Por José Luis Rangel Martínez
Escribir acerca de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana representa una gratísima experiencia. Aclaro: no pertenezco a la comunidad normalista, tampoco me formé en sus aulas, y no ha sido, ni es, mi centro de trabajo; sin embargo, desde hace cuarenta años, esta casa de estudios me resulta especialmente cercana, o mejor dicho, muy familiar; tan es así, que evocarla genera en mi persona recuerdos entrañables. Realmente le tengo un profundo respeto e invariablemente reconoceré lo mucho que le debo.
Abundando un poco más al respecto, permítanme compartir lo placentero que resulta pasear por sus jardines, llenos de verdor; recorrer esos pasillos, por los que han caminado profesores brillantes; observar sus modernas y funcionales instalaciones como el edificio en el que se ubican los salones y al que acuden diariamente más de 1,200 estudiantes; el auditorio, testigo mudo de eventos académicos, artísticos y culturales, escenario en el que se han presentado personalidades de talla internacional; la alberca olímpica, las canchas y campos deportivos, que contribuyen a la formación integral de los alumnos y posibilitan el esparcimiento de sus usuarios a través de la activación física; el Centro de Servicios Bibliográficos e Informática, ejemplo nítido de que la escuela normal se mantiene a la vanguardia en materia de nuevas tecnologías aplicadas a la educación.
La emblemática institución de Rébsamen, de Manuel C. Tello, de Raúl Contreras Ferto, de Ángel J. Hermida y de otros grandes maestros que sería prolijo enlistar, es un referente histórico en la formación de profesores de educación básica. Su invaluable aportación a la sociedad en el quehacer educativo y pedagógico reafirma su liderazgo, no sólamente en Veracruz y México, sino en América Latina.
Remontarse a los orígenes de tan importante centro de estudios implica volver la mirada a las postrimerías del siglo XIX y repasar la Reforma Educativa Liberal, movimiento en el que resalta la participación de dos maestros europeos, uno de ellos, el alemán, Enrique Laubscher, el otro, Enrique Conrado Rébsamen, suizo de nacimiento. El esfuerzo de estos eminentes pedagogos, se vio materializado en el año 1886, al hacer posible que la escuela normal abriera sus puertas a los jóvenes deseosos de formarse como profesores. No hay que perder de vista que en aquél tiempo gobernaba el país Porfirio Díaz, mientras que en Veracruz hacía lo propio Juan de la Luz Enriquez.
Es evidente que las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales en los inicios del siglo XXI son muy distintas a las que imperaban hace 125 años. Las exigencias del neoliberalismo y la economía de mercado forman parte de una realidad en la que muchas de las esferas de la actividad humana muestran tintes mercantilistas. Estas circunstancias han exacerbado los individualismos, situación que provoca, lenta pero inexorablemente, la paulatina deshumanización de las personas y la devaluación del concepto de colectividad. Bajo esta tesitura, la política educativa orquestada por los gobiernos mexicanos en las dos décadas recientes ha favorecido abiertamente la incorporación de un sinfín de escuelas particulares al sistema educativo nacional, lo que hace suponer que la educación, desde la óptica del eficientismo tecnocrático, tiende a ser vista como una actividad lucrativa y no como una necesidad humana que el Estado debe atender eficazmente.
Paradójicamente, en los discursos gubernamentales y partidistas, con cierto aire demagógico, aún se insiste en que la educación pública es pieza fundamental para la construcción de la sociedad libre, justa y democrática a la que aspiramos los mexicanos. Más allá de la retórica política, la importancia de la educación, desde preescolar hasta postgrado, se encuentra fuera de duda, toda vez que dicha actividad es de suma trascendencia en el desarrollo personal del individuo y también en el de la sociedad.
En este orden de ideas, es oportuno mencionar que el pasado 22 de febrero, el Gobernador del Estado, Javier Duarte de Ochoa, continuando con la tradición legada por la mayoría de sus antecesores, acudió a la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” a la toma de posesión del nuevo director, nombramiento que recayó en el Prof. Fidel Hernández Fernández, académico con una trayectoria de más de treinta años de servicio y que fue propuesto por los miembros de la Junta Académica.
Debo decir que hace unas semanas tuve la extraordinaria oportunidad de conversar con el mencionado directivo, quien con la sencillez, claridad y precisión que caracteriza a los auténticos mentores, explicó, a quien esto escribe, las líneas generales de trabajo que habrán de orientar la gestión que él desde hace pocos meses encabeza.
El referido encuentro me dejó claro que el actual responsable de la benemérita normal es un hombre con principios éticos bien cimentados y un normalista de pura cepa, pues en su pausada y amena charla dejó ver, de manera reiterada, la importancia que su alma mater ha tenido a lo largo de su desarrollo profesional. Asimismo, lo noté visiblemente emocionado, al ir recordando las enseñanzas recibidas de muchos de sus maestros en su época de estudiante. Lo que me lleva a pensar que su labor será de tiempo completo y con gran esmero, sin vanidades ni protagonismos. Seguro estoy que habrá de velar por la buena marcha de la institución.
Las nuevas autoridades normalistas tienen objetivos definidos y visión de futuro; así se aprecia en su plan de trabajo, mismo que muestra una diáfana inclinación humanista. Cabe señalar que todo instrumento de planeación es susceptible de experimentar ajustes y para el logro de los propósitos institucionales se requiere de la concurrencia de una serie de elementos que lo hagan posible; el más relevante, por supuesto, es el factor humano; pues toda organización que combine un adecuado plan con una actitud proactiva de parte de sus integrantes, desde el principal responsable hasta el empleado de menor jerarquía, es muy probable que obtengan resultados favorables.
Dicho lo anterior, resulta pertinente expresar que una de las finalidades de los directivos de la centenaria escuela consiste en abrir espacios que propicien la participación de todos y cada uno de los miembros de la comunidad normalista, a fin de retomar propuestas innovadoras que contribuyan al desarrollo de una gestión que se caracterice por ser: eficaz, eficiente y transparente.
La docencia, la investigación y la extensión constituyen las tres funciones sustantivas de las instituciones de educación superior. Por ello, conviene mencionar, aunque sea a grandes rasgos, algunas de las acciones que el plan en cuestión pretende llevar a cabo en cada uno de estos rubros.
De inmediato resalta el papel estratégico de la docencia como columna vertebral del quehacer normalista. Al respecto, se pretende fortalecer el trabajo colegiado, al reconocer que uno de los principales activos de la Benemérita Normal radica en los integrantes de la respetable Junta Académica; razón por la cual, pese a la precariedad de recursos financieros y materiales, se hará el mayor esfuerzo para impulsar los proyectos que surjan al interior de las mismas. Se aprecia también, que desde la docencia se trabajará para que los egresados asuman una actitud crítica, responsable, de trabajo colaborativo y de servicio en bien de la comunidad.
Otro elemento que llama la atención por su elevado valor intrínseco es el que atañe al trabajo docente, mismo que deberá fomentar en los estudiantes conciencia social, lo cual significa que los egresados habrán de formarse con la convicción de servir a la niñez y a la sociedad toda, específicamente en los lugares con mayores rezagos educativos, asumiendo que el magisterio es factor determinante en el impulso de las transformaciones sociales, pues en no pocas ocasiones el “profesor de banquillo” es el único guía con el que cuenta la comunidad.
La investigación científica y humanística es una actividad de capital importancia en la generación de nuevos conocimientos que hacen posible el bienestar general de la sociedad; lamentablemente, el Estado Mexicano hoy en día no tiene definidas políticas públicas sobre este fundamental asunto. Surge entonces la apremiante necesidad de apoyar las labores que sobre el particular vienen desarrollando las instituciones de educación superior. Respecto a esta función, se tiene planeado diseñar mecanismos que permitan llevarla a cabo, aún con pocos recursos. En tal virtud, se pretende invitar a profesores y alumnos a escribir, recuperando la tradición editorial dejada por las revistas “Didacta” y “Centenario”, y así, hollar nuevamente el sendero de la investigación.
En lo relativo a la extensión, se recordará que hace algún tiempo, la benemérita normal contaba con grupos culturales que participaban en eventos que tenían lugar en diferentes puntos de la república mexicana y más allá de sus fronteras, por desventura estas actividades han quedado olvidadas. Es menester recuperarlas para elevar el nivel cultural de los estudiantes y de la comunidad. Una de las acciones a desarrollar tiene que ver con el diseño de un programa a largo plazo que permita aproximar a los estudiantes a las distintas manifestaciones de la cultura, ya que esta es parte fundamental del perfil de los nuevos egresados. En este sentido está considerado crear un área exclusivamente para la extensión, a través de la cual se mantenga una relación más cercana con la sociedad, privilegiando a los estratos sociales más desprotegidos.
Más allá de las amenazas externas y de las ocurrencias de quienes quisieran convertir a las escuelas formadoras de docentes en institutos técnicos de turismo, me parece, que en el caso de la normal de Rébsamen, se aproxima una nueva era, toda vez que su oferta académica pronto se verá fortalecida; ya que gracias al Acuerdo Secretarial SEV-DG-01-2011, publicado en la Gaceta Oficial del estado de fecha 19 de abril del año en curso, la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” podrá impartir y acreditar programas de estudios de postgrado; con ello, los profesores normalistas tendrán la oportunidad de volver a su alma mater para estudiar alguna especialidad, maestría o doctorado. Cabe señalar que en estos momentos se imparten cinco licenciaturas: Educación Preescolar, Educación Primaria, Educación Secundaria, con especialidad en Telesecundaria, Educación Especial y Educación Física.
Dentro del plan de trabajo también está considerado dar mantenimiento a las instalaciones, por lo que habrá que buscar mecanismos que permitan reparar aquellas áreas que así lo requieran; por ejemplo, el Centro de Servicios Bibliotecarios y de Informática que muestra un visible deterioro. El auditorio requiere un diagnóstico de carácter técnico a fin de determinar áreas de riesgo en su estructura. Asimismo, muchos de los árboles de los jardines y áreas verdes ya cumplieron su ciclo vital, por lo que deben ser sustituidos.
Se quedan en el tintero otros asuntos, no obstante, estas son algunas de las acciones que pretende realizar el equipo liderado por el Profr. Fidel Hernández Fernández. En lo personal hago votos porque el buen ánimo que hoy se percibe en la decimonónica escuela perdure y permita crear una sinergia entre los actores vinculados a esta comunidad educativa. Es necesario, la Benemérita lo merece.
Para concluir dirijo un entusiasta: “… loor para ti normal”
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