuvo la polémica sobre: “La necesidad de poner de manifiesto la condición evolutiva de los grupos indios “se antojaba mas urgente que nunca” y destaco la definición de indio, de Alfonso Caso: “aquella en que predominan elementos somáticos no europeos, que habla preferentemente una lengua indígena, que poseé en su cultura material y espiritual elementos indígenas en fuerte proporción y que, por último, tiene un sentido social de comunidad aislada dentro de las otras comunidades que la rodean, que la hace distinguirse así mismo de los pueblos de blancos y mestizos” . Por lo cual destacado antropólogos mexicanos, encabezados por Rodolfo Stavenhagen, respondieron sobre la necesidad de estudiar la realidad concreta. Stavenhagen, contestó: “aunque esa definición sea mucho más aceptable por el hecho de que ya no considera al indio como un ser aislado sino perteneciendo a un grupo social bien limitado, el autor reduce la calidad de indio a un sentimiento subjetivo y evoca, a pesar de él, consideraciones raciales al diferenciar las comunidades indias de las comunidades de blancos y mestizos”. Posteriormente, con el “milagro mexicano”, nació el engaño de la industrialización gracias a la segunda guerra mundial, y Estados Unidos de Norteamérica recurrió a la mano de obra barata y a la fabricación de productos de consumo popular, cosechas de semillas, verduras y frutas, y a la exportación de productos de la pesca en México. Todo este simulado desarrollo tuvo como escenario siete décadas de gobiernos del PRI, que sufrieron breves interrupciones con la huelga de médicos que exigían el mejoramiento de salarios, la lucha sindical de los ferrocarrileros, el movimiento estudiantil de 1968, la guerra de guerrillas a principios de los setenta, y la aparición del movimiento neo zapatista de los indígenas de Chiapas, en 1994. La intervención del ejército mexicano demostró su eficacia, control de la inteligencia militar, y con la aprobación de los diputados federales se permitió que salieran de los cuarteles. Lo anterior lleva a la acción crítica de comparar la violencia actual, que en un lustro se contemple la estadística de casi cincuenta mil muertos durante esta guerra sucia que intenta legitimar el gobierno federal hasta la fecha. Aunque siempre se ha recurrido desde los altos poderes a señalar el pesimismo del pueblo mexicano delante de la demagogia oficial que siempre recurre a la mentira y simulación, gracias al pago de la propaganda en los medios informativos correspondientes de radio y televisión, siempre se obtiene la versión oficialista de hechos, datos y cifras triunfalistas. Hay que mencionar algunas reflexiones, por ejemplo el “Ensayo sobre la ontología del mexicano” (1949), donde Emilio Uranga escribió: “El mexicano vive siempre indignado. Ve que las cosas van mal y siempre tiene en la mano el principio de acuerdo con el cual las condena; pero no se exacerba por esa constatación, no se lanza a la acción, lo único que hace es protestar…”. Las posturas oficiales son casi cómicas cuando dicen que los muertos son parte de los pleitos entre mafiosos. Ezequiel Chávez señaló en su “Ensayo sobre los rasgos distintivos de la sensibilidad como factor del carácter del mexicano”, algunas características sobre la idiosincrasia de nuestras raíces que influyeron en Samuel Ramos, a pesar de que nunca lo reconoció en sus reflexiones acerca del perfil del hombre mexicano. Chávez inició los estudios sobre la esencia del pueblo mexicano: “los rasgos distintivos de la sensibilidad para sentir emociones como elemento constitutivo del mismo carácter”. En su Credo definió que: “si todo está relacionado con todo y todo cae sin cesar en nuevas y nuevas formas de suprema armonía... y hacer esa armonía incesantemente renaciente, ¿cómo explicarse este final y constante efecto, si no es reconocido que, en el Universo, todo está concertado y torna a cada instante a concertarse dentro de un mismo Plan Divino?”. También que “una cosa externa no puede, en efecto, estar mas que donde está, pero mi pensamiento está en mi... si doy mis ideas, ninguna de ellas deja de ser mía”, lo cual lo lleva a afirmar que ello consiste y reafirma un proceso ideal existente”. Reconoció el papel de la intuición directa e inmediata, fruto de la unidad mental del hombre y de su autonomía. Chávez aceptó la libertad de la duda cuando señaló que nadie era: “incapaz de evitar el mal, ni un Dios malvado que se complazca en producirlo, sino un Dios que quiere que cada cual se labre su propio destino, porque no impone nada; ni el bien mismo, y porque con respeto infinito por la libertad de cada cual, no deja más limitación a la libertad de cada cual que la que resulta de la interferencia recíproca de todas las libertades”. Igual que Alfonso Reyes, Alfonso Caso propuso la lucha contra el positivismo y la polémica con los enemigos de la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria. En su ensayo “La existencia como caridad”, planteó la alternativa sobre: “Lo que se destruye a si mismo por su propia naturaleza no puede ser fin en si. Lo que, como la vida, es esfuerzo de conquista que termina en el esfuerzo de conquista que termina en el fracaso de toda individualidad que lo intenta, lejos de poderse considerar como termino ideal, lejos de poderse erigir en fin final de la existencia, es la demostración de su propia inanidad. Conquistar, se dice: ¿para que conquistar? Triunfar del medio o del semejante ¿para que tales triunfos efímeros? Reproducirse, crecer discontinuamente, ¿para que crecer de tal suerte, engendrando nuevos seres que, a su vez, habrá de crece y reproducirse? Morir… ¿para que tal desenlace funesto y preciso de un equilibrio móvil que al fin termina en el aniquilamiento de la individualidad?...” “El artista sacrifica la economía de la vida a la objetividad de la intuición, que es innata; y el hombre de bien sacrifica el egoísmo a socorrer al semejante, y tal sacrificio es libre. Por esto decía Pascal: “Todos los cuerpos, el firmamento, las estrellas, la tierra y sus reinos, no valen lo que el amor de los espíritus; y todas sus producciones no valen el menor movimiento de caridad”. En suma, la tabla de valores de la humanidad es esta: mientras mas se sacrifica y mas difícilmente se efectúa el sacrificio de la vida meramente animal a fines desinteresados, hasta llegar –desde la contemplación estética y las mas simples buenas acciones- a la acción heroica, se es mas noble.” Carlos Trejo Lerdo de Tejada dio a conocer su trascendental reflexión, en 1916: “La Revolución y el nacionalismo.” En 1912 concentró en sus responsabilidades en la Cámara de Diputados; sus participaciones consistieron en hacer propuestas legislativas para reestructurar la propiedad agraria. Definió su investigación como “estudio de sociología política nacional”, y un diagnóstico de los vicios orgánicos de México. Tuvo el valor de: “señalar a los políticos enfermedades y cánceres políticos colectivos, para que el arte del gobierno los conozca y corrija”. Destacó las cuatro etapas: a) La Independencia: Miguel Hidalgo, y Agustín de Iturbide, b) La reforma político económica: Miguel Lerdo de Tejada; c) La reforma político religiosa: Benito Juárez; y d) Reforma agraria y política económica iniciada por Francisco I. Madero y continuada por Venustiano Carranza. Acerca de su abuelo Miguel Lerdo de Tejada, escribió “con su diáfana visión de verdadero estadista, planteó la Reforma en su aspecto social, político y económico, dando con las leyes de desamortización y nacionalización de bienes el primer golpe mortal y certero a ese Goliat [el clero] que durante siglos sujetó entre sus garras poderosas, nuestra organización social y política y nuestros destinos nacionales.” Tuvo la