jueves, 17 de octubre de 2019

Sobre Perspectivas éticas (1)



César González

En el contexto actual, con un devenir histórico que parece decirnos que el poder hacer siempre tiene más valor que las consecuencias que esto podría desencadenar, y con una realidad contemporánea en la que desde niveles gubernamentales hasta relaciones a ras de piso evidencian una falta de visualización del otro, hablar de ética parecería algo ya innecesario e incluso podría considerarse inocente. Vivimos en un mundo que cada vez se basa más en el “yo”, en la satisfacción personal sin importar el entorno y de preferencia a corto plazo, con un siglo XX marcado por las Guerras Mundiales, la Guerra Fría, Vietnam, Irak, Palestina y un enorme etcétera, que pareciera llevar cada vez más lejos de nuestra concepción de mundo la empatía y que nos enfoca cada vez más en el pesimismo posmodernista. Pero quizá por esto mismo, hablar de filosofía moral, de ética, es algo que no deberíamos descartar. Quizá bajo este contexto, comprender que determinados parámetros de pensamiento, que ciertamente tampoco son cánones de conducta, nos podría llevar a desarrollar el crecimiento de lo “humano” en nosotros mismos y en nuestro entorno. Construir una humanidad ética. En este sentido, se inserta un libro como el que estamos presentando, donde Adriana Menassé Temple y Rubén Sánchez Muñoz reúnen una interesante lista de voces que dialogan al respecto, generando una propuesta que en conjunto, como cualquier obra colectiva, nos muestra diferentes puntos de vista y nos abre el panorama sobre el tema. Perspectivas éticas plantea diversos ejes temáticos que nos pueden llevar a comprender mejor el devenir teórico sobre la materia y, en determinado punto, a desarrollar una postura sobre nuestro actuar ético. En palabras de los coordinadores

El contenido teórico que sustenta nuestro actuar, que orienta nuestro albedrío o que sienta las bases de nuestro trato con los otros, puede no estar clarificado para nosotros, puede estar cimentado en un conjunto de creencias que requiere ser explicitado.

En este sentido, una lectura como la que presentamos ahora, funciona no para decirnos cómo debemos conducirnos, sino para incitar el diálogo y la discusión al respecto. Para esto, la obra reúne doce trabajos que toman desde diferentes orillas el plano que intentamos dilucidar.
         Para ejemplificar esto, abordemos algunos de los ensayos aquí reunidos. En un primer texto, Alberto Sucasas nos habla sobre la relación de amistad entre Günther Anders y Hans Jonas, las interacciones de esta dupla con contemporáneos como Adorno, Benjamin o la propia Arendt, con Heidegger, su maestro, y el enfrentamiento con él después de su unión al partido nazi. Un punto importante aquí es la capacidad filosófica de ambos autores para ser profetas del apocalipsis. Fenómeno al que somos ciegos, según Anders, por lo que él denomina desnivel prometeico: “Somos capaces de perpetrar males descomunales sin experimentar culpa ni compadecernos de las víctimas, dado que nuestro sentir va rezagado respecto a nuestro actuar”, lo que nos lleva a otro punto de interés, el devenir de la técnica como facilitador del hombre como “inocentemente culpable”.
         Mauricio Beuchot nos propone una ética planteada desde un punto ya revisado por él, la hermenéutica analógica, lo que decantaría en una ética también analógica. Aquí, el autor trabaja varios puntos relevantes como las virtudes como fundamento ético, para lo cual nos habla del libro de Miguel Ángel Polo, Ética y razón práctica, donde se resalta sobre las demás virtudes a la sabiduría desde una perspectiva aristotélica, lo cual nos permite generar una versión de esta disciplina filosófica que va más allá de lo conductual o la praxis al reunir esto con la capacidad teórica y especulativa.
         Otro punto importante en este trabajo es el que Beuchot recoge líneas después, la ética de la hospitalidad, la cual se fundamenta en una responsabilidad que es manifiesta como responsabilidad por el otro, viendo a éste como nuestro análogo.
         Esta visualización del otro entrelaza con el siguiente texto, en el que Julio Quesada nos coloca con esta visión en un contexto de antisemitismo a partir de la defensa o dictamen público de Hermann Cohen ante un jurado de la Alemania nacionalista y de Paul de Legarde, teólogo, filósofo y profesor de lenguas orientales, quien influyó de forma decisiva en las creencias de una Alemania ultra conservadora en busca de su identidad nacional y religiosa. Este juicio se dio a partir de una demanda penal por difamación impuesta por el presidente de la Comuna Judía de Marburgo en relación a un artículo publicado en 1888, donde un maestro de primaria establece que el amor al prójimo de la ley de Moisés sólo era mandamiento para los propios judíos, ya que no sólo no podían ser buenos cristianos, sino que no podían ser buenos alemanes. Cohen no es un judío practicante, pero entiende que, en este caso, la defensa del Talmud es la defensa de lo humano, del prójimo. En este punto de la historia, se empieza a vislumbrar que, como señala Quesada, “el destino de los judíos marcaba, intrínsecamente, el destino de la humanidad”.
         En el siguiente texto, Rubén Sánchez Muñoz trae a la mesa la concepción de ética a partir de la fenomenología de Husserl, la cual tiene un principio básico en el imperativo categórico “Sé hombre verdadero. Conduce tu vida de modo que siempre puedas justificarla en la evidencia. Vive en la razón práctica”. Esto lleva a tomar conciencia y ser responsable de sí mismo, en primer término en puntos aislados y ocasionales, hasta llegar a la conciencia de sí mismo universal. En este proceso se genera un hombre nuevo, lo que lleva a elevarnos al nivel de la verdadera humanidad, lo que para Husserl es una exigencia ética absoluta.
         En el texto “La atadura amorosa del lenguaje”, Adriana Menassé realiza una revisión del concepto de sentido común en Franz Rosenzweig a partir de El libro del sentido común sano y enfermo, donde se nos habla de “especialista” a público en general de asuntos que nos interesan a todos como los apetitos, el amor, la muerte y la justicia. Como nos señala Menassé, para Rosenzweig el lenguaje no quiere ni puede ser esencia, es tan sólo la huella del hombre, y con esto se refiere a que el lenguaje no puede ser el recipiente, sino más bien puente. Como bien indica la autora, hablar supone una vocación de encuentro, y en sus palabras

