jueves, 5 de mayo de 2011

ANÁLISIS DE TEXTOS México profundo, una civilización negada, de Guillermo Bonfil Batalla



(tercera parte, capítulo II)
Por Romeo Cuervo Tellez
Durante el desarrollo de trabajos realizados en la Academia Mexicana de la Educación, A.C., Sección Veracruz, sobre un seminario de análisis del libro de Guillermo Bonfil Batalla titulado México profundo, una civilización negada, correspondió a quien esto escribe analizar el capítulo II de la tercera y última parte de la obra mencionada, en la que el autor plantea tres alternativas para la viabilidad de un Proyecto de Desarrollo Nacional definido en términos culturales y civilizatorios, como resultado de una historia profunda de raíces prehispánicas. Dichas alternativas son la Sustitución, la Fusión y el Pluralismo.
En el primer párrafo de este capítulo, Bonfil Batalla acepta que México sigue siendo un país viable, porque cuenta con recursos diversos (territorio extenso, población numerosa, potencialidad productiva, y sobre todo recursos culturales que el pueblo ha sabido conservar), pero también dice que dicha viabilidad depende de que se construya un nuevo proyecto nacional, que de alguna manera tenemos que definir y echar a andar tomando en cuenta nuestra realidad, sin ignorar los procesos históricos y de civilización que están vigentes aquí, como resultado de una historia profunda. Y termina diciendo que dicho proyecto tiene que definirse en términos civilizatorios.
COMENTARIO. Si como creemos, el concepto “términos civilizatorios” alude a la consideración e inclusión de los valores culturales mesoamericanos, para la conformación de un proyecto nacional genuino, estaríamos de acuerdo en que nuestro país ciertamente sólo podrá ser viable en la medida en que-con auténtico realismo-sustente sus aspiraciones y anhelos de desarrollo en la asimilación de sus valores culturales históricos, desde sus raíces precolombinas hasta la época presente, que hagan posible definir su perfil ante el mundo y superen su condición de país “imaginario”.

PRIMERA ALTERNATIVA
Sustitución
Ningún proceso perdurable, ninguna paz duradera puede sustentarse en la negación del pasado. Coincidimos con Bonfil Batalla en que la alternativa de la sustitución cultural es inaceptable. Y lo es, porque limita y reduce las posibilidades de desarrollo integral de las naciones, bloqueando sus potencialidades y haciéndolas más vulnerables a la voluntad y a la opulencia de los grandes centros de poder económico y tecnológico con propósitos hegemónicos. Por otra parte, la personalidad y el vigor de los pueblos no pueden fundarse en modelos socioeconómicos y culturales por imitación y menos por imposición, en interés de minorías que conciben, desde su óptica no confrontada, el sentido de “bienestar y progreso” de la sociedad.
En México es necesario redefinir el concepto de país “avanzado o desarrollado” más allá del sentido material de la producción económica industrial y comercial y del desarrollo científico-técnico para el dominio y sometimiento de los pueblos débiles.
En nuestra civilización moderna, la “racionalidad” de las sociedades industriales avanzadas, las ha conducido a niveles muy elevados de consumo de bienes corpóreos (mercancías) y a la satisfacción-hasta el exceso-de sus necesidades de orden físico y material, mediante la explotación desmesurada de sus recursos naturales y las demás ventajas de su condición de poderío económico. Más a pesar de ello, dichas sociedades “modernas y avanzadas” viven compulsivamente en estado de insatisfacción permanente, con altos índices de suicidios y evidente degradación humana. Estas sociedades, sean occidentales u orientales, del norte o del sur, no pueden ser los modelos a seguir para los pueblos con aspiraciones de verdadero desarrollo humano. Un gran pensador ha expresado “La sociedad actual ya no piensa, compra”. Mas la trascendencia del hombre no puede cumplirse en los cada vez más altos niveles de consumo de bienes, sino en la asimilación y vivencia de los superiores valores del espíritu. No considerar lo anterior, podría llevarnos, como expresa Bonfil Batalla, a una sucesiva e indefinida quiebra de ilusiones.
SEGUNDA ALTERNATIVA
Fusión cultural
En cuanto a la fusión de culturas en nuestro país, como alternativa de proyecto nacional, Bonfil Batalla expresa que la integración de dos o más culturas distintas para formar una nueva, es un proceso posible pero de muy larga duración histórica, pues los factores que conducen a la cristalización de una nueva cultura son producto de amplios procesos sociales en los que intervienen varias generaciones; y que tras las iniciativas encaminadas a reforzar el proyecto de una cultura nacional mestiza, lo que hay es “el intento de aceitar la maquinaria de imposición y expansión del México imaginario”; y por otra parte, que el problema de la fusión cultural sigue siendo la incapacidad para reconocer y aceptar al otro, que en este caso, es la civilización mesoamericana. Sin el reconocimiento y la aceptación como pasos previos, dice Bonfil, no hay manera de hablar en serio de un proyecto de fusión o mestizaje cultural.
COMENTARIO. Consideramos que la fusión de las culturas fundamentales que coexisten en México (la hispana y la mesoamericana) no es que pueda ocurrir, según lo expresa nuestro autor, sino que hace ya cinco siglos que comenzó  y continúa ocurriendo, aunque aún siga siendo una fusión incompleta, lo cual no significa suspensión de continuidad. El mestizaje sociocultural se inicia con la conquista. El primer mestizo mexicano fue don Martín Cortés-el bastardo-hijo del capitán extremeño y la Malinche.
A partir de la Revolución Mexicana, el proceso de mestizaje cultural fue acentuándose. El proyecto nacional revolucionario fue un proyecto mestizo. Lo mexicano no es lo hispano, ni lo indio separados uno de otro y excluyentes, sino lo mestizo, lo simbiótico.
Las naciones hispanoamericanas somos en lo general naciones mestizas. Todo género de sincretismo es mestizaje.
La fusión cultural en México se ha venido realizando en forma natural y constante, por la simple coexistencia de las dos culturas fundamentales bajo la formalidad de una misma estructura jurídico-política y la imposición de sistemas económicos de los estratos sociales dominantes. En un principio (época colonial), el proceso de fusión o mestizaje cultural fue muy lento, porque la cultura vencedora se impone a la cultura vencida, negándola y relegándola. Sin embargo, no pudo sustraerse a su influencia ni dejo de influirla, tal vez más para su mal que para su bien, durante tres siglos de virreinato. Este proceso continuó durante el siguiente siglo.
Ahora bien, aunque en forma parcial y en proporción limitada y desigual, la aceptación y reconocimiento tácito o expreso de la presencia y el valor de la cultura mesoamericana, es un hecho innegable que en el presente siglo ha propiciado el avance del mestizaje cultural y la consecuente integración nacional. En las diversas expresiones del arte mexicano, en la producción artesanal y agroindustrial, en las formas de propiedad y explotación de la tierra en México, etc., está presente la fusión y el mestizaje cultural de nuestro país.
En países hermanos de Sudamérica como el Paraguay y Chile, el mestizaje cultural y racial ha sido completo, tal vez debido a factores geográficos más favorables y a realidades superestructurales más propicias.
Creemos, en consecuencia, que en México la fusión cultural puede darse y de hecho se ha venido dando en los últimos años, aún sin propósito deliberado, es más, nuestro proceso de desarrollo apunta hacia la concepción vasconceliana de la síntesis. Sin embargo, la alternativa de la fusión cultural bien puede enriquecer sus contenidos, sin que tenga que imponerse como la mejor o la única opción para un México unido y homogéneo, sino continuar su proceso de desarrollo coexistiendo con la tercera alternativa que se plantea como opción válida para un renovado proyecto nacional.