visión de señalar que: “…persiguiendo al clero, en sus componentes personales, que atropellando irreflexivamente los sentimientos religiosos de una gran parte del país se está cometiendo el error sin resolver nada en definitiva, de convertir al clero en víctima, dándole así una popularidad que no merece y que había perdido grandemente.” Y la misión de involucrar los cimientos liberales en México: “[La revolución, que como aspiración nacional a mi juicio ha triunfado por completo y saturado la conciencia nacional tiene que afianzar el poder, cuando las diferentes facciones liberales que ahora se lo disputan, comprendan todo el peligro que su injustificada división acarrea, tienen que completar, más bien reconstruir esa obra reformista y seguir su firme orientación político-económica, que las generaciones liberales contemporáneas, por error o incapacidad no quisieron o no pudieron continuar”. Advirtió sobre su obra histórica en la siguiente manera: “Dedico esta obra a las modernas generaciones liberales y a sus apóstoles y caudillos, que han puesto su vida el servicio de nuestra gran revolución eminentemente nacional”, y agregó que: “Por herencia ancestral, por convicción arraigada, he sido y soy un liberal sincero. Este libro, que condensa la génesis y expresión de mi credo político, lleva el sello de la más sana intención y del más puro patriotismo”. Contemporáneo de Andrés Molina Enríquez, Luis Cabrera y Manuel Gamio; insistió en la búsqueda de la paz y desarrollo de la nación: “No me cansaré de repetirlo, si hemos usado ante la revolución el derecho de censurarla, no para condenar sus errores y protestar contra sus innecesarios atropellos, también debemos colocarnos en un alto y desapasionado criterio de justicia, no para exigirle por hoy, más conquistas y efectos que los que puede lógicamente producir, una revolución nacional honda, que apenas ha realizado su triunfo militar, que debe sacudirse el polvo y suciedades del camino recorrido para penetrar limpia y purificada, en los umbrales majestuosos de nuestro templo gubernativo nacional”. Fue promotor de que la figura Quetzalcóatl se transformara como parte esencial de las fiestas navideñas en México. Lo hizo cuando se desempeño como subsecretario de Educación, y difundida con la intención de inculcar estereotipos nacionales que se arraigaran en el imaginario social. Definió su proyecto con la finalidad de: “engendrar en el corazón del niño el amor por nuestra cultura y nuestra raza”. Esta genialidad por el reconocimiento de nuestros dioses prehispánicos permitió que las fuerzas católicas, no aceptaran dicha profanación en contra del dogma del nacimiento de Cristo. Dicho proyecto casi religioso obtuvo la aprobación del presidente Pascual Ortiz Rubio, quien lo respaldó y participó con su esposa el 24 de diciembre de 1930, frente al Palacio Nacional y la Catedral de la ciudad de México. Encima de un templete apareció un individuo fuerte y alto, con rasgos mestizos, disfrazado con un taparrabos, capa de colores brillantes, adornos de imitación de oro, sandalias plateadas, collar de conchas, y un majestoso penacho de plumas de quetzal, que regaló juguetes a los niños acompañados de sus familias y de una multitud de valientes y enardecidos mexicanos. Emilio Uranga ilustre pensador, perteneció a la generación que intentó elaborar una filosofía acerca de la necesidad de: “que el mexicano debía elegir un destino de acuerdo a sus posibilidades y a las condiciones sociales y políticas”. Fue miembro del grupo “Hiperión”, al lado de Jorge Portilla, Joaquín Sánchez Mcgrégor, Salvador Reyes Nevares, Fausto Vega, Luis Villoro y Leopoldo Zea. Después de la segunda guerra mundial, los intelectuales mexicanos recibieron la llegada de los refugiados republicanos españoles que aportaban sus enseñanzas y difundieron el pensamiento europeo en territorio nacional. Esto permitió que se interpretaran los movimientos y paradigmas que establecieron los cambios propuestos por la modernidad. Se hizo indispensable continuar con la reflexión propuesta por nuestros antepasados prehispánicos: “En el interior del cielo / Sólo allá en el interior del cielo tú inventas tu palabra, dador de la vida. / ¿Qué tenemos lo que deseas, / busca tu poema favorito para compartirlo / En el interior del cielo… Aproximarse al estudio de los antiguos filósofos griegos, hasta llegar a la interpretación de Martín Heidegger o Jean Paul Sartre. La historia de frustraciones, fracasos, sacrificios, traiciones, y muertes, continúa con las mentiras, la violencia, corrupción e imposición de antivalores. Este sometimiento lleva al círculo vicioso de la pirámide institucional. Desde el sojuzgamiento y el rechazo al pueblo en general, la incertidumbre del vacío y el abismo cada día mayor entre la gente de bien y los pelados, marginados, pobres y miserables que solo son aceptados para la compra o el intercambio de canastas básicas por votos. Entre la melancolía, el relajo, desprecio y discriminación, destacan las identidades y metamorfosis del ser mexicano. La orfandad, el desamparo, la soledad y el desprecio por cualquier característica de raíces indígenas ha permitido la escritura de profundos ensayos de Octavio Paz, Roger Bartra, Santiago Ramírez, y Aniceto Aramoni. Destacan las investigaciones de Guillermo Bonfil Batalla: “…una gran cantidad de mestizos raciales que nacieron y crecieron en las comunidades indias fueron considerados indios...muchos indios sin mezcla pasaron por mestizos cuando abandonaron sus comunidades de origen y se convirtieron en laboríos o trabajadores libres. Algunos mestizos eran tomados por criollos y el paso de un grupo a otro tenía que ver menos con la relativa “pureza de sangre” que con otros factores sociales entre los que tenía especial importancia la riqueza. Los españoles miserables formaban parte de la “plebe” confundidos con las castas. En haciendas, minas y obrajes, los mulatos y los mestizos eran frecuentemente los capataces y mayordomos encargados de vigilar y exigir el trabajo de los esclavos y los indios”. El rechazo o la negación a lo indígena: “no se limita al campo de nuestros toponímicos, a nuestros hábitos alimenticios o a nuestras costumbres cotidianas de las que frecuentemente desconocemos su origen o sus motivaciones, sino que va hasta nuestras conductas sociales y a nuestras formas de interpretar el mundo. Es un hecho de la realidad cultural mexicana el que a nivel consciente exaltemos las realizaciones de las grandes civilizaciones mesoamericanas, pero a nivel inconsciente asociemos lo indígena a lo primitivo, a lo feo; a la derrota o a la pobreza. Enaltecemos frecuentemente a los antiguos mexicanos o a los mayas, pero si alguien nos dice que tenemos rasgos físicos indígenas o que nuestras costumbres y actitudes están más cerca de lo indio que de lo occidental, a pesar de que nos vistamos a la occidental o que vivamos en zonas urbanas, nos ofendemos y esto es igualmente un rasgo característico de la condición humana del mexicano contemporáneo.” Esto representa el verdadero desastre de la vida nacional, en donde prosiguen arriba de la pirámide los emisarios de familias poderosas vinculadas a los grupos de poder que manejan a su antojo el sistema político con la única meta de lograr el enriquecimiento infinito y el sojuzgamiento absoluto de una nación que cada día se empobrece más. Algo idéntico a lo que señaló Alfonso Reyes en su conferencia “México en una nuez”: “Los aztecas, raza militar dominaban por el terror a un conjunto de pueblos heterogéneos y solo escapaban a su imperio los muy alejados o los muy bravos, como la altiva república de Tlaxcala, cuyos hijos preferían cocinar sus alimentos sin sal a tener trato con los tiranos de Anáhuac”.

