miércoles, 5 de enero de 2011

Editorial


B
uenos deseos y buenos propósitos son coherentes cuando se ven cristalizados en realizaciones forjadas en acciones. 2010 deja huella indeleble en quienes deseamos y nos propusimos llevar a cabo este proyecto cultural educativo: Tlanestli.
Hoy gracias a la colaboración de personalidades distinguidas en los ámbitos de la literatura, educación y cultura se edita este ejemplar número cinco, haciendo una vez más realidad aquel propósito, surgido en el mes de agosto de 2010, con objeto de celebrar las gestas históricas más representativas de nuestra nación: Independencia y revolución Mexicana, difundiendo textos de análisis, reflexiones y propuestas encaminadas a contribuir en la construcción del país al que aspiramos y enaltecer así a nuestros héroes.
La solidaridad y generosidad de amigos, también se ha hecho patente a través de suscripciones y anuncios, haciendo posible dar continuidad al propósito original comprometiéndonos a preservar este espacio de discusión y generación de propuestas.
A nuestros lectores de Xalapa, Jáltipan, Ciudad Mendoza, Orizaba, Tantoyuca, Platón Sánchez, Tierra Blanca, Rafael Lucio, mil gracias por sus múltiples y sinceros comentarios, felicitaciones y sugerencias, todos ellos hechos llegar en su oportunidad a cada uno de nuestros apreciados colaboradores.
Comienza 2011 momento adecuado para desear a colaboradores, suscriptores y lectores un año de realizaciones. A cada uno de los que habitamos este maravilloso país es deseable hagamos lo que debe hacerse, asumiendo la parte correspondiente de responsabilidad.
México no sólo es delincuencia, corrupción, drogadicción, desigualdad o desempleo. México es un país colmado de riquezas: rodeado por litorales extensos, integrado por llanuras y campos agrícolas, zonas petroleras y ganaderas, ríos caudalosos, mujeres inteligentes y hermosas, hombres con coraje y emprendedores, niños, niñas y jóvenes soñadores de un mañana halagador.
Explotar toda esa riqueza real y potencial depende de poseer aquel coraje mostrado por los héroes que nos dieron patria, de aspiraciones, de decisión, del dominio del conocimiento, de sueños pero también de realidades.
Todos, absolutamente todos, tenemos la responsabilidad social de contribuir y ofrecer el cúmulo de experiencia recibida, la educación recibida y el conocimiento adquirido. Transitar de los buenos deseos, de propóstios de excelencia, del discurso crítico y propositivo hacia las acciones es el desafío por enfrentar, ser actores del cambio anhelado.
¡Feliz año 2011!


DÉCIMAS PARA ALBERTO DE LA ROSA, FUNDADOR Y DIRECTOR DEL GRUPO TLEN HUICANI

Te traigo aquí una canción
de esta tierra tan hermosa,
versos, puro corazón
para Alberto de la Rosa.

Yo no soy de la Huasteca,
tampoco de sotavento,
pero traigo un sentimiento
que huele a solar Olmeca,
donde el llanto se reseca
tarareando la pasión.
Pues bien, en esta ocasión,
desde mi tierra serrana,
al compás de una jarana
te traigo aquí una canción.

Tú, embajador de los sones
y el folclor de Veracruz,
diste al huapango más luz
al ritmo de sus canciones.
Por toditos los rincones
de una faz maravillosa,
cual amante silenciosa
que redime sus pesares,
el mundo oyó los cantares
de esta tierra tan hermosa.

Con Alfonso y Raúl García,
con Jorge, Iván y Daniel,
llevaste al mundo la miel
del cantar y la poesía.
Puedo escuchar todavía
a Gerónimo y su son,
o escuchar otra canción
en voz de los Melgarejo;
que canten, les aconsejo,
versos puro corazón.

Afina, Raúl, tu instrumento.
Miguel Ángel, a trovar.
Vamos a felicitar,
rebosantes de contento,
a quien en todo momento,
con música generosa,
lleva una vida virtuosa
en su arpa y en su cantar.
Hoy quise versificar
para Alberto de la Rosa.

Xalapa, Ver., 13 de diciembre de 2010.
Benito Carmona Grajales

PREMIO NACIONAL “BENITO JUÁREZ GARCÍA”

