miércoles, 9 de febrero de 2011

Editorial



S
i los medios de comunicación son mecanismos que permiten la diseminación masiva de información facilitando la construcción de consensos sociales (Ambrosi, Peugeot y Pimienta), entonces, involucrados –comunicadores y editores- de todo medio deben asumir la responsabilidad social inherente a esa actividad, ejerciéndola no únicamente de manera objetiva, sino también fundamentada en la investigación seria, incluso con rigor científico.
La oferta de información, ahora, se ha multiplicado aunándose a la prensa escrita, radio y televisión, la internet, rompiendo barreras de tiempo y espacio y alcanzando a llegar en breves instantes a casi todos los rincones de las naciones.
La mercadotecnia y la mercadotecnia política se han valido, para su propio beneficio, precisamente de los medios de comunicación para esa construcción de consensos sociales generando para si mismos, grandes capitales políticos y económicos.
Dentro de los contextos: educativo, cultural, científico e intelectual, las alternativas de difusión e información son múltiples, aunque reducidas en comparación con las políticas y comerciales, limitando las oportunidades a usuarios potenciales de estratos marginados.
Pero independientemente del ámbito y finalidades, la diseminación masiva de información obliga a la objetividad e implica, entre otros aspectos: un comunicador desinteresado, desapasionado, entendidos estos últimos conceptos, sin sesgo alguno; referente a la información, ésta debe poseer un valor intrínseco con base en su significado, importancia, vigencia y validez.
Si bien es cierta la dificultad para generar o difundir información objetiva, debido a que el comunicador como integrante de la sociedad interpreta toda problemática a su manera, acorde a su formación profesional y empírica, ofreciendo explicaciones y visiones subjetivas, centrándose en más de una ocasión en las circunstancia y no en su esencia del problema o tema a tratar, tal información deberá apartarse de toda subjetividad hasta donde sea posible.
El fundamento de la información no debe circunscribirse a la observación –método científico válido siempre y cuando haya rigor en la aplicación-, tampoco al rumor, menos aún a intereses personales o de grupos.
Se concluye que los medios, dado que al difundir información, facilitan la construcción de consensos sociales, ésta debe estar fundamentada en la razón, en primera instancia, y en la investigación formal para cumplir decorosamente su función.

El estudiante de la licenciatura en Historia hoy: Un franco cuestionamiento.


Universidad Veracruzana
Ex Unidad de Humanidades
33ª. Semana del Historiador “Revoluciones”. Foro ¿Qué demonios hago aquí?
Xalapa, Equez., Ver. Martes 16 de Noviembre 2010
Mtro. Raúl Romero Ramírez[1]

El estudiante de la licenciatura en Historia hoy: Un franco cuestionamiento.

Agradezco a los estudiantes que me invitaron a participar en este Foro y quizá nunca antes como ahora la pregunta es oportuna. Mi participación quedará delimitada entendiendo la pregunta “qué…hago aquí”, primordialmente, con referencia a los estudiantes de esta Facultad de Historia.

I La situación:
La Licenciatura en Historia y su declive como profesión liberal disciplinaria.

Estudiar una profesión liberal basada en la moderna forma científica de la disciplina y ocupar el tiempo en la formación académica para quedar facultado como licenciado en Historia, y con ello obtener una posible forma de ganarse la vida dentro del marco de la legislación socialmente establecida, ha dejado de ser hoy, una opción certera.

Si bien es cierto que hace unos treinta años estudiar una profesión y lograr un título universitario era el camino más viable para lograr cierto éxito en la vida, hoy parece haberse convertido en una especie de trámite administrativo para seguir aplicado al estudio en el posgrado o bien para “satisfacer” a algunos padres que “han mandado a sus hijos” a estudiar creyendo aún, que con ello lograrán mejor opción de vida.

Pero sin caer en un pesimismo malsano, habrá que explicarse parcialmente esta situación.

Desde los años cincuenta, nuestro país no logró el camino de la modernización, es decir, ni invirtió en la tecnificación del campo, ni se industrializó, por lo tanto, sus ciudadanos tuvieron en gran cantidad que ocuparse en trabajos del sector de servicios, pues en el campo tuvieron que emigrar, vender su tierra, sembrar ilícitamente o vivir empobrecidos de ella y los obreros, por su parte, tuvieron que emigrar o trabajar hacinados y empobrecidos a las afueras de las fábricas y corredores industriales que los explota y utiliza de acuerdo a la conveniencia propia del sistema capitalista de explotación. Y respecto a los intelectuales, la mayoría escaparon al extranjero y los pocos que permanecieron en el país trabajan con fondos extranjeros que los obligan muchas veces a realizar investigaciones de interés marginal al desarrollo nacional; o bien trabajan en centros de investigación y desarrollo en universidades, bajo temas de interés político o económico gubernamental de tipo coyuntural.

Desde los años setenta, el promedio de estudios no ha mejorado entre los habitantes del país comparativamente hablando. En los años setentas el 40% de la población sólo llegaba a estudiar el nivel de secundaria, aunque quienes alcanzaban el bachillerato o la licenciatura podían lograr trabajos asalariados con buena remuneración. Sin embargo este salario decayó con el tiempo y aumentó el número de habitantes del país que lograban ingresar a la secundaria. Actualmente lo logran el 60%, pero el requisito de la obtención de un trabajo asalariado con buena percepción rebasa por mucho las exigencias de entonces, solicitando al menos el posgrado. El hecho es que la licenciatura no significa hoy lo mismo que hace treinta años, y no asegura en lo absoluto obtener un trabajo decoroso.

Esta política que aparentemente favorece el ingreso a la educación, en realidad ha motivado una “devaluación de la educación”, pues se ha tomado a la educación como un elemento administrativo dentro de los rangos de la obtención de empleos, pues suelen depender, al menos “oficialmente” del grado de estudio: bachillerato para afanador; licenciado para chofer de taxi; posgraduado para profesor de nivel básico o medio; y todos con sueldos bajos.

Así pues, en los años setenta solo el 15% de la población en México ingresaba a la Universidad y actualmente lo hacen poco más de un 25%.