Fernando Benítez (1912-2000)

El agua envenenada (FCE, 1961) Terminado el juego, los hombres se apresuraron a beber el resto de sus vasos, disponiéndose a marchar. Don Ulises los detuvo haciendo un ademán al mismo tiempo que le preguntaba al Alcalde: - Bueno, Guadalupe, ¿y qué piensas hacer con esos dos presos? - Usted dirá, don Ulises. - Es un problema difícil – añadió pensativo el cacique. - ¿De qué se trata? ¿Una nueva historia complicada? -preguntó el tesorero. - No. Es una historia de risa loca. - Cuente, cuente usted, don Ulises Avelino y los pistoleros se acercaron a la mesa y el cantinero dejó de lavar las copas. No se oía otro ruido que el paso de los automóviles por la carretera. - Es la historia de dos hacheros de la compañía maderera- principió don Ulises-. El sábado cobraron el sueldo y se fueron a un bautizo. ¿Era boda o bautizo? - Era bautizo – confirmó Guadalupe. - Después del bautizo siguieron toda la noche la juerga por su cuenta y sólo recuerdan que a las diez de la mañana del domingo, despertaron en una especie de corral, medio muertos y sin un centavo. Uno de ellos dijo: - “Debo estar soñando o el hambre me hace ver visiones. ¿No hay aquí un borrego?” - “¿Y si fuera el diablo? Es demasiado grande para ser un borrego”. - Deberíamos hablarle, pero si se trata del diablo es seguro que no entenderá el castellano. Me han dicho que los diablos sólo entienden el latín y el inglés”. - “En nombre de Dios – habló el primer borracho dirigiéndose al animal-, en nombre de Dios te ordeno me digas si eres un borrego o eres el diablo.” El animal, asustado con la presencia de los intrusos, lanzó un penetrante balido: - “Bala- razonó el segundo borracho convencido-, luego no es el diablo sino un borrego que está diciendo comedme.” - “Dios es bueno con nosotros, hermanito; no preguntes más. La barbacoa nos ha caído el cielo.” Los dos borrachos, como Dios les dio a entender, se llevaron al animal a su casa y organizaron una fiesta que duró el resto del domingo, y todo el lunes. El martes se aclararon las cosas. Ciertamente, el borrego no era el diablo, sino un borrego de veinte mil pesos, un Rambouillet con el pedigrí más satisfactorio del mundo, en una palabra, el semental que el General había regalado al pueblo y que el ayuntamiento guardaba en ese corral construido ex profeso, con la esperanza de mejorar nuestros ganados. Todos lloraban de risa. El Tesorero se limpiaba las lágrimas con su paliacate y exclamaba: - Una barbacoa de veinte mil pesos. Ni las bodas de Camacho, don Ulises, ni las bodas de Camacho. - Bien – dijo don Ulises consultando su reloj -, ya nos hemos reído bastante. Me marcho. Había concluido la jornada. Avelino salió a la calle para despertar al chofer adormilado en el interior de la camioneta. Los hombres, de pie, formaban un círculo alrededor del cacique. - ¿Tiene algo que ordenar? –preguntó el Secretario Perpetuo. - Nada. Mañana hablaremos en el Ayuntamiento sobre esos dos presos. El cacique, acompañado de Adalberto subió a la camioneta y se dirigió a Santiaguito, un rancho de su propiedad situado a cuatro kilómetros de Tajimaroa. El rey viejo (Fragmento, Letras Mexicanas, FCE, 1959) Exequias Sucesos del 22 de mayo anotados el 24. Muy de mañana salimos a Encasa. Diez o doce indios sostenían los maderos en que descansaba el pobre ataúd de forma anticuada. El peso los hacía marchar encorvados. Llevaban los calzones de manta arremangados a medio muslo, y no se les veían las caras cubiertas con sus enormes sombreros. El agua de la lluvia empapaba sus camisas rotas y sucias, y sus piernas delgadas y musculosas estaban manchadas de barro. Parecía una procesión de grises fantasmas sobre la que flotara, de un modo milagroso, el viejísimo ataúd. La naturaleza dormía bajo la lluvia blanda y menuda que lo arropaba todo. No volaban los pájaros. Las gotas suspendidas de las ramas caían silenciosas en el suelo tapizado con las agujas del pino. Nada había cambiado. Allí estaban los árboles, la lluvia y el cansancio. Como antes. Como siempre. Y allí su presencia. Su voz: –Enrique, está usted pálido. ¿Se siente mal? Abría los ojos fatigados y ante mi asombro venía por primera vez ese ataúd antiguo llevado en hombros de los indios. El que marchaba a la izquierda en la delantera, no podía más. El sombrero, como la corola gigantesca de una flor, se inclinaba hacia el suelo y rozaba la camisa empapada. El madero se le enterraba en el hombro y sus piernas se doblaban con los músculos rotos, pero no decía una palabra, no hacía un ademán que lo aliviara de la carga. Marchaba ciego, tomado de un fatalismo ancestral que lo arrastraba sin cesar, semejante a un cadáver que llevara otro cadáver a cuestas. El viejo iba guardado en el pobre ataúd anticuado. Así era mejor. No hubiéramos podido soportar la visión de ese rostro solemne, de esa máscara grandiosa, incompatible con nuestras caras hinchadas e insignificantes y con las figuras lamentables de los mendigos que lo llevaban por el barro de las montañas. Ése fue su destino. ¿Por qué? Ahora no sabría explicarlo. De otro modo sería fácil imaginar en qué hubieran consistido sus exequias. El armón de la guerra avanza lentamente, jalado por ocho alazanes, mientras sobre sus cabezas oscilan los penachos del luto oficial. Sus cascos pulidos y los ejes recién pintados de las ruedas se reflejan en las calles mojadas por la lluvia. Ondea la muchedumbre, y los frescos, pesados ramajes de los fresnos del Paseo de la Reforma, donde cintilan los oros, las espadas desnudas, y flamean las banderas a media asta que sostienen las manos enguantadas de los cadetes. También reinaría el silencio. Un silencio tenso, grave, roto de pronto por el sordo redoblar de los tambores y por las notas metálicas de las trompetas, esos sonidos desgarradores que expresan de modo incomparable la catástrofe caída sobre un pueblo. Continuaba el sueño del Rey Viejo. Se negó a suicidarse y lo habían asesinado. Eso era todo. Un pequeño drama nacional repetido muchas veces, pero había que vivirlo, sentir que las balas entraban en la carne del Presidente, oír su estertor y verlo metido en el ataúd que se deslizaba entre la niebla, fuera del espacio y del tiempo, subiendo y bajando, irreal, obsesivo, sin relación con su energía, con su prudencia, con su tenacidad que parecía vencer a la muerte. Sumido en estos sueños, oí un doble de campanas. Levanté la cabeza y me percaté que habíamos llegado a Encasa. Frente a nosotros se encontraban, mezclados a mucha gente, periodistas y fotógrafos venidos de México. Los conocía bien. Habían despedido al Presidente en la estación, rodeado de su gloria, y lo recibían metido en aquel ataúd que parecía seguir flotando sobre los deformes sombreros de los indios. Los fogonazos de magnesio dejaban una nubecilla blanca que desvanecía el viento fresco de la montaña. Los lápices corrían apresurados por los cuadernos de notas. Luego sus ojos se detuvieron en nosotros, los ministros, los generales, los diplomáticos, los altos funcionarios que los recibían después de hacerlos esperar largas horas en las antesalas de sus lujosas oficinas. -¿Ha muerto alguno de los acompañantes del Presidente? –preguntaron con sorna. -Murió uno de los ayudantes –respondió el general Murguía. -¿Sólo él murió? –insistieron. El general les volvió la espalda. ¿Qué decirles si lo sabían todo, si no se hablaba de otra cosa en la capital? Los que habían contemplado desde lejos la cacería de su Presidente sin atreverse a decir una palabra, sin mover un dedo en su defensa, nos llamaban cobardes por no haber muerto a su lado, y se admiraban de que el ataúd del Viejo no se presentara acompañado de nuestros propios ataúdes. Los indios de México (Fragmento, editorial ERA, 1989) Tomo I: Huicholes Experiencia del chamán Nicolás Fuera de las experiencias rituales, los huicholes resienten personalmente los efectos del ácido. Nicolás, chamán y curandero de San Andrés, me ha confesado que llega a comer hasta diez peyotes grandes. “Entonces, suenan las guitarras y los violines, me sale una cosa roja de la cabeza y veo que cae una especie de llovizna en el campo; los árboles se oyen como si estuvieran hablando, parece que encima de mí hablara mucha gente y yo siempre me asusto porque oigo las voces y no veo a nadie.” Nicolás no sólo es uno de los huicholes más inteligentes que he conocido sino una de las grandes personalidades religiosas y civiles de San Andrés. Hizo treinta y dos veces la peregrinación a Viricota; ha sido seis años guardián de la jícara de Tatei Uteanaka, la diosa de los Pescados, y seis años el guardián de la jícara de Parítzika, el patrón de la caza: ocupó el cargo de gobernador y figura destacadamente en el consejo de principales. Como guardián de Uteanaka y de Parítzika tenía la obligación de llevar a Viricota sus jícaras realzadas con figuras de pescados o venados, sus flechas y sus velas, y de vigilar que el cazador o el pescador cumpliera sus deberes religiosos. Nicolás, en mayor medida que los otros huicholes, es incapaz de sustraerse al contexto religioso que norma su vida desde pequeño. Con estas palabras describe su primera experiencia: “Yo tenía veinte años cuando llegaron los peyoteros al calihuey de San Andrés, después de su viaja a Viricota. Como no sabía que los