La libertad de expresión, es y ha sido uno de los reclamos sociales, más aún dentro de esta sociedad de la información y comunicación en la que nos encontramos inmersos.
La información en la actualidad fluye, en los diferentes medios: prensa impresa, radio, televisión y ahora internet, exponiendo a la opinión pública problemas de corrupción, inseguridad, crimen, economía, política…
También las extralimitaciones en la información y comunicación son evidentes, debido, entre otras causas, al mercantilismo, ausencia de ética profesional o sencillamente por tendencias grupales o individuales.
En consecuencia, en el análisis de la información la sociedad debe evaluarla, y uno de los criterios será diferenciar entre los dos tipos de comunicadores con presencia en los medios: periodistas y no periodistas.
Los no periodistas, por denominarlos de alguna manera, son aquellas personas con intereses perfectamente definidos debido a su actividad principal: política o económica. Sin duda, ellos ejercen la libertad de expresión aprovechando los espacios ofrecidos en los medios o con sus propios recursos económicos.
En el caso mencionado, la objetividad de la información es bastante cuestionable en consideración a los intereses representados por ellos, incluso por la propia condición humana.
Dentro de este rubro también se encuentra la sociedad civil, ciudadanos preocupados por problemáticas determinadas, son analistas y desde su perspectiva ofrecen su punto de vista. Análogamente, su óptica en diversas ocasiones es reduccionista, que no sin fundamento por el dominio y conocimiento de su ámbito.
Los periodistas, a su vez, aquellos que han hecho de la información y comunicación su oficio, viviendo de ello y para ello, por lo menos en teoría se deben a la sociedad y la información obedecerá a la objetividad exigiéndoseles profesionalismo.
Precisamente y de manera tradicional el Día de la libertad de expresión se instituyó como una forma de apreciar la labor periodística. Desde el año de 1951 el 7 de junio -siendo presidente de la república Miguel Alemán Valdés-, el Estado a través de sus tres niveles de gobierno, reconoce esta labor galardonando y conviviendo con comunicadores.
La conmemoración del Día del periodista como se le conoce comúnmente, también se lleva a cabo en el seno de una infinidad de organizaciones periodísticas de carácter nacional, estatal y local.
A estos, a los periodistas, por la imparcialidad y objetividad de su criterio, son a los que se ha dedicado el Día de la libertad de expresión. La sociedad exige haya informadores profesionales, pero también sabe reconocerlos.
Si la sociedad reclama información acertada, fidedigna, responsable y el Estado la garantiza en sus artículos 6º y 7º constitucional, entonces el periodista debe ejercer la Libertad de expresión sin cortapisas.
lunes, 6 de junio de 2011
APORTACIONES DEL MEXICANO JOSÉ LUIS MARTÍNEZ A LA CULTURA Y A LAS LETRAS.
Por Lisardo Enríquez L.
Entre los muchos y sobresalientes mexicanos que se han dedicado a la investigación literaria e histórica, y a escribir sus opiniones, reflexiones y juicios, además de obras fundamentales para la cultura literaria e histórica, está, indudablemente, José Luis Martínez Rodríguez, quien nació en Atoyac, Jalisco, en 1918 y falleció en la Ciudad de México en el año 2007. En todos sus escritos aparece simplemente como José Luis Martínez. Fue compañero de estudios de Juan José Arreola en la escuela primaria. Estudió la carrera de letras españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Contrajo matrimonio en dos ocasiones, la primera con Amalia Hernández, fundadora y directora del Ballet Folklórico de México, y la segunda con Lydia Baracs, originaria de Hungría.
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se desempeñó como maestro de literatura, pero es ampliamente conocido por su trabajo como ensayista, editor, crítico, historiador, cronista y bibliógrafo. Recibió el doctorado Honoris causa en la Universidad Pedro Henríquez Ureña de Santo Domingo, República Dominicana en 1984, en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1996 y en la Universidad de Las Américas en 1997. Recibió también numerosos premios y condecoraciones.
Desempeñó diversos cargos en el servicio público, entre ellos los siguientes: Secretario Particular del Lic. Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública, de 1943 a 1946, Embajador de México ante la UNESCO en Paris, Francia, de 1963 a 1964, Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes, de 1965 a 1970, Gerente General de los Talleres Gráficos de la Nación entre 1975 y 1976, y Director del Fondo de Cultura Económica de 1977 a 1982. Durante el tiempo en que estuvo al frente de este último se publicaron 701 nuevos títulos y se hizo la Colección de Revistas Literarias Mexicanas Modernas, que fue una edición facsimilar de las revistas literarias mexicanas más importantes de la primera mitad del siglo XX.
De sus escritos anotaré solamente los siguientes: El concepto de muerte en la poesía española del siglo XV; La expresión nacional: letras mexicanas del siglo XIX; La literatura moderna de México; Bernardino de Sahagún; Guía para la navegación de Alfonso Reyes; La literatura mexicana del siglo XX; El mundo antiguo; Unidad y diversidad de la literatura latinoamericana; El ensayo mexicano moderno; Nezahualcóyotl, vida y obra; Hernán Cortés (versión abreviada). En las líneas que siguen haré un breve apunte respecto a las cinco obras que se enlistan al final.
EL MUNDO ANTIGUO.
Se trata de una obra publicada por la Secretaría de Educación Pública en 1976, por encargo del Ing. Víctor Bravo Ahuja, titular de esa dependencia en aquellos años. La idea del Secretario de Educación era tener una versión moderna de las Lecturas Clásicas para Niños que se editaron a iniciativa de Don José Vasconcelos en 1925. La obra consta de seis tomos: el primero está dedicado a la Mesopotamia, Egipto y la India; el segundo a Grecia, el tercero a Hebreos y Cristianos y a Roma; el cuarto a China y Japón; el quinto a Persia e Islam; y el sexto a América Antigua: Nahuas, Mayas, Quechuas y otras culturas.
En la Introducción General que escribió el propio José Luis Martínez, y que aparece en el primer tomo, señala que el propósito es “ofrecer las fuentes de donde surgieron las ideas, los mitos y las ficciones acerca de lo sagrado y acerca de la naturaleza y la historia del hombre”. Más adelante nos dice que “Las secciones correspondientes a cada una de las culturas presentadas se han elaborado cronológicamente con la preocupación de que muestren las creaciones más significativas y, al mismo tiempo, las más hermosas o notables por su valor espiritual, histórico o literario” y que “Al frente de cada sección se ha puesto un resumen introductorio que dé una idea de la historia y la cultura del pueblo correspondiente. . .” Incluye textos seleccionados de lo más representativo de cada una de las culturas que se abordan, con ilustraciones suficientes y adecuadas y con mapas, además de uno o varios estudios al final de cada sección, los cuales tratan aspectos específicos con cierta profundidad. Al final del tomo seis viene una Guía bibliográfica que sirve como referencia para ir a fuentes que proporcionan mayor información.
A pesar de que en cada caso, es decir, en cada sección relativa a una cultura, hay información suficiente, él dice que se trata de una obra de curiosidad y no de consulta. Pero según mi propia experiencia, es una obra sumamente útil para consulta. No lo será, probablemente, en el caso de los expertos. Para los maestros de literatura universal es, o puede ser, un apoyo indispensable. Es esta también una experiencia propia.
En suma, el Mundo Antiguo es una antología de textos dividida en seis tomos, con un total de 2 356 páginas, que proporciona al lector un “panorama cultural” de las civilizaciones más importantes de la antigüedad. La edición se hizo entre el mes de mayo de 1976 en que apareció el primer tomo y el mes de noviembre de ese mismo año, en que salió el sexto tomo. No tengo noticia de nuevas ediciones, que bien harían a las actuales generaciones de mexicanos. Mientras, quienes se interesen por leer y/o utilizar como apoyo docente estas bellas páginas tendrán que ir a las bibliotecas, donde seguramente encontrarán estos libros.
UNIDAD Y DIVERSIDAD DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Es un libro editado en Cuadernos de Joaquín Mortiz, en México, en el año de 1972. Consta de dos partes: 1. Unidad y diversidad de la literatura latinoamericana y 2. La emancipación literaria de Hispanoamérica. Es un texto que invita a reflexionar en los orígenes libertarios de Latinoamérica en el plano de la cultura, y específicamente sobre el mundo literario. Dice nuestro autor que “En pocas ocasiones, como en el primer tercio del siglo XIX, los hispanoamericanos tuvieron una conciencia más plena de que constituían una unidad y realizaban empresas comunes”, que “La literatura latinoamericana del siglo XIX es la de una época de aprendizaje y de formación. El primer aprendizaje tuvo que ser el de la libertad y el de la identidad”.
Llama la atención en dos hechos fundamentales para el desarrollo de las letras en la América Hispánica, uno que tuvo lugar en la Argentina en 1837, y el otro en Chile en 1842. En el primer caso, se trata del discurso que pronunció Juan María Gutiérrez en la sesión inaugural de la Asociación de Mayo, el cual abrió las puertas para la emancipación intelectual. Dijo: “Si hemos de tener una literatura. . . hagamos que sea nacional, que represente nuestras costumbres y nuestra naturaleza, así como nuestros lagos y anchos ríos, sólo reflejan en sus aguas las estrellas de nuestro hemisferio”. En el segundo caso, se trata también de un discurso inaugural, pero ahora de la Sociedad Literaria de Chile, en donde José Victorino Lastarria señaló: “. . . la nacionalidad de una literatura consiste en que tenga una vida propia, en que sea peculiar del pueblo que la posee, conservando fielmente la estampa de su carácter, de ese carácter que se producirá tanto mejor mientras sea más popular. . .” y agregaba: “No hay sobre la tierra. . . pueblos que tengan como los americanos una necesidad más imperiosa de ser originales en su literatura. . .”
En los dos estudios que integran este libro, va señalando el autor los inicios y el desarrollo de la literatura latinoamericana después de las luchas por la independencia nacional, desde la aparición de la novela en el mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, las tradiciones que creó el peruano Ricardo Palma, pasando por los primeros pasos de la novela en Brasil con Joaquín Manoel de Macedo primero y con Joaquín María Machado de Assís después, los colombianos José Manuel Marroquín, Jorge Isaacs y Tomás Carrasquilla, así como los mexicanos Manuel Payno, Luis G. Inclán y José Tomás Cuellar. Cita luego la poesía gauchesca de José Hernández, los encuentros sobre el idioma entre Don Andrés Bello y Don Domingo Faustino Sarmiento, y llega a José Martí, del que dice: “Lo mismo en su poesía que en su prosa, Martí nunca se refiere a clisés o a imágenes o sentimientos abstractos sino a vivencias concretas, familiares, pintorescas a veces y llenas de emoción personal, y sabe transmitírnoslas tan cabalmente que, en el torrente de su prosa, se cristalizan de pronto en sentencias palpitantes y perfectas”.
Ya para el último tercio del siglo XIX se desencadena el movimiento literario del modernismo, que José Luis Martínez aborda en algunos detalles, incluyendo al cubano José Martí, al mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, al nicaragüense Rubén Darío, al peruano José Santos Chocano, al argentino Leopoldo Lugones, a los uruguayos José Enrique Rodó y Horacio Quiroga, así como a poetas notables de México: Díaz Mirón, Urbina, Tablada, González Martínez y Amado Nervo.
Al presentarse síntomas de agotamiento del modernismo, la poesía de América Latina sigue su curso con nuevas figuras y nuevos movimientos. Viene primero lo que se conoce como poesía de vanguardia y luego poesía contemporánea. En estos casos aparecen el chileno Vicente Huidobro, el peruano César Vallejo y el argentino Jorge Luis Borges. En temas muy específicos surgen poetas como el mexicano Ramón López Velarde y el cubano Nicolás Guillén, y ya por entonces inicia su larga producción el chileno Pablo Neruda. En fin, este recorrido toca los años cuarenta del siglo XX con narradores de la talla de Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier y José María Arguedas, y culmina en los años cincuenta del mismo, con los mexicanos Juan Rulfo, Juan José Arreola y Carlos Fuentes, al igual que el argentino Julio Cortázar. Da también un apunte final de autores y obras de los años sesenta del siglo anterior, pero más importante es que los países de América Latina encontraron un camino literario propio, lo cual queda demostrado en este estudio.
Ha dado tanto este continente en hombres y mujeres de letras-que por cierto en una parte el autor se refiere a Alfonsina Storni (argentina), Delmira Agustini y Juana de Ibarborou (uruguayas), así como a Gabriela Mistral (chilena)-que no es posible mencionarlos a todos, sino sólo a los más sobresalientes. En mi caso, hubiera visto con agrado que se incluyera en este estudio al peruano Ciro Alegría, autor de La serpiente de oro, Los perros hambrientos y El mundo es ancho y ajeno, cuyas obras bien se ajustan a lo que proponían Juan María Gutiérrez y José Victorino Lastarria.
EL ENSAYO MEXICANO MODERNO
Esta obra tuvo una primera edición en el año 1958 y una segunda, aumentada, en 1971, a cargo del Fondo de Cultura Económica, en la Colección Letras Mexicanas, Volumen Número 39, cuya selección, introducción y notas realizó José Luis Martínez. Los datos que aquí se registran corresponden a la segunda edición. Aunque breve, la introducción es más bien un estudio sobre lo que es el ensayo. Se trata de una antología que incluye a treinta autores, cuyos textos fueron escritos desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.
En la Introducción a estos ensayos, el autor nos hace ver que de alguna manera pueden encontrarse huellas de ensayo en libros orientales, en el antiguo testamento, así como en textos griegos y latinos, pero que, desde luego, aparece “plenamente y con todos sus matices y posibilidades en los Ensayos de Montaigne cuya primera versión es de 1580”. El otro antecedente importante que señala es que “Bacon, en sus Ensayos publicados poco después que los de Montaigne (1597), definiría el género naciente como dispersed meditations”. De acuerdo con José Luis Martínez, los rasgos implícitos del ensayo en Montaigne y en Bacon son: exposición discursiva en prosa; extensión variable que puede tener desde pocas líneas hasta algunos centenares de páginas, pero que puede ser leído “de una sola vez”; finalmente dice que, de acuerdo con Burckhardt, el ensayo “determina un múltiple conocimiento de lo individual en todos sus matices y gradaciones, en forma de descripciones espirituales, biografías y descripciones externas del ser humano y de escenas animadas de la vida”. Para decirlo en pocas palabras, el ensayo es “literatura de ideas”.
Al referirse a la temática ensayística mexicana, dice que nuestros autores “se inclinan insistente y tenazmente a explorar una sola interrogante, la realidad y la problemática nacional, cualquiera que sea su personal perspectiva y disciplina-filosófica o histórica, científica o literaria-y su ideología. El tema constante en la mayoría de los ensayos modernos será México; México en su totalidad o algunos de los asuntos que interesan a la formación del país: su historia, su cultura, sus problemas económicos y sociales, sus creaciones literarias y artísticas, su pasado y su presente”.
Los autores seleccionados por José Luis Martínez están entre los más connotados pensadores y escritores de nuestro país. Algunos de ellos son: Justo Sierra, Manuel Gutiérrez Nájera, Luis G. Urbina, Amado Nervo, José Vasconcelos, Antonio Caso, Ramón López Velarde, Alfonso Reyes, Julio Torri, Jesús Silva Herzog, Samuel Ramos, Daniel Cosío Vellegas y 18 más, todos ellos destacados por su trabajo intelectual.
NEZAHUALCOYOTL, VIDA Y OBRA
Esta obra fue publicada por el Fondo de Cultura Económica, en la Biblioteca Americana, Serie de Literatura Indígena, Pensamiento y Acción. La primera edición es de 1972, y cuenta con una primera reimpresión en 1975 y una segunda en 1980. El autor escribió este libro en conmemoración a los quinientos años de la muerte (1402-1472) del Rey poeta de Tezcoco, considerado una figura legendaria de la época prehispánica. Se trata de un estudio de la vida y la obra de Nezahualcoyotl, complementado con un Apéndice documental, así como con textos que se le atribuyen, entre los cuales encontramos poemas (hasta la fecha es el autor del mayor número de poemas prehispánicos que se han encontrado), Arengas, razonamientos y Ordenanzas.
Antes de empezar la obra propiamente dicha, José Luis Martínez nos dice en su página Preliminar que Nezahualcoyotl trascendió a su tiempo por. . . “las instituciones culturales que estableció, como fueron los archivos de los libros pintados, las escuelas y consejos superiores, las academias de sabios y poetas, las colecciones de flora y fauna, y aun por el cuidado de la lengua que distinguía a sus dominios. Dentro del mundo nahua del siglo anterior a la conquista, él representa una tradición moral y espiritual, la herencia tolteca de Quetzalcóatl, que intentó oponerse a la concepción místico-guerrera de los aztecas”.
En lo que se refiere a Nezahualcoyotl como poeta, dice José Luis Martínez: “. . . es el único de nuestros antiguos poetas indios cuyos cantos cubren la casi totalidad de la temática náhuatl: indagaciones sobre la naturaleza y la función de la poesía, cantos de flores o de primavera, meditaciones sobre la relación del hombre con la divinidad, lamentos por la fugacidad de la vida y los deleites, cavilaciones sobre el Más Allá, elogios de guerreros y príncipes y aun profecías”. En esta obra explica que gracias al trabajo directo de traducción del náhuatl al español realizado por Don Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla, es que se conocen los textos auténticos de esta literatura. Precisamente el Padre Garibay tradujo estos hermosos versos del Rey-poeta:
Soy un canto en el ancho cerco del agua,
Anda mi corazón en la ribera de los hombres. . .
Estoy desolado, ay, está desolado mi corazón;
Yo soy poeta en la Ribera de las Nueve Corrientes,
En la tierra del agua floreciente.
Oh mis amigos, sea ya el amortajamiento.
HERNÁN CORTÉS (VERSIÓN ABREVIADA)
Es una obra editada en la Colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica, cuya primera versión es de 1992, con una reimpresión en el año 2005, dos antes de la muerte del autor. Esta “versión abreviada” de la vida del conquistador Hernán Cortés consta de 619 páginas. Va desde sus orígenes en Medellín, región de Extremadura, España, en 1485, hasta su muerte, en 1547, en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, España.
En la introducción a una entrevista que le hizo Fernando García Ramírez al escritor José Luis Martínez, para la Revista Letras Libres, dice: “Dentro de los orígenes de México ningún tema le atraía más que el de la gesta de nuestro fundador, Hernán Cortés, que se propuso abordar sin apasionamientos ni ideologías cegadoras, haciendo acopio de una gran cantidad de información y luego dándole salida de una forma lógica, clara, elegante inclusive. . . Entró por la puerta grande de la historia, con la biografía de un personaje polémico; lo hizo para tratar de cerrar una herida nacional, y su labor fue calificada, entre otros por Manuel Alvar, como una obra maestra”.
José Luis Martínez fue un amante de México, su país, y de las letras nacionales y universales. Decía: “Es necesario conocernos, saber cuanto sea posible de nuestro pasado, pero sobre todo conocerlo y amarlo”.
Entre los muchos y sobresalientes mexicanos que se han dedicado a la investigación literaria e histórica, y a escribir sus opiniones, reflexiones y juicios, además de obras fundamentales para la cultura literaria e histórica, está, indudablemente, José Luis Martínez Rodríguez, quien nació en Atoyac, Jalisco, en 1918 y falleció en la Ciudad de México en el año 2007. En todos sus escritos aparece simplemente como José Luis Martínez. Fue compañero de estudios de Juan José Arreola en la escuela primaria. Estudió la carrera de letras españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Contrajo matrimonio en dos ocasiones, la primera con Amalia Hernández, fundadora y directora del Ballet Folklórico de México, y la segunda con Lydia Baracs, originaria de Hungría.
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se desempeñó como maestro de literatura, pero es ampliamente conocido por su trabajo como ensayista, editor, crítico, historiador, cronista y bibliógrafo. Recibió el doctorado Honoris causa en la Universidad Pedro Henríquez Ureña de Santo Domingo, República Dominicana en 1984, en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1996 y en la Universidad de Las Américas en 1997. Recibió también numerosos premios y condecoraciones.
Desempeñó diversos cargos en el servicio público, entre ellos los siguientes: Secretario Particular del Lic. Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública, de 1943 a 1946, Embajador de México ante la UNESCO en Paris, Francia, de 1963 a 1964, Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes, de 1965 a 1970, Gerente General de los Talleres Gráficos de la Nación entre 1975 y 1976, y Director del Fondo de Cultura Económica de 1977 a 1982. Durante el tiempo en que estuvo al frente de este último se publicaron 701 nuevos títulos y se hizo la Colección de Revistas Literarias Mexicanas Modernas, que fue una edición facsimilar de las revistas literarias mexicanas más importantes de la primera mitad del siglo XX.
De sus escritos anotaré solamente los siguientes: El concepto de muerte en la poesía española del siglo XV; La expresión nacional: letras mexicanas del siglo XIX; La literatura moderna de México; Bernardino de Sahagún; Guía para la navegación de Alfonso Reyes; La literatura mexicana del siglo XX; El mundo antiguo; Unidad y diversidad de la literatura latinoamericana; El ensayo mexicano moderno; Nezahualcóyotl, vida y obra; Hernán Cortés (versión abreviada). En las líneas que siguen haré un breve apunte respecto a las cinco obras que se enlistan al final.
EL MUNDO ANTIGUO.
Se trata de una obra publicada por la Secretaría de Educación Pública en 1976, por encargo del Ing. Víctor Bravo Ahuja, titular de esa dependencia en aquellos años. La idea del Secretario de Educación era tener una versión moderna de las Lecturas Clásicas para Niños que se editaron a iniciativa de Don José Vasconcelos en 1925. La obra consta de seis tomos: el primero está dedicado a la Mesopotamia, Egipto y la India; el segundo a Grecia, el tercero a Hebreos y Cristianos y a Roma; el cuarto a China y Japón; el quinto a Persia e Islam; y el sexto a América Antigua: Nahuas, Mayas, Quechuas y otras culturas.
En la Introducción General que escribió el propio José Luis Martínez, y que aparece en el primer tomo, señala que el propósito es “ofrecer las fuentes de donde surgieron las ideas, los mitos y las ficciones acerca de lo sagrado y acerca de la naturaleza y la historia del hombre”. Más adelante nos dice que “Las secciones correspondientes a cada una de las culturas presentadas se han elaborado cronológicamente con la preocupación de que muestren las creaciones más significativas y, al mismo tiempo, las más hermosas o notables por su valor espiritual, histórico o literario” y que “Al frente de cada sección se ha puesto un resumen introductorio que dé una idea de la historia y la cultura del pueblo correspondiente. . .” Incluye textos seleccionados de lo más representativo de cada una de las culturas que se abordan, con ilustraciones suficientes y adecuadas y con mapas, además de uno o varios estudios al final de cada sección, los cuales tratan aspectos específicos con cierta profundidad. Al final del tomo seis viene una Guía bibliográfica que sirve como referencia para ir a fuentes que proporcionan mayor información.
A pesar de que en cada caso, es decir, en cada sección relativa a una cultura, hay información suficiente, él dice que se trata de una obra de curiosidad y no de consulta. Pero según mi propia experiencia, es una obra sumamente útil para consulta. No lo será, probablemente, en el caso de los expertos. Para los maestros de literatura universal es, o puede ser, un apoyo indispensable. Es esta también una experiencia propia.
En suma, el Mundo Antiguo es una antología de textos dividida en seis tomos, con un total de 2 356 páginas, que proporciona al lector un “panorama cultural” de las civilizaciones más importantes de la antigüedad. La edición se hizo entre el mes de mayo de 1976 en que apareció el primer tomo y el mes de noviembre de ese mismo año, en que salió el sexto tomo. No tengo noticia de nuevas ediciones, que bien harían a las actuales generaciones de mexicanos. Mientras, quienes se interesen por leer y/o utilizar como apoyo docente estas bellas páginas tendrán que ir a las bibliotecas, donde seguramente encontrarán estos libros.
UNIDAD Y DIVERSIDAD DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Es un libro editado en Cuadernos de Joaquín Mortiz, en México, en el año de 1972. Consta de dos partes: 1. Unidad y diversidad de la literatura latinoamericana y 2. La emancipación literaria de Hispanoamérica. Es un texto que invita a reflexionar en los orígenes libertarios de Latinoamérica en el plano de la cultura, y específicamente sobre el mundo literario. Dice nuestro autor que “En pocas ocasiones, como en el primer tercio del siglo XIX, los hispanoamericanos tuvieron una conciencia más plena de que constituían una unidad y realizaban empresas comunes”, que “La literatura latinoamericana del siglo XIX es la de una época de aprendizaje y de formación. El primer aprendizaje tuvo que ser el de la libertad y el de la identidad”.
Llama la atención en dos hechos fundamentales para el desarrollo de las letras en la América Hispánica, uno que tuvo lugar en la Argentina en 1837, y el otro en Chile en 1842. En el primer caso, se trata del discurso que pronunció Juan María Gutiérrez en la sesión inaugural de la Asociación de Mayo, el cual abrió las puertas para la emancipación intelectual. Dijo: “Si hemos de tener una literatura. . . hagamos que sea nacional, que represente nuestras costumbres y nuestra naturaleza, así como nuestros lagos y anchos ríos, sólo reflejan en sus aguas las estrellas de nuestro hemisferio”. En el segundo caso, se trata también de un discurso inaugural, pero ahora de la Sociedad Literaria de Chile, en donde José Victorino Lastarria señaló: “. . . la nacionalidad de una literatura consiste en que tenga una vida propia, en que sea peculiar del pueblo que la posee, conservando fielmente la estampa de su carácter, de ese carácter que se producirá tanto mejor mientras sea más popular. . .” y agregaba: “No hay sobre la tierra. . . pueblos que tengan como los americanos una necesidad más imperiosa de ser originales en su literatura. . .”
En los dos estudios que integran este libro, va señalando el autor los inicios y el desarrollo de la literatura latinoamericana después de las luchas por la independencia nacional, desde la aparición de la novela en el mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, las tradiciones que creó el peruano Ricardo Palma, pasando por los primeros pasos de la novela en Brasil con Joaquín Manoel de Macedo primero y con Joaquín María Machado de Assís después, los colombianos José Manuel Marroquín, Jorge Isaacs y Tomás Carrasquilla, así como los mexicanos Manuel Payno, Luis G. Inclán y José Tomás Cuellar. Cita luego la poesía gauchesca de José Hernández, los encuentros sobre el idioma entre Don Andrés Bello y Don Domingo Faustino Sarmiento, y llega a José Martí, del que dice: “Lo mismo en su poesía que en su prosa, Martí nunca se refiere a clisés o a imágenes o sentimientos abstractos sino a vivencias concretas, familiares, pintorescas a veces y llenas de emoción personal, y sabe transmitírnoslas tan cabalmente que, en el torrente de su prosa, se cristalizan de pronto en sentencias palpitantes y perfectas”.
Ya para el último tercio del siglo XIX se desencadena el movimiento literario del modernismo, que José Luis Martínez aborda en algunos detalles, incluyendo al cubano José Martí, al mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, al nicaragüense Rubén Darío, al peruano José Santos Chocano, al argentino Leopoldo Lugones, a los uruguayos José Enrique Rodó y Horacio Quiroga, así como a poetas notables de México: Díaz Mirón, Urbina, Tablada, González Martínez y Amado Nervo.
Al presentarse síntomas de agotamiento del modernismo, la poesía de América Latina sigue su curso con nuevas figuras y nuevos movimientos. Viene primero lo que se conoce como poesía de vanguardia y luego poesía contemporánea. En estos casos aparecen el chileno Vicente Huidobro, el peruano César Vallejo y el argentino Jorge Luis Borges. En temas muy específicos surgen poetas como el mexicano Ramón López Velarde y el cubano Nicolás Guillén, y ya por entonces inicia su larga producción el chileno Pablo Neruda. En fin, este recorrido toca los años cuarenta del siglo XX con narradores de la talla de Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier y José María Arguedas, y culmina en los años cincuenta del mismo, con los mexicanos Juan Rulfo, Juan José Arreola y Carlos Fuentes, al igual que el argentino Julio Cortázar. Da también un apunte final de autores y obras de los años sesenta del siglo anterior, pero más importante es que los países de América Latina encontraron un camino literario propio, lo cual queda demostrado en este estudio.
Ha dado tanto este continente en hombres y mujeres de letras-que por cierto en una parte el autor se refiere a Alfonsina Storni (argentina), Delmira Agustini y Juana de Ibarborou (uruguayas), así como a Gabriela Mistral (chilena)-que no es posible mencionarlos a todos, sino sólo a los más sobresalientes. En mi caso, hubiera visto con agrado que se incluyera en este estudio al peruano Ciro Alegría, autor de La serpiente de oro, Los perros hambrientos y El mundo es ancho y ajeno, cuyas obras bien se ajustan a lo que proponían Juan María Gutiérrez y José Victorino Lastarria.
EL ENSAYO MEXICANO MODERNO
Esta obra tuvo una primera edición en el año 1958 y una segunda, aumentada, en 1971, a cargo del Fondo de Cultura Económica, en la Colección Letras Mexicanas, Volumen Número 39, cuya selección, introducción y notas realizó José Luis Martínez. Los datos que aquí se registran corresponden a la segunda edición. Aunque breve, la introducción es más bien un estudio sobre lo que es el ensayo. Se trata de una antología que incluye a treinta autores, cuyos textos fueron escritos desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.
En la Introducción a estos ensayos, el autor nos hace ver que de alguna manera pueden encontrarse huellas de ensayo en libros orientales, en el antiguo testamento, así como en textos griegos y latinos, pero que, desde luego, aparece “plenamente y con todos sus matices y posibilidades en los Ensayos de Montaigne cuya primera versión es de 1580”. El otro antecedente importante que señala es que “Bacon, en sus Ensayos publicados poco después que los de Montaigne (1597), definiría el género naciente como dispersed meditations”. De acuerdo con José Luis Martínez, los rasgos implícitos del ensayo en Montaigne y en Bacon son: exposición discursiva en prosa; extensión variable que puede tener desde pocas líneas hasta algunos centenares de páginas, pero que puede ser leído “de una sola vez”; finalmente dice que, de acuerdo con Burckhardt, el ensayo “determina un múltiple conocimiento de lo individual en todos sus matices y gradaciones, en forma de descripciones espirituales, biografías y descripciones externas del ser humano y de escenas animadas de la vida”. Para decirlo en pocas palabras, el ensayo es “literatura de ideas”.
Al referirse a la temática ensayística mexicana, dice que nuestros autores “se inclinan insistente y tenazmente a explorar una sola interrogante, la realidad y la problemática nacional, cualquiera que sea su personal perspectiva y disciplina-filosófica o histórica, científica o literaria-y su ideología. El tema constante en la mayoría de los ensayos modernos será México; México en su totalidad o algunos de los asuntos que interesan a la formación del país: su historia, su cultura, sus problemas económicos y sociales, sus creaciones literarias y artísticas, su pasado y su presente”.
Los autores seleccionados por José Luis Martínez están entre los más connotados pensadores y escritores de nuestro país. Algunos de ellos son: Justo Sierra, Manuel Gutiérrez Nájera, Luis G. Urbina, Amado Nervo, José Vasconcelos, Antonio Caso, Ramón López Velarde, Alfonso Reyes, Julio Torri, Jesús Silva Herzog, Samuel Ramos, Daniel Cosío Vellegas y 18 más, todos ellos destacados por su trabajo intelectual.
NEZAHUALCOYOTL, VIDA Y OBRA
Esta obra fue publicada por el Fondo de Cultura Económica, en la Biblioteca Americana, Serie de Literatura Indígena, Pensamiento y Acción. La primera edición es de 1972, y cuenta con una primera reimpresión en 1975 y una segunda en 1980. El autor escribió este libro en conmemoración a los quinientos años de la muerte (1402-1472) del Rey poeta de Tezcoco, considerado una figura legendaria de la época prehispánica. Se trata de un estudio de la vida y la obra de Nezahualcoyotl, complementado con un Apéndice documental, así como con textos que se le atribuyen, entre los cuales encontramos poemas (hasta la fecha es el autor del mayor número de poemas prehispánicos que se han encontrado), Arengas, razonamientos y Ordenanzas.
Antes de empezar la obra propiamente dicha, José Luis Martínez nos dice en su página Preliminar que Nezahualcoyotl trascendió a su tiempo por. . . “las instituciones culturales que estableció, como fueron los archivos de los libros pintados, las escuelas y consejos superiores, las academias de sabios y poetas, las colecciones de flora y fauna, y aun por el cuidado de la lengua que distinguía a sus dominios. Dentro del mundo nahua del siglo anterior a la conquista, él representa una tradición moral y espiritual, la herencia tolteca de Quetzalcóatl, que intentó oponerse a la concepción místico-guerrera de los aztecas”.
En lo que se refiere a Nezahualcoyotl como poeta, dice José Luis Martínez: “. . . es el único de nuestros antiguos poetas indios cuyos cantos cubren la casi totalidad de la temática náhuatl: indagaciones sobre la naturaleza y la función de la poesía, cantos de flores o de primavera, meditaciones sobre la relación del hombre con la divinidad, lamentos por la fugacidad de la vida y los deleites, cavilaciones sobre el Más Allá, elogios de guerreros y príncipes y aun profecías”. En esta obra explica que gracias al trabajo directo de traducción del náhuatl al español realizado por Don Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla, es que se conocen los textos auténticos de esta literatura. Precisamente el Padre Garibay tradujo estos hermosos versos del Rey-poeta:
Soy un canto en el ancho cerco del agua,
Anda mi corazón en la ribera de los hombres. . .
Estoy desolado, ay, está desolado mi corazón;
Yo soy poeta en la Ribera de las Nueve Corrientes,
En la tierra del agua floreciente.
Oh mis amigos, sea ya el amortajamiento.
HERNÁN CORTÉS (VERSIÓN ABREVIADA)
Es una obra editada en la Colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica, cuya primera versión es de 1992, con una reimpresión en el año 2005, dos antes de la muerte del autor. Esta “versión abreviada” de la vida del conquistador Hernán Cortés consta de 619 páginas. Va desde sus orígenes en Medellín, región de Extremadura, España, en 1485, hasta su muerte, en 1547, en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, España.
En la introducción a una entrevista que le hizo Fernando García Ramírez al escritor José Luis Martínez, para la Revista Letras Libres, dice: “Dentro de los orígenes de México ningún tema le atraía más que el de la gesta de nuestro fundador, Hernán Cortés, que se propuso abordar sin apasionamientos ni ideologías cegadoras, haciendo acopio de una gran cantidad de información y luego dándole salida de una forma lógica, clara, elegante inclusive. . . Entró por la puerta grande de la historia, con la biografía de un personaje polémico; lo hizo para tratar de cerrar una herida nacional, y su labor fue calificada, entre otros por Manuel Alvar, como una obra maestra”.
José Luis Martínez fue un amante de México, su país, y de las letras nacionales y universales. Decía: “Es necesario conocernos, saber cuanto sea posible de nuestro pasado, pero sobre todo conocerlo y amarlo”.
¡BASTA!
(Poesía para declamar en coro)
Por Daniel Mario Gómez Alvarado*
(Solista 1) ¡¡¡ Basta ¡!!
(Solista 2) ¡¡¡ Sí ¡!! ¡¡¡ Basta ¡!!
Todos ¡¡¡ Basta ¡!!
(Grupo 1) Las manos no saben
De una caricia.
Los dedos encallecidos
Están adormecidos
De tanta injusticia.
(Solista 1) ¡¡¡ Basta ¡!!
(Todos) ¡¡¡ Sí, basta ¡!!
(Grupo 2) Estómagos vacíos
Y mentes vacías,
Cuerpos golpeados
(Todos) y llagados.
(Grupo 2) Espíritus fustigados
Por la ignominia
(Solista 2) y la soberbia
(Todos) de los hacendados.
(Solista 1) ¡¡¡ Basta ¡!!
(Todos) ¡¡¡ Sí, basta de dolor y muerte ¡!!
(Todos) Tomemos el último aliento de esperanza
Y luchemos.
(Solista 1) Vayamos a luchar con el señor Madero
(Solista 2 que caiga el dictador artero.
(Todos) ¡Basta! , ¡Basta!, ¡Basta!, ¡Basta!
(Todos repiten con voz muy baja y los ojos cerrados la palabra ¡Basta!, mientras un tercer solista dice: )
(Solista 3) Mil voces preñadas
de protesta retumban
en los muros,
en los maizales. . .
(Todos) ¡ Y en los magueyales ¡
(Solista 3) Que el penar de nuestros hijos esclavizados
(Todos) y encadenados,
(Solista 3) nos de fuerzas para derrumbar
al dictador
(Todos) Y se acabe el dolor.
(Solista 1) ¡ Muera la injusticia ¡
(Todos) ¡ Muera ¡
(Solista 2) ¡ Que acabe la opresión ¡
(Todos) ¡ Que acabe ¡
¡ Vayamos a la revolución ¡
*Profesor de educación primaria jubilado y médico, se dedicó durante más de 30 años a trabajar con niños en comunidades del sur y del centro de la entidad veracruzana. Su amor a la docencia le permitió acumular gratas experiencias y lo ha llevado a escribir textos en prosa y poemas como éste que hizo para decir en coro, con motivo del inicio de la Revolución Mexicana. ¡Basta! es un poema que Amanecer recomienda a los maestros de grupo, de cualquier nivel educativo, para el desarrollo de valores cívicos y sociales en los alumnos, así como para el desarrollo de su personalidad en general. El autor radica actualmente en la Ciudad de Veracruz.
Por Daniel Mario Gómez Alvarado*
(Solista 1) ¡¡¡ Basta ¡!!
(Solista 2) ¡¡¡ Sí ¡!! ¡¡¡ Basta ¡!!
Todos ¡¡¡ Basta ¡!!
(Grupo 1) Las manos no saben
De una caricia.
Los dedos encallecidos
Están adormecidos
De tanta injusticia.
(Solista 1) ¡¡¡ Basta ¡!!
(Todos) ¡¡¡ Sí, basta ¡!!
(Grupo 2) Estómagos vacíos
Y mentes vacías,
Cuerpos golpeados
(Todos) y llagados.
(Grupo 2) Espíritus fustigados
Por la ignominia
(Solista 2) y la soberbia
(Todos) de los hacendados.
(Solista 1) ¡¡¡ Basta ¡!!
(Todos) ¡¡¡ Sí, basta de dolor y muerte ¡!!
(Todos) Tomemos el último aliento de esperanza
Y luchemos.
(Solista 1) Vayamos a luchar con el señor Madero
(Solista 2 que caiga el dictador artero.
(Todos) ¡Basta! , ¡Basta!, ¡Basta!, ¡Basta!
(Todos repiten con voz muy baja y los ojos cerrados la palabra ¡Basta!, mientras un tercer solista dice: )
(Solista 3) Mil voces preñadas
de protesta retumban
en los muros,
en los maizales. . .
(Todos) ¡ Y en los magueyales ¡
(Solista 3) Que el penar de nuestros hijos esclavizados
(Todos) y encadenados,
(Solista 3) nos de fuerzas para derrumbar
al dictador
(Todos) Y se acabe el dolor.
(Solista 1) ¡ Muera la injusticia ¡
(Todos) ¡ Muera ¡
(Solista 2) ¡ Que acabe la opresión ¡
(Todos) ¡ Que acabe ¡
¡ Vayamos a la revolución ¡
*Profesor de educación primaria jubilado y médico, se dedicó durante más de 30 años a trabajar con niños en comunidades del sur y del centro de la entidad veracruzana. Su amor a la docencia le permitió acumular gratas experiencias y lo ha llevado a escribir textos en prosa y poemas como éste que hizo para decir en coro, con motivo del inicio de la Revolución Mexicana. ¡Basta! es un poema que Amanecer recomienda a los maestros de grupo, de cualquier nivel educativo, para el desarrollo de valores cívicos y sociales en los alumnos, así como para el desarrollo de su personalidad en general. El autor radica actualmente en la Ciudad de Veracruz.
SEMBLANZA DE UN ILUSTRE HUATUSQUEÑO: EL DR. DARÍO MÉNDEZ LIMA.
Por Daniel Méndez Vivanco
El Dr. Darío Méndez Lima, a pesar de haber nacido en la ciudad de las aguas alegres (Orizaba) en el año de 1862 y haberse criado allí, es considerado “Huatusqueño Ilustre” en virtud de la honda huella que dejó en su etapa más productiva que fue la profesional, y como ciudadano distinguido en razón de las obras entregadas en beneficio de la sociedad huatusqueña a la que tanto quiso, al igual que a su familia que allá en esas tierras formó.
A los veinticinco años se tituló de médico en el antiguo Colegio Carolino, hoy Universidad de Puebla. En 1887 llegó a la Ciudad de Huatusco donde contrajo nupcias con Rafaela César Córdoba. Desde entonces hasta el día de su muerte, el Dr. Méndez Lima vivió en ese hermoso lugar. Su presencia en Huatusco obedeció a la invitación que le hicieran los jefes del Cantón, Don Carlos A. Hernández y Don Ignacio Canseco (siendo éste compadre del General Porfirio Díaz e integrante del grupo intelectual “Los Científicos”, que como se sabe asesoró al general durante el tiempo que duró su gestión). Don Ignacio Canseco lo invitó a participar de manera directa en la introducción y conformación de la educación liberal que auspiciaba desde el Ministerio de Educación en México Don Justo Sierra, educación liberal cuya inspiración histórica se remonta a la época juarista en que Gabino Barreda trae a nuestro país la filosofía positivista que había obtenido a través de la enseñanza de Augusto Compte en Francia. El Dr. Darío Méndez Lima se incorpora inmediatamente como Secretario de Educación del Ayuntamiento de Huatusco y lleva a cabo la creación de la primera escuela para mujeres en el nivel de educación básica y adulta, primera en su género para la enseñanza del sexo femenino, rompiendo con ello esquemas rigoristas propios de la época victoriana que se vivía, cargada de un excesivo conservadurismo. Además, imbuido por el influjo de la obra educativa de Enrique C. Rébsamen, que ya se dejaba sentir en ese tiempo por todo lo ancho y largo del territorio veracruzano, fortalece la presencia de las primeras escuelas cantonales en Huatusco y la región, terminando de esa manera con el monopolio que por medio de El Colegio Josefino ejercía hasta esos momentos el clero en el aspecto educativo.
Cabe destacar, ya que estamos hablando del contexto cultural del porfiriato, que el Dr. Darío Méndez Lima es también el primero en realizar reuniones regionales pedagógicas entre los estados de Veracruz y Puebla, que sirvieron de marco referencial para que posteriormente y en el mismo régimen de Porfirio Díaz se celebraran los Congresos Pedagógicos que tanta importancia tuvieron para la historia de la educación, no sólo del país sino a nivel internacional, resaltados en diferentes libros sobre política e historia de la educación. Estos congresos, es importante recordarlo, estuvieron organizados bajo la supervisión de Don Justo Sierra, Ministro de Educación. Paradójico-así se ha escrito-que durante la dictadura porfirista la educación experimentase un avance de suma trascendencia.
En lo referente a las escuelas ubicadas en el nivel medio superior y superior, el distinguido galeno creó a fines del siglo XIX la Academia Nocturna Preparatoria, antecedente de los bachilleratos, en donde muchas generaciones recibieron la enseñanza de parte de personajes preclaros como Ernesto “El chango” García Cabral, genial caricaturista de fama internacional que recreó personajes y momentos en testimonios gráficos en el pasado mexicano inmediato; los profesores de origen cubano Atenógenes y Atenodoro Pérez y Soto, que pasarían a ser posteriormente catedráticos renombrados de la Escuela Normal Veracruzana y autores de los libros de texto para lecturas complementarias “Isis” e “Iris”, y que a su paso por Huatusco ejercieron su carrera como mentores; Enriqueta Sehara de Rueda, muy leída en su tiempo en publicaciones tales como la Revista Jarocha, Xalapa y El Correo Ilustrado; también integrantes de una generación de mujeres pensantes y de letras como Lázara Meldiú, María Enriqueta Camarillo y Roa y Pacona García Batle; la soprano Rosario de la Fraga, conocida en el mundo artístico como “el ruiseñor mexicano”, quien recorriera diversas partes del mundo llevando con su voz la representación del país entero; y otros que sería largo citar en este espacio.
Por la tradición oral se sabe también que el Dr. Méndez Lima fue iniciador, en aquel tiempo, de los cursos para maestros rurales en toda esa zona. Es fundador de la primera y única biblioteca de Huatusco, la cual ha guardado el cúmulo de conocimientos en sus vitrinas y anaqueles y ha brindado servicios durante muchos años a las juventudes estudiosas, así como a los adultos interesados en abrevar de la sabiduría de los libros o de los consejos y enseñanzas que él mismo proporcionaba en aquellas tardes pardeadas por el ocaso, cuando acudían al viejo maestro que en amena y gratificante conversación siempre tenía que narrarles. Así lo describe Don Manuel Horta, periodista y prominente columnista de la revista Jueves de Exélsior, en su libro Siluetas en la Neblina, respecto a la impresión que le causa al ser presentado a él por García Cabral.
En este tenor de ideas, olvidaba mencionar que para el sostenimiento de la Academia Preparatoria Nocturna no escatimó esfuerzo alguno, compartiendo el tiempo dedicado a su profesión de médico con las actividades docentes, y se sabe que muchas veces pagaba de su bolsillo a los maestros que le ayudaban a sostener dicho centro de estudios.
Es también creador junto con Adalberto César, familiar de su esposa, de las primeras tipografías o editoras de Huatusco que difundieron literatura de diversos tópicos, pero de manera especial con temática liberal ilustrada.
Es importante subrayar que en todas las actividades de carácter social en las que participó el Dr. Darío Méndez Lima, y especialmente en las que se relacionan con el campo educativo, nunca cobró sueldo sino, por el contrario, siempre costeó obra material y salarios de los maestros de su propio peculio, ganándose con esto la fama y el reconocimiento social de filántropo.
Se pueden citar infinidad de testimonios de gente que vive y lo recuerda con cariño, acerca de las consultas médicas que brindaba gratuitamente a personas que carecían de recursos para pagarlas, a quienes incluso llegaba a regalar los medicamentos que se requerían. En varias ocasiones realizó gestiones propias del encargo de la presidencia del Ayuntamiento, que por circunstancias políticas así lo ameritaban. Fue asesor cultural permanente de varios alcaldes y jefes de Cantón. Aunque su profesión era de médico, como ya se dijo, tuvo de manera paralela una formación humanístico-filosófica que manifestó en los terrenos político, cultural y social de Huatusco y la región.
En 1910 fungió como Presidente del Comité Profestejos del Primer Centenario de Nuestra Independencia, logrando realizar en la conmemoración de este hecho histórico un lucido festival.
En junio de 1937 cumplió sus Bodas de Oro profesionales y se organizó un festival en su honor con la participación de todo el pueblo. El Presidente Municipal, Sr. Manuel Roseros, le otorgó entonces un diploma donde lo nombraron Hijo Predilecto de Huatusco.
El 11 de junio de 1947, cuando el Dr. Méndez Lima cumplió 60 años como médico, el Lic. Miguel Alemán Valdés, Presidente de la República, le otorgó una medalla de oro por sus altos méritos como profesionista y ciudadano, que la familia conserva con fundado orgullo, y en cuya inscripción dice lo siguiente: “Lic. Miguel Alemán Valdés /Presidente de la República/ al Dr. Darío Méndez Lima/ en el 60 aniversario de su labor insigne como filántropo, educador y profesional/ junio de 1947”.
Debido a lo anterior, se hace merecedor de muy justo homenaje que organiza el Ayuntamiento presidido entonces por el Sr. Mario González Sedas, quien tenía como atributos una comicidad muy especial, una amena charla cargada de anécdotas y vivencias entremezcladas por un sentido común que para la época mágica que se vivía resultaba ser un típico personaje; en este homenaje se le entrega otra medalla a nombre del pueblo huatusqueño, en uno de cuyos lados se lee: “El H. Ayuntamiento con cariño y respeto al Sr. Dr. Darío Méndez Lima, con motivo del aniversario de su recepción.
Se llevó a cabo una velada literario-musical inolvidable a la que asistieron altas personalidades, destacándose entre ellas la presencia de su querido exalumno, el genial caricaturista Ernesto “El Chango” García Cabral y la del distinguido poeta cordobés, abogado Don León Sánchez Arévalo, durante la cual el Rector de la Universidad Veracruzana, Dr. Gabriel Garzón Cossa, le entregó una medalla al mérito en la que destaca el lema de esa Casa de Estudios: “Lis de Veracruz: Arte, Ciencia y Luz”.
De manera alterna se editó una memoria en la que contribuyeron con su pensamiento plagado de elogios para el Dr. Méndez Lima, alumnos, ex-alumnos, familiares, amistades, ciudadanos distinguidos, intelectuales, políticos, personas cercanas a él y gente en general; además, fue ilustrada en la portada y contraportada por el propio caricaturista García Cabral. En este testimonial se destacan plumas como la del citado caricaturista, la poetisa Enriqueta Sehara de Rueda, el escritor Pedro Gringoire, articulista de Excélsior, Federico Gamboa, periodista y director de la Academia Mexicana correspondiente a la Española, José Elguero, editorialista de Excélsior, Rosario de la Fraga, reconocida artista de la ópera en México, el respetable abogado Filiberto Vargas Muñoz, familiar muy cercano de la Lic. Rosario Piña Sánchez, ex-directora general de educación media superior y superior en Veracruz, entre otros.
Por la noche se le organizó una serenata espectacular donde la ciudad se engalanó apagando totalmente sus luces, y en lugar de éstas se encendieron faroles para reunirse al pie de su casa y luego concluir con una verbena popular en el parque Zaragoza.
Poseedor de un gran conocimiento acerca de la historia de Huatusco, fundamentado con una amplísima información escrita guardada en libros, revistas y documentos, además de sus vivencias, se le llegó a reconocer como cronista de la ciudad aunque no se le dio el nombramiento de manera formal.
Al hacer referencia a la memoria que se elaboró con motivo de los festejos de su recepción profesional, presento aquí algunos pensamientos que se expresaron y que han quedado para la historia:
“He llegado con Usted maestro, después de una larga jornada, no al campo inculto de malezas donde ocultas se guardan para herirnos las ortigas y los cardos. He llegado al jardín poético que la inspiración sembró para Usted los pensamientos no me olvides y violetas, que en una alfombra acariciadora y ungida de respeto y de amor se pone a sus pies” Enriqueta Sehara de Rueda. Poetisa.
“Bien haya la vejez venerada y generosa del Dr. Darío Méndez, cuyos merecimientos son tantos y tan variados, que ha logrado lo que muy rara vez logran los maestros de veras: que sus discípulos no lo nieguen ni paguen sus enseñanzas con la ingratitud y con el olvido” Federico Gamboa. Periodista y Director de la Academia Mexicana correspondiente a la española.
“¡Honrar al maestro! ¿Puede haber algo más importante que reconocer las virtudes de los forjadores de vidas y escultores del carácter? El merecido homenaje al maestro Méndez, personificación de las austeras virtudes magisteriales, honra a los iniciadores y a Huatusco que lo auspicia”. Pedro Gringoire. Periodista y escritor.
“Sembrador de bondad, modelador de espíritus, forjador de voluntades, el amable Dr. Darío Méndez Lima recoge en este homenaje la semilla de amor que cavó en surcos de gratitud, hombres así y no energúmenos poseídos por cincuenta legiones de demonios con el gesto hosco y el ademán amenazante son los que necesita México, ojalá que en cada pueblo de la república hubiera un Dr. Méndez ¡uno solo!, y el progreso moral e intelectual sería sólido, la cultura de buena ley y el patriotismo sano y robusto”. José Elguero. Editorialista de Excélsior.
De lo anteriormente expuesto se derivan los principales argumentos para otorgarle su nombre a la Escuela Secundaria Diurna “Dr. Darío Méndez Lima” de Huatusco, dependiente hoy de la Dirección General de Educación Secundaria de la Secretaría de Educación de Veracruz y a la Escuela Secundaria Nocturna “Dr. Darío Méndez Lima” del mismo lugar, pero cuya clave fue retirada misteriosamente en 1986, no obstante que cubría una meta social muy importante, al brindarle la oportunidad a muchos jóvenes y adultos que por su condición de trabajadores no podían realizar sus estudios secundarios asistiendo a sus clases en el día.
Vaya un justo recuerdo también para el hijo de tan ilustre huatusqueño al que se ha recordado en estas líneas, me refiero al Dr. Marco Vinicio Méndez César, quien guió los destinos de las mencionadas instituciones educativas en un periodo importante que abarcó los años de 1951 primero y de 1959 a 1985 después, etapa que se destaca por el prestigio que logró darle a dichas escuelas bajo el lema de Disciplina y Estudio.
El hospital civil del lugar también lleva el nombre del Dr. Darío Méndez Lima, en atención a la entrega, desinterés y espíritu altruista que demostró para su edificación. La obra que ahora se aprecia en toda su magnitud, se debe al apoyo que brindó el Gobierno del Estado en ese entonces, encabezado por el Lic. Patricio Chirinos Calero. Este nosocomio entró en la categoría de Hospital Amigo del Niño y de la Madre, como parte del Programa que al respecto promueve la UNICEF. Al frente de los trabajos de remodelación de esta obra se designó, para satisfacción de la familia, al tercero de esta dinastía: el Dr. Marco Vinicio Méndez Vivanco.
Esta otra faceta de la rica personalidad del Dr. Darío Méndez Lima, correspondiente al sector de la salud, merece un estudio aparte. Señalaré solamente como dato interesante que él realizó en Huatusco la primera vacunación masiva contra la viruela, en aquellos años difíciles en que dicha enfermedad era un verdadero problema de salud pública.
El Dr. Darío Méndez Lima, a pesar de haber nacido en la ciudad de las aguas alegres (Orizaba) en el año de 1862 y haberse criado allí, es considerado “Huatusqueño Ilustre” en virtud de la honda huella que dejó en su etapa más productiva que fue la profesional, y como ciudadano distinguido en razón de las obras entregadas en beneficio de la sociedad huatusqueña a la que tanto quiso, al igual que a su familia que allá en esas tierras formó.
A los veinticinco años se tituló de médico en el antiguo Colegio Carolino, hoy Universidad de Puebla. En 1887 llegó a la Ciudad de Huatusco donde contrajo nupcias con Rafaela César Córdoba. Desde entonces hasta el día de su muerte, el Dr. Méndez Lima vivió en ese hermoso lugar. Su presencia en Huatusco obedeció a la invitación que le hicieran los jefes del Cantón, Don Carlos A. Hernández y Don Ignacio Canseco (siendo éste compadre del General Porfirio Díaz e integrante del grupo intelectual “Los Científicos”, que como se sabe asesoró al general durante el tiempo que duró su gestión). Don Ignacio Canseco lo invitó a participar de manera directa en la introducción y conformación de la educación liberal que auspiciaba desde el Ministerio de Educación en México Don Justo Sierra, educación liberal cuya inspiración histórica se remonta a la época juarista en que Gabino Barreda trae a nuestro país la filosofía positivista que había obtenido a través de la enseñanza de Augusto Compte en Francia. El Dr. Darío Méndez Lima se incorpora inmediatamente como Secretario de Educación del Ayuntamiento de Huatusco y lleva a cabo la creación de la primera escuela para mujeres en el nivel de educación básica y adulta, primera en su género para la enseñanza del sexo femenino, rompiendo con ello esquemas rigoristas propios de la época victoriana que se vivía, cargada de un excesivo conservadurismo. Además, imbuido por el influjo de la obra educativa de Enrique C. Rébsamen, que ya se dejaba sentir en ese tiempo por todo lo ancho y largo del territorio veracruzano, fortalece la presencia de las primeras escuelas cantonales en Huatusco y la región, terminando de esa manera con el monopolio que por medio de El Colegio Josefino ejercía hasta esos momentos el clero en el aspecto educativo.
Cabe destacar, ya que estamos hablando del contexto cultural del porfiriato, que el Dr. Darío Méndez Lima es también el primero en realizar reuniones regionales pedagógicas entre los estados de Veracruz y Puebla, que sirvieron de marco referencial para que posteriormente y en el mismo régimen de Porfirio Díaz se celebraran los Congresos Pedagógicos que tanta importancia tuvieron para la historia de la educación, no sólo del país sino a nivel internacional, resaltados en diferentes libros sobre política e historia de la educación. Estos congresos, es importante recordarlo, estuvieron organizados bajo la supervisión de Don Justo Sierra, Ministro de Educación. Paradójico-así se ha escrito-que durante la dictadura porfirista la educación experimentase un avance de suma trascendencia.
En lo referente a las escuelas ubicadas en el nivel medio superior y superior, el distinguido galeno creó a fines del siglo XIX la Academia Nocturna Preparatoria, antecedente de los bachilleratos, en donde muchas generaciones recibieron la enseñanza de parte de personajes preclaros como Ernesto “El chango” García Cabral, genial caricaturista de fama internacional que recreó personajes y momentos en testimonios gráficos en el pasado mexicano inmediato; los profesores de origen cubano Atenógenes y Atenodoro Pérez y Soto, que pasarían a ser posteriormente catedráticos renombrados de la Escuela Normal Veracruzana y autores de los libros de texto para lecturas complementarias “Isis” e “Iris”, y que a su paso por Huatusco ejercieron su carrera como mentores; Enriqueta Sehara de Rueda, muy leída en su tiempo en publicaciones tales como la Revista Jarocha, Xalapa y El Correo Ilustrado; también integrantes de una generación de mujeres pensantes y de letras como Lázara Meldiú, María Enriqueta Camarillo y Roa y Pacona García Batle; la soprano Rosario de la Fraga, conocida en el mundo artístico como “el ruiseñor mexicano”, quien recorriera diversas partes del mundo llevando con su voz la representación del país entero; y otros que sería largo citar en este espacio.
Por la tradición oral se sabe también que el Dr. Méndez Lima fue iniciador, en aquel tiempo, de los cursos para maestros rurales en toda esa zona. Es fundador de la primera y única biblioteca de Huatusco, la cual ha guardado el cúmulo de conocimientos en sus vitrinas y anaqueles y ha brindado servicios durante muchos años a las juventudes estudiosas, así como a los adultos interesados en abrevar de la sabiduría de los libros o de los consejos y enseñanzas que él mismo proporcionaba en aquellas tardes pardeadas por el ocaso, cuando acudían al viejo maestro que en amena y gratificante conversación siempre tenía que narrarles. Así lo describe Don Manuel Horta, periodista y prominente columnista de la revista Jueves de Exélsior, en su libro Siluetas en la Neblina, respecto a la impresión que le causa al ser presentado a él por García Cabral.
En este tenor de ideas, olvidaba mencionar que para el sostenimiento de la Academia Preparatoria Nocturna no escatimó esfuerzo alguno, compartiendo el tiempo dedicado a su profesión de médico con las actividades docentes, y se sabe que muchas veces pagaba de su bolsillo a los maestros que le ayudaban a sostener dicho centro de estudios.
Es también creador junto con Adalberto César, familiar de su esposa, de las primeras tipografías o editoras de Huatusco que difundieron literatura de diversos tópicos, pero de manera especial con temática liberal ilustrada.
Es importante subrayar que en todas las actividades de carácter social en las que participó el Dr. Darío Méndez Lima, y especialmente en las que se relacionan con el campo educativo, nunca cobró sueldo sino, por el contrario, siempre costeó obra material y salarios de los maestros de su propio peculio, ganándose con esto la fama y el reconocimiento social de filántropo.
Se pueden citar infinidad de testimonios de gente que vive y lo recuerda con cariño, acerca de las consultas médicas que brindaba gratuitamente a personas que carecían de recursos para pagarlas, a quienes incluso llegaba a regalar los medicamentos que se requerían. En varias ocasiones realizó gestiones propias del encargo de la presidencia del Ayuntamiento, que por circunstancias políticas así lo ameritaban. Fue asesor cultural permanente de varios alcaldes y jefes de Cantón. Aunque su profesión era de médico, como ya se dijo, tuvo de manera paralela una formación humanístico-filosófica que manifestó en los terrenos político, cultural y social de Huatusco y la región.
En 1910 fungió como Presidente del Comité Profestejos del Primer Centenario de Nuestra Independencia, logrando realizar en la conmemoración de este hecho histórico un lucido festival.
En junio de 1937 cumplió sus Bodas de Oro profesionales y se organizó un festival en su honor con la participación de todo el pueblo. El Presidente Municipal, Sr. Manuel Roseros, le otorgó entonces un diploma donde lo nombraron Hijo Predilecto de Huatusco.
El 11 de junio de 1947, cuando el Dr. Méndez Lima cumplió 60 años como médico, el Lic. Miguel Alemán Valdés, Presidente de la República, le otorgó una medalla de oro por sus altos méritos como profesionista y ciudadano, que la familia conserva con fundado orgullo, y en cuya inscripción dice lo siguiente: “Lic. Miguel Alemán Valdés /Presidente de la República/ al Dr. Darío Méndez Lima/ en el 60 aniversario de su labor insigne como filántropo, educador y profesional/ junio de 1947”.
Debido a lo anterior, se hace merecedor de muy justo homenaje que organiza el Ayuntamiento presidido entonces por el Sr. Mario González Sedas, quien tenía como atributos una comicidad muy especial, una amena charla cargada de anécdotas y vivencias entremezcladas por un sentido común que para la época mágica que se vivía resultaba ser un típico personaje; en este homenaje se le entrega otra medalla a nombre del pueblo huatusqueño, en uno de cuyos lados se lee: “El H. Ayuntamiento con cariño y respeto al Sr. Dr. Darío Méndez Lima, con motivo del aniversario de su recepción.
Se llevó a cabo una velada literario-musical inolvidable a la que asistieron altas personalidades, destacándose entre ellas la presencia de su querido exalumno, el genial caricaturista Ernesto “El Chango” García Cabral y la del distinguido poeta cordobés, abogado Don León Sánchez Arévalo, durante la cual el Rector de la Universidad Veracruzana, Dr. Gabriel Garzón Cossa, le entregó una medalla al mérito en la que destaca el lema de esa Casa de Estudios: “Lis de Veracruz: Arte, Ciencia y Luz”.
De manera alterna se editó una memoria en la que contribuyeron con su pensamiento plagado de elogios para el Dr. Méndez Lima, alumnos, ex-alumnos, familiares, amistades, ciudadanos distinguidos, intelectuales, políticos, personas cercanas a él y gente en general; además, fue ilustrada en la portada y contraportada por el propio caricaturista García Cabral. En este testimonial se destacan plumas como la del citado caricaturista, la poetisa Enriqueta Sehara de Rueda, el escritor Pedro Gringoire, articulista de Excélsior, Federico Gamboa, periodista y director de la Academia Mexicana correspondiente a la Española, José Elguero, editorialista de Excélsior, Rosario de la Fraga, reconocida artista de la ópera en México, el respetable abogado Filiberto Vargas Muñoz, familiar muy cercano de la Lic. Rosario Piña Sánchez, ex-directora general de educación media superior y superior en Veracruz, entre otros.
Por la noche se le organizó una serenata espectacular donde la ciudad se engalanó apagando totalmente sus luces, y en lugar de éstas se encendieron faroles para reunirse al pie de su casa y luego concluir con una verbena popular en el parque Zaragoza.
Poseedor de un gran conocimiento acerca de la historia de Huatusco, fundamentado con una amplísima información escrita guardada en libros, revistas y documentos, además de sus vivencias, se le llegó a reconocer como cronista de la ciudad aunque no se le dio el nombramiento de manera formal.
Al hacer referencia a la memoria que se elaboró con motivo de los festejos de su recepción profesional, presento aquí algunos pensamientos que se expresaron y que han quedado para la historia:
“He llegado con Usted maestro, después de una larga jornada, no al campo inculto de malezas donde ocultas se guardan para herirnos las ortigas y los cardos. He llegado al jardín poético que la inspiración sembró para Usted los pensamientos no me olvides y violetas, que en una alfombra acariciadora y ungida de respeto y de amor se pone a sus pies” Enriqueta Sehara de Rueda. Poetisa.
“Bien haya la vejez venerada y generosa del Dr. Darío Méndez, cuyos merecimientos son tantos y tan variados, que ha logrado lo que muy rara vez logran los maestros de veras: que sus discípulos no lo nieguen ni paguen sus enseñanzas con la ingratitud y con el olvido” Federico Gamboa. Periodista y Director de la Academia Mexicana correspondiente a la española.
“¡Honrar al maestro! ¿Puede haber algo más importante que reconocer las virtudes de los forjadores de vidas y escultores del carácter? El merecido homenaje al maestro Méndez, personificación de las austeras virtudes magisteriales, honra a los iniciadores y a Huatusco que lo auspicia”. Pedro Gringoire. Periodista y escritor.
“Sembrador de bondad, modelador de espíritus, forjador de voluntades, el amable Dr. Darío Méndez Lima recoge en este homenaje la semilla de amor que cavó en surcos de gratitud, hombres así y no energúmenos poseídos por cincuenta legiones de demonios con el gesto hosco y el ademán amenazante son los que necesita México, ojalá que en cada pueblo de la república hubiera un Dr. Méndez ¡uno solo!, y el progreso moral e intelectual sería sólido, la cultura de buena ley y el patriotismo sano y robusto”. José Elguero. Editorialista de Excélsior.
De lo anteriormente expuesto se derivan los principales argumentos para otorgarle su nombre a la Escuela Secundaria Diurna “Dr. Darío Méndez Lima” de Huatusco, dependiente hoy de la Dirección General de Educación Secundaria de la Secretaría de Educación de Veracruz y a la Escuela Secundaria Nocturna “Dr. Darío Méndez Lima” del mismo lugar, pero cuya clave fue retirada misteriosamente en 1986, no obstante que cubría una meta social muy importante, al brindarle la oportunidad a muchos jóvenes y adultos que por su condición de trabajadores no podían realizar sus estudios secundarios asistiendo a sus clases en el día.
Vaya un justo recuerdo también para el hijo de tan ilustre huatusqueño al que se ha recordado en estas líneas, me refiero al Dr. Marco Vinicio Méndez César, quien guió los destinos de las mencionadas instituciones educativas en un periodo importante que abarcó los años de 1951 primero y de 1959 a 1985 después, etapa que se destaca por el prestigio que logró darle a dichas escuelas bajo el lema de Disciplina y Estudio.
El hospital civil del lugar también lleva el nombre del Dr. Darío Méndez Lima, en atención a la entrega, desinterés y espíritu altruista que demostró para su edificación. La obra que ahora se aprecia en toda su magnitud, se debe al apoyo que brindó el Gobierno del Estado en ese entonces, encabezado por el Lic. Patricio Chirinos Calero. Este nosocomio entró en la categoría de Hospital Amigo del Niño y de la Madre, como parte del Programa que al respecto promueve la UNICEF. Al frente de los trabajos de remodelación de esta obra se designó, para satisfacción de la familia, al tercero de esta dinastía: el Dr. Marco Vinicio Méndez Vivanco.
Esta otra faceta de la rica personalidad del Dr. Darío Méndez Lima, correspondiente al sector de la salud, merece un estudio aparte. Señalaré solamente como dato interesante que él realizó en Huatusco la primera vacunación masiva contra la viruela, en aquellos años difíciles en que dicha enfermedad era un verdadero problema de salud pública.
FERNANDO SAVATER
EN EL QUINTO CONGRESO NACIONAL DE EDUCACION Y TERCER ENCUENTRO NACIONAL DE PADRES Y MAESTROS.
Alfredo Villa Báez.
Por las importantes aportaciones ideológicas y programáticas que nos ofrece uno de los intelectuales contemporáneos de mayor prestigio nacional e internacional, FERNANDO SAVATER, autor de ensayos político-educativos, filosóficos, literarios y textos narrativos; además de que es parte del “movimiento por la Paz y la no Violencia”, iniciativa de la Sociedad Civil “¡Basta ya!”, y que por la trascendencia de sus trabajos muchas veces ha sido premiado en España, en países de Europa, en Asia, Estados Unidos y de América Latina, siendo relevantes sus obras “Ética para Amador”, “Política para Amador”, “El Valor de Educar”, “El Contenido de la Felicidad”, “La Escuela de Platón”, entre otras; es de reconocer el espacio que Tlanestli brinda a sus colaboradores para la inserción de temas tan trascendentales, como el presente, con el que se retransmite una versión estenográfica de su conferencia magistral Desarrollo Educativo y Progreso Social:
“Queridas amigas, queridos amigos, en primer lugar tengo que agradecer de nuevo la posibilidad de colaborar con los maestros, con los enseñantes mexicanos. Yo me he considerado siempre exclusivamente un maestro, creo que al mundo le hacen falta maestros y por lo tanto, cuando estoy entre ustedes, lo mismo que en mi país, frecuento muchos encuentros de pedagogía, muchos encuentros del magisterio, y por supuesto que estoy feliz de encontrarme entre ustedes, que es, digamos, mi mundo, mi gente.
Efectivamente, hace años tuve el honor de, además de que fue muy útil para mí, debo decirlo, de que se me encargase una obra de reflexión filosófica amplia, sobre el tema de la educación, buscando sus principios, buscando sus motivos y también pensando en cómo debíamos orientarla cara al mundo históricamente transformándose. Para mí fue una experiencia muy importante porque me permitió leer y me permitió estudiar cosas que a mí me interesaban, pero que quizá yo nunca había llegado a (cambio de micrófono).
Les decía que gracias a tener que escribir esta obra yo estudié y me acerqué a una serie de temas que conocía un poco superficialmente, había oído hablar de ellos, pero no había llegado a estudiarlos, entonces me di cuenta de cuántas cosas implica la educación. Es decir, normalmente, fíjense, les digo nada más una anécdota para indicar cómo ha cambiado la apreciación de la educación de los últimos años. Antes la educación era una cosa restringida a los maestros, a los padres con niños pequeños, el resto de la sociedad prácticamente no se interesaba por ello.
Cuando yo escribí El Valor de Educar, el editor me dijo: “hombre, no podías quitar la palabra educación, porque esas son palabras que limitan mucho el alcance del libro, porque eso sólo entonces va a interesar a profesionales o a padres de familia con hijos menores, pero no va a interesar al público en general”
Y yo lo que insistí dije: “No, es que yo lo que quiero es mantener la palabra educar porque quiero que el público en general se interese por educar” Y tiene que ser el público, tiene que ser el pueblo, tiene que ser la ciudadanía, la ciudadanía la que se interese por la educación, porque los políticos normalmente no tienen la visión en el tiempo de la educación. La educación es imprescindible, pero actúa a plazos largos.
Supongamos que mañana, ojalá fuera así, en todas partes, en México, en España, en todas partes se empezase a educar a la perfección, de la manera que todos deseamos y en nuestras utopías más soñadas.
Si a partir de mañana se empezara a educar así, ¿cuándo se notaría el efecto de educación en la vida social, en la vida colectiva? Probablemente hasta dentro de 15 ó 20 años no habríamos llegado a notar los efectos de la educación, porque los efectos de la educación van acumulándose y van creciendo como los propios educados han crecido.
No hay político en el mundo que piense las cosas a 15 ó 20 años vista, la mayoría de ellos sólo la piensa 3 ó 4 meses cuando mucho. Entonces, tiene que ser la sociedad la que exija el interés por la educación, tiene que ser la sociedad la que fuerce de alguna manera a los políticos a preocuparse por la educación, no simplemente a preocuparse por mejorar la tecnología educativa, yo que he frecuentado a muchos ministros de educación en varios países y antes o después siempre salen: “Vamos a dotar a todos los niños de una computadora, bueno me parece muy bien naturalmente que unos niños tengan computadora, y tengan zapatos, y tengan ropa y tengan todas las cosas útiles para la vida. Pero la educación es algo que se hace de persona a persona, cuerpo a cuerpo como otras muchas cosas importantes de la vida, como el amor no se puede hacer de manera virtual, hay que hacerla de cuerpo a cuerpo, porque sólo otro ser humano nos puede enseñar a ser humanos, sólo otro ser humano nos puede enseñar a vivir como humanos, ninguna máquina, ningún aparato.
Evidentemente los aparatos son muy importantes. Hoy tenemos unas fuentes de información extraordinarias, pero no es lo mismo informar que educar. La información es parte de la educación, preparar intelectualmente, laboralmente, científicamente a nuestras juventudes es evidentemente algo imprescindible, en un mundo tecnológicamente avanzado, donde además hay demandas laborales exigentes, etcétera. Pero el objetivo de la educación va más allá, es la formación de ciudadanos; es decir, formar personas capaces de rentabilizar las garantías democráticas, de poder utilizar la democracia.
En Grecia la educación nace precisamente junto con la democracia, para los griegos, educación y democracia iban necesariamente unidos, porque si uno no sabe, si uno no conoce, si uno no tiene una formación, cómo va a poder ejercer su papel como gobernante en una democracia. Hay que recordar a los ciudadanos que en una democracia, gobernantes somos todos, los que mandan en un momento determinado son nuestros mandados, aquellos a los que nosotros les hemos mandado mandar por un período de tiempo, pero los gobernantes somos nosotros.
Por eso, Aristóteles, en su política, cuando habla de estos temas, dice: “Antes de haber sido gobernante, tendrás que haber sido gobernado”. Es decir, el ser gobernado educativamente, es el primer paso para poder llegar a ser gobernante y la importancia de la educación en nuestras sociedades es pensar que hay que educar a cada niño, a cada joven, a cada adolescente, como si el futuro del país dependiera de él, de las decisiones que él va a tomar, porque en último término es así.
La educación en un país democrático es siempre educación de príncipes, educación de quienes van a mandar, que son todos los ciudadanos. Un (Inaudible) economista y sociólogo canadiense, pero que trabajó en Harvard toda su larga vida, en uno de sus últimos libros, Galbraid decía: “Todas las democracias contemporáneas viven bajo el temor permanente a la influencia de los ignorantes”.
Y es efectivamente una preocupación: los ignorantes tienen voto y voz como los demás, pero naturalmente los ignorantes pueden ser manipulados, los ignorantes pueden ser engañados, los ignorantes pueden vetar las transformaciones necesarias que implican algún sacrificio en primer término, poder apoyar propuestas demagógicas, etcétera. Claro que Galbraid dice: “Las democracias temen la influencia de los ignorantes”. Uno sospecha que hay políticos que se aprovechan o confían en los ignorantes para poder realizar sus propuestas políticas.
En cualquier caso, la influencia de los ignorantes a la que se refiere Galbraid, no piensen ustedes que son ignorantes en el sentido científico del término. En ese sentido todos somos mucho más ignorantes e ignoramos muchas más cosas de las que sabemos. No vamos a hablar de la ignorancia, de cuál es la función fanerógama de la plantas, o dónde está exactamente situada Tegucigalpa; no se refiere Galbraid a ese tipo de ignorancia. Se refiere a la ignorancia de quien es incapaz de comprender las demandas sociales inteligibles que otros hacen. Quien es incapaz de expresar de manera argumentada e inteligible sus demandas sociales a los demás, de quien no puede, en una palabra, ni persuadir, ni ser persuadido.
La democracia es un orden social comunitario, instituido sobre la posibilidad de persuadir y ser persuadidos por los demás. Es decir, ese es el juego democrático, el parlamentarismo se base en la capacidad de persuadir y ser persuadidos. Entonces, eso no es un elemento natural, no nace espontáneamente, es algo que hay que desarrollar. Muchas veces oímos esas expresiones de: “Todas las opiniones son respetables”, vaya tontería, por supuesto que todas las opiniones no son respetables, todas las personas son respetables, tenga las opiniones que tengan, eso es cierto, salvo que sean opiniones criminales, pero las opiniones en sí, no son respetables, están precisamente para ser discutidas, para ser validadas si son ciertas y rechazadas si son falsas.
Discutere –en latín--, ustedes recuerden sus leguas clásicas, discutere es tirar de un árbol, para ver si tiene raíces; discutir una opinión es ver si tiene raíces en la realidad o es un capricho, una fantasía o una superstición, y la educación no está para respetar todas las opiniones, sino para aprender a seleccionar entre esas opiniones, las verdaderas, las útiles, y las socialmente necesarias.
Antes, la educación se basó durante mucho tiempo en dar a los niños información sobre temas que desconocían; es decir, los niños se mantenían al margen de ciertas realidades de la vida, por ejemplo, las vinculadas al sexo, a la muerte, a la ambición, etcétera, y poco a poco la educación les iba revelando esas realidades. Hoy los niños vía televisión, Internet, etcétera, están híper informados, ya la escuela no es el lugar de transmisión de la información , porque esa información les está llegando constantemente por todas las vías.
Yo ahora hace unos meses, una amiga mía que tiene una niña pequeña de cuatro o cinco años, me comentaba que la niña llegó un día y le dijo: Mamá, yo cuando sea mayor no quiero tener niños. Mi amiga se quedó un poco sorprendida de esta propuesta y le dijo: ¿por qué? Es que la niña acaba de ver en televisión un parto y había decidido con cierta lógica que era una experiencia muy interesante pero que ella podía pasar sin ella perfectamente.
Hoy efectivamente las noticias llegan así, entonces la educación es el arte de aprender a navegar por la información, es más útil que nunca, porque precisamente en las informaciones que nos llegan a través de redes sociales, de medios de comunicación como la televisión, etcétera, viene todo mezclado lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, lo atroz y lo piadoso, todo está junto, todo está revuelto. La educación es el arte de gobernar a los jóvenes, a los niños para que aprendan a manejarse en ese caos informativo.
El problema verdadero en nuestra sociedad es de educación, no es que la gente se quede sin educar, nadie se queda sin ser educado; la educación está tan unida a la condición humana que es imposible que nadie se quede sin ser educado, el problema es quién le va a educar, el problema es si va a ser educado por personas con conocimientos, por personas con una buena voluntad social, por personas que quieren hacer progresar sus comunidades o van a ser educados por la banda de gánsters de su barrio, por los peores ejemplos que ven en la televisión, por los que creen que el triunfo social se base exclusivamente en la acumulación de dinero. Entonces nadie se va a quedar sin ser educado, el problema es quién le va a educar, el problema es si nosotros, los buenos educadores llegaremos antes que los malos y lograremos antes que ellos educar a los niños y prepararlos.
Claro, muchas veces se nos dice a los educadores, y más todavía a los que hemos sido profesores de Ética durante muchos años, se nos dice de qué sirve enseñar principios de solidaridad, de respeto, de cooperación, etcétera, si después ellos van a ver en televisión o en la calle o en cualquier sitio ejemplos de todo lo contrario y van a ver que esas ideas que se le están transmitiendo en la escuela no se reflejan o no tienen un refrendo social como debiera.
Es que por eso tenemos que educar, si la sociedad estuviera formada por émulos de Santa Teresa de Calcuta y San Francisco de Asís, entonces no necesitaríamos educar, simplemente les diríamos a los niños: Hijos, sal a la calle haz lo que veas. Pero como eso no lo podemos hacer, como precisamente lo que tratamos de evitar es que esos malos educadores que van a encontrarse sean los que se apoderen de su futuro; entonces nosotros tenemos que luchar por llegar antes y por llegar de una manera actualizada, de ahí la importancia del papel del maestro.
Uno de los fundamentos del desarrollo educativo es que el papel del maestro esté dignificado socialmente, que esté escuchado socialmente, que el maestro no sea una figura marginal, sino que sea una figura central en nuestras democracias, que por supuesto tenga su reconocimiento económico, social, pero sobre todo que se le escuche, que se escuchen sus opiniones, que se escuche el latido que él nos trasmite de lo que son nuestros hijos, de lo que son aquellos a los que debemos educar. Yo creo que en las sociedades se va avanzando en ese campo, pero todavía queda mucho. En España había hace 40 años refranes terribles como: “pasar más hambre que un maestro de escuela”, lo cual es todo un programa educativo, es decir, eso era lo que se entendía, el maestro era algo como una especie de residuo social; cuando en realidad es la función civilizadora por excelencia.
Todos los que hemos sido profesores de universidad sabemos que en el mundo nosotros somos maestros de segunda, que si los maestros de primera, los que han tomado los niños en primer lugar, no han cumplido bien su función, nosotros no tenemos nada que hacer. O sea, yo recibía muchachos, muchachas, de 17, 18, 19 años, si no venían educados ya en lo básico y en lo fundamental, yo no les podía educar a esa edad, a esa edad yo podía ayudar a los que ya estuvieran educados, pero no inventarme una educación si no la habían recibido.
Entonces la formación primera básica es absolutamente imprescindible, y es imprescindible hoy, no es que los instrumentos sean negativos, no es que sea malo el Internet, no es que sean malas las redes sociales, lo que es malo es la adoración por esos medios, es creer que un instrumento técnico va a resolver lo que no resuelve la preocupación de la sociedad, lo que no resuelve la preocupación de tener unos enseñantes bien dotados y bien preparados. Es verdad, se suele decir “la buena educación es muy cara”, es cierto, una buena educación que tenga grupos de trabajo pequeños, profesores de apoyo, instrumentos, como estamos diciendo, para los alumnos, etcétera, es evidentemente una educación cara, pero yo les aseguro que la mala educación la pagan los países mucho más cara todavía, pagan mucho más cara la mala educación que la buena. Al final la buena educación sale barata en cuanto a rentabilidad y en cuanto a progreso de la sociedad.
De modo que hoy, cara al siglo XXI ya en el que estamos ya bastante avanzados, tenemos que pensar en una educación que no solamente atienda problemas laborales, que no solamente atienda conocimientos científicos, sino que cree cultura humanitaria.
Hay un libro de una famosa educadora americana, Amy Woodman, que se titula “Cultivar la humanidad”. El principal papel de la educación es desarrollar la humanidad, pero la humanidad entendida democráticamente, digamos, a la moderna, siempre se habla de esa especie de sonsonete clerical de la crisis de valores. Lo que existe en nuestras sociedades es la crisis de civismo, es el civismo lo que está en crisis, y es eso lo que la educación tiene que intentar resolver, no predicar moralmente abstracciones que normalmente luego desmiente la propia conducta del predicador, sino buscar el refuerzo del civismo, porque el civismo se apoya en instituciones, porque el civismo se apoya en el reconocimiento social.
Hay dos enemigos fundamentales de la democracia en todas partes, y ustedes lo saben igual que yo: son la miseria y la ignorancia. Lucha por la democracia todo el que combate la miseria y todo el que combate la ignorancia; y en todos aquellos regímenes políticos en que se acepta como inevitable la miseria, y se acepta como inevitable la ignorancia, en realidad no hay verdadero espíritu democrático. Ese espíritu democrático es el que debemos suscitar, ese espíritu democrático es el que el educador tiene que suscitar en los alumnos, en los padres y en la propia sociedad, crear la preocupación de que efectivamente la lucha por la educación es algo que compete a toda la sociedad y que no ocupa sólo un pequeño período de tiempo. Educan, por supuesto, los padres en su casa, en la medida de lo posible, de manera afectiva, de identificación afectiva, etcétera; educamos los profesionales de la educación, también educan los medios de comunicación, además de informar, entretener, tienen una dimensión pedagógica de la cual deberían ser conscientes. Educan las personas de relevancia pública, políticos, deportistas, etcétera, educan para bien o para mal, pero educan, su ejemplo es seguido, impacta sobre mucha gente.
El campo de la educación es muy amplio y permanece a lo largo, prácticamente, de toda la vida de las personas, pero solo hay un momento, el momento de la formación académica, en que nosotros, digamos, podemos controlarlo, podemos planearlo, no podemos elegir los padres de los niños, no podemos elegir probablemente los programas que van a ver en la televisión, ni las compañías que van a tener, ni el comportamiento de muchas figuras públicas célebres, pero nosotros sí podemos elegir lo que vamos a transmitir.
Educar es, en el mundo de los valores, de las propuestas, de los anhelos, de las creaciones humanas, seleccionar lo imprescindible y transmitirlo a las nuevas generaciones. Aquello que queremos que se perpetúe, aquello que queremos que prospere, el mundo en el que queremos vivir, porque en el fondo nosotros estamos preparando el mundo en el que van a tener que vivir todos. Entonces, ¿qué mundo queremos que sea? ¿El mundo de la violencia, de la rapiña, de la extorsión, de la xenofobia o un mundo en el que nosotros pongamos por lo menos todo de nuestra parte porque no lleguen esos males?
Es verdad que la educación no es omnipotente, no todo puede resolverse con la educación, y hay otros factores importantes en el desarrollo y también en el retroceso de los países, pero yo creo que en la solución de cada problema siempre hay una parte de dimensión educativa; puede que la educación no resuelva el problema por sí sola, pero no se resuelve nunca el problema si no se ha atendido a esa parte educativa que hay en la solución de cada problema. Y yo creo que esa es nuestra función, y eso es por lo que nosotros tenemos que esforzarnos.
Por supuesto tenemos que saber cuáles son los objetivos que buscamos, no sólo objetivos a corto plazo, laborales, etcétera, muy respetables, pero que no pueden abarcar toda nuestra preocupación, tenemos que saber qué queremos y tenemos que pedirle a la sociedad que se conciencie de lo que se está proponiendo y de lo que se está buscando. No se está buscando simplemente una salida laboral para que la gente, los niños se coloquen pronto cuando crezcan y empiecen a ganar dinero, si no se está intentando formar ciudadanos capaces de utilizar de una manera solidaria, una manera cooperativa, de una manera creadora las instituciones democráticas, y de transformar esas mismas instituciones de modo que sirvan para luchar por las injusticias, etcétera, que hoy desgraciadamente padecemos en todas partes en una medida o en otra.
Y bueno, ya ven ustedes, estas son las cosas, ya saben ustedes que los filósofos, incluso los simples profesores de filosofía, como es mi caso, somos especialistas en repetir lo que todo el mundo sabe, pero con un tono muy truculento para que parezca que se nos acaba de ocurrir en ese momento. Bueno, eso es lo que yo he hecho ante ustedes, creo que son cosas que ustedes saben, pero que conviene recordar, porque a veces la pelea por la cotidianeidad, por el pequeño detalle nos priva un poco de esa visión a más largo plazo que también es imprescindible. Yo les deseo, por supuesto, que durante este congreso y durante la ejecutoria que van a hacer, alcancen objetivos interesantes, prácticos, tengan unas buenas soluciones y, sobre todo, contagien a la sociedad de esta preocupación que nosotros tenemos.
Es importante que la sociedad se contagie de esto y no de otras cosas negativas, violentas, arrogantes, ambiciosas, que desgraciadamente son las que más suelen extenderse. Y de nuevo, como siempre, yo les agradezco su hospitalidad y su atención. Muchas gracias.”
Derivado de tan atinadas reflexiones del gran Maestro Fernando Savater, se observan los valiosos legados que para el extenso campo de la educación son vitales, novedosos y de imprescindibles saberes que enriquecerán la praxis contemporánea de todos los educadores.
Alfredo Villa Báez.
Por las importantes aportaciones ideológicas y programáticas que nos ofrece uno de los intelectuales contemporáneos de mayor prestigio nacional e internacional, FERNANDO SAVATER, autor de ensayos político-educativos, filosóficos, literarios y textos narrativos; además de que es parte del “movimiento por la Paz y la no Violencia”, iniciativa de la Sociedad Civil “¡Basta ya!”, y que por la trascendencia de sus trabajos muchas veces ha sido premiado en España, en países de Europa, en Asia, Estados Unidos y de América Latina, siendo relevantes sus obras “Ética para Amador”, “Política para Amador”, “El Valor de Educar”, “El Contenido de la Felicidad”, “La Escuela de Platón”, entre otras; es de reconocer el espacio que Tlanestli brinda a sus colaboradores para la inserción de temas tan trascendentales, como el presente, con el que se retransmite una versión estenográfica de su conferencia magistral Desarrollo Educativo y Progreso Social:
“Queridas amigas, queridos amigos, en primer lugar tengo que agradecer de nuevo la posibilidad de colaborar con los maestros, con los enseñantes mexicanos. Yo me he considerado siempre exclusivamente un maestro, creo que al mundo le hacen falta maestros y por lo tanto, cuando estoy entre ustedes, lo mismo que en mi país, frecuento muchos encuentros de pedagogía, muchos encuentros del magisterio, y por supuesto que estoy feliz de encontrarme entre ustedes, que es, digamos, mi mundo, mi gente.
Efectivamente, hace años tuve el honor de, además de que fue muy útil para mí, debo decirlo, de que se me encargase una obra de reflexión filosófica amplia, sobre el tema de la educación, buscando sus principios, buscando sus motivos y también pensando en cómo debíamos orientarla cara al mundo históricamente transformándose. Para mí fue una experiencia muy importante porque me permitió leer y me permitió estudiar cosas que a mí me interesaban, pero que quizá yo nunca había llegado a (cambio de micrófono).
Les decía que gracias a tener que escribir esta obra yo estudié y me acerqué a una serie de temas que conocía un poco superficialmente, había oído hablar de ellos, pero no había llegado a estudiarlos, entonces me di cuenta de cuántas cosas implica la educación. Es decir, normalmente, fíjense, les digo nada más una anécdota para indicar cómo ha cambiado la apreciación de la educación de los últimos años. Antes la educación era una cosa restringida a los maestros, a los padres con niños pequeños, el resto de la sociedad prácticamente no se interesaba por ello.
Cuando yo escribí El Valor de Educar, el editor me dijo: “hombre, no podías quitar la palabra educación, porque esas son palabras que limitan mucho el alcance del libro, porque eso sólo entonces va a interesar a profesionales o a padres de familia con hijos menores, pero no va a interesar al público en general”
Y yo lo que insistí dije: “No, es que yo lo que quiero es mantener la palabra educar porque quiero que el público en general se interese por educar” Y tiene que ser el público, tiene que ser el pueblo, tiene que ser la ciudadanía, la ciudadanía la que se interese por la educación, porque los políticos normalmente no tienen la visión en el tiempo de la educación. La educación es imprescindible, pero actúa a plazos largos.
Supongamos que mañana, ojalá fuera así, en todas partes, en México, en España, en todas partes se empezase a educar a la perfección, de la manera que todos deseamos y en nuestras utopías más soñadas.
Si a partir de mañana se empezara a educar así, ¿cuándo se notaría el efecto de educación en la vida social, en la vida colectiva? Probablemente hasta dentro de 15 ó 20 años no habríamos llegado a notar los efectos de la educación, porque los efectos de la educación van acumulándose y van creciendo como los propios educados han crecido.
No hay político en el mundo que piense las cosas a 15 ó 20 años vista, la mayoría de ellos sólo la piensa 3 ó 4 meses cuando mucho. Entonces, tiene que ser la sociedad la que exija el interés por la educación, tiene que ser la sociedad la que fuerce de alguna manera a los políticos a preocuparse por la educación, no simplemente a preocuparse por mejorar la tecnología educativa, yo que he frecuentado a muchos ministros de educación en varios países y antes o después siempre salen: “Vamos a dotar a todos los niños de una computadora, bueno me parece muy bien naturalmente que unos niños tengan computadora, y tengan zapatos, y tengan ropa y tengan todas las cosas útiles para la vida. Pero la educación es algo que se hace de persona a persona, cuerpo a cuerpo como otras muchas cosas importantes de la vida, como el amor no se puede hacer de manera virtual, hay que hacerla de cuerpo a cuerpo, porque sólo otro ser humano nos puede enseñar a ser humanos, sólo otro ser humano nos puede enseñar a vivir como humanos, ninguna máquina, ningún aparato.
Evidentemente los aparatos son muy importantes. Hoy tenemos unas fuentes de información extraordinarias, pero no es lo mismo informar que educar. La información es parte de la educación, preparar intelectualmente, laboralmente, científicamente a nuestras juventudes es evidentemente algo imprescindible, en un mundo tecnológicamente avanzado, donde además hay demandas laborales exigentes, etcétera. Pero el objetivo de la educación va más allá, es la formación de ciudadanos; es decir, formar personas capaces de rentabilizar las garantías democráticas, de poder utilizar la democracia.
En Grecia la educación nace precisamente junto con la democracia, para los griegos, educación y democracia iban necesariamente unidos, porque si uno no sabe, si uno no conoce, si uno no tiene una formación, cómo va a poder ejercer su papel como gobernante en una democracia. Hay que recordar a los ciudadanos que en una democracia, gobernantes somos todos, los que mandan en un momento determinado son nuestros mandados, aquellos a los que nosotros les hemos mandado mandar por un período de tiempo, pero los gobernantes somos nosotros.
Por eso, Aristóteles, en su política, cuando habla de estos temas, dice: “Antes de haber sido gobernante, tendrás que haber sido gobernado”. Es decir, el ser gobernado educativamente, es el primer paso para poder llegar a ser gobernante y la importancia de la educación en nuestras sociedades es pensar que hay que educar a cada niño, a cada joven, a cada adolescente, como si el futuro del país dependiera de él, de las decisiones que él va a tomar, porque en último término es así.
La educación en un país democrático es siempre educación de príncipes, educación de quienes van a mandar, que son todos los ciudadanos. Un (Inaudible) economista y sociólogo canadiense, pero que trabajó en Harvard toda su larga vida, en uno de sus últimos libros, Galbraid decía: “Todas las democracias contemporáneas viven bajo el temor permanente a la influencia de los ignorantes”.
Y es efectivamente una preocupación: los ignorantes tienen voto y voz como los demás, pero naturalmente los ignorantes pueden ser manipulados, los ignorantes pueden ser engañados, los ignorantes pueden vetar las transformaciones necesarias que implican algún sacrificio en primer término, poder apoyar propuestas demagógicas, etcétera. Claro que Galbraid dice: “Las democracias temen la influencia de los ignorantes”. Uno sospecha que hay políticos que se aprovechan o confían en los ignorantes para poder realizar sus propuestas políticas.
En cualquier caso, la influencia de los ignorantes a la que se refiere Galbraid, no piensen ustedes que son ignorantes en el sentido científico del término. En ese sentido todos somos mucho más ignorantes e ignoramos muchas más cosas de las que sabemos. No vamos a hablar de la ignorancia, de cuál es la función fanerógama de la plantas, o dónde está exactamente situada Tegucigalpa; no se refiere Galbraid a ese tipo de ignorancia. Se refiere a la ignorancia de quien es incapaz de comprender las demandas sociales inteligibles que otros hacen. Quien es incapaz de expresar de manera argumentada e inteligible sus demandas sociales a los demás, de quien no puede, en una palabra, ni persuadir, ni ser persuadido.
La democracia es un orden social comunitario, instituido sobre la posibilidad de persuadir y ser persuadidos por los demás. Es decir, ese es el juego democrático, el parlamentarismo se base en la capacidad de persuadir y ser persuadidos. Entonces, eso no es un elemento natural, no nace espontáneamente, es algo que hay que desarrollar. Muchas veces oímos esas expresiones de: “Todas las opiniones son respetables”, vaya tontería, por supuesto que todas las opiniones no son respetables, todas las personas son respetables, tenga las opiniones que tengan, eso es cierto, salvo que sean opiniones criminales, pero las opiniones en sí, no son respetables, están precisamente para ser discutidas, para ser validadas si son ciertas y rechazadas si son falsas.
Discutere –en latín--, ustedes recuerden sus leguas clásicas, discutere es tirar de un árbol, para ver si tiene raíces; discutir una opinión es ver si tiene raíces en la realidad o es un capricho, una fantasía o una superstición, y la educación no está para respetar todas las opiniones, sino para aprender a seleccionar entre esas opiniones, las verdaderas, las útiles, y las socialmente necesarias.
Antes, la educación se basó durante mucho tiempo en dar a los niños información sobre temas que desconocían; es decir, los niños se mantenían al margen de ciertas realidades de la vida, por ejemplo, las vinculadas al sexo, a la muerte, a la ambición, etcétera, y poco a poco la educación les iba revelando esas realidades. Hoy los niños vía televisión, Internet, etcétera, están híper informados, ya la escuela no es el lugar de transmisión de la información , porque esa información les está llegando constantemente por todas las vías.
Yo ahora hace unos meses, una amiga mía que tiene una niña pequeña de cuatro o cinco años, me comentaba que la niña llegó un día y le dijo: Mamá, yo cuando sea mayor no quiero tener niños. Mi amiga se quedó un poco sorprendida de esta propuesta y le dijo: ¿por qué? Es que la niña acaba de ver en televisión un parto y había decidido con cierta lógica que era una experiencia muy interesante pero que ella podía pasar sin ella perfectamente.
Hoy efectivamente las noticias llegan así, entonces la educación es el arte de aprender a navegar por la información, es más útil que nunca, porque precisamente en las informaciones que nos llegan a través de redes sociales, de medios de comunicación como la televisión, etcétera, viene todo mezclado lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, lo atroz y lo piadoso, todo está junto, todo está revuelto. La educación es el arte de gobernar a los jóvenes, a los niños para que aprendan a manejarse en ese caos informativo.
El problema verdadero en nuestra sociedad es de educación, no es que la gente se quede sin educar, nadie se queda sin ser educado; la educación está tan unida a la condición humana que es imposible que nadie se quede sin ser educado, el problema es quién le va a educar, el problema es si va a ser educado por personas con conocimientos, por personas con una buena voluntad social, por personas que quieren hacer progresar sus comunidades o van a ser educados por la banda de gánsters de su barrio, por los peores ejemplos que ven en la televisión, por los que creen que el triunfo social se base exclusivamente en la acumulación de dinero. Entonces nadie se va a quedar sin ser educado, el problema es quién le va a educar, el problema es si nosotros, los buenos educadores llegaremos antes que los malos y lograremos antes que ellos educar a los niños y prepararlos.
Claro, muchas veces se nos dice a los educadores, y más todavía a los que hemos sido profesores de Ética durante muchos años, se nos dice de qué sirve enseñar principios de solidaridad, de respeto, de cooperación, etcétera, si después ellos van a ver en televisión o en la calle o en cualquier sitio ejemplos de todo lo contrario y van a ver que esas ideas que se le están transmitiendo en la escuela no se reflejan o no tienen un refrendo social como debiera.
Es que por eso tenemos que educar, si la sociedad estuviera formada por émulos de Santa Teresa de Calcuta y San Francisco de Asís, entonces no necesitaríamos educar, simplemente les diríamos a los niños: Hijos, sal a la calle haz lo que veas. Pero como eso no lo podemos hacer, como precisamente lo que tratamos de evitar es que esos malos educadores que van a encontrarse sean los que se apoderen de su futuro; entonces nosotros tenemos que luchar por llegar antes y por llegar de una manera actualizada, de ahí la importancia del papel del maestro.
Uno de los fundamentos del desarrollo educativo es que el papel del maestro esté dignificado socialmente, que esté escuchado socialmente, que el maestro no sea una figura marginal, sino que sea una figura central en nuestras democracias, que por supuesto tenga su reconocimiento económico, social, pero sobre todo que se le escuche, que se escuchen sus opiniones, que se escuche el latido que él nos trasmite de lo que son nuestros hijos, de lo que son aquellos a los que debemos educar. Yo creo que en las sociedades se va avanzando en ese campo, pero todavía queda mucho. En España había hace 40 años refranes terribles como: “pasar más hambre que un maestro de escuela”, lo cual es todo un programa educativo, es decir, eso era lo que se entendía, el maestro era algo como una especie de residuo social; cuando en realidad es la función civilizadora por excelencia.
Todos los que hemos sido profesores de universidad sabemos que en el mundo nosotros somos maestros de segunda, que si los maestros de primera, los que han tomado los niños en primer lugar, no han cumplido bien su función, nosotros no tenemos nada que hacer. O sea, yo recibía muchachos, muchachas, de 17, 18, 19 años, si no venían educados ya en lo básico y en lo fundamental, yo no les podía educar a esa edad, a esa edad yo podía ayudar a los que ya estuvieran educados, pero no inventarme una educación si no la habían recibido.
Entonces la formación primera básica es absolutamente imprescindible, y es imprescindible hoy, no es que los instrumentos sean negativos, no es que sea malo el Internet, no es que sean malas las redes sociales, lo que es malo es la adoración por esos medios, es creer que un instrumento técnico va a resolver lo que no resuelve la preocupación de la sociedad, lo que no resuelve la preocupación de tener unos enseñantes bien dotados y bien preparados. Es verdad, se suele decir “la buena educación es muy cara”, es cierto, una buena educación que tenga grupos de trabajo pequeños, profesores de apoyo, instrumentos, como estamos diciendo, para los alumnos, etcétera, es evidentemente una educación cara, pero yo les aseguro que la mala educación la pagan los países mucho más cara todavía, pagan mucho más cara la mala educación que la buena. Al final la buena educación sale barata en cuanto a rentabilidad y en cuanto a progreso de la sociedad.
De modo que hoy, cara al siglo XXI ya en el que estamos ya bastante avanzados, tenemos que pensar en una educación que no solamente atienda problemas laborales, que no solamente atienda conocimientos científicos, sino que cree cultura humanitaria.
Hay un libro de una famosa educadora americana, Amy Woodman, que se titula “Cultivar la humanidad”. El principal papel de la educación es desarrollar la humanidad, pero la humanidad entendida democráticamente, digamos, a la moderna, siempre se habla de esa especie de sonsonete clerical de la crisis de valores. Lo que existe en nuestras sociedades es la crisis de civismo, es el civismo lo que está en crisis, y es eso lo que la educación tiene que intentar resolver, no predicar moralmente abstracciones que normalmente luego desmiente la propia conducta del predicador, sino buscar el refuerzo del civismo, porque el civismo se apoya en instituciones, porque el civismo se apoya en el reconocimiento social.
Hay dos enemigos fundamentales de la democracia en todas partes, y ustedes lo saben igual que yo: son la miseria y la ignorancia. Lucha por la democracia todo el que combate la miseria y todo el que combate la ignorancia; y en todos aquellos regímenes políticos en que se acepta como inevitable la miseria, y se acepta como inevitable la ignorancia, en realidad no hay verdadero espíritu democrático. Ese espíritu democrático es el que debemos suscitar, ese espíritu democrático es el que el educador tiene que suscitar en los alumnos, en los padres y en la propia sociedad, crear la preocupación de que efectivamente la lucha por la educación es algo que compete a toda la sociedad y que no ocupa sólo un pequeño período de tiempo. Educan, por supuesto, los padres en su casa, en la medida de lo posible, de manera afectiva, de identificación afectiva, etcétera; educamos los profesionales de la educación, también educan los medios de comunicación, además de informar, entretener, tienen una dimensión pedagógica de la cual deberían ser conscientes. Educan las personas de relevancia pública, políticos, deportistas, etcétera, educan para bien o para mal, pero educan, su ejemplo es seguido, impacta sobre mucha gente.
El campo de la educación es muy amplio y permanece a lo largo, prácticamente, de toda la vida de las personas, pero solo hay un momento, el momento de la formación académica, en que nosotros, digamos, podemos controlarlo, podemos planearlo, no podemos elegir los padres de los niños, no podemos elegir probablemente los programas que van a ver en la televisión, ni las compañías que van a tener, ni el comportamiento de muchas figuras públicas célebres, pero nosotros sí podemos elegir lo que vamos a transmitir.
Educar es, en el mundo de los valores, de las propuestas, de los anhelos, de las creaciones humanas, seleccionar lo imprescindible y transmitirlo a las nuevas generaciones. Aquello que queremos que se perpetúe, aquello que queremos que prospere, el mundo en el que queremos vivir, porque en el fondo nosotros estamos preparando el mundo en el que van a tener que vivir todos. Entonces, ¿qué mundo queremos que sea? ¿El mundo de la violencia, de la rapiña, de la extorsión, de la xenofobia o un mundo en el que nosotros pongamos por lo menos todo de nuestra parte porque no lleguen esos males?
Es verdad que la educación no es omnipotente, no todo puede resolverse con la educación, y hay otros factores importantes en el desarrollo y también en el retroceso de los países, pero yo creo que en la solución de cada problema siempre hay una parte de dimensión educativa; puede que la educación no resuelva el problema por sí sola, pero no se resuelve nunca el problema si no se ha atendido a esa parte educativa que hay en la solución de cada problema. Y yo creo que esa es nuestra función, y eso es por lo que nosotros tenemos que esforzarnos.
Por supuesto tenemos que saber cuáles son los objetivos que buscamos, no sólo objetivos a corto plazo, laborales, etcétera, muy respetables, pero que no pueden abarcar toda nuestra preocupación, tenemos que saber qué queremos y tenemos que pedirle a la sociedad que se conciencie de lo que se está proponiendo y de lo que se está buscando. No se está buscando simplemente una salida laboral para que la gente, los niños se coloquen pronto cuando crezcan y empiecen a ganar dinero, si no se está intentando formar ciudadanos capaces de utilizar de una manera solidaria, una manera cooperativa, de una manera creadora las instituciones democráticas, y de transformar esas mismas instituciones de modo que sirvan para luchar por las injusticias, etcétera, que hoy desgraciadamente padecemos en todas partes en una medida o en otra.
Y bueno, ya ven ustedes, estas son las cosas, ya saben ustedes que los filósofos, incluso los simples profesores de filosofía, como es mi caso, somos especialistas en repetir lo que todo el mundo sabe, pero con un tono muy truculento para que parezca que se nos acaba de ocurrir en ese momento. Bueno, eso es lo que yo he hecho ante ustedes, creo que son cosas que ustedes saben, pero que conviene recordar, porque a veces la pelea por la cotidianeidad, por el pequeño detalle nos priva un poco de esa visión a más largo plazo que también es imprescindible. Yo les deseo, por supuesto, que durante este congreso y durante la ejecutoria que van a hacer, alcancen objetivos interesantes, prácticos, tengan unas buenas soluciones y, sobre todo, contagien a la sociedad de esta preocupación que nosotros tenemos.
Es importante que la sociedad se contagie de esto y no de otras cosas negativas, violentas, arrogantes, ambiciosas, que desgraciadamente son las que más suelen extenderse. Y de nuevo, como siempre, yo les agradezco su hospitalidad y su atención. Muchas gracias.”
Derivado de tan atinadas reflexiones del gran Maestro Fernando Savater, se observan los valiosos legados que para el extenso campo de la educación son vitales, novedosos y de imprescindibles saberes que enriquecerán la praxis contemporánea de todos los educadores.
RELÁMPAGO, ES MUY INTELIGENTE
Por Abelardo Iparrea Salaia
Dedicado a mi amigo Mario Ulises Pereyra E.
El caminejo está enfermo de grises peñascales y el caballo bayo, tan entendido como es, tropieza a cada rato y duda, tarda en seleccionar por dónde proseguir, no quiere lastimar sus cascos, ni realizar esfuerzos innecesarios. A mi no me importa que proceda como quiera, mientras pueda pensar lo mío, confío en él; no llevo ninguna prisa y la brisa matutina ayuda al contento que llevo dentro, un contento que ya es viejo, casi tanto como yo mismo que estoy por cumplir cincuenta y cinco años. Por cierto, mi caballo se llama “Relámpago”, porque uno de mis cuatro hijos, el menor, así quiso que se llamara, cuando una tarde lo vio correr sobre el verde pastizal de mi potrero y se le figuró una flecha amarilla que volaba .Ahora, mi hijo va para trece años y Relámpago para diez, lo que quiere decir que el animal se vuelve adulto y el muchacho, adolescente. Pues esa era más o menos, más bien menos, la edad en que me hallaba cuando en casa de mis padres, desde mucho antes, no había más felicidad que la de estar unidos con la fuerza grande del amor que mi madre interponía entre la angustia, la pobreza y la desesperanza.
Los días pasaban con pasmosa lentitud para todos y la escasez de lo más elemental me lastimaba tanto como a mis tres hermanos, pero no tanto como a nuestra madre y nuestro padre, albañil de oficio, que de día ocultaban la desazón con el nerviosismo de los quehaceres hogareños, ella, y él al retirarse muy temprano, a veces sin tomar al menos un café o un atole, en busca de una chamba, ahí en la ciudad aquella, donde abundaban los albañiles. De noche, no sé; digo que no sé por dónde o hacia dónde se iban sus lágrimas si es que lloraban, o los hondos silencios del repensar las cosas. A nosotros, los chamacos, nos bastaba dejar el hambre y las incipientes preocupaciones en el cuenco amable de los sueños, a lo mejor la nueva mañana nos traería algo diferente, cosas gratas, diferentes a esa canija tristeza que por momentos nos invadía.
¡Ah!, cómo le gustaba leer a mi querido viejo. ¿Cómo conseguía libros y más libros? De su maestro, de sus pobres ganancias, de los basureros donde la insensatez los abandona. Otro albañil le había enseñado con la paciencia y la sabiduría de verdadero maestro, maestro pues por dos veces o más, que le hizo llenar en su juventud muchos cuadernos con números, con palabras, con dibujos, con saberes que, en suma, lo volvieron un poco vanidoso, un poco que se volvió nada al entender que eso era un lucimiento innecesario, inútil, ante sus compañeros y conocidos. Desde entonces tomó el vicio de leer y leer, aún con la luz que le prestaban las estrellas, y con el tiempo se convirtió, para nosotros y para sus iguales, en el maestro albañil más sabio de todos; por eso debo sumar a la magia del amor maternal la prudente sabiduría de nuestro padre, pues esas dos fuerzas enormes hicieron que la unidad familiar no cediera ante el hambre siempre presente, ni ante las otras calamidades que, de repente, lo estropean todo. Mi mamá …¡Qué término tan regio para identificar a una mujer! Miles de veces lo pronuncio y nunca termino, ni terminaré, en tu caso madre, de entender la enormidad de su piadoso significado. ¡Mamá cuántas lágrimas has merecido y cuántas risas nos prodigaste con todo y la tensión a que estabas sometida! ¿Cómo es que te dabas tiempo para tejer esos milagros y enseñar semejante prodigio a mis hermanas?... Sí, ¡cómo puedo olvidarlo!, el producto salido de esas manos laboriosas era vendido en las calles de la ciudad y las compradoras citadinas, damas de falso rezo, dueñas de muchas riquezas y de almas pálidas, famélicas, regateaban el trabajo, la dedicación, la creatividad, la belleza, y querían dar cualquier cosa sobre el valor real de aquellas maravillas. Pero mis hermanas, Pureza y Piedad, se enfurruñaban y oponían su inexperta resistencia hasta lograr un precio que sólo llegaba a parecerse al que mi madre les pusiera. Yo era pequeño y asistía al injusto alegato como convidado de piedra pero, por algún hechizo que hasta hoy me es indescifrable, todo drama, todo dolor, toda burla y desdén de que fuimos objeto en esas horas, se me quedó pegado como imborrables manchas sobre la piel de mi creciente dignidad.
Mi hermano, mayor que yo dos años, Rolando se llama, que es a quien llevo mi fraternal visita hasta su rancho, estudiaba sus lecciones elementales en una escuela rural; me tocó después seguir sus huellas y nuestras hermanas más tarde, aunque ya mayorcitas, cuando en casa se entendió su natural derecho a educarse al igual que los varones. Eso me pareció muy bien, ya que siempre me sentí dichoso con la protectora y hermosa compañía de las dos y porque, con mi pequeño entendimiento, presentía su justicia. A Rolando no le apetecía nada estar al amparo ni de las naguas maternales, siempre fue rebelde y hoy lo sigue siendo, pero la suya es una muy generosa rebeldía que siempre fue en auxilio de su familia, de los desvalidos, de sus amigos.
-¡Oh!, ¡oh!- mi buen caballo. Relámpago me rescata con un breve relincho del túnel donde encuentro mis recuerdos; quiere platicar. Su caminante soledad nada tiene que ver con la mía, ¡quien sabe!, a lo mejor también estaba metido en su pasado y lo quiere referir a su equina manera.
-Bien, bien, Relámpago, ¿tú también tienes historia para contar a los demás, aunque no seamos todos caballos? ¡Adelante!
-Brrrrbrrrr- contesta mi amigo bayo.
-Seguro que estás rememorando tus proezas y tus amores: tu magnífica compañera color de humo y tus potrillos, tan apuestos y gallardos como tú. El caballo hace temblar su musculosa y ya sudada corpulencia, indicándome de ese modo que me baje para descansar los dos y platicar así, de mejor manera. La retadora cuesta y los peñascales han sido vencidos, adelante nos esperan sólo las curvas, bajuras que nos llevarán al rancho de mi hermano, donde, casada también desde hace tiempo, vive en casa distinta, pero en el área del fraterno territorio, la menor de mis hermanas, con su esposo y dos hijos. Como yo no guardo en la discreción mis recuerdos, pues los hablo y los actúo de frente al cielo y a todo lo que me va rodeando, confiado en tu virtuoso desempeño cuadrúpedo amigo, y confiado también en la gran serenidad de la montaña, pienso que tienes derecho y hasta una especie de obligación de dialogar conmigo. Es entonces, cuando Relámpago, masticando su decir, me lleva a una increíble levedad para escucharlo:
-El gran caballo que fue mi padre y la noble yegua que fuera mi madre, en mucho se parecían a tus humanos progenitores. Tuve sólo una hermana, blanca y de larga crin, de delicada alzada. Temprano se la llevaron, no volvimos a saber de ella.
-Conociéndote como te conozco, nada dudo de lo que confiesas, ¿y también sufrieron como el sufrir que tocó a los míos?
-Sí, en nuestro mundo, como en el de todos los demás animales, el sufrimiento, la tortura, la desesperanza, entran y atacan lo mismo a grandes y a pequeños, y aunque nuestras lágrimas no son, por lo común, el resultado de esa química que en ustedes se vuelve llanto líquido, lo mismo inundan por dentro con amargos desesperos. El hambre, las enfermedades, las injusticias no nos son desconocidas. Incómodas compañeras de viaje, con frecuencia afligen a muchos animales. Pero, en descargo, asimismo experimentamos esos estados de ánimo que ustedes llaman felicidad.
-¿Cómo pudiste darte cuenta de esas cosas, Relámpago?
-Porque así como tú, antes que me compraras recién que fui potrillo, se me incrustaron en la cabeza las cuestiones que oía referir a mis mayores y otras de que me fui dando cuenta en la corta circunferencia de mi existir y, como a ti te sucedió, en mi también se fueron enredando con el crecimiento. Creo que tú y yo, Generoso, poseemos facultades de captación parecidas. Como no callas cual es debido tus reflexiones, me valgo de ellas para decirte lo que puedo. Y como me tocó en suerte caer en tus manos, lo que he vivido contigo, no hace sino responder al significado de ese nombre que llevas tan bien puesto…
El ollar y el belfo dejaron de moverse y quietas quedaron sus orejas; todo él, mi buen amigo, se enfundó en una cápsula de reparador silencio y se me quedó mirando con esa simpatía que raramente separa de sus ojos. Tomamos agua de un escondido manantial del bosque y reemprendimos la marcha, regresando yo a mi rememorar hablando y Relámpago, a paso calculado, haciendo su tarea de conducirme al rancho de El Robledal. El paisaje todo, es uno de esos que nos hacen sentir la inmensa dicha de pertenecerle a la vida, no importa que por ese sólo instante hurtado a la eternidad. El viento, los verdores, la luz, los colores regados entre las silvestres flores, son caricia y canción, religión que no ofende, bendición que redime verdaderamente. Cada recodo del camino es un mirador de asombro, de hondo regocijo.
Aquellos días, sábados y domingos, de mi adolescencia y de la de mis hermanos, fueron parte, como tuétano en los huesos, que se integró a cada cual y se volvió como querían los viejos -más claramente mi sabio albañil- substancia, esa substancia que de haber faltado no habríamos alcanzado, con el dinero, con el oro que después llegó, la altura espiritual y moral y cultural y social que supimos conquistar, gracias a la suma de esas circunstancias de que se vale el azar para construir la dicha de unos o el infortunio de otros. No, no dejamos de estudiar. Sino mucho, suficiente fue el estudio que hizo de mis hermanas dos maestras de excelencia, y de Rolando y de mi, él un confiable técnico agrónomo y zootecnista, y yo, ingeniero civil proclive a la locura de leer como mi padre, y a escribir, por cuenta propia, todas las verdades y mentiras que como hilos invisibles tejen la urdimbre de la experiencia humana.
Aquella mañana sabatina de un marzo de 19… nos hallábamos sentados, haciendo rueda, mi madre y mis hermanos. Ella nos hablaba con su fresca, hermosa y honrada manera de decir las cosas, y nosotros, concentrados en su lección de vida y en el desgrane de mazorcas que habíamos cosechado. No nos dimos cuenta del tranco de un, caballo que se aproximaba por la cercana vereda que cruzaba el pequeño espacio donde se levantaba la cabaña que, para vivir, nos prestaba un hermano de mi madre, el tío Rubén. Tal vez no atendimos el aviso porque don Eduardo, que era mi padre, solía llegar a pie. Pero él nos gritó, primero a mi madre, enseguida a nosotros:
-Rosaluz… hijos, ¡he llegado para darles hoy la felicidad que siempre han merecido!
Y aquí viene el cómo del fortuito suceso que luego le habría de anteponer a los nombres de mis padres el Don y el Doña, con mayúsculas. ¡Oye bien Relámpago!, que no tardamos en llegar a El Robledal. Don Eduardo, eufórico, maestro ya del decir rápido y bien cuando se lo proponía, nos relata:
-¿Se acuerdan ustedes de Don Rufino, mi maestro y compañero de labores en la ciudad, quien vino hace diez años a despedirse de nosotros? Todos movimos la cabeza en un sí general, pues aunque muy niños mis hermanos y yo, era imposible borrar de la memoria a ese tipo de personas que por más que se apliquen en procurar discreción para sus actos de bien, dejan en la memoria y el corazón de los beneficiados, más que firme su huella generosa.
-… Cuando él se fue, alegre como era, se llevó a su lejano origen norteño sus ahorros y su optimista sabiduría para compartirlos con los suyos. Y en mis manos dejó un sobre con un escrito, y la recomendación de que lo abriera yo hasta la fecha en que lo hice, hace dos meses. Se trata del traspaso legal en propiedad a mi favor, de la casa en que vivía, muy cerca de la ciudad. Pero como el tiempo carcome hasta el acero, aunque no dejaba de vigilarla en las horas que me era posible, en tanto esta fecha llegaba, las paredes, el techo y la cerca se arruinaron. La gente, ya sabemos, cuando carece de educación con frecuencia carece al mismo tiempo de prudencia y honestidad: puertas y ventanas desaparecieron y roto fue todo lo rompible…
El gran padre que fue mi padre hace una pausa, toma agua de limón que mi madre le ofreció, los demás estamos relajados, pero expectantes y con algo que bulle en nosotros como cosa nueva, como gorda esperanza, que no es mas que el contento que me dura hasta este momento en que, tú, Relámpago, tomas cuidadosa nota de mi recordar. Oigo tus pisadas cautelosas, pausadas, armónicas, que en nada me interrumpen, gracias amigo.
-… Lo que hice fue ponerle a mi compadre estas noticias sobre su casa y herboso terreno, en una carta, carta que no tuvo contestación. Luego le puse dos telegramas urgentes, y también no hubo respuesta. Y, finalmente, como no tenía otro medio para hacérselo saber, en mi ausencia de cinco días, fui hasta su pueblo natal, para hallarme con la información tremenda de que mi amigo y maestro había fallecido, y su familia, que no era mucha, se mudó a un punto del que no se tiene la menor idea…
El hombre se volvió buscando el rostro de mi madre, los dos se rieron y hablaron con los ojos como diciéndose versos de nuevo amor para vivir el tiempo que les habría de quedar, y es aquí donde está la raíz de este contento que conmigo va cabalgando…Los hijos queríamos ya el final de la historia, pero el padre, jugando un poquitín con la ansiedad, terminó por tomar su limonada y nos aventó su risa, la risa más feliz que hasta entonces le conociéramos.
-… Pues bien; como en estos últimos días me he dedicado a la roza y aseo del patio de esa casa que ya es nuestra, también hice cuidadosa revisión de las paredes y el techo, con la idea de aprovechar todo cuanto fuera posible para irnos a vivir allá, más cerca de la ciudad y más cómodamente. Al estar revisando y golpeando con martillo las partes que sonaban huecas, me detuve en un espacio en que los golpes hacían un eco extraño y, pues, allí me detuve para calcular el área que tenía que derribar para luego componerla poco a poco, así se tenía que hacer… y empecé la tarea solo, sin más ayuda que mi determinación.
¡Vaya, Relámpago, ya se deja ver El Robledal! Relinchas de alegría ¿verdad? Eres un buen muchacho. Pronto descansaremos de este viaje y de mis remembranzas platicadas en voz alta para ti. Sí, así es, bien que mueves tu cabezota para decirme que lo comprendes. Y, mira, más bien, oye lo que fue el resto:
-… El golpeteo fue constante y poco descansaba yo, hasta que en una oquedad en la base de aquella parte que trabajaba, pude descubrir entre las nubes de polvo que se habían formado, un bulto, una maleta de lona encerada, muy pesada, que me exigió más de una hora poderla extraer. Afuera ya de su escondite el envoltorio aquel ocultaba una caja debilitada por el tiempo y enmohecidos los cinchos de metal con que la habían asegurado. Pero con la renovada fuerza que me daba la sorpresa y la intuición, pude al fin vencerlos y abrirla, llena estaba de hermosísimas monedas de oro y varias joyas con piedras preciosas que, en lo sucesivo, adornarán a las mujeres de esta casa que son las más bonitas y buenas de México. No, de México no, del mundo. Todo está a buen resguardo y disponemos de suficiente capital para, desde hoy, darle a nuestras vidas el viraje que merecen, como lo merecen incontables seres humanos que están, como estábamos nosotros, anclados en la esclavitud de las más injustas circunstancias…
Y tú, Relámpago, no estuviste en los funerales de mis padres. ¡Claro que no!, pues llegas a mi cuando ellos ya tenía años que nos habían dejado con holgado bienestar. En paz murieron, ¡De veras, caballo! Sin pena, sin dolores. Así fue; ella, mi madre, nos dejó primero, después el sabio y afortunado esposo…nuestro maestro-amigo. No, no avances amigo querido, aquiétate tantito mientras el aire seca las canijas lágrimas que se me han soltado desde lo más hondo del alma mía. Sí, te repito, estoy contento pero se vale llorar al mismo tiempo cuando se llora agradecido y orgulloso de ser parte de esta historia.
Los dos acabamos por caminar “codo a codo” el tramo último que nos separaba de El Robledal, pero un poco antes de que se produjeran los abrazos y las palabras cariñosas de mis parientes, Relámpago me atajó y se me quedó mirando con sus brillantes ojos de canicón, ladeando su cabezota de uno a otro lado, y se me ocurrió, en un posible gesto suyo, adivinar una sonrisa cómplice, solidaria, de amigos verdaderos. Por eso sostengo que, Relámpago, es muy inteligente.
Dedicado a mi amigo Mario Ulises Pereyra E.
El caminejo está enfermo de grises peñascales y el caballo bayo, tan entendido como es, tropieza a cada rato y duda, tarda en seleccionar por dónde proseguir, no quiere lastimar sus cascos, ni realizar esfuerzos innecesarios. A mi no me importa que proceda como quiera, mientras pueda pensar lo mío, confío en él; no llevo ninguna prisa y la brisa matutina ayuda al contento que llevo dentro, un contento que ya es viejo, casi tanto como yo mismo que estoy por cumplir cincuenta y cinco años. Por cierto, mi caballo se llama “Relámpago”, porque uno de mis cuatro hijos, el menor, así quiso que se llamara, cuando una tarde lo vio correr sobre el verde pastizal de mi potrero y se le figuró una flecha amarilla que volaba .Ahora, mi hijo va para trece años y Relámpago para diez, lo que quiere decir que el animal se vuelve adulto y el muchacho, adolescente. Pues esa era más o menos, más bien menos, la edad en que me hallaba cuando en casa de mis padres, desde mucho antes, no había más felicidad que la de estar unidos con la fuerza grande del amor que mi madre interponía entre la angustia, la pobreza y la desesperanza.
Los días pasaban con pasmosa lentitud para todos y la escasez de lo más elemental me lastimaba tanto como a mis tres hermanos, pero no tanto como a nuestra madre y nuestro padre, albañil de oficio, que de día ocultaban la desazón con el nerviosismo de los quehaceres hogareños, ella, y él al retirarse muy temprano, a veces sin tomar al menos un café o un atole, en busca de una chamba, ahí en la ciudad aquella, donde abundaban los albañiles. De noche, no sé; digo que no sé por dónde o hacia dónde se iban sus lágrimas si es que lloraban, o los hondos silencios del repensar las cosas. A nosotros, los chamacos, nos bastaba dejar el hambre y las incipientes preocupaciones en el cuenco amable de los sueños, a lo mejor la nueva mañana nos traería algo diferente, cosas gratas, diferentes a esa canija tristeza que por momentos nos invadía.
¡Ah!, cómo le gustaba leer a mi querido viejo. ¿Cómo conseguía libros y más libros? De su maestro, de sus pobres ganancias, de los basureros donde la insensatez los abandona. Otro albañil le había enseñado con la paciencia y la sabiduría de verdadero maestro, maestro pues por dos veces o más, que le hizo llenar en su juventud muchos cuadernos con números, con palabras, con dibujos, con saberes que, en suma, lo volvieron un poco vanidoso, un poco que se volvió nada al entender que eso era un lucimiento innecesario, inútil, ante sus compañeros y conocidos. Desde entonces tomó el vicio de leer y leer, aún con la luz que le prestaban las estrellas, y con el tiempo se convirtió, para nosotros y para sus iguales, en el maestro albañil más sabio de todos; por eso debo sumar a la magia del amor maternal la prudente sabiduría de nuestro padre, pues esas dos fuerzas enormes hicieron que la unidad familiar no cediera ante el hambre siempre presente, ni ante las otras calamidades que, de repente, lo estropean todo. Mi mamá …¡Qué término tan regio para identificar a una mujer! Miles de veces lo pronuncio y nunca termino, ni terminaré, en tu caso madre, de entender la enormidad de su piadoso significado. ¡Mamá cuántas lágrimas has merecido y cuántas risas nos prodigaste con todo y la tensión a que estabas sometida! ¿Cómo es que te dabas tiempo para tejer esos milagros y enseñar semejante prodigio a mis hermanas?... Sí, ¡cómo puedo olvidarlo!, el producto salido de esas manos laboriosas era vendido en las calles de la ciudad y las compradoras citadinas, damas de falso rezo, dueñas de muchas riquezas y de almas pálidas, famélicas, regateaban el trabajo, la dedicación, la creatividad, la belleza, y querían dar cualquier cosa sobre el valor real de aquellas maravillas. Pero mis hermanas, Pureza y Piedad, se enfurruñaban y oponían su inexperta resistencia hasta lograr un precio que sólo llegaba a parecerse al que mi madre les pusiera. Yo era pequeño y asistía al injusto alegato como convidado de piedra pero, por algún hechizo que hasta hoy me es indescifrable, todo drama, todo dolor, toda burla y desdén de que fuimos objeto en esas horas, se me quedó pegado como imborrables manchas sobre la piel de mi creciente dignidad.
Mi hermano, mayor que yo dos años, Rolando se llama, que es a quien llevo mi fraternal visita hasta su rancho, estudiaba sus lecciones elementales en una escuela rural; me tocó después seguir sus huellas y nuestras hermanas más tarde, aunque ya mayorcitas, cuando en casa se entendió su natural derecho a educarse al igual que los varones. Eso me pareció muy bien, ya que siempre me sentí dichoso con la protectora y hermosa compañía de las dos y porque, con mi pequeño entendimiento, presentía su justicia. A Rolando no le apetecía nada estar al amparo ni de las naguas maternales, siempre fue rebelde y hoy lo sigue siendo, pero la suya es una muy generosa rebeldía que siempre fue en auxilio de su familia, de los desvalidos, de sus amigos.
-¡Oh!, ¡oh!- mi buen caballo. Relámpago me rescata con un breve relincho del túnel donde encuentro mis recuerdos; quiere platicar. Su caminante soledad nada tiene que ver con la mía, ¡quien sabe!, a lo mejor también estaba metido en su pasado y lo quiere referir a su equina manera.
-Bien, bien, Relámpago, ¿tú también tienes historia para contar a los demás, aunque no seamos todos caballos? ¡Adelante!
-Brrrrbrrrr- contesta mi amigo bayo.
-Seguro que estás rememorando tus proezas y tus amores: tu magnífica compañera color de humo y tus potrillos, tan apuestos y gallardos como tú. El caballo hace temblar su musculosa y ya sudada corpulencia, indicándome de ese modo que me baje para descansar los dos y platicar así, de mejor manera. La retadora cuesta y los peñascales han sido vencidos, adelante nos esperan sólo las curvas, bajuras que nos llevarán al rancho de mi hermano, donde, casada también desde hace tiempo, vive en casa distinta, pero en el área del fraterno territorio, la menor de mis hermanas, con su esposo y dos hijos. Como yo no guardo en la discreción mis recuerdos, pues los hablo y los actúo de frente al cielo y a todo lo que me va rodeando, confiado en tu virtuoso desempeño cuadrúpedo amigo, y confiado también en la gran serenidad de la montaña, pienso que tienes derecho y hasta una especie de obligación de dialogar conmigo. Es entonces, cuando Relámpago, masticando su decir, me lleva a una increíble levedad para escucharlo:
-El gran caballo que fue mi padre y la noble yegua que fuera mi madre, en mucho se parecían a tus humanos progenitores. Tuve sólo una hermana, blanca y de larga crin, de delicada alzada. Temprano se la llevaron, no volvimos a saber de ella.
-Conociéndote como te conozco, nada dudo de lo que confiesas, ¿y también sufrieron como el sufrir que tocó a los míos?
-Sí, en nuestro mundo, como en el de todos los demás animales, el sufrimiento, la tortura, la desesperanza, entran y atacan lo mismo a grandes y a pequeños, y aunque nuestras lágrimas no son, por lo común, el resultado de esa química que en ustedes se vuelve llanto líquido, lo mismo inundan por dentro con amargos desesperos. El hambre, las enfermedades, las injusticias no nos son desconocidas. Incómodas compañeras de viaje, con frecuencia afligen a muchos animales. Pero, en descargo, asimismo experimentamos esos estados de ánimo que ustedes llaman felicidad.
-¿Cómo pudiste darte cuenta de esas cosas, Relámpago?
-Porque así como tú, antes que me compraras recién que fui potrillo, se me incrustaron en la cabeza las cuestiones que oía referir a mis mayores y otras de que me fui dando cuenta en la corta circunferencia de mi existir y, como a ti te sucedió, en mi también se fueron enredando con el crecimiento. Creo que tú y yo, Generoso, poseemos facultades de captación parecidas. Como no callas cual es debido tus reflexiones, me valgo de ellas para decirte lo que puedo. Y como me tocó en suerte caer en tus manos, lo que he vivido contigo, no hace sino responder al significado de ese nombre que llevas tan bien puesto…
El ollar y el belfo dejaron de moverse y quietas quedaron sus orejas; todo él, mi buen amigo, se enfundó en una cápsula de reparador silencio y se me quedó mirando con esa simpatía que raramente separa de sus ojos. Tomamos agua de un escondido manantial del bosque y reemprendimos la marcha, regresando yo a mi rememorar hablando y Relámpago, a paso calculado, haciendo su tarea de conducirme al rancho de El Robledal. El paisaje todo, es uno de esos que nos hacen sentir la inmensa dicha de pertenecerle a la vida, no importa que por ese sólo instante hurtado a la eternidad. El viento, los verdores, la luz, los colores regados entre las silvestres flores, son caricia y canción, religión que no ofende, bendición que redime verdaderamente. Cada recodo del camino es un mirador de asombro, de hondo regocijo.
Aquellos días, sábados y domingos, de mi adolescencia y de la de mis hermanos, fueron parte, como tuétano en los huesos, que se integró a cada cual y se volvió como querían los viejos -más claramente mi sabio albañil- substancia, esa substancia que de haber faltado no habríamos alcanzado, con el dinero, con el oro que después llegó, la altura espiritual y moral y cultural y social que supimos conquistar, gracias a la suma de esas circunstancias de que se vale el azar para construir la dicha de unos o el infortunio de otros. No, no dejamos de estudiar. Sino mucho, suficiente fue el estudio que hizo de mis hermanas dos maestras de excelencia, y de Rolando y de mi, él un confiable técnico agrónomo y zootecnista, y yo, ingeniero civil proclive a la locura de leer como mi padre, y a escribir, por cuenta propia, todas las verdades y mentiras que como hilos invisibles tejen la urdimbre de la experiencia humana.
Aquella mañana sabatina de un marzo de 19… nos hallábamos sentados, haciendo rueda, mi madre y mis hermanos. Ella nos hablaba con su fresca, hermosa y honrada manera de decir las cosas, y nosotros, concentrados en su lección de vida y en el desgrane de mazorcas que habíamos cosechado. No nos dimos cuenta del tranco de un, caballo que se aproximaba por la cercana vereda que cruzaba el pequeño espacio donde se levantaba la cabaña que, para vivir, nos prestaba un hermano de mi madre, el tío Rubén. Tal vez no atendimos el aviso porque don Eduardo, que era mi padre, solía llegar a pie. Pero él nos gritó, primero a mi madre, enseguida a nosotros:
-Rosaluz… hijos, ¡he llegado para darles hoy la felicidad que siempre han merecido!
Y aquí viene el cómo del fortuito suceso que luego le habría de anteponer a los nombres de mis padres el Don y el Doña, con mayúsculas. ¡Oye bien Relámpago!, que no tardamos en llegar a El Robledal. Don Eduardo, eufórico, maestro ya del decir rápido y bien cuando se lo proponía, nos relata:
-¿Se acuerdan ustedes de Don Rufino, mi maestro y compañero de labores en la ciudad, quien vino hace diez años a despedirse de nosotros? Todos movimos la cabeza en un sí general, pues aunque muy niños mis hermanos y yo, era imposible borrar de la memoria a ese tipo de personas que por más que se apliquen en procurar discreción para sus actos de bien, dejan en la memoria y el corazón de los beneficiados, más que firme su huella generosa.
-… Cuando él se fue, alegre como era, se llevó a su lejano origen norteño sus ahorros y su optimista sabiduría para compartirlos con los suyos. Y en mis manos dejó un sobre con un escrito, y la recomendación de que lo abriera yo hasta la fecha en que lo hice, hace dos meses. Se trata del traspaso legal en propiedad a mi favor, de la casa en que vivía, muy cerca de la ciudad. Pero como el tiempo carcome hasta el acero, aunque no dejaba de vigilarla en las horas que me era posible, en tanto esta fecha llegaba, las paredes, el techo y la cerca se arruinaron. La gente, ya sabemos, cuando carece de educación con frecuencia carece al mismo tiempo de prudencia y honestidad: puertas y ventanas desaparecieron y roto fue todo lo rompible…
El gran padre que fue mi padre hace una pausa, toma agua de limón que mi madre le ofreció, los demás estamos relajados, pero expectantes y con algo que bulle en nosotros como cosa nueva, como gorda esperanza, que no es mas que el contento que me dura hasta este momento en que, tú, Relámpago, tomas cuidadosa nota de mi recordar. Oigo tus pisadas cautelosas, pausadas, armónicas, que en nada me interrumpen, gracias amigo.
-… Lo que hice fue ponerle a mi compadre estas noticias sobre su casa y herboso terreno, en una carta, carta que no tuvo contestación. Luego le puse dos telegramas urgentes, y también no hubo respuesta. Y, finalmente, como no tenía otro medio para hacérselo saber, en mi ausencia de cinco días, fui hasta su pueblo natal, para hallarme con la información tremenda de que mi amigo y maestro había fallecido, y su familia, que no era mucha, se mudó a un punto del que no se tiene la menor idea…
El hombre se volvió buscando el rostro de mi madre, los dos se rieron y hablaron con los ojos como diciéndose versos de nuevo amor para vivir el tiempo que les habría de quedar, y es aquí donde está la raíz de este contento que conmigo va cabalgando…Los hijos queríamos ya el final de la historia, pero el padre, jugando un poquitín con la ansiedad, terminó por tomar su limonada y nos aventó su risa, la risa más feliz que hasta entonces le conociéramos.
-… Pues bien; como en estos últimos días me he dedicado a la roza y aseo del patio de esa casa que ya es nuestra, también hice cuidadosa revisión de las paredes y el techo, con la idea de aprovechar todo cuanto fuera posible para irnos a vivir allá, más cerca de la ciudad y más cómodamente. Al estar revisando y golpeando con martillo las partes que sonaban huecas, me detuve en un espacio en que los golpes hacían un eco extraño y, pues, allí me detuve para calcular el área que tenía que derribar para luego componerla poco a poco, así se tenía que hacer… y empecé la tarea solo, sin más ayuda que mi determinación.
¡Vaya, Relámpago, ya se deja ver El Robledal! Relinchas de alegría ¿verdad? Eres un buen muchacho. Pronto descansaremos de este viaje y de mis remembranzas platicadas en voz alta para ti. Sí, así es, bien que mueves tu cabezota para decirme que lo comprendes. Y, mira, más bien, oye lo que fue el resto:
-… El golpeteo fue constante y poco descansaba yo, hasta que en una oquedad en la base de aquella parte que trabajaba, pude descubrir entre las nubes de polvo que se habían formado, un bulto, una maleta de lona encerada, muy pesada, que me exigió más de una hora poderla extraer. Afuera ya de su escondite el envoltorio aquel ocultaba una caja debilitada por el tiempo y enmohecidos los cinchos de metal con que la habían asegurado. Pero con la renovada fuerza que me daba la sorpresa y la intuición, pude al fin vencerlos y abrirla, llena estaba de hermosísimas monedas de oro y varias joyas con piedras preciosas que, en lo sucesivo, adornarán a las mujeres de esta casa que son las más bonitas y buenas de México. No, de México no, del mundo. Todo está a buen resguardo y disponemos de suficiente capital para, desde hoy, darle a nuestras vidas el viraje que merecen, como lo merecen incontables seres humanos que están, como estábamos nosotros, anclados en la esclavitud de las más injustas circunstancias…
Y tú, Relámpago, no estuviste en los funerales de mis padres. ¡Claro que no!, pues llegas a mi cuando ellos ya tenía años que nos habían dejado con holgado bienestar. En paz murieron, ¡De veras, caballo! Sin pena, sin dolores. Así fue; ella, mi madre, nos dejó primero, después el sabio y afortunado esposo…nuestro maestro-amigo. No, no avances amigo querido, aquiétate tantito mientras el aire seca las canijas lágrimas que se me han soltado desde lo más hondo del alma mía. Sí, te repito, estoy contento pero se vale llorar al mismo tiempo cuando se llora agradecido y orgulloso de ser parte de esta historia.
Los dos acabamos por caminar “codo a codo” el tramo último que nos separaba de El Robledal, pero un poco antes de que se produjeran los abrazos y las palabras cariñosas de mis parientes, Relámpago me atajó y se me quedó mirando con sus brillantes ojos de canicón, ladeando su cabezota de uno a otro lado, y se me ocurrió, en un posible gesto suyo, adivinar una sonrisa cómplice, solidaria, de amigos verdaderos. Por eso sostengo que, Relámpago, es muy inteligente.
UN HOMBRE CON HISTORIA
Entrevista de Doralina Quesada Sedas a Don Andrés Santes Santiago
En México, en Veracruz y en el mundo entero hay hombres con historia o que han hecho historia, tal es el caso de Don Andrés Santes Santiago, un hombre humilde de la región del Totonacapan que en su juventud supo cómo había sido el régimen del General Porfirio Díaz, y tiene su propia idea de ello.
El Porfiriato fue un periodo que provocó grandes desigualdades entre la población mexicana, y generó estabilidad económica y política al costo de la concentración de la riqueza en un pequeño grupo y la supresión de numerosas libertades civiles de la época.
Aún así, Don Andrés considera que fue un gobierno donde regía el respeto y la rigidez en la educación, le da tristeza ver a la juventud desorientada y sin bríos por salir adelante, “no había ladrones, eran muy estrictos, no había este desorden, había mucho respeto”.
A sus 92 años de edad, nos comenta a grandes rasgos como ha sido su vida desde pequeño: nació en 1919, es originario de Arroyo Colorado, una comunidad a un lado de Papantla.
Es hijo de José Santes Santiago y Anastacia Santiago; a la edad de 8 años hacían carbón y quedaban todos negritos nos comenta sonriendo; aprendieron a tocar también música, con el bajo de espiga, que viene haciendo el papel de un contrabajo y también se le llama “bajo quinto” y “bajo sexto”.
Poco tiempo después, quedó huérfano, su padre murió y sus restos están en la comunidad de donde son originarios, lo dejó chiquillo junto con sus tres hermanas; su vida ha sido muy triste; a los 14 años tuvo que irse a vivir con familiares de su padre con quienes está agradecido porque le enseñaron a trabajar, siempre le dieron buenos consejos y le enseñaron a ser un hombre de bien.
Don Andrés fue campesino, después llegó a Poza Rica y trabajó en una compañía que procesaba leche, más tarde trabajó apoyando a licenciados e ingenieros, hasta que decidió irse a la frontera donde estuvo durante 12 años.
Al regresar se casó con doña Anastacia Santiago con quien lleva 72 años de casado y con quien procreó 5 varones y 5 mujeres, nos comenta que a estas fechas sólo le quedan 3 varones y 4 mujeres, y que de éstas dos viven en su casa y lo apoyan a cuidar a su esposa enferma.
Pero para él no es de lo más importante que ha hecho en su vida, nos comenta que él nunca pensó llegar al punto donde está, para él es como un sueño lo que está viviendo y es que él decidió superarse.
Así es, a sus noventa y dos años se incorporó a estudiar en el Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos, IVEA, en el círculo de estudios de la iglesia de la colonia donde vive actualmente. En fecha reciente recibió su certificado de primaria, y dice “paso por paso, ahí he venido hasta terminar mi primaria, voy en camino para terminar mi secundaria” y agrega; “veo bien, trabajo con ánimo, Dios me está dando fuerzas, porque yo creo en Dios, su sabiduría me está dando mucha inteligencia y mucho ánimo y por eso estoy con ustedes aquí, en el IVEA”.
Entre su larga charla, Don Andrés nos platicó que no estudió en su momento porque sus padres murieron, fue huérfano, como un niño perdido: Dice:“Yo me sentía como una basura”.
Sus hijos, todos personas adultas, le dicen que para que estudia si ya está grande, lo desaniman pero él dice: “yo sigo adelante, me siento tranquilo, me siento alegre de que voy a aprender lo que yo no sabía, por esa razón tengo ánimo, quiero seguir…lo que yo quisiera de la juventud es platicarles, que hicieran un esfuerzo de levantarse y no perderse; decirle a los padres de familia que tienen hijos y nietos que les platiquen, que les den un consejo”.
El IVEA le ha dado ánimos para aprender, piensa que ha sido una de sus mejores decisiones el inscribirse al IVEA y estudiar, su edad no ha sido pretexto para terminar su primaria y ahora está ansioso por terminar el nivel de secundaria.
Después de haber sido campesino, de allí aprendió algo de carpintería, a hacer muebles, a tejer redes de pesca, lo que hasta la fecha hace y nos mostró como las teje cuando visitamos su casa.
Hace hamacas y atarrayas para pescar camarón porque como él nos dijo, no quiere estar sólo con los brazos cruzados, él siempre está movilizándose, tiene ánimos de seguir adelante.
Para finalizar nuestra entrevista, Don Andrés nos comentó que a pesar de ya no vivir en su lugar de origen no olvida su dialecto y conoce en él todos los nombres de las plantas y los árboles, por lo que le pedimos que enviara un mensaje a su coterráneos en su dialecto para invitarlos a que como él, también se decidan y vengan al IVEA, que aquí se les espera con los brazos abiertos.
(Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos)
En México, en Veracruz y en el mundo entero hay hombres con historia o que han hecho historia, tal es el caso de Don Andrés Santes Santiago, un hombre humilde de la región del Totonacapan que en su juventud supo cómo había sido el régimen del General Porfirio Díaz, y tiene su propia idea de ello.
El Porfiriato fue un periodo que provocó grandes desigualdades entre la población mexicana, y generó estabilidad económica y política al costo de la concentración de la riqueza en un pequeño grupo y la supresión de numerosas libertades civiles de la época.
Aún así, Don Andrés considera que fue un gobierno donde regía el respeto y la rigidez en la educación, le da tristeza ver a la juventud desorientada y sin bríos por salir adelante, “no había ladrones, eran muy estrictos, no había este desorden, había mucho respeto”.
A sus 92 años de edad, nos comenta a grandes rasgos como ha sido su vida desde pequeño: nació en 1919, es originario de Arroyo Colorado, una comunidad a un lado de Papantla.
Es hijo de José Santes Santiago y Anastacia Santiago; a la edad de 8 años hacían carbón y quedaban todos negritos nos comenta sonriendo; aprendieron a tocar también música, con el bajo de espiga, que viene haciendo el papel de un contrabajo y también se le llama “bajo quinto” y “bajo sexto”.
Poco tiempo después, quedó huérfano, su padre murió y sus restos están en la comunidad de donde son originarios, lo dejó chiquillo junto con sus tres hermanas; su vida ha sido muy triste; a los 14 años tuvo que irse a vivir con familiares de su padre con quienes está agradecido porque le enseñaron a trabajar, siempre le dieron buenos consejos y le enseñaron a ser un hombre de bien.
Don Andrés fue campesino, después llegó a Poza Rica y trabajó en una compañía que procesaba leche, más tarde trabajó apoyando a licenciados e ingenieros, hasta que decidió irse a la frontera donde estuvo durante 12 años.
Al regresar se casó con doña Anastacia Santiago con quien lleva 72 años de casado y con quien procreó 5 varones y 5 mujeres, nos comenta que a estas fechas sólo le quedan 3 varones y 4 mujeres, y que de éstas dos viven en su casa y lo apoyan a cuidar a su esposa enferma.
Pero para él no es de lo más importante que ha hecho en su vida, nos comenta que él nunca pensó llegar al punto donde está, para él es como un sueño lo que está viviendo y es que él decidió superarse.
Así es, a sus noventa y dos años se incorporó a estudiar en el Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos, IVEA, en el círculo de estudios de la iglesia de la colonia donde vive actualmente. En fecha reciente recibió su certificado de primaria, y dice “paso por paso, ahí he venido hasta terminar mi primaria, voy en camino para terminar mi secundaria” y agrega; “veo bien, trabajo con ánimo, Dios me está dando fuerzas, porque yo creo en Dios, su sabiduría me está dando mucha inteligencia y mucho ánimo y por eso estoy con ustedes aquí, en el IVEA”.
Entre su larga charla, Don Andrés nos platicó que no estudió en su momento porque sus padres murieron, fue huérfano, como un niño perdido: Dice:“Yo me sentía como una basura”.
Sus hijos, todos personas adultas, le dicen que para que estudia si ya está grande, lo desaniman pero él dice: “yo sigo adelante, me siento tranquilo, me siento alegre de que voy a aprender lo que yo no sabía, por esa razón tengo ánimo, quiero seguir…lo que yo quisiera de la juventud es platicarles, que hicieran un esfuerzo de levantarse y no perderse; decirle a los padres de familia que tienen hijos y nietos que les platiquen, que les den un consejo”.
El IVEA le ha dado ánimos para aprender, piensa que ha sido una de sus mejores decisiones el inscribirse al IVEA y estudiar, su edad no ha sido pretexto para terminar su primaria y ahora está ansioso por terminar el nivel de secundaria.
Después de haber sido campesino, de allí aprendió algo de carpintería, a hacer muebles, a tejer redes de pesca, lo que hasta la fecha hace y nos mostró como las teje cuando visitamos su casa.
Hace hamacas y atarrayas para pescar camarón porque como él nos dijo, no quiere estar sólo con los brazos cruzados, él siempre está movilizándose, tiene ánimos de seguir adelante.
Para finalizar nuestra entrevista, Don Andrés nos comentó que a pesar de ya no vivir en su lugar de origen no olvida su dialecto y conoce en él todos los nombres de las plantas y los árboles, por lo que le pedimos que enviara un mensaje a su coterráneos en su dialecto para invitarlos a que como él, también se decidan y vengan al IVEA, que aquí se les espera con los brazos abiertos.
(Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos)
La lectura: el problema fundamental de la modernización.
Javier Ortiz Aguilar
El problema prioritario del sistema educativo nacional reside en la calidad de la enseñanza-aprendizaje de la lectura. Los resultados de esta práctica escolar no son satisfactorios. Las evaluaciones internacionales demuestran el fracaso escolar en esta capacidad necesaria para poner en contacto a las nuevas generaciones con el conocimiento, que gracias a las diferentes revoluciones científicas adquiere un dinamismo acelerado y una vigencia cada vez más corta. En esas circunstancias, es imprescindible que se adopten nuevas formas en las prácticas y enseñanza de la lectoescritura.
No obstante, las alternativas educacionistas para superar la situación, resultan insuficientes. Su debilidad surge cuando no se ubica históricamente y no se toma en cuenta su función y la tradición educativa.
Existen desde los inicios del proceso civilizatorio, diferentes ritmos de desarrollo en las áreas culturales con dominio de la lectoescritura y las comunidades ágrafas. Juan Jacobo Rousseau asocia a las sociedades de escritura fonética con la civilización, y a las que usan escrituras ideográficas con la barbarie. Por supuesto en la actualidad esta idea es desechada por los avances tecnológicos de Japón.
Si bien la lectoescritura no es la causa directa del desarrollo económico-social, nadie puede negar ser causa interviniente en la aceleración o en el obstáculo de las revoluciones sociales y científico-tecnológicas. Esta es la razón de la importancia del invento de la imprenta de Gutenberg. Este es el medio que permite incrementar la producción de libros. De esta manera, mayor cantidad de personas pueden entrar en contacto con el conocimiento y la sabiduría acumulada en la tradición occidental.
No obstante, la producción intelectual, como toda producción en sociedades jerarquizadas, también tiene una distribución desigual. Las regiones subdesarrolladas y los sectores sociales alfabetizados tienen una asociación positiva con áreas privilegiadas y sectores sociales con una posición superior. Mientras que el analfabetismo está asociado con el subdesarrollo y la pobreza. Esta situación no es casual, sino necesaria para mantener un sistema-mundo fincado en la conservación del subdesarrollo; pues sólo así es posible obligar a las zonas periféricas a producir materias primas y a la importación de las mercancías fabricadas en los países metropolitanos, como se dice eufemísticamente, a los países imperialistas.
En esas condiciones, durante varias décadas el sistema educativo nacional soporta la presencia del peso demográfico de los analfabetos censales y funcionales en el territorio nacional. Incluso, fenómenos paralelos disminuyen la preocupación por la lectoescritura: el desempleo de profesionales, la importación de tecnologías industriales y de servicios, la sustitución de la escuela por la televisión. El problema surge en la actualidad, con la incorporación de México a la llamada globalización. La nueva posición exige formas flexibles de aprendizaje en las áreas subdesarrolladas, con el fin de que se adapten a las exigencias y necesidades del capital global.
No es casual que sean instituciones norteamericanas las impulsoras de la modernización educativa y la flexibilidad de planes y programas de estudio y evaluación en todos los niveles del sistema educativo nacional.
I
La modernización descansa en un principio: el alumno más que adquirir conocimientos necesita desarrollar las habilidades y competencias. Por supuesto estas se adquieren con el manejo de los lenguajes, que para nuestros países son el dominio del español, el inglés y la matemática. En los polos de desarrollo, resueltos estos problemas están preocupados por el lenguaje informático y el de la genética, base de la tecnología de punta.
México, lejos de tener una tradición de dominio de lenguas extranjeras, aún en los ámbitos universitarios, orienta sus esfuerzos para promover la lectura en español con estrategias didácticas importadas, sin alcanzar los resultados esperados. La realidad parece vengarse de las irresponsabilidades pasadas, y que nosotros insistimos en reiterar.
Tal vez la pregunta que puede servir de guía al educador es repensar los contextos y factores de la lectura. Considerar los tiempos, la tradición docente y la importancia del libro.
Las sociedades mesoamericanas formaban a las clases dirigentes en el arte de leer y escribir los códices, documentos artísticos que a través de glifos sagrados conservaban y trasmitían la historia y la sabiduría de nuestras culturas primigenias. El códice, todavía parece un medio para iniciados. En la otra fuente dentro de nuestra historia, hay una práctica también olvidada, la escolástica en la edad media.
En la formación de los cuadros dirigentes de la Iglesia y de las monarquías europeas, utilizan un proyecto interesante: primero desarrollan las habilidades a través del trívium (lógica, gramática y retórica). Con estos antecedentes, la docencia en las universidades descansa en la lectura y discusión de textos bíblicos y obras de los Padres de la Iglesia. Por eso se llaman lecciones. En esa práctica no es el profesor quien da la lección sino los alumnos. Los alumnos, a través de la lectura y el debate, descubren la verdad, y en base de la adquisición del conocimiento construyen sus discursos: opúsculos y sumas.
Un acercamiento a esta práctica pone en evidencia que las habilidades y competencias vendidas como una novedad posmoderna, tienen un desarrollo anterior a la misma modernidad, pero con resultados importantes. No se trata de abstraer la lectura de contextos ni de las intencionalidades personales.
II
Quizá sea necesario revisar el medio de la comunicación escrita. En el caso de la educación formal es el libro. En este sentido el historiador Ernesto de la Torre Villar, considera que este medio de comunicación moderna constituye la vía para el desarrollo multidimensional del hombre. Pues el libro es el medio y la forma para conservar el pensamiento humano para trasmitirse; y a la vez defensa y amenaza. “Defensa de la inteligencia, del espíritu, de la capacidad de los seres racionales para expresar su pensamiento […] .Amenaza para quien […] teme el enjuiciamiento de una conducta reprobable o la condenación de bastardos intereses.” . Por esta razón son destruidos los códices mesoamericanos e innumerables libros en distintas épocas. En nuestra época de manera más sutil, las investigaciones o no se publican, o se retiran, o no se distribuyen.
En la actualidad existen situaciones que impiden la lectura: el alto costo de libros, la campaña ecológica en contra de la producción de papel por la destrucción de bosques; el surgimiento de nuevas formas de comunicación.
¿Será posible la muerte del libro? No lo creo posible. Los argumentos en contra del libro son débiles e inconsistentes. Pero es necesario revalorarlo. Por ello se toma una cita de José Saramago aparecida en la Presentación del texto José Saramago en sus lectores:
“Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?), también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más ni nada menos, que a la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y tratar de contarles lo que nosotros mismos somos”
IV
Por lo anterior es posible inferir que el libro es un medio vivo y actuante, y la lectura un diálogo virtual con el autor. Por ello, la lectura traslada a lejanos lugares, presenta temas y problemas aparentemente ajenos. No obstante, pronto se encuentra relación con todo ello. Los libros, sin negarlos ni someterlos, constituyen un medio para iniciar la odisea del conocimiento y regresarnos a nuestra realidad. Sólo así es posible actuar consecuentemente en ella.
Viendo así el problema, es posible concluir que la lectura es un arte, no la simple traducción de grafías en sonidos. Este es a mi juicio el obstáculo para el ingreso a la sociedad del conocimiento y a la dinámica del mundo global.
El problema prioritario del sistema educativo nacional reside en la calidad de la enseñanza-aprendizaje de la lectura. Los resultados de esta práctica escolar no son satisfactorios. Las evaluaciones internacionales demuestran el fracaso escolar en esta capacidad necesaria para poner en contacto a las nuevas generaciones con el conocimiento, que gracias a las diferentes revoluciones científicas adquiere un dinamismo acelerado y una vigencia cada vez más corta. En esas circunstancias, es imprescindible que se adopten nuevas formas en las prácticas y enseñanza de la lectoescritura.
No obstante, las alternativas educacionistas para superar la situación, resultan insuficientes. Su debilidad surge cuando no se ubica históricamente y no se toma en cuenta su función y la tradición educativa.
Existen desde los inicios del proceso civilizatorio, diferentes ritmos de desarrollo en las áreas culturales con dominio de la lectoescritura y las comunidades ágrafas. Juan Jacobo Rousseau asocia a las sociedades de escritura fonética con la civilización, y a las que usan escrituras ideográficas con la barbarie. Por supuesto en la actualidad esta idea es desechada por los avances tecnológicos de Japón.
Si bien la lectoescritura no es la causa directa del desarrollo económico-social, nadie puede negar ser causa interviniente en la aceleración o en el obstáculo de las revoluciones sociales y científico-tecnológicas. Esta es la razón de la importancia del invento de la imprenta de Gutenberg. Este es el medio que permite incrementar la producción de libros. De esta manera, mayor cantidad de personas pueden entrar en contacto con el conocimiento y la sabiduría acumulada en la tradición occidental.
No obstante, la producción intelectual, como toda producción en sociedades jerarquizadas, también tiene una distribución desigual. Las regiones subdesarrolladas y los sectores sociales alfabetizados tienen una asociación positiva con áreas privilegiadas y sectores sociales con una posición superior. Mientras que el analfabetismo está asociado con el subdesarrollo y la pobreza. Esta situación no es casual, sino necesaria para mantener un sistema-mundo fincado en la conservación del subdesarrollo; pues sólo así es posible obligar a las zonas periféricas a producir materias primas y a la importación de las mercancías fabricadas en los países metropolitanos, como se dice eufemísticamente, a los países imperialistas.
En esas condiciones, durante varias décadas el sistema educativo nacional soporta la presencia del peso demográfico de los analfabetos censales y funcionales en el territorio nacional. Incluso, fenómenos paralelos disminuyen la preocupación por la lectoescritura: el desempleo de profesionales, la importación de tecnologías industriales y de servicios, la sustitución de la escuela por la televisión. El problema surge en la actualidad, con la incorporación de México a la llamada globalización. La nueva posición exige formas flexibles de aprendizaje en las áreas subdesarrolladas, con el fin de que se adapten a las exigencias y necesidades del capital global.
No es casual que sean instituciones norteamericanas las impulsoras de la modernización educativa y la flexibilidad de planes y programas de estudio y evaluación en todos los niveles del sistema educativo nacional.
I
La modernización descansa en un principio: el alumno más que adquirir conocimientos necesita desarrollar las habilidades y competencias. Por supuesto estas se adquieren con el manejo de los lenguajes, que para nuestros países son el dominio del español, el inglés y la matemática. En los polos de desarrollo, resueltos estos problemas están preocupados por el lenguaje informático y el de la genética, base de la tecnología de punta.
México, lejos de tener una tradición de dominio de lenguas extranjeras, aún en los ámbitos universitarios, orienta sus esfuerzos para promover la lectura en español con estrategias didácticas importadas, sin alcanzar los resultados esperados. La realidad parece vengarse de las irresponsabilidades pasadas, y que nosotros insistimos en reiterar.
Tal vez la pregunta que puede servir de guía al educador es repensar los contextos y factores de la lectura. Considerar los tiempos, la tradición docente y la importancia del libro.
Las sociedades mesoamericanas formaban a las clases dirigentes en el arte de leer y escribir los códices, documentos artísticos que a través de glifos sagrados conservaban y trasmitían la historia y la sabiduría de nuestras culturas primigenias. El códice, todavía parece un medio para iniciados. En la otra fuente dentro de nuestra historia, hay una práctica también olvidada, la escolástica en la edad media.
En la formación de los cuadros dirigentes de la Iglesia y de las monarquías europeas, utilizan un proyecto interesante: primero desarrollan las habilidades a través del trívium (lógica, gramática y retórica). Con estos antecedentes, la docencia en las universidades descansa en la lectura y discusión de textos bíblicos y obras de los Padres de la Iglesia. Por eso se llaman lecciones. En esa práctica no es el profesor quien da la lección sino los alumnos. Los alumnos, a través de la lectura y el debate, descubren la verdad, y en base de la adquisición del conocimiento construyen sus discursos: opúsculos y sumas.
Un acercamiento a esta práctica pone en evidencia que las habilidades y competencias vendidas como una novedad posmoderna, tienen un desarrollo anterior a la misma modernidad, pero con resultados importantes. No se trata de abstraer la lectura de contextos ni de las intencionalidades personales.
II
Quizá sea necesario revisar el medio de la comunicación escrita. En el caso de la educación formal es el libro. En este sentido el historiador Ernesto de la Torre Villar, considera que este medio de comunicación moderna constituye la vía para el desarrollo multidimensional del hombre. Pues el libro es el medio y la forma para conservar el pensamiento humano para trasmitirse; y a la vez defensa y amenaza. “Defensa de la inteligencia, del espíritu, de la capacidad de los seres racionales para expresar su pensamiento […] .Amenaza para quien […] teme el enjuiciamiento de una conducta reprobable o la condenación de bastardos intereses.” . Por esta razón son destruidos los códices mesoamericanos e innumerables libros en distintas épocas. En nuestra época de manera más sutil, las investigaciones o no se publican, o se retiran, o no se distribuyen.
En la actualidad existen situaciones que impiden la lectura: el alto costo de libros, la campaña ecológica en contra de la producción de papel por la destrucción de bosques; el surgimiento de nuevas formas de comunicación.
¿Será posible la muerte del libro? No lo creo posible. Los argumentos en contra del libro son débiles e inconsistentes. Pero es necesario revalorarlo. Por ello se toma una cita de José Saramago aparecida en la Presentación del texto José Saramago en sus lectores:
“Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?), también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más ni nada menos, que a la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y tratar de contarles lo que nosotros mismos somos”
IV
Por lo anterior es posible inferir que el libro es un medio vivo y actuante, y la lectura un diálogo virtual con el autor. Por ello, la lectura traslada a lejanos lugares, presenta temas y problemas aparentemente ajenos. No obstante, pronto se encuentra relación con todo ello. Los libros, sin negarlos ni someterlos, constituyen un medio para iniciar la odisea del conocimiento y regresarnos a nuestra realidad. Sólo así es posible actuar consecuentemente en ella.
Viendo así el problema, es posible concluir que la lectura es un arte, no la simple traducción de grafías en sonidos. Este es a mi juicio el obstáculo para el ingreso a la sociedad del conocimiento y a la dinámica del mundo global.
El ocaso del liberalismo:
Una reflexión entre la incertidumbre y la esperanza.
Marcelo Ramírez Ramírez
Immanuel Wallerstein ha propuesto la hipótesis del colapso del liberalismo en el momento mismo en el que según sus defensores más fervientes habría triunfado de sus adversarios ideológicos. Ese momento fue el de la caída del muro de Berlín con el subsecuente resquebrajamiento del socialismo tal como lo rediseñó Stalin. Lo que sostiene Wallerstein confirmaría lo que se ha llamado el fin de las ideologías que dominaron el escenario político de occidente a partir del triunfo de la Revolución Francesa. Las ideologías en cuestión son: el liberalismo propiamente dicho, el conservadurismo y el socialismo. Este último adopta su más acabada expresión en el marxismo, que dará origen a diversas corrientes como el trotskismo, el leninismo, el estalinismo y las versiones europeas que, a pesar del éxito del socialismo estatista, mantuvieron la centralidad de la propuesta humanista de Carlos Marx que aquel hizo a un lado. Lo interesante de la interpretación del politólogo que estamos comentando, consiste en que para él, las tres ideologías comparten un suelo histórico común y, al final, no son tan diferentes como parece a simple vista. Vale la pena resumir las razones aducidas a favor de esta interpretación, porque aun en el caso de no aceptarla, iluminan ciertos problemas, ayudándonos a su mejor comprensión.
Con la Revolución Francesa la soberanía fue atribuida al pueblo, con lo cual se despojó de legitimidad al poder absoluto de los reyes. En adelante ya no sería el rey el soberano por voluntad divina, sino el pueblo que, sin embargo, al no poder tomar en sus manos directamente el poder, se vería precisado a dejarlo en manos de quienes lo representaran. Así surgieron tres interpretaciones acerca del verdadero representante del pueblo. Para los liberales este representante es el individuo libre; para los conservadores, los grupos tradicionales, aptos para mantener el orden y los valores que constituyen su armazón más sólida; para los socialistas pueblo es sinónimo de todos los miembros de la sociedad. Por lo demás, debe destacarse que en las tres perspectivas, resultaba fundamental el control del estado para hacer triunfar los respectivos proyectos políticos. Otro punto de convergencia es la importancia de la productividad generadora de riqueza, sin la cual no es posible llevar adelante los ideales de justicia social e igualdad. En el fondo, lo que las tres ideologías han compartido es la fe en el progreso, que implica ir de menos a más, de la pobreza a la prosperidad, de la escasez a la abundancia. Marx enfatizó que la mejor distribución de la riqueza representaría para los seres humanos la oportunidad de alcanzar la mayor expansión de sus energías creadoras, que nunca antes se habían logrado y que constituye la verdadera justificación para acabar con la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo el liberalismo tampoco fue ajeno a la lucha por la justicia social. Wallerstein recuerda el periodo que va de 1789 a 1830, durante el cual el liberalismo y el socialismo pre-marxista hicieron causa común llegándose a hablar de un liberalismo socialista que provocaba la suspicacia de los conservadores. En la lucha contra el sistema de privilegios del antiguo régimen, la idea de progreso fue pues inspiradora de la acción política y los mismos conservadores aceptaron cierto grado de reformismo como táctica para contener y encauzar las exigencias populares. Fue a partir de 1848, según nuestro politólogo, cuando el liberalismo se divide en dos vertientes: una radical, más cercana a los socialistas y otra moderada que se acerca más a los conservadores. Como se advierte, el suelo común del que hemos hablado era y así se mantuvo hasta hace algunos años, la fe en un desarrollo lineal de la historia, al que hemos llamado progreso, el cual, de acuerdo con la idea de Comte, quien en esto repite a Condorcet, significa que la humanidad, a semejanza de un individuo que no muere, va mejorando constantemente gracias a los conocimientos y experiencias que va acumulando a través del tiempo. Algún día, en un futuro que ya podemos entrever, no habrá enfermedades, dolor, pobreza, ignorancia y, acaso tampoco muerte. Tal es la fe en el progreso sustentada en otra fe, la de la razón, que hizo del pensamiento ilustrado el centro de gravitación del mundo moderno.
¿Cuáles son los signos de decadencia del actual sistema político económico? Y más precisamente: ¿Cuáles son las causas de que el sistema no pueda renovarse como ha sucedido en las pasadas crisis de las que, incluso, salió más fortalecido?
El primer signo es el debilitamiento del Estado. La perdida de la hegemonía estatal al interior de los países, sobre todo de los países de la periferia como México, se traduce en incapacidad para someter a otros poderes que se resisten a su arbitraje como instancia suprema. Grupos poderosos de diferente índole, incluidas las organizaciones delincuenciales con amplios recursos y estructura sofisticada, retan al Estado, tomando para sí el derecho del uso de la fuerza que la Constitución reservaba para aquél. Los analistas ven en este fenómeno una fase hacia el fin del Estado; lo que no dicen es de qué naturaleza será el nuevo agente político que ocupe su lugar. Para la racionalidad política a la que estamos acostumbrados, según la cual los hombres somos animales políticos que únicamente podemos vivir dentro de un cierto orden garantizado por el derecho, la visión del futuro como un desorden caótico resulta difícil de comprender. Y, naturalmente, esperamos que esa visión no corresponda al curso de los acontecimientos. Esperamos que pueda darse a éstos una dirección y un sentido, si bien por ahora no identificamos al sujeto histórico capaz de imponerlo.
El debilitamiento del poder estatal también obliga a limitar su acción en el ámbito de las políticas públicas de las que depende, en última instancia, la creación de condiciones objetivas para que las personas eleven su nivel de vida. De este modo, el combate a la pobreza, la injusticia, la marginación, las enfermedades, se vuelve menos viable. Paralelamente cambia el tono del discurso de las reivindicaciones sociales, junto con la adopción de medidas privatizadoras con las cuales se busca llenar el vacío de la acción estatal. El sistema de educación pública, coronado por las instituciones de educación superior (IES); y, señaladamente, por las universidades sostenidas por el Estado, es un buen ejemplo de la paulatina retirada de éste de una de sus mayores responsabilidades. Asumida en tiempos del liberalismo en ascenso, la educación pública fue vista como el instrumento fundamental para promover el progreso y la justicia en nuestro país. En efecto, durante el siglo XIX y algo más de la mitad del XX, los Estados liberales pudieron ofrecer un horizonte de esperanza a los pueblos que gobernaban. El Estado de bienestar fue el momento culminante de la gestión social estatal, si bien quedó restringido a países de alto desarrollo y con condiciones especiales en lo concerniente al número de sus habitantes y a sus estándares culturales elevados. En nuestros días el Estado de bienestar resulta poco creíble como oferta política y, lo que es más de lamentar, resulta poco menos que irrealizable. El modelo económico tal como viene funcionando no lo permite. Según Wallerstein, la economía-mundo capitalista ha llegado a los linderos de su crecimiento factible y, aunque pueda tomar nuevo impulso, sólo será para prolongarse por un tiempo más, sin volver a disfrutar de períodos de expansión acompañados de optimismo en el futuro, que fueron la característica de las etapas posteriores a las grandes crisis del pasado. En ellas, diversas naciones tomaron el papel rector y fueron, durante un determinado número de años, las potencias hegemónicas en lo económico y en lo militar. Así sucedió con Holanda, la primera potencia hegemónica moderna; con Inglaterra que superó a Francia con la guerra de treinta años y, por último, con Estados Unidos que relegó a Alemania y cimentó su poder después de la segunda guerra mundial. Simultáneamente con su éxito en el ámbito económico, estas naciones adquirieron la obligación militar de consolidar el sistema interestatal más acorde a sus intereses. Así emergió, explicado en sus grandes rasgos, el orden mundial que conocemos. En él han coexistido el poder de la supremacía económica y militar de un pequeño grupo de naciones, con instituciones, leyes, principios y valores que han dado cierto grado de racionalidad a las relaciones interestatales y, dentro de los países, ofrecer proyectos de desarrollo nacional con matices ideológicos, pero siempre fundados en la premisa de la elevación de la productividad. Así se explica la fórmula que identifica industrialización y progreso, que en México fue la bandera de los gobierno post revolucionarios. Es este modelo de acuerdo con Wallerstein el que ha perdido validez. Si hemos entendido correctamente su análisis, ello se debe a las contradicciones inherentes al modelo en cuestión: la relación asimétrica entre los países del norte y del sur explica la riqueza de los primeros y la pobreza de los segundos. El sistema existe y se reproduce a partir de esta dicotomía que no puede negar sin negarse. Por lo tanto, metas tales como la igualdad, la injusticia y la eliminación de otros males sociales, son realizables sólo en alguna medida; pero incluso como hacíamos ver, esta medida es la que ahora será más difícil de cumplir. La base ecológica que en el pasado favoreció la expansión de la economía-mundo ya no tiene nada que ofrecer. Todos los recursos del planeta se hallan comprometidos y, evidentemente, su escasez repercutirá cada día con mayor dureza en la vida de las personas. La guerra por el petróleo, por el agua, por los alimentos, es el escenario del futuro inmediato a menos que …
A menos que el miedo o los intereses establecidos no impidan a los gobiernos perseverar en la búsqueda de una racionalidad política y económica al servicio del verdadero bien de los pueblos. La razón de los modernos no se identifica exclusivamente con la razón instrumental, cuya herencia es la lucha descarnada por el control de los recursos naturales y la explotación de las materias primas de los países periféricos, a los cuales se mantiene marginados del desarrollo científico y tecnológico. La razón moderna deja también una herencia rescatable: la autonomía moral de la persona; el Estado Democrático y Social de Derecho; el respeto a las diferencias y derechos humanos. Quizá sobre estos fundamentos, aunque en apariencia frágiles, sea posible avanzar en la construcción de un mundo diferente. El que no sepamos cómo será la figura del futuro ni sepamos con exactitud cómo será posible, no debe constituir nuestra principal preocupación. En cuanto a lo primero, recordemos el argumento de Karl Popper: si supiéramos cómo será el futuro, ya no sería futuro, pues de algún modo sería ya presente. El futuro por definición es lo que aún no es. En cuanto a lo segundo, hemos de confiar en la imaginación creadora del ser humano y en su capacidad para sobrevivir. Por último, en el caso particular de nuestro país, no se advierte fuera del Estado otro agente que pueda promover los cambios para alcanzar igualdad y justicia. Agregaríamos, sin embargo, la necesidad de la participación de la sociedad, en la riqueza de su pluralidad, de manera que el Estado tenga en ella al colaborador más idóneo en la consecución de los fines que configuran el bien común. Si por una parte ciertas tendencias de la historia acentúan el debilitamiento del Estado, por otra parte parece que la defensa y fortalecimiento del Estado Democrático de Derecho, puede convertirse en el puente hacia ese futuro que nos aguarda, si ha de continuar la odisea que llamamos historia.
Marcelo Ramírez Ramírez
Immanuel Wallerstein ha propuesto la hipótesis del colapso del liberalismo en el momento mismo en el que según sus defensores más fervientes habría triunfado de sus adversarios ideológicos. Ese momento fue el de la caída del muro de Berlín con el subsecuente resquebrajamiento del socialismo tal como lo rediseñó Stalin. Lo que sostiene Wallerstein confirmaría lo que se ha llamado el fin de las ideologías que dominaron el escenario político de occidente a partir del triunfo de la Revolución Francesa. Las ideologías en cuestión son: el liberalismo propiamente dicho, el conservadurismo y el socialismo. Este último adopta su más acabada expresión en el marxismo, que dará origen a diversas corrientes como el trotskismo, el leninismo, el estalinismo y las versiones europeas que, a pesar del éxito del socialismo estatista, mantuvieron la centralidad de la propuesta humanista de Carlos Marx que aquel hizo a un lado. Lo interesante de la interpretación del politólogo que estamos comentando, consiste en que para él, las tres ideologías comparten un suelo histórico común y, al final, no son tan diferentes como parece a simple vista. Vale la pena resumir las razones aducidas a favor de esta interpretación, porque aun en el caso de no aceptarla, iluminan ciertos problemas, ayudándonos a su mejor comprensión.
Con la Revolución Francesa la soberanía fue atribuida al pueblo, con lo cual se despojó de legitimidad al poder absoluto de los reyes. En adelante ya no sería el rey el soberano por voluntad divina, sino el pueblo que, sin embargo, al no poder tomar en sus manos directamente el poder, se vería precisado a dejarlo en manos de quienes lo representaran. Así surgieron tres interpretaciones acerca del verdadero representante del pueblo. Para los liberales este representante es el individuo libre; para los conservadores, los grupos tradicionales, aptos para mantener el orden y los valores que constituyen su armazón más sólida; para los socialistas pueblo es sinónimo de todos los miembros de la sociedad. Por lo demás, debe destacarse que en las tres perspectivas, resultaba fundamental el control del estado para hacer triunfar los respectivos proyectos políticos. Otro punto de convergencia es la importancia de la productividad generadora de riqueza, sin la cual no es posible llevar adelante los ideales de justicia social e igualdad. En el fondo, lo que las tres ideologías han compartido es la fe en el progreso, que implica ir de menos a más, de la pobreza a la prosperidad, de la escasez a la abundancia. Marx enfatizó que la mejor distribución de la riqueza representaría para los seres humanos la oportunidad de alcanzar la mayor expansión de sus energías creadoras, que nunca antes se habían logrado y que constituye la verdadera justificación para acabar con la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo el liberalismo tampoco fue ajeno a la lucha por la justicia social. Wallerstein recuerda el periodo que va de 1789 a 1830, durante el cual el liberalismo y el socialismo pre-marxista hicieron causa común llegándose a hablar de un liberalismo socialista que provocaba la suspicacia de los conservadores. En la lucha contra el sistema de privilegios del antiguo régimen, la idea de progreso fue pues inspiradora de la acción política y los mismos conservadores aceptaron cierto grado de reformismo como táctica para contener y encauzar las exigencias populares. Fue a partir de 1848, según nuestro politólogo, cuando el liberalismo se divide en dos vertientes: una radical, más cercana a los socialistas y otra moderada que se acerca más a los conservadores. Como se advierte, el suelo común del que hemos hablado era y así se mantuvo hasta hace algunos años, la fe en un desarrollo lineal de la historia, al que hemos llamado progreso, el cual, de acuerdo con la idea de Comte, quien en esto repite a Condorcet, significa que la humanidad, a semejanza de un individuo que no muere, va mejorando constantemente gracias a los conocimientos y experiencias que va acumulando a través del tiempo. Algún día, en un futuro que ya podemos entrever, no habrá enfermedades, dolor, pobreza, ignorancia y, acaso tampoco muerte. Tal es la fe en el progreso sustentada en otra fe, la de la razón, que hizo del pensamiento ilustrado el centro de gravitación del mundo moderno.
¿Cuáles son los signos de decadencia del actual sistema político económico? Y más precisamente: ¿Cuáles son las causas de que el sistema no pueda renovarse como ha sucedido en las pasadas crisis de las que, incluso, salió más fortalecido?
El primer signo es el debilitamiento del Estado. La perdida de la hegemonía estatal al interior de los países, sobre todo de los países de la periferia como México, se traduce en incapacidad para someter a otros poderes que se resisten a su arbitraje como instancia suprema. Grupos poderosos de diferente índole, incluidas las organizaciones delincuenciales con amplios recursos y estructura sofisticada, retan al Estado, tomando para sí el derecho del uso de la fuerza que la Constitución reservaba para aquél. Los analistas ven en este fenómeno una fase hacia el fin del Estado; lo que no dicen es de qué naturaleza será el nuevo agente político que ocupe su lugar. Para la racionalidad política a la que estamos acostumbrados, según la cual los hombres somos animales políticos que únicamente podemos vivir dentro de un cierto orden garantizado por el derecho, la visión del futuro como un desorden caótico resulta difícil de comprender. Y, naturalmente, esperamos que esa visión no corresponda al curso de los acontecimientos. Esperamos que pueda darse a éstos una dirección y un sentido, si bien por ahora no identificamos al sujeto histórico capaz de imponerlo.
El debilitamiento del poder estatal también obliga a limitar su acción en el ámbito de las políticas públicas de las que depende, en última instancia, la creación de condiciones objetivas para que las personas eleven su nivel de vida. De este modo, el combate a la pobreza, la injusticia, la marginación, las enfermedades, se vuelve menos viable. Paralelamente cambia el tono del discurso de las reivindicaciones sociales, junto con la adopción de medidas privatizadoras con las cuales se busca llenar el vacío de la acción estatal. El sistema de educación pública, coronado por las instituciones de educación superior (IES); y, señaladamente, por las universidades sostenidas por el Estado, es un buen ejemplo de la paulatina retirada de éste de una de sus mayores responsabilidades. Asumida en tiempos del liberalismo en ascenso, la educación pública fue vista como el instrumento fundamental para promover el progreso y la justicia en nuestro país. En efecto, durante el siglo XIX y algo más de la mitad del XX, los Estados liberales pudieron ofrecer un horizonte de esperanza a los pueblos que gobernaban. El Estado de bienestar fue el momento culminante de la gestión social estatal, si bien quedó restringido a países de alto desarrollo y con condiciones especiales en lo concerniente al número de sus habitantes y a sus estándares culturales elevados. En nuestros días el Estado de bienestar resulta poco creíble como oferta política y, lo que es más de lamentar, resulta poco menos que irrealizable. El modelo económico tal como viene funcionando no lo permite. Según Wallerstein, la economía-mundo capitalista ha llegado a los linderos de su crecimiento factible y, aunque pueda tomar nuevo impulso, sólo será para prolongarse por un tiempo más, sin volver a disfrutar de períodos de expansión acompañados de optimismo en el futuro, que fueron la característica de las etapas posteriores a las grandes crisis del pasado. En ellas, diversas naciones tomaron el papel rector y fueron, durante un determinado número de años, las potencias hegemónicas en lo económico y en lo militar. Así sucedió con Holanda, la primera potencia hegemónica moderna; con Inglaterra que superó a Francia con la guerra de treinta años y, por último, con Estados Unidos que relegó a Alemania y cimentó su poder después de la segunda guerra mundial. Simultáneamente con su éxito en el ámbito económico, estas naciones adquirieron la obligación militar de consolidar el sistema interestatal más acorde a sus intereses. Así emergió, explicado en sus grandes rasgos, el orden mundial que conocemos. En él han coexistido el poder de la supremacía económica y militar de un pequeño grupo de naciones, con instituciones, leyes, principios y valores que han dado cierto grado de racionalidad a las relaciones interestatales y, dentro de los países, ofrecer proyectos de desarrollo nacional con matices ideológicos, pero siempre fundados en la premisa de la elevación de la productividad. Así se explica la fórmula que identifica industrialización y progreso, que en México fue la bandera de los gobierno post revolucionarios. Es este modelo de acuerdo con Wallerstein el que ha perdido validez. Si hemos entendido correctamente su análisis, ello se debe a las contradicciones inherentes al modelo en cuestión: la relación asimétrica entre los países del norte y del sur explica la riqueza de los primeros y la pobreza de los segundos. El sistema existe y se reproduce a partir de esta dicotomía que no puede negar sin negarse. Por lo tanto, metas tales como la igualdad, la injusticia y la eliminación de otros males sociales, son realizables sólo en alguna medida; pero incluso como hacíamos ver, esta medida es la que ahora será más difícil de cumplir. La base ecológica que en el pasado favoreció la expansión de la economía-mundo ya no tiene nada que ofrecer. Todos los recursos del planeta se hallan comprometidos y, evidentemente, su escasez repercutirá cada día con mayor dureza en la vida de las personas. La guerra por el petróleo, por el agua, por los alimentos, es el escenario del futuro inmediato a menos que …
A menos que el miedo o los intereses establecidos no impidan a los gobiernos perseverar en la búsqueda de una racionalidad política y económica al servicio del verdadero bien de los pueblos. La razón de los modernos no se identifica exclusivamente con la razón instrumental, cuya herencia es la lucha descarnada por el control de los recursos naturales y la explotación de las materias primas de los países periféricos, a los cuales se mantiene marginados del desarrollo científico y tecnológico. La razón moderna deja también una herencia rescatable: la autonomía moral de la persona; el Estado Democrático y Social de Derecho; el respeto a las diferencias y derechos humanos. Quizá sobre estos fundamentos, aunque en apariencia frágiles, sea posible avanzar en la construcción de un mundo diferente. El que no sepamos cómo será la figura del futuro ni sepamos con exactitud cómo será posible, no debe constituir nuestra principal preocupación. En cuanto a lo primero, recordemos el argumento de Karl Popper: si supiéramos cómo será el futuro, ya no sería futuro, pues de algún modo sería ya presente. El futuro por definición es lo que aún no es. En cuanto a lo segundo, hemos de confiar en la imaginación creadora del ser humano y en su capacidad para sobrevivir. Por último, en el caso particular de nuestro país, no se advierte fuera del Estado otro agente que pueda promover los cambios para alcanzar igualdad y justicia. Agregaríamos, sin embargo, la necesidad de la participación de la sociedad, en la riqueza de su pluralidad, de manera que el Estado tenga en ella al colaborador más idóneo en la consecución de los fines que configuran el bien común. Si por una parte ciertas tendencias de la historia acentúan el debilitamiento del Estado, por otra parte parece que la defensa y fortalecimiento del Estado Democrático de Derecho, puede convertirse en el puente hacia ese futuro que nos aguarda, si ha de continuar la odisea que llamamos historia.
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