Por: José Luis Rangel Gasperín
Buscar
palabras desconocidas en el diccionario antes de dormir, tener una enorme colección
de sombreros; en la primera acción, ha encontrado sus adjetivos preferidos, que
son palabras difíciles para su edad como sórdido, nefasto, pulcro, fulminante y
patético, palabra que dice constantemente. En la segunda acción –coleccionar
sombreros de todas las épocas, tamaños y colores-, ha conocido los tricornio,
que usaban los conquistadores; los safari, que visten los aventureros y
cazadores tratando de pasar desapercibidos en la sabana; los mariachi, que
demuestran lo mexicano y nacionalista que es uno, y las coronas, que usaban los
reyes cuando gobernaban y podían mandar a quien quisieran. Le gusta investigar
sobre samuráis, sobre los franceses y las guillotinas. Él sabe que los samuráis
eran defensores del honor arrebatado y los franceses, al cortarle la cabeza a
un rey, tenían la delicadeza que no cualquiera porta, de quitarle la corona
para que ésta no se abollara al caer tras el zarpazo de la guillotina. Por eso
se interesa en esos temas.
A
Tochtli le han dicho que es un niño aventajado, aunque su padre, Yolcaut, dice
que no es aventajado, sino un genio. Tochtli cree más bien ser alguien curioso,
porque la mayoría de la gente que conoce dice que él es eso.
Existe
una condición: solo puede conocer el mundo que le rodea a través de sus libros
y enciclopedias, porque se le tiene prohibido salir más allá del palacio, como llama a su hogar. Además,
el niño puede hacer una lista con todo lo que le plazca, y cumplir todos sus
caprichos a través de ella. Porque Yolcaut, su padre, es un poderoso
narcotraficante apodado “El rey”, y
debido a eso, Tochtli sólo puede solventar su curiosidad a través de los libros.
Él no conoce el peligro que hay en el exterior, fuera de la madriguera.
Juan
Pablo Villalobos, autor de Fiesta en la
madriguera, consigue que su primera novela sea bien recibida por los
lectores no solamente por la cautivadora historia que presenta, sino además por
superar satisfactoriamente el reto de hacer verosímil la voz narrativa de un niño,
ejercicio nada sencillo por cierto, ya que comprende un cierto nivel de
dificultad.
Tras
ir investigando, Tochtli descubrirá un animal que se irá volviendo la mayor de
sus ambiciones: un hipopótamo enano de Liberia.
Yolcaut,
quien no encuentra el tiempo adecuando para pasarlo con su hijo, además de
sentirse culpable porque el niño no goza de una madre, le encarga a Mazatzin,
un hombre culto que en sus años de juventud anhelaba volverse escritor, la
educación del niño.
Tochtli
sabe que puede obtener todo lo que quiere; sabe también que conseguirá un hipopótamo
enano de Liberia, sin embargo, sospecha que la gente que trabaja en el palacio no es del todo normal.
Curiosamente, muchos trabajadores son mudos. No hablan. El silencio permanece
como una regla natural. Además de que en la mansión abundan las habitaciones vacías, donde Tochtli
descubrirá posteriormente, gracias a su indomable curiosidad, que allí se
guardan todas las pistolas y armas de fuego que utilizan para aniquilar a los
enemigos indeseados.
Yolcaut
suele ver las noticias por la noche, y llega un momento, el más inesperado,
cuando escucha la nota y no le queda más que decir: “Ya nos cargó la chingada”.
Entonces, será el instante preciso para huir de México y buscar al hipopótamo
enano de Liberia. Así, por lo menos, se matan a dos pájaros de un tiro.
¿Qué
ocurrirá tras la expedición? ¿Conseguirá Tochtli su recompensa por no llorar la
muerte de su madre? ¿Será Yolcaut apresado en el intento de complacer a su
hijo? ¿Habrá en verdad una fiesta en la
madriguera o un traidor se oculta tras las ramas? Porque de algo le servirá
a Tochtli ver tantas películas sobre samuráis, ya que Yolcaut le dijo, al
anochecer, tras acabar la última escena y preguntarle si había entendido bien
la historia: “Tú un día vas a tener que hacer lo mismo por mí”.
Fiesta en la madriguera
se vuelve una excelente novela en la que un niño narra, con sus cortas
experiencias y aquella ingenuidad que tarde o temprano desaparecerá, la
barbarie y los ríos de sangre provocados por la ambición de su padre y el
negocio del narcotráfico.
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