lunes, 7 de marzo de 2011

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: LA TELEVISIÓN, PAIDEIA FATUA



Por: Alberto Rafael León Ramos


INTRODUCCIÓN:
                En este mundo de cambio,  de constante movimiento, de momentos, el hombre social tiene más información que nunca porque a su alcance tiene todos los medios electrónicos y digitales necesarios para <<informarse>> en un segundo, aunque también usa estos medios para distraerse, ahora hay computadoras con acceso a la red, televisiones de plasma,  ipods por doquier, Psps, gameboys y demás instrumentos tecnológicos novedosos que hacen más llevadera la vida.  El hombre social cada vez tiene más  cerca  la información aunque no haga un buen uso de ella, el aluvión de datos que existen en la red que sería imposible consultarlos en toda la vida de un hombre.

            Los medios de comunicación <<informan>> y suponen un gran avance en la conformación de la nueva sociedad, de la sociedad moderna, de la sociedad que sabe todo con tan solo tener acceso a uno de estos medios de comunicación. Cuando se dio el auge de los medios de comunicación se vislumbró una nueva era en la vida del hombre, se pensaba que se viviría mejor por estar más informado, el teléfono, el telégrafo, la radio, la televisión, son medios muy eficaces para transmitir datos en poco tiempo. En los últimos años el auge de la televisión y los programas televisivos ha sido grande, los hombres se divierten con tan sólo apretar un botón y al instante tiene un sin fin de cosas que ver, sin fin de programas que lo pueden distraer horas y horas, programas de ficción, telenovelas con ínfimo contenido, reality shows, programas de concursos, que lo condenan a la inacción y a la estulticia intelectual, esto sucede la mayoría de las veces  sin que el sujeto se de cuenta de ello.  
Uno de los medios de comunicación con más influencia en la vida social y que goza de amplia aceptación por parte de los sujetos que hacen uso de ella, en específico me refiero a la televisión y los contenidos que vierten sobre los sujetos,  y más aún sobre un sector muy vulnerable al que me voy a enfocar que son los niños y jóvenes  de nuestra sociedad mexicana.  Así es, los niños y jóvenes son un factor muy vulnerable que se pueden corromper intelectualmente en poco tiempo, y la responsable de este estragamiento es la televisión. En ella, como bien apunta G. Sartori, se encuentra una educadora, es la primera que se encarga de <<educar>>  por medio de imágenes a los niños y jóvenes transmitiéndoles cosas de poco contenido lo que genera en los niños y jóvenes  la poca capacidad de abstracción y el empobrecimiento de su lenguaje. Esto repercute en su vida tanto social como académica.  Por ello en este texto doy las razones por las cuales pienso que la televisión es lo que yo denomino:  paideia fatua. Y dar una posible solución que no tiene nada de difícil que he llamado: Responsabilidad compartida.

La televisión: generadora de imágenes y destructora del lenguaje.

La televisión es  de gran aceptación en nuestros días; ella transmite por medio de imágenes muchas ideas aunque a veces éstas no correspondan con la realidad; los programas televisivos, las caricaturas, las series, han roto esa relación del sujeto con su entorno por el cual conocía su mundo, y lo han confinado a un orbe centrado en imágenes muchas de las cuales carecen de contenido valioso.

“la televisión puede mentir y falsear la verdad, exactamente igual que cualquier otro instrumento de comunicación”[1]

