Por Lisardo Enríquez L.
Son numerosos los problemas pendientes de resolver en nuestro país. Uno de ellos es el llamado rezago educativo. De acuerdo con las cifras oficiales hay más de 33 millones de personas mayores de 15 años que no tienen la educación básica. De esta cantidad aproximadamente 6 millones corresponden al número de personas que no saben leer ni escribir. Por otro lado, el estado de Veracruz es una de las siete entidades federativas donde se concentra aproximadamente la mitad de dicho rezago. El Instituto Veracruzano para la educación de los Adultos (IVEA) reportaba en el año 2007 un total de 678,770 personas en situación de analfabetismo, un millón 33 mil 510 sin primaria completa y un millón 142 mil 520 más sin secundaria terminada. En total, el 55.8 por ciento del total de la población adulta.
Una acción importante ante los problemas es tomar conciencia de ellos a través del análisis, la discusión y la difusión, antes de y durante la puesta en práctica de estrategias para solucionarlos. En el mes de mayo del año 2005, el IVEA llevó a cabo el Coloquio “Repensar el Proyecto de Alfabetización Indígena en Veracruz”, con la participación de profesionales veracruzanos que conocen los problemas de la educación. A finales de 2010, el Instituto Veracruzano de Educación (IVE) publicó los textos del citado Coloquio con el título de “Carlo Antonio Castro, La educación de adultos indígenas”, bajo la coordinación de Carlos Jorge Aguilar y Aguilar, como un homenaje póstumo al antropólogo, lingüista, escritor y maestro Carlo Antonio Castro Guevara, quien participó en aquel evento y ahora ha dejado de estar físicamente entre nosotros.
De entrada, es en las poblaciones indígenas donde se concentra la mayor cantidad de personas que carecen del alfabeto. Del evento académico al que se hace referencia aquí, damos a nuestros lectores algunos datos y opiniones que presentaron los ponentes. Sergio Rafael Vásquez Zárate dijo que entre el alto número de analfabetas indígenas la mayor parte son mujeres, que de acuerdo al censo de población del año 2000, en Veracruz había 633,372 hablantes de lengua indígena, de los cuales eran monolingües 77,645, y de éstos, a su vez, 26,682 eran hombres y 50,964 mujeres. Dijo también que en el caso de Veracruz se hablan al menos once idiomas autóctonos, con sus respectivas variantes dialectales, y que entre un gran número de hablantes existe el deseo manifiesto de conservar su lengua materna.
Javier Ortiz Aguilar, por su parte, señaló que la Revolución Mexicana es la que movilizó a la clase política en todo lo largo y ancho del territorio nacional, encontrándose violentamente con una realidad ocultada en su formación escolar: la realidad indígena. Marcelo Ramírez Ramírez expresó que. . . en adelante. . . los pueblos indígenas pueden ser integrados en un proyecto de Nación que les reconozca su derecho a un desarrollo autónomo, pero concurrente con los objetivos del desarrollo nacional.
Carlo Antonio Castro indicó que todo individuo en este mundo tiene derecho a hablar su lengua materna, porque es uno de los derechos humanos. En cuanto a los aspectos prácticos relativos al tema, dijo que a los promotores-alfabetizadores se les debe escoger entre las propias etnias, que deben ser personas que conozcan bien su lengua y que también conozcan bien, o lo mejor posible, la lengua castellana. Habló de que al alfabetizar se debe tomar en cuenta la herencia tradicional, como el caso de los mitos, leyendas, cuentos, relatos y anécdotas que las comunidades indígenas han conservado, y que hay que instruir en aspectos vinculados con la ecología, la salud y la higiene personal y comunal. Propuso se elaboren en ediciones bilingües folletos relativos a temas que interesan “absolutamente” a todos los mexicanos, con ilustraciones bien hechas. Los ponentes coincidieron en que los modelos ya no deben ser elaborados desde la concepción hegemónica de la sociedad dominante, sino a partir de lo que es la realidad de los pueblos indígenas.
Al repensar la alfabetización y la educación de los adultos, particularmente en el caso de los pueblos indígenas, surgen diversas cuestiones que remiten a no repetir formas de hacer las cosas como se llevaron a cabo en otro tiempo ya pasado, porque no es algo tan sencillo como se veía. Por eso es que el debate, las propuestas y las acciones de un proyecto de alfabetización indígena no deben quedar ahí. Deben avanzar. Una idea central consiste en considerar el contexto. El rezago educativo se da, precisamente, en un contexto de completa desigualdad social, económica, étnica y/o de género. Y cada contexto tiene sus propias características a las que tiene que responder un proyecto que, además, debe considerarse integralmente, no desvinculado y aislado.
Josef Müller, participante destacado en la Conferencia de Jomtien, Tailandia, dijo en el Foro Mundial sobre educación en Dakar, Senegal en el año 2000: “las mejoras en educación, especialmente el logro de los objetivos y metas de Dakar, dependen de la realización de importantes cambios económicos, sociales y culturales en la sociedad y en el ambiente”(1). En Dakar se analizaba que las metas propuestas en Jomtien en 1990 estaban muy lejos de haberse alcanzado. El Foro del año 2000 fue ni más ni menos que para replantearse los objetivos y las metas hacia el año 2015. El avance por países es diverso, el Informe de Seguimiento de la educación para todos en el mundo del año 2008, indica que México se encuentra en un grupo de nueve países que avanzan con demasiada lentitud para alcanzar el objetivo propuesto, que es reducir en un 50% la cifra de analfabetismo.
En otras palabras, no se puede resolver esta problemática a través de vías rápidas. Pero ello implica, por supuesto, buscar las mejores alternativas (contextuales, integrales) de solución, de tal manera que se actúe sin demora. Entre más complicado sea el asunto, más pronto hay que comenzar y mejor hay que plantearse las cosas. La alfabetización y la educación de adultos pasa por la necesidad de respetar normas culturales y valores, así como partir de los conocimientos, las habilidades, las actitudes y también los valores de las personas. Los programas y proyectos de esta naturaleza tienen que responder a los intereses y aspiraciones de los destinatarios, por lo tanto, es preciso conocerlos y conocer su cultura.
La investigación reciente en materia de alfabetización de adultos demuestra que una persona requiere el equivalente a no menos de cinco o seis años de escolaridad (práctica). La alfabetización “al vapor” trajo como consecuencia el analfabetismo funcional, esto es, el analfabetismo por desuso. Por esta razón, dentro del contexto se debe orientar el aprendizaje hacia fines comunicativos reales de los individuos, con materiales impresos que abarquen distintos campos, como bien lo señaló el maestro Carlo Antonio Castro, y con lo que algunos especialistas llaman “letrar el ambiente”. Se ha demostrado, finalmente, que la alfabetización vinculada a proyectos más amplios de desarrollo tiene mejores resultados, porque para quienes no tienen sus necesidades básicas resueltas la alfabetización por sí sola representa nada o muy poco.
Referencia bibliográfica
- INSTITUTO DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL DE LA ASOCIACIÓN ALEMANA PARA EDUCACIÓN DE ADULTOS. Revista Educación de Adultos y Desarrollo, Num. 55. Sección Dakar: Educación para Todos. Bonn, 2000.
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