En los años setenta, estudiar en la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana estaba destinado para unos cuantos, algunos interesados en la Historia Universal y de México por un interés sumamente personal por la disciplina, por medio del cual obtendrían un trabajo como profesores de historia a nivel bachiller o universitario, o bien, perseguir el sueño del posgrado en prestigiosos colegios y asirse con suerte a un Centro de Investigaciones en o fuera del país. Esta clase de estudiantes escogía la Carrera de Historia convencidos de ello. Las cifras al respecto nos hablan de que se inscribían de 10 a 12 estudiantes y al menos 10 de ellos poseían el interés por la disciplina.

En los años ochenta, creció el número de matriculados en la disciplina, unos por el interés personal ya mencionado y otros por obtener una base como profesor en la Secretaría de Educación que heredarían de sus padres tras cursar la UPN. Podemos asegurar que el promedio de inscritos fue creciendo en esa década y ya eran 20 los estudiantes, algunos seguirían el camino del posgrado o trabajar en el servicio público, mientras al menos 10 de ellos obtendrían una plaza heredada.

En los años noventa, el número de matriculados volvió a incrementarse, pero ahora el número de estudiantes que por interés a la disciplina ingresó, fue mucho menor. De los 30 alumnos que en promedio ingresaron anualmente, sólo 5 eran los interesados, otros 10 tenían en mente heredar plazas en el sistema educativo o “comprarlas”; otros 10 usaban a la Facultad para trasladarse a otras dentro de la Universidad y 5 decían venir por motivos muy ajenos al estudio.

En la primera década del actual siglo XXI, de los 38 estudiantes que ingresan a la Facultad en promedio, 5 son de interés personal por la disciplina, 10 por obtener heredada o comprada una plaza en el sistema educativo y 25 por no haber quedado en la Normal, en otra Facultad de la Universidad (Medicina, Psicología, Pedagogía, etc.), o por considerar que la Facultad les servirá para poder inscribirse a otra pasado determinado tiempo renunciando a ésta y al menos 3 dicen no venir por más motivos que “estudiar algo”.

De ello podemos desprender que el interés por la disciplina histórica en el estudiante de la Facultad de Historia ha disminuido con respecto a los años setenta (que eran 10), y no ha crecido desde los años ochentas, pues siguen siendo 5 el promedio de los alumnos interesados por la disciplina. Eso sí, la matrícula creció más del 300%, siendo de estos cerca de un 35% los futuros licenciados en historia que en su mayoría serán profesores dentro del sistema de educación pública o privada y algunos de ellos seguirán el camino del posgrado, principalmente ligado a la educación. Sin embargo existe casi un 65% de los que no se tienen mayores datos.

Este breve análisis arroja un hecho: la Facultad de Historia presenta un declive cualitativo y cuantitativo en el  estudiantado, el primero en tanto su bajo interés personal en la disciplina, y el segundo en cuanto al número de futuros licenciados, que sintetizado esto, arroja una gran interrogante sobre el grado de capacitación profesional en la disciplina (su facultad y formación).

II El problema:
La pérdida del factor disciplinar a favor del pragmatismo acomodaticio.

Debido a la crisis de la Ciencia ocurrido a fines de los años ochenta y durante toda la década de los noventa, las Universidades del mundo se replantean su objeto (la disciplina y su método), su propósito (el sentido de la educación) y su propia naturaleza inteligible (como estudio universal).

Es un hecho que la Universidad, incluyendo la nuestra, ha renunciado a la instrucción ilustrada a favor de una formación pragmática; esto es, al modificar sus currículums, planes de estudio y programas docentes ha escogido un camino que tiene su fundamento en la política neoliberal actual. De acuerdo a los lineamientos neoliberales, la educación se percibe individualizada, ya no colectiva; personalista y constructivista, ya no liberal o antiautoritaria; especializada y práctica, ya no ilustrada ni teorética. Esto conlleva a una serie de reformulamientos metodológicos y una inserción sobre nuevos temas y problemas propios del conocimiento, aunado por supuesto, a la reformulación del tipo de estudiante, su objeto, propósito y naturaleza.

El estudiante egresado ya no ejercerá una profesión liberal clásica basada en la moderna forma científica de la disciplina, ni ocupará el tiempo en su formación académica; ahora su formación será de tipo intelectual y se referirá a dos aspectos: enfatizar la necesidad de que mantenga siempre una actitud favorable hacia el aprendizaje, (lo que se conoce como aprender a aprender durante toda la vida) y a que incremente su pensamiento lógico, crítico y creativo, necesario para que construya conocimientos que aplique en la solución de problemas.

En la Universidad Veracruzana, a través del Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF), se pretende que los estudiantes universitarios, mediante el uso de competencias se formen integral y armónicamente gracias a la incorporación de una currícula flexible[2], además de que se desarrollen en cuatro recursos cognitivos: intelectual, profesional, social y humano. Estos elementos formativos han sido propuestos por Jacques Perrenoud (UNESCO-OCDE) y ha definido la competencia como la capacidad de actuar de manera eficaz ante cierta situación haciendo uso y asociando varios recursos cognitivos complementarios como el intelecto, lo profesional, lo social y lo humano.

Esta nueva fórmula educativa esta basada teóricamente en el cognoscitivismo, pero para llevarla a la práctica, se fundamenta en la ingeniería administrativa[3], recurso empresarial para la productividad y el logro de la calidad total para conseguir la tan anhelada certificación; esto es, la constancia necesaria para que la empresa sea aceptada por su tipo de organización y resultados productivos. Los productos de esta empresa, son los estudiantes en el caso universitario y estas personas deberán demostrar que poseen los conocimientos, las habilidades, las destrezas y las actitudes exigidas para el ejercicio de una actividad determinada. Así pues, lo académico pasa a ser segundo plano frente a lo administrativo; ahora se pretende que los profesores y las autoridades ya no formen o dirijan, sino solamente administren los recursos correspondientes.

Bajo estas ideas administrativas antes que académicas, se pretende que el tipo de estudiante universitario actual, sea claramente adaptativo y no propositivo; se comporte de forma práctica y no científica, eficientice su intelectualidad y no academicidad, y en particular, sea hábil y no disciplinario.

