miércoles, 10 de septiembre de 2014

Editorial
De contenido y sus autores
Al leer la felicitación de Juan Fernando Romero Cervantes Fuentes, publicada originalmente en La Jornada Veracruz, con motivo del 4o. Aniversario de Tlanestli, es inevitable acudir a la memoria y recordar el proceso de producción y distribución de cada ejemplar.
"Cada vez está mejor el periódico" ha expresado ocasionalmente algún lector o colaborador. La respuesta invariablemente ha sido la misma: Cada ejemplar es diferente y ofrece la oportunidad de corregir o hacer alguna innovación, aprovechando la experiencia.
Si bien es cierto, el diseño y formación, tipo de papel constituye parte de un todo, también lo es su valor intrínseco: contenido.
Seguramente el incremento de lectores de Tlanestli en su versión virtual obedece a la diversidad de temas literarios, culturales y educativos, pero también al prestigio de sus autores.
Este ejemplar, por ejemplo, es posible gracias a la colaboración, además de la mencionada de Juan Fernando, la de Javier Ortiz Aguilar, Raúl Hernández Viveros, Aurora Ruiz Vásquez, José Luis Rangel Gasperín, José Luis Miranda Rosario, Jessica Argelia Toledo Cervantes, Hermilda Chavarría Londoño, Juan Salcido Gutiérrez y Wilfrido Sánchez Márquez.
Sirvan los conceptos vertidos por Juan Fernando para felicitar y agradecer a todos los colaboradores que han contribuido a la edición de 49 ejemplares y les estimule la respuesta de lectores de la revista impresa y los del blog que supera las 123 mil entradas a quienes reiteramos un profundo agradecimiento.


Intertextos


Tlanestli *Amanecer* cumple cuatro años

Juan Fernando Romero Fuentes
                                   
Tlanestli inoncenteti amati des matlactli“: amanecer es un periódico de diez, escribió en náhuatl a propósito de su cuarto aniversario, Olga Fernández Alejandre, colaboradora y lectora del periódico/revista cultural publicado en Xalapa que lleva como divisa “Sólo entre todos sabemos todo”, la expresión de un pensamiento de los indígenas raramuri. En nuestro país son todavía muchas las lenguas que nos pueblan (aunque quizá más bien somos pobladores de lenguas), pero la mayoría de los mexicanos aún desconocemos lo elemental de ellas, y poco también sabemos de la que se alimenta con una lectura inicial, inocente, del idioma español: esas son las lenguas de los pueblos a la cual presta la voz Tlanestli.

Al mucho agradecer los espacios que me han brindado y después de felicitar ampliamente al equipo editorial del periódico por su trabajo y el cumplimiento de su misión -acertadamente señalada en sus páginas- que realiza no sin tropezones, escribo los siguientes apuntes. Primero, el estilo: así como en la pintura el estilo naive tiene su sitio y reconocimiento, Tlanestli genera espacio para –algunas veces- una escritura que podría llamarse ingenua (naive se oiría más elegante, pero tal vez es sólo más pedante) que mes a mes se expresa a través de sus páginas con hambre de conocimiento y apetito de expresión. Seguramente las primeras versiones de la Ilíada y la Odisea, mucho antes de Homero, eran sencillas expresiones orales que fueron adquiriendo densidad y talante literario con el peso de la repetición e inventiva de los sucesivos oradores que al recordar los mitos “editaban” sus propias múltiples versiones, hasta que llegaron al genio de Homero. Tlanestli es así, como bien dice Olga Fernández, un “semillero de escritores”.

Segundo, la cantidad: sin duda la revolución cultural propiciada por Gutenberg produjo un cambio que afectó a toda la civilización occidental, ya que la cultura de elite en términos religiosos, filosóficos y artísticos, se convirtió en producto de dispersión social cada vez mayor por vía del crecimiento de las ciudades y el comercio. Esta creciente democratización de la cultura fue motivada no solo por la imprenta, sino por la mayor alfabetización.

Siglos después, el tema de la difusión mediática masiva (o “llevar cultura a las masas”) y la industrialización de la cultura fue estudiado por la Teoría Crítica de Theodor Adorno y Max Horkheimer[i], quienes realizaron una crítica profunda a la producción cultural masificada que se inició a partir de los cincuenta del siglo pasado en EE UU, ya que  se insertó en la práctica del consumismo a ultranza propiciado por el sistema capitalista bajo el método de la producción industrial intensiva[ii]. De esta forma, la supuesta democratización de la cultura cae en una suerte de decisión personal de supermercado, donde junto a la coca cola puedes  “seleccionar” el último grito de la moda literaria, precisamente el “best seller”, que se consume ávidamente aunque sea pésimo, porque está de moda, por barato y por ser producto de una publicidad que induce a su consumo, como una mercancía más.

Tlanestli en papel se inserta en esa primera horneada de difusión popular que por medio de la imprenta lleva a sus lectores unas “gotas culturales” -para citar nuevamente a Olga Fernández- que unidas, forman un río de conocimientos que van de la educación a la política pasando por la literatura, la historia y el debate. Y en esa circunstancia, Tlanestli se enfrenta al dilema de la producción y el consumo masivo, sencillamente porque la población ha crecido, y tanto la oferta como la demanda de bienes literarios y artísticos lo ha hecho consecutivamente; entonces, ¿cantidad versus calidad es el dilema?

Los datos que abajo cito son muy interesantes y motivo de reflexión; se refieren a su sitio web: http://tlanestli.blogspot.com con un total de 119,211 visitas procedentes de varios países hasta el 19 de agosto de 2014: destaca México (67,771), seguido de EEUU (10,997), Colombia (4,718), Ecuador (4,657), Argentina (4,043), España (3,419), Venezuela (2,536), ¡Alemania! (1,719), Perú (1,224) y Chile (1,197), según nos informa Víctor Vázquez Gándara, quien añade: “al finalizar el primer año [de Tlanestli] teníamos 6,351 visitas, un promedio de 500 por mes, hoy el promedio se ha incrementado a 3,500 mensuales, más o menos. A estas cifras habrá que agregar los 48,000 ejemplares impresos con un centenar de colaboradores (aproximadamente)”. Por supuesto, todo ello es digno de gran encomio, y nos retorna al tema.