jículis emborrachaban, comí ocho o diez peyotes grandes y me fui a cortar leña con unos compañeros. Llegando al bosque me subí a un árbol y traté de tumbar una rama hasta que el machete se quebró. Todo esto me lo dijeron después, porque yo estaba perdido y no recuerdo lo que hice de las siete de la mañana que salí a las cinco de la tarde que bajé del árbol. Entonces oí el ruido de un tren que pasaba y a mucha gente que venía cantando detrás del tren.” “Un “señor” me dijo que yo iba a ser curandero y maracame, y debí aprender ese canto para que un día lo cantara en la misma forma y pudiera curar a los enfermos. El “señor” era como un venado. Tenía cuatro patas y cuernos pero hablaba como una persona.” La experiencia de Nicolás, su nada placentera embriaguez en la que el terror se asocia a las bien conocidas alteraciones de la vista y del oído, desemboca finalmente en el venado y en la revelación de su poder chamánico, porque los huicholes, cuando comulgan con el peyote, de un modo consciente o inconsciente, siempre esperan algo concreto de la divinidad oculta con el cacto sagrado. Experiencia del chamán Hilario En una sociedad donde abundan los chamanes es natural que el neófito se interese por saber si los dioses le reservan la gracia de ser un chamán bueno o la desgracia de ser un chamán malo, ya que en Viricota, como en el tiempo originario, hay dos tokipas, uno gobernado por el supremo contador, el bisabuelo Cola de Venado, y otro gobernado por los maracames infernales encargados de manejar las artes de la magia. El chamán sabe además que una parte de los quebrantos y enfermedades que afligen a los huicholes se debe a las maniobras de los brujos y para combatirlos adecuadamente, ha de conocer muy bien el mecanismo de la hechicería. La experiencia del chamán Hilario, cuando apenas era un aprendiz de maracame, es significativa, por lo que hace a la magia relacionada con su primera embriaguez. Según el relato de su hijo José Carrillo, Hilario comió al mediodía muchos jículis en Viricota para saber lo “que le decían los dioses”. A las siete se perdió y oyó que todos los dioses se hablaban. Uno de ellos le dijo: “Como y lo que es malo. Hay algo aquí que puede hacer mal y debes conocerlo. Ven conmigo, que te lo voy a mostrar”. Hilario, obediente, lo siguió, el dios le dijo una segunda vez: “Han salido muchos cantadores que sólo tratan de hacer el mal y no de defender a los suyos. ¿Quieres verlos? Están más adelante, Acompáñame”. A la tercera vez, ya muy lejos, le habló de esta manera: “Ve lo que hace aquella gente”. -Mi papá vio a un maracame con sus muvieris hechizados de plumas de búho y de lechuza y a muchos hombres que cantaban y alegaban sobre cosas de hechicería. “Es necesario que los mires de cerca –le aconsejó el dios-, es necesario que andes un poco más.” A la cuarta vez la exigente deidad lo arrastró a mayor distancia diciéndole: “Mira a ese hombre. Está hechizando, está matando a la gente. Tú debes portarte bien; ser un buen maracame aunque te ofrezcan toros y te ofrezcan dinero por echar brujería. ¿Has visto bien todo? Ahora, sigamos adelante”. A la quinta vez le dijo el dios: “Aquí es donde castigan a los brujos. Abre bien los ojos y no pierdas nada de lo que está pasando”. En aquel lugar dos hombres calentaban en la lumbre un fierro largo, como una flecha, y los topiles llevaban a un brujo prisionero. Lo sentaron en el suelo, lo amarraron y después le fueron metiendo el fierro candente en la boca. Ensartado, lo pusieron entre dos horquetas y le daban vueltas, para asarlo, saltando, bailando y gritando que se lo iban a comer. -Mi papá estaba asustado y no podía hablar. El dios le dijo entonces: “Vuélvete hacia el oriente, hacia donde sale el sol. Aquí también hay luchas y hay dificultades entre nosotros. Mira a esas tres iguanas: a la amarilla que pertenece al sol naciente y se halla en el este, a la roja que pertenece al sol poniente y está en el oeste, a la verde que pertenece a las regiones subterráneas y está en el centro”. Las tres iguanas estaban en un peñasco colorado y luchaban lanzándose flechas y piedras brillantes como urukames, tratando de hechizarse. La iguana amarilla dijo: “Ya sólo me queda esta flecha –y la arrojó con fuerza a la iguana verde. La iguana verde, herida, cayó del peñasco y todas las iguanas que contemplaban la lucha principiaron a morir. “No me vean porque nos acabamos todas” –dijo la iguana amarilla, y se metió en un agujero del peñasco. “Ten muy presente lo que estás viendo –le dijo el dios a mi papá-. Estas iguanas son compañeras de los maracames malos. Ellos las utilizan para arrojar flechas embrujadas y espíritus de los muertos a los que desean causar algún daño. Ven conmigo, quiero enseñarte otra cosa.” Un poco más lejos estaba en el oriente un gran escorpión amarillo y en el poniente una culebra negra del río luchando entre sí y arrojándose flechas. Le dijo el dios a mi papá: “Éste escorpión siempre le gana a la culebra porque es propiedad del sol y lo está defendiendo de las culebras que quieren hechizarlo. Los brujos son también iguales a las culebras y como no pueden estar en compañía del sol tratan de hechizarlo y de hechizarnos a nosotros. Están contra todos, como están las iguanas verdes y las culebras prietas. A ti te corresponde defender al sol y defender a los hechizados”. -En la madrugada se recobró mi papá. Lo que aprendió en Viricota esa vez cuando comió la flor, no habría de olvidarlo nunca.

La magnificencia literaria

Por Esther Mandujano García La labor editorial de Raúl Hernández Viveros, ha permitido a muchos autores difundir nuestro pensamiento y emociones. Hechos prosa o poesía, a través de su persistente tarea de publicar y promover la edición de innumerables textos. También su generosidad divina nos atrae a su mesa para disfrutar con él y Aída; acompañados de sus guisos míticos, de una plática inteligente, informada. Bastante amena y salpicada de lecturas de autores reconocidos y no tanto. Informaciones de noticias de actualidad y de inmortales versos escritos por la inspiración de grandes poetas. Raúl Hernández Viveros, contagia su pasión por la literatura. De pronto ahogados por el llanto o por la risa nos sumergimos en los textos compartidos para maravillarnos ante la belleza de la palabra, ante la profundidad del pensamiento, y la suspicacia de un análisis sobre la realidad. Es un maestro permanente, sin pretensión de serlo, porque en su pasión inspira a perseguir el fantasma intangible del texto que subyace en nuestra imaginación, a esculpir letra a letra el proyecto aquel que daba vueltas en nuestro pensamiento sin encontrar su ancla. Raúl Hernández Viveros ha hecho puentes entre los escritores de muchos países de América y Europa, y esta labor fundamental nutre en ambos sentidos el trabajo que se realiza en los diferentes lugares, nos acerca de igual manera y sin prejuicios tanto a reconocidos autores como a jóvenes que se inician en la aventura literaria. Libros, libros, libros, belleza, pensamientos, ideas, humor, inteligencia y más libros, son ingredientes que no faltan en su mesa y que los comparte con la generosidad divina que lo caracteriza. Raúl Hernández Viveros el escritor, es otro personaje. Agudo, sensitivo, sabe tejer personajes punto por punto. Personajes cincelados con trozos del recuerdo, nacidos de sus vivencias y perfilados por la nostalgia de los días transcurridos, y que antes de escaparse en el humo de la memoria son salvados por la literatura con la ansiedad de quien ve partir trenes en el andén sin poder detener ni prolongar el justo instante de su partida. Los rescata con la urgencia de impedir que se vayan sin retorno. Tal vez por eso le gusta esa canción de Serrat Aquellas pequeñas cosas que dice: “Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas, Que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, en un papel o en un cajón…” En su ya larga trayectoria por las letras ha escrito anécdota, reseña, relatos, novela, etc. Es decir, ha echado mano de todos los géneros para expresarse. Me gustan esos personajes complicados, retorcidos, casi surrealistas que muchas veces aparecen en sus relatos y que se arrastran por las escenas para sorprendernos de pronto con algún desenlace inesperado. Me gusta también su breve novela: El Tigre del Gualdaquivir, un pobre diablo que vivía del recuerdo de sus glorias pasadas y que perturbado por el alcohol y sus miserias recorre Sevilla para ir a vomitar sus penas al Guadalquivir… Raúl Hernández Viveros es un escritor formado en el análisis, la lectura permanente, los viajes prolíficos. El dialogo inteligente con sus congéneres, entre la soledad del silencio. Dentro de sus caminatas diarias, su visión del mundo, y su pasión por difundir el quehacer literario de sus discípulos, amigos, engendros, o de sus hijos putativos. Por esta y otras razones, me sumo al homenaje que le hacemos merecidamente a Raúl Hernández Viveros. Uno de los promotores fervientes y constantes de la literatura veracruzana y de México. Por su labor como escritor en búsqueda constante de temas y razones para expresar su pensamiento y por su pasión a la literatura, que nos contagia la dicha de descubrir en las letras un camino certero hacia la libertad del pensamiento y del alma.