Es así como el modelo de educación neoliberal pretende disminuir la importancia, trascendencia e intencionalidad de cualquier disciplina, no solo de la Historia.

Finalmente, el alumno egresará de la Universidad para ejercer una formación profesional encaminada hacia la generación y aplicación de conocimientos, habilidades y actitudes, integrados en el “saber hacer”, de manera que se acomode y adapte mejor a su espacio-tiempo (al libre mercado), esperando que esta formación posibilite su inserción en el campo profesional y a decir de nuestras autoridades, “con grandes posibilidades de desempeñarte con éxito”[4].

III ¿Qué hacer?
Intervención del estudiante en la vida organizativa de su propia formación.

Es obvio para mí que lo que hay que hacer en una Universidad para entender “qué hago aquí” esta en relación al reestablecimiento de la importancia, significado y atención de la disciplina, punto central por estudiar. Al mismo tiempo, involucrar a todos los agentes de la educación en la búsqueda del significado de la disciplina y así determinar el grado de influencia en la estadía, instrucción, animación y formación del estudiantado.

En particular, el agente aquí de interés resulta ser el estudiante, que deberá involucrarse con todos y cada uno de los procesos de su educación.

Entiendo por el término estudiante, aquél que esta personalmente interesado por adquirir saberes y conocimientos que le sean de su interés y los procure utilizar creando una propia técnica ajustada a su propia personalidad. El estudio es una habilidad metódica que no debe perderse en todo ser humano, particularmente quien desea cursar estudios profesionales, pues involucra observar, describir, comparar, analizar, clasificar, registrar y sintetizar al menos, en cada ocasión pertinente.

Un estudiante siempre denota curiosidad e interés por saber y conocer. Duda y se sorprende. Se opone y propone. Nace en él el interés de saber y experimentar. Pero sobre todo, un estudiante es siempre una persona de pensamiento joven.

El estudiante universitario debe comprender que se halla en un lugar ex profeso para poder adquirir saberes y conocimientos programados para su formación, debe entender que cada curso (experiencia educativa) deberá servir para fomentar su curiosidad y establecer un interés por los temas que cada curso posee. Por ello debe exigir y exigirse, obtener más y mejores medios de adquisición de saberes y experiencias. Quien exige, se exige también. Eso es tomar conciencia de una equivalencia concientizante entre sus compañeros y frente a sus profesores y autoridades administrativas o académicas.

La conciencia denota interés personal por lo que se piensa o deja de pensarse, por lo que se hace o deja de hacerse. La conciencia nace de sí mismo, pero también de los otros quienes te dan su opinión o criterio sobre lo que es de interés disciplinar o personal. Por eso, el profesor debe intentar concientizar al estudiante universitario, es decir, rescatar en él su espíritu lógico-organizativo, su pensamiento crítico-propositivo y su actividad creativa-innovadora.

Por lo que respecta a las autoridades administrativas y académicas, éstas deben escuchar y apoyar dicho espíritu, pensamiento y actividad en el estudiante, de lo contrario caerán inevitablemente en un autoritarismo que conlleva a la mediocridad, a la insensatez y a la difusión malsana de la amenaza y el temor.

Finalmente, el estudiante que se crea así mismo estudiante universitario, no se detendrá en la búsqueda del por qué de su educación, del por qué de la organización de su Facultad, de por qué de las experiencias educativas, del por qué de sus profesores y autoridades. El alumno universitario consciente desea de verdad ser profesional de su disciplina y busca contestar preguntas acerca de lo establecido a fin de entenderlo, mejorarlo y cambiarlo en beneficio de nuevos intereses personales y disciplinarios.

La pregunta ¿Qué demonios hago aquí?, es un llamado de atención de quienes desean saber en verdad qué es ser estudiante, qué es ser universitario, qué objeto y propósito tiene mi universidad, qué objeto y propósito tiene mi Facultad, qué objeto y propósito tiene esta disciplina.

La pregunta siempre es pertinente, sea en cada generación y durante cada una de las etapas de la vida. Pero tengo ahora una pregunta: ¿Qué demonios debo hacer? La respuesta esta en el grado de interés y de conciencia que como estudiante, profesor o funcionario, aquí cada uno de nosotros tiene.

Gracias.


[1] Es Licenciado en Historia por la Universidad Veracruzana (U.V.), Maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, Diplomado en Educación Universitaria por el CCUV, candidato a doctor por el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, España. Ha sido catedrático en la Facultad de Estudios Latinoamericanos de la UNAM; en las Facultades de Economía, Pedagogía e Historia de la U.V; en la licenciatura en Educación de la U.P.N. y en las carreras de Ciencias de la Comunicación, Derecho y Pedagogía del CCUV. Ha sido auxiliar de Investigador en el Centro de Investigaciones Histórico Sociales de la U.V; en el Centro de Estudios Agrarios A.C.; y coinvestigador en el CIESAS-Golfo. Es miembro de la Academia Mexicana de la Educación AC. Actualmente es académico de tiempo completo en la Facultad de Historia de la U.V.
[2] Dirección General de Desarrollo académico. Guía del estudiante 2008. U.V. Junio 2008.
[3] La Ingeniería administrativa es la tecnología social que utiliza todos los recursos de las ciencias económico-administrativas, de otras ciencias auxiliares de éstas y de los recursos de las tecnologías empresariales para el diseño, formulación, desarrollo, implementación, operación y evaluación de mecanismos, programas y estrategias encaminadas a perfeccionar los procesos internos de las instituciones públicas, privadas y sociales.
[4] Dirección General de Desarrollo académico. Guía del estudiante 2008. U.V. Junio 2008. pp. 17-18.