Me parece que Tlanestli está dando una respuesta dinámica al dilema arriba expuesto; creo que lo resuelve de una manera gentil e inteligente: da cabida a muchos escritos y estos se retroalimentan con la lectura del periódico mismo: los lectores se autoeducan, se cumple así la divisa: “solo entre todos sabemos todo” y el citado semillero se almacena en el silo de Tlanestli. Y desde luego la pretensión de los editores del periódico (al menos hasta el momento) no es lograr un medio masivo como los de Vázquez Raña. Podemos estar tranquilos ya que difícilmente estaremos en la fase de masificación cultural que criticaron los filósofos citados.

La alternativa entre cantidad y calidad desde luego no es exclusiva de Tlanestli[iii]; sino que es un desafío para cualquier periódico o revista que se respete (es innecesario mencionar los abundantes casos negativos); por ejemplo, la Jornada Veracruz que recientemente cumplió cinco años, enfrenta la misma situación: ambas publicaciones exigen un mínimo de calidad en sus colaboraciones, dadas las características socioculturales de sus lectores, y dado el acervo cultural de los xalapeños, que está en continuo ascenso.

De cualquier forma sería interesante que Tlanestli realizara, primero, una encuesta aprovechando el extraordinario número de visitas que recibe en su sitio web para conocer la opinión de sus lectores y así, modificar o no, la política editorial que hasta su cuarto año ha cursado, y segundo, que realizara talleres de lectura y redacción para su amplio público (o que se una a La Casa del Cuento) ¡para así llegar a festejar muchos años más de nuestro periódico cultural!

Desde el Utrópico en el estado de Veracruz, 21 de agosto del 2014


[i] [i] La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas, escrito por ambos entre 1944 y 1947, y publicado en “Dialéctica de la ilustración” .

[ii] Así, la cultura se trastoca, pues Beethoven o Brahms, u Homero o Shakespeare, no pueden ser convertidos en objetos de consumo ni masivo ni de ningún tipo, pues su estatus es otro, tanto mental como emocional y cultural. No se consumen, se viven.


[iii] Quizá el mayor beneficiario de la imprenta, Martín Lutero, escribió: “Por lo que se refiere a los libros teológicos, convendría asimismo reducir su número y seleccionar los mejores. Tampoco sería conveniente leer mucho, sino leer buenas cosas y leerlas con frecuencia, por poco que sea.” Citado en Cavallo y Chartier (2001) Historia de la lectura en el mundo occidental, ed. Taurus. Pag, 384.

A cien años de su nacimiento.


 José Revueltas historiador

Javier Ortiz Aguilar.
“Alguna vez ya he mencionado una paráfrasis de Sartre, que ahora resultará oportuno reiterar: lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros.”
Manuel Cruz[1]

La historia es sin duda, la conciencia temporal de la modernidad. La secularización del pensamiento alcanza su máxima expresión con el reconocimiento de una lógica del fluir del tiempo y de los cambios. Desde esta perspectiva la construcción del moderno discurso histórico descansa en la presunción de la existencia de la razón y del sentido del acontecimiento.
            Esta posición privilegiada de la historia es el fundamento del mundo occidental en el tiempo del capitalismo industrial. El pasado así viene a constituir un nuevo ámbito de la lucha ideológica. Aquí la concepción trascendental kantiana, el romanticismo hegeliano y el materialismo histórico aparecen como los principales protagonistas.
El marxismo, al postular como objetivo la transformación radical del mundo, induce a la revolución social. El objetivo se logra en parte en la Revolución de Octubre. Por ello, no es casual que el primer triunfo de una revolución social transforme el ideal socialista, en un espacio, con una vitalidad tal que amenaza a extenderse rápidamente. A pesar de conservar las condiciones que obstaculizan la realización de su promesa utópica: humanizar al hombre.
En este contexto, en un tiempo de certezas y de movilizaciones revolucionarias, actúa y reflexiona José Revueltas. Pero su reflexión no queda atrapada en la ideología, sino que asume el marxismo no como una teoría cerrada, sino, como apuntaba Marx, una guía para la acción. De esa práctica teórico-política, indiscutiblemente marxista, se perfila como un maestro de la sospecha de los límites del optimismo revolucionario, convirtiéndose en un precursor de los nuevos tiempos. Desde una posición crítica radical estudia, a decir de Marx, la ciencia social soberana, la historia.
            Nuestro homenajeado nace en Durango el 20 de noviembre de 1914. En 1920 se traslada con su familia a la ciudad de México. En la capital cursa hasta el primer año de la secundaria. Abandona los estudios a causa del ingreso a una correccional, debido a su participación en un mitin organizado por el Partido Comunista Mexicano. Desde ahí vive en ese mundo que nace en el siglo XX: la lucha entre dos proyectos de la modernidad: la libertad y la justicia, entre el capitalismo y el socialismo; y en el tiempo nacional: la consolidación del estado, mediante la estrategia populista de someter a la clase trabajadora a los proyectos de la nueva clase dominante. En su ambiente familiar, nace en una singular familia del estado de Durango, lugar que estaba en una situación de atraso y aislamiento en el siglo XIX. No obstante estos factores constituyen un estímulo a las élites regionales favorecidas por la ley de desamortización de tierras comunales y la Ley de Baldíos.  Las haciendas mineras generan un especial polo de desarrollo con la presencia hegemónica de la Iglesia Católica desde los tiempos novohispanos. En este marco existe una profunda cultura religiosa de la que Revueltas no escapa, a pesar de su inocultable ateísmo. “En esta dinámica, las “buenas familias” duranguenses se convirtieron en grandes propietarias de tierras, adaptando las tradicionales formas mercantiles a los principios de la modernidad.”[i] Sus hermanos destacan en la vida artística. Por supuesto vive totalmente, desde su temprana juventud, inmerso en un ambiente creativo y de alta cultura.
En ese orden temporal, diría Hegel, u orden del tiempo, a decir de Hartog; con la significación para el primero, como manifestación del “reino espiritual de la existencia”[ii]. Mientras que para Hartog sería el resultado de las temporales relaciones sociales que “(…) parecen poco sujetas a la discusión y resultar poco negociables”[iii]. En ese contexto Revueltas inicia un diagnóstico de  su presente de la sociedad mexicana con el fin de transformarla radicalmente. Aquí retoma la idea marxista de considerar al hombre como la raíz del problema. De esta manera busca en el pasado la explicación de sus potencialidades y sus límites. No obstante es necesario subrayar la integridad de sus reflexiones y de su práctica política. Caso excepcional en la historia de México, un hombre con convicciones firmes sólo comparable con Ricardo Flores Magón.