POLÍTICA EDUCATIVA*

La Comisión Estatal para la Planeación de la Educación Superior en Veracruz (COEPES) en su sesión ordinaria del 11 de octubre de 2011, emite el siguiente Comunicado Inicial derivado del Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016 y del Programa Veracruzano de Educación 2011-2016, como plataforma de política educativa para la operación de la educación superior en Veracruz. 1. La COEPES es una comisión del CIVE que, con base en el Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016, en el Programa Veracruzano de Educación 2011-2016 en la percepción del sentir de los ciudadanos y en las necesidades de la sociedad, emite recomendaciones para garantizar una educación superior que produzca calidad de vida. 2. La COEPES, como comisión consultiva de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), define las políticas educativas orientadas a la planeación, operación y evaluación de los servicios educativos de tipo superior en el estado, en coordinación con otras instancias de tipo superior. 3. La calidad de la educación superior, postulada como prioridad y eje de la educación en general, es resultado de la conformación armónica y del funcionamiento eficiente de cada uno de los factores que la generan, y que constituyen los criterios o indicadores de calidad, así como la articulación de la equidad y la pertinencia con la dimensión social de la educación. 4. No basta que cada subsistema de educación superior exprese su propia calidad, sino que es necesaria la declaración de un organismo externo autorizado, a fin de que la sociedad tenga certidumbre sobre el nivel de calidad después de una evaluación, que conduzca a la certificación de sus procesos y/o la acreditación de sus programas. 5. Para conseguirlo, se considera importante reforzar la vinculación interinstitucional de los diferentes subsistemas de educación superior con los organismos certificadores y acreditadores, así como con aquellos que evalúan y dictamina el nivel de calidad. 6. La relación entre las comisiones consultivas del Consejo Interinstitucional Veracruzano de Educación (CIVE) y las instancias ejecutivas es de complementariedad, sin traslape de funciones y de acuerdo a lo estipulado en el Reglamento Interior de la SEV. 7. La vinculación de la COEPES con la Unidad de Planeación, Evaluación y Control Educativo de la SEV es necesaria para realizar la interpretación prospectiva de los datos que configuran la situación de la educación superior de Veracruz, en el contexto nacional e internacional, con base en las atribuciones que le confiere la normatividad vigente. 8. Para la COEPES es muy importante apoyar el desarrollo del Proyecto Estratégico de la Subsecretaría de Educación Media Superior y Superior, a través de su análisis y propuestas de futuro que sea una acción equitativa, pertinente y, por lo mismo, de calidad. 9. En el marco de los posicionamientos anteriores, la COEPES reflexiona sobre los resultados de la práctica educativa que llevan a cabo los diferentes subsistemas de educación superior, con el propósito de actualizar el sustento teórico necesario para atender su problemática de manera integral y proyectar con atingencia sus propuestas de solución. 10. Un imperativo de la COEPES de Veracruz es la promoción de la actualización permanente de la normatividad y de sus documentos rectores de la gestión institucional, así como su acercamiento, en la aplicación diaria, a las políticas que determinan la toma de decisiones de las instancias ejecutivas. *Comunicado inicial

Estrés docente,Carrera Magisterial, enseñanza religiosa y privatización educativa.

Por: Carlos Alberto Sánchez Velasco. Una de las profesiones más estresantes es la docencia. La docencia es un trabajo fascinante que permite ayudar a otros a aprender y desarrollarse, pero es también una labor exigente. Todos los profesores acaban sufriendo estrés, tarde o temprano. En fecha reciente, en una cadena de salas de cine del país, comenzaron a proyectarse spots anunciando un documental ("De panzazo") protagonizado por un comentarista de noticias de la televisión -Carlos Loret de Mola-, que invita a reflexionar sobre el "fracaso del sistema educativo mexicano" y sus causas. Personaje central de las críticas en ese documental será, al parecer, la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, personaje que tiene un gran peso político en las decisiones educativas que se toman en el país, aliada virtual del gobierno federal en turno. Las imágenes que se presentan en los spots son harto elocuentes: muestran el hacinamiento, la falta de recursos y equipamiento, la indisciplina y la desorganización que impera en muchas escuelas del país. Pero no muestran, desde luego, el gran peso que tienen los medios masivos de comunicación y su programación y contenidos (y particularmente los televisivos), en la configuración del carácter, los valores y los estereotipos de conducta, tanto de docentes como de estudiantes. En cierto momento, una alumna responde a la pregunta "¿Y tú, que vas a ser de grande?": "Una adulta idiota". Tomando en cuenta que lo que ocupa e interesa a los jóvenes, son preponderantemente los contenidos televisivos y sus modas, estamos obligados a preguntarnos ¿Y llegarán a ser «adultos idiotas» por causa de la escuela, o por la influencia de la televisión, de la que, ante la falta de competencia real, son público cautivo? Cabe señalar que en cualquier escuela del país, los alumnos -y los maestros- conocen más a los deportistas o cantantes de moda, que a los personajes que contribuyeron a hacer de México una república dotada con leyes. Por otro lado, los resultados en las pruebas nacionales e internacionales de desempeño y aprovechamiento académico de los estudiantes, hacen patente que el retraso, el subdesarrollo, la improvisación y la ineficiencia son la constante en la labor docente. Baste señalar esta perla: ninguna biblioteca escolar, en ningún nivel educativo a lo largo y ancho del país cuenta por ley con un presupuesto anual asegurado, ni personal, ni instalaciones, ni recursos documentales y/o electrónicos, que le permitan operar en condiciones dignas, o suficientes, ni garantizar tampoco un alto impacto en el desarrollo académico de los estudiantes. Los funcionarios públicos que, como está visto, saben bien poco de libros, parecen saber menos de bibliotecas. No obstante, por un momento, en el documental de marras, se lanza una acusación evidentemente injusta en el documental, en boca de una estudiante: la culpa del fracaso educativo es «de los maestros». ¿Cuál puede ser el desempeño profesional de un docente que ha vivido estresado durante muchos años? En un estudio realizado en 2007, entre maestros del nivel básico del estado de Guanajuato, se reportaron como causas de estrés las siguientes: 1. La falta de apoyo de las familias en asuntos de disciplina de sus hijos 2. Atender grupos numerosos 3. Falta de tiempo para apoyar a ciertos alumnos con problemas 4. Un sueldo bajo, respecto al volumen de trabajo 5. Las exigencias de autoridades y padres, que piden buenos resultados 6. La falta de apoyo gubernamental 7. Tener que "abarcar mucho y apretar poco" 8. Tareas administrativas 9. Tener que solventar los problemas de conducta de los alumnos 10.La carencia de recursos indispensables para la enseñanza 11. La falta de valor que actualmente se le concede a la labor docente 12. El decreciente respeto de la sociedad hacia la profesión docente 13. Trabajar en aulas saturadas con espacio reducido 14. La integración de alumnos con necesidades especiales 15. Llevar trabajo a casa, lo que interfiere con la vida familiar 16. Los conflictos entre docentes y directivos 17. La falta general de recursos 18. Cuando los alumnos no paran de platicar en clase 19. Cuando es difícil controlar al grupo 20. La falta de capacitación-actualización, ante los cambios curriculares A lo anterio viene a agre-garse, en fechas recientes, como uno más de los factores de estrés, la presión que supone