miércoles, 10 de septiembre de 2014

A cien años de su nacimiento.


 José Revueltas historiador

Javier Ortiz Aguilar.
“Alguna vez ya he mencionado una paráfrasis de Sartre, que ahora resultará oportuno reiterar: lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros.”
Manuel Cruz[1]

La historia es sin duda, la conciencia temporal de la modernidad. La secularización del pensamiento alcanza su máxima expresión con el reconocimiento de una lógica del fluir del tiempo y de los cambios. Desde esta perspectiva la construcción del moderno discurso histórico descansa en la presunción de la existencia de la razón y del sentido del acontecimiento.
            Esta posición privilegiada de la historia es el fundamento del mundo occidental en el tiempo del capitalismo industrial. El pasado así viene a constituir un nuevo ámbito de la lucha ideológica. Aquí la concepción trascendental kantiana, el romanticismo hegeliano y el materialismo histórico aparecen como los principales protagonistas.
El marxismo, al postular como objetivo la transformación radical del mundo, induce a la revolución social. El objetivo se logra en parte en la Revolución de Octubre. Por ello, no es casual que el primer triunfo de una revolución social transforme el ideal socialista, en un espacio, con una vitalidad tal que amenaza a extenderse rápidamente. A pesar de conservar las condiciones que obstaculizan la realización de su promesa utópica: humanizar al hombre.
En este contexto, en un tiempo de certezas y de movilizaciones revolucionarias, actúa y reflexiona José Revueltas. Pero su reflexión no queda atrapada en la ideología, sino que asume el marxismo no como una teoría cerrada, sino, como apuntaba Marx, una guía para la acción. De esa práctica teórico-política, indiscutiblemente marxista, se perfila como un maestro de la sospecha de los límites del optimismo revolucionario, convirtiéndose en un precursor de los nuevos tiempos. Desde una posición crítica radical estudia, a decir de Marx, la ciencia social soberana, la historia.
            Nuestro homenajeado nace en Durango el 20 de noviembre de 1914. En 1920 se traslada con su familia a la ciudad de México. En la capital cursa hasta el primer año de la secundaria. Abandona los estudios a causa del ingreso a una correccional, debido a su participación en un mitin organizado por el Partido Comunista Mexicano. Desde ahí vive en ese mundo que nace en el siglo XX: la lucha entre dos proyectos de la modernidad: la libertad y la justicia, entre el capitalismo y el socialismo; y en el tiempo nacional: la consolidación del estado, mediante la estrategia populista de someter a la clase trabajadora a los proyectos de la nueva clase dominante. En su ambiente familiar, nace en una singular familia del estado de Durango, lugar que estaba en una situación de atraso y aislamiento en el siglo XIX. No obstante estos factores constituyen un estímulo a las élites regionales favorecidas por la ley de desamortización de tierras comunales y la Ley de Baldíos.  Las haciendas mineras generan un especial polo de desarrollo con la presencia hegemónica de la Iglesia Católica desde los tiempos novohispanos. En este marco existe una profunda cultura religiosa de la que Revueltas no escapa, a pesar de su inocultable ateísmo. “En esta dinámica, las “buenas familias” duranguenses se convirtieron en grandes propietarias de tierras, adaptando las tradicionales formas mercantiles a los principios de la modernidad.”[i] Sus hermanos destacan en la vida artística. Por supuesto vive totalmente, desde su temprana juventud, inmerso en un ambiente creativo y de alta cultura.
En ese orden temporal, diría Hegel, u orden del tiempo, a decir de Hartog; con la significación para el primero, como manifestación del “reino espiritual de la existencia”[ii]. Mientras que para Hartog sería el resultado de las temporales relaciones sociales que “(…) parecen poco sujetas a la discusión y resultar poco negociables”[iii]. En ese contexto Revueltas inicia un diagnóstico de  su presente de la sociedad mexicana con el fin de transformarla radicalmente. Aquí retoma la idea marxista de considerar al hombre como la raíz del problema. De esta manera busca en el pasado la explicación de sus potencialidades y sus límites. No obstante es necesario subrayar la integridad de sus reflexiones y de su práctica política. Caso excepcional en la historia de México, un hombre con convicciones firmes sólo comparable con Ricardo Flores Magón.