TERCERA ALTERNATIVA
La pluralidad
Al parecer no existe problema en admitir que lo que los nuevos tiempos plantean para nuestros pueblos “débiles” no es la unidad en la uniformidad, sino en la diversidad. La uniformidad es empobrecedora mientras que la diversidad enriquece.
Las naciones con personalidad y vigor y con estructuras menos propicias a la dependencia y al coloniaje, son las que pueden unirse orgánicamente en lo interno, integrándose con sus sectores diferentes pero no desiguales y excluyentes, para poder coexistir y conducirse por sí mismas en el marco de la unidad de un estado federal auténticamente democrático, en torno al cual pueden compartir y realizar intereses y propósitos comunes en congruencia con sus legítimas aspiraciones.
Dice Bonfil Batalla que el país sería un México que reivindicara su condición pluriétnica. Sería un país en el que todas las potencialidades culturales existentes tendrían la oportunidad de desarrollarse y probar su vigencia; es decir, un país con mayor número de alternativas; sería una sociedad nacional que no renunciaría a ningún segmento de los recursos que ha creado a lo largo de su historia, Sería, en fin, una nación que vive una democracia real, consecuente con su naturaleza cultural ricamente diversificada, y sería un país capaz, por eso, de actuar en el escenario internacional desde una posición propia y auténtica: no es lo mismo asumirse como país inferior, subdesarrollado en términos de una escala de desarrollo impuesta, a saberse un país diferente, que sostiene y afirma sus propias metas derivadas de su historia propia.
Damos pues nuestro voto por la pluralidad que no menoscaba sino, por el contrario, enriquece, enaltece y proyecta la dignidad y el decoro nacional, y al mismo tiempo fortalece y hace viable la solidaridad internacional en la paz, en la justicia y en la libertad.
CONCLUSIONES
La pluralidad no implica renunciar al pasado ni negar las culturas y civilizaciones fundamentales que sustentan el rostro humano de los pueblos.
En “Nuestra América”, como llamó Martí a las naciones hispanoamericanas o indoamericanas, cometimos el error histórico de renunciar a nuestro pasado para poder realizar nuestro futuro; y sin duda, nuestras desdichas provienen de aquella infortunada concepción de origen, al iniciarse la “vida independiente” de nuestras naciones y convertirnos en pueblos “libres” sin autoconocimiento y sin autovaloración.
Rechazamos y repudiamos nuestro pasado español, porque para nosotros representaba servidumbre, fanatismo y opresión; pero no apreciamos sus valores. Igualmente ignoramos y relegamos al olvido nuestro pasado indígena, al que aún no conocemos a cabalidad. Ello significó desde un principio, negarnos a ser lo que éramos para ser algo distinto, mediante imitaciones y trasplantes de ideas y de sistemas provenientes del mundo occidental. Así fue como nuestros pueblos nacieron en la orfandad y desnutridos culturalmente, ignorando su Ser y su entorno, para ir creciendo con dificultad, con deformaciones y contrahechuras, a las que se han aplicado recetas diferentes, que en lo general sólo han sido paliativos o curaciones parciales de nuestro cuerpo social enclenque, sin alcanzar el vigor y la salud integral de nuestras Repúblicas.
Pero toda concepción de alternativas para el futuro, sólo puede darse como fruto universal de la cultura y ha llegado la hora de las rectificaciones.



1 comentario:

Rafael M. Islas dijo...

Un buen análisis del Texto de Bonfil Batalla y un debate que continua mientras no nos aceptemos totalmente en nuestros orígenes diversos. Ya lo dijo Amado Nervo hace años "Somos de raza de águilas y raza de leones; maridaje sublime de una y otra realeza: la del ala que burla todas las extensiones y la del rey ungido por la Naturaleza..." Felicitaciones al Mtro. Romeo Cuervo.