para los maestros el compromiso que adquieren al ingresar a la llamada "Carrera Magisterial". Cabe decir que las reglas de operación de la "Carrera Magisterial" han sido modificadas, lo que está provocando desconcierto y desaliento entre muchos docentes que cifran, en su ingreso a ella, sus esperanzas de cierta mejoría salarial. La "Carrera Magisterial" parece, desde cierta perspectiva (la del maquivélico "divide y vencerás"), una forma "legal" de atentar contra los contratos colectivos, los derechos laborales y la capacidad de negociación del gremio de maestros, pues los obliga a enfrentar los retos profesionales como un asunto de mérito individual, y no como uno que puede resolverse mediante el esfuerzo y la participación colectiva de los trabajadores de la educación, un estamento de trabajadores con reinvindicaciones y conquistas históricas que trazan el proyecto educativo y de nación que somos y seremos. A pesar de la mejoría que supone el ingreso de los maestros a la Carrera Magisterial, aquellos que han logrado altos puntajes dentro de la misma, al momento de jubilarse pierden las compensaciones salariales que hubieran adquirido. En una revisión de la literatura internacional sobre el tema del desarrollo profesional del magisterio, publicada en 2003, ya se recomendaba que el desarrollo profesional de maestros debe ser una actividad "bien planeada, financiada y organizada" a largo plazo, y debe incluir todas las etapas formativas del docente, desde su preparación inicial hasta su retiro y jubilación; la formación de docentes debe contemplar tanto la formación continua en cursos y talleres obligatorios, como el desarrollo profesional a través de un abanico de actividades propias del ámbito laboral del docente. Además, la vasta experiencia acumulada de los docentes jubilados debería ser aprovechada, permanentemente, para revisar y mejorar el proyecto educativo nacional. Los planes y programas de reforma educativa no deberían ajustarse de forma acrítica a los requerimientos de organismos financieros internacionales, o a modelos, planes a programas producto de determinada coyuntura política-económica. Además, la formación continua del magisterio, supone su participación activa como diseñadores y actores centrales de su propia formación, con el respaldo del Estado a través de la creación de condiciones laborales adecuadas y el financiamiento necesario que permita un desarrollo profesional profundo y auténtico. Tratándose de la formación de formadores, no debe ser para menos: se trata de que a través del desarrollo profesional del magisterio, se posibilite el cumplimiento de las grandes reformas educativas que imponen las condiciones de un mundo cambiante al país en su totalidad. Otro asunto emergente que sin duda agrega estrés a esta compleja situación, son las intenciones de reformar el artículo 24 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como un primer paso hacia el retorno de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, y el abandono del ideal educativo que se gestó durante la Revolución Mexicana. Por si todo lo dicho hasta aquí, no fuera suficiente, en días recientes, el ejecutivo federal dio inicio a un programa por medio del cual, ciertas instituciones bancarias, otorgarían a la juventud mexicana créditos para realizar estudios de licenciatura y posgrado en instituciones de educación privadas (Programa de Financiamiento a la Educación Superior). Aún no termina la movilización masiva de los estudiantes de Chile y sus familias, en el hemisferio sur de nuestro continente, movilizaciones y protestas en las que desembocó precisamente la aplicación de una política de endeudamiento semejante, durante varios años, y como si no hubiera conocimiento del asunto en nuestro país, aquí se busca aplicar las mismas medidas cuyos resultados pueden ser socialmente explosivos, en el mediano y largo plazo. ¿A quién beneficia todo ésto: la baja calidad educativa, la depauperización de las escuelas, la erosión de la noción de educación pública, gratuita y de calidad, el corporativismo político-sindical, la corrupción oficlal, la privatización y sotanización de la enseñanza? A los docentes no, a los padres de familia tampoco, mucho menos a los estudiantes. Referencias Observatorio Ciudadano de la Educación. Carrera magis-terial: 15 años de promesas incumplidas. En línea: http://www.observatorio.org/comunicados/EducDebate12_CarreraMagisterial Rodríguez, Lucía et al. 2007. Estrés en docentes de educación básica: estudio de caso en Guanajuato, México. Salud de los trabajadores V. 15 No. 1. Villegas-Reimers, Eleonora. 2003. Teacher professional development: an international review of the literature. International Institute for Education Planning. UNESCO, París.

¿Por qué leemos?* Una invitación a la Lectura

Por: Dante Octavio Hernández Guzmán Esta pregunta siempre nos la hemos efectuado y aparecen diferentes vertientes del ¿por qué? Yo recuerdo que de pequeño al recibir la instrucción en la escuela y lectura de calidad… pero ¿qué significaba cada una y cómo la evaluaban?... cómo recuerdo cuando mi profesor Ignacio Treviño de quinto de primaria nos paraba en el estrado y nos ponía a leer en voz alta, mientras él, sentado a un lado del escritorio con un reloj despertador descomunal nos tomaba el tiempo en que leíamos un texto. El nos decía que era una lectura de rapidez y nos calificaba de conformidad con el tiempo que tardábamos. Al siguiente día, nos proporcionaba unas hojas con preguntas acerca de lo que el día anterior leímos y tomando nuevamente su reloj, nos marcaba el tiempo justo para responder a las preguntas, y nos decía al final: tuvieron que efectuar una lectura de calidad para comprender el texto. Al tercer día, nuevamente nos proporcionaba hojas de evaluación; ahora, era un texto y al final una serie de preguntas con relación a él, que nos hacía reflexionar acerca de lo leído. Yo no comprendía la causa de su método, ya que si sabía leer entendía lo leído – pensaba – pues cuando leía las tiras cómicas de los periódicos dominicales se me grababan y las podía repetir con rapidez infinidad de veces, entonces ¿por qué la desconfianza del profesor hacia nosotros por cuanto a la falta de comprensión de la lectura? Un día, después de varios meses con ése ejercicio mental, nos dio un texto para que efectuáramos la misma acción, era cuando mucho una cuartilla, estaba llena de leyes y fórmulas como título rezaba: “Leyes de Newton y su aplicación”. Volvimos a su técnica, él con su reloj ajustado el tiempo y nosotros tratando de descifrar lo que nos había entregado, ¡no comprendíamos lo que estaba en el papel! realmente hasta en ese momento nos dimos cuenta bastaba que no bastaba leer para que nos quedará grabada la información, era necesario un análisis y una base de información previa para poder entender lo escrito… Al término del tiempo, el profesor recogió nuestras hojas, la mayoría en blanco y con su clásica sonrisa moviendo la cabeza nos mencionó: ¿ya observaron que no sólo basta leer para comprender?, es necesario haber asimilado muchas lecturas anteriores acerca del mismo tema para poder dar paso a un nuevo conocimiento… en ese momento calló, para dar paso a nuestras reflexiones. Por varios minutos permanecimos callados mientras que nuestro profesor revisaba las hojas que le habíamos entregado, al ver a todos en silencio, yo me resistí al principio a efectuarle una pregunta al profesor Ignacio, pero pudo más mi deseo de efectuarla que mi temor a ser criticado por ignorante – eso pensaba- por mis compañeros, y le pregunté: ¿Por qué no lo entendimos, si hemos leído otras cosas y se nos quedan grabadas con facilidad? ¿Por qué esto no logramos asimilarlo? Me callé esperando una respuesta clásica del profesor en la que nos daba una lección de teorías conocimientos amplios, en éste caso esperamos una perorata literaria y aburrida, debido a ello, todas las miradas de mis compañeros se dirigieron a mí, y con tanta vehemencia me observaron, que sentí