1.     El principio.

Hay para Revueltas un principio que entra en contradicción con la tradición metafísica de la modernidad. Aquí reside el origen de los conflictos posteriores. Adelantándose a los tiempos nacionales, asume una posición nihilista. La nada, y no el verbo, constituye el origen de todo. En el inicio de Los Días Terrenales de manera contundente afirma: “En el principio había sido el caos, más de pronto aquel lacerante sortilegio se disipó y la vida se hizo. La atroz vida humana.“[iv] No podía ser de otra manera, sin Dios no es posible el sentido trascendente o trascendental de la vida y de la historia, por tanto la vida humana está inmersa en la angustia. La utopía, vista así, es el ensueño de un paraíso inexistente.
Si esto es así, entonces ¿quién es el sujeto de la historia? La pregunta de la modernidad. Para Revueltas, no es Dios o la autoconciencia, En el mismo texto afirma: “En principio, había sido el caos, antes del hombre, hasta que las voces se escucharon”.   E decir los lenguajes producto de las diversas tradiciones.

    
2.     Temporalidad

En el caos original es el ámbito de la temporalidad. Esta dimensión humana tiene un límite: la muerte.  Esto no es novedad. Nadie puede oponerse a la idea, pero es necesario considerar que si bien todos los seres vivos mueren, sólo los hombres son mortales. La diferencia reside en la percepción y la actitud que el hombre asume ante la muerte: esta actitud crea las culturas y los futuros. Es decir, si la muerte es un hecho universal, la percepción de la muerte es un producto de la cultura, de la historia. Este es el supuesto fundamental de la concepción de la historia en Revueltas. De ahí infiere que el hombre, al elegir la vida, elige su muerte. El lema de los sesentas es ilustrativo: “La cárcel y la muerte son los gajes del oficio del revolucionario”
      La inexistencia divina impide la posibilidad de la bondad. Por ello en todo proceso histórico permea la violencia. “La historia (real) es la historia de la violencia”[v]. Ignorar esta secularización radical, lleva a pensar en un Revueltas encarcelado en sus reminiscencias religiosas.

3.     El hombre.
4.      
Revueltas encuentra en la naturaleza humana la referencia de la explicación histórica, y no en la estructura social. Sin negar las variables externas, busca en el joven Marx, el Marx de los Escritos Económicos Filosóficos, la radicalidad del fenómeno social. El hombre, que no es creatura, sino momento de una evolución sin sentido trazado previamente. Un hombre, que forma parte del caos no puede aspirar a la felicidad. Gregorio Saldívar, personaje de los días terrenales, ofrece la razón más contundente: ““¿Sabes que el hombre es el milagro más bello de la naturaleza? (…) ¡Por qué quieres rebajarlo entonces a la condición de un hermoso cerdo feliz?”[vi]
5.     El proceso.

La realidad histórica es producto de la concatenación de acontecimientos. La búsqueda del origen de la concatenación provoca la construcción de metadiscursos del conocimiento histórico. Revueltas, al negar la existencia de toda realidad trascendente y trascendental, asume consecuentemente la inexistencia de un sentido o para ser más claro de la razón histórica. ¿Qué significa esto? Pues nada más que negar la posibilidad de la utopía marxista, que dio sentido a todas las revoluciones y revueltas proletarias. Por lo contrario, en buena lógica infiere la imposibilidad real del surgimiento del hombre nuevo o de una sociedad libre de miserias, de ignorancia y de prejuicios. O para decirlo en términos posmodernos, el hombre vive en el caos, por tanto es imposible que la clase obrera nos lleve al paraíso. “El hombre es conciencia de que existe, es decir, consciente de que dejará de existir. (…) En esto (…) radica la verdadera dignidad del hombre, que quiere decir su verdadero valor, su desesperanza y su voluntad más pura.”[vii]

6.     La praxis.

No obstante el proceso histórico no es el producto mecánico de fuerzas contingentes o sin sentido. La conciencia en su proceso dialéctico determina la praxis liberadora. La liberación no es en consecuencia el acceso a una forma de vida libre, sino en cuanto expresa la voluntad, característica del sujeto revolucionario. Pero esa libertad no significa felicidad, puesto que estamos apresados en el mundo temporal, el mundo de la limitación y de la angustia.  Siguiendo las ideas del entonces joven estudiante de Derecho, José Alvarado, expresa Gregorio Saldívar: “¡Desaparecerán las clases sociales, no te quepa la menor duda! ¡Claro está! Pero ésa sólo es una etapa hacia el advenimiento del hombre (…) ¡Luchemos por una sociedad sin clases! ¡Enhorabuena! ¡Pero no para hacer felices a los hombres, sino para hacerlos libremente desdichados, para arrebatarles toda esperanza, para hacerlos hombres!”[viii]
    