La leyenda del incendio de las naves.*

Marcelo Ramírez Ramírez

          La primera decisión de Cortés después de llegar a La Antigua, fue deshacerse de los navíos en que había venido de Cuba; con este acto iba a deslindarse de Diego Velásquez, de quién sólo había recibido autorización para explorar y observar la tierra firme, con el propósito de llevarle dicha información al gobernador de Cuba. En el reducido grupo de Cortés, unos cuatrocientos soldados, se contaban ciertos individuos incondicionales de Diego Velásquez, los cuales se mostraban deseosos de retornar a la isla caribeña donde estaban sus intereses. Para ellos la aventura de internarse en número tan escaso en tierras densamente pobladas por habitantes hostiles, representaba un peligro que no estaban dispuestos a enfrentar. Cortés advertía la inconformidad y el problema que representaba para el resto del pequeño ejército el ejemplo negativo de una eventual insubordinación y el contagio de la falta de ímpetu y coraje para realizar lo que ya tenía  tramado, es decir, arrebatar el poder al gran Moctezuma señor de los meshicas. Así pues, Cortés ideó la manera de cortar la raíz del problema, eliminando las embarcaciones en que los disidentes, podrían escapar. Lo hizo a su estilo, procurando que otros le solicitaran aquello que deseaba hacer, actuando de tal manera, -explica Bernal Díaz del Castillo-, que parecía obedecer con reticencias y contra su voluntad. La leyenda vistió a su modo la destrucción de los navíos, dándole colorido y distorsionando la verdad; en prosa y en verso se ha hablado del “incendio de las naves” y esta es la versión que más fortuna ha tenido. “Quemar las naves como Cortés”, es un modo de referirse a impedirnos volver atrás, a no tener más remedio que seguir adelante, como él hizo. A la leyenda contribuyeron –nos enteramos en Las Andanzas-, entre otros, Juan Suárez de Peralta, pariente de Doña Catalina Suárez Marcaida, la primera mujer de Cortés en “su colorida y sabrosa crónica”, cuyo largo título abrevió Don Justo Zaragoza, dejándolo sencillamente en Noticias de Nueva España. Se dice ahí: “… acordó (Cortés) que se quemasen los navíos, y ya quemados, de fuerza habían de entrar (los soldados) la tierra adentro y pelear hasta morir o aprovechar la jornada”.1  Según el cronista, Cortés se valió de unos amigos suyos, extremeños como él, pues carecía de autoridad para ordenarlo abiertamente; así se hizo y cuando ardían los barcos no se pudieron salvar, porque no hubo tiempo para ello, pues “soplaba un airezito que los ayudó a quemar muy presto”.2  El embuste ganó adeptos y desde entonces, ha habido “incendiarios” y “barrenadores” según la división de Don Marcos Jiménez de la Espada. La verdad es menos poética, prosaica la llama nuestro autor, aunque no por ello revele menos la astucia del Conquistador. Hasta el día de hoy, la narración más confiable es la del capitán Bernal Díaz del Castillo; el soldado cronista se propuso rectificar la versión parcial de Francisco López de Gómara, quién, en su papel de Capellán, Secretario y Cronista, había dado todo el crédito a Cortés, olvidando el importante papel desempeñado por sus compañeros. A este afán de apegarse a la verdad histórica debemos uno de los más bellos relatos de hechos de armas y la conservación de datos relevantes de personajes que están en los orígenes del
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1.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  p.  68.
2.- Idem.  p.  69.
mestizaje étnico y cultural de México. Dejemos aquí la palabra a Díaz del Castillo, quien en el capítulo LVII de la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, relata el episodio del hundimiento de las naves ubicándole en su contexto. 

          “Cap. LVII.- Parece ser que unos amigos y criados del Diego Velázquez estaban mal con Cortés, los unos porque no les dio licencia para se volver a Cuba, como se los había prometido y otros porque no les dió del oro que enviamos a Castilla. Acordaron todos de tomar un navío  de  poco  porte  e  irse con él a Cuba a dar mandado al dicho
Velázquez… e ya que se iban a embarcar y era más de media noche, el uno de ellos parece ser se arrepintió y lo fue a hacer saber a Cortés. E como lo supo e de qué manera e cuantos e por qué causas se querían ir y quienes fueron en los consejos y tramas para ello, les mandó luego sacar las velas, aguja y timón del navío, y los mandó a echar presos y les tomó sus confesiones, y confesaron la verdad y condenaron a otros que estaban con nosotros, que se disimuló por el tiempo, que no permitía otra cosa; y por sentencia que dio mandó ahorcar a Pedro Escudero y a Juan Cermeño, y a cortar los pies al piloto Gonzalo de Umbría, y a azotar a los marineros Peñates, a cada uno doscientos azotes, y al padre Juan Díaz, si no fuera de misa, también lo castigara, más metióle algún temor. Acuérdome que cuando Cortés firmó aquella sentencia dijo con grandes suspiros y sentimientos: ¡Oh, quien no supiera escribir para no firmar muertes de hombres!”.3

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3.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  pp.  55,56.
          Los hechos y circunstancias expuestos con la sencilla franqueza del soldado cronista, revelan varias cosas interesantes. Primero, la presencia en la reducida tropa de elementos hostiles a Cortés y a sus planes, así como su decisión de causarle problemas; luego, la clara percepción política de Cortés del momento en que se encontraba o sea, “pendiendo de un hilo” como suele decirse y, por último, la rapidez  con que reacciona evitando la fuga de los inconformes y sentando un precedente que no será olvidado. Cortés ya tenía cierta legitimidad otorgada por las autoridades del ayuntamiento de la Vera
Cruz y la hace valer en el castigo ejemplar impuesto a los insubordinados. En esa rapidez de la respuesta y la aplicación de sanciones muy a su estilo, reconocemos ya al hombre que después de tener preso a Moctezuma, sale de Tenochtitlan derrotado por los enardecidos meshicas, sólo para volver más tarde, con el artilugio de sus navíos fabricados con pasmosa rapidez, para arrasar los teocallis donde se adoraban los dioses antiguos, destruir la enconada resistencia indígena y capturar a Cuauhtémoc. Sobre las ruinas de la capital azteca, en las mismas tierras cubiertas de agua y cruzadas por canales con sus compuertas, que fueron una maravilla de ingeniería hidráulica, nacerá la capital de la Nueva España.