que me hacía más pequeño y me arrepentí en ese momento de haber preguntado. Con mucha parsimonia el profesor se quitó los lentes y los colocó suavemente sobre su escritorio y me respondió: cómo les mencioné, es necesario para algunas lecturas tener conocimientos anteriores que sean la base para poder asimilar lo que van a leer, en este caso para poder asimilar lo que van a leer, en este caso para poder entender el tema que hoy les dí, es necesario que sus conocimientos de Ciencias Naturales, estén perfectamente aprehendidos, pero, hay algo que nos va allanar el camino y ¿saben qué es? –todos negamos con la cabeza- pues es algo muy simple –agregó el profesor- que nos guste, sí, eso es exactamente lo que se requiere, aparte de la habilidades mecánicas de nuestro cerebro, el gusto por la lectura y no importa cual tiempo sea, la podremos entender, cuando nos guste, cuando disfrutemos leyendo, cuando para todos y cada uno de ustedes la lectura se convierta en un pasatiempo y no en una obligación. A mí se me quedó grabado: “la podremos entender, cuando nos guste, cuando disfrutemos leyendo”, éste es el primer paso para el aprendizaje me dije, pero ¿qué más hay para poder llegar a una verdadera lectura?, ¿Qué pasa cuando ésta es demasiada teórica y nos cueste trabajo el dominio del tema?, ¿por qué aparte de la lectura de comprensión, nuestro profesor nos hablaba de una lectura de calidad? Con el tiempo aprendí a leer por gusto, las palabras de mi profesor se tornaron una máxima: que te guste. Pero aún seguía en la búsqueda de la calidad: ¿calidad en la lectura?, como todo tiene un principio, recurrí al diccionario para esclarecer inicialmente qué se entiende por calidad, y me encontré la siguiente definición; Calidad.- (1) f. Manera de ser de una persona o cosa. || Carácter, índole. || Condición o requisito que se pone en un contrato.|| Estado de una persona, su naturaleza, su edad y demás condiciones que requieren para un cargo o dignidad. ||Nobleza del linaje.|| fig. Importancia o gravedad de algo.|| Cualidades personales.|| Condiciones, en algún juego de naipes. Todo ese cúmulo de definiciones no me dejaron satisfecho, para mí eso no representaba realmente lo que era la calidad, sentía un vacío entre lo que me daba el diccionario y lo que buscaba para satisfacer mi intelecto. Un día, platicando con un viejo amigo –lo correcto sería que mencionara: un amigo viejo- hablábamos de los círculos de calidad y eficiencia en las empresas y asaltó la idea de preguntarle qué entendía por calidad: a lo que simplemente respondió: hacerlo mejor día con día, pero ¿cómo lo logro?, fácil, con práctica una vez que iniciamos podemos aumentar el volumen de lectura diaria, la calidad de lo que leemos, la complejidad, pero, todo con ritmo, con secuencia, con continuidad, con afinidad a nuestro nivel intelectual y principalmente con gusto. Es como cuando desarrollamos una actividad deportiva: empezamos poco a poco con determinados ejercicios y con poco tiempo para efectuarlos, con el paso de los días el número ejercicios los incrementamos e igualmente aumentamos el tiempo en que los hacemos, hasta llegar a un nivel de actividad en el que diariamente tratamos de competir con nosotros mismos por hacerlo mejor. Así funciona para todas las actividades y para la lectura es igual, sólo requerimos deseos, voluntad y constancia para efectuarla y no olvidarnos del gusto por hacerlo. La lectura se dice es la inteligencia de un texto, según parecer de quien lo lee, o según la manera de quien lo ha escrito, siendo un conjunto de conocimientos algunas veces teóricos, otras prácticos y en otras teóricos prácticos, nos van a llevar al cabo de su lectura hacia otro estadio de la mente, donde podremos determinar el grado de aprehendizaje al que hemos llegado al término de la lectura, ya entraría en ese momento nuestro análisis y síntesis de lo leído, pero ¿esto sería posible, si no hubiéramos aprendido aquella lectura de rapidez, de comprensión y de calidad que nos dio nuestro profesor de quinto de primaria? Definitivamente, no. El nos dio las bases y nos lanzó a la aventura de la lectura, lo demás vino solo a partir del gusto por leer. ¿Qué podemos leer? Todo o casi lo que se publica, y dijo casi todo porque existen publicaciones que por sí mismas no representan absolutamente nada positivo para la sociedad, esas son las que deben quedar fuera de nuestro ámbito intelectual, algunas son vacías en su contenido, otras exaltan la vanidad y el espíritu consumista de la sociedad, algunas más participan de un juego lúdico-erótico en el que cae el ente social bajo un falso discernimiento de liberalismo y modernidad. Esas son las lecturas que no deben interesarnos y si caen en nuestras manos, tomarlas como lo que son: “Lecturas consumistas”, lecturas que no dejan un aprendizaje más allá de lo que pretenden los editores al través de la mercadotecnia aplicada. Decía, esas lecturas no deben interesarnos, habiendo tanto por leer y en tan poco tiempo. Miles de litros de tinta se han gastado y toneladas de papel se ha producido, para elaborar buenas revistas, libros excelentes, pero que según las estadísticas del país, nadie lee, o casi nadie los lee, porque si cada mexicano leemos medio libro al año – Pregunto: ¿a quién le toca mis excedentes en lectura y los de algunos de mis amigos? –que desgracia estamos en un pobre país de incultos, con los acontecimientos políticos que han acaecido en los últimos meses: Peña Nieto, Cordero, AMLO con sus incoherencias intelectuales y que son los que quieren representar a México, me siento desconsolado al saber que esta es la clase gobernante y no es lo que merecemos, por desgracia es lo que tenemos como clase política, somos un país que no leemos por lo que caemos en la conclusión de que tenemos un país de libros moribundos, pues tomando lo asentado en el libro: Para enseñar no basta con saber la asignatura (2), que a la letra dice: “Los libros tienen vida propia una vez que se hacen públicos y quedan como una foto fija que refleja las coyunturas en las que fueron escritos. Pero cuando entran en contacto con los lectores éstos devuelven imágenes que, desde la consideración de un texto abierto, reclaman una nueva foto, con nuevos matices y puntualizaciones.”. Retomando lo que mencionaba anteriormente, si un libro vive (tiene vida propia) a partir del momento en que se hace público, y queda como una foto fija (en el que lo lee), que lo refleja, y aquí está la parte crítica, ¿qué puede reflejar un individuo de un libro, si este no se ha leído?, al no tener lectores el libro pierde su esencia y por tanto su interés de estar vivo, por ello, nuestro país se ha convertido en un gran hospital de libros moribundos y las librerías y bibliotecas, son los grandes cementerios a los que sólo acuden, de vez en vez, los deudos que aún guardan el recuerdo de aquéllos que algunas veces les dieron la oportunidad de aspirar a otro estadio de la inteligencia. Es necesario que efectuemos un análisis de lo anteriormente escrito y buscar las alternativas para incorporar lectores a la vida diaria, personas que respondan estos comentarios y se les transforme en un reto a superar y una tentación de la cual difícilmente se van a librar en cuanto encaren la lectura de un texto y les guste. Debemos retomar de aquél viejo profesor de primaria, su estilo de iniciarnos en la lectura, pero ya la calidad y comprensión debemos unirla a nuestra actitud crítica y a las ideas que se reflejen de una primera lectura, a nuestro análisis desde el punto de vista de nuestra intelectualidad, a nuestra capacidad de síntesis y principalmente como decía mi profesor que encontremos el gusto por todo aquello que leemos. Dante Octavio Hernández Guzmán. *Ensayo modificado del Publicado en el libro “Un acercamiento a los Recursos Didácticos” Editorial Comunidad Morelos mayo 2002 (1).- Proviene del latín, qualitas, -atis. (2).- Hernández, Fernando; Sancho, Juana María.- Papeles de Pedagogía, Editorial Paidós, 1996, México.