7.     Historia de México.

Como el marxismo no admite procesos únicos, sino que cada grupo alcanza su identidad de acuerdo a sus tradiciones, Revueltas busca en las particularidades de la historia de México la orientación de la práctica revolucionaria.  Consecuente con su posición antropológica, sus personajes son los grupos marginados. Ellos son producto del brusco encuentro de dos culturas diferentes, permeadas por la violencia inquisitorial y los sacrificios humanos de Mesoamérica. Por ello la rudeza de sus personajes.
            El proceso de la realidad histórica no responde a los proyectos revolucionarios. Así en la Independencia “(…) la lucha por  el ser nacional, íntimamente ligada al desarrollo capitalista del país, no se resolvió al consumarse la independencia en 1821; en aquel momento la nacionalidad se limitó formalmente a los aspectos geográficos, jurídicos y políticos, sin llegar a resolver los problemas primordiales para la integración nacional (…) los problemas económicos y sociales, especialmente los agrarios: por eso la crisis de la sociedad quedó abierta al no solucionarse las contradicciones que anidaban en su seno.”[ix] En la reforma liberal “En 1856-57, el obstáculo más importante para el proceso de desarrollo seguía siendo la tenencia latifundista de la tierra. Sin embargo las fuerzas sociales ‘dirigidas por la corriente mayoritaria de los ideólogos estaban enajenadas a la lucha contra lo que aparecía en la realidad inmediata como el enemigo principal, o sea el clero católico (…) ‘Oponían [una] necesidad táctica a la necesidad histórica, en lugar de armonizar ambas dentro de una síntesis dialéctica, y terminaron por dejar intocado y en pie el latifundismo’”[x]
El presente de José Revueltas, su tiempo real. Su tiempo de la decisión, es el orden establecido por la  Revolución Mexicana,  Por ello, esta conmoción social constituye el baluarte ideológico de la clase en el poder Para algunos, incluyendo a Revueltas, es el  movimiento es la construcción de las posibilidades del futuro. Para otros, como Lombardo Toledano, intelectual socialista, la revolución divide a la burguesía en burguesía nacional y burguesía imperialista. Estas fracciones de clase entran en lucha, de tal manera que la contradicción de clases, se desplaza a este conflicto al interior de la clase dominante. Por lo tanto el proletariado tendrá la función histórica de apoyar al Estado, como vanguardia de la burguesía nacional. Para Revueltas el problema es otro: “Gracias a la revolución democrática toma el poder la burguesía nacionalista. No hay una fracción de la burguesía reaccionaria y otra progresista. La burguesía nacionalista adopta cualquier posición de acuerdo a sus conveniencias.”[xi] Este es el medio del que se alimentan los caudillos, ahora con el nombre institucional de presidente. Es aquí el centro de su atención. ¿Cómo hacer para transformar el mundo? Por ello su discusión vital sobre la realidad del partido comunista. No como expresión electoral,  sino como el cerebro que conduce a las masas a su liberación, Por supuesto respetando los límites de la posibilidad histórica. De esta manera nuestro autor engarza en el discurso el pasado y el futuro. El historiador revueltas, así contempla la realidad histórica no como objeto de apología sino como el conocimiento necesario para determinar la posibilidad de cambiar lo que generaciones pasadas nos han heredado.
            Revueltas, en conclusión,  es un precursor de las formas de pensar contemporáneas. No obstante discreparía con los posmodernos por su concepción humanista, pero no una antropología fincada en la utopía, sino en el reconocimiento de los insuperables límites del hombre. En una palabra la utopía únicamente nos sirve para iniciar la gran marcha, y la libertad se reduce al hecho de decidir.  .
            Gracias por su generosa atención











[1] Cruz Manuel. Acerca de la dificultad de vivir juntos. La prioridad de la política sobre la historia. Barcelona, Gedisa Editorial: 2007 (Colección Visión 3X) 14



[i] Pérez Domínguez, Marisa M.Reseña De las buenas familias de Durango. Parentesco, fortuna y poder (1880-1920) de Graziella Altamirano XCozzi”. En América Latina en la historia económica. Revista de Investigación.  México, Instituto de Investigaciones  José María Mora, vol 19, Núm. 2, Mayo  2012, pp. 226-231; p 227Dr. José María Mor(1880
[ii] Hegel,  Lecciones de filosofía de la historia universal. Madrid, Alianza Editorial; 1982;   689 (Filosofía)
[iii]  Hartog, Francis. Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo. México, Universidad Iberoamericana. 2007; 19 (El oficio de la historia)
[iv] Revueltas, José. Los días terrenales. México, Editorial ERA, 1973 (Obras completas 3) 9
[v] Revueltas José. La dialéctica de la conciencia
[vi] Revueltas, José. Los días terrenales. Ob. Cit. 176
[vii] Ídem. Cfr. José Revueltas. El luto humano
[viii] Ibídem  177
[ix] Revueltas José.  El proletariado sin cabeza. México, Editorial ERA; (Obras completas 17) Prólogo 17. 9-10
[x] Ibídem 10
[xi] Ibídem 10-11

Aniversario de José Luis Melgarejo Vivanco


           

Por Raúl Hernández Viveros
Hace unos días, la Universidad Veracruzana realizó en el día de su nacimiento, un evento académico para recordar al historiador e impulsor de la antropología en el estado de Veracruz. También participó en la fundación de la Facultad y el Instituto de Antropología. Al mismo tiempo encabezó la creación del Museo de Antropología de la Universidad Veracruzana, en su primera época. Conviene revisar el prólogo de David Ramírez Lavoignet del libro La Enseñanza Lancasteriana, de José Luis Melgarejo Vivanco, porque casi se trata de una breve biografía sobre la vida y las aportaciones de este maestro en el amplio sentido y significado de esta palabra que representó en la divulgación del conocimiento hacia muchos de sus discípulos.
En otro espacio merece toda nuestra atención el libro Los Jarochos, de José Luis Melgarejo Vivanco, ya que representa una breve enciclopedia sobre el ser originario de estas tierras veracruzanas, y descubrir nuestra tercera raíz en la negritud. De acuerdo a sus informaciones, datos, reflexiones y búsquedas de nuestros orígenes, la sangre africana estuvo ya presente desde mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles, y que todavía sobreviven en diversas regiones veracruzanas. Sin duda alguna significó una investigación histórica, sociológica y política sobre nuestras raíces que marcaron el talento y trascendencia de las aportaciones culturales hacia y para México, América Latina y España.
En la sección Liminar de la obra Los Jarochos, de José Luis Melgarejo Vivanco,  publicado en 1979, el autor reconoció que: “Este libro, tal vez el último de una vida en ofrenda del terruño, escrito fue con el mismo fervor de aquel Totonacapan, empedernido pecador de la técnica, pero, sin pedir mirar cuartel en la defensa de su pueblo, y habrá de ser trillado parto de los montes o incitación a la censura. Si por esta brecha en la etnografía mañana transitarán sus correctores el ideal habría sido alcanzado…” Hasta ahora sus aportaciones distribuyen el conocimiento y el estudio de la historia y la cultura como fundamento del orgullo de haber nacido en estas tierras veracruzanas.       
José Luis Melgarejo Vivanco nació en la congregación de Palmas de Abajo, del municipio de Actopan, el 19 de agosto de 1914, y murió en Xalapa, el 23 de enero de 2003.  Estudió en Escuela Normal Veracruzana, y desde su adolescencia se aproximó al espacio de la literatura. En la revista “Momento”, a finales de los años 40 colaboró con su sección “Las mejores páginas de la literatura veracruzana”. Con sus primeros versos  se descubrieron las inquietudes literarias. La alianza entre el sentido y el ritmo, las imágenes y los sentimientos advirtieron de un valor que emergió de la poesía desgarradora, honda y verdadera. Aparte, se pudo admirar el punto de vista de un intelectual detrás de cada una de las anotaciones y búsquedas poéticas. Algunas de ellas perdieron, en ocasiones, la fuerza del instante en que fueron escritos; sin embargo, era difícil no sentir lo sublime de la creación literaria; afecto, ternura, satisfacción, soledad y vacío. La vida del autor se encontraba en la vigilia donde el punto de vista siempre estaba alerta.
 En el texto “Lumumba”, planteó José Luis Melgarejo Vivanco referencias al tema de la negritud, que estudiaron Gonzalo Aguirre Beltrán y Gilberto Bermúdez Gorrochotegui, entre otros expertos. Ahí definió perfectamente el concepto de fraternidad: el valor estético frente al poder de la evolución histórica, porque se logró ubicar en el espacio de la perspectiva auténtica a un personaje próximo a las luchas de liberación de los pueblos africanos.
Bajo la creación literaria se modeló el empleo de las palabras: “Nuestra mano, la tuya / como nuestro el pigmento de tus ríos africanos / —uno solo el sudor— desquebraja / las pértigas de los viejos trapiches, / en la copa de ron.” Este poema de Melgarejo Vivanco recogió dentro de su espíritu, parte de la historia de América Latina, que es la presencia de nuestra tercera raíz: la negritud. No obstante, en los versos de “Prometeo”, penetró en el conocimiento de siglos pasados; expresando formas cargadas de sentido histórico. Es la concepción de los hechos literarios como datos y acontecimientos de la historia antigua: “Vencido Prometeo, cacharro del cerámico de Atenas, / qué insulso fue tu fuego, /  comparado con el que a orillas del Yang Tsé Kiang prendiera el pueblo.”
El autor enfrentó las alturas universales y descendió a las profundidades del ser humano para encarar el desarrollo de la civilización. La poética de Melgarejo Vivanco es descriptiva y, en términos sociológicos, tiene un nivel para reflexionar sobre su relación con aspectos de un lenguaje cotidiano. Dentro del poema “Canto al país de Yucatán”, entregó su pasión y amor al corpus de una literatura nacional. El ritmo de los versos acompañó a un movimiento abierto y dinámico. El sonido que proporcionó el ritmo enriqueció la rima y las formas de repetición fonética. El lenguaje poético iluminó cada estructura interna de los cinco apartados que componen el canto de un pueblo del sur de México. El principio mecánico de la repetición cumplió con la tarea de memorizar los versos: “Selva en derrota, / selva calcinada, / ceniza de los trinos, / polvo de la esperanza, consunción / la tierra macerada de granos; / vieja selva.”
La lírica de la reflexión de Melgarejo Vivanco se instaló en el mundo de la historia. Con lo que se cumplió casi como una profecía, las palabras que leímos en las páginas del libro “Escritores veracruzanos: Reseña biográfico-antológica”, de Francisco R. Illescas y Juan Bartolo Hernández: “En sus versos se aprecia el estro de un poeta de altos vuelos y en su prosa, elegancia de estilo y erudición de fondo”. Hasta el final de su vida colaboró en “La Palabra y el Hombre”, y tuve la oportunidad de reflexionar sobre dichas aportaciones a la cultura veracruzana.
Adolfo Contreras escribió en la revista “Xalapa”, No. 115, marzo-abril, 1962, una reseña sobre un opúsculo literario  de José Luis Melgarejo Vivanco, e informó que: “Carece de prólogo este ramillete de versos. No lo presenta nadie. Se presenta solo, haciendo honor a la idiosincrasia del poeta quien ha sido siempre fiel –cual jinete solitario- un tipo agrario amante de las campiñas veracruzanas del “trueno viejo”, de la salmodia de los mares, de los encajes de las olas, del céfiro blando; y emotivo cantor de las miserias del campesino  y del acerbo dolor de nuestra raza pretérita, la cual tan sólo nos ha dejado huellas que sigue la ansiedad antropológica de los investigadores. Además, estos versos, de por si, despliegan una correspondencia de perfumes, sonidos y colores, a lo Baudelaire o Renoir:
“En el tibor, entre la hierba trémula, / la garza estira el cuello / cazando una libélula; / pero atrapa un reflejo”. Sus andanzas por los caminos y las eras se transformaron en raudal de lucubraciones espirituales que, deslizándose sobre las realidades, levantaron el vuelo quimérico hacia el lirismo para caer sobre la tierra mexicana, en eclosión de luces, en lluvia prolífica de versos desnudos; es decir, alejados del preciosismo retórico de la métrica y del ritmo acompasado de la música. Algunos de sus poemas tienen  la grata melodía privativa de nuestro pujante medio de expresión y la flébil libertad de la materia en su excelso salto hacia el pensamiento imponderable. “Hija de Zeus y de Latona, fruto / de olímpico amasiato, cazadora / del siervo azul y los faisanes de oro. / Tienes lebreles.”
Dos poetas nacidos el mismo año que José Luis Melgarejo Vivanco:  Octavio Paz señaló al final de “Posdata” que: “La cultura de el Tajín, un arte que escapa a la pesadez “Olmeca” y hieratismos teotihuacano   sin caer en el barroquismo maya; un prodigio de gracias felina”. Efraín Huerta con sus imágenes sorprendentes de: “Oh, Tajín, oh naufrago, / tormenta demolida, / piedra bajo la piedra / cuando nadie sea nada y todo quede / mutilado cuando ya nada sea / y sólo quedes tú impuro templo desolado / cuándo el país-serpiente sea la ruina y el polvo, / la pequeña pirámide podrá cerrar los ojos / para siempre / asfixiada, la muerte en todas las vidas / bajo el silencio universal y en todos los abismos, / Tajín, el trueno, el mito, el sacrificio, / Y después, nada.”
De la cosmovisión del mundo prehispánico llegamos ahora a la realidad de mentiras piadosas, mensajes de utopía de un mundo mejor y al engaño o prestidigitación que es el arte de la mentira o la ilusión de repetir en discursos tantas cosas que al final alguien pueda creer sin ver. De esta forma, José Luis Melgarejo Vivanco señaló que: “El territorio del Totonacapan solo tiene ocupada la parte sur con estas obras (en relación a la zona arqueológica y sus esculturas artísticas que advierten de la esencia artística de nuestros antiguos veracruzanos); por eso quiérase o no, deberá considerarse al cruzamiento de totonacos y Olmecas, es decir, a los jarochos como generadores de Alegría, de musicalidad un tanto en contraposición al “indio triste”, o por lo menos, muy digno, muy sonriente frente a una vida sin alegrías; también por eso resulta dolorosa la tragedia, ese pueblo fue silenciado; ya no volvió a reír”. 
En la actualidad, frente a la tragedia de nuestra esencia efímera en el mundo permanecen los versos y metáforas proféticas de Efraín Huerta sobre el destino y desaparición de los habitantes de El Tajín. El futuro ya presente de reconocer la destrucción de la madre naturaleza y aceptar la desaparición  de la serpiente emplumada que representa la formación geográfica del territorio de la república mexicana, que va desde su nacimiento en el sur hasta  el norte, en donde los pueblos marginados y olvidados escapan en peregrinaciones hacia el sueño americano, en búsqueda del encuentro con un poco bien común, seguridad, respeto a la vida,  que no existen en sus lugares de origen, en su patria exfoliada y saqueada.
David Ramírez Lavoignet en la introducción a la  Relación de Misantla, Cuadernos de la Facultad de Filosofía y Letras, 1962, reconoció que: “José Luis Melgarejo Vivanco adquirió de la citada Universidad de Austín una copia fotostática de la misma, acompañada del plano correspondiente".  Este material fue revisado y comentado en las páginas de la publicación mencionada. En 1985, también David Ramírez Lavoignet  destacó la participación de José Luis Melgarejo Vivanco cuando en 1945, Adolfo Ruiz Cortines impulsó la elaboración de la Historia de Veracruz, a cargo de Manuel B. Trens, que se concluyó en el gobierno de Ángel Carvajal.
            De esta manera, brotaron  profundos conocimientos  del investigador y autor de la obra Totonacapan, 1943, al mismo tiempo que marcaron los cimientos de sus Historias de Veracruz. Además fue el impulsor contemporáneo de los informes sobre  el estudio de Quiahuiztlan, “Cerro de los Metates”. Después, en 1950, en la revista Uni-Ver, José García  Payón fue invitado por José Luis Melgarejo Vivanco a conocer el sitio; publicó sus comentarios. De 1951 a 1953, Alfonso Medellín Zenil tuvo a su cargo la investigación con la ayuda de Manuel Torres Guzmán y Adán Oviedo, y apareció el libro del Instituto de Antropología: Cerámicas del Totonacapan, de Alfonso Medellín Zenil; donde señaló:  “Este libro intenta una síntesis de lo más importante que hemos podido conocer  en la exploración del área totonaca del Estado de Veracruz, a través de unos 10 años. Han sido registradas aproximadamente unas 500 zonas arqueológicas que se localizan entre la cuenca del Papaloapan por el sur y de la costa a la zona frigo-serrana”.
             José Luis Melgarejo Vivanco,  en 1993 encabezó un recorrido por Quiahuiztlan, acompañado de Roberto Williams García y Alfonso Medellín Zenil. La fotografía tomada por José Luis Melgarejo Vivanco sobrevive casi como un grabado antiguo por el paso del tiempo. Sin embargo, Roberto Williams García escribió que: “En 1943 había ascendido hasta la punta del cerro en compañía del maestro Melgarejo y de Alfonso Medellín Zenil quien seguramente en esta ocasión decidió su vocación al palpar al imantarse de las tumbas prehispánicas que 17 años después las describió en un capítulo de su libro: Cerámicas del Totonacapan (1960 UV), donde puede abrevar quien quiera profundizar en torno a Quiahuiztlan. Hace 50 años el maestro Melgarejo nos había llevado a los terrenos de su entorno familiar pues había nacido dentro del escenario de una historia singular descrita entre Cempoala y Quiahuiztlan”.
            El  comentario de Roberto Williams García, fue publicado y la fotografía, el 17 de marzo de 1994, en Punto y Aparte. Años después, el 18 de febrero de 1999 en el Auditorio “Alberto Beltrán”, se presentó  el libro Pensamiento, memoria y escritura, en sus páginas apareció mi investigación “Textos de José Luis Melgarejo Vivanco en La Palabra y el Hombre”. Entonces estuvo como invitado de honor y pude decirle  que mi ensayo formaría parte de la obra Maestros de la Antropología en Veracruz, y José Luis Melgarejo Vivanco me ofreció su respaldo para cualquier tipo de consulta bibliográfica.
            En 2008, la Secretaría de Educación de Veracruz  hizo la edición del libro Selección de Ensayos y Poemas, En sus páginas se recogió la segunda versión de mi investigación: “Textos de José Luis Melgarejo Vivanco en La Palabra y el Hombre”. De su “En torno a la mexicanidad”, destacó: “porque jamás quedará integrado el todo si falta una de las partes, y entre lo mucho urgido de meditación, existen los conceptos de indígena, español, indiano, criollo, mestizo, referidos a hombres concretos de un territorio material, y no a invenciones flotando en los paraísos artificiales del idealismo”.
            La Palabra y el Hombre en cada aniversario  de nuestra Universidad Veracruzana editaban números conmemorativos. En  1984, se incluyó el texto “En el fondo sellado de un plato”, en 1987, José Luis Melgarejo Vivanco dio a conocer su reflexión “Honshu”. Constantemente colaboró con sus aportaciones bibliográficas.


            

Fiesta en la madriguera: el sueño de Tochtli


Por: José Luis Rangel Gasperín
Buscar palabras desconocidas en el diccionario antes de dormir, tener una enorme colección de sombreros; en la primera acción, ha encontrado sus adjetivos preferidos, que son palabras difíciles para su edad como sórdido, nefasto, pulcro, fulminante y patético, palabra que dice constantemente. En la segunda acción –coleccionar sombreros de todas las épocas, tamaños y colores-, ha conocido los tricornio, que usaban los conquistadores; los safari, que visten los aventureros y cazadores tratando de pasar desapercibidos en la sabana; los mariachi, que demuestran lo mexicano y nacionalista que es uno, y las coronas, que usaban los reyes cuando gobernaban y podían mandar a quien quisieran. Le gusta investigar sobre samuráis, sobre los franceses y las guillotinas. Él sabe que los samuráis eran defensores del honor arrebatado y los franceses, al cortarle la cabeza a un rey, tenían la delicadeza que no cualquiera porta, de quitarle la corona para que ésta no se abollara al caer tras el zarpazo de la guillotina. Por eso se interesa en esos temas.
A Tochtli le han dicho que es un niño aventajado, aunque su padre, Yolcaut, dice que no es aventajado, sino un genio. Tochtli cree más bien ser alguien curioso, porque la mayoría de la gente que conoce dice que él es eso.
Existe una condición: solo puede conocer el mundo que le rodea a través de sus libros y enciclopedias, porque se le tiene prohibido salir más allá del palacio, como llama a su hogar. Además, el niño puede hacer una lista con todo lo que le plazca, y cumplir todos sus caprichos a través de ella. Porque Yolcaut, su padre, es un poderoso narcotraficante apodado “El rey”, y debido a eso, Tochtli sólo puede solventar su curiosidad a través de los libros. Él no conoce el peligro que hay en el exterior, fuera de la madriguera.
Juan Pablo Villalobos, autor de Fiesta en la madriguera, consigue que su primera novela sea bien recibida por los lectores no solamente por la cautivadora historia que presenta, sino además por superar satisfactoriamente el reto de hacer verosímil la voz narrativa de un niño, ejercicio nada sencillo por cierto, ya que comprende un cierto nivel de dificultad.
Tras ir investigando, Tochtli descubrirá un animal que se irá volviendo la mayor de sus ambiciones: un hipopótamo enano de Liberia.
Yolcaut, quien no encuentra el tiempo adecuando para pasarlo con su hijo, además de sentirse culpable porque el niño no goza de una madre, le encarga a Mazatzin, un hombre culto que en sus años de juventud anhelaba volverse escritor, la educación del niño.
Tochtli sabe que puede obtener todo lo que quiere; sabe también que conseguirá un hipopótamo enano de Liberia, sin embargo, sospecha que la gente que trabaja en el palacio no es del todo normal. Curiosamente, muchos trabajadores son mudos. No hablan. El silencio permanece como una regla natural. Además de que en la mansión abundan las habitaciones vacías, donde Tochtli descubrirá posteriormente, gracias a su indomable curiosidad, que allí se guardan todas las pistolas y armas de fuego que utilizan para aniquilar a los enemigos indeseados.
Yolcaut suele ver las noticias por la noche, y llega un momento, el más inesperado, cuando escucha la nota y no le queda más que decir: “Ya nos cargó la chingada”. Entonces, será el instante preciso para huir de México y buscar al hipopótamo enano de Liberia. Así, por lo menos, se matan a dos pájaros de un tiro.
¿Qué ocurrirá tras la expedición? ¿Conseguirá Tochtli su recompensa por no llorar la muerte de su madre? ¿Será Yolcaut apresado en el intento de complacer a su hijo? ¿Habrá en verdad una fiesta en la madriguera o un traidor se oculta tras las ramas? Porque de algo le servirá a Tochtli ver tantas películas sobre samuráis, ya que Yolcaut le dijo, al anochecer, tras acabar la última escena y preguntarle si había entendido bien la historia: “Tú un día vas a tener que hacer lo mismo por mí”.
Fiesta en la madriguera se vuelve una excelente novela en la que un niño narra, con sus cortas experiencias y aquella ingenuidad que tarde o temprano desaparecerá, la barbarie y los ríos de sangre provocados por la ambición de su padre y el negocio del narcotráfico. 



Unas horas por la montaña


                                Aurora Ruiz Vásquez                
Soy arqueólogo, me gusta mi profesión, es gratificante conectarse con el pasado y civilizaciones inimaginables. Llevo más de treinta años trabajando y adquiriendo experiencias inolvidables y atesorando descubrimientos impensables.
Actualmente estamos trabajando en una zona arqueológica ubicada en las faldas del Iztaccihúatl, volcán que se levanta entre Puebla y el Estado de  México, zona a la que generalmente llegan nevadas intensas que entorpecen las investigaciones.
Empecé a organizar la expedición. No faltaron solicitudes de muchachos estudiantes, incluyendo mujeres, que excluí de inmediato de la excursión, dadas las condiciones difíciles de esta jornada, ellas se dedicarían en el campamento, a limpiar y clasificar los fósiles encontrados en las excavaciones.
 Salimos de madrugada un grupo de diez personas con el equipo de trabajo completo. A media tarde, localizamos el lugar con facilidad, valiéndonos de los planos respectivos, procedimos a armar las tiendas de campaña y el centro de operaciones. Quedamos a unos cuantos kilómetros del poblado más cercano.
  Las horas pasaron veloces y la noche se hizo presente, se sentía un frío intenso y el cielo estaba iluminado por la luna. Ninguno tenía sueño a pesar del cansancio del viaje. Fue Javier el que propuso:
─ Demos un paseo por la montaña, todavía es temprano para dormir. La propuesta fue acogida con gusto y eufóricos tomaron sus linternas de mano y emprendimos  el ascenso. Javier era el que iba adelante, caminó demasiado aprisa alejándose de nosotros, cuando se dio cuenta, estaba sólo en esa inmensidad solitaria. Todavía caminó más, creyendo que sus compañeros y yo lo seguiríamos, cuando volteó no sabía dónde se encontraba y paró su marcha, retrocedió unos pasos y empezó a gritar con todas sus fuerzas los nombres de sus compañeros, fue entonces cuando tomó conciencia de su situación. El frío se intensificó unido a un viento que azotaba cada vez más fuerte.
 Cuando  me di cuenta que me faltaba uno de los muchachos, sentí estremecerme, pues conozco los peligros a los que se expone uno y que los trabajadores inexpertos no saben afrontar. Mi responsabilidad era grande, por lo que me alarmé, inmediatamente nos dispusimos a su búsqueda,  empezaban a caer ligeros copos de nieve. Por su parte, Javier empezó a sentir que se entumía por eso brincó, saltó y caminó  en círculo hasta más no poder;  ya desesperado, gritaba palabras de auxilio. Lo único que escuchaba era su voz que devolvía la montaña en un eco y los aullidos de los lobos que se acercaban al oler carne humana. ¿Qué podía hacer mientras sus fuerzas respondían? Sintió muy cerca de sí, como si una persona se le acercara cada vez más, el vaho caliente de una respiración  lo seguía, corrió desesperado y se tendió a la orilla de una oquedad cubierta con ramas, ahí se protegió y descubrió con sorpresa una profundidad como caverna pero esa sensación de  una presencia junto a él no lo abandonaba y los lobos cada vez más cerca eran una amenaza segura contra su vida. Hubo uno que rondó muy cerca de la caverna, Javier supuso que al descubrir algo extraño en el ambiente y un olor especial debía alejarse olvidando su instinto cazador, 
  Amanecía y la nevada había pasado. Los rayos del sol brillaron y el    grupo y yo, después de mucho buscar, pudimos descubrir la oquedad donde se asomaba Javier desmayado, nos acercamos y descubrimos junto a él un esqueleto completo  que lo tenía cogido por un brazo Todos lo vimos y vimos también como se esfumó con rapidez. Algo inverosímil, de no haberlo presenciado ahí mismo. Visto  Javier empezó a despertar sin saber dónde se encontraba; cuando vio caras conocidas se sintió con vida, sólo recordaba los aullidos de  lobos muy de cerca y su imposibilidad de moverse por estar entumido.
Encontrar a Javier, significó una alegría enorme, descansó mi alma que se atormentaba con la idea de su desaparición. Lo acogí con un prolongado abrazo y lágrimas en los ojos,  que brotaban de una emoción intensa jamás sentida.
Pasado este desagradable incidente, volvimos al campamento dispuestos a trabajar.
28-07-2014





… Y VIAJÓ


Víctor Manuel Vásquez Gándara
Ely, sentado en incomodo sillón tipo colonial, descansaba en la sala de su casa, posterior a la degustación de una opípara comida, gozando sin reparar en ello, del agradable clima. Apagó el televisor hastiado de la interrupción constante de publicidad. Cogió la novela de Rafael Delgado, abriéndola en las páginas separadas por un pedazo de lápiz con restos de goma y lámina doblada, pareciera haberlo recogido de la basura. Leyó el capítulo XX, aún le restaban setenta páginas  y sin embargo iba pausado, sin prisa, se detenía en los detalles, subrayaba aforismos, datos históricos y nombre de personajes.
Empezó a cabecearse, abriendo grandes sus pequeños ojos, resistiéndose a dormir. Miró hacia el muro divisorio entre la amplia sala y la recámara de Leonardo, deteniendo la mirada en el oleo creado por su hijo. Su astigmatismo y miopía avanzada, acompañante de él desde décadas transcurridas, impidiéndole ver con detalle la obra distante a unos dos metros. A pesar de eso, se adentró en el paisaje y viajó a través de él.
La transparencia del lago era impresionantemente cristalina. El reflejo de las gigantescas araucarias creaba ilusión óptica obligando a buscar en donde empezaba la imagen real y la separación de su reflejo. El horizonte con sus tonalidades indicaban obviamente el invierno, deducido también por el verde esmeralda de la arboleda y la escarcha blanquecina pegada como algodones en el follaje. Un islote, como mechón sobresalía del agua. Ely distinguió una piedra, destacaba su dimensión desproporcionada, cubierta en un costado con musgo y lama captando su atención. La mirada siguió el paisaje, los árboles le atraían pero más le provocaba curiosidad, saber sí había algo no exhibido en la obra pictórica.  Le impuso el alce, se miraron ambos, Ely con admiración y cierto temor. El alce sereno, sin inmutarse, sumergiendo las cuatro patas en la helada agua. Curiosamente el animal ancestral inicialmente pasó desapercibido, ahora establecían contacto visual. La bruma a lo lejos, una neblina espesa lo atrajo. De pronto tras los árboles descubrió una cabaña. Se dirigió a ella pareciéndole increíble. Una construcción rústica solitaria dentro de la inmensidad del bosque, cercana al gran lago. Caminó, el corazón le latía apresurado. A sus sesenta y dos años cualquier  esfuerzo se reflejaba en su respiración. Aspiró profundamente el aire invernal. Pretendía tranquilizarse. La voz de un viejo se escuchó:
 ─Entra, pasa, te estaba esperando. Ely, sorprendido, pero curioso, entró
─Hola soy Ely, dijo.
 -Yo soy el viejo del lago. -Siéntate donde puedas. Hace tiempo te esperaba. Ya casi termino mi novela y esperaba opinaras sobre ella. Sé de tu pasión por escribir. Ely recorrió la habitación. Los aromas combinados de la madera, el humo de la chimenea atrapaba la atención de sus sentidos, los candiles iluminaban creando figuras en  los muros de tablones y en la mesa de trabajo. Las sombras imponían.
─Es una biografía novelada -expresó el viejo, mirando hacia un cerro desordenado de hojas de papel. -Me ha llevado diez meses y tres días y desde esa fecha te he esperado. Aquí narró la historia de un despojo:
-“Mi abuelo hace medio siglo recibió una herencia inesperada, calculada aproximadamente en moneda actual, en unos cincuenta millones de pesos. Él era ignorante,  y el primer aprovechado fue su abogado, agenciándose una de las propiedades en cobro de sus honorarios. Legó en vida a mi padre y mis tíos y tías un inmueble a cada uno de ellos….”
─Ely, Ely, vámonos -le despertó su esposa. Se me hace tarde para ir a la oración. Levanta ese montón de hojas que se te cayeron, no se vayan a mojar con la filtración de agua del techo...