lunes, 7 de marzo de 2011

Editorial


Las desigualdades educativas en nuestra nación, como otras, son paralelas a las desigualdades sociales, a la distribución de la riqueza económica y del poder político.
Desde los ámbitos gubernamental y privado, han surgido propuestas y acciones en busca de aminorar esa problemática educativa.
La política educativa en México ha evolucionado haciendo realidad de manera parcial, ideales de los grandes movimientos sociales: Independencia de México, Reforma y Revolución mexicana.
Aunado al problema referido, la educación formal enfrenta una competencia desleal con la educación proveniente de sectores empresariales y políticos, debido a la disparidad en la disponibilidad de recursos, principalmente financieros, creando una distorsión de los fines de la educación. Tarea ardua, en consecuencia, que representa las crecientes necesidades de la población, obligando a redefinir estrategias encaminadas a construir una nación más justa desde los entornos académicos.
Uno de los factores vinculados con tales desigualdades educativas, es la aplicación de los recursos públicos dentro del ambiente educativo, constituyéndose en una de las grandes disyuntivas: ¿invertir en educación indígena y comunidades más alejadas del conocimiento o destinarlos a la investigación, infraestructura, planeación y organización educativa, u otros rubros?
Obviamente, ante un problema complejo debe haber una solución integral e incluyente. De la iniciativa privada y la sociedad civil han emergido propuestas de solución ofreciendo resultados positivos. Por parte del sector gubernamental también se han establecido diferentes programas encaminados en busca de solución del tema tratado: Enciclomedia, Útiles escolares, Oportunidades, Escuelas de calidad.
En días recientes surgió un debate al promulgarse el Decreto por el que se otorga un estímulo fiscal en relación con los pagos por servicios educativos, publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 15 de febrero, con efectos a operaciones realizadas a partir del 1 de enero de 2011. Evidentemente se politizó la decisión gubernamental y surgieron argumentos a favor y en contra, válidos unos, falsos otros, generando incertidumbre en la población, producto de la ignorancia en aspectos álgidos como los fiscales y la política educativa.
Analizando el Decreto como parte integral de una política educativa, sin soslayar sus  repercusiones lógicas en aspectos políticos, fiscales y educativos, sin duda contribuye a atender problemas de la gente en ciertos niveles, aunque no resuelve las desigualdades educativas, considerando que una solución total requeriría la participación generalizada… muy lejos de lograrse. Un elemento sin duda importante, es canalizar recursos derivados de esta medida a los grupos de mayor marginación del país, la pregunta es ¿Se generarán recursos económicos con esta medida, y se dedicarán a esos sectores?

CINCO SIGLOS DE REBELIONES INDÍGENAS EN MÉXICO

(Primera parte)
Por Lisardo Enríquez L.
De acuerdo con la historia diseñada para la escuela básica, y lo que ha sido en general  la historia oficial en nuestro país, los grupos indígenas se defendieron de los europeos durante la conquista y nada más. Tal parece que después aceptaron dócilmente el yugo español; que vieron resignados su destino. Pues nada de eso. Las etnias originarias de México han desarrollado una fuerte resistencia ante todo aquello que ha sido despojo y anulación de su identidad desde el siglo XVI hasta nuestros días. Primero se rebelaron en contra del colonialismo que duró tres siglos. Después, han seguido luchando frente a fuerzas que de muy diversas maneras los han marginado en lo físico y en su cultura.
Al respecto, se han publicado diversas obras sobre rebeliones indígenas en México, y sobre rebeliones de algunos grupos étnicos en particular. Dos autores han dedicado sus investigaciones a este campo especialmente: Miguel Bartolomé y Alicia Barabas. De esta última, el libro Utopías indias, Movimientos sociorreligiosos en México, de editorial Grijalbo de 1989, sirve de sustento a este comentario.
Para ubicar los conceptos que dan título a la obra de Barabas es necesario remitirse al significado literal de la palabra utopía, que la explica como ilusión, sueño, fantasía; no hay tal lugar;  o, sociedad ideal en la cual las relaciones humanas se regulan armoniosamente. Sin embargo, varios pensadores han sostenido que en la imaginación utópica se encuentra la clave de la libertad cuando se  la lleva a la realización concreta de lo que se ve como un sueño, que en lo general es la esperanza de un mundo mejor. Para los grupos étnicos de América vino un momento, el siglo XVI, en que su proceso de civilización quedó truncado. De ahí el deseo de los propios indígenas de recuperar lo que les fue interrumpido desde la conquista, pero no como un simple regreso a lo que fue, sino también en una perspectiva de futuro en la que se combinan y reinterpretan elementos de la cultura del dominador y de la propia. Es así como en la mente y en la acción de las culturas indígenas se dan los movimientos de resistencia, unos completamente violentos, y otros no necesariamente con esa característica.
La autora dice lo siguiente: “Los movimientos sociorreligiosos son fenómenos culturales y políticos que surgen en culturas y sociedades en las que religión y política son esferas profundamente interconectadas” (p.3). En dichas sociedades, la cosmovisión religiosa es el fundamento para comprender el mundo social;  en esa cosmovisión tiene su origen la rebelión, y es ella la que guía la acción. Los movimientos indígenas de México, del siglo XVI al siglo XX, “son prueba de la voluntad y praxis descolonizadora de los grupos étnicos, que  nunca se resignaron a someterse definitivamente a la situación colonial. . .”p.56.
Ninguno de los movimientos indígenas de insurrección llevados a cabo llegó a abarcar todo el territorio de lo que hoy es México, pero se trató de fuertes rebeliones étnicas en contra de las relaciones de dominación que, además, no fueron espontáneas sino proyectos deliberados, pensados y planeados. En la mayoría de los casos estos movimientos han sido recurrentes. Hay grupos étnicos que aún en nuestra época siguen levantándose en armas o en acciones de protesta en contra de la segregación y del despojo, como es el caso de los chinantecos y los mazatecos, así como de los mayas de Chiapas y, muy recientemente,  de los triquis y los zoques de Oaxaca.
Los motivos de las rebeliones indígenas han sido, principalmente, el deseo de recuperar las tierras que les han sido expropiadas, liberarse de la opresión, del trabajo de explotación de que han sido objeto, así como de los malos tratos de las autoridades tanto del orden civil como del eclesiástico, buscando volver a sus propias creencias y costumbres y a sus propios sistemas de gobierno. En el caso de la tierra, es ampliamente conocido que para las culturas indígenas no se trata de un bien material, sino de una relación indisoluble con la naturaleza, se trata de una relación sagrada que es el fundamento de su propia identidad.
Las investigaciones de Barabas arrojan que los escenarios donde se presentaron estas rebeliones fueron los territorios de lo que actualmente son los estados de: Yucatán, Campeche, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, San Luis Potosí, Durango, Jalisco, Nayarit, Sinaloa,  Chihuahua, Sonora y Baja California. Algunos de los grupos que protagonizaron estas rebeliones están extinguidos. También es importante saber que los pueblos que anteriormente estaban enemistados, muchas veces se unieron para enfrentarse a los conquistadores. Los rebeldes que formaron parte de estos movimientos, en ciertos casos llegaron a sumar miles, y en muchos encuentros con los españoles, de igual manera, llegaron a caer en combate miles de indígenas, sobre todo por la desigualdad en la cantidad y tipo de armamento.
 La siguiente entrega de este artículo abordará algunas de las rebeliones indígenas  en particular.  





