miércoles, 5 de enero de 2011

PREMIO NACIONAL “BENITO JUÁREZ GARCÍA”

Para los mexicanos conscientes de su historia,  amantes de su patria, Juárez es un símbolo. Por eso es motivo de orgullo que una agrupación política nacionalista como Convergencia haya creado un reconocimiento al mérito ciudadano como Premio Nacional “Benito Juárez García”, que este año, en su fase estatal, fue otorgado a siete veracruzanos destacados en su quehacer, entre los cuales se cuentan el maestro Wilfrido Sánchez Márquez, Presidente en funciones de la Academia Mexicana de la Educación, A.C., Sección Veracruz, quien tuvo a su cargo el discurso por parte de los galardonados, mismo que reproducimos en esta edición de Tlanestli, y el artista de la música Alberto de la Rosa, de amplia trayectoria, a quien el maestro Benito Carmona Grajales dedicó unas décimas que también aquí presentamos a nuestros lectores.
DISCURSO DEL MAESTRO WILFRIDO SÁNCHEZ MÁRQUEZ
Como portavoz de los ciudadanos galardonados con el Premio Nacional “Benito Juárez García” Al Mérito Ciudadano, cumpliré en primer término con el encargo que ellos me hicieron, el de expresar a los patrocinadores de este  certamen anual de carácter cívico, que han estado realizando desde el año de 1986, nuestro reconocimiento y gratitud por la extraordinaria y singular distinción de que estamos siendo objeto.
Esta ceremonia que nos emociona profundamente, implica también la adquisición consciente, voluntaria e indeclinable del compromiso de que nuestro comportamiento moral y cívico continuará siendo guiado por los ejemplos preclaros y patrióticos que nos dejara el insigne indio de Guelatao, guía inmarcesible que nos conducirá hacia la “construcción de un nuevo rumbo para México”.
La trayectoria de la vida del ilustre compatriota, calificado por la H. Legislatura de la República de Colombia como “Benemérito de las Américas”, registra hechos importantísimos que determinaron la existencia misma y la manera futura del “cómo ser” de la nación mexicana. Entre los más trascendentes figuran:
Su desempeño excelente al lado del Gral. Juan Álvarez en la Revolución de Ayutla, Gro., movimiento popular que derribó de la Presidencia de la República al dictador Antonio López de Santa Ana; la contribución con la Ley que llevó su nombre en la formulación de la Constitución Liberal de 1857; la lucha heroica sostenida durante tres años contra los aristócratas, los militares conservadores y el clero que pretendían derribar al gobierno liberal constitucionalmente establecido; la promulgación de las Leyes de Reforma en el puerto de Veracruz en los años de 1859 y 1860 y la defensa tenaz, durante cinco largos años, de la soberanía nacional contra la invasión francesa y el imperio de Maximiliano, lucha de la que al salir triunfantes las huestes comandadas por Juárez, conquistó la Segunda Independencia de México. Estos acontecimientos en los que nuestro gran patricio tuvo una participación destacada y decisiva, fueron determinantes de la configuración de México como un Estado moderno, libre y soberano.
Como testimonio de la participación del Presidente Juárez en la formulación de las Leyes de Reforma citaré lo que al respecto dejó escrito Justo Sierra, eminente educador mexicano, en su libro “Juárez, su obra y su tiempo”:
La base en que Juárez asentó la Reforma en los años 59 y 60, era un bloque granítico de lógica y verdad. Nadie entonces pensó en negarle esta responsabilidad, ni este honor. Los obispos en sus pastorales, a él se referían; el Gobierno reaccionario con él se encaraba, los clérigos en los púlpitos, los periodistas en sus virulentos ataques lo nombraban a él, lo excomulgaban a él; el partido liberal NEMINE DISCREPANTE le atribuyó el mérito principal de esta magna empresa. . . ¿Por qué este insigne honor ante la nación reformada y la posteridad emancipada y por eso redimida? Porque ninguno de los que pensaron en ella (la Reforma), podía hacer por ella lo que Juárez hizo: inscribirla en el bronce de la ley, hacerla pasar con sólo autorizarla con su nombre, del campo del pensamiento al del Derecho, Juárez lo hizo”.
En plena Guerra de Reforma, Juárez, bajo el cobijo y la protección de los veracruzanos liberales, estableció en el puerto de Veracruz la Presidencia de la República.
Cuando se desarrollaba la lucha cruenta entre conservadores y liberales, cupo a Veracruz la gloria de que en esta ciudad cuatro veces heroica, se expidieran las Leyes de Reforma, la última de ellas, el 4 de diciembre de 1860, hace justamente 150 años, Ley que estableció en el país la libertad de culto religioso y la de conciencia; creando de este modo el estado laico mexicano.
Al cumplirse el sesquicentenario de la promulgación de estas leyes definitorias en la configuración del Estado Mexicano Moderno, pregunto a los integrantes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de las instancias responsables de la educación, de los partidos políticos y de las organizaciones cívicas y sociales de la Federación y del Estado: ¿Por qué no promovieron y realizaron, como debieran hacerlo, actos conmemorativos de la promulgación de dichas leyes? No olvidemos señores que el devenir de México registra tres grandes movimientos históricos: la Independencia, la Reforma y la Revolución.
La toma de conciencia clara y precisa de las causas y consecuencias de los acontecimientos que acaecen en el país, contribuye a la vigencia y al desarrollo de nuestro proyecto histórico de nación y al fortalecimiento de nuestra identidad nacional.
Ahora que el mundo vive el periodo del neoliberalismo y de la globalización, la penetración imperialista se está haciendo sentir con mayor intensidad, a grado tal, que estamos en el camino de que México se convierta en un país totalmente dependiente de las potencias extranjeras.
Compatriotas: Así como el árbol que pierde sus raíces biológicas deja de existir como tal, los pueblos cuando se desconectan de sus raíces históricas pierden su identidad y desaparecen como naciones libres y soberanas.
¡Luchemos denodadamente para que esto no nos suceda!
¡Viva México!
Xalapa, Ver., 13 de diciembre de 2010.



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