          En el Capítulo LVlll de la obra de Bernal Díaz del Castillo vemos cómo tuvo lugar el famoso hundimiento de los navíos, que en realidad es el desenlace de sucesos anteriores según ha quedado establecido. Cito:

          “Capítulo LVlll.- Estando en Cempoal, como dicho tengo, platicando con Cortés en las cosas de la guerra y camino que teníamos por delante, de plática en plática le aconsejamos los que éramos sus amigos y otros ovo contrarios, que no dejase navío ninguno en el puerto, sino que luego diese al través con todos, y no quedasen embarazos; porque entretanto que estábamos la tierra adentro no se alzasen otras personas como los pasados; y además desto que teníamos mucha ayuda de los maestres, y pilotos y marineros, que serían al pie de cien personas, y que mejor nos ayudarían a velar y guerrear que no estar en el puerto, y según entendí, esta plática de dar con los navíos al través, que allí propusimos, el mismo Cortés lo tenía ya concertado, sino quiso que saliese de nosotros, porque si algo le demandasen que pagase los navíos, podría decir que era por nuestros consejos, y todos fuésemos en los pagar”.4

          “Y luego mandó –sigue diciendo Bernal Díaz- a un Juan de Escalante, que era alguacil mayor, y persona de mucho valor, e gran amigo de Cortés, y enemigo de Diego Velázquez, porque en la isla de Cuba no le dió buenos indios, que luego fuese a la villa y que todos los navíos se sacasen todas las anclas, clavos, velas y lo que dentro tenían de que se pudiese aprovechar, y que diese con todos ellos al través, que no quedasen más de los bateles; e que los pilotos e maestres viejos y marineros que no sean para ir a la guerra, que se quedasen en la villa, y con dos chinchorros, que tuviesen cargo de pescar, que en aquel puerto siempre había pescado, y aunque no mucho; y el Juan Escalante lo hizo según y de la manera que le fué

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4.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  pp.  56,57.
mandado, y luego se vino a Cempoal con una capitanía de hombres de la mar, que fueron de los que sacó de los navíos y salieron algunos de ellos muy buenos soldados. . . Ya he dicho que Juan de Escalante era persona muy bastante para cualquier cargo y amigo de Cortés, y con aquella confianza le puso en la villa y puerto por capitán, para que si algo enviase Diego Velázquez, que hubiese resistencia. Aquí es donde dice el cronista Gómara que mandó barrenar los navíos, y también dice el mismo Cortés no osaba publicar a los soldados que quería ir a  México en busca del gran  Moctezuma.  Pues,  ¿de qué condición somos los españoles para no ir adelante, y estamos en parte que no tengamos provechos e guerras?”.5

De nuevo, la narración de Bernal Díaz del Castillo arroja luz sobre las circunstancias que vivía Cortés y el control que de ellas toma sin descuidar detalles. Barrenar navíos no será acto unilateral de su voluntad, sino resultado de una deliberación o un consenso como ahora se acostumbra decir, con la ventaja de compartir los riesgos de la decisión adoptada con sus compañeros que parecen interpretar bien sus íntimos propósitos. Encomendar la villa al cuidado de Juan Escalante, amigo de toda su confianza, nos muestra al capitán previsor que se cubre la espalda mientras avanza “tierra adentro” a buscar los tesoros y maravillas que traían encandilados a los españoles de esa época; aquí en América creían estar cerca de El Dorado, la fuente de la juventud o la tierra de las amazonas. Esos hombres  recios,  violentos,  tienen  sin  embargo  algo  de  niños,  la

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5.- DEL VALLE-Arizpe, Artemio.  Andanzas de Hernán Cortés.  México; Editorial Diana, 1979.  pp.  57,58.
imaginación que no distingue entre la verdad y el mito. Avanzan sin medir el tamaño de los obstáculos ni los peligros, impulsados por la fuerza de una voluntad que hoy se nos antoja sobrehumana. Ese era el talante de los conquistadores, resumido en el comentario recriminatorio de Bernal Díaz: “Pues, ¿de qué condición somos los españoles para no ir adelante, y estamos en parte que no tengamos provechos e guerras?”

*La personalidad polifacética de Hernán Cortés, segunda parte.




El Panfletismo en México. Breve análisis y síntesis del ensayo. EL ARQUETIPO DEL PANFLETISTA POLÍTICO. de Rafael Rojas

por Dante Octavio Hernández Guzmán

Después de la proclamación de la Independencia, en el lapso que va de la proclamación del imperio a la de la república federal surgió el panfleto político.  El panfletista era un individuo que no existió en la sociedad colonial y que al poco tiempo de surgir,  desapareció de la vida independiente.  Eran escritores vulgares con poca instrucción, que la mayoría, a través de una formación autodidacta, adquirieron  una retorcida y caprichosa cultura, contraria a las de las corrientes educativas de las instituciones académicas. Sus enunciados políticos básicos eran: la defensa de la libertad de expresión, el anticlericalismo absoluto –se decían enemigos a ultranza de la iglesia católica-, el antifanatismo relativo, el nacionalismo y el jacobinismo dirigido a favor de las clases bajas y desposeídas en contra de los aristócratas y privilegiados económicamente. 

Pero los separaban las pasiones políticas personalizadas y la condición marginal que los privaba de toda solidaridad posible.  Es decir, estos escritores vulgares estaban casi siempre ligados a la clientela política de algún caudillo, al cual adulaban en sus panfletos.  Y como estas clientelas caían rutinariamente en rivalidades, debido a los frágiles vínculos carismáticos y “prebendalistas” que las sostenían, los panfletistas se veían envueltos en absurdos debates de apologías: a una alabanza de algún caudillo respondía otra del caudillo rival”. (Rojas)

El panfleto es un galicismo (pamphlétsite)  también llamado planfet (del francés e inglés pamphet) que significa, libelo, folleto, muy común en América, por lo que a su creador se le denomina panfletista o libelista. El panfletista es un ente marginal, nunca es reconocido como un posible hombre de Estado, es siempre asumido como una persona gris y sin importancia para las instituciones públicas.  Es un político que sólo participa del nivel informal de lo público, es decir, de la opinión.  Ése es su territorio y en torno a él se definen sus márgenes. Por eso el caudillo no paga las apologías del panfletista con puestos públicos, sino con un proteccionismo que por lo general se verifica en los fallos absolutorios de juicios de imprenta, a cambio de la adulación y apología del caudillo.