  
    



   

EL SUBSIDIO DE LAS COLEGIATURAS

Ariel López Alvarez
El pasado lunes 14 de febrero, el presidente Felipe Calderón anunció el decreto que permitirá deducir el pago de las colegiaturas del Impuesto Sobre la Renta. Tal parecería que, para que el subsidio al gasto educativo de los contribuyentes fuera real, se debería haber comenzado con la regularización de las colegiaturas. Esta es la historia, y las reflexiones que de ella se desprenden.
Desde el primer día la noticia dividió las opiniones: ¿Si se tienen calculadas economías de las recaudaciones, por qué se van a sacrificar esos ingresos y no se le inyectan más recursos al gasto educativo oficial? ¿Pues no que se estaba haciendo el mayor sacrificio educativo y ahora resulta que en adelante sobrará dinero como para subsidiar el pago de escuelas? ¿La medida responde a una añeja demanda de las clases medias que sí pagan impuestos? ¿Se disfraza el apoyo directo a las escuelas particulares y con la medida se detona su crecimiento? ¿Subsidia o no al sector de mayores ingresos en México? En adición, los priistas se preguntan por qué el Secretario de Hacienda había rechazado la idea del paquete de reforma fiscal que había propuesto hace unas semanas el senador Manlio Fabio Beltrones, y antes, en 2009, el diputado Marco Antonio Bernal.
Días después al anuncio, en una entrevista, el presidente Felipe Calderón señaló que la deducción del pago de colegiaturas era “una demanda muy sentida, postergada durante décadas, de miles y miles de familias; particularmente de los padres de familia que destinan la parte más importante del presupuesto familiar al pago de la escuela de sus hijos”; que la deducción tendrá un límite, “lo cual es exactamente lo que gastaríamos en esos jóvenes en la educación pública, de tal manera que no hay precisamente un sacrificio de la misma”. Una aseveración tal, parece justificar oficialmente la falta de apoyo a la educación superior pública, canalizándola a la particular.
Lo cierto es que las autoridades educativas federales calculan que la firma del decreto que incluye los niveles de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato tendrá un costo fiscal de 11 mil a 13 mil millones de pesos; aproximadamente el 2.5 por ciento del presupuesto total en educación, el que deberá ser absorbido por ahorros de la administración pública federal. Por otra parte, las estimaciones de los beneficios alcanzarán a los padres de aproximadamente 3 millones 90 mil estudiantes. Según el propio presidente Felipe Calderón, las colegiaturas deducibles de impuestos facilitarán la formalización de causantes, pues este tipo de pagos educativos se harán a través de medios electrónicos y cheques, no en efectivo.
Agremiados de Coparmex, Concanaco y otras organizaciones de empresarios y comerciantes pidieron que la medida de la deducción de impuestos de colegiaturas se amplíe al pago de las colegiaturas de nivel superior y posgrado. Sin embargo, al no haberse incluido el servicio particular de educación superior, las autoridades educativas federales anunciaron que en los próximos días darán a conocer un programa de créditos escolares para los estudiantes de ese nivel.
Resultan interesantes las siguientes partes del análisis del periodista Sergio Sarmiento, quien refiere en su columna Jaque Mate, de Reforma, que “Desde la izquierda se cuestionará la deducción por una razón muy sencilla: constituye un subsidio más a las clases medias, a las familias que tienen dinero para pagar una educación privada. (…) Uno de los puntos positivos de la deducción de las colegiaturas es que constituirá un incentivo para la formalización. Quienes se encuentran en la economía informal no podrán beneficiarse”. Por otra parte, Sarmiento anota que “Las razones políticas de la medida son claras. Los electores aborrecen los aumentos de impuestos y en cambio aplauden las deducciones y tratos especiales que los favorecen. El gobierno del presidente Calderón, que ha subido el IVA y el ISR y ha creado el IETU, ahora ofrece a los votantes de clase media una deducción que los favorece directamente”.
En el alud de opiniones que inmediatamente empezó a generarse, el SNTE no esperó conocer la opinión de sus agremiados y, en un desplegado aparecido al día siguiente del anuncio presidencial, el martes 15, brindó sin cortapisas su apoyo al presidente Calderón: “Esta decisión puede coadyuvar a mejorar la situación económica de un segmento de nuestra sociedad”. Sin embargo, a las 24 horas, el secretario general del SNTE, Rafael Ochoa, sería más mesurado en su discurso afirmando que el gremio entiende la medida que tomó el presidente Felipe Calderón, pero no la aplaude por ser inequitativa; además de considerar que la medida fiscal no resuelve las carencias de la educación.
Eduardo Andere, investigador del ITAM, en un foro organizado en la semana del anuncio, señaló que la decisión hará más inequitativo el sistema educativo mexicano. Por su parte, Manuel Gil Antón, investigador de El colegio de México, dijo que el decreto es regresivo, “Ayuda a los que menos lo requieren y, por otro lado, alienta la tendencia a enviar a los hijos a escuelas particulares”.
En defensa de la propuesta, Jesús López Martínez, dirigente de la Confederación Nacional de Escuelas Particulares en el Distrito Federal, CNEP, sostuvo que la decisión presidencial no es electorera; y que en tanto la matrícula escolar de las escuelas particulares no ha decrecido en los últimos tres años, se espera que se incremente con el decreto que permitirá la deducibilidad de pago de las colegiaturas.
En el punto extremo se colocó el ex subsecretario de Educación Básica y Normal, Olac Fuentes Molinar, quien pidió dar marcha atrás al decreto. Lo calificó de una medida con “efectos dañinos” para la educación pública, en razón de que operará como una forma de “presión” para los recursos que se canalizan al sistema del Estado. La determinación es de una “gravedad tal” –continúo su crítica-, que se requiere someterla a debate público, además de que urge la intervención del Poder Legislativo.
Al tiempo, pasadas las primeras tempestades, la deducción del pago de las colegiaturas seguirá siendo tema de conversación de las familias mexicanas y de análisis de los especialistas educativos. Las razones son varias. Primero, porque no sería extraño observar un incremento paulatino de la demanda del servicio educativo particular en los próximos años; segundo, porque el aumento de esa demanda seguramente traerá consigo que las colegiaturas empiecen a subir, sin que se correspondan con un mejor servicio; y, tercero, porque el incremento de las ganancias para unos producirá que otros inversionistas incursionen en el negocio y entonces se incremente la oferta educativa y baje la calidad. Y a la larga disminuya la presión sobre la cobertura de la educación oficial y prácticamente ésta continúe abandonada. Al final, se esperaría que el incremento de esa oferta crezca hasta el punto en que ya no sea de gran atractivo una mayor inversión y, paradójicamente, el precio final que se llegue a pagar en las escuelas particulares sea el que actualmente se paga con un poco más, por aquello de que el gobierno federal estará subsidiando el incremento en la educación particular.
En añadidura, y con la posibilidad de transferir el pago del ISR, ¿en los próximos años se podría tener la esperanza de que esta medida subsidiaria permita que las escuelas particulares de mayor tradición sean más accesibles al bolsillo de los padres de familia, producto de la explosión de la modalidad del servicio a nivel nacional? Pareciera que no, pues al no estar reguladas las colegiaturas, la simple lógica conduce a pensar que al tiempo, paulatinamente, las escuelas particulares más demandadas van a ser las primeras que tendrán la oportunidad de aumentar sus precios y, con ello, medir la capacidad de respuesta de las familias mexicanas.
loalar00@hotmail.com