Para los mexicanos conscientes de su historia,  amantes de su patria, Juárez es un símbolo. Por eso es motivo de orgullo que una agrupación política nacionalista como Convergencia haya creado un reconocimiento al mérito ciudadano como Premio Nacional “Benito Juárez García”, que este año, en su fase estatal, fue otorgado a siete veracruzanos destacados en su quehacer, entre los cuales se cuentan el maestro Wilfrido Sánchez Márquez, Presidente en funciones de la Academia Mexicana de la Educación, A.C., Sección Veracruz, quien tuvo a su cargo el discurso por parte de los galardonados, mismo que reproducimos en esta edición de Tlanestli, y el artista de la música Alberto de la Rosa, de amplia trayectoria, a quien el maestro Benito Carmona Grajales dedicó unas décimas que también aquí presentamos a nuestros lectores.
DISCURSO DEL MAESTRO WILFRIDO SÁNCHEZ MÁRQUEZ
Como portavoz de los ciudadanos galardonados con el Premio Nacional “Benito Juárez García” Al Mérito Ciudadano, cumpliré en primer término con el encargo que ellos me hicieron, el de expresar a los patrocinadores de este  certamen anual de carácter cívico, que han estado realizando desde el año de 1986, nuestro reconocimiento y gratitud por la extraordinaria y singular distinción de que estamos siendo objeto.
Esta ceremonia que nos emociona profundamente, implica también la adquisición consciente, voluntaria e indeclinable del compromiso de que nuestro comportamiento moral y cívico continuará siendo guiado por los ejemplos preclaros y patrióticos que nos dejara el insigne indio de Guelatao, guía inmarcesible que nos conducirá hacia la “construcción de un nuevo rumbo para México”.
La trayectoria de la vida del ilustre compatriota, calificado por la H. Legislatura de la República de Colombia como “Benemérito de las Américas”, registra hechos importantísimos que determinaron la existencia misma y la manera futura del “cómo ser” de la nación mexicana. Entre los más trascendentes figuran:
Su desempeño excelente al lado del Gral. Juan Álvarez en la Revolución de Ayutla, Gro., movimiento popular que derribó de la Presidencia de la República al dictador Antonio López de Santa Ana; la contribución con la Ley que llevó su nombre en la formulación de la Constitución Liberal de 1857; la lucha heroica sostenida durante tres años contra los aristócratas, los militares conservadores y el clero que pretendían derribar al gobierno liberal constitucionalmente establecido; la promulgación de las Leyes de Reforma en el puerto de Veracruz en los años de 1859 y 1860 y la defensa tenaz, durante cinco largos años, de la soberanía nacional contra la invasión francesa y el imperio de Maximiliano, lucha de la que al salir triunfantes las huestes comandadas por Juárez, conquistó la Segunda Independencia de México. Estos acontecimientos en los que nuestro gran patricio tuvo una participación destacada y decisiva, fueron determinantes de la configuración de México como un Estado moderno, libre y soberano.
Como testimonio de la participación del Presidente Juárez en la formulación de las Leyes de Reforma citaré lo que al respecto dejó escrito Justo Sierra, eminente educador mexicano, en su libro “Juárez, su obra y su tiempo”:
La base en que Juárez asentó la Reforma en los años 59 y 60, era un bloque granítico de lógica y verdad. Nadie entonces pensó en negarle esta responsabilidad, ni este honor. Los obispos en sus pastorales, a él se referían; el Gobierno reaccionario con él se encaraba, los clérigos en los púlpitos, los periodistas en sus virulentos ataques lo nombraban a él, lo excomulgaban a él; el partido liberal NEMINE DISCREPANTE le atribuyó el mérito principal de esta magna empresa. . . ¿Por qué este insigne honor ante la nación reformada y la posteridad emancipada y por eso redimida? Porque ninguno de los que pensaron en ella (la Reforma), podía hacer por ella lo que Juárez hizo: inscribirla en el bronce de la ley, hacerla pasar con sólo autorizarla con su nombre, del campo del pensamiento al del Derecho, Juárez lo hizo”.
En plena Guerra de Reforma, Juárez, bajo el cobijo y la protección de los veracruzanos liberales, estableció en el puerto de Veracruz la Presidencia de la República.
Cuando se desarrollaba la lucha cruenta entre conservadores y liberales, cupo a Veracruz la gloria de que en esta ciudad cuatro veces heroica, se expidieran las Leyes de Reforma, la última de ellas, el 4 de diciembre de 1860, hace justamente 150 años, Ley que estableció en el país la libertad de culto religioso y la de conciencia; creando de este modo el estado laico mexicano.
Al cumplirse el sesquicentenario de la promulgación de estas leyes definitorias en la configuración del Estado Mexicano Moderno, pregunto a los integrantes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de las instancias responsables de la educación, de los partidos políticos y de las organizaciones cívicas y sociales de la Federación y del Estado: ¿Por qué no promovieron y realizaron, como debieran hacerlo, actos conmemorativos de la promulgación de dichas leyes? No olvidemos señores que el devenir de México registra tres grandes movimientos históricos: la Independencia, la Reforma y la Revolución.
La toma de conciencia clara y precisa de las causas y consecuencias de los acontecimientos que acaecen en el país, contribuye a la vigencia y al desarrollo de nuestro proyecto histórico de nación y al fortalecimiento de nuestra identidad nacional.
Ahora que el mundo vive el periodo del neoliberalismo y de la globalización, la penetración imperialista se está haciendo sentir con mayor intensidad, a grado tal, que estamos en el camino de que México se convierta en un país totalmente dependiente de las potencias extranjeras.
Compatriotas: Así como el árbol que pierde sus raíces biológicas deja de existir como tal, los pueblos cuando se desconectan de sus raíces históricas pierden su identidad y desaparecen como naciones libres y soberanas.
¡Luchemos denodadamente para que esto no nos suceda!
¡Viva México!
Xalapa, Ver., 13 de diciembre de 2010.