Según Rafael Rojas, se les nombra panfletistas a los escritores de fábulas, diálogos, ditirambos de héroes y caudillos, libelos infamantes, crónicas costumbristas y alarmantes vaticinios.  Conocen  a la perfección la jerga del valedor y del lépero, del hombre del pueblo, de los antros y las pulquerías, de los lupanares y los arrabales y la aplican para expresar ideas extravagantes y a veces grotescas, para difamar, adular, describir algún acto de la vida cotidiana o desacreditar a algún político o funcionario que no es de su gusto. Normalmente gustaban de leer los clásicos grecolatinos y las ideas de la ilustración, como el Contrato social de Juan Jacobo Rousseau, aunque muchas veces en sus textos no se refleje una lectura profunda y analizada de los clásicos. Pero la referencia predominante de los panfletos es el género satírico: toman formas lingüisticas y pensamientos marginales de Horacio, Juvenal, Petronio, Cervantes, Quevedo y hasta de  las novelas contemporáneas (en su época). “Dirigen la sátira  lo mismo a las costumbres de las clases “decentes”,  que a las del pueblo; la usan para ridiculizar a curas y políticos” (Rojas). Los políticos notables, con una cultura extensa y amplia, como José María Luis Mora, Miguel Ramos Arizpe, José Maria Bocanegra, Francisco Molinos del Campo, Lucas Alamán y otros, ignoran a los escritores vulgares de los panfletos y no consideran efectivas sus actividades para atraer al pueblo a su corriente política, en cambio, en el caso de los caudillos, como Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Antonio López de Santa Anna, Nicolás Bravo y algún político radical, como Lorenzo de Zavala (historiador) o José María Tornel (abogado orizabeño y asesor de López de Santa Anna), sí los usan para atraer a los léperos y gente baja para ejercer una forma de política de presión al poder, son gente –los panfletistas- que se asimilan a la personalidad de un caudillo para poder actuar con libertad al tiempo que dan loas al líder en turno.  A pesar de todos los esfuerzos y los deseos de sus mecenas, las clases bajas no se dejan asimilar plenamente por los panfletistas porque éstos son para ellos muy sofisticados cultural y políticamente y además no se identifican con su manera de ser y pensar, sumado a que no todos podían leer y menos asimilar ideas rebuscadas apoyadas en los clásicos grecolatinos y de la ilustración. 

“Así el panfletista está colocado al margen de todos los mundos y es rechazado por todos los grupos. Su localización cultural y política corresponde a esas “clases peligrosas”. Cuya emergencia, como señala Torcuato S. Di Tella, se da en el momento de la articulación de las nuevas elites nacionales. Pero aun dentro de ese amplio sector de las “clases peligrosas” que se resiste a la recomposición oligárquica de la Independencia, el panfletista se constituye como un sujeto marginal.  Los caudillos lo rechazan  por su  informalidad e indisciplina y por la volubilidad de sus lealtades políticas; los letrados por su amorfa cultura; los notables por su indecencia y su entendimiento con el vulgo; los curas por su laicismo; y el pueblo por sus frases heréticas, su instrucción media y la inutilidad de su oficio.  Esta difícil postura intermedia lo hace víctima de una marginación múltiple pero le reserva una condición única e insustituible que asegura su funcionalidad. Los nuevos mecanismos de opinión pública y de sociabilidad política que se forman a partir de 1822 requieren de este personaje funcional” (Rojas).

Dentro de la sociedad seguían circulando los periódicos que en forma seria y responsable daban sus puntos de vistas de uno u otro bando, la información sobre temas políticos, científicos y culturales, y fundamentalmente la crónica de los debates parlamentarios del Congreso Federal, no podían transmitir el estado de la opinión popular sobre esos temas, cosa que con los panfletos se podía hacer dado que  no existían impedimentos, ya que muchos panfletistas escribían bajo seudónimo o en anonimato, por lo que se permitían demasiadas libertades por cuanto a lo escrito.

“De ahí que el panfleto apareciera como un medio de traducción al lenguaje popular de los proyectos políticos que se confrontaban al nivel de las elites liberales y conservadoras, yorkinas y escocesas, republicanas y monarquistas, iturbidistas y borbonistas, federales y unitarias” (Rojas).

Anteriormente mencionamos que los libelos se convirtieron en una forma de comunicación cotidiana a raíz de la Independencia hasta la caída del primer imperio (1821-1824). Fue un arma de doble filo, que usaron durante el imperio de Iturbide tanto las corporaciones militares y eclesiásticas “contra los excesos de la insurgencia y el miedo de las elites criollas y españolas a una jacobinización racista o nacionalista” (Rojas), como los independentistas en contra del imperio.

              Pero existieron algunos escritores que con cordura lograron asentar una línea política del panfletismo como el caso de Maron Sageli Jerez, posible pseudónimo de un liberal novohispano, que entre líneas escribía: “no confundir el liberalismo con la irreligión, la libertad de la imprenta con el abuso y la filosofía con el error”,  y al final concluía:

Prescindamos de saber  cuál fue o de qué género la libertad alemana y francesa, y hablemos solamente de la nuestra.  Entre imprenta libre y coartada no se da medio; porque aunque digan que el uso moderado de ella es legítimo, es tan imposible conseguirlo que se puede suponer inexistente ¿Y de qué arbitrios nos valdremos para hacer útil dicha libertad? El reglamento de imprenta tiene lo necesario para proceder contra los infractores en materia civil y los obispos en la religiosa (Rojas).

Sin embargo, a partir del inicio del régimen republicano y federal se produjo una leve democratización del sistema político que repercutió en el aumento de la elaboración de panfletos jacobinos.  De 1824 a 1829, es decir, durante las presidencias de los caudillos Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, los panfletos que se editaban dentro de la ciudad de México se convirtieron en una especie de polarización de la opinión pública radical.  En la medida en que la extrapolación política entre los grupos nacionales se acentuaba, el escrito de los panfletos se volvía más recurrente y más extremista.  Esta identidad del panfleto jacobino se mantuvo hasta después de la revuelta de la Acordada y el saqueo del Parián, cuando los políticos notables decidieron limitar el protagonismo de la baja democracia en el espacio público.