Los programas que se transmiten por la televisión combinan muchas veces la fantasía con la realidad y la hacen parecer como si esta fuera cierta en la vida real, hacen parecer cosas tan pueriles como la panacea e inducen a una creencia actitudinal  falsa de  primer orden. Es bien sabido que las novelas juveniles inculcan un comportamiento muy irreverente, imponen modas estilísticas de momento y modos de hablar que sólo contemplan no más de cincuenta palabras y numerosas muletillas, palabras como: wey, osea, que onda, que pex, ok, cero que ver, no te azotes, etc., son las favoritas en estos tipos de programas más que inculcar algo bueno son un óbice para la conformación de un sujeto completo que pueda desarrollar un lenguaje cabal con capacidades naturales óptimas para la vida, lo único que logran es acotar la relación que se gesta en la vida social y académica.
Otro problema que se genera a raíz de la televisión y que daña a los jóvenes y los niños, es que es totalmente visual, es decir, enseña y persuade por medio de imágenes. Trata de enseñar conceptos que son abstractos, tales como: amor, alegría, miedo, tiranía, violencia, sexo, etc., la solución a este problema es transmitir alguna imagen relacionada con el concepto, con lo cual tratan de persuadir que esta es la mejor forma de explicarlo, provocando que se acostumbren a aprender por medio de imágenes y no de conceptos abstractos, lo que, a su vez, hace que degenere su capacidad para discernir y abstraer.

Como se hizo notar, la televisión genera imágenes que son aprendidas  e imitadas por los sujetos – niños y jóvenes- que son asiduos a este medio de comunicación degenerando su capacidad de aprender conceptos y capacidad de discernimiento y abstracción. Además de que atrofia las capacidades intelectuales de los niños y jóvenes, influye en ellos en la manera de usar su lenguaje en la vida cotidiana y afecta de manera significativa su desenvolvimiento en la vida académica. Esto lo podemos constatar al acercarnos a una escuela y preguntarle a los maestros, que cada vez reciben más tareas con faltas de ortografía  e incoherencia en su redacción, también se pueden revisar las estadísticas de la SEP, las cuales apuntan que los niños y jóvenes tienen deficiencias en las materias de español y matemáticas.

Una manera más sencilla de comprobar este estragamiento intelectual y del lenguaje –causado por la imitación de los contenidos televisivos a los que se expone el niño y el joven-  se hace patente en los tan concurridos IRC – chats- y hasta en los mensajes de texto que se envían por celulares;  en estos se ha ido generalizando la escritura de las palabras cortando o quitando ciertas vocales o  “abreviando” palabras para ahorrar espacio, ejemplo de ello son:

K tal à por à¿Qué tal? 
Tkm àpor à te quiero mucho,
stan d vkcions  à por à están de vacaciones,
ntc à porà no te creas.

Se puede objetar que los hombres tienen todo el derecho de escribir como les plazca, que este tipo de escritura es una “evolución” del lenguaje, que son juegos del lenguaje y demás razones.  Pero estas no son nada convincentes y pienso que esto no se gestó espontáneamente, sino, que a raíz de los medios de comunicación  este tipo de escritura incorrecta se ha ido generalizando y ha llegado a parecer hasta <<normal>>.

Los niños y jóvenes claro que no se dan cuenta por lo que están pasando y mucho menos de sus actitudes y modos de desenvolverse en la sociedad y el ámbito académico; piensan que estas actitudes copiadas de los contenidos televisivos son normales. Pero los que estamos de este lado, del lado del pensamiento crítico y observador, si estamos atentos a lo que está pasando a raíz  de los medios de comunicación y en específico de la televisión que es la responsable de estas consecuencias tan nefastas.

Los niños y jóvenes como homo videns.

Como se ha venido apuntando, los niños y jóvenes son el sector más vulnerable  que los medios de comunicación pueden afectar. Ellos al estar en proceso de formación tanto biológica como intelectualmente están propensos a ser maleables y aceptar como ciertos los contenidos que se les transmiten por la televisión, llegando a copiar y repetir conductas, modos de hablar y manías. La televisión es la primera educadora con la que se topa el niño y el joven – por cierto no muy buena- pues en nuestro mundo <<moderno>> no hay hogar que no tenga una televisión, podrá faltar todo lo necesario para vivir pero la televisión se erige como la reina absoluta de la <<educación>> primaria de estos sujetos. Con razón suficiente decía Aristóteles que aprendemos por imitación [2] y en este caso el sector que estoy analizando son los más propensos a imitar las actitudes, normas, modos de habla, y cosas que la televisión transmite.

“Los niños ven y ven la televisión antes de aprender a leer y escribir”[3]

Estos sujetos – niños y jóvenes- de ser homo sapiens en potencia se han convertido gracias a los medios de comunicación , y en especial la televisión –como educadora fatua-, en homo videns; en hombres que sólo se limitan a ver y no a pensar, no desarrollan su capacidad de crítica, objetiva, reflexiva y de abstracción. En cambio genera un ser poco crítico, indiferente, crédulo a todo lo que se le dice, muchas de las veces inepto para manejar objetos que necesitan pericia corporal o capacidad física, esto se hace patente cuando los niños son enfrentados a un medio tal como la naturaleza, digamos una excursión o un campamento; en estos se tiene que poseer capacidad para seleccionar el mejor lugar para acampar, pericia para armar una casa de campaña y observación para poder escoger los mejores leños para la fogata, cosa  que en muchos casos los niños no pueden resolver por estar acostumbrados a la inacción sólo viendo las imágenes que se le proyectan por lo que no logran  desarrollar  sus capacidades naturales, estos niños y jóvenes estarían indefensos y perecerían en un estado natural. ¿Estos son los niños y jóvenes que queremos para el futuro?

Consecuencias de ser un homo videns

He tratado de exponer de manera clara y evidente como la televisión ha convertido al sujeto sapiente en un ser totalmente estragado, arruinado, desecho, en un sujeto que ve y no piensa: homo videns. Los medios de comunicación –en especial la televisión-  son responsables de esta corrupción y perjuicio pues han dañado de manera significativa y Ad libitum a los sujetos asiduos a ella.  Si se es un homo videns se pierde la capacidad de pensar primeramente, también la capacidad crítica y reflexiva sobre cualquier tema presentado  en los programas televisivos. Se aprende por medio de imágenes y no de conceptos lo que degenera en estulticia y estragamiento intelectual.
 
“La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender”[4]

La televisión no se contenta con corromper y envilecer la capacidad por la que “según” se distingue el hombre de las bestias, la inteligencia, sino que llega  aún más lejos corrompiendo el lenguaje y modo de hablar de los sujetos en cuestión; niños y jóvenes. En los ejemplos antes mencionados se hacía ver como el lenguaje es viciado por los programas televisivos, es a causa de estos programas que el lenguaje de niños y jóvenes se ha ido empobreciendo llegando a ser ínfimo, insulso y simplón.

Estos sujetos no tienen léxico para expresarse de manera correcta, y para librar el problema usan las mismas palabras haciéndolas significar diferente según sea el caso, el pobre bagaje conceptual hace que los niños y jóvenes no se puedan desenvolver de manera adecuada en la sociedad y en la escuela; ya que al no tener  los conceptos precisos para expresar lo que sienten o lo que se les pide incurren en  solecismos, anglicismos y faltas de ortografía al tratar de escribir ya sea una tarea, un ensayo o un reporte de lectura.

“podemos deducir que la televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis, que revierte en la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo instrumento de comunicación, es también, a la vez, paideia (proceso de formación del adolescente)”[5]


Responsabilidad compartida: familia, escuela, gobierno.
Se ha visto como la televisión ha sido un gran avance en la conformación de la nueva sociedad, pero también se han apuntado las partes negativas que ella tiene y las repercusiones que causa en los jóvenes y niños. Pero hay que tener en cuenta que la televisión no existiera sino hubiera quien la viera, esto es innegable, es una dicotomía muy fuerte: sujeto-televisión. En México los contenidos televisivos en su mayoría no son buenos porque a lo único que se dirigen es a entretener, a divertir y a hacer pasar el rato. Ahora ya tenemos en la televisión abierta  unos cuantos programas culturales pero que siempre tienen poca aceptación y raiting.  El problema de la televisión se ha ido haciendo cada vez más grande, hemos dejado que crezca en proporciones inimaginables hasta llegar a un grado que  se piensa que no tenga solución o simplemente se deja de lado, no se le toma tan en serio, ni mucho menos se cuestiona si existe tal problema.

