sábado, 10 de septiembre de 2011

Los valores representan uno de los caminos para el desvelamiento de la trascendencia

Por Jesús Jiménez Castillo
Academia Mexicana de la Educación, AC, Sección Veracruz
Muy buenas tardes:
Antes que nada, quiero agradecer al maestro Marcelo Ramírez Ramírez, amigo entrañable, la invitación que nos hizo para presentar ante ustedes el libro de su autoría: Los valores en la ciudad secular. Y también aprovechar esta oportunidad para reconocer la importante labor de difusión que realiza el Centro Regional de Educación Superior “Paulo Freire” -del cual es Rector el maestro Ramírez- a través de la incansable labor que realiza el maestro, y también amigo de excepción, Reynaldo Ceballos Hernández, Director Académico de dicha institución, y en la cual laboro como profesor.
El libro que hoy se presenta es una nueva edición, corregida y aumentada -la tercera para ser exacto-, y forma parte de la colección: Grandes temas de la cultura contemporánea, que tiene como finalidad poner a disposición de los estudiantes y de los interesados en la cultura, una serie de textos sobre lo que ocurre en el mundo de las ideas y en la praxis social. Se trata, como ha sido el propósito de los maestros mencionados, de impulsar la difusión del conocimiento y propiciar el acercamiento a una mejor comprensión de nuestra realidad.
Marcelo Ramírez, principal artífice de esta reunión, es un intelectual muy conocido y reconocido en los ámbitos de la política, la educación y la cultura de Veracruz. Más aún, es una persona empeñada en el estudio de las ideas, su clarificación y difusión. Como librepensador, intenta dar respuestas a las interrogantes que generan los intentos por comprender lo que él llama “el proyecto humano”, y su relación con nuestro mundo de la vida –dicho en el sentido habermasiano, que implica ámbitos de comunicación, participación y referencias cotidianas-, mediante las luces de la razón. Un poco a la manera en que lo pretendían los filósofos de la Ilustración: en contra de la ignorancia y a favor de un mundo mejor para los seres humanos.
Hombre creyente, pero antidogmático, el maestro Ramírez forma sus opiniones sobre criterios de imparcialidad para juzgar la realidad que observa, lo que le permite tomar decisiones propias y expresar puntos de vista singulares y valiosos. Su amor por la sabiduría y su condición de libre pensador ante los fenómenos del mundo temporal, postura que asume al ocuparse de temas fundamentales como la política, la religión, la ética y la relación entre ellas, lo lleva al estudio y análisis crítico de nuestra realidad, dentro de la tendencia de ideas que hoy en día constituyen la base filosófica del llamado Humanismo secular.
Sobre el particular, es necesario precisar que el término ‘secular’ significa siglo, pero también mundo, en oposición –como diferencia- a lo espiritual y divino. Con la secularización la política, la ciencia, la moral, el arte y otras manifestaciones humanas recobran su papel con independencia de lo religioso, pero no como contrarios a este. Dicho de otra manera, los elementos constitutivos de nuestra realidad social se mundanizan como entidades ligadas a nuestra condición de seres temporales, precisamente, una de las grandes preocupaciones en el pensamiento de nuestro autor.
La obra escrita de Marcelo Ramírez comprende una variedad de artículos, ponencias, ensayos y libros, en los que se ocupa de cuestiones de historia, educación, democracia, cultura, política y filosofía, entre otras. Particularmente, y es una opinión personal, destacan entre sus últimos libros: “Temas Sobre el Sentido de la Existencia” y “Los Valores en la Ciudad Secular”, que nos muestran a un Marcelo Ramírez más reflexivo y agudo en sus análisis y planteamientos, principalmente sus preocupaciones en torno a los valores y el concepto de modernidad. Temas, sin duda, de la mayor actualidad en el campo de la filosofía, sociología, política y la cultura.
En el pensamiento de Marcelo Ramírez toman preponderancia -como ejes articuladores- la cuestión ética y los valores. Su vida y obra muestran una constante inclinación hacia lo moral y el actuar en libertad. Su ethos, es decir, su manera de ser –dicho en el sentido aristotélico- se configura en torno a un deber ser que él propone como referencia e ideal para perfeccionar nuestras formas de ser y existir. Y lo demuestra en su forma de ser, pues no duda en sobreponer a los intereses de oportunidad o propios, los principios del bien común y el recto actuar. Cuestión que lo enaltece y que todos apreciamos.
El cultivo del conocimiento lo asume Marcelo Ramírez como reflexión y examen de conceptos constitutivos de nuestra realidad específica como individuos, pero en conformidad con nuestra naturaleza gregaria. Su trabajo investigativo está sustentado en una amplia formación intelectual y práctica social que le permiten interpretar nuestro mundo de vida en consonancia con los problemas fundamentales de la existencia y las ideas de los grandes pensadores, pero manteniendo los vínculos con su realidad concreta. La lucidez, claridad y rigor lógico son elementos esenciales en la argumentación de sus propuestas, y constituyen la base de su trabajo como escritor y cultivador de ideas. Siendo un aprendiz de sabio, pues tal es el significado del término filósofo, dedica sus esfuerzos a la búsqueda de valores de verdad, o a proporcionarnos las herramientas que nos acerquen a ellos.
El libro “Los valores en la ciudad secular” que hoy presentamos, es una selección de textos que, como lo dice el propio autor, integran una unidad que “procede de la visión espiritualista que subyace en todos ellos, por lo que puedo ahora precisar mi posición y hablar de un enfoque ético, humanista y espiritualista”. De esta manera, hace alusión a un enfoque racionalista, a su inclinación por el bienestar del ser humano y al espíritu como complemento de nuestra materialidad como seres con naturaleza propia, es decir, con una razón existencial. Aunque no existe un orden temático en la organización del texto, ello se puede considerar como una ventaja, pues cada apartado se puede leer de manera independiente, sin afectar el hilo de la argumentación que al final de su lectura le dan armonía y sentido a la obra.
En el libro -integrado por más de una veintena de ensayos, con un título muy apropiado, un excelente diseño editorial y una magnífica portada- el autor se ocupa del tratamiento de diversos temas, como la educación, la condición y bienestar humanos, la trascendencia, el espíritu, la vida, la cultura, la subjetividad, la metafísica, la política, la civilización y, principalmente, la ética, los valores y la modernidad, cuestiones por demás, fundamentales en el desarrollo y estudio del pensamiento actual.
El propósito de la obra la explica el autor diciendo que “en Los valores en la ciudad secular, se reúnen escritos que dan respuesta, desde diversos ángulos y diferentes circunstancias, a la misma inquietud: reflexionar acerca de los valores de nuestro tiempo y en nuestro país; de su función en la vida personal y comunitaria; de cual es su fundamento último o si este fundamento es ya imposible como algunos suponen… Estoy convencido de que los valores representan uno de los caminos para el desvelamiento de la trascendencia, pues la libertad, la verdad, la justicia, el amor, en su dinamismo, me remiten -remiten a quien lo experimenta- al origen que los explica y los sostiene, impregnando de sentido la existencia del hombre y del mundo.”
Una de las partes medulares del libro es la crítica al materialismo, en su forma de hedonismo, que se constituye así en uno de los problema esenciales de la modernidad; y que ha llevado al hombre a los límites extremos que hoy vivimos, al creer que el tener y consumir como significado de moda y poder es lo que da sentido a nuestra existencia, renunciado, de esa manera, a lo esencial del ser humano: su espiritualidad, misma que debería traducirse en sabiduría, y esta en una relación inteligente y justa con el mundo en su sentido más amplio.
En este sentido, el autor se pregunta “¿cuál ha sido el legado de la razón instrumental? La respuesta está a la vista: la conquista del mundo material, el control de las fuerzas de la naturaleza a tal grado que parece no haber límites a la expansión de ese poder “fáustico”. Pero este legado ha sido posible a un precio muy alto del cual estamos tomando cada día mayor conciencia. En fórmula resumida podemos hablar de una civilización que funciona en base a la engañosa ecuación que identifica la felicidad con la riqueza material… El problema central, nos dice el maestro Marcelo, parece ser el siguiente: “organizar la vida humana en torno a valores que le restituyan un horizonte de certidumbre, a fin de que la vida, la de cada uno de nosotros, no resulte una “pasión inútil” condenada al fracaso.”