A raíz del motín de la Acordada, el gobierno de Vicente Guerrero había respondido a los reclamos radicales de los panfletistas con la segunda ley de expulsión de los españoles, el decreto de abolición de la esclavitud y la protección del periodismo popular.

 “Los notables, tanto los liberales como los conservadores, vislumbraron los peligros de la jacobinización política y proyectaron un sistema jerárquico más fijo, en que  una oligarquía económica y social pudiera detentar el poder político” (Rojas).

El resultado de la integración de los grupos políticos fue la caída de Guerrero en diciembre de 1829 y la instalación, en enero de 1830, del binomio gubernamental Anastasio Bustamante-Lucas Alamán,  quienes reprimieron con eficacia el panfletismo popular en la ciudad de México. Se calcula  que entre 1821 y 1829 se produjeron más de mil panfletos políticos. Según Rafael Rojas, los panfletistas más  importantes y conocidos  fueron:

“José Joaquín Fernández de Lizardi (el Pensador Mexicano), Francisco Ibar, Rafael Dávila (la Rata Güera), Luis Espino (Spes in Livo), José Telésforo Urbina, Francisco Santoyo y Pablo de Villavicencio (el Payo del Rosario).  Estos usaban pseudónimos permanentes o firmaban con el nombre propio, pero hubo muchos que se  identificaban en cada panfleto con un heterónimo.  Por lo general, la firma hacía alusión al tema que se trataba en el panfleto, como El Amigo de la Leyes, El Amigo del Bien, El Amigo de la Humanidad, El Amigo de los Médicos, El Amante de la Religión y enemigo implacable de la tiranía, El amante de la Unión,  El Amante de su Patria, El Enemigo de los Serviles,  El Enemigo de los Curas, El Defensor  de las letras… También  muchos panfletos quedaban anónimos, quizá porque sus autores eran desconocidos y el nombre propio no atraía a los compradores, o bien, como una forma de eludir las represalias de las autoridades o de los injuriados en el panfleto.  Es el caso, por ejemplo, del panfleto anónimo Las plumas de vapor, escrito en 1821 contra los libelistas que aplican el vapor a las plumas para poder discurrir con celeridad y estupidez sobre cuanta cosa humana y divina hay en la viña del señor.


A partir de aquí el sistema político mexicano se resolverá en la polarización entre un liberalismo y un conservadurismo republicano, basado en la perpetuación de los fueros. Esta ofensiva y el cambio en las formas de sociabilidad política, que se dio en los años treinta, provocaron la decadencia del panfleto en la opinión pública mexicana.
           
Ya para terminar,  transcribimos una parte del discurso de Rafael Rojas enfocado a dos de los panfletistas de más renombre que tienen por su preparación y extracción social una diferencia marcada con los demás, ellos son: José Joaquín Fernández de Lizardi  y Francisco Ibar. 

“Lizardi era hijo de un médico de la ciudad de México, había recibido instrucción primaria y llegó a ingresar en el Colegio de San Ildefonso en 1793, del que salió en 1798 sin haberse graduado.  Entre 1812 y 1827, año de su muerte por tuberculosis, publicó siete periódicos, de los cuales, los cuatro más importantes fueron El Pensador Mexicano (1812-1814), Alacena de las Frioleras (1815-1816), El Conductor Eléctrico (1820-1821) y el Correo Semanario de México (1826-1827).  Escribió, además de panfletos, fábulas, poemas, oscuros al Congreso y varias novelas famosas, entre ellas: El Periquillo Sarniento, La Quijotita y su prima y Vida y hechos de Don Catrín de la Fachenda. Ocupó varios cargos oficiales, pues fue jefe de Prensa del Ejército Trigarante en 1821 y editor de la Gaceta de gobierno en 1825.  Recibió honores del presidente Guadalupe Victoria y se le concedió el grado de capitán retirado con su respectiva pensión.  Lizardi era suerte de líder de los panfletistas, pero sus papeles estaban escritos de manera erudita y cuidadosa; ningún periódico le cerraba las puertas y los intelectuales y políticos notables lo respetaban.

Con Francisco Ibar sucede algo parecido, sólo que su prestigio no se había formado en los círculos liberales, sino en los monarquistas y conservadores. Ibar intervino en los túmulos de la reinas María Isabel Francisca de Braganza y María Luisa de Borbón, erigidos en 1820 en la ciudad de México. Compuso sonetos y epitafios que se grabaron en las columnas tumularias y comentó en la prensa los incidentes de los funerales.   A diferencia del resto de los panfletistas, combatió a Iturbide por considerarlo un usurpador del trono borbónico mexicano.  Fue asiduo colaborador del periódico El Sol, que fundó  el médico catalán  Manuel Codorniz para difundir el programa político monárquico de las logias escocesas.  Se opuso a los panfletos liberales que injuriaban al clero y propugnaban la expulsión de los españoles.  Condenó enérgicamente el motín de la acordada, desconoció el gobierno de Guerrero y a la caída de éste se convirtió en el principal propagandista del “gabinete de los hombres de bien”. En 1829, luego de la asunción del poder por Guerrero, escribió una serie de panfletos titulada Muerte política de la república mexicana y para celebrar el gobierno de Bustamante y Alamán otra llamada Regeneración política de la república Mexicana.

Si exceptuamos a Fernández de Lizardi y a Francisco Ibar, el resto de los panfletistas se ajustan al arquetipo que aquí se describe, Liberales radicales, que a veces rozan el anarquismo, sin acceso a los periódicos; escritores rústicos y obscenos, poco instruidos y con una cultura adquirida a retazos; aduladores y detractores de caudillos; demonios para los sacerdotes, los notables y el pueblo.  La escritura de estos autores encarna la maldición de las “clases peligrosas” en un momento en el que el reajuste del pacto oligárquico, suscitado por la Independencia, desató lo que Torcuato Di Tella ha llamado una “movilización nacional-populista”.  El lugar de enunciación de los panfletistas se ubica, por tanto, en una zona marginal del nuevo espacio público.”.