martes, 4 de enero de 2011

Movimiento precursor de la Revolución Mexicana


Por Lisardo Enríquez L.
El porfirismo representaba en las últimas décadas del siglo XIX  y en los inicios del siglo XX, la negación de un pasado de gloria que habían dejado los liberales de la Reforma, y antes los grandes libertadores de la independencia.  El régimen porfirista veía a México como un país poderoso, pero lo creía posible justificando los privilegios de los ricos, dando prerrogativas al capital extranjero, y aplicando una política autoritaria y dictatorial que, según su punto de vista, anulara el desorden que  se había vivido durante más de medio siglo. De esa manera, lo que ocurrió en la realidad es que se suprimieron las libertades y los derechos de la mayor parte de la población y, como en cualquier dictadura, lo que prevaleció fue un  autoritarismo atroz, como lo relata en toda su crudeza el periodista norteamericano John Kenneth Turner  en su libro México Bárbaro.
Aparte de pocos y grandes terratenientes, la dictadura creó una burguesía que fue, a su vez, el sostén de esa misma dictadura. Pero este régimen no fue capaz de crear una clase media  ni urbana ni rural, ni una industria nacional. Las empresas y el comercio estaban principalmente en manos de extranjeros. Un dato concreto de cómo estaban las condiciones económicas en aquella época, revela por qué se empezó a generalizar aún más el descontento en el país en esas fechas: La tasa de crecimiento en la producción de la industria entre 1900 y 1910 bajó de manera drástica en relación con la que correspondió al decenio 1890-1900. Es decir, la economía vino a menos haciéndose más grave la pobreza, las libertades se suprimieron y sólo se hacía presente la fuerza del poder político y militar.
El Estado democrático desapareció y se sustituyó por el poder absoluto, dictatorial y personalista del Gral. Porfirio Díaz. Los derechos y libertades se volvieron efectivos solamente para el pequeño grupo de allegados a él, y como consecuencia también desapareció el sufragio universal. El pueblo fue anulado de la vida política.
Uno de los primeros señalamientos sobre  lo falso de esa estructura de privilegios, fueron las ideas  de  Wistano Luis Orozco, abogado jalisciense, quien en 1895, con las armas del conocimiento jurídico, abrió las posibilidades para el desarrollo del pensamiento de oposición, al poner en evidencia que la propiedad de grandes extensiones de tierra no estaba fincada  en el esfuerzo de quienes la detentaban, sino en la miseria de todos los demás.
Es así como se inicia el Movimiento Precursor de la Revolución Mexicana, considerando a éste como la totalidad de antecedentes de carácter político de la Revolución, que incluye huelgas, manifestaciones, rebeliones y levantamientos armados que comenzaron cuando se fundó el Club Liberal “Ponciano Arriaga”, en 1900, y llegaron hasta el inicio de la Revolución propiamente dicha en 1910. Estamos hablando de diez años de intensa labor organizativa y de actividad política en la que hubo amenazas, encarcelamientos, asesinatos y  destierros. En esta labor precursora desempeñaron un papel principal los intelectuales de la clase media, entre ellos muchos periodistas, y algunos que pertenecían a un estrato de la clase acomodada.
Con el manifiesto que publicó Camilo Arriaga el 30 de agosto de 1900, convocando a la organización de los liberales y denunciando el resurgimiento del clericalismo, se desencadenó una respuesta en trece estados de la República y en el Distrito Federal, en donde se organizaron aproximadamente cincuenta clubes liberales. Entre los principales estados donde prendió esta iniciativa estaban: San Luis Potosí (de donde era Arriaga, así como otros liberales muy importantes que después se radicalizaron y colaboraron en el Partido Liberal con Ricardo Flores Magón), Hidalgo, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Durango, Zacatecas, Nuevo León, Michoacán, Puebla y Veracruz.
 Coincidiendo con el aniversario de la promulgación de la Constitución de 1857, el 5 de febrero de 1901 se inició el Primer Congreso Liberal en el Teatro de la Paz de San Luis Potosí, con una duración de seis días y la asistencia de más de cincuenta delegados, donde tuvieron una participación destacada Camilo Arriaga, Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gama y Ricardo Flores Magón, a quienes se les reconoció como figuras centrales del Congreso y de esta organización liberal. Flores Magón dijo en ese Congreso: “¡La administración de Porfirio Díaz es una madriguera de ladrones!” Al principio los delegados  rechazaron estas palabras, pero él las repitió dos y tres veces con fuerza y convicción, hasta que le aplaudieron respaldando esa posición. Había temor de que el Congreso pudiera ser disuelto, porque afuera del teatro estaban las tropas federales. Por fortuna eso no ocurrió, pero después fueron clausurados por el ejército o la policía los clubes liberales, en por lo menos la mitad de los estados donde se habían creado.
Las mujeres tuvieron una participación fundamental, el 15 de junio de 1901, Juana B. Gutiérrez de Mendoza y la Profesora Elisa Acuña fundaron el semanario Vésper, que se caracterizaba por ser antiporfirista.  Es importante citar a Antonio Díaz Soto y Gama, quien el 18 de julio de 1901, en Pinos, Zacatecas dijo en un discurso refiriéndose a Porfirio Díaz: “Caudillo que traiciona a la democracia. . . que no tiene un átomo de demócrata, ni la más leve tintura de estadista, ni conoce el respeto a la ley”. Por este discurso Porfirio Díaz mandó a que lo secuestraran y lo enviaran después a la cárcel de Belén de la ciudad de México. Cuando vino la Revolución, Díaz Soto y Gama se sumó a las filas del zapatismo. El 4 de noviembre de ese mismo año, 1901, el Club Liberal “Ponciano Arriaga” publicó un manifiesto en el que se habló por primera vez del problema agrario y de la necesidad de una reforma social.
Durante la mayor parte del año 1902, los principales dirigentes del movimiento liberal estuvieron en la cárcel. Lo anterior tuvo un efecto contrario al que se pudiera esperar al privar a los hombres de su libertad, hicieron que sus ideas se radicalizaran. De esa manera, el 23 de febrero de 1903, el Club Liberal “Ponciano Arriaga” publicó otro manifiesto en el que acusaba a la dictadura de dejar “al pueblo en la más triste orfandad política, sin una garantía que lo proteja, sin una libertad que lo eleve, sin un derecho que lo dignifique”. Unos días después, en otro manifiesto, éste del día 27 del mismo mes y del mismo año, decía: El Club “Ponciano Arriaga”. . . de pie sobre todas las miserias y sobre todos los personalismos, os convoca hoy ante el ara del deber a luchar por la regeneración de la patria.