Lo que hace falta en nuestro país es tener foros, coloquios, redes o grupos sociales que informen, concienticen y alerten sobre el uso racional de la televisión, así también debería existir como en otros países una regulación de los contenidos televisivos por parte del gobierno. Sé que esto sonará un poco extraño, hasta utópico, pero si hacemos un esfuerzo creo que se podría lograr, desde tres ángulos.  Hay que tener lo que yo llamo una responsabilidad compartida, en esto intervienen: familia, escuela y gobierno.
 Empezar por lo más próximo al niño y al joven, por el núcleo familiar, por la casa que es siempre el entorno en donde hay mayor descuido por parte de los padres para con los hijos en cuanto a estos temas, es bien sabido que en el hogar muchas veces los padres dejan ver a los niños y jóvenes los programas que quieran, sin tener una vigilancia de los contenidos que ahí se transmiten, ahora ya no se limitan a ver caricaturas, sino a ver las tan famosas telenovelas de la tarde, las series, los reality shows, las luchas y los concursos. La familia mexicana no ha tenido tiempo –por diversas razones- para poner atención en lo que los vástagos ven y aprenden de la televisión. Se ha llegado a un nivel peligroso, jóvenes y niños están expuestos ante los contenidos nocivos de esta paideia fatua, porque no ha habido reglas que fomenten un espíritu critico, ni un uso racional de la televisión, se ha dado rienda suelta se ha dejado libre a la televisión para que “enseñe” a  los niños y jóvenes, pero hay que poner un tope, una barrera a esto, pues no basta con censurarla, ni erradicarla de la vida familiar, sino que hay que aprender a convivir con ella.
La solución más práctica es que los padres tengan reglas en cuanto a la televisión, lo que consiste en tener horarios para ver los programas, ver si los contenidos de los programas son adecuados para los niños y jóvenes, generar el diálogo con respecto a los programas que vieron y sacar algún tema interesante o de interés para el niño o joven, eso con el fin de formar un espíritu crítico para que no se tome como verdadero lo transmitido por la televisión, y lo más importante: que los padres eduquen con el ejemplo.
Si esto se va enseñando en la casa, en el núcleo familiar pienso que rendirá frutos a largo plazo, pues estamos educando a seres que realmente tengan y lleguen a desarrollar capacidades críticas, reflexivas e inteligentes en cuanto al uso racional de la televisión, lo cual hará que estos niños y jóvenes enseñen a futuras generaciones lo aprendido y así formar una mejor sociedad.
Otra parte importante en esto que he llamado responsabilidad compartida, es la escuela. En ella se debe también desarrollar la capacidad de comprensión y análisis de los contenidos televisivos, para no tomar como la panacea lo que en ella se transmite, sino al contrario, ver qué de cierto tiene y cuáles son los lazos con la realidad, también ver si esto es realmente importante y si esto realmente aporta algo a la conformación de su ser como sujeto racional y social. Esta tarea recaerá principalmente en los maestros, aquellos que en las aulas se ocupan de la educación formal, ahora no deberán limitarse a enseñar solamente, matemáticas, español, geografía o biología, sino a tratar de formar un sujeto con las capacidades cognitivas para darse cuenta de lo que le sirve y lo que no le sirve para su conformación como un ser sapiente.
Por último, el gobierno debería tener un interés profundo por tratar de regular las actividades y contenidos que se transmiten en las televisoras, eso es algo fuerte y tema difícil de tratar porque van en juego muchas cosas, tanto intereses económicos, como políticos y sociales. Pero no es cosa que no se pueda hacer, pues en otros países ya se ha hecho, tal es el caso de países europeos que a base de esfuerzo y diálogo han logrado llegar a acuerdos con las televisoras para regular los contenidos televisivos; así que no hay excusa de que es algo imposible. Lo que pasa es que no hay en este país personas que tomen en serio este problema, que se interesen en ello  para que se empiece a regular a la televisión mexicana. Este es pues un pequeño llamado para que no dejemos de lado este tema.