Sin duda, y estoy de acuerdo con el maestro Marcelo, el problema de la modernidad es el problema del poder. En el principio, la religión, después el poder por la gracia de dios, luego el poder de la ideología, la tecnología, el imperio y la economía, hasta llegar a la tecnología y las finanzas en el sistema-mundo implicado en la globalización. Hasta ahora, como lo señala nuestro autor, el distintivo de la modernidad ha sido el poder, siempre el poder, pero en el sentido de lo irracional y contradictorio. Por ello, es necesario volver a la armonía y al equilibrio, pues nuestra materialidad solo tiene sentido ligada a una espiritualidad racional y armónica basada en valores.
Sobre esta cuestión, Marcelo Ramírez nos dice lo siguiente: “se ha dicho que el mundo moderno tiene un hueco donde debería estar el corazón. Se trata de una metáfora con la cual se destaca con cierto dramatismo, la ausencia de valores superiores en un mundo entregado a la obsesión de tener, del acumular y del disfrutar en el nivel de la pura sensualidad. En eso se reconocen los signos de decadencia de una cultura. Precisa, por tanto, llenar el hueco con un corazón que de nuevos impulsos al mundo, pero esto puede entenderse como un simple deseo, cuya viabilidad consideramos imposible o puede verse como una propuesta. Si es esto último, la tarea se presenta ambiciosa y compleja y, por ello, las fórmulas demasiado generales resultan inadecuadas. Tal es el caso de quienes sostienen que la decadencia del mundo moderno tiene como solución la enseñanza de los valores que se han venido perdiendo. Es obvio que la vitalidad de una cultura depende de los valores en los cuales se sustenta, pero considerar que los valores pueden ser introyectados en los individuos, para que estos los aprendan y apliquen, de la misma manera que se hace con los conocimientos de tipo utilitario, es un error que ignora la esencia misma de lo valioso. Los valores alimentan las raíces más profundas de la vida comunitaria; dan identidad al grupo, lo cohesionan y orientan hacia determinados objetivos. No se adquieren por un propósito deliberado, aunque en un momento posterior la voluntad de las elites dirigentes los confirme y transforme en contenidos expresos de un programa educativo, como ha sucedido en las grandes etapas históricas de los pueblos.”
Pero no sólo es el estudio de la ética y los valores en la ciudad secular lo que nos ofrece Marcelo Ramírez en su libro, también un acercamiento a las ideas y a los problemas del mundo a través de los grandes pensadores, como los clásicos griegos: Sócrates, Platón y Aristóteles; o los filósofos de la modernidad: los idealistas Emanuel Kant y Federico Hegel, el materialista Carlos Marx; los existencialistas Søren Kierkegaard, Federico Nietzsche, Martín Heidegger y Karl Jaspers; el psicoanalista Sigmund Freud, o los integrantes de la escuela de Frankfurt: Walter Benjamín, Teodoro Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas; asi como el filósofo cristiano Teodoro Haecker y Peter Sloterdijk, uno de los representantes más importantes de la antropología filosófica y agudo crítico del academicismo contemporáneo.
Dentro de este contexto, y para concluir mi intervención, conviene decir que nuestro país vive agobiado por una aguda crisis en prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional: un estado de guerra que ha producido miles de víctimas, un sistema político decadente y desprestigiado, una economía atrasada y subdesarrollada; falta de oportunidades, principalmente para los jóvenes; grandes rezagos en cuestiones de salud, empleo y conservación del medio ambiente; pero, sobre todo, un gran rezago educativo, científico, tecnológico y cultural. Ante este panorama, en muchos sentidos apocalíptico, reanima el trabajo que realizan personas, como el autor de esta obra, que a través de ella busca interesarnos en los grandes temas y problemas de nuestro tiempo, algunos perdurables y otros de circunstancia, pero de estudio necesario para reflexionar sobre el ser y el deber ser de nuestra existencia; y, sobre todo, para actuar en consecuencia y contribuir a la construcción de un mundo mejor para todos.
Por este trabajo intelectual de gran valía y voluntad de servicio a sus semejantes, nuestro más grande reconocimiento al estimado amigo y maestro Marcelo Ramírez.
Muchas gracias
Xalapa, Ver., 26 de agosto de 2011.

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