miércoles, 9 de febrero de 2011

Las cárceles de José Revueltas.

 

Javier Ortiz Aguilar-


La ideología es también cárcel de larga duración.”
                                                                                                      Fernand Braudel.


El pensamiento moderno finca la administración política en la organización de los espacios. No sólo determina la jurisdicción de los estados nacionales, sino también asigna ámbitos a las distintas formas de vida social: la construcción de las nuevas ciudades frente al mundo rural, la distribución de la residencia de los grupos privilegiados y los sectores populares, las instancias de poder civil y religioso, centros educativos, etc. Con esta visión surgen los manicomios, los hospitales y las cárceles. Así los locos, enfermos y delincuentes, concebidos como anormales, quedan marginados de toda promesa de la modernidad
Michel Foucault en su texto Vigilar y castigar[Pie de página], describe con claridad meridiana el origen y la lógica del sistema penitenciario. Inicia su exposición con un hecho sucedido el 2 de marzo de 1757 en la puerta principal de la Iglesia de París: un regicida  es torturado públicamente. La reacción no fue la esperada. El temor se transforma en compasión y solidaridad con el torturado. Esa respuesta obliga a crear una institución separada de la sociedad. Así surge la cárcel, como un espacio segregado, destinado a los violadores de los principios de autoridad.  La cárcel funciona como “una ciudad punitiva” o una “institución coercitiva”, cuya eficacia depende de un discurso, que pretende ser garante de la seguridad social.
No obstante existen otros espacios que sin tener muros ni panópticos encierran, encarcelan, reducen a un importante sector social. Este mundo comprende a los individuos con pobreza económica y moral y a los críticos del sistema. Todos ellos permanecen en sutiles cárceles de larga duración, con un cuerpo de jueces y carceleros.

1

José Revueltas nace en Canatlán, Durango, el 20 de diciembre de 1914, y muere en la Ciudad de México el 14 de abril de 1976. Este personaje singular, activista político, pensador social y escritor,  decide vivir desde muy joven la experiencia de la marginación política y social. La decisión es consciente; y desde esta perspectiva reflexiona y recrea la realidad mexicana. Su concepción está mediada por su sensibilidad estética y su compromiso con su tiempo: el tiempo de la crítica social y de vislumbrar la nueva sociedad. Siguiendo a Marx, no trata de explicar o describir el mundo, sino de transformarlo[Pie de página]
En 1920 la familia Revueltas abandona Durango para trasladarse a la ciudad de México. Ingresa al Colegio Alemán, del cual deserta por la discriminación sufrida por su condición de provinciano. La separación del sistema educativo no significa el alejamiento del mundo cultural. Por el contrario, inicia su formación autodidacta en diferentes bibliotecas. Inicia sus lecturas sobre la vida de santos y biografías de Cristo, así como los textos de Marx. Influyen por supuesto las conversaciones de sobremesa de su padre sobre religión y moral. Estas ideas discordantes encuentran integración con la lectura de los Escritos económico filosóficos del joven Marx.
En el tiempo que anuncia la crisis de 1929, México sufre las grandes movilizaciones sociales: la rebelión cristera, el asesinato del Gral. Álvaro Obregón, las manifestaciones de los desempleados. En ese tiempo, 1928, a la edad de 14 años, Revueltas ingresa al Partido Comunista[Pie de página]. Un año después, en un mitin en la Plaza de Santo Domingo de la ciudad de México, la policía disuelve la reunión y el joven militante es llevado a la correccional. En el reclusorio José cumple quince años. En ese tiempo el Partido queda excluido de la legalidad. En tales circunstancias el joven Revueltas pierde su libertad individual. Dos cárceles (ilegalidad de su militancia y preso)  darán sentido a su obra literaria. A través de una fianza recupera su libertad.
A su regreso de la URSS en 1934 vuelve a ser recluido, en las Islas Marías, por participar en el estado de Nuevo León en una huelga campesina. Es liberado,  gracias a la legalización del Partido Comunista Mexicano, por el presidente Lázaro Cárdenas[Pie de página].  (…) desembarca en el puerto de Mazatlán,  enfermo y pobre, luego de su segunda estancia  en las Islas Marías. Con fiebre y sin medios de subsistencia, Revueltas recuerda de manera semionírica como sobrevivió en el puerto gracias a los cuidados de una mujer joven y desconocida[Pie de página]
Participa en las huelgas ferrocarrileras de 1958 y 1959 y es detenido. Vuelve a integrarse al movimiento estudiantil de 1968 y bajo la acusación de ser el autor intelectual de la movilización, es recluido en el Palacio Negro de Lecumberri. Gracias a la “apertura democrática” queda en libertad en 1971.

II

Revueltas contrasta la teoría marxista con las experiencias de la absoluta exclusión sufrida por los sectores más débiles de la sociedad. La convivencia no con el sujeto de la historia, “(…) sino presos políticos, criminales, drogadictos y prostitutas . . .[Pie de página], advierte el abandono de su condición de proletarios para caer irremediablemente en la subcultura del lumpenproletariado.
La experiencia y su formación influyen para mirar de distinta perspectiva la realidad mexicana. El problema para él, entonces, no son las relaciones sociales, sino el proceso de enajenación. Si esta cárcel no se rompe resultará imposible el cumplimiento de la promesa revolucionaria. Este enfoque provoca el conflicto con la ortodoxia de los partidos marxistas.
Visto así, el dogmatismo lo reduce, lo excluye o lo enclaustra. Esta es la razón por la que el Partido Comunista considera contrarrevolucionaria la producción novelista de José Revueltas y lo expulsa en 1943. Posteriormente participa en “la mesa de los marxistas” convocada por Vicente Lombardo Toledano en 1948. Su convencimiento de adecuar el marxismo a las condiciones nacionales lo lleva a formar parte del grupo fundador del Partido Popular. No obstante pronto surgen diferencias sustanciales con las concepciones del lombardismo y abandona el partido en 1955, buscando el reingreso al Partido Comunista.
Participa en las huelgas ferrocarrileras de 1958-1959. La derrota de este movimiento lo conduce a una crítica radical al Partido Comunista y al Partido Popular Socialista[Pie de página]
En 1965 impulsa la formación de la Liga Marxista Leninista Espartaco, de la cual pronto fue expulsado.

III

            Su creación literaria, no ajena a sus convicciones, está influida por el ambiente cultural creado en la URSS y en la vida académica mexicana. En el Primer Congreso de Escritores Soviéticos (1934) se asume al realismo socialista como “doctrina estética de la revolución social”. Por tanto, toda concepción ajena a esta concepción estética, es por principio contrarrevolucionaria. La expresión correcta de la novela es la linealidad de la narración, donde el comunista objetiva desde el momento de su lucha los valores del nuevo humanismo, en oposición al resto de la sociedad, en donde se encontraba la falsa conciencia y el falso valor. Estos son los principios que conforman el incuestionable sistema ideológico del stalinismo. Esta concepción constituye un dogma en el movimiento internacional. Cuando la ideología se convierte en dogma, se convierte en una verdadera cárcel”[Pie de página].
La realidad inmediata está atravesada por varios ejes, que influyen en el pensamiento de Revueltas. En primer lugar, la presencia del exilio español que difunden en la UNAM  la fenomenología y el existencialismo sartreano. En segundo lugar la preocupación por la filosofía de lo mexicano: El laberinto de la Soledad y Los grandes momentos del indigenismo en México, resultan textos fundamentales. Pero sobre todo el surrealismo de Luis Buñuel manifestado en la película Los olvidados, que da otra visión de ese sector de pobreza total, por su expulsión de las actividades productivas.  
En ese horizonte donde se entrecruza la experiencia y las corrientes filosóficas contemporáneas, Revueltas revisa críticamente la concepción estética y el marxismo en general. Así surge una ruptura con el realismo socialista y propone el “realismo materialista y dialéctico”. Una teoría estética que, por una parte, afronta radicalmente la realidad social con sus miserias y desencantos y su finitud imposible de la esperanza de una nueva humanidad; y por otra, la enajenación revolucionaria en la URSS y en el mismo partido comunista.
Esta posición queda totalmente manifestada en dos obras: la novela Los días terrenales[Pie de página], publicada en abril de 1950 y la obra teatral puesta en escena en mayo de ese año. La novela gira en la discusión entre Fidel Serrano, dirigente del partido, con una concepción reduccionista del marxismo que le impide valorar los problemas dramáticos en su vida cotidiana, y Gregorio Saldívar, militante crítico que vislumbra las consecuencias teóricas y políticas de la ideologización del marxismo.
El planteamiento del intelectual es el siguiente: Si no existe una razón trascendente, entonces es imposible pensar en la razón histórica. En otras palabras, no hay la posibilidad de una humanidad plena. En esta perspectiva Florence Olivier supone el fundamento de Revueltas: “En el principio era el caos, lo real animado por una pulsión de muerte, lo social regido por la alienación y, despertar fuerzas que le fuesen contrarias, la escritura.”[Pie de página]. Gregorio tiene una expresión lapidaria: la lucha revolucionaria tiene como objetivo: “hacer de los hombres seres libremente desdichados”[Pie de página]
El cuadrante de la soledad, esa es la obra, es presentado en el Teatro Abreu por la Compañía Nacional de Teatro. Los actores son: Rosaura Revueltas, Prudencia Grifell, Silvia Pinal, Virginia Manzano, Rafael Banquells, Álvaro Matute, Lina Santamaría y Tania Lynn, dirigidos por Ignacio Retes. La historia se desarrolla en el barrio de la Merced donde convergen la situación de una huelga obrera con la vida de los excluidos del trabajo formal, cuya característica es la prostitución, la homosexualidad y las drogas. En esas circunstancias la enajenación permea a todos, la policía y a la misma dirigencia obrera.

IV

Estas obras provocan una reacción de la intelectualidad y la militancia comunistas. La herejía es condenada. Roberto Escudero[Pie de página], su amigo y correligionario, analiza la situación. Las personalidades influyentes al acusarlo de antimarxista lo reducen a la cárcel de los disidentes. Esta es la cárcel que marca el destino de un autor y de otra posibilidad de interpretar para transformar el mundo.
Enrique Ramírez Ramírez escribe: “(…) el filósofo de la soledad y la desesperanza sufre ya por la revolución de los siglos venideros, en la cual serán pasados a cuchillo los desprevenidos descendientes de los filósofos y artistas de nuestro tiempo.”[Pie de página]
Antonio Rodríguez, por su parte, afirma: “Revueltas no ha llegado al sitio en que se encuentra por la vía de la influencia sartreana. Ha llegado hasta ahí por haber trillado el mismo camino que el filósofo de la basura y de la inmundicia…”[Pie de página]
Pablo Neruda es visceral: “Las páginas de su último libro no son suyas: Por las venas de aquel noble José Revueltas que conocí, circula la sangre que no conozco. En ella se estanca el veneno de una época pasada, con un misticismo destructor que conduce a la nada y a la muerte.”[Pie de página]
Revueltas no soporta la presión, y por su convicción marxista, retira de la circulación la novela y suspende la presentación de la obra de teatro.

V

Después de la represión a la huelga ferrocarrilera, Revueltas rompe con los dos partidos marxistas más importantes de México. Esta actitud la suscribe en dos libros El proletariado sin cabeza y Los errores. En 1965 funda, inspirado en las ideas de Rosa Luxemburgo la Liga Marxista Leninista Espartaco. También es expulsado de sus filas
Revueltas, con su creación estética y su reflexión política, se convierte en el primer crítico comunista a la concepción enajenada del estalinismo. Su segregación de la vida política, cárcel que más lo afecta, impide un debate entre la izquierda radical, capaz de superar la marginación política de esa izquierda verdaderamente revolucionaria pero excesivamente romántica.

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