La palabra generadora del cambio social.

Por : Elizbeth Vergara Zúñiga
Desde un método de alfabetización sencillo y profundo a la vez, postula Paulo Freire en su libro La educación como práctica de la libertad, la posibilidad de generar un cambio social, se trata del método de la palabra generadora mediante el cual en Brasil, en los años sesenta, se alfabetizaron y concientizaron miles de adultos desarrollándose un movimiento social que rebasó al gobierno y que, como respuesta, culminó en un golpe de estado donde los militares tomaron el poder de la nación brasileña.
Los comentarios en el presente trabajo se centran en el método, analizando las implicaciones y fundamentos del mismo.
El método tiene en sus bases las características de ser activo, dialogal y crítico, Freire considera que el diálogo “Se nutre del amor, de la humildad, de la esperanza, de la fe, de la confianza. Por eso sólo el diálogo comunica. Y cuando los polos del diálogo se ligan así, con amor, esperanza y fe uno en el otro, se hacen críticos en la búsqueda de algo. Se crea entonces, una relación de simpatía entre ambos. Solo ahí hay comunicación” (pág. 104). Este diálogo, sin embargo, está enfocado a la revisión de situaciones vivenciales de los participantes y a la reflexión y toma de conciencia de su marginalidad, los derechos en los que está siendo limitado y su nuevo papel como generador de su propia cultura.
Existen cinco fases que deben cubrirse para la elaboración y acción práctica del método:
I.                    En la primera, se debe obtener el universo vocabular de los grupos con los cuales se trabajará. Esta es una fase de estudio en la que a través de encuentros informales se van identificando vocablos, palabras y expresiones que tengan contenido existencial y carga emocional, así como frases que regionalmente expresen cuestiones importantes para la comunidad. Para esta fase se realizan visitas y entrevistas con las personas que participarán en el proceso alfabetizador.
II.                  En la segunda, se hace una selección del universo vocabular obtenido aplicando varios criterios, a). la riqueza fonética, b). las dificultades fonéticas, y c). el tenor pragmático de la palabra, esto es, se escogen palabras que impliquen compromiso con una realidad social, cultural, política, legal, etc.
III.                En la tercera, se deben crear situaciones existenciales típicas del grupo con el cual se trabajará, estas son situaciones problema que se someten a debate con los participantes, aquí se abren perspectivas para analizar problemas nacionales y regionales. En ellas se van colocando vocablos generadores, de distintos grados según sus dificultades fonéticas.
IV.                En la cuarta, se elaboran fichas que ayudan a los coordinadores  en su trabajo. Por ejemplo láminas con las familias fonéticas o con palabras y frases. Se trata de materiales de apoyo didáctico.
V.                  En la quinta, Se preparan fichas con la descomposición de las familias fonéticas que corresponden a los vocablos generadores. Estas láminas son preparadas por los coordinadores, quienes deben guardar siempre una actitud dialogal evitando caer en lo que Freire considera  educación bancaria adoptando el concepto de Pierre Furter (pág.17), que es precisamente la exaltación de las características más negativas de la educación tradicional (directiva, vertical, militar, acrítica, antidialógica).
La ejecución práctica es relativamente simple, de una palabra generadora se obtienen sus sílabas y de las silabas se obtienen las familias fonéticas, por ejemplo de la sílaba pi serían pa, pe, pi, po, pu, las cuales se pueden combinar con las de otra palabra generadora y así surgen nuevas palabras. Este aprendizaje en un contexto de gran familiaridad para el alumno permitió un rápido dominio del alfabeto.
No obstante, tras el alfabeto se encontraba una enorme carga ideológica, un adoctrinamiento revolucionario, por ello expresa “En la medida, pues, en que las clases populares emergen, descubren y sienten esa visualización que las élites hacen de ellas, se inclinan, siempre que pueden, a respuestas auténticamente agresivas. Estas élites, asustadas, tienden a silenciar a las masas populares, domesticándolas por la fuerza o con soluciones paternalistas. Tienden a detener el proceso, del cual surge la elevación popular, con todas sus consecuencias” (pág.81).
El propio Freire dedica un capítulo del libro a explicar la inexperiencia democrática y el carácter cerrado de la sociedad brasileña, factores que seguramente son fuerzas de enorme magnitud que tienden a impedir un cambio social que pretende en última instancia la toma del poder por las masas populares, en este sentido considero que la práctica de la libertad a partir del esquema educativo no tenía de origen muchas posibilidades de triunfo.
En términos gruesos este movimiento pretendía arrebatar a los poseedores de la riqueza, la riqueza, a los poseedores del poder político, el poder político, a los poseedores de la religión, la religión, a los poseedores de la educación, la educación, y colocarse frontalmente contra el ejército sin contar con un ejército.
Sin embargo, este movimiento pedagógico-político ha dejado grandes enseñanzas desde los puntos de vista sociológico, cultural, humano, político y metodológico, es de reconocer el gran valor y la entrega de todos sus participantes encabezados por Paulo Freire quien finalmente fue un valiente luchador social.
Hoy día, junto a los diferentes métodos de alfabetización, como son el alfabético, silábico, fonético y global se encuentra presente en muchas partes del mundo el método de la palabra generadora, adaptado a la circunstancia sociocultural donde se aplica.
       Fuente:Freire, Paulo, La educación como práctica de la libertad, Siglo XXI Editores,               México,2007

Lo que la historia no cuenta…Atentado contra Porfirio Díaz en 1897

Por Dante Octavio Hernández Guzmán

El 16 de septiembre de 1897 era un día tranquilo y de cielo despejado, la gente de la capital de México se preparaba para presenciar los festejos de la Independencia, el General Porfirio Díaz, salió de Palacio Nacional ante el regocijo de la gente en una calesa descapotada rumbo a la Alameda Central, todo iba según el protocolo, junto al Presidente estaban acompañándolo: el General Brigadier Ortiz Monasterio, el General Pradillo y el Teniente Coronel Fernando González, que iban detrás del presidente; al llegar a la Alameda don Porfirio bajo de la calesa para dirigirse al pabellón morisco cuando sufrió el atentado, veamos una parte de lo publicado en El Nacional del 17 de septiembre:

Había recorrido la comitiva oficial la mayor parte de su carrera y llegaba ya a su destino, cuando, al pasar frente al ángulo sureste de la alameda, un hombre rompe la valla, se abre paso entre los señores General Pradillo y Brigadier Ortiz Monasterio, que iban con el Teniente Coronel Don Fernando González inmediatamente detrás del presidente, y asesta a este elevado funcionario un puñetazo en la parte posterior del cuello, que le hizo caer el sombrero montado que llevaba  (iba de gran uniforme) exclamando el agresor: “¡Para que vean que soy hombre!”.
Lo que allí pasó fue indescriptible.  La agresión rápida como el relámpago e inesperado, no pudo ser impedida y se había consumado enteramente.  Nadie pudo conocer al momento su importancia.  Y en el  semblante de todos los que pudieron darse cuenta de lo que pasaba, se pintó la angustia más intensa.  El presidente había podido ser muerto por aquel hombre.
El señor monasterio, desde luego, rompió su bastón de ébano sobre aquel hombre, quedándose en la mano de éste una astilla, con lo cual agredió también al señor Pradillo que se lanzó sobre él, rasgándole la manga del uniforme e hiriéndolo levemente el antebrazo, mientras que el señor González (Don Fernando) acometía también contra el infame, que al fin cayó en tierra.
Mil manos se levantaron entonces contra el agresor en medio de un clamor universal, un cargador lo tomo de los cabellos y algunos afirman que iba a hundirle en el pecho un puñal; el General Pradillo ponía también la mano en la espada, sin duda para dar su merecido a aquel infame.
Mientras tanto (esto pasó en unos cuantos segundos). El General Díaz se había repuesto del golpe, recogido su sombrero y cubiértose (sic) con él, y viendo el peligro que corría su agresor, “No, compadre- dijo, dirigiéndose al General Pradillo- que no se le haga nada.  Hay que entregarlo a la justicia”.  El interpelado, entonces, lo entregó al Capitán Lacroix, que, bien asegurado, a Palacio.  Sin en aquel momento se deja al miserable en manos del pueblo, éste lo despedazaba.  La serenidad del General Díaz lo salvó.”.

Porfirio Díaz aprovechó el momento para mantenerse en una actitud serena, dando además al pueblo una imagen de bondad al impedir que fuera agredido el perpetrador que en realidad sólo logró tirarle el sombrero y sin arma alguna ningún daño pudo hacerle, por lo que la gente pensó que fue un loco y desquiciado borracho de nombre Arnulfo Arroyo, abogado de profesión que tenía fama de pendenciero y alcohólico en su delirio había intentado ir contra el presidente de la república; en el momento del atentado un cargador trató de darle de puñaladas al presunto magnicida, pero fue a tiempo contenido por el General Pradillo, posteriormente Arroyo fue llevado a la cárcel, y estando en la comisaría detenido, cerca de la una de la mañana fue linchado, como lo narra un reportero:

“Un tropel de hombres del pueblo penetró desordenadamente hoy a la una de la mañana al Palacio Municipal, subió las escaleras y arrollando a los gendarmes que hacían la guardia, llegó hasta el despacho del Inspector General de Policía, matando a Arnulfo Arroyo, que se encontraba preso en aquel lugar.”. (El Nacional, 17-IX-1987).

Se logró detener algunos de los que participaron en el linchamiento de Arroyo, ya que según parte médico fue muerto de 9 puñaladas,  en el Nacional aparece la nota del linchamiento y los nombres de algunos participantes:

“Llegaron otros guardianes y en el acto capturaron a una veintena de personas, entre las cuales se contaban Juan Salazar (el cargador), José Muñoz, Abel Torres, Mariano Sánchez, Carlos Díaz, Gregorio Belmont, Santiago Ordóñez, Domingo Beltrán, Silverio Macías un joven empleado en la corte Militar y otras.”.

Todo hubiera quedado en ello, ya que se pensó que fue la acción de un solitario enervado por el alcohol o algún otro estupefaciente, además,  todos los participantes en el linchamiento que fueron aprehendidos en las inmediaciones de la cárcel, fueron juzgados. De no haberse descubierto que uno de los participantes fue el cargador que intentó asesinarlo en la alameda y varios de los detenidos formaban parte del cuerpo de policía, todo hubiera quedado en olvido, pero, al saberse de quienes participaron, hizo que se mantuviera la sospecha de un atentado elaborado por un grupo de inconformes, esto es, un complot para asesinar al presidente Díaz. ¿Atentado? ¿Locura? No sabremos nunca que fue en realidad.

Hace algunos meses, en esa vorágine que fue el aniversario del Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia, donde hubo muchos buenos, regulares y malos escritores, que aprovechando que tuvieron oportunidades de que les publicaran sus “novelas históricas”, entre muchas de ellas, escribieron una que abunda en la hipótesis de un atentado, novela ligera que se basa en hechos reales y en el que implica las iniciales y el perfil sicológico de un burócrata perteneciente a relaciones exteriores cuyas iniciales son F. G. y que además, era novelista, quien al través de su narrativa y sus cartas con una presunta implicada amorosamente en tiempos pasados con el autor del atentado, nos va sugiriendo la idea del atentado, en fin, siendo novela se pueden permitir algunas licencias en el manejo de la historia, lo que dejo a ustedes simplemente como una acotación de lo que la historia no cuenta, lo que es de llamar la atención son las iniciales ¿Sería a caso que trata el autor de referirse a Federico Gamboa? Todo queda en un supuesto, aunque el intento de agresión realmente fue mínimo.
Hemerografía:
AMO: Hemeroteca, Periódico: El Nacional, Tomo: XX, Número: 66, viernes 17 de septiembre de 1897.
AMO: Hemeroteca, Periódico: La Patria el diario de México, director y propietario: Lic. Ireneo Paz, Año: XXI, Número: 6265, sábado 18 de septiembre de 1897.

