lunes, 25 de enero de 2021

EL SÉPTIMO DÍA


Por Fernando Hernández Flores*

El semáforo se encuentra en rojo y el motociclista no se percata, haciendo el manubrio hacia la derecha. En eso, va pasando por la calle una niña de escasos siete años, acompañada por su abuelita, que posiblemente tenga siete décadas de su maravillosa vida. Tal vez van a la iglesia porque en ese instante se escucha la tercera campanada y es domingo. Levanto la mirada buscando el reloj y marca las siete de la noche. Con las prisas, ni la señora levantó su rostro y sólo sintió que le rozó de manera muy leve la moto, no le hizo caso y siguió su rumbo.

La pequeña si se espantó al ver a ese joven en su moto y para variar, él no llevaba ni el casco puesto y ni siquiera se detuvo para disculparse. La motocicleta es negra y atrás lleva una caja grande. No creo que sea repartidor de tortillas, ni de mensajería. ¿Llevará alguna pizza o un pollo ha alguna familia que hizo el pedido en tal negocio? La vida es tan corta y en un instante se puede esfumar por un descuido. Ninguno se vio afectado en ese momento, no se ocasionó ningún accidente y cada uno va hacia su destino.

Después de ir a realizar la compra de unos medicamentos, me dispongo a regresar al lugar donde presencié ese incidente. Aún continuaba la misa, es así que decidí pasar y veo que la abuelita con su nieta están sentadas en la séptima banca. Me acerco un poco y escucho como la señora le dice a la niña que cuándo ella ya no esté, le pida a sus papás que la lleven a la iglesia y que papá Dios siempre la protegerá. De pronto veo que saca una botella de agua y toma varias pastillas, la señora. Se nota triste y hace oraciones en silencio, cerrando los ojos.

La niña me pregunta, que quién soy y le respondo: -Soy solamente un caminante que pasa por aquí y les deseo a tu abuelita y a ti, muchas bendiciones y que la salud llegue en cada una de tus familias. La señora, suspende su oración y exclama: -Muchas gracias.

(*) Escritor veracruzano, autor del libro Andanzas Interculturales de Tepetototl. Correo: venandiz@hotmail.com Twitter @tepetototl

El amor al conocimiento



Gilberto Nieto Aguilar

Los saberes están entre el querer y el rechazo, la libertad y la esclavitud de la ignorancia, las sombras y la luz de la caverna platónica. Esta ha sido una lucha librada a través de los siglos cada vez por más personas, porque cada vez más de ellas tienen el acceso al conocimiento y… lo toman o lo dejan. Como los contrastes y contradicciones que mueven la vida, el “to be or not to be” de Hamlet, sur y norte, blanco y negro, positivo y negativo.

En la dialéctica la contradicción es la fuente interna de todo movimiento, la raíz de la vitalidad, el principio del desarrollo, y sirve para fortalecerla. Pero en la filosofía de la vida la toma personal de decisiones es un camino que se bifurca por senderos distintos. «La sociedad no puede constituirse más que a condición de perpetrar en las conciencias individuales y formarlas “a su imagen y semejanza”» (Durkheim, 1914), bajo una uniformidad que ahora opera y se consolida a través de los medios de comunicación y las redes sociales.

Gran número de nuestros estados mentales, los más esenciales al menos, son de origen social. Son las sombras de la caverna de Platón. Y el ser humano no puede ignorar que el producto por excelencia de la actividad colectiva es el conjunto de bienes intelectuales y morales que llamamos “civilización”. Esa construcción social, lo más que ha permitido al individuo es concebirse de manera heterogénea: por un lado el cuerpo y por el otro algo etéreo y no muy claro que puede llamarse alma, espíritu, consciencia, mente, o una combinación.

Hoy se habla de un todo, ya que el pensamiento y la consciencia no pueden darse sin la materia en pleno funcionamiento, con excepciones maravillosas. El conocimiento lleva al ser humanos por caminos diferentes y puede causar temor cuando se inicia el recorrido (juventud, adolescencia o antes). El conocimiento profundo, biopsicológico y social, es capaz de transformar al ser humano en su manera de sentir y percibir al mundo, en su manera de pensar y de actuar.

Primero debe distinguir entre el estrecho sendero de la inercia y el amplio camino del saber. Mientras la tecnología que envuelve a la humanidad avanza a pasos agigantados, la conciencia de las personas se pierde en el sendero de la inercia, la rutina, la imitación, la atadura social y de los medios, y reduce su pensamiento a patrones preestablecidos. Quizá para la mayoría es una zona de confort, un contexto reducido para las decisiones, la seguridad y aceptación social (pensar como los otros) a cambio de su libertad de consciencia.

El otro camino le puede parecer poco transitado, hermoso pero aislado, vivificante pero poco compartido. Significa esfuerzo; a veces no estar de acuerdo con los demás; no ser aceptados por ver la vida y el mundo con mayor amplitud, por distinguir las sombras de la caverna como un reflejo distorsionado de la realidad.

El gusto por el conocimiento, el placer de saber, la curiosidad y el interés por indagar y conocer más sobre los que nos interesa o lo que necesitamos aprender, debe nacer desde el hogar. Sólo así se convertirá en cultura y forma habitual de ser, robustecida por la acción social y arraigada por la sistematicidad y metodología en las instituciones escolares. Nos falta mucho todavía.

gnietoa@hotmail.com

miércoles, 13 de enero de 2021

El concepto de hegemonía de Antonio Gramsci: ¿Retorno a Marx o modernización del materialismo histórico?

 

En el 130 aniversario de su nacimiento:

 


 

Javier Ortiz Aguilar

 

 

“Los filósofos hasta ahora han

Interpretado de mil maneras el mundo,

 lo que importa es transformarlo”

                                                                                                                              Karl Marx

 

 

El triunfo de la revolución bolchevique, guiada a la luz del marxismo, transforma el ideal socialista en un espacio histórico y político. Por supuesto este acontecimiento que conmueve al mundo, concreta una aspiración añeja de la humanidad, y simultáneamente lo limita a la temporalidad. Sólo así puede explicarse el por qué los intereses personales y de grupo, subordinan a las aspiraciones libertarias de los mejores hombres.

          La lucha por el monopolio del poder, en la incipiente patria del proletariado, adquiere relevancia, desde el momento que muerte Lenin, el teórico y el indiscutible dirigente de la primera revolución socialista. La lucha por la sucesión se manifiesta en la persecución a los anarquistas, posteriormente a León Trotski y a sus seguidores  Stalin en el poder elimina la Nueva Política Económica y desaparece la institución de los soviets que permitían la presencia directa de los obreros en la producción. Si bien las amenazas externas e internas están presentes, no se evitan y llevan consecuentemente a la dictadura sin adjetivos.

          Para fortalecer el desvió de estalinista, transforman el método del marxismo en una ideología de estado que legitima una nueva modalidad de totalitarismo. La política marxista está centrada en dos ejes: el terror y la soledad.  Ejes que se retroalimentan simultáneamente.

          Antonio Gramsci, desde la izquierda comunista italiana, construye una alternativa frente a la tendencia optimista, que orientaba y difundía la insurrección obrera y campesina del Imperio ruso.

 

 

-1-

 

 

Antonio Gramsci, Nino, como le decían sus familiares y amigos, nace en Ales, población ubicada en la isla de Cerdeña, el 22 de enero del año de 1891. Es hijo de Francisco Gramsci y Josefina Marcías. Su padre es funcionario de bajo nivel y la madre pertenecía a una familia de terratenientes locales.

A la edad de tres años sufre una caída y sus efectos se manifiestan tres años después, con la deformación de la columna vertebral y el suspender para siempre el crecimiento. La estatura que alcanza es de un metro con cincuenta centímetros. Pero los problemas continúan: en 1897 detienen a Francisco Gramsci, acusado de fraude a las finanzas públicas. Esta situación  obliga a la familia a vivir en distintas aldeas hasta que se asentaron en Ghilarza,  El niño Antonio tiene que abandonar la escuela para poder ayudar en el gasto familiar. La familia vuelve a la normalidad en 1904 cuando liberan a su padre.  

En 1911 gana una beca para estudiar en la Universidad de Turín. Esta ciudad es famosa por ser el escenario de huelgas en el los últimos años del siglo XIX. La Universidad la abandona por motivos de salud y de pobreza en 1915. Sus conocimientos le permiten dedicarse al periodismo. Primero trabaja en Avanti, periódico del Partido Socialista (1916), y junto con  Palmiro Togliat fundan el Ordine Nuovo (1919)

En 1920 forma parte de los Consejos de Fábricas y en 1921 se  integra al grupo de fundadores del Partido Comunista Italiano; Sr integra a la Internacional Comunista y regresa a Italia en 1924 para unirse a la oposición parlamentaria que se oponía a la dictadura de Benito Mussolini

En 1926 es arrestado y encarcelado en 11938 con una condena de 20 años. Gramsci mure en prisión el 27 de abril de 1937.

 

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          Antonio Gramsci, publica un breve artículo titulado Revolución contra el capital. Esta colaboración es una interpretación original del inicio de la revolución socialista en Rusia.  El título oculta intencionalmente la orientación del precoz análisis político, pues el autor apenas contaba con 17 años. Pues resulta una obviedad, que una revolución socialista intenta eliminar desdela raíz las bases del capital.

          El título es una forma retórica para afirmar que la lucha encabezada por Lenin contradice la obra cumbre de Marx: El capital. Critica a la economía política. Pues la insurrección bolchevique es la negación en la práctica de un clásico que da prioridad al sistema, en cambio la propuesta leninista se funda en la praxis.

          Gramsci con una intuición genial, ofrece el fundamento de su tesis: “Es la revolución contra El Capital de Carlos Marx. El Capital de Marx era, en Rusia, el libro de los burgueses más que el de los proletarios. Era la demostración crítica de la necesidad ineluctable de que en Rusia se formase una burguesía, se iniciase una era capitalista, se instaurase una civilización de tipo occidental, antes de que el proletariado pudiera siquiera pensar en su insurrección, en sus reivindicaciones de clase, en su revolución.” En una palabra, la máxima aportación clásica de Marx y Engels resulta para la situación de la Rusia zarista una alternativa reformista                  

La crítica al Capital es una crítica a la concepción unilineal y eurocentrista de la historia que, a decir de Gramsci, está oculto en el discurso económico. Esta tesis es descalificada por el mismo proceso histórico: la primera guerra mundial, la desunión del mundo capitalista, y por supuesto la movilización obrera y campesina en Rusia.

 Y aparece una verdad incuestionable: “(…) con el testimonio de la acción desarrollada, de las conquistas obtenidas, que los cánones del materialismo histórico no son tan férreos como se pudiera pensar y se ha pensado.”

No obstante hay una justificación racional en el texto citado: “Marx ha previsto lo previsible. No podía prever la guerra europea, o mejor dicho, no podía prever la duración y los efectos que esta guerra ha tenido.”

          El régimen de Stalin impone una concepción cerrada de la historia, que fundamenta la persecución de la disidencia. Por esta razón se impide la difusión de sus reflexiones como activista, organizador y teórico del Partidos Comunista Italiano. Los cuadernos de la cárcel se publican en español en Argentina en los principios de la segunda mitad del siglo XX y se comienzan a discutir a partir de 1970.

Un problema surge ¿Por qué Gramsci corrige al teórico que auguraba el cambio radical de la sociedad?

Algunos piensan que Gramsci no conocía cabalmente los textos marxistas, solo aquellos de divulgación política. Por tanto su concepción filosófica está más cerca de Hegel que de Marx.

Pero si recurrimos a la historia, Marx escribió pocos libros. La mayoría son apuntes que esperaron su elaboración definitiva. El mismo capital, solo el primer tomo lo terminó, los otros dos es Engels quien los concluye. Por otra parte, Marx pretende escribir la historia de la liberación, pero después de la construcción completa del método histórico. Incluso sus textos históricos. El 18 brumario y las clases sociales en Francia son las menos citadas en los posteriores estudios sobre la teoría marxista. No obstante, en las pocas fuentes que consulta, Gramsci encuentra el verdadero sentido del materialismo histórico en los textos de juventud del también llamado prusiano rojo.

El manuscrito de Marx, que es la fuente de Gramsci, a mi juicio, es Las tesis sobre Feuerbach. Aquí El fundador del materialismo histórico,  define el propósito del conocimiento militante en la tesis número 11, donde se lee que el objetivo de la teoría no es explicar el mundo, sino transformarlo. Para la consecución de este objetivo es imprescindible aprehender la realidad en movimiento (Tesis 1 y 2). Con esta orientación afirma en la tesis 3, la disyuntiva: si el hombre hace la historia o la historia hace al hombre. Marx puntualiza que el hombre llega a una tendencia histórica que lo condiciona, pero que el hombre decide libremente su acción. Por tanto no hay determinación, sino que la acción es resultado de distintas y variadas condiciones. Este es el punto a que llega Gramsci, a construir un proyecto acorde con las circunstancias históricas y no a principios extraños a la cultura que se pretende transformar.

 

-3-

 

          El contexto de la reflexión de Gramsci, es la realidad del Partido Comunista Italiano. Una vanguardia revolucionaria,  con una significativa base social, integrada por un proletariado experimentado desde el siglo XIX, con conciencia de clase, con una decisión inocultable por transformar la sociedad italiana, y representación en el poder legislativo, pero condicionado por una tradición histórica compleja y contradictoria. Soslayar esta realidad lo conduce a la derrota en todos sus frentes: dirigentes encarcelados, luchadores sociales asesinados y el movimiento social reprimido brutalmente por el régimen fascista encabezado por Benito Mussolini.

Y precisamente en la cárcel, va construyendo un documento para la discusión interna del partido, con el fin de presentar una teoría concreta para la realidad italiana que forma parte central del mundo occidental. A pesar de sus diferencias, coincide con Marx. En aquella hipótesis central de que la revolución socialista se realizaría en Inglaterra, por el desarrollo de la industria y la existencia de una poderosa clase obrera. Y también con el apoyo decidido al movimiento cartista, expresión política delos obreros ingleses cuya demanda central es la modificación de los distritos electorales, con el fin de una participación de los obreros en las representaciones estatales.

Es decir, si bien la base del sistema capitalista reside en la propiedad privada, la práctica política debe responder a los procesos históricos de todas sus manifestaciones culturales.

La aportación del teórico italiano descansa en tres ejes: El bloque histórico, la hegemonía, y la complejidad y diversidad de los procesos históricos.

El bloque histórico.- Gramsci empieza por cambiar los nombres inamovibles del materialismo histórico, El primero es el modo de producción. El significado de modo, o la forma de producción, se asocia, de alguna manera con el modelo, recurso metodológico rescatado en el renacimiento por las escuelas neoplatónicas. Tenga o no tenga relación, el modo de producción es producto de una abstracción. Por tanto el revolucionario, italiano, rompe con la tradición metafísica al denominarlo bloque histérico, El bloque es una realidad fáctica producto de un proceso histérico concreto. De esta manera rompe con el eurocentrismo, al señalarla existencia de distintos procesos donde la contradicción se desplaza. Por ejemplo, en los países desarrollados la  contradicción se ubica en la estructura económica, y en otras culturas. En la ideología o en la política.

No obstante el bloque histórico conserva el carácter estructural y totalizador del marxismo. Nada más que no lo reduce a la totalidad del modo de producción dominante. Sino que incluye la totalidad de culturas y proyectos políticos opuestos.

Hegemonía.- Gramsci encuentra la cohesión del bloque histórico no en la dictadura proletaria sino en la dirección política y moral de la sociedad.  

En el bloque histórico lucha de clases no se dará en el enfrentamiento a muerte entre las fuerzas representantes de los intereses en pugna. Por el contrario será una guerra de posiciones, dando así la oportunidad de influir realmente a todos en la toma de decisiones. En  otras palabras, la lucha política estará fincada en el reconocimiento de todas las instancias y personalidades del quehacer político

El consenso.-  La aceptación de los proyectos no es el resultado del papel asignado a los aparatos ideológicos del estado, a decir de Althusser o de Foucault, sino a la confrontación política de los representantes de los diferentes grupos de interés de la sociedad, en los espacios institucionales creados para resolver racionalmente los conflictos.

La estrategia entonces no será la eliminación del enemigo, sino negociar con él y, con el fin de tomar mejores posiciones. De tal modo que cada quien tome su lugar de acuerdo a las capacidades en la negociación.

Solo así será posible una democracia auténtica, en el reconocimiento del otro y no en su aniquilación. El propone como alternativa para el Partido Comunista Italiano, la formación de intelectuales orgánicos comunistas, dentro del personal técnico, con el fin de que impulse una mueva ilustración que cohesione a las clases trabajadores con el fin de construir un socialismo moderno y viable, De no hacerlo, será el fascismo, quien monopolice la  violencia legítima y en nombre de la verdad elimine a sus adversarios.

 

-4.

 

Recordar a Gramsci después de la caída del Muro de Berlin, no es una apología que bien se la merece; sino el reconocimiento de la necesidad de discutir las proyectos de desarrollo, agotados ya los sistemas tradicionales. La organización social adquiere conductas inesperadas. El individualismo conduce a la soledad a pesar del alto peso demográfico de las ciudades. Los proyectos a largo plazo desparecen para ocuparse de lo inmediato, hay una brecha entre la sociedad política y los ciudadanos. Tal parece que la prioridad es la reconstrucción del tejido social. Y por ello es importante repensar, no repetir, las tesis gramscianas

 

 

 

 

ENCUENTRO ENTRE POETAS

 


Raúl Hernández Viveros

 

He aquí yo envió a mi mensajero

Delante  de tu faz  que  apareje tu

camino delante de ti

                   San Marcos 1:2                                                                                                                 

 

Voy a explicar cómo se presentó la ocasión de volver a vivir aquellos instantes que se extraviaron hace muchos años. Constantemente lo atribuía al paso del tiempo que tiene un vertiginoso desgaste de la realidad. Nunca creí poder revivir las imágenes del pasado; en particular por la sencilla razón de no tener el mínimo motivo. Pero la buena disposición a contar con suficientes horas libres en estos momentos de mi existencia, resultó suficiente para intentar levemente  narrar dicha  historia.

Me desagrada pensar en las personas de buen corazón que con la enorme sonrisa colgada de sus labios, reflexionan en la proximidad de la muerte. En  cambio yo me permitía contemplar los atardeceres y lograba observar caer del cielo millones de litros de lluvia. También hubo una ocasión que miles de peces descendieron sobre los techos y azoteas.

Un día de mayo algunas piedras de hielo desbarataron la lámina de mi automóvil. Sin embargo, a partir de fechas recientes, al caer la noche me siento el ser más solitario del mundo y no puedo conciliar el sueño. La tormenta de recuerdos resbala por mi cabellera, entre las cejas y las gotas del temporal atraviesan mi espalda.

He probado con decenas de paraguas de muchos colores, defenderme de los diluvios. Creo que no podré enfrentarme otra vez a la ocasión en que dejé a mi corazón irse con las alas abiertas de mi vida. Fue la noche que descubrí la lluvia de estrellas. Al amanecer, desde las nubes cientos de ángeles comenzaron a volar encima de mi casa, abrí las ventanas; los rayos del sol hicieron maravillosa la brillantez de la mariposas que llenaron las habitaciones, corredores y rincones de mi casa.

Quiero regresar a estas imágenes, y volver a contemplar hacia el cielo de mayo, en la gloria de envolverme de las gotas que manchan estas letras. Los días lluviosos ayudan a la descripción de los hilos finos que agrandan las costuras sueltas de los bolsillos de mi pantalón. Todavía yo conversaba en voz alta al ponerse el sol, y las palabras resonaban tomando  vida en cada uno de los recuerdos.

En la noche mi cuerpo soporta la parte correspondiente del líquido vital que humedece el lado oblicuo, a media luz dentro del manto de agua. En el torbellino penetro en el vientre de la tierra. Al fondo permanezco agazapado en las profundidades que me transportan hasta la fecha de mi nacimiento. Agito los brazos y abro los ojos. Acomodo mis piernas. Mi cabeza descansa en el pecho. La corriente de agua se desborda y va a perderse en los ríos, lagunas y mares.

La humildad asciende hacia la aparición del sol, respiro el viento fresco de los huracanes. Al abandonar la caverna escucho el canto de las ranas, me pierdo en el espejo de agua adornado por peces de colores en este laberinto de cristal. El encanto ardiente de los recuerdos permanece con terrible agresividad y atiendo las lágrimas que resbalan en mis mejillas y siento la dicha de haber nacido.

Y la voz de los ángeles se une en un coro que lame la superficie de la tierra. La memoria señala el camino donde al final los gritos devuelven la lucidez a las sombras. Mi cabellera extiende la tinta sobre la carretera de papel. A los lados del sendero florecen las letras, ideas y conceptos; iluminándome con su fulgor como si fueran regalos del cielo. En las miasmas el viento seca cada una de mis lágrimas que corren a protegerse en los poros de la piel que cubre los huesos de mi esqueleto. Los gusanos van arrastrándose en las heridas de las hojas de papel; recogen los restos del éxtasis de mi obsesionada escritura, y en la lejanía los pájaros desprenden las venas de mi corazón estacionado en la ribera sagrada de mi pensamiento.

Durante varios años tuve la idea de sobrevivir sin el órgano vital que palpita en mi pecho. Me acostumbré al espanto del absoluto silencio, sin escuchar el rítmico tambor acompañando el caudal sanguíneo. No me atreví a contárselo a nadie, ni siquiera a los seres queridos. Tal vez significaba la no existencia. Y sentí la necesidad de indagar sobre este infortunio, o suerte de no contar con los aspectos sentimentales.

La desgracia de soportar esta experiencia debería trasmitirla a quienes ni imaginan la impertinencia, un poco siniestra, de padecer la ausencia del pulso en las venas. Me había propuesto superar esta situación desde el  principio con el juego de la memoria. Pero recapacité en que todos contamos con una fecha de caducidad, igual que los comestibles que se expenden en los escaparates de los centros comerciales.

Antes de continuar, carraspeo y me preparo apresuradamente a matizar el asunto. Claro que existe la justificación fisiológica de renunciar a un trasplante. Quién sabe si hubiera logrado reunir el dinero para la operación. Estornudo y me sueno la nariz. De las fosas nasales se desprende el líquido que humedece la tela de un pañuelo. Abro los ojos. La extrañeza o sorpresa de reírme me infunde la seguridad de salir al fin de la penumbra espantosa del sueño. ¿Acaso era la costumbre de insertarme en el insomnio de otras mentes?

Las cosas marchaban bien. Al reflexionar sobre la esperanza de finalizar el texto de irrecuperables perspectivas o referencias a una parte olvidada de mi lejana juventud, supuse desviar la atención hacia algo distante que me sucedió hace varias décadas. Si yo no la escribía, no sería capaz nunca más de recuperarlas o darles presencia en la actualidad. En lo fugaz del instante pude reintegrarme a la memoria. 

Como un testimonio de mi paso por los salones del Colegio Preparatorio, recuerdo cuando uno de mis antepasados me describió la construcción del edificio sobre las ruinas del convento de San Francisco, que estuvo emplazado en el centro de la ciudad. Fue mi abuelo uno de los encargados de diseñar los corredores y el patio adornado de mosaicos. Hasta este momento representa un misterio divino el poder contemplar a la mujer acompañada de un niño, ambos significan la sabiduría y la esperanza. A mi lejano pariente le tocó diseñar la fachada, aparte de haber seleccionado a la mujer que modeló para hacer la escultura.

A finales del siglo antepasado, falleció el creador de mi padre, quien heredó la manera de conversar sobre los asuntos relacionados con la Atenas Veracruzana; llegó a profetizar que algún día el edificio se transformaría en ruinas, y sería el ejemplo del deterioro de esta región. Después de haber sepultado a mi abuelo, a los pocos años nací yo, y posiblemente también el deseo y la pasión de comenzar a comprender la realidad, que significó una parte fundamental de mi precoz curiosidad.

Mi padre pudo contarme sobre la aparición del fantasma de Salvador Díaz Mirón, quien a la hora del crepúsculo entraba a la Biblioteca del Colegio Preparatorio. Durante mi infancia y adolescencia, acostumbraba acompañar a mi padre hasta el pórtico con su enorme puerta de cedro. Luego me asomaba hacia el interior del salón rodeado de anaqueles llenos de libros. De inmediato comprendí la voz fuerte del vate cuando leía en voz alta textos de latín y griego. Los volúmenes empastados en piel se encontraban a la altura de la cabeza con el pelo alborotado del poeta; su figura destacaba en el papel incorruptible de un clásico.

Advertíí al maestro agitado, inclinándose a mirarme bien. Justo delante de mí observé la palidez de su rostro. Aquella vez me contó de las conferencias que acostumbraba  impartir en el paraninfo. A gritos perseveraba con la finalidad de que los asistentes comprendieran perfectamente sus palabras: “La naturaleza dio a los seres humanos la facultad de comunicarse con sus semejantes lo que pasa en su espíritu y se deben interesar en cada uno de sus pensamientos.

Las pasiones son acciones interiores que se convierten en  exteriores. Panegírico es un nombre puesto a la oración, no por el lugar que trata sino por el lugar que se dice. El epitalamio se alabanza de los desposorios. Eucaristía es alabanza de la acción de gracias. Epinicio la celebridad de un suceso feliz, y lo contrario es la nenia. El epicedio vale lo mismo que la oración fúnebre, y el istiricón es la bienvenida o parabién de un príncipe”.

Don Salvador movió la cabeza y reinó un silencio total. Tardé muchos segundos en comprender su incontenible furia por ausentarme del hermoso paraninfo. El poeta dejó de asistir una temporada. Hasta el otoño volvió a aparecer, demasiado fatigado y agobiado por un nuevo libro que escribía. Durante el resto del año prosiguieron las conferencias del poeta. Y así llegamos al final del mes de diciembre. Después de su magistral disertación, mi abuelo fue a felicitarlo hasta la tribuna de honor. Le pidió un autógrafo sobre la primera página de Lascas, publicado por la Editora de Gobierno.

Entonces el gobernador demostraba bastante interés por las ediciones de libros y revistas que le daban prestigio, particularmente respaldaba a los artistas y escritores con becas en el extranjero. Por ejemplo, mi abuelo estuvo aquellos días, en el acto efectuado en este lugar histórico; cuando se le concedió el apoyo económico a Diego Rivera, con lo cual obtuvo la oportunidad de irse a vivir una larga temporada a París.

Mi abuelo impartía clases de castellano a estudiantes notables, quienes fundaron la cofradía del Rico Pensamiento. Años después, también mi padre fundó y encabezó a la agrupación de los miembros de la Sociedad del Pequeño Larousse, casi a la mitad del siglo pasado. Cada semana organizaban reuniones literarias para dar a conocer sus recientes creaciones.

Todo esto fue como un homenaje la muerte del anciano catedrático, quien sostuvo el proyecto de la educación como culminación de la cultura. Al igual que la primera agrupación intelectual, también los miembros de la generación de mi padre, hacían reuniones semanales. Cada jueves por las tardes ingresaban al hermoso recinto de la Biblioteca; se rifaban los más terribles temas que investigaban en los rincones, en donde brotaban los tesoros bibliográficos.

En el despacho de mi padre pude tener en mis manos obras incunables y príncipes. Continuamente aparecían apiladas en el escritorio, a los lados de su sillón sobresalían las pastas duras. En particular me gustaba hojear los tomos ilustrados de El ingenioso don Quijote de la Mancha. Desde mis recuerdos infantiles, contemplaba aquellas láminas rodeadas de letras góticas con hermosos capitulares,  con la letra de aquellos hombres de la conquista del Nuevo Mundo.

Durante varias semanas me puse a contemplar a mi padre a la hora de comer, no tuve el valor de contarle sobre mis encuentros con Salvador Díaz Mirón en el paraninfo del Colegio Preparatorio. No obstante, lo vigilaba cuando devorábamos un pavo relleno de almendras. Se levantó de la mesa y se fue a esconder entre las paredes del baño. Pudo volver a la hora de tomar el café de greca.

Vi su rostro ensombrecido por la preocupación. Entonces confesó que no podía pasar por su esófago más que líquido. A la mañana siguiente lo acompañé con un especialista. Después de algunos exámenes el diagnóstico se relacionaba con una obstrucción en la laringe. Busqué en el diccionario la palabra biopsia. Más tarde, el tumor resultó maligno.

De inmediato, el lunes lo llevé a un hospital a que le practicaran los últimos análisis. El viernes supe de lo que se trataba y no hubo otro remedio que aplicarle radiaciones y al final la quimioterapia. En pocos meses disminuyó hasta transformarse en la sombra de aquel hombre fuerte y decidido que siempre fue. No soportó el tratamiento. A las pocas semanas, mi padre falleció por tantos productos químicos ingeridos que reventaron su hígado.

Yo hice lo que pude para continuar con las reuniones en el Colegio Preparatorio  Y esto nos llevó a plantear otras posibilidades porque nunca entendí el sentido de los discursos y enseñanzas de mis antepasados. Al pasar tantas horas junto a las figuras encabezadas por Salvador Díaz Mirón, sentí miedo de aceptar que en las reuniones permanecían en silencio mi abuelo y su hijo. Pero era lo de menos porque seguramente nadie escuchaba los susurros que decían. 

-No tengas miedo. Estamos aquí como una bendición que colorea la noche.

Si no me equivoco, aunque fuese una persona agraciada, a menudo reflexionaba en el valor y significado de tener estas compañías, semejante a los libros que debería devolver a la Biblioteca. A veces dormía con uno de esos pesados ladrillos de papel, encima de mi pecho. Con el pelo revuelto y los brazos desnudos abrazaba, y con mis manos presionaba aquellas páginas impregnadas de emocionantes descripciones, personajes maravillosos, e historias inmortales.

Mi alma confusamente se extraviaba durante los calurosos días del verano. Lejos de espantarme, me gustaba encabezar a los miembros del grupo selecto del Pequeño Larousse, a recorrer los laberintos de la Biblioteca. Puedo decir que inflexible, yo respiraba el rancio olor del viejo papel, la tinta y el polvo de los años. Fue hasta un día de noviembre, como si tuviera demasiado frío, que sentí, aquel misterioso martes, en mi espalda el aliento helado semejante a una sensación extraña.

No le dije nada a mis colegas, retrocedí aterrorizado. Sin duda alguna tenía que enfrentarme al objeto de mi fantasía. De golpe di media vuelta; a pesar de mi enorme fuerza de voluntad, la mirada penetrante de Rafael Delgado, aniquiló cualquier intento de huir. En un tono de serenidad, el maestro me cuestionó.

-¿Acaso no sabes quién soy yo? ¿Has leído mis novelas y cuentos? ¿Piensas delatarme? ¿Es conveniente y justo que compartas mis secretos de inmortalidad? ¿Quieres saber los secretos de este lugar?

Por un momento mi espíritu indeciso, viajó por un sendero de presentimientos,  intenté descifrar aquellas palabras, los sonidos que se arremolinaban en la penumbra y penetraban en mis oídos, como para impedir la aparición  de tantas interrogantes. Un sombrero cubría aquella mueca dibujada en el rostro amarillento. El bigote blanco enseñó la sonrisa de aquel anciano. Su mirada triste no reflejaba ningún tipo de brillo. Tras haber dudado un poco, rompí el silencio:

-Mi abuelo fue uno de sus mejores colegas. Gracias a él logré leer las obras completas de Miguel Cervantes de Saavedra. Más tarde, las enseñanzas de mi padre permitieron que estuviera yo preparado para este momento. Pero eso importa demasiado poco ante mi encuentro con usted, maestro.

Los ojos sin vida, sólo mostraron unos agujeros negros. Creí que era como un alma en pena, algo lo decepcionaba llenándolo de amargura. Pensé que el presente ya no le importaba nada, ni siquiera el reconocimiento o la admiración de todos los miembros del grupo del Pequeño Larousse. Incluso el estado de languidez en su cuerpo señalaba algo etéreo. Ni me asusté cuando extendí los brazos en señal del verdadero respeto y veneración. Menos mal que no tuve el mínimo temor al contemplar la figura de aire transparente y coloreada por mi imaginación. Caí en el torbellino del cansancio y me introdujo en la prisión del profundo sueño.

Al día siguiente desperté.  La luz del día iluminó cada rincón de mi habitación. A partir de aquella experiencia brotó en mí un profundo amor por los atardeceres. Después me iba a la Biblioteca a conversar con el poeta y el novelista, aparte de que anhelaba sentir el aliento de mis antepasados. Sin embargo, la noche que Salvador Díaz Mirón nos contó que lo inquietaba el hecho de haberse ausentado, y no haber podido entrevistarse durante la visita de Rubén Darío a la ciudad, fue como si lo invocara porque al final de la semana, pude conocer al creador del modernismo.

Me llamó la atención su impecable traje, el chaleco ajustado, la leontina de oro y los zapatos brillantes. Recuerdo perfectamente aquel sábado. La reunión acabó con el enfrentamiento de los poetas, mientras el novelista se tapaba las orejas para no escuchar la tormenta de agresiones verbales entre los forjadores de la mejor poesía del momento. Entonces mi padre intervino con la finalidad de exigir alguna tregua, claro está que lo asesoraba mi anciano abuelo.

El ambiente de hostilidad me hizo pensar en las imperfecciones de los seres humanos. Quizá más que nada en la egolatría de ser únicos y perfectos. No sé por qué se me ocurrió pedirles que bajaran el tono de la voz, lo cual representó echar más combustible al fuego. La expresión lacónica de Salvador Díaz Mirón:

-Todos los hombres hemos de morir, menos la inmortal poesía.

Súbitamente Rubén Darío contestó:

-La muerte es un tributo de la naturaleza que todos hemos de pagar. Para los griegos era lo único gratis que tenemos en la vida.

Me resultó insulso el diálogo que continuaba en sus alabanzas hacia lo universal e inexorable de la muerte. La expresión rodia y ática no estaba escrita en los corazones, sino en la misma naturaleza,  sentenció Rafael Delgado. A pesar de todo el polvo concentrado en los libros de la Biblioteca, advertí la pulcritud del novelista, era un pequeño hombre, con moño de mariposa, camisa blanca y la cabellera escondida en un sombrero. Hablaba sobre el mayor o menor adorno del estilo. Nadie le hacía caso. Sólo yo registraba cada una de sus palabras, y los otros proseguían en su debate eterno.

Como nosotros estábamos hechos a recibir conocimientos por los sentidos, la imaginación aun en las cosas que no tienen  cuerpo y cualidades sensibles, se podría caer en el terreno de la distracción, haciéndonos padecer la conmoción o deslumbramiento en este delirio donde los oyentes creen ver cosas que no existen, y escuchar conversaciones que ocurrieron en el pasado. Era el novelista un perfecto académico que todo lo hacía en una plena demostración por su calidad de perfecto docente, como si estuviera condenado a la enseñanza.

Las sombras fueron perdiéndose entre la penumbra de la Biblioteca. Las voces agresivas salieron hacia otras dimensiones. Los sonidos pronunciados por mi padre se quebraron en el momento de la despedida. Los pocos instantes del amanecer los dediqué a meditar sobre la aparición maravillosa del padre del modernismo.

Con los rayos solares abro el portón del Colegio Preparatorio; me despido de los poetas, junto con el novelista van mis antepasados. Acabo por ver sus sombras transitar y diluyéndose por el centro de la ciudad. Conservo algunas fotografías, recortes de viejos periódicos y revistas; un tesoro de incalculable valor que tengo en mis manos, aparte de otras imágenes del abuelo y su hijo. Creo que fue aquella mañana cuando, entre murmullos, se despidieron para siempre.

Mi única intención era dar a conocer esta etapa de mi vida a mis amigos. Estos encuentros me dejaron atónito. Estaba seguro de que en la reunión del grupo del Pequeño Larousse, se iban a reír de mis divagaciones. Decidí dejarlos en la inmensidad de las conjeturas. Entonces me di cuenta de que mi vida estaba edificada por la continuidad de los recuerdos.

Me quedé dormido sobre un escritorio y en mi sueño alguien me decía al oído: “La debilidad es parte de los seres humanos”. Iba a contestar, pero una mano me tocó la cabeza. No pude rechazar un café que me regaló la bibliotecaria encargada del turno vespertino. Desperté asombrado de estar todavía en este mundo. Mostré la alegría por haber descubierto el significado de aquellas palabras que me hacían repetir en mi etapa infantil, conocía las explicaciones y significados de las entradas del diccionario Pequeño Larousse, que en cada reunión de los jueves cada uno de los miembros de la cofradía teníamos la oportunidad de recitar en voz alta.

Para evitar la burla de los asistentes, o más bien rechazar el fracaso de las reuniones, propuse la lectura de algunos fragmentos de los protagonistas de esta  historia, leyenda o parte de la mitología relacionada con el nombre de nuestra ciudad bautizada como la Atenas Veracruzana. Aquel día, me despedí con la promesa de convocarlos a otra lectura de las definiciones del pequeño Larousse.

Regresé temprano a mi casa, desde luego mi mamá pacientemente esperaba sentada en el pórtico; me regañaba por cualquier retraso a la hora de la comida. Por otra parte, ella poseía un amplio repertorio de palabras sentimentales que brotaban en nuestras conversaciones. Pero en aquella ocasión, advertí cierto nerviosismo o preocupación en su rostro. Era lógico por su avanzada edad, aunque hablaba alegremente percibí el tomo profundo de su impenetrable actitud de darme explicaciones. No pude más que admirar la convicción con que me habló después de la comida.

-Supongo que sabes que tenemos visitas, posiblemente nada más estén algunos días.

Ante el temor de que pudieran escucharnos exterminó la fuerza en el sonido de las palabras. Me encogí de hombros y sonreí levemente.  Nunca supe lo que vieron sus ojos gastados por el cansancio de los años. Muy poco puedo decir de la exagerada ilusión que vislumbré en mi madre.

Casi con exacto desdén agregué la circunstancia del júbilo en aquella anciana. Adiviné de lo que se trataba. Me sorprendí de saber que todavía funcionaba bien mi corazón. ¿Y han visto alguna lluvia de ángeles? Al fin observé las manos de  mi madre que me cerraba los ojos, acostado en mi habitación, sentí los acordes que me transportaban a otro mundo, y extasiado agradecí a Dios de que no pudiera llegar a tener miedo en este instante.

Hasta ahora, demasiado acosado por el tiempo, había comprendido las virtudes del espanto. Tampoco voy a recordar de qué enfermedad falleció mi abuelo porque nací varios años después de su muerte. Ante las conjeturas no pude ubicar lo sobrenatural de los acontecimientos. Sólo intenté referirme al eslabón de este triángulo familiar, en el cual formaba yo uno de sus ángulos vitales, era el último engranaje de una suma de experiencias. Quise distraerme en la trivial conversación de mi madre, quien se alegró de verme salir de la modorra siesta.

El vínculo familiar se estrechó más cuando ella me ordenó que por la mañana del otro día, debiera acompañarla al cementerio, porque las visitas deseaban apaciguar la curiosidad de revisar los epitafios. Y encabezando la peregrinación fui con mi madre, cada quien con su ramillete de rosas a depositarlas sobre la lápida de nuestra familia situada a la entrada principal del cementerio de la ciudad.

Las sombras transparentes de nuestros antepasados caminaban lentamente, y no faltaron las exclamaciones de las personas que desde lejos hacían señas omnipotentes. Fueron las figuras consagradas por los reflejos rubios en aquel mediodía puntado de ternura, donde comprendí el laberinto de cristal que me transportaba hacia los designios de conseguir que las apariciones significaran imágenes de la inmortalidad.

A los pocos meses, los miembros del grupo del Pequeño Larousse, luego de realizar miles de reuniones  en el paraninfo, dejamos de hacerlo; y, de vez en cuando, regresamos a recorrer los  pasillos  del edificio. Por esta actitud, algunos colegas y discípulos nos bautizaron como los fantasmas del Colegio Preparatorio de Xalapa.

Mi juventud  había quedado atrás. Un día delante del espejo, hice el descubrimiento de aceptar la transformación. Mi madre maquillada exageradamente, con los ojos enrojecidos y brillantes, me miró de una manera extraordinaria.

-Eres igual a tu padre. Una copia exacta del original. No lo sé, supongo que esto es completamente normal porque eres su hijo consentido. –dijo.

Adiviné que era posible construir los pasos sobre caminos equivocados, pero  en muchos aspectos las cosas sugerían otras alternativas que sucedieron en diferentes épocas. En mi memoria se borraron las dudas, brotó la expresión distinguida y serena de mi padre. Poco a poco logré tranquilizarme y con irreverencia me apoderé de sus libros, y escribí mi nombre a la entrada de la casa.


 


 

 

GRAMSCI EN LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR.

Por: Emmanuel Álvarez Hernández

La teoría social ha edificado la base para el estudio de la educación, destacan enfoques como el funcionalismo de Durkheim expuesto en Sociología de la Educación, o la propuesta crítica de Antonio Gramsci en el papel de los intelectuales en la organización de la cultura, cuya orientación se ciñe al estudio de la educación superior desde la perspectiva sociológica.

Posteriormente estas posturas fructificaron a lo largo del siglo XX y se actualizaron a través de la diversidad de corrientes. Asimismo se dio pauta a la especialización en el campo originando de manera general una especialidad de frontera denominada sociología de la educación.

Concomitantemente el caso particular de la educación superior, cobró importancia, como un efecto global que contrajo la masificación educativa, extendida a lo largo de la segunda mitad del s. XX. En los países más desarrollados, originalmente desde perspectivas economicistas, el estudio de la educación superior se articuló con los cambios que representaba para el mercado laboral.

En consecuencia, la dialéctica entre la educación superior y los procesos sociales, ha sido desde entonces del interés de teóricos sociales, críticos y humanistas, como Galbraith, Touraine, Toffler, Bell, Masuda, Lyotard, Castells, entre otros; quienes encontraron una veta en esa intersección para el estudio de la sociedad postindustrial y la sociedad del conocimiento.

En realidad,  hasta Gramsci hay una teorización del Estado a partir del Estado mismo, de la misma manera en que se teoriza y reflexiona el estudio de las instituciones de educación superior, una teorización de corte sociológico sobre las funciones, fines y propósitos de la Universidad, en este sentido podemos sugerir que Gramsci es uno de los precursores de la sociología de la educación.

La presente argumentación se entreteje a partir del andamiaje discursivo referido en El papel de los intelectuales en la organización de la cultura. Gramsci crea una nueva vertiente de investigación sobre los fines de la educación, que se aparta de la teleología antropocéntrica, filosófica y humanista, para encauzarla hacia los propósitos del estado desde el estudio de una pragmática organizacional.

Gramsci es un pensador intersticial de los procesos sociales que demarcan, rupturas o puntos de inflexión entre la tradición y las nuevas figuras de organización de la cultura, entre las que se localiza, el replanteamiento del  papel de las universidades:

De modo que junto al tipo de escuela que se podría llamar "humanista" y que es el tradicional más antiguo, destinado a desarrollar en cada individuo humano la cultura general aún indiferenciada, la potencia fundamental de pensar y de saberse conducir en la vida, se ha ido creando todo un sistema de escuelas particulares de distintos cursos para ramas enteras profesionales o para profesiones ya especializadas y perfectamente individualizadas. Se puede decir que la crisis escolar que hoy recrudece está ligada al hecho de que este proceso de diferenciación y de particularización se produce caóticamente, sin principios claros y precisos, sin un plan bien estudiado y conscientemente fijado: la crisis del programa y de la organización escolar, es decir, de la orientación general de una política de formación de los modernos cuadros intelectuales, es en gran parte un aspecto y una complicación de la crisis orgánica más comprensiva y general (Gramsci, 1967, p. 69).

 

De acuerdo con los planteamientos, ante la figura moderna de la sociedad industrial, la educación superior clásica, desinteresada y aristocrática debía ser abolida o reformarse, y propone como salida a la crisis educativa a partir de una dialéctica, la integración de la contraposición reunida en la síntesis del sistema unitario de educación superior configurado por la formación crítica deliberativa y la capacitación técnico-cultural. Se abre así la pauta a la formación científico social, para que el intelectual orgánico y organizado por la división racional del trabajo, el funcionario, o bien, como en nuestros días le llamásemos, la alta burocracia, lleve a cabo una deliberación o la toma de decisiones.

Aquí surgen algunas preguntas ¿en qué consiste la perspectiva organicista de la sociedad? y ¿hasta qué punto encontramos en el esquema educativo unitario una ruptura con la segmentación de clases sociales?

La respuesta a la reorganización social, deviene de la sugerencia gramsciana por la organización popular, al develar la constitución elemental de los procesos hegemónicos educativos, resultado de una contraposición de acciones hegemónicas y subalternas arraigados en los productos culturales.

La hegemonía es una relación pedagógica. El sistema educativo se debe pensar holísticamente como un campo permeado por otros campos. Así observamos que el elemento organizativo molecular del sistema educativo se retoma de la experiencia en la organización del sector laboral, el modelo de la creación de los consejos de fábrica de la unión soviética. Gramsci de esta manera reorganiza el sistema educativo con base en la autonomía, rompiendo así, con el modelo de verticalidad jerárquica que divide a la sociedad en dos; pero por otra parte al concebir al resultado de la labor como un producto en común que les pertenece a todos. Se trata de hacer una nueva pedagogía configuradora de una hegemonía cultural al servicio de las clases populares y no como alienación de un status quo, que no está a su alcance.

Hegemonía y dominación en la sociología de la educación.

Desde esta postura, las IES, principalmente las universidades estatales en México, son vistas como subalternos en tensión con la hegemonía de las políticas nacionales e internacionales. Desde estas perspectivas, tanto las políticas internacionales como los sistemas de medición Rankings, la gestión de la calidad y la rendición de cuentas, se articulan como dispositivos discursivos para el aseguramiento de la hegemonía global sobre las regiones del subdesarrollo; ya que en esencia son mecanismos que generan desigualdad, sobre la base de criterios arbitrarios y generales, que inciden en la asignación de recursos con base en puntajes o indicadores externos a ellos, mas no en la función que las instituciones cumplen, generando así un sistema de educación superior de segregación y segmentación. Al mismo tiempo que generan modelos institucionales de educación superior homogéneos orientados al sector productivo, invisibilizan a los principales sujetos sociales participantes de la comunidad universitaria, así como sus demandas o las funciones sustantivas que las instituciones educativas adquieren históricamente en una región determinada.

Esta tensión hegemónica o conflicto, se materializa en la perturbación de la autonomía universitaria, donde la capacidad de las instituciones en la toma de decisiones queda aún más limitada y la determinación de sus funciones, se modifica por acciones de gerenciamiento de políticas externas.

Parafraseando a Chakrabarty (2008) Ningún ejemplo concreto de una abstracción puede pretender ser manifestación de solo esa abstracción. Por lo tanto, ningún país es un modelo de otro país. De esta manera se aboga por salvar la distancia entre las palabras y sus referentes. Así como el historicismo arraiga en las formas modernas del capitalismo y la democracia, las figuras del pensamiento secular colonizante,  la universalidad de un ranking, o los estándares de calidad sobre la base de un marco global[1], se develan como dispositivos de hegemonía, carentes de validez universal.

Tomando en cuenta lo anterior, las IES son vistas como entidades diferenciadas de un macrosistema, ante las que vale establecer una nueva consideración, que recae sobre el planteamiento explícito de la cuestión que interroga sobre el sentido de la universidad en tanto que institución del Estado. Es decir, considerando que las IES son instituciones insertas dentro de un sistema social y subsecuentemente sobreviene una nueva cuestión interna, si las tensiones hegemónicas se reproducen en su interior.

Las teorías predominantes tienden a ver el Estado como fuente de financiamiento, o como una entidad intrusa que interfiere con el desarrollo de la formación profesional y científica. […] Al mismo tiempo, adoptan la noción implícita de que el Estado es una institución pluralista que representa los intereses de la sociedad en general, en vez de los grupos dominantes. […] Esta perspectiva se sustenta en el poderoso mito de la naturaleza apolítica de la educación, […] que presenta a la IES como organizaciones autónomas, políticamente neutrales, sustentadas en su capacidad profesional y comportamiento racional (Ordorika & Lloid, 2014: 125).

En consecuencia, los conflictos políticos universitarios son vistos como anomalías, que no alteran fundamentalmente la vida universitaria. Este doble matiz del análisis político, posibilita la deconstrucción de los discursos de legitimación de los grupos dominantes, asimismo, permite reconocer a las IES y a los actores fundamentalmente como entes políticos.

Referencias.

Chakrabarty, D. (2008) Al margen de Europa ¿Estamos ante el final del predominio cultural europeo? Barcelona. España: Tusquets.

Gramsci A. (1967) Los intelectuales en la organización de la cultura. D.F. México: Grijalbo.

Ordorika, I., & Lloid, M. (2014). Teorías críticas del Estado y la disputa por la educación superior en la era de la globalización. Perfiles Educativos, XXXVI (145), 122-139. Recuperado de https://bit.ly/2L1W0hQ

 

 

 



[1] Para Chakrabarty, en lo global pervive una voluntad historizante, una formalidad de tiempo y de ideal modelo de Estado, ciudadanía y democracia, que funciona como logos (2014). Se puede afirmar que para los estudios subalternos, lo global es la demarcación temporal diferenciadora, que confina a los sujetos colonizados a la antesala de la modernidad. Así, el subdesarrollo, la economía emergente, la periferia, es el todavía no, es decir, la negación de la contemporaneidad de los sujetos colonizados.