Hallazgos El hombre del clavel verde

por Olga Fernández Alejandre* No hay libros morales ni inmorales. Los libros están bien escritos o no lo están. Oscar Wilde. El largo periodo, que manejó los destinos de Inglaterra la reina Victoria, marcaron una época de desarrollo industrial, bienestar y poderío; aunado a una moral hipócrita y burguesa. Asimismo, también fue marcada por el romanticismo literario; en su afán por establecer un código de valores morales se alzaron algunas voces. Sobretodo en la segunda mitad del siglo XIX, que ponían en tela de juicio el conformismo victoriano. Una que se propuso desafiar a la sociedad establecida, y cimbrar sus cimientos más profundos, sin duda y quizá la más escandalosa de finales de esa época, fue la del irlandés Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde. Nació el 15 de octubre de 1856 en Dublín, (Irlanda) en ese tiempo pertenecía todo el país a Inglaterra. Su padre Sir William Wilde, era un reconocido oftalmólogo. Hasta fue condecorado por el rey de Suecia. Era muy aficionado a la buena literatura y famoso por sus aventuras amorosas de las que hacía gala. La madre Jane Francesca Elgee era muy culta y extravagante para su tiempo, incluso publicó en el periódico “Nation” con el seudónimo de Speranza, poemas y artículos virulentos de política. Le gustaba llamar la atención y ostentar su carencia de escrúpulos morales. Cuando él nació, su madre quería una mujer, por lo que durante sus primeros años lo vistió de niña. El salón de los Wilde era el más visitado de toda la ciudad y era de buen tono hablar crudamente, beber mucho y no asombrarse de nada. En este ambiente de lujo y costumbres relajadas creció Oscar; por lo que desde niño, alimentó un profundo desdén por lo vulgar, y cotidiano. Esta actitud lo llevó a afrontar todo, hasta sus errores y vicios más secretos, sin calcular la reputación que tal actitud le daría en la vida. En 1874 estudió en la universidad de Dublín para luego ir a Oxford. A pesar de lo indisciplinado que era, ejerció mucha influencia en los demás, consiguiendo lo que siempre había deseado, que las personas hablaran de él con extrañeza, pero a la vez con admiración. Uno de sus maestros Walter Peter (1839-1894) quería fundir la tradición hedonista con la cristiana, uno de los más entusiastas fue Wilde; apropiándose de dicha teoría. Claro que esta actitud trajo consigo la gran antipatía que muchos de sus compañeros sentían por él. Además, si le agregamos su forma estrambótica de vestir, usando pantalones de montar de terciopelo, medias de seda, pelo largo, un bastón cuya empuñadura estaba recamada de piedras preciosas, un foulard, (bufanda de seda), y flor en la solapa. Pronto logró rodearse de personas sensibles a su plática brillante, a sus atuendos estrafalarios y sobre todo a su carácter cambiante. Tanto que fue ridiculizado en la revista satírica “Punch” y en la ópera cómica de Gilberth y Sullivan “Patience”. Para no decir su nombre, lo llamaron “El hombre del clavel verde”; apodo que se le quedó. A pesar de su forma de ser: su enorme talento se impuso, su lengua mordaz, y su gran ingenio. En 1877 murió su padre y el dinero de la herencia se lo gastó en un viaje a Italia y Grecia agotándola toda y viviendo a lo grande. Por primera vez enfrentó a lo que tanto detestaba ser pobre; pues se le hacía ingrato e incómodo. Su madre se tuvo que ir a vivir a Londres con una pensión muy pequeña, y obligada a reducir los gastos y arrastrar una vida modesta. Este periodo fue significativo en su vida ganando el premio Newdigate por su poema “Ravenna”. Igualmente por su trabajo sobre poetas griegos, la medalla de oro Berkeley. Comienza para el escritor una época de triunfo. Su talento le hizo ganar admiradores. Su primera obra teatral “Vera y los Nihilistas”. Se representó por primera vez en New York. Se tuvo que ir a América donde estuvo un año de gira dando conferencias. Después de regresar de Estados Unidos conoció a Constance Lloyd una mujer acaudalada con la que se casó, y tuvieron dos hijos. Parecía que el matrimonio lo había asentado, pues estuvo trabajando como redactor jefe de la revista “The Women’s World”. Al darse cuenta que ya tenía treinta años comenzó a escribir seriamente, pues nadie lo creía capacitado. En 1888 salen los libros de cuentos para niños: “El Príncipe feliz” y, “El fantasma de Canterville”, dedicado a sus hijos; para 1891 salieron sus dos novelas más conocidas. “El crimen de Lord Arturo Saville” y “El retrato de Dorian Gray”, en especial esta novela, pone en tela de juicio la decadencia moral de una sociedad. A pesar de su final asombroso fue alabada por sus admiradores, no así, por sus detractores, ya que Wilde defiende su lucha de la degradación moral. Sin embargo los críticos de su tiempo lo consideraron siempre una persona inmoral y sin prejuicios. A partir de 1892 su gusto por las charlas ingeniosas y las frases increíbles, le llevó a investigar, adecuar e incorporar, este lenguaje a la comedia. Como por ejemplo la obra teatral “El Abanico de Lady Windermere”, esta pieza teatral; tiene la moraleja común de la época, “Las mujeres respetables valen menos que los dolores de cabeza que habitualmente causan”. Por supuesto cabe decir que sus comedias son de tipo costumbristas. Un autor que en sus obras supo exaltar las virtudes del esteticismo, pero a la vez criticó lo timorato de una sociedad de doble moral. Consolidándose con las siguientes representaciones: “La importancia de Llamarse Ernesto”, (dedicado según sus conocidos, a su gran amor Lord Alfred Douglas), obra que dejó al público deslumbrado, por su ingenio y lo admirable de su realización. Le siguieron: “Un marido Ideal y una mujer sin Importancia”. Fue cuando comenzó a ser verdaderamente conocido. Textos que han hecho considerar a Oscar el precursor de las fórmulas y bases del teatro moderno. Después de estos éxitos vuelve a salir a flote su exhibicionismo y extravagancia; llevando una vida disipada de libertinaje; donde su homosexualismo lo llevó a un final devastador. Pues se había hecho insoportablemente vanidoso al no aceptar ninguna crítica. Alguien dijo una vez: “Oscar no tiene enemigos pero fue detestado cordialmente por sus amigos”. Entre febrero de 1892 y febrero de 1895 fue quizá su mejor producción, forjó comedias de mediano éxito y una pieza en un acto escrita en francés, especialmente para Sarah Bernhardt “Salomé” que nunca escenificó porque la crítica y censura inglesa la prohibió por representarla con personajes de la Biblia. El disgusto e incomodidad que la sociedad londinense tenía hacía Oscar Wilde, culminó en una pelea seguida de un litigió entre el escritor y el marqués de Queensberry a causa de las relaciones de su hijo Alfred Douglas con Oscar, acusándolo de difamación y calumnias. Causó tanto revuelo que fue llamado el proceso judicial del siglo. En ese tiempo, se separa su esposa de él; y su conducta llama más la atención. Ella cambió su nombre; lo mismo hizo su hijo Vyvyan por el apellido Holland, debido a la vergüenza que sentían. El 3 de abril de 1895 se presentó en el tribunal con una confianza ciega, aun sabiendo que toda la opinión pública estaba en su contra. Durante los interrogatorios exhaustivos a que fue sometido, conservó una actitud soberbia y altanera. Como por ejemplo cuando le presentaron una carta que él había escrito al hijo del marqués; al preguntarle el juez: “¿Reconoce usted que es inmoral?, contestó con desdén: “Es mucho peor. Está mal escrita”. El proceso tardó varios días para finalmente ser condenado por sodomía y declarado culpable con dos años de trabajos forzados. Fue la más terrible humillación a su ego, cayendo en el descrédito y la ruina. Mofándose de él mismo afirmó: “¿Queréis conocer el fenomenal drama de mi vida? He depositado mi genio en la existencia, y he puesto sólo los talentos en mis obras.” En la cárcel escribió una carta muy reveladora a Bosie como le decía de cariño a Lord Douglas, “De Profundis” es una misiva de arrepentimiento. Aunque algunos críticos aseguran que es una explosión sentimental muy poco sincera. En cambio “La Balada de la cárcel de Reading”, es uno de sus poemas más poderosos. Ya que retrata la dureza de la vida carcelaria. Al cumplir su condena y dejar la cárcel en 1897, por voluntad propia se exilió en París (Francia), donde se dedicó a beber. Una de sus famosas e ingeniosas frases antes de morir fue: “Me estoy muriendo por encima de mis recursos”. El 30 de noviembre de 1900 murió abandonado de todos y en la miseria. Sus restos reposan en el cementerio del padre Le Chaise, bajo el nombre de Sebastian Melmoth. Durante mucho tiempo el nombre de Oscar Wilde llevó el estigma impuesto por la rígida sociedad victoriana, sin que su nombre se escuchara. Hoy en día se cree sirvió de chivo expiatorio de esa sociedad puritana y gazmoña que determinó el borrar su nombre. Tan es así que “La importancia de llamarse Ernesto”, después de su fallecimiento seguía en cartelera como de autor anónimo. El director teatral Max Reinhardt en 1903 pone en escena la obra “Salomé” en Berlín, (Alemania), con un gran éxito. El compositor Richard Strauss junto con el libretista Hedwig Lachmann la hacen ópera (1905) consagrando su nombre. De pronto su vida, sus obras teatrales, memorias, ensayos, poemas, cuentos y novelas tuvieron una relevancia extraordinaria. En la actualidad Wilde ocupa con justicia una posición notable en la literatura como crítico, narrador, novelista, ensayista, poeta y dramaturgo. Las personas de su tiempo no vieron su valía, sino únicamente, un ser amanerado, audaz, excéntrico, de vestimenta rara, de plática mordaz, y frases ingeniosas; por eso podemos asegurar: sus inspirados trabajos siguen teniendo una validez universal. titama43@hotmail.com