Conclusiones:

A partir de lo antes expuesto llego a la conclusión que es bien cierto que los medios de comunicación han sido un gran aliciente en la sociedad, pues gracias a ellos se han podido tener informaciones, datos, fechas de sucesos que ocurren en otros lados e información de manera rápida, el problema es que a raíz del auge que tienen los medios de comunicación y en especial la televisión, se ha ido generando un sujeto poco pensante, incapaz de ser reflexivo e intelectualmente atrofiado, siendo los niños y los jóvenes los más afectados por este problema.
            El homo sapiens tan orgulloso de si mismo y su capacidad intelectual, se ha convertido en un homo videns, hombre que sólo se limita a ver, que no puede conocer por medio de todos sus sentidos y está limitado a uno sólo, la vista. Esta limitación degenera en los niños y  jóvenes, como ya se dijo, en un lenguaje pobre, simplón, que no ayuda en nada en la conformación de un individuo capaz de responder a las exigencias de la vida social y académica; además de que genera un sujeto limitado para cuestiones intelectuales profundas. Esta es la causa que llamo paideia fatua, aquella <<enseñanza>> vil, engañosa, mentirosa que proporciona la televisión y que degeneró en lo que hoy llama Sartori con justa razón el homo videns.  Aquí no se cumple la máxima de  Aristóteles  que expone en el libro primero de su Metafísica: “todos los hombres desean por naturaleza saber”, en nuestra época los sujetos – hablo de niños y jóvenes- no desean saber sino ver, copiar y tener una capacidad limitada para  pensar; con eso es suficiente.
Pero el problema no se acaba ahí, lo que hay que hacer es ponerse a cuidar a los niños y jóvenes de la televisión, de esa paideia fatua porque no se arregla nada con señalar, apuntar y censurar a la tan mencionada televisión, sino que se arregla corrigiendo y moldeando otros tipos de conducta que no sean los del homo videns. A través de lo que llamo responsabilidad compartida, se puede llegar a mejorar y contrarrestar los efectos negativos de la televisión, este cambio no se dará de un día para otro, ni mucho menos con la rapidez de un rayo sino que con trabajo constante y paciencia se logrará hacer conciencia del problema que tenemos para corregirlo y así poder convivir  haciendo un uso racional de la televisión. Al fin y al cabo los que van a leer este trabajo de reflexión no son esos homo videns sino los homo sapiens y en ellos recaerá la faena.

“Nadie niega la necesidad de aprender a leer, y de leer críticamente; ¿por qué ignorar entonces la necesidad de aprender a mirar y a escuchar con un espíritu igualmente alerta? La formación del intelecto debe completarse por lo tanto con la educación de la imaginación. Y la mejor manera de formar a los niños y a los adolescentes en este nuevo modo de comunicación es enseñarles a manejar su lenguaje, a leerlo y escribirlo. Cabe por lo tanto educar a los jóvenes en el buen uso de la comunicación y de los medios de comunicación de masas” UNESCO


Bibliografía:
Aristóteles, “Poética”, edit. Editores mexicanos unidos
Jaeger, W., “Paideia”, edit. FCE
Sartori, Giovanni, “Homo videns; la sociedad teledirigida”, edit. Taurus
Aguaed, José Ignacio, Convivir con la televisión. Familia, educación y recepción televisiva, edit. Paidós
Ferrés, Joan, Televisión y educación, edit. Paidós
Barker, Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, edit. Paidós


[1] Sartori, Giovanni, “Homo videns; la sociedad teledirigida”, pág., 103
[2] Cifrado de Poética, para el Estagirita el hombre aprende por imitación, así justifica como los pintores, escultores, artistas, reproduzcan, imiten la naturaleza o ciertos comportamientos.
[3] Sartori, Ibid., pág. 41
[4] Ibid., pág., 51
[5] Ibid., pág., 40

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