1.     El principio.

Hay para Revueltas un principio que entra en contradicción con la tradición metafísica de la modernidad. Aquí reside el origen de los conflictos posteriores. Adelantándose a los tiempos nacionales, asume una posición nihilista. La nada, y no el verbo, constituye el origen de todo. En el inicio de Los Días Terrenales de manera contundente afirma: “En el principio había sido el caos, más de pronto aquel lacerante sortilegio se disipó y la vida se hizo. La atroz vida humana.“[iv] No podía ser de otra manera, sin Dios no es posible el sentido trascendente o trascendental de la vida y de la historia, por tanto la vida humana está inmersa en la angustia. La utopía, vista así, es el ensueño de un paraíso inexistente.
Si esto es así, entonces ¿quién es el sujeto de la historia? La pregunta de la modernidad. Para Revueltas, no es Dios o la autoconciencia, En el mismo texto afirma: “En principio, había sido el caos, antes del hombre, hasta que las voces se escucharon”.   E decir los lenguajes producto de las diversas tradiciones.

    
2.     Temporalidad

En el caos original es el ámbito de la temporalidad. Esta dimensión humana tiene un límite: la muerte.  Esto no es novedad. Nadie puede oponerse a la idea, pero es necesario considerar que si bien todos los seres vivos mueren, sólo los hombres son mortales. La diferencia reside en la percepción y la actitud que el hombre asume ante la muerte: esta actitud crea las culturas y los futuros. Es decir, si la muerte es un hecho universal, la percepción de la muerte es un producto de la cultura, de la historia. Este es el supuesto fundamental de la concepción de la historia en Revueltas. De ahí infiere que el hombre, al elegir la vida, elige su muerte. El lema de los sesentas es ilustrativo: “La cárcel y la muerte son los gajes del oficio del revolucionario”
      La inexistencia divina impide la posibilidad de la bondad. Por ello en todo proceso histórico permea la violencia. “La historia (real) es la historia de la violencia”[v]. Ignorar esta secularización radical, lleva a pensar en un Revueltas encarcelado en sus reminiscencias religiosas.

3.     El hombre.
4.      
Revueltas encuentra en la naturaleza humana la referencia de la explicación histórica, y no en la estructura social. Sin negar las variables externas, busca en el joven Marx, el Marx de los Escritos Económicos Filosóficos, la radicalidad del fenómeno social. El hombre, que no es creatura, sino momento de una evolución sin sentido trazado previamente. Un hombre, que forma parte del caos no puede aspirar a la felicidad. Gregorio Saldívar, personaje de los días terrenales, ofrece la razón más contundente: ““¿Sabes que el hombre es el milagro más bello de la naturaleza? (…) ¡Por qué quieres rebajarlo entonces a la condición de un hermoso cerdo feliz?”[vi]
5.     El proceso.

La realidad histórica es producto de la concatenación de acontecimientos. La búsqueda del origen de la concatenación provoca la construcción de metadiscursos del conocimiento histórico. Revueltas, al negar la existencia de toda realidad trascendente y trascendental, asume consecuentemente la inexistencia de un sentido o para ser más claro de la razón histórica. ¿Qué significa esto? Pues nada más que negar la posibilidad de la utopía marxista, que dio sentido a todas las revoluciones y revueltas proletarias. Por lo contrario, en buena lógica infiere la imposibilidad real del surgimiento del hombre nuevo o de una sociedad libre de miserias, de ignorancia y de prejuicios. O para decirlo en términos posmodernos, el hombre vive en el caos, por tanto es imposible que la clase obrera nos lleve al paraíso. “El hombre es conciencia de que existe, es decir, consciente de que dejará de existir. (…) En esto (…) radica la verdadera dignidad del hombre, que quiere decir su verdadero valor, su desesperanza y su voluntad más pura.”[vii]

6.     La praxis.

No obstante el proceso histórico no es el producto mecánico de fuerzas contingentes o sin sentido. La conciencia en su proceso dialéctico determina la praxis liberadora. La liberación no es en consecuencia el acceso a una forma de vida libre, sino en cuanto expresa la voluntad, característica del sujeto revolucionario. Pero esa libertad no significa felicidad, puesto que estamos apresados en el mundo temporal, el mundo de la limitación y de la angustia.  Siguiendo las ideas del entonces joven estudiante de Derecho, José Alvarado, expresa Gregorio Saldívar: “¡Desaparecerán las clases sociales, no te quepa la menor duda! ¡Claro está! Pero ésa sólo es una etapa hacia el advenimiento del hombre (…) ¡Luchemos por una sociedad sin clases! ¡Enhorabuena! ¡Pero no para hacer felices a los hombres, sino para hacerlos libremente desdichados, para arrebatarles toda esperanza, para hacerlos hombres!”[viii]
    
7.     Historia de México.

Como el marxismo no admite procesos únicos, sino que cada grupo alcanza su identidad de acuerdo a sus tradiciones, Revueltas busca en las particularidades de la historia de México la orientación de la práctica revolucionaria.  Consecuente con su posición antropológica, sus personajes son los grupos marginados. Ellos son producto del brusco encuentro de dos culturas diferentes, permeadas por la violencia inquisitorial y los sacrificios humanos de Mesoamérica. Por ello la rudeza de sus personajes.
            El proceso de la realidad histórica no responde a los proyectos revolucionarios. Así en la Independencia “(…) la lucha por  el ser nacional, íntimamente ligada al desarrollo capitalista del país, no se resolvió al consumarse la independencia en 1821; en aquel momento la nacionalidad se limitó formalmente a los aspectos geográficos, jurídicos y políticos, sin llegar a resolver los problemas primordiales para la integración nacional (…) los problemas económicos y sociales, especialmente los agrarios: por eso la crisis de la sociedad quedó abierta al no solucionarse las contradicciones que anidaban en su seno.”[ix] En la reforma liberal “En 1856-57, el obstáculo más importante para el proceso de desarrollo seguía siendo la tenencia latifundista de la tierra. Sin embargo las fuerzas sociales ‘dirigidas por la corriente mayoritaria de los ideólogos estaban enajenadas a la lucha contra lo que aparecía en la realidad inmediata como el enemigo principal, o sea el clero católico (…) ‘Oponían [una] necesidad táctica a la necesidad histórica, en lugar de armonizar ambas dentro de una síntesis dialéctica, y terminaron por dejar intocado y en pie el latifundismo’”[x]
El presente de José Revueltas, su tiempo real. Su tiempo de la decisión, es el orden establecido por la  Revolución Mexicana,  Por ello, esta conmoción social constituye el baluarte ideológico de la clase en el poder Para algunos, incluyendo a Revueltas, es el  movimiento es la construcción de las posibilidades del futuro. Para otros, como Lombardo Toledano, intelectual socialista, la revolución divide a la burguesía en burguesía nacional y burguesía imperialista. Estas fracciones de clase entran en lucha, de tal manera que la contradicción de clases, se desplaza a este conflicto al interior de la clase dominante. Por lo tanto el proletariado tendrá la función histórica de apoyar al Estado, como vanguardia de la burguesía nacional. Para Revueltas el problema es otro: “Gracias a la revolución democrática toma el poder la burguesía nacionalista. No hay una fracción de la burguesía reaccionaria y otra progresista. La burguesía nacionalista adopta cualquier posición de acuerdo a sus conveniencias.”[xi] Este es el medio del que se alimentan los caudillos, ahora con el nombre institucional de presidente. Es aquí el centro de su atención. ¿Cómo hacer para transformar el mundo? Por ello su discusión vital sobre la realidad del partido comunista. No como expresión electoral,  sino como el cerebro que conduce a las masas a su liberación, Por supuesto respetando los límites de la posibilidad histórica. De esta manera nuestro autor engarza en el discurso el pasado y el futuro. El historiador revueltas, así contempla la realidad histórica no como objeto de apología sino como el conocimiento necesario para determinar la posibilidad de cambiar lo que generaciones pasadas nos han heredado.
            Revueltas, en conclusión,  es un precursor de las formas de pensar contemporáneas. No obstante discreparía con los posmodernos por su concepción humanista, pero no una antropología fincada en la utopía, sino en el reconocimiento de los insuperables límites del hombre. En una palabra la utopía únicamente nos sirve para iniciar la gran marcha, y la libertad se reduce al hecho de decidir.  .
            Gracias por su generosa atención











[1] Cruz Manuel. Acerca de la dificultad de vivir juntos. La prioridad de la política sobre la historia. Barcelona, Gedisa Editorial: 2007 (Colección Visión 3X) 14



[i] Pérez Domínguez, Marisa M.Reseña De las buenas familias de Durango. Parentesco, fortuna y poder (1880-1920) de Graziella Altamirano XCozzi”. En América Latina en la historia económica. Revista de Investigación.  México, Instituto de Investigaciones  José María Mora, vol 19, Núm. 2, Mayo  2012, pp. 226-231; p 227Dr. José María Mor(1880
[ii] Hegel,  Lecciones de filosofía de la historia universal. Madrid, Alianza Editorial; 1982;   689 (Filosofía)
[iii]  Hartog, Francis. Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo. México, Universidad Iberoamericana. 2007; 19 (El oficio de la historia)
[iv] Revueltas, José. Los días terrenales. México, Editorial ERA, 1973 (Obras completas 3) 9
[v] Revueltas José. La dialéctica de la conciencia
[vi] Revueltas, José. Los días terrenales. Ob. Cit. 176
[vii] Ídem. Cfr. José Revueltas. El luto humano
[viii] Ibídem  177
[ix] Revueltas José.  El proletariado sin cabeza. México, Editorial ERA; (Obras completas 17) Prólogo 17. 9-10
[x] Ibídem 10
[xi] Ibídem 10-11

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