La relación con el otro, el lazo que nos vincula a un tú, el puente de amor que soporta la significación misma, constituye el centro gravitacional a partir del que se organiza el pensamiento. Antes de la pregunta por el ser, se encuentra la pregunta por el otro.
        
En otro texto más adelante, Jacob Buganza nos presenta un comentario a la ética realista de Pieper, la cual, según Buganza, se contrapone a “las críticas excesivas que llevan al posmodernismo a diluir la ética encerrándola en el ámbito de cada individuo humano, como si no hubiera posibilidad de dar un paso fuera del sujeto para que encuentre asideros en la realidad a partir de la cual pueda normar su actuar moral”. Pieper busca establecer un realismo moral que pretende renovar la exigencia de objetividad ética. Para él, “deber” se fundamenta en el “ser”, lo que deviene en que la ética se fundamente en la realidad. En otras palabras, nuestra conducta moral va más allá de nuestro pensamiento y surge de nuestro entorno.
         En términos generales y en palabras de los coordinadores del libro, “la ética […] aparece en ciertos momentos de coyuntura, en periodos de transición de una época a otra” y quizá la realidad contemporánea nos está pidiendo retomar el tema, evaluar nuestra filosofía moral y nuestras interacciones con el otro, el grado de empatía que podemos desarrollar por nuestro prójimo. Aquí sólo hemos mencionado algunos de los trabajos que podemos encontrar en el libro y de forma bastante generalizada, pero sirve para ilustrar los ejes alrededor de la obra. El diálogo que se mantiene constante en el libro y que por la polifonía de autores se aleja y vuelve al pensamiento netamente filosófico. Retomando una imagen que utiliza Adriana Menassé en su texto, como el vaivén de las olas.
Como podemos observar con estos ejemplos, en sentido estructural se genera un tejido fino que va uniendo al libro alrededor del tema dándole tonalidades muy diferentes, pero, y esto es algo que se agradece en cualquier publicación, manteniendo un balance, una distribución que invita a continuar leyendo y, sobretodo, disfrutando la lectura.
Perspectivas éticas no pretende abarcar una visión absoluta en relación a la ética ni mucho menos marcar una línea de pensamiento específica. Como menciona Ortega y Gasset, citado en un trabajo más adelante del libro, “sería inmoral toda moral que no impere entre sus deberes el deber primario de hallarnos dispuestos constantemente a la reforma, corrección y aumento del ideal ético”. Lo que en este libro se busca es traer el tema a la mesa, generar discusión al respecto, comprender que la visión del otro, del prójