jueves, 13 de octubre de 2011
El mundo al revés o el mundo patas arriba
Gilberto Nieto Aguilar
Si el sueño no nos permitiera anticipar un mundo diferente, si la fantasía no hiciera posible esta capacidad un poco milagrosa que el ser humano tiene de clavar los ojos más allá de la infamia ¿Qué podríamos esperar?
Eduardo Galeano
En febrero de 2000, el ITESO de Guadalajara convocó, por medio de la cátedra “Paulo Freire” y del VIII Simposium de Educación, al Encuentro Internacional “Educar para construir el sueño: ética y conocimiento en la transformación social” que congregó a más de 1300 participantes de países americanos y europeos. Ahí estuvo Eduardo Galeano, el escritor uruguayo autor de “Las venas abiertas de América Latina” y de la obra que hoy pretendo recordar, “Patas para arriba: la escuela del mundo al revés”, entre otras más. También estuvo presente Rodolfo Stavenhagen, mexicano que formó parte de la Comisión internacional sobre la educación para el Siglo XXI, auspiciada por la UNESCO y presidida por Jacques Delors.
En esa ocasión, con su característico sentido del humor, Eduardo Galeano dio una conferencia sobre “el mundo al revés o el mundo patas arriba” tratando de mostrar cómo funciona el mundo de nuestros días, el mundo de las fronteras entre los dos milenios, entre el siglo XX y el siglo XXI y bajo la sospecha, como escritor, de que quizá el debate, las conversaciones, los diálogos, el intercambio de experiencias, puedan ser útiles para comprender al mundo, para intercambiar opiniones que amplíen el margen de posibilidades de comprenderlo.
El libro “Patas para arriba: la escuela del mundo al revés”, escrito en 1998 gracias a su amiga Alicia, hija de Lewis Carrol que vivió hace 135 años en el País de la Maravillas, le inspiró cuando penetraba en un espejo para conocer el mundo pero le quedaba al revés. Si su amiga resucitara ahora, dijo, no tendría necesidad de atravesar ningún espejo; bastaría con que se asomara a la ventana o al balcón para ver el mundo al revés.
Expresó Galeano que el mundo al revés es un mundo infectado por la peste del miedo, el miedo global. Los que trabajan tienen miedo de perder el empleo, los que no trabajan tienen miedo de no encontrar trabajo. El que no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones de ser atropellados. La democracia tiene miedo a la libertad, el lenguaje tiene miedo de decir. Los civiles tiene miedo a los militares, los militares tiene miedo a la falta de armas y las armas a la falta de guerras. Es el tiempo del miedo, de la mujer a la violencia del hombre y del hombre al dominio sutil de la mujer. Miedo a los ladrones pero también a la policía. Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión ni juegos de video, a las noches sin pastillas para dormir y al día sin pastillas para despertar y controlar el estrés. Miedo a la multitud y miedo a la soledad. Miedo a la opresión y a la libertad, a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir y miedo de vivir.
Además, hay razones para sentir miedo ante un mundo injusto, cada vez más injusto, según confiesan las estadísticas que publican organismos que no manejan números rojos como el FMI o el Banco Mundial. A decir verdad, estos organismos manejan números negros y le dejan lo rojo a sus acreedores separando y ahondando más la diferencia entre los que tienen de los que necesitan.
Para poder retratar este mundo miedoso e injusto, Galeano se propuso invertir el punto de vista y ponerse al revés, en un ángulo no habitual, en un ángulo no convencional. Dice: el punto de vista es fundamental. En el acto de escribir y de vivir, todo depende del lugar desde el cual uno mira lo que ocurre. Porque desde el punto de vista del búho, del murciélago, del bohemio y del ladrón, el crepúsculo es la hora del desayuno. La lluvia es una maldición para el turista pero una bendición para el campesino. Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía; desde el punto de vista del nativo, el pintoresco es el turista. Desde el punto de vista de los indios del Mar Caribe, Cristóbal Colón con su sombrero de plumas y su capa de terciopelo rojo era un papagayo de dimensiones jamás vistas. Para el oriental, el día de Occidente es la noche.
Preguntó sobra la guerra ¿quién vende las armas? En un mundo presuntamente pacificado, las guerras se repiten de manera incesante. Estamos en un mundo violento que añora la paz. Nunca el mundo fue tan carnicero y protagonista de extrañas cacerías de otros humanos. Extrañas porque el cazador es de la misma especie que la presa. En este tono continuó su conferencia que no cabe en este espacio, pero sí una pregunta de nosotros y para nosotros:
Para los mexicanos ¿cómo está nuestro mundo? Seguramente cada quien tiene su respuesta y tal vez resulte más agradable recordar las expresiones de Galeano y sugerir la lectura del libro para disfrutar su ingenio, su humor y las reflexiones que hilvana en su recorrido literario.
Sin embargo, a propósito del mundo al revés y dando un salto un poco más acá en el tiempo, al sábado 3 de junio de 2005, en el mensaje de clausura del “Coloquio Nacional de Educación: los debates de la educación contemporánea”, el Dr. Abel Juárez Martínez comentó una queja de sus alumnos en la Licenciatura en Docencia Tecnológica, en el Seminario de Educación en Valores cuando lo acusaron de enseñarles el mundo al revés a sus alumnos promoviendo los valores, la honestidad, la verdad, la justicia y el respeto. Le dijeron que los engañaba o les hablaba de un mundo inexistente pues afuera del aula lo que todos encontraban era lo contrario: contravalores, deshonestidad, falsedad, mentira, engaños, injusticias, falta de respeto a la dignidad humana, una actitud belicosa hacia los demás y la exaltación continua de lo más negativo de la estirpe humana como cosas normales y comunes. No nos dijo el conocido doctor cual fue su respuesta a estos inquietos alumnos.
El mundo patas arriba o el mundo al revés. El esfuerzo del maestro Luis Gerardo Martínez, en el seno de la Atenas veracruzana, en aquel momento, fue disfrutado por poca gente. Hubo calidad en las participaciones y quienes allí estuvimos nos llevamos algo valioso, pero hubiésemos querido un mayor intercambio. Dos semanas antes de este suceso, algo similar ocurrió en la Facultad de Enfermería de la UV con la presencia del Dr. Ruy Pérez Tamayo que, con el tema de la historia de la ciencia en México, debió llenar el local de su exposición pero se presentó una sala casi vacía.
Pero en fin. Dijimos, junto a Galeano, que es el mundo patas arriba o el mundo al revés. No se busca lo que se necesita o lo que nos puede ayudar, sino lo que nos distrae y embota los sentidos para olvidar que vivimos en un mundo al revés. Lo malo es que la inercia y la costumbre nos hacen olvidar que nosotros somos las autores de ese mundo y los únicos que podríamos cambiarlo patas abajo para dejarlo en la forma adecuada. Tenemos miedo de esta responsabilidad y miedo de que las cosas sigan como están. Miedo de un mundo patas arriba y miedo de quererlo componer… y no poder.
gnietoa@hotmail.com
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