Rojas, Rafael.- “La escritura de la Independencia”.- El surgimiento de la opinión pública en México.- Edit. Taurus y CIDE.- México, 2003.- EL ARQUETIPO DEL PANFLETISTA POLÍTICO.- pp. 168-195.




Recorriendo escuelas

Gilberto Nieto Aguilar
El viernes 26 de noviembre de 2010 visité la Escuela Secundaria General “Manuel C. Tello” de Teocelo. Allí estuvo el todavía alcalde, Ing. Oscar Hernández de la Cruz con la finalidad de inaugurar la segunda Aula Didáctica construida por el Ayuntamiento y los padres de familia, en un acto solemne en donde se le brindó y se le entregó un merecido reconocimiento.
En la ceremonia se habló de los logros de la escuela en diversos renglones. En el terreno individual mencionaron al profesor Oscar Yahir Hernández Landa, primer lugar en los ENAMS en Formación Cívica y Ética y a la alumna Elisa Galán Portilla por el 4° lugar a nivel estatal en el examen de CENEVAL y el primer lugar estatal en la prueba ENLACE. En el trabajo de conjunto, el premio y la gratificación como estímulo a la calidad docente y a los resultados sostenidos de los alumnos en la prueba Enlace de 2006 a 2009, son evidencias del esfuerzo colectivo y del mejoramiento continuo en el aprovechamiento escolar.
Otro logro importante, con el apoyo de la Facultad de Estadística e Informática de la UV, la UNAM, la SEV y otras instancias, fue el diseño del software “Transparent Access to Learning Object Repository” (TALOR) como un proyecto desarrollado por el área de matemáticas, en primer grado, para la mejora significativa en la comprensión e interés de los contenidos con ayuda de las TIC.
En la convocatoria de la Academia Mexicana de Ciencias, la alumna Paulina Fuentes Domínguez llegó a la etapa nacional. En cada concurso han participado tanto alumnos destacados como aquellos inquietos, descubriendo nuevos alumnos con habilidades matemáticas y desarrollando un trabajo colaborativo maestros–alumnos–padres de familia, logrando la participación de 81 estudiantes de los diferentes grados en la primera etapa que será el 15 de enero del 2011 en el Centro Renacimiento de la ciudad de Xalapa.
En el concurso en línea de Matemáticas GALILEO, comenta la profesora Zayenelli Vanoye que «estamos participando con 15 equipos conformados por alumnos de los diferentes grados, en los que se genera un sentido de análisis, de trabajo colaborativo y sobre todo de responsabilidad, ya que cada lunes se baja el cuestionario correspondiente teniendo dos días para resolverlo y los días miércoles se sube la información en equipo. De esta manera continuaremos trabajando hasta marzo de 2011».
Participan en el curso en línea “Enseñanza para la Comprensión y Preparación de Tutores”, impartido por el Colegio de Posgraduados WIDE WORLD de la Universidad de Harvard, los siguiente profesores: el director Jorge Galván Ruiz; en español Jesús Ernesto Betanzos Rodríguez; en matemáticas Gerardo M. Olivares Hernández y Zayenelli Vanoye Tlapa; en Historia Enrique Alemán Vanda y en Ciencias Oscar Yahir Hernández Landa.
La Banda de Guerra participó el día 27 de noviembre pasado en el 2° Concurso Nacional en la ciudad de Tlaxcala, obteniendo un Tercer Lugar a Nivel Nacional. En 2006 formaron la banda musical “Ocelot Marching Band” para canalizar las inquietudes de algunos alumnos y ofrecer actividades para el tiempo libre, despertando en todos ellos el sentido de responsabilidad y de percepción musical.
Nueve días más tarde, el 6 de diciembre 2010, visité la escuela secundaria general “Porfirio Aburto Aparicio” de la ciudad de Altotonga. Se hallaba de fiesta pues recibía al LAE Juan Ignacio Morales, Presidente Municipal Constitucional; al profesor Rubén Martínez Juárez, Presidente Municipal Electo; al Lic. José Delfino Martínez Juárez, ex alcalde y ex diputado, y a otras personalidades más.
El director Juan Ricardo Méndez Aburto ha sabido cultivar bien las relaciones con quienes tienen interés en la escuela, que además fueron alumnos de ella, para emprender obras materiales a favor de la institución. Eso habla bien de todos, pues se revela un espíritu de servicio por encima de ideologías partidistas que tanto daño hacen a la población y al avance social en cualquier lugar.
Hablaron los dos ejecutivos: el que entrega y el que recibe, teniendo como eje común la conclusión de las amplias instalaciones del gimnasio que este día se inaugura.  Juan Ignacio Morales, con acento calmado pero con un gran contenido, hizo un recuento de lo valioso de la escuela, de la relación establecida, de los buenos momentos compartidos, de lo hecho y lo faltante.
Rubén Martínez Juárez, con un mensaje más exaltado y directo, dijo que no habrá duda, que él se compromete a concluir la obra en el primer año de su mandato. En este evento me llamó grandemente la atención la confluencia de intereses y voluntades, de consensos y determinaciones para apoyar a la escuela secundaria, un sentimiento de identidad compartida por todos los presentes y el reconocimiento a la autoridad moral y al esfuerzo de Juan Ricardo como director de la escuela que todos sienten suya.
El vetusto edificio alberga a una escuela secundaria fundada en 1945, hace sesenta y cinco años, con más de mil alumnos que luchan por preservar los valores familiares y que ha sido modelo en muchos aspectos, como por ejemplo, la banda musical que inspiró a los internacionales Delfines de la General Cinco de Xalapa y la disciplina que todavía impera en la institución para beneplácito de los padres de familia.
Una escuela que es modelo en la región, querida por sus habitantes y por sus autoridades, pues en ella han estudiado ciudadanos que sirven a su municipio, a su región y a su patria, con maestros que se desempeñan con entusiasmo, con un director que con el paso de los años se ha fortalecido y llenado de experiencia, es un buen saldo social que se recoge con beneplácito en estos tiempos de escepticismo, inseguridad, violencia y retraimiento de los valores humanos.
gnietoa@hotmail.com