Los años de 1904 a 1906 fueron de exilio para estos luchadores sociales que se instalaron en diversos lugares de los Estados Unidos de Norteamérica, de manera itinerante, debido a que eran perseguidos.  A fines del mes de septiembre de 1905, en el exilio, se instaló en San Luis Missouri la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, que fue el eje de todos los movimientos de lucha revolucionaria que durante esos años se realizaron en México. No obstante que el  gobierno de Porfirio Díaz tenía prohibidas las huelgas, se hicieron un total de 250 en esa época.  Entre el 1 y el 3 de junio de 1906 tuvo lugar la huelga de Cananea. Y el día 1 de julio de ese año, 1906, se publicó el Programa del Partido Liberal Mexicano, en el periódico Regeneración, que con ese motivo tuvo un tiraje de 250,000 ejemplares. El mismo Programa se imprimió en 500 mil pliegos más que se distribuyeron en nuestro país y en otros países del mundo.
El Programa contenía un apartado sobre Capital y Trabajo, en el que se estipulaba establecer la jornada máxima de trabajo de 8 horas, que se estableciera un salario mínimo, que se pagara con dinero en efectivo y no de otra forma, que se suprimieran las tiendas de raya, que se prohibiera el trabajo de niños menores de catorce años, que hubiera indemnización por accidentes y se garantizaran condiciones higiénicas y de salud en el trabajo.
La difusión del Programa, la penetración del periódico Regeneración y la huelga de los mineros de Cananea, Sonora, propiciaron en los últimos meses de 1906 la adhesión y simpatía de muchos trabajadores al Partido Liberal Mexicano dirigido por Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Manuel Sarabia.
De esta manera, grupos de revolucionarios afines al Partido Liberal  llevaron a cabo dos levantamientos locales en el año de 1906. El primero el 26 de septiembre,  en el que tomaron la plaza principal de Jiménez, Coahuila,  y cortaron las líneas telefónicas, siendo dispersados después por las tropas federales. El segundo fue en el sur de Veracruz, del 30 de septiembre al 3 de octubre, donde se levantaron en armas más de mil hombres, trescientos de los cuales fueron  comandados en Acayucan por Hilario C. Salas, quien anteriormente había trabajado como obrero textil en la región de Orizaba.
Para el mes de noviembre de ese mismo año, 1906, los patronos de la industria textil redujeron los salarios de los trabajadores, ya de por sí muy mermados, como lo estaban las condiciones generales de su trabajo, en las cuales no tenían garantías de ningún tipo, por la connivencia que había entre empresarios y gobierno. Ello hizo que los obreros de Puebla y Tlaxcala se fueran a la huelga el 4 de diciembre. La reacción de los trabajadores de la industria textil de la región de Orizaba fue apoyar a sus compañeros enviándoles ayuda en tanto se mantenía la huelga, lo que propició que los patronos cerraran las fábricas en la región de Orizaba, buscando con ello dejar a todos sin recursos para sobrevivir.
Ante esta situación, los representantes de los trabajadores tomaron el recurso de entrevistarse en la Ciudad de México con el propio Presidente de la República, solicitándole su apoyo para que interviniera en la solución de sus justas demandas. Como consecuencia de esa entrevista, el Presidente emitió un laudo el 4 de enero de 1907, en el que se mencionaban unos puntos que aparentemente favorecían a los obreros, pero en donde lo más determinante era que no se permitirían más huelgas, que se les vigilaría y que los trabajadores de Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Jalisco, Querétaro y Distrito Federal, debían regresar a sus labores a partir del 7 de enero.
Los obreros de las fábricas de la región se reunieron en  la Ciudad de Orizaba y ahí escucharon cuál era la resolución del Presidente de la República. En los trabajadores había desesperación por no tener lo indispensable para comer. Ya habían empeñado lo poco que tenían, y sus familias sentían angustia por no poder satisfacer sus necesidades más elementales. Por otra parte,  había surgido en ellos una toma de conciencia, producto de la propia necesidad y del trabajo político que ya se había extendido, mediante el cual se daban cuenta claramente que eran explotados. Cuando el dirigente José Morales terminó de leer el documento, los presentes quedaron en un largo silencio. Después comenzó a sentirse que había descontento, y entre la multitud una voz que sentenciaba no aceptar esa determinación, exclamando: ¡Primero mártires que esclavos! Era el primer anuncio de lo que sería al día siguiente la rebelión. Lo que se deriva de esta lectura, es que tenía que haber sacrificio en toda la extensión de la palabra y, efectivamente, vinieron los mártires, los mártires del 7 de enero de 1907 en Río Blanco, Nogales y Santa Rosa.
El Gran Círculo de Obreros Libres, creado en el mes de junio de 1906, desempeñó un papel fundamental en la politización de los trabajadores de la industria textil de la región de Orizaba. En esta labor fueron pioneros José Neira, amigo cercano de Camilo Arriaga, fundador del Club Liberal “Ponciano Arriaga”, y Juan Olivar, quienes eran delegados del Partido Liberal Mexicano.
En 1908 hubo nuevos levantamientos. El primero fue el 24 de junio en Viesca,  al sur de Coahuila, donde rebeldes al grito de “¡Viva la Revolución!”, “¡Viva el Partido Liberal!”, asaltaron las oficinas del gobierno municipal, la casa del jefe político y la sucursal del Banco de Nuevo León, y tuvieron el control del pueblo por uno o dos días. El segundo fue en Las Vacas, también del estado de Coahuila, donde otro grupo de rebeldes del Partido Liberal Mexicano atacó la guarnición militar el 26 de junio de ese año. En esa misma fecha hubo otro contingente rebelde que apareció en Casas Grandes y luego marchó a Palomas, en donde el 30 de junio y el 1 de julio se enfrentó a tiros con los soldados de la guarnición de ese lugar. Otros levantamientos tuvieron lugar en Los Hornos, Matamoros, y en la Sierra de Jimulco, del estado de Coahuila.
Es este un recuento muy rápido de la lucha llamada movimiento precursor de la Revolución Mexicana, en el que hubo coraje, idealismo, entrega y decisión. Cuando nuestros contemporáneos dicen: “Pues ahora estamos igual o peor que cuando la época de Porfirio Díaz”, lo que no dicen es que ninguno de nosotros tiene las agallas que tuvieron aquellos hombres y aquellas mujeres que dieron todo, incluso su sangre, por ver a la patria liberada del yugo de la tiranía.
La Constitución Política que se puso en vigor en 1917, el mayor triunfo de la Revolución Mexicana a favor del pueblo, pudo rescatar mucho de lo que se propuso en el Programa del Partido Liberal Mexicano. Ahí están las ideas, la lucha y  la sangre derramada por los mártires del movimiento precursor.
Bibliografía.
Cockcroft, James D., Precursores intelectuales de la revolución mexicana, Siglo XXI Editores, Vigesimoquinta edición en español, México, 2005.
Córdoba, Arnaldo, La ideología de la Revolución Mexicana, la formación del nuevo régimen, Ediciones Era, 24ª. Reimpresión, México, 2007.


LOS PREJUICIOS DEL DOCENTE.


Por: Carlos A. Vásquez Gándara.
Todos en algún momento hemos vivido la mala experiencia de obtener calificaciones que no esperábamos recibir y nos preguntamos qué fue lo que pasó, si el profesor o profesora se entregó en tiempo y forma; y es entonces cuando se dan prejuicios por parte de los docentes y por más que no quieren inmiscuir creencias o actitudes personales, éstas, se ven reflejadas en su actuar.
En algún tiempo se creyó que la mujer sólo debía estar al cuidado de su casa y que el varón era quien proveería a su familia, pero en la actualidad, la mujer estudia y se ha vuelto una profesionista que ha alcanzado niveles superiores de crecimiento, incluso, dejando al hombre  muy por debajo de ella. Sin embargo, los docentes varones que siguen manteniendo la firme creencia de años atrás, menosprecian a sus alumnas y no les permiten ir a la par como sus compañeros varones.
Otra situación parecida, pero entre mujeres, aunque usted lector no lo crea, es que existen profesoras que tienen una tendencia a tratar mejor a sus alumnos varones que a las mujeres, e incluso, por envidia las reprueban como si existiera una competencia entre ellas, mal entendida sólo por la profesora, quien no cuenta con la madurez suficiente para darse cuenta de que es una adulta y  de que no se debe estar comparando con sus discentes que por lo regular son unas adolescentes o niñas todavía.
Algunos otros profesores por el simple hecho de que sus alumnos no tienen los mismos ideales que ellos, o no creen en lo mismo que ellos, ya son de mal gusto para el profesor, es decir, a éste le gusta que piensen y crean lo mismo que  él y si no es así ya afecta su relación y por lo tanto su evaluación.
Por otra parte,  también se pueden mencionar a los que desprecian a sus alumnos por su pobreza;  los critican, los menosprecian, y por lo tanto los reprueban, poniendo de excusa que no logran aprender, pero en realidad al profesor no le agrada la necesidad económica en que sus alumnos viven.
Como los ejemplos anteriores se podrían citar mil, y es una realidad que se vive a diario en las aulas, una discriminación revuelta con prejuicios que le impiden al docente evaluar a sus alumnos con la objetividad necesaria que merecen los discentes.
La escuela supone ser un lugar donde los estudiantes deben ser respetados y valorados por las personas que se encuentran a cargo de ellos, sobre todo ahora que el sistema educativo se encuentra inspirado en un modelo por competencias donde los valores son tan importantes como los conocimientos y las habilidades que los alumnos puedan desarrollar. Es por ello que como docentes debemos dejar atrás nuestros prejuicios y reflexionar sobre nuestro quehacer docente para después poder cambiar nuestro accionar en el aula.
Luchar contra los prejuicios y las discriminaciones sexuales, étnicas y sociales en la escuela, no es únicamente preparar para el futuro, es hacer el presente soportable y, si es posible, productivo. Ninguna víctima de prejuicios y discriminaciones puede aprender con serenidad. Si hacer una pregunta o responderla despierta burlas, el estudiante se callará. Si el trabajo en equipo lo sitúa en el blanco de segregaciones, preferirá quedarse solo en un rincón. Si las buenas notas suscitan la agresividad o la exclusión basadas en categorías sexuales, confesionales o étnicas, evitará tener éxito. Y así podríamos seguir. En primer lugar para poner a los estudiantes en condiciones de aprender hay que luchar contra las discriminaciones y los prejuicios.  Esto exige una forma de perspicacia y vigilancia.[1]

Con base en la cita anterior es importante que los profesores sean los primeros en poner el ejemplo y no burlarse o menospreciar a sus alumnos como pasa en algunas escuelas, tampoco se trata de que los alumnos puedan hacer y deshacer, sino de que como adultos seamos los responsables de guiar con prudencia y paciencia a los alumnos.
El docente debe tolerar las diferencias individuales, siempre que éstas no perjudiquen el buen desempeño grupal. Así logrará tener un grupo heterogéneo que generará propuestas innovadoras que apuntarán a un mismo fin educacional. Las conductas del docente deberán ser coherentes con sus enseñanzas, que no sólo se basen en conocimientos sino en modos de vida; esto lo otorga autoridad moral y hace que sus alumnos lo consideren un referente ético con autoridad en lo que enseña.[2]
En conclusión, el ser humano está lleno de prejuicios que tarde o temprano repercuten en cualquier situación de la vida diaria y  muchas veces sólo perjudican a quienes se encuentran a su alrededor y provocan que no se llegue a valorar  o conocer a las personas.


[1] http://www.didactica.umich.mx/euad2010/ponencias/27.pdf
[2] http://www.monografias.com/trabajos14/perfildocente/perfildocente.shtml

La poesía mexicana ALÍ CHUMACERO

México ha sido un semillero de poetas a lo largo de la historia, una tierra de grandes poetas. Este espacio está dedicado al poeta Alí Chumacero, que nació en Acaponeta, estado de Nayarit, en 1918, y  falleció el 22 de octubre de 2010, a la edad de 92 años. En 1940, al lado de los jóvenes escritores Jorge González Durán, José Luis Martínez y Leopoldo Zea, cuya edad fluctuaba entonces entre los 22 y los 26 años, fundó la revista literaria Tierra Nueva, que apareció por primera vez en ese año. La obra poética de Chumacero incluye libros como:  Páramo de sueños,  Imágenes desterradas y Palabras en reposo. Trabajó para el Fondo de Cultura Económica durante 58 años como corrector, redactor y editor. Tal vez por ello ha podido decir de sí mismo “Soy un hombre que se ha dedicado a los libros”.
Entre las influencias poéticas que hay en Alí Chumacero, hay que citar en primerísimo lugar a los mexicanos José Gorostiza y a Xavier Villaurrutia del Grupo Contemporáneos, aunque fue también asiduo lector de los españoles Federico García Lorca , Rafael Alberti y Luis Cernuda, además de leer a poetas de otras latitudes. Dedicó parte de su vida a la crítica literaria.  En relación a su obra ha dicho:  “busco siempre el fundamento de las cosas. . . Hago una poesía reflexiva, buscando siempre lo hondo, lo imperecedero”. Ramón Xirau sostiene: “Rigor y disciplina caracterizan a la poesía de Alí Chumacero”.
Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y recibió, entre otros, los siguientes premios literarios: “Xavier Villaurrutia”, “Alfonso Reyes”, “Nacional de lingüística y literatura” y Medalla “Belisario Domínguez” que otorga el Senado de la República. En junio de 2008, al cumplir 90 años, fue objeto de un Homenaje en el Palacio de Bellas Artes.
De Ramón Xirau son también estas palabras: “los versos de Alí Chumacero están tejidos de largas frases que prosiguen verso tras verso. Por decirlo con José Luis Martínez, estas frases suelen terminar “en soluciones ásperas para librarse de una monotonía rítmica”. Brindamos a nuestros lectores su poema Ola, en el que es fácil advertir lo que dicen los escritores citados anteriormente.

O L A

Hacia la arena tibia se desliza
la flor de las espumas fugitivas,
y en su cristal navega el aire herido,
imperceptible, desplomado, oscuro
como paloma que de pronto niega
de su mármol idéntico el estío
o el miedo que en silencios se apresura
y sólo huella fuese de un viraje,
melancólica niebla que al oído
dejara su tranquilo desaliento.
Mas el aire es quien fragua sosegado,
la caricia sombría, el beso amargo
que al fin fatigará el oculto aroma
de la arena doliente, deseosa,
ávida, estéril sombra pensativa,
cuerpo anegado en un cansancio oscuro
sometido al murmullo de aquel beso.

Hermosa así, desnuda, ya no es
la carne iluminada cual la flecha
que en el viento describe lujuriosa
el temblor que después ha de entregar;
ni es la boca ardiente, enamorada,
insaciable al contacto, al beso ávida
como profundo aroma silencioso;
ni la pasión del fuego hacia el aliento
destruyendo lo inmóvil de la sombra
para precipitarla en lo que ha sido,
sino que, ya ternura del cautivo
que sabe dónde amor le está esperando,
quiebra su forma, pierde su albedrío
y en un instante de candor o ala
ahogada en un anhelo suspendido,
como ciega tormenta despeñada
abandónase al cuerpo que la acosa
y a su encuentro es caricia, oscura imagen
de rudo impulso convertido en plumas
o tinieblas perdidas para siempre,
y sabe cómo al fin la arena es tumba,
frontera temblorosa donde se abren
las flores fugitivas de la espuma,
resueltas ya en silencio y lentitud.

LA VERACRUZ AGUSTINA. UN PUERTO “CONSTRUIDO” DESDE LA MÚSICA.



Ohtli L. Enríquez González

La Veracruz Agustina, visión construida desde la radio, es el modo como caracterizo a la representación idealista del puerto de Veracruz que lo figura como un paraíso arquitectónico con inigualables atractivos naturales, gente abierta para el gozo, un patrimonio cultural ilimitado y un ambiente atiborrado de romanticismo y sensualidad. Agustina en referencia directa al titán de la música mexicana Agustín Lara, ‘jarocho de corazón’, quien en sus letras recreó el ser y estar de un pueblo. La radio difunde la producción musical del ‘flaco de oro’, quien constituye  un sostén fundamental dentro de la construcción de la cultura popular mexicana y veracruzana en particular. Sus composiciones eran románticas, sentimentales y liberadoras, repletas de metáforas. Carlos Monsiváis lo ubica como un resabio de la tendencia modernista que renovó la literatura a finales del XIX, poesía que

“Vitaliza y activa el idioma (‘Darío nos enseñó a hablar’, declara Neruda), americaniza influencias como el simbolismo, modifica las percepciones artísticas, introduce elementos de sexualidad y erotismo usando los planos exóticos, descubre en el manejo irreprobable de la forma una oposición consciente al desorden, a lo imperfecto del exterior.”[1]

Lara arrastra esta percepción peculiar de la realidad y la funde con las manifestaciones de los nuevos espacios urbanos. Explicita a la mujer a manera de manzana de la discordia y relata en sus historias pecados, injurias y venganzas, algunos ejemplos de ello fueron las canciones “Pervertida” o “Aventurera.” Las féminas reconquistan varios de los derechos negados por el patriarcado porfirista, pero también son objeto de críticas. Con este reordenamiento del rol de las damas distintas prácticas sociales asomaron,  aunque tibiamente, por la censura del gobierno, radiodifusoras y no pocos padres de familia. 
La radio, al transmitir sus alegorías musicalizadas resignificó conceptos básicos de la vida cotidiana, como mujer, vida o amor. Además el bombardeo del bolero propició que la sociedad mostrara mayor tolerancia con la expresión de sentimientos y pasiones humanas, lo cual en un proceso de medio plazo atenuó el surgimiento de nuevas prácticas públicas  y otra mentalidad. Canciones como ‘Mujer’, ‘La prisionera’, ‘Tengo celos’, ‘Noche de ronda’, ‘Tus pupilas’, ‘Cabellera negra’ y ‘Gotas de amor’, escuchadas ampliamente por las masas urbanas, sirvieron como chivo expiatorio a la represión física y mental de una nueva clase conformada por obreros industriales, pequeños comerciantes, burócratas, profesionistas y gente dedicada a prestar todo tipo de servicio en la ciudad. Con un horizonte cultural más amplio y después de un periodo de reorganización administrativa en gran parte del país, la sociedad de masas emergente requirió satisfacer ciertas necesidades comunes en torno a intereses formativos y recreativos.
Dentro de este proceso social, los medios de comunicación y las tecnologías de información  orientaron y aliviaron el caudal de ansiedades y beneficios exigidos por la sociedad deseosa de renovación. Los temas transgresores de la moralidad y las buenas costumbres escuchados a través de la radio confortaron una considerable carga de penas, frustraciones y coerciones en el fondo liviano del nuevo ambiente cultural. Las canciones de Lara fueron muchas veces censuradas por glorificar la marginalizada imagen de las prostitutas y de las mujeres sufridas, o por su permisividad exaltadora de vicios. El Ministerio de Educación, en los años treinta, prohibió sus canciones en los textos escolares y en las clases, a pesar de su enorme difusión cotidiana y popularidad, por considerarlas inmorales.
Para el puerto de Veracruz, la proyección que Agustín Lara hizo de su atmósfera y su gente redundó en un mayor afluente de paseantes atraídos por el exotismo de una tierra que parece descubrirse ante sus atónitos ojos. Su obra intentó recrear en las mentes de los capitalinos la imagen de un edén resuelto y abnegado, de ese “pedacito de patria que sabe sufrir y cantar” dispuesto al desenfreno de un cuerpo históricamente oprimido. ¿Quién en su sano juicio no anhelaría descansar y disfrutar del trópico con sus palmeras borrachas de sol, su luna de plata y sus noches con diluvio de estrellas? La radio, al proyectar a Agustín Lara por el éter delineó la traza de un espacio alejado totalmente de la basura, baches, zopilotes y rudimentaria infraestructura reinante en Veracruz durante la década de 1930 y hasta mediados de los cuarentas. Tipificó el dasein jarocho, según el concepto de Martin Heidegger, y vendió la idea de un puerto fabuloso donde la ambivalencia júbilo/melancolía siempre está presente. En el éxito ‘Noche criolla’ plasma en forma excepcional esa representación que denomino Veracruz Agustina:

Noche tibia y callada de Veracruz,
cuento de pescadores que arrulla el mar,
vibración de cocuyos que con su luz
bordan de lentejuela la oscuridad (…)
Noche Tropical, lánguida y sensual,
noche que se desmaya sobre la arena (...)
Noche de Veracruz.[2]

El espacio temporal propicio para desatar los ímpetus sin duda fue la noche. Ese catalizador tan rotundo que invita y disfraza. Horario de acción efectiva para el porteño y sus visitantes que aún mostraban cierta renuencia a los rayos solares. Las canciones escritas por el músico poeta que hablan sobre la vida veracruzana fueron escritas a principios de los treinta, interpretadas principalmente por Antonia Peregrino, mejor conocida como ‘Toña la Negra’. Sin embargo, la Veracruz Agustina tenía su contraparte, como señala el antropólogo Ángel Palerm, quien a continuación asienta la impresión que Veracruz dejó en él tras su desembarco:
 
“Era un puerto hecho de madera (...) Era el puerto principal de México y era impresionante. Yo lo comparaba mentalmente con el puerto de Ibiza, que es una ciudad de diez mil habitantes, pero con un señor puerto (...) Era una mezcla muy rara, porque por un lado la fascinación del país nuevo, de México, con todas las leyendas de Cárdenas y Pancho Villa y la Revolución (...) Todo revuelto en la cabeza, más este espectáculo deprimente: la pobreza de Veracruz, la suciedad en este tiempo, la mayor parte de las calles sin pavimentar y los zopilotes andando por ahí. Y por otro lado el trópico y las frutas tropicales, yo nunca había comido piña ni había visto un mango (...) Muy interesante pero también muy deprimente. Era México entonces un país muy pobre, muy sucio, muy deshecho por lo que fuera, por la Revolución y todos los conflictos.”[3]

El contraste es muy notorio, salvo el exotismo natural que las tierras calientes conllevan, el puerto presentaba una fachada triste y desgastada. Parte de ese contexto opaco sirvió a Lara como inspiración para forjar una imagen nostálgica que presentaba lo corroído como rústico y el sufrimiento como una experiencia necesaria para el desarrollo pleno de las capacidades humanas. Incluso en las letras de los temas dedicados al puerto subyace la concepción broncínea de la historia que impregna todos los rincones de heroicidad. Ese pasado belicoso de ataques piratas, incursiones españolas, francesas, inglesas y norteamericanas; muerte, robo y ruinas se repliega en la conciencia de una historia que por desdichada ha degenerado en valiente y hasta “Cuatro veces heroica”. Ante esa sucesión de hechos amargos no queda más que reírse de sí mismo y de la vida en una eterna juerga carnavalesca. El alcohol sirve de paliativo para mitigar los dolores del alma, la música transforma los pesares del corazón en una explosiva emotividad por la danza y el desmadre. En ‘La Cumbancha’ de Lara se puede escuchar:

“La última carcajada de la cumbancha,
llévate mis tristezas y mis cantares,
tú que sabes sentir,
tú que sabes llorar,
tú que puedes decir
cómo son las noches de mi penar.”[4]

El papel desempeñado por las composiciones del flaco de oro fue el de conducir una serie de elementos dispersos en la cultura popular porteña y unificar ciertos criterios característicos con el fin de crear una imagen específica sobre la vida en provincia. Para la radiodifusión local significó un islote sagrado en la inmensidad del mar musical, pues desde el mismo inicio de la radio comercial surgió una pelea simbólica entre los diversos ritmos tradicionales y modernos: son jarocho, danzón, música ranchera, música culta (de cámara, sinfónica, coral, ópera), polkas, mazurcas y bolero, jazz, fox trot, blues, tango o  son cubano. El gusto por un determinado género manifestaba el origen, clase, aspiraciones y la filiación por un estilo de vida. Por ejemplo, como lo relatan Juan Cordero Medina, Francisco González Clavijo[5] y los cronistas recopilados en Cien Viajeros en Veracruz, la población de las colonias populares clásicas como la Huaca o Caballo Muerto se deleitaban con los fandangos de son jarocho, mientras que los estudiantes, abogados, médicos e ingenieros preferían los ritmos norteamericanos. Por su parte los comerciantes del centro, profesores y gente de alta sociedad además de dar cabida a las influencias musicales de vanguardia se congratulaban con los acordes de la música clásica. Con la venida del mesías radiofónico, todos estos grupos unificaron un ideario común con base en  estereotipos ambientales, físicos, geográficos, históricos y culturales. Así, la sociedad pudo verse en las composiciones tropicales de Lara como raza y unidad cultural, con una historia y un porvenir.
Un pilar trascendental dentro de la conformación de esta representación la constituye la raíz caribeña plantada en Veracruz. Desde mi perspectiva, en esa doble historia que relata Leonardo Pasquel, del interior recibe influencia cultural de la capital de la república y de las emigraciones del Sotavento; del exterior se apropia de varios elementos españoles, estadounidenses y caribeños. Éstos últimos caracterizan en el discurso la animosidad y reciedumbre de los porteños, bajo este ángulo ponderan la negritud que deambula en sus venas. Tan vasta era la oferta musical foránea que el “Reglamento de las estaciones radioeléctricas, comerciales, culturales, de experimentación científica y de aficionados” efectivo desde 1937 estipula en su artículo 24: “Todo programa deberá contener por lo menos un 25% de música típica mexicana.”[6] Ello porque se recordará que el Estado mexicano había emprendido una campaña nacionalista en la cual estas influencias ‘extranjeras’ podrían confundir al pueblo.
La percepción que nuestro compositor y cantante tiene del puerto la extrapola a toda la región caribeña y a su vez retoma de la generalidad de islas rasgos para tipificar al puerto mexicano. A partir de la música establece una comunidad cultural y social, años después Antonio García de León delimitaría algunos de estos rasgos y otros tantos en la categoría conceptual de ‘Caribe Afroandaluz’. La historia de esclavitud y dolor del Mar Caribe (incluido el Golfo de México) es condensada muy bien por el músico poeta en su tema ‘Oración Caribe’ de 1932:
“Oración caribe
que sabe implorar,
salmo de los negros,
oración del mar.
Piedad, piedad
para el que sufre,
piedad, piedad
para el que llora.
Un poco de calor
en nuestras vidas
y una poca de luz
en nuestra aurora.”[7]

A partir de la obra musical de Lara, muchas composiciones de la época hicieron referencia directa a ‘los negros’ (también estereotipados) y la música antillana como ‘Babalú’ de Margarita Lecuona, ‘La negra Leonor’ de Antonio Fernández o ‘La negrita Concepción’ de los Cuates Castilla. Los bongoes, timbales, maracas, claves, el güiro y gradualmente el tres cubano (guitarra de seis cuerdas agrupadas en tres pares) poblaron súbitamente los oídos de los receptores cautivos. A través del fraseo repetido con sencillos y alegres acordes, estos géneros tropicales innovaron la música bailable, ya que su comercialización era fácil y pegajosa. Tal irrupción prosperó más tarde con otros géneros aledaños a la rumba como el mambo  y el cha-cha-chá a finales de los años 40.
Lara armó el rompecabezas Veracruzano incluyendo distintos valores como el legado ibérico, la reorientación del rol femenino, la afirmación de una vida urbana nocturna y la importancia de la música y el temperamento afrocaribeño. De esta forma, la idealización de la Veracruz Agustina está muy ligada a la trasplantación de rasgos típicos de la población cubana en general y habanera en particular. No es casualidad que dedicara parte de su tiempo a viajar y componer algunos temas en honor a la mayor de las Antillas como “Habana”, “Sueño Guajiro” y “Ojos Cubanos”, con lo cual Lara también conquistó a ese pueblo. El resultado de su producción tropical fue la simbiosis de los ambientes porteños con el Caribe, tanto así que para muchos viajeros la ‘Habana Vieja’, esto es, el casco colonial cercano a la entrada interior del puerto de la ciudad capital, es idéntico a la traza del Veracruz de los cuarentas y cincuentas. Se dice que para los cubanos emigrados durante finales del siglo XIX y toda la mitad del XX Veracruz significó permanecer en casa.
Tras el dominio público de la obra de Lara se construye y mitifica al Veracruz Agustino enriquecido con la vasta cultura popular de la ciudad. Esta representación canalizada a través de la radiofonía ha pasado a formar parte de una imagen romántica de aquél ‘Viejo Veracruz’, cándido, soñoliento y en transformación. Parte de estas añoranzas las recoge Félix Martínez González en sus versos Viejo Veracruz, donde plasma algunos pregones de época y anécdotas de la vida cotidiana porteña que vivió en su etapa de niñez. En la picosa disertación se mezclan lugares y fechas, es una representación que se ubica durante los años de la década de 1940. Aquí los retomo del disco Son Montuno del grupo porteño ‘Quinteto Mocambo’, quienes interpretan las coplas musicalizadas por Memo Salamanca:

“Patios de vecindad
con sus viejos lavaderos,
llegaban los panaderos
son su cara de bondad,
Gritando por la ciudad
se escucha un ‘legillero’.
Fui a la ‘Arena Miramar’
casi mil espectadores,
y sus bravos peleadores
difíciles de pelar.
Yo vi aquellos Tiburones
vestidos de Azul y Rojo,
la jugaban a su antojo
brindando mil emociones,
¡Claro que fueron campeones!
No jugaban al cerrojo.
Veracruz, va con tu historia
la de tanto personaje,
que de sombrero o de traje
aún los guarda mi memoria,
no lastimaron tu gloria
repleta de heroicidad.
Veracruz, puerto y ciudad
guardo para ti un cariño
que atesoré desde niño
y hoy le doy publicidad.”[8]

Para la radio de la época estudiada Agustín Lara es el protagonista de sus canciones, víctima de su vida ‘pecaminosa’. En los periódicos de los años treinta y cuarenta aparece tanto en la radio como en artículos y entrevistas manteniendo un discurso tan retórico como romántico de la imagen de su persona. Siempre con vistas a convertirse en un héroe y una leyenda popular. Junto a otros factores, su poesía lírica escuchada a través de los radiorreceptores contribuyó a la conformación de una manera muy peculiar de asir la realidad social, histórica y cultural por parte de los jarochos que vivieron en y al puerto durante el periodo de 1930 a 1950, aproximadamente. En violenta reacción al malsano historial que Veracruz llevaba a cuestas como una losa, se crea una imagen nostálgica que reivindica los pesares de una “raza de bronce que nació para sufrir toda su desventura”, se glorifica y nutre de los contactos con las Antillas. Por el artificio del exotismo musical, del galimatías a que aluden varios de los emigrados en aquellas décadas, se construye idealmente un pueblo alegre y una ciudad pintoresca de casas multicolores, laberínticos patios de vecindad y un valioso centro colonial. Así, el recinto turístico está dispuesto para enamorar al turista y llenarlo de su diáfano encanto.



[1] Carlos Monsiváis (2000), “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”; en Historia General de México. El Colegio de México, México.
[2] Agustín Lara. ‘Noche criolla’ PHAM, México, 1932
[3] Dolores Pla Brugat, (2000) “Los españoles, testimonios de un encuentro”; en Veracruz. Puerto de llegada. H. Ayuntamiento de Veracruz, México, pp. 47
[4] Lara, Agustín. “La cumbancha”, PHAM, 1932
[5] Francisco González Clavijo (1999), La influencia de la música afrocubana en el Puerto de Veracruz, 1928-1998. Universidad Veracruzana, Veracruz. (Tesis para obtener el grado de Maestro en Comunicación)
[6] Archivo General del Estado de Veracruz. Caja: 1167 316/0 1944.
[7] Lara, Agustín. “Oración Caribe.” PHAM, 1932
[8] Quinteto Mocambo. Son Montuno, Veracruz, Ver.