miércoles, 8 de diciembre de 2010

México y su Independencia. Los movimientos por la Independencia antes de 1810

Por Dante Octavio Hernández Guzmán

            Es de importancia, establecer como antecedentes los movimientos anteriores a la guerra fratricida de 11 años que se conoce como gesta de Independencia y que provocó un derramamiento de sangre, empobrecimiento del pueblo, endeudamiento y la obtención del poder de México a partir de 1821, por aquél que combatió con furor a Morelos, Guerrero, Victoria y otros independentistas más y que al ver la coyuntura político-económica, no dudo en traicionar al virreinato para, primero, darse el abrazo con Guerrero en Acatempan, después enarbolar la bandera de las Tres Garantías  y por último firmar los Tratados de Córdoba con Juan de O’Donojú, nos referimos a Agustín de Iturbide.

            En este recorrido histórico de conjuras, pronunciamientos y denuncias, debemos fincar más nuestro trabajo en 1808, aunque hubo otro movimiento en 1809, se considera que el movimiento de Iturrigaray es el antecedente previo al Grito de Dolores.

            Antes del grito de Independencia dado por el cura Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, ya habían existido movimientos independentistas o al menos conspiraciones en contra del poder establecido, desde el inicio de la Colonia se cuenta la rebelión de los negros en la ciudad de México, siendo virrey don Antonio de Mendoza en 1537, quien al saber de la conspiración mandó a descuartizar a decenas de negros que se encontraban en prisión por el delito de rebeldía, pasando por la acusación a Martín Cortés 2º Marqués del Valle de Oaxaca y a su medio hermano del mismo nombre en 1565, la rebelión de los negros en Veracruz encabezados por el negro Yanga en 1579 hasta que lograron la primera zona libre de América en San Lorenzo de los negros para 1608:

“…el resultado de las negociaciones de el Yanga, fue la aceptación por parte del virrey para el establecimiento de un pueblo de negros, donde quedarían confinados aquellos evadidos hasta 1608, con libertad absoluta dentro de sus límites. Así, surge San Lorenzo de los negros en el año de 1609, doscientos años antes del inicio de la guerra de Independencia”1

            También debemos recordar la del indio Mariano en la Antigua Nueva Galicia – narrada por Lucas Alamán-, la de Jacinto Can Uc de los Santos  o Jacinto Can Ek (Castellanizado Canek) ahorcado en Yucatán el 14 de diciembre de 17612.

            Una conspiración que no es conocida en general fue la del irlandés Guillén de Lampard o Guillén Lombardo también conocido en inglés como William Lamport, quien llegó a la Nueva España en 1640 como espía siendo miembro de la corte de Felipe IV, al llegar, simpatizó con los indios y esclavos molesto por verlos sufrir con la “Calimba”3, hizo un complot escribiendo el primer documento de independencia de las Américas y declarando la independencia de la Nueva España, fue descubierto y juzgado por la inquisición y fue quemado en la hoguera. Por cierto, que es desconocido por qué en el Ángel de la Independencia en la ciudad de México, existe dentro de él una estatua inmediatamente después de la puerta principal, corresponde a Lampard, sitio que se ganó como precursor de la Independencia de México. Existieron otras defecciones  más, hasta llegar a la conspiración que se efectuó en la ciudad de México en 1808, que dadas las condiciones en que se encontraba España en esos momentos por la invasión napoleónica, el desmoronamiento de la autoridad real, la prisión que sufre por el pueblo en Aranjuez el primer ministro Manuel Godoy tipo venal e intrigante y de mala fe, amante de la reina que aprovechando las debilidades del gobierno del Rey Carlos IV, le había preparado el camino a la invasión a Francia bajo el pretexto de atravesar España para llegar a Portugal por haber favorecido a Inglaterra, por lo que tuvieron que huir a Brasil, misma acción que pretendía Carlos IV y su corte, lo que ocasionó que las Cortes de España se dividieran, formándose un grupo que encabezaba el Príncipe de Asturias Fernando, primogénito de Carlos IV, al ver la invasión a Portugal por el imperio napoleónico; Napoleón empezó a exigir al imperio español la cesión de terrenos para Francia, al ver las condiciones la familia imperial junto con Godoy pretendieron huir a América –igual que los de Portugal-, pero fueron descubiertos y Fernando de Asturias mandó a aprehender a Manuel Godoy por traidor, dos días después, el 19 de marzo de 1808, el rey Carlos IV abdicó a favor de su hijo proclamándose al príncipe como el Rey Fernando VII.

“El partidarismo, la traición y la disensión ayudaron al … emperador de Francia, que pronto persuadió a Carlos IV de que se retractara de su abdicación, e invitó al padre y al hijo a Bayona dentro del territorio francés y obligó a ambos a renunciar a toda pretensión al trono español.”4

            Dos meses después José Bonaparte, hermano de Napoleón, fue proclamado como rey de España, lo que produjo una serie de movimientos guerrilleros en todo el territorio  de la península ibérica, el pueblo resentido a escala nacional, proclamaba a José como el usurpador y esperaba y clamaba por Fernando VII como su legítimo gobernante, nombrando al hermano de Napoleón como “Pepe Botella” por su afición al vino.

            Mientras tanto, esto propició que en la Nueva España creyeran que la madre patria  no podría resistir los embates de los ejércitos de Napoleón Bonaparte, y al imponer éste a su hermano José, el Virrey don José de Iturrigaray, en unión de los miembros más influyentes del Ayuntamiento de México, empezaron a urdir en forma velada, una estratagema que llevaba como objetivo la independencia de la Nueva España, para ofrecerle el trono a su amado Rey Fernando VII.

            Los principales participantes fueron en unión de Iturrigaray, los licenciados Juan Francisco Azcárate y Francisco Primo de Verdad y Ramos, respectivamente, regidor y síndico de la corporación municipal de México, así como también fr. Melchor de Talamantes Salvador y Baeza (nacido en Perú), los primeros, hombres influenciados por la Ilustración de fácil palabra y amplios conocimientos en Derecho, Teoría Política y Cultura; fr. Melchor con una gran erudición filosófica que le permitió dar a conocer un ensayo de su autoría el 23 de julio de 1808, cuyo nombre rezaba: “Congreso Nacional del Reyno de Nueva España”,  disertación con la que pretendía demostrar el derecho de la Nueva España a formar un congreso con la facultad de deliberar qué funciones desarrollar y el sistema de gobierno que deberían adoptar mientras estuviera prisionero Fernando VII, Rey de España, sosteniendo la tesis de que la soberanía “es un poder que existe siempre radicalmente en la nación y a los Monarcas se ha confiado solamente su ejercicio”5. Ellos fueron los primeros en visualizar la situación en la península y la oportunidad de lograr aprovechando las condiciones, la independencia sin derramamiento de sangre, creían poder alcanzar la transición en forma pacífica.

            Es seguro que Azcárate, hombre muy cercano al virrey, sembrara en él las ideas libertarias y de emancipación de la Nueva España para ofrecérsela a Fernando VII, siendo Iturrigaray la cabeza del movimiento.

            Abundando en la historia, este movimiento se gestó en 1808 y se descubrió al darse cuenta los peninsulares de los objetivos que pretendían los miembros del Ayuntamiento encabezados por el virrey Iturrigaray6, los españoles cayeron en cuenta que de realizarse las pretensiones de los conspiradores, sería el fin de la hegemonía del Imperio Español y la pérdida de muchos sus privilegios, por lo que Gabriel J. de Yermo, rico hacendado y dueño de extensas tierras e ingenios, oriundo de la provincia de Viscaya, desarrolló una conjura contra el Ayuntamiento, la que fue apoyada por los comerciantes de origen español radicados en la ciudad de México, debido a el ascendiente que tenía Yermo en ellos; tuvieron un éxito inmediato, logrando poner en prisión al virrey Iturrigaray, el Lic. Cristo, Juan Francisco Azcárate, el fraile mercedario fr. Melchor de Talamantes  y el Lic. Francisco Primo de Verdad, el 15 de septiembre de 1808, siendo éste último enviado a las cárceles de Arzobispado de la ciudad de México y muriendo misteriosamente en la madrugada del 4 de octubre, sin que se supieran las causas. Al virrey Iturrigaray lo enviaron a la cárcel de la Inquisición el 17 de septiembre estando recluido en la habitación del inquisidor Bernardo del Prado y Ovejero en el convento de los padres Betlemistas; su esposa e hijos permanecieron hospedados en el convento de religiosas de San Bernardo. Hubo aprehensiones de otros conspiradores criollos que participaron activamente a favor del movimiento.

            En el caso de fr. Melchor de Talamantes, fue hecho prisionero y enviado a las mazmorras de San Juan de Ulúa donde falleció en 1809.

            Todo ocurrió antes de poder enviar Iturrigaray su informe del estado de las cosas en la Ciudad de México, a todas las provincias y poblaciones de la Nueva España.

            De inmediato, fue nombrado como virrey uno de los participantes con Yermo en el movimiento, don Pedro Garibay, Mariscal de Campo, quien al poco tiempo es removido y en su lugar nombran como Quincuagésimo Octavo Virrey al Obispo de México Francisco Javier Lizana y Beaumont, quien se dedica a administrar el virreinato dejando sus labores eclesiásticas en manos del inquisidor Juan Alfaro.

            Los hechos ocurrieron con mucha rapidez, ya que el 16 de septiembre de 1808, a las siete de la mañana, don Francisco Ximénez, lanzó una proclama7 cuyo encabezado rezaba: “Proclama fixada en todas las esquinas de esta Capital a las siete de la mañana de orden superior” (sic). Por medio de ella, se daba a conocer a los súbditos de México y toda la Nueva España, que por mandato real del presidente del real acuerdo, del Arzobispo de México y todas las demás autoridades de incumbencia, que “la necesidad no está sujeta a leyes comunes”, por lo que el pueblo había apresado al virrey José de Iturrigaray, ya que el  mismo pueblo había pedido su separación del cargo por razones de utilidad y conveniencia general, y que el mismo pueblo había convocado a un acuerdo, cuyo resultado había sido la separación del cargo del Sr. Iturrigaray, así como al tiempo el nombramiento del Mariscal de Campo don Pedro Garibay, quien había jurado como jefe supremo del Reino en el Real acuerdo a las seis de la mañana de ese día, y que a las once había sido reconocido por todas las autoridades.

            Esta proclama fue publicada a las doce del día viernes 16 de septiembre de 1808, en la “Gazeta extraordinaria de México”8.

            Todavía en 1809 se dio otro intento de conjura en Valladolid (hoy Morelia), acaudillado por militares, clérigos y civiles, entre ellos el capitán 1º don José María García Obeso, el teniente Juan Mariano Michelena, Manuel Ruiz Chávez, cura de Huango; fr. Vicente de Santamaría, fraile franciscano; el comandante Marino Quevedo y los licenciados José Nicolás Michelena, J. Soto Saldaña y José María Izazaga; de inmediato empezaron a ampliar el círculo de adeptos entre los que se encontraban: el capitán Ignacio José Allende, Mariano Abasolo, José María Abarca, Luis Correa, entre otros, siendo su fin el desconocimiento del virrey y crear una junta que llevara la administración de la Nueva España.

            El virrey tenía una red de espionaje en todas las poblaciones importantes de la Nueva España, formada por aquellos que eran encargados de los asuntos oficiales como la renta del tabaco, el fiel contraste, la hacienda pública, etc. Por lo que el 21 de diciembre de 1809 es denunciado y aprehendido fr. Vicente Santamaría. El virrey dio poca importancia al movimiento y al saber los nombres de los disidentes, sólo ordenó la remoción de algunos y a otros como García Obeso lo envió a San Luis Potosí, a los hermanos Michelena los llevó a México y a Juan Mariano lo envió a Xalapa, mandando a sobreseer la causa en enero de 1810, aduciendo que no encontraba pruebas suficientes en su contra, provocando la indignación del grupo hispano que lo había llevado al poder; esta fue la causa de su remoción, ya que la Junta de Aranjuez dictó por su debilidad y falta de interés al gobierno de la Nueva España, su remoción, disponiendo que entregara el gobierno a la Audiencia el 8 de mayo de 1810.

