José Revueltas
historiador
Javier Ortiz Aguilar.
“Alguna vez ya he mencionado una paráfrasis de Sartre,
que ahora resultará oportuno reiterar: lo importante no es lo que han hecho de
nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros.”
Manuel Cruz[1]
La historia es sin duda, la conciencia temporal de la
modernidad. La secularización del pensamiento alcanza su máxima expresión con
el reconocimiento de una lógica del fluir del tiempo y de los cambios. Desde
esta perspectiva la construcción del moderno discurso histórico descansa en la
presunción de la existencia de la razón y del sentido del acontecimiento.
Esta posición privilegiada de la
historia es el fundamento del mundo occidental en el tiempo del capitalismo
industrial. El pasado así viene a constituir un nuevo ámbito de la lucha
ideológica. Aquí la concepción trascendental kantiana, el romanticismo
hegeliano y el materialismo histórico aparecen como los principales
protagonistas.
El marxismo, al postular como objetivo la transformación
radical del mundo, induce a la revolución social. El objetivo se logra en parte
en la Revolución de Octubre. Por ello, no es casual que el primer triunfo de
una revolución social transforme el ideal socialista, en un espacio, con una
vitalidad tal que amenaza a extenderse rápidamente. A pesar de conservar las
condiciones que obstaculizan la realización de su promesa utópica: humanizar al
hombre.
En este contexto, en un tiempo de certezas y de
movilizaciones revolucionarias, actúa y reflexiona José Revueltas. Pero su
reflexión no queda atrapada en la ideología, sino que asume el marxismo no como
una teoría cerrada, sino, como apuntaba Marx, una guía para la acción. De esa
práctica teórico-política, indiscutiblemente marxista, se perfila como un
maestro de la sospecha de los límites del optimismo revolucionario,
convirtiéndose en un precursor de los nuevos tiempos. Desde una posición
crítica radical estudia, a decir de Marx, la ciencia social soberana, la
historia.
Nuestro
homenajeado nace en Durango el 20 de noviembre de 1914. En 1920 se traslada con
su familia a la ciudad de México. En la capital cursa hasta el primer año de la
secundaria. Abandona los estudios a causa del ingreso a una correccional,
debido a su participación en un mitin organizado por el Partido Comunista
Mexicano. Desde ahí vive en ese mundo que nace en el siglo XX: la lucha entre
dos proyectos de la modernidad: la libertad y la justicia, entre el capitalismo
y el socialismo; y en el tiempo nacional: la consolidación del estado, mediante
la estrategia populista de someter a la clase trabajadora a los proyectos de la
nueva clase dominante. En su ambiente familiar, nace en una singular familia
del estado de Durango, lugar que estaba en una situación de atraso y
aislamiento en el siglo XIX. No obstante estos factores constituyen un estímulo
a las élites regionales favorecidas por la ley de desamortización de tierras
comunales y la Ley de Baldíos. Las
haciendas mineras generan un especial polo de desarrollo con la presencia
hegemónica de la Iglesia Católica desde los tiempos novohispanos. En este marco
existe una profunda cultura religiosa de la que Revueltas no escapa, a pesar de
su inocultable ateísmo. “En esta dinámica, las “buenas familias”
duranguenses se convirtieron en grandes propietarias de tierras, adaptando las
tradicionales formas mercantiles a los principios de la modernidad.”[i]
Sus hermanos destacan en la vida
artística. Por supuesto vive totalmente, desde su temprana juventud, inmerso en
un ambiente creativo y de alta cultura.
En ese orden temporal, diría Hegel, u orden del tiempo, a decir de Hartog; con
la significación para el primero, como manifestación del “reino espiritual de
la existencia”[ii].
Mientras que para Hartog sería el resultado de las temporales relaciones
sociales que “(…) parecen poco sujetas a la discusión y resultar poco
negociables”[iii].
En ese contexto Revueltas inicia un diagnóstico de su presente de la sociedad mexicana con el
fin de transformarla radicalmente. Aquí retoma la idea marxista de considerar
al hombre como la raíz del problema. De esta manera busca en el pasado la
explicación de sus potencialidades y sus límites. No obstante es necesario
subrayar la integridad de sus reflexiones y de su práctica política. Caso
excepcional en la historia de México, un hombre con convicciones firmes sólo
comparable con Ricardo Flores Magón.
1. El
principio.
Hay para Revueltas un principio que entra en
contradicción con la tradición metafísica de la modernidad. Aquí reside el
origen de los conflictos posteriores. Adelantándose a los tiempos nacionales,
asume una posición nihilista. La nada,
y no el verbo, constituye el origen
de todo. En el inicio de Los Días
Terrenales de manera contundente afirma: “En el principio había sido el
caos, más de pronto aquel lacerante sortilegio se disipó y la vida se hizo. La
atroz vida humana.“[iv]
No podía ser de otra manera, sin Dios no es posible el sentido trascendente o
trascendental de la vida y de la historia, por tanto la vida humana está
inmersa en la angustia. La utopía, vista así, es el ensueño de un paraíso
inexistente.
Si esto es así, entonces ¿quién es el sujeto de la
historia? La pregunta de la modernidad. Para Revueltas, no es Dios o la
autoconciencia, En el mismo texto afirma: “En principio, había sido el caos,
antes del hombre, hasta que las voces se escucharon”. E decir los lenguajes producto de las
diversas tradiciones.
2.
Temporalidad
En el caos original
es el ámbito de la temporalidad. Esta dimensión humana tiene un límite: la
muerte. Esto no es novedad. Nadie puede
oponerse a la idea, pero es necesario considerar que si bien todos los seres
vivos mueren, sólo los hombres son mortales. La diferencia reside en la percepción
y la actitud que el hombre asume ante la muerte: esta actitud crea las culturas
y los futuros. Es decir, si la muerte es un hecho universal, la percepción de
la muerte es un producto de la cultura, de la historia. Este es el supuesto
fundamental de la concepción de la historia en Revueltas. De ahí infiere que el
hombre, al elegir la vida, elige su muerte. El lema de los sesentas es
ilustrativo: “La cárcel y la muerte son los gajes del oficio del
revolucionario”
La inexistencia divina impide la
posibilidad de la bondad. Por ello en todo proceso histórico permea la
violencia. “La historia (real) es la historia de la violencia”[v].
Ignorar esta secularización radical, lleva a pensar en un Revueltas encarcelado
en sus reminiscencias religiosas.
3.
El
hombre.
4.
Revueltas encuentra
en la naturaleza humana la referencia de la explicación histórica, y no en la
estructura social. Sin negar las variables externas, busca en el joven Marx, el Marx de los Escritos
Económicos Filosóficos, la radicalidad del fenómeno social. El hombre, que no
es creatura, sino momento de una
evolución sin sentido trazado previamente. Un hombre, que forma parte del caos
no puede aspirar a la felicidad. Gregorio Saldívar, personaje de los días terrenales, ofrece la razón más
contundente: ““¿Sabes que el hombre es el milagro más bello de la naturaleza?
(…) ¡Por qué quieres rebajarlo entonces a la condición de un hermoso cerdo
feliz?”[vi]
5.
El
proceso.
La realidad histórica es producto de la concatenación de
acontecimientos. La búsqueda del origen de la concatenación provoca la
construcción de metadiscursos del conocimiento histórico. Revueltas, al negar
la existencia de toda realidad trascendente y trascendental, asume
consecuentemente la inexistencia de un sentido o para ser más claro de la razón
histórica. ¿Qué significa esto? Pues nada más que negar la posibilidad de la
utopía marxista, que dio sentido a todas las revoluciones y revueltas
proletarias. Por lo contrario, en buena lógica infiere la imposibilidad real
del surgimiento del hombre nuevo o de
una sociedad libre de miserias, de
ignorancia y de prejuicios. O para decirlo en términos posmodernos, el
hombre vive en el caos, por tanto es imposible que la clase obrera nos lleve al
paraíso. “El hombre es conciencia de que existe, es decir, consciente de que
dejará de existir. (…) En esto (…) radica la verdadera dignidad del hombre, que
quiere decir su verdadero valor, su desesperanza y su voluntad más pura.”[vii]
6.
La
praxis.
No obstante el
proceso histórico no es el producto mecánico de fuerzas contingentes o sin
sentido. La conciencia en su proceso dialéctico determina la praxis liberadora.
La liberación no es en consecuencia el acceso a una forma de vida libre, sino
en cuanto expresa la voluntad,
característica del sujeto revolucionario. Pero esa libertad no significa
felicidad, puesto que estamos apresados en el mundo temporal, el mundo de la
limitación y de la angustia. Siguiendo
las ideas del entonces joven estudiante de Derecho, José Alvarado, expresa
Gregorio Saldívar: “¡Desaparecerán las clases sociales, no te quepa la menor
duda! ¡Claro está! Pero ésa sólo es una etapa hacia el advenimiento del hombre
(…) ¡Luchemos por una sociedad sin clases! ¡Enhorabuena! ¡Pero no para hacer
felices a los hombres, sino para hacerlos libremente desdichados, para
arrebatarles toda esperanza, para hacerlos hombres!”[viii]
7.
Historia
de México.
Como el marxismo no admite procesos únicos, sino que cada grupo alcanza su
identidad de acuerdo a sus tradiciones, Revueltas busca en las particularidades
de la historia de México la orientación de la práctica revolucionaria. Consecuente con su posición antropológica,
sus personajes son los grupos marginados. Ellos son producto del brusco
encuentro de dos culturas diferentes, permeadas por la violencia inquisitorial
y los sacrificios humanos de Mesoamérica. Por ello la rudeza de sus personajes.
El
proceso de la realidad histórica no responde a los proyectos revolucionarios. Así
en la Independencia “(…) la lucha por el ser nacional, íntimamente ligada al
desarrollo capitalista del país, no se resolvió al consumarse la independencia
en 1821; en aquel momento la nacionalidad se limitó formalmente a los aspectos geográficos,
jurídicos y políticos, sin llegar a resolver los problemas primordiales para la
integración nacional (…) los problemas económicos y sociales, especialmente los
agrarios: por eso la crisis de la sociedad quedó abierta al no solucionarse las
contradicciones que anidaban en su seno.”[ix]
En la reforma liberal “En 1856-57, el obstáculo más importante para el proceso
de desarrollo seguía siendo la tenencia latifundista de la tierra. Sin embargo
las fuerzas sociales ‘dirigidas por la corriente mayoritaria de los ideólogos estaban enajenadas a la lucha contra lo
que aparecía en la realidad inmediata
como el enemigo principal, o sea el
clero católico (…) ‘Oponían [una] necesidad
táctica a la necesidad histórica,
en lugar de armonizar ambas dentro de una síntesis dialéctica, y terminaron por
dejar intocado y en pie el latifundismo’”[x]
El
presente de José Revueltas, su tiempo real. Su tiempo de la decisión, es el
orden establecido por la Revolución
Mexicana, Por ello, esta conmoción
social constituye el baluarte ideológico de la clase en el poder Para algunos,
incluyendo a Revueltas, es el movimiento
es la construcción de las posibilidades del futuro. Para otros, como Lombardo
Toledano, intelectual socialista, la revolución divide a la burguesía en
burguesía nacional y burguesía imperialista. Estas fracciones de clase entran
en lucha, de tal manera que la contradicción de clases, se desplaza a este
conflicto al interior de la clase dominante. Por lo tanto el proletariado
tendrá la función histórica de apoyar al Estado, como vanguardia de la burguesía
nacional. Para Revueltas el problema es otro: “Gracias a la revolución
democrática toma el poder la burguesía nacionalista. No hay una fracción de la
burguesía reaccionaria y otra progresista. La burguesía nacionalista adopta
cualquier posición de acuerdo a sus conveniencias.”[xi] Este
es el medio del que se alimentan los caudillos, ahora con el nombre
institucional de presidente. Es aquí el centro de su atención. ¿Cómo hacer para
transformar el mundo? Por ello su discusión vital sobre la realidad del partido
comunista. No como expresión electoral,
sino como el cerebro que conduce a las masas a su liberación, Por
supuesto respetando los límites de la posibilidad histórica. De esta manera
nuestro autor engarza en el discurso el pasado y el futuro. El historiador
revueltas, así contempla la realidad histórica no como objeto de apología sino
como el conocimiento necesario para determinar la posibilidad de cambiar lo que
generaciones pasadas nos han heredado.
Revueltas, en conclusión, es un precursor de las formas de pensar
contemporáneas. No obstante discreparía con los posmodernos por su concepción
humanista, pero no una antropología fincada en la utopía, sino en el
reconocimiento de los insuperables límites del hombre. En una palabra la utopía
únicamente nos sirve para iniciar la gran marcha, y la libertad se reduce al
hecho de decidir. .
Gracias
por su generosa atención
[1] Cruz Manuel. Acerca de la dificultad de vivir juntos. La prioridad de la política sobre
la historia. Barcelona, Gedisa Editorial: 2007 (Colección Visión 3X) 14
[i]
Pérez Domínguez, Marisa M. “Reseña De las buenas familias de Durango. Parentesco, fortuna y poder
(1880-1920) de Graziella Altamirano XCozzi”. En América Latina en la
historia económica. Revista de Investigación. México, Instituto de Investigaciones José María Mora, vol 19, Núm. 2, Mayo 2012, pp. 226-231; p 227Dr. José María Mor(1880
[ii]
Hegel, Lecciones de filosofía de la historia universal. Madrid, Alianza
Editorial; 1982; 689 (Filosofía)
[iii] Hartog, Francis. Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo.
México, Universidad Iberoamericana. 2007; 19 (El oficio de la historia)
[v] Revueltas José. La dialéctica de la conciencia
[vii] Ídem. Cfr. José Revueltas. El luto humano
[viii]
Ibídem 177
[ix]
Revueltas José. El proletariado sin cabeza. México,
Editorial ERA; (Obras completas 17) Prólogo 17. 9-10
[x] Ibídem 10
[xi] Ibídem 10-11
No hay comentarios:
Publicar un comentario