La extraña muerte de La Marcaida

Marcelo Ramírez Ramírez

         Ha pasado el tiempo saturado de acontecimientos memorables, en los que don Hernando ha sido figura principal; entre ellos la conquista de México Tenochtitlán, con que se inicia un nuevo capítulo en nuestra historia. Ahora Cortés se encuentra instalado en su casa de Coyoacán, al sur de la ciudad donde empieza a surgir una nueva forma de vida civil y política. Se encuentra rodeado de amigos y sirvientes; no son pocos los que le consultan sobre asuntos diversos y los resuelve con su natural sagacidad. Es el hombre poderoso, dispensador de favores, a quien se ve con respeto y admiración. Más también provoca celos y envidias; pronto llegarán autoridades nombradas en la metrópoli y ya no serán soldados sino burócratas acostumbrados a manejar la intriga cortesana, a esparcir rumores y a buscar alianzas. Para toda esta nueva ola de funcionarios, Cortés se ha vuelto incomodo, así, da inicio la etapa en la que se intenta desplazarlo denunciando sus errores y excesos reales o inventados, mientras él se defiende con el orgullo característico de los hombres de su raza. A pesar de todo se necesitará todavía de años para desgastar el prestigio ganado por el hijo del pobre hidalgo Martín Cortés. Es por este tiempo que llega Doña Catalina Suárez Marcaida para reunirse con su esposo, con quien había casado años atrás en la isla de Cuba. Cortés la recibe, no sabemos si con auténtico gusto, rodeado como estaba de mujeres deseosas de entretenerlo, la mayoría sumisas ante su autoridad cuasi patriarcal. Entre ellas se contaba una princesa azteca, hija de Moctezuma, con la cual tuvo una hija. Como sea, hubo grandes festejos y ambiente alegre. Dice Don Artemio: “para agasajarla se le armaban bailes y merendolas constantes, con las buenas y simples cosas de la tierra. Gozaba doña Catalina de muchas amenidades”.1  Los españoles se lucían con juegos de fuerza y destreza; los indios con sus danzas, su música monorrítmica, sus vestidos de algodón y plumajes multicolores. Todo esto le gustaba a la señora de la casa y más aun, los ricos presentes “… y rendimientos que le hacían como si fuera la mujer de un príncipe”.2   Entre los regalos recibió de su  esposo repartimientos  y esclavos, conforme a la costumbre que tanto combatió Las Casas de dar la tierra con todo y sus pobladores para que hicieran ricos a sus amos. Había, sin embargo, un antecedente nada favorable para “La Marcaida”, el de su casamiento forzado con don Hernando. En efecto, éste para vivir en paz después de comprender que no podía seguir resistiéndose a cumplir su palabra de casamiento allá en Cuba, finalmente se casó y se dijo feliz de haberlo hecho. “Al padre Las Casas le dijo que estaba tan contento con ella como si fuera hija de una duquesa, y con visible pena la dejó en la isla cuando salió a los herácleos trabajos de la conquista de México”.3 Siendo Cortés como lo era, ladino y buen actor, eso de la pena que sentía ha de considerarse simple actuación, como tuvo muchas a lo largo de su accidentada vida. El hecho es que cuando todos creían que había olvidado a su esposa, mandó por ella y daban la impresión de una pareja realmente feliz por lo bien avenida.

         Según todos los indicios, La Marcaida disfrutaba de buena salud. Saludable y salerosa la vieron las gentes en las fiestas de todos santos al salir de la iglesia; vestía con garbo y elegancia ese día y, al anochecer, en su casa de Coyoacán, el matrimonio ofreció una cena a sus amistades donde La Marcaida estuvo “decidora y gentil”; bailó, cantó, intercambió cumplidos. El vino ayudó a intensificar la alegría en una comunión de afectos, sin que nada anunciara problemas y menos la tragedia que rondaba ya a la distinguida consorte del Conquistador. En determinado momento a ésta le salió la casta de mujer brava, como solía llamarse en la época a las que no se dejan. ¿Cuál fue la chispa del conflicto? No se sabe, seguramente bastó alguna trivialidad, el caso es que dirigiéndose al capitán Solís, le reclamó mandar a realizar a sus indios tareas diferentes de las que ella disponía.
        
         “-Yo, señora –replicó el capitán Solís-, no los ocupo; allí está su merced que     los manda y ocupa –y señaló a Don Hernando-.
         -Yo os prometo –dijo Doña Catalina torciendo el gesto de modo agrio- que         antes de muchos días haré de manera que no tenga         nadie que entender en      lo mío.
         -¿Con lo vuestro, señora? ¡Yo no quiero nada de lo vuestro!
            Le respondió Don Hernando, y se puso a reír con alegre humor, y todos los       comensales rieron también, tomando sus palabras como lo que eran, una        broma suave, una chanza, pues ni una             leve sombra de enojo andaba por           ellas; pero Doña Catalina se levantó rápida de la mesa, y con enfática             tiesura hizo el acatamiento a sus convidados y salió del comedor solemne,       grave y ofendida”.4

         La reunión todavía continuó sin ella y con un Cortés alegre. En sus aposentos La Marcaida le confió a su camarera Ana Rodríguez que era muy desdichada y ante el asombro de ésta reiteró: “sí, muy, muy desdichada”. Cuando Cortés subió, al verla llorando trató de consolarla:
         -“¿Por qué lloráis, mi Doña Catalina?
            -¡Dejadme, dejadme!, ¡Apartaos de mí! Estoy por dejarme     morir”5.

         Enseguida fue a la estancia donde las camareras la desnudaban antes de llevarla a la “ancha cama marital”.  Otro tanto hicieron sus pajes con Don Hernando, quien “se fue a echar silencioso al lado de su esposa”.6 Después reinó el silencio nocturno que no duró demasiado, pues pasada la media noche una india despertó a las camareras. Algo pasaba en la alcoba de los esposos. Ahí llegaron presto Ana Rodríguez y la mujer de un tal Soria. Cortés pidió luz  y quedó iluminada la escena: Cortés sostenía el cuerpo inerte de Doña Catalina con un brazo; “creyeron que estaba amortecida porque varias veces se solía amortecer, pero él les dijo con voz sombría:

        “-Creo que es muerta mi mujer …-”.7  Tenía unos cardenales en la garganta y regadas por la revuelta cama estaban las cuentas de oro de su gargantilla. Atrevida como buena española preguntó la Rodríguez de qué eran esos cardenales, mirando a Cortés “con ojos secos, incisivos, con los que les traspasaba los suyos.

        –La así de allí para recordarla cuando se amorteció -dió por respuesta Cortés-; y sombrío, con pasos lentos, salió de la estancia y se fué a la calle, blanca de luna”.8  Allí mismo empezaron las sospechas; se recordaron los malos tratos dados por Cortés a su mujer cuando vivían en Cuba, a la cual sacaba de la cama y hacía otros maltratamientos, según había contado La Marcaida a su amiga Marihernández. A esta amiga también le anunció: “¡Ay, señora! ¡Algún día me habéis de hallar muerta a la mañana, según lo que pasó con el dicho don Hernando!”.9 

        Por la mañana corrió el rumor, en la incipiente sociedad colonial, de la extraña muerte de La Marcaida; unas mujeres noveleras llegaron a la casa de la difunta con ánimo de ver, con sus propios ojos si los rumores eran ciertos “… y hallaron que tenía los ojos abiertos, e tiesos, e salidos de fuera, como persona que estaba ahogada: e tenía los labios gruesos y negros; e tenía asimesmo dos espumarajos en la boca, uno de cada lado, e una gota de sangre en la toca encima de la frente, e un rasguño entre las cejas, todo lo cual parecía que era señal de ser ahogada la dicha doña Catalina e no ser muerta de su muerte”.10 . Esas mujeres fueron las últimas personas en verla; el ataúd de madera fue sellado con clavos para que nadie pudiera “ver los cardenales”. Cortés adoptó un gesto adusto que no permitía confianzas; cuando unos franciscanos le pidieron desclavar el ataúd para mostrar al pueblo la verdad y dejarlos satisfechos, para
  que no se creyera que había matado a su mujer, contestó con altivez:
       
        -“¡Quién lo dice, vaya por bellaco, porque no tengo de dar    cuentas a nadie!”.11

        Y se dispuso a seguir con su vida que aún le deparaba aventuras y, también, traiciones, decepciones y dolor.
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1.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  p.  135.
2.- Idem.  p.  136.
3.-Ibidem.  pp.  137,138.
4.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  pp.  139,140.
5.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  p.  140.
6.- Idem.  p.  141.
7.- Ibidem.  p.  142
8.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  p.  142.
9.- Idem.  p.  143.
10.- Ibidem.  p  144
11.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  p.  145.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: LA TELEVISIÓN, PAIDEIA FATUA



Por: Alberto Rafael León Ramos


INTRODUCCIÓN:
                En este mundo de cambio,  de constante movimiento, de momentos, el hombre social tiene más información que nunca porque a su alcance tiene todos los medios electrónicos y digitales necesarios para <<informarse>> en un segundo, aunque también usa estos medios para distraerse, ahora hay computadoras con acceso a la red, televisiones de plasma,  ipods por doquier, Psps, gameboys y demás instrumentos tecnológicos novedosos que hacen más llevadera la vida.  El hombre social cada vez tiene más  cerca  la información aunque no haga un buen uso de ella, el aluvión de datos que existen en la red que sería imposible consultarlos en toda la vida de un hombre.

            Los medios de comunicación <<informan>> y suponen un gran avance en la conformación de la nueva sociedad, de la sociedad moderna, de la sociedad que sabe todo con tan solo tener acceso a uno de estos medios de comunicación. Cuando se dio el auge de los medios de comunicación se vislumbró una nueva era en la vida del hombre, se pensaba que se viviría mejor por estar más informado, el teléfono, el telégrafo, la radio, la televisión, son medios muy eficaces para transmitir datos en poco tiempo. En los últimos años el auge de la televisión y los programas televisivos ha sido grande, los hombres se divierten con tan sólo apretar un botón y al instante tiene un sin fin de cosas que ver, sin fin de programas que lo pueden distraer horas y horas, programas de ficción, telenovelas con ínfimo contenido, reality shows, programas de concursos, que lo condenan a la inacción y a la estulticia intelectual, esto sucede la mayoría de las veces  sin que el sujeto se de cuenta de ello.  
Uno de los medios de comunicación con más influencia en la vida social y que goza de amplia aceptación por parte de los sujetos que hacen uso de ella, en específico me refiero a la televisión y los contenidos que vierten sobre los sujetos,  y más aún sobre un sector muy vulnerable al que me voy a enfocar que son los niños y jóvenes  de nuestra sociedad mexicana.  Así es, los niños y jóvenes son un factor muy vulnerable que se pueden corromper intelectualmente en poco tiempo, y la responsable de este estragamiento es la televisión. En ella, como bien apunta G. Sartori, se encuentra una educadora, es la primera que se encarga de <<educar>>  por medio de imágenes a los niños y jóvenes transmitiéndoles cosas de poco contenido lo que genera en los niños y jóvenes  la poca capacidad de abstracción y el empobrecimiento de su lenguaje. Esto repercute en su vida tanto social como académica.  Por ello en este texto doy las razones por las cuales pienso que la televisión es lo que yo denomino:  paideia fatua. Y dar una posible solución que no tiene nada de difícil que he llamado: Responsabilidad compartida.

La televisión: generadora de imágenes y destructora del lenguaje.

La televisión es  de gran aceptación en nuestros días; ella transmite por medio de imágenes muchas ideas aunque a veces éstas no correspondan con la realidad; los programas televisivos, las caricaturas, las series, han roto esa relación del sujeto con su entorno por el cual conocía su mundo, y lo han confinado a un orbe centrado en imágenes muchas de las cuales carecen de contenido valioso.

“la televisión puede mentir y falsear la verdad, exactamente igual que cualquier otro instrumento de comunicación”[1]

Los programas que se transmiten por la televisión combinan muchas veces la fantasía con la realidad y la hacen parecer como si esta fuera cierta en la vida real, hacen parecer cosas tan pueriles como la panacea e inducen a una creencia actitudinal  falsa de  primer orden. Es bien sabido que las novelas juveniles inculcan un comportamiento muy irreverente, imponen modas estilísticas de momento y modos de hablar que sólo contemplan no más de cincuenta palabras y numerosas muletillas, palabras como: wey, osea, que onda, que pex, ok, cero que ver, no te azotes, etc., son las favoritas en estos tipos de programas más que inculcar algo bueno son un óbice para la conformación de un sujeto completo que pueda desarrollar un lenguaje cabal con capacidades naturales óptimas para la vida, lo único que logran es acotar la relación que se gesta en la vida social y académica.
Otro problema que se genera a raíz de la televisión y que daña a los jóvenes y los niños, es que es totalmente visual, es decir, enseña y persuade por medio de imágenes. Trata de enseñar conceptos que son abstractos, tales como: amor, alegría, miedo, tiranía, violencia, sexo, etc., la solución a este problema es transmitir alguna imagen relacionada con el concepto, con lo cual tratan de persuadir que esta es la mejor forma de explicarlo, provocando que se acostumbren a aprender por medio de imágenes y no de conceptos abstractos, lo que, a su vez, hace que degenere su capacidad para discernir y abstraer.

Como se hizo notar, la televisión genera imágenes que son aprendidas  e imitadas por los sujetos – niños y jóvenes- que son asiduos a este medio de comunicación degenerando su capacidad de aprender conceptos y capacidad de discernimiento y abstracción. Además de que atrofia las capacidades intelectuales de los niños y jóvenes, influye en ellos en la manera de usar su lenguaje en la vida cotidiana y afecta de manera significativa su desenvolvimiento en la vida académica. Esto lo podemos constatar al acercarnos a una escuela y preguntarle a los maestros, que cada vez reciben más tareas con faltas de ortografía  e incoherencia en su redacción, también se pueden revisar las estadísticas de la SEP, las cuales apuntan que los niños y jóvenes tienen deficiencias en las materias de español y matemáticas.

Una manera más sencilla de comprobar este estragamiento intelectual y del lenguaje –causado por la imitación de los contenidos televisivos a los que se expone el niño y el joven-  se hace patente en los tan concurridos IRC – chats- y hasta en los mensajes de texto que se envían por celulares;  en estos se ha ido generalizando la escritura de las palabras cortando o quitando ciertas vocales o  “abreviando” palabras para ahorrar espacio, ejemplo de ello son:

K tal à por à¿Qué tal? 
Tkm àpor à te quiero mucho,
stan d vkcions  à por à están de vacaciones,
ntc à porà no te creas.

Se puede objetar que los hombres tienen todo el derecho de escribir como les plazca, que este tipo de escritura es una “evolución” del lenguaje, que son juegos del lenguaje y demás razones.  Pero estas no son nada convincentes y pienso que esto no se gestó espontáneamente, sino, que a raíz de los medios de comunicación  este tipo de escritura incorrecta se ha ido generalizando y ha llegado a parecer hasta <<normal>>.

Los niños y jóvenes claro que no se dan cuenta por lo que están pasando y mucho menos de sus actitudes y modos de desenvolverse en la sociedad y el ámbito académico; piensan que estas actitudes copiadas de los contenidos televisivos son normales. Pero los que estamos de este lado, del lado del pensamiento crítico y observador, si estamos atentos a lo que está pasando a raíz  de los medios de comunicación y en específico de la televisión que es la responsable de estas consecuencias tan nefastas.

Los niños y jóvenes como homo videns.

Como se ha venido apuntando, los niños y jóvenes son el sector más vulnerable  que los medios de comunicación pueden afectar. Ellos al estar en proceso de formación tanto biológica como intelectualmente están propensos a ser maleables y aceptar como ciertos los contenidos que se les transmiten por la televisión, llegando a copiar y repetir conductas, modos de hablar y manías. La televisión es la primera educadora con la que se topa el niño y el joven – por cierto no muy buena- pues en nuestro mundo <<moderno>> no hay hogar que no tenga una televisión, podrá faltar todo lo necesario para vivir pero la televisión se erige como la reina absoluta de la <<educación>> primaria de estos sujetos. Con razón suficiente decía Aristóteles que aprendemos por imitación [2] y en este caso el sector que estoy analizando son los más propensos a imitar las actitudes, normas, modos de habla, y cosas que la televisión transmite.

“Los niños ven y ven la televisión antes de aprender a leer y escribir”[3]

Estos sujetos – niños y jóvenes- de ser homo sapiens en potencia se han convertido gracias a los medios de comunicación , y en especial la televisión –como educadora fatua-, en homo videns; en hombres que sólo se limitan a ver y no a pensar, no desarrollan su capacidad de crítica, objetiva, reflexiva y de abstracción. En cambio genera un ser poco crítico, indiferente, crédulo a todo lo que se le dice, muchas de las veces inepto para manejar objetos que necesitan pericia corporal o capacidad física, esto se hace patente cuando los niños son enfrentados a un medio tal como la naturaleza, digamos una excursión o un campamento; en estos se tiene que poseer capacidad para seleccionar el mejor lugar para acampar, pericia para armar una casa de campaña y observación para poder escoger los mejores leños para la fogata, cosa  que en muchos casos los niños no pueden resolver por estar acostumbrados a la inacción sólo viendo las imágenes que se le proyectan por lo que no logran  desarrollar  sus capacidades naturales, estos niños y jóvenes estarían indefensos y perecerían en un estado natural. ¿Estos son los niños y jóvenes que queremos para el futuro?

Consecuencias de ser un homo videns

He tratado de exponer de manera clara y evidente como la televisión ha convertido al sujeto sapiente en un ser totalmente estragado, arruinado, desecho, en un sujeto que ve y no piensa: homo videns. Los medios de comunicación –en especial la televisión-  son responsables de esta corrupción y perjuicio pues han dañado de manera significativa y Ad libitum a los sujetos asiduos a ella.  Si se es un homo videns se pierde la capacidad de pensar primeramente, también la capacidad crítica y reflexiva sobre cualquier tema presentado  en los programas televisivos. Se aprende por medio de imágenes y no de conceptos lo que degenera en estulticia y estragamiento intelectual.
 
“La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender”[4]

La televisión no se contenta con corromper y envilecer la capacidad por la que “según” se distingue el hombre de las bestias, la inteligencia, sino que llega  aún más lejos corrompiendo el lenguaje y modo de hablar de los sujetos en cuestión; niños y jóvenes. En los ejemplos antes mencionados se hacía ver como el lenguaje es viciado por los programas televisivos, es a causa de estos programas que el lenguaje de niños y jóvenes se ha ido empobreciendo llegando a ser ínfimo, insulso y simplón.

Estos sujetos no tienen léxico para expresarse de manera correcta, y para librar el problema usan las mismas palabras haciéndolas significar diferente según sea el caso, el pobre bagaje conceptual hace que los niños y jóvenes no se puedan desenvolver de manera adecuada en la sociedad y en la escuela; ya que al no tener  los conceptos precisos para expresar lo que sienten o lo que se les pide incurren en  solecismos, anglicismos y faltas de ortografía al tratar de escribir ya sea una tarea, un ensayo o un reporte de lectura.

“podemos deducir que la televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis, que revierte en la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo instrumento de comunicación, es también, a la vez, paideia (proceso de formación del adolescente)”[5]


Responsabilidad compartida: familia, escuela, gobierno.
Se ha visto como la televisión ha sido un gran avance en la conformación de la nueva sociedad, pero también se han apuntado las partes negativas que ella tiene y las repercusiones que causa en los jóvenes y niños. Pero hay que tener en cuenta que la televisión no existiera sino hubiera quien la viera, esto es innegable, es una dicotomía muy fuerte: sujeto-televisión. En México los contenidos televisivos en su mayoría no son buenos porque a lo único que se dirigen es a entretener, a divertir y a hacer pasar el rato. Ahora ya tenemos en la televisión abierta  unos cuantos programas culturales pero que siempre tienen poca aceptación y raiting.  El problema de la televisión se ha ido haciendo cada vez más grande, hemos dejado que crezca en proporciones inimaginables hasta llegar a un grado que  se piensa que no tenga solución o simplemente se deja de lado, no se le toma tan en serio, ni mucho menos se cuestiona si existe tal problema.

Lo que hace falta en nuestro país es tener foros, coloquios, redes o grupos sociales que informen, concienticen y alerten sobre el uso racional de la televisión, así también debería existir como en otros países una regulación de los contenidos televisivos por parte del gobierno. Sé que esto sonará un poco extraño, hasta utópico, pero si hacemos un esfuerzo creo que se podría lograr, desde tres ángulos.  Hay que tener lo que yo llamo una responsabilidad compartida, en esto intervienen: familia, escuela y gobierno.
 Empezar por lo más próximo al niño y al joven, por el núcleo familiar, por la casa que es siempre el entorno en donde hay mayor descuido por parte de los padres para con los hijos en cuanto a estos temas, es bien sabido que en el hogar muchas veces los padres dejan ver a los niños y jóvenes los programas que quieran, sin tener una vigilancia de los contenidos que ahí se transmiten, ahora ya no se limitan a ver caricaturas, sino a ver las tan famosas telenovelas de la tarde, las series, los reality shows, las luchas y los concursos. La familia mexicana no ha tenido tiempo –por diversas razones- para poner atención en lo que los vástagos ven y aprenden de la televisión. Se ha llegado a un nivel peligroso, jóvenes y niños están expuestos ante los contenidos nocivos de esta paideia fatua, porque no ha habido reglas que fomenten un espíritu critico, ni un uso racional de la televisión, se ha dado rienda suelta se ha dejado libre a la televisión para que “enseñe” a  los niños y jóvenes, pero hay que poner un tope, una barrera a esto, pues no basta con censurarla, ni erradicarla de la vida familiar, sino que hay que aprender a convivir con ella.
La solución más práctica es que los padres tengan reglas en cuanto a la televisión, lo que consiste en tener horarios para ver los programas, ver si los contenidos de los programas son adecuados para los niños y jóvenes, generar el diálogo con respecto a los programas que vieron y sacar algún tema interesante o de interés para el niño o joven, eso con el fin de formar un espíritu crítico para que no se tome como verdadero lo transmitido por la televisión, y lo más importante: que los padres eduquen con el ejemplo.
Si esto se va enseñando en la casa, en el núcleo familiar pienso que rendirá frutos a largo plazo, pues estamos educando a seres que realmente tengan y lleguen a desarrollar capacidades críticas, reflexivas e inteligentes en cuanto al uso racional de la televisión, lo cual hará que estos niños y jóvenes enseñen a futuras generaciones lo aprendido y así formar una mejor sociedad.
Otra parte importante en esto que he llamado responsabilidad compartida, es la escuela. En ella se debe también desarrollar la capacidad de comprensión y análisis de los contenidos televisivos, para no tomar como la panacea lo que en ella se transmite, sino al contrario, ver qué de cierto tiene y cuáles son los lazos con la realidad, también ver si esto es realmente importante y si esto realmente aporta algo a la conformación de su ser como sujeto racional y social. Esta tarea recaerá principalmente en los maestros, aquellos que en las aulas se ocupan de la educación formal, ahora no deberán limitarse a enseñar solamente, matemáticas, español, geografía o biología, sino a tratar de formar un sujeto con las capacidades cognitivas para darse cuenta de lo que le sirve y lo que no le sirve para su conformación como un ser sapiente.
Por último, el gobierno debería tener un interés profundo por tratar de regular las actividades y contenidos que se transmiten en las televisoras, eso es algo fuerte y tema difícil de tratar porque van en juego muchas cosas, tanto intereses económicos, como políticos y sociales. Pero no es cosa que no se pueda hacer, pues en otros países ya se ha hecho, tal es el caso de países europeos que a base de esfuerzo y diálogo han logrado llegar a acuerdos con las televisoras para regular los contenidos televisivos; así que no hay excusa de que es algo imposible. Lo que pasa es que no hay en este país personas que tomen en serio este problema, que se interesen en ello  para que se empiece a regular a la televisión mexicana. Este es pues un pequeño llamado para que no dejemos de lado este tema.

Conclusiones:

A partir de lo antes expuesto llego a la conclusión que es bien cierto que los medios de comunicación han sido un gran aliciente en la sociedad, pues gracias a ellos se han podido tener informaciones, datos, fechas de sucesos que ocurren en otros lados e información de manera rápida, el problema es que a raíz del auge que tienen los medios de comunicación y en especial la televisión, se ha ido generando un sujeto poco pensante, incapaz de ser reflexivo e intelectualmente atrofiado, siendo los niños y los jóvenes los más afectados por este problema.
            El homo sapiens tan orgulloso de si mismo y su capacidad intelectual, se ha convertido en un homo videns, hombre que sólo se limita a ver, que no puede conocer por medio de todos sus sentidos y está limitado a uno sólo, la vista. Esta limitación degenera en los niños y  jóvenes, como ya se dijo, en un lenguaje pobre, simplón, que no ayuda en nada en la conformación de un individuo capaz de responder a las exigencias de la vida social y académica; además de que genera un sujeto limitado para cuestiones intelectuales profundas. Esta es la causa que llamo paideia fatua, aquella <<enseñanza>> vil, engañosa, mentirosa que proporciona la televisión y que degeneró en lo que hoy llama Sartori con justa razón el homo videns.  Aquí no se cumple la máxima de  Aristóteles  que expone en el libro primero de su Metafísica: “todos los hombres desean por naturaleza saber”, en nuestra época los sujetos – hablo de niños y jóvenes- no desean saber sino ver, copiar y tener una capacidad limitada para  pensar; con eso es suficiente.
Pero el problema no se acaba ahí, lo que hay que hacer es ponerse a cuidar a los niños y jóvenes de la televisión, de esa paideia fatua porque no se arregla nada con señalar, apuntar y censurar a la tan mencionada televisión, sino que se arregla corrigiendo y moldeando otros tipos de conducta que no sean los del homo videns. A través de lo que llamo responsabilidad compartida, se puede llegar a mejorar y contrarrestar los efectos negativos de la televisión, este cambio no se dará de un día para otro, ni mucho menos con la rapidez de un rayo sino que con trabajo constante y paciencia se logrará hacer conciencia del problema que tenemos para corregirlo y así poder convivir  haciendo un uso racional de la televisión. Al fin y al cabo los que van a leer este trabajo de reflexión no son esos homo videns sino los homo sapiens y en ellos recaerá la faena.

“Nadie niega la necesidad de aprender a leer, y de leer críticamente; ¿por qué ignorar entonces la necesidad de aprender a mirar y a escuchar con un espíritu igualmente alerta? La formación del intelecto debe completarse por lo tanto con la educación de la imaginación. Y la mejor manera de formar a los niños y a los adolescentes en este nuevo modo de comunicación es enseñarles a manejar su lenguaje, a leerlo y escribirlo. Cabe por lo tanto educar a los jóvenes en el buen uso de la comunicación y de los medios de comunicación de masas” UNESCO


Bibliografía:
Aristóteles, “Poética”, edit. Editores mexicanos unidos
Jaeger, W., “Paideia”, edit. FCE
Sartori, Giovanni, “Homo videns; la sociedad teledirigida”, edit. Taurus
Aguaed, José Ignacio, Convivir con la televisión. Familia, educación y recepción televisiva, edit. Paidós
Ferrés, Joan, Televisión y educación, edit. Paidós
Barker, Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, edit. Paidós


[1] Sartori, Giovanni, “Homo videns; la sociedad teledirigida”, pág., 103
[2] Cifrado de Poética, para el Estagirita el hombre aprende por imitación, así justifica como los pintores, escultores, artistas, reproduzcan, imiten la naturaleza o ciertos comportamientos.
[3] Sartori, Ibid., pág. 41
[4] Ibid., pág., 51
[5] Ibid., pág., 40