            Es probable que por ello, las reuniones literarias que se efectuaban en Querétaro no se hayan tomado en cuenta, y fue hasta la remoción de Lizana, que en septiembre se precipitaran las condiciones para el inicio de la primera fase de la guerra por la independencia, estando el nuevo virrey Francisco Javier Venegas de Saavedra Rodríguez en Xalapa, a días de haber desembarcado cuando recibió la noticia del grito de Dolores.

Notas:
1).- Sánchez de Anda, Guillermo.- Yanga, un guerrero negro.- Círculo Cuadrado, Hoja Casa editorial S. A. de C. V.- México, 1998.
2).- Ver: Andrés Henestrosa en Jesús Avitia.
3).- Calimba, marca de fuego que se ponía a todos los esclavos en los dominios de España. En la nueva España a partir del siglo XVI, existió la costumbre de marcar a esclavos africanos con la calimba o marca de fuego de los capitanes negreros que los introducían al país, similares a los usados para marcar al ganado. Las marcas se “encajaban” en la cara de los varones, en los pechos de las mujeres y esporádicamente en brazos o piernas de ambos. Las marcas mas comunes fueron las cruces y “Jesuses” denominación que corresponde “JHS” y que se usaban para demostrar que los esclavos habían sido cristianizados. También se usaron letras Griegas y Romanas, clavos y estrellas, así como diferentes figuras hasta llegar a los monogramas de los capitanes “negreros” ; por ejemplo, la Real Compañía Portuguesa de Guinea los marcaban con letras CR en el brazo izquierdo o bien los de la compañía inglesa mostraban una marca más complicada en la parte izquierda  del torso. Después de los “Asentistas”, que eran los comerciantes de negros que contaban con licencia de la corona Española para operar, y que constituían verdaderas compañías. En el año de 1784 por Cédula Real, se prohibió marcar con Hierro Ardiente, el rostro, los pechos o las espaldas de los negros llegados a Veracruz “por ser práctica Opuesta a la Humanidad”. Es decir que desde 1521 hasta ese año se observó la costumbre de marcar los esclavos que pasaban por tantos dueños que ya no había lugar en su cara para grabar la señal “Infamante”. (Victoria Jolly)
4).- Wilbert H. Timmons.
5).- AGN, Grupo Documental Historia, Vol. 586, tomo 1, fojas 202-225.
6).- Hdez. Guzmán Dante Octavio.- Orizaba en al Independencia.
7).- Hdez. Guzmán Dante Octavio.- Orizaba en la Independencia pp.19-21.
8).- Hemeroteca Nacional de México, Fondo Reservado, sin clasificación, tomo XV, No. 97, pp. 679-680.


Bibliografía:

-          Avitia, Jesús.- Historia del corrido en México.- FCE.- México.
-          Diccionario de Real Academia Española, (DRAE).
-          Hernández Guzmán, Dante Octavio.- Orizaba en la Independencia.- Comunidad Morelos S. A. de C. V.- Orizaba, Veracruz, México, 2002.
-           Sánchez de Anda, Guillermo.- Yanga, un guerrero negro.- Círculo Cuadrado, Hoja Casa editorial S. A. de C. V.- México, 1998.
-          Timmons, Wilbert H.- Morelos, Sacerdote, Soldado, Estadista.- FCE.- México, 1983.

Documento AGN:
                AGN, Grupo Documental Historia, Vol. 586, tomo 1, fojas 202-225.
                Hemeroteca Nacional de México, Fondo Reservado, sin clasificación, tomo XV, No. 97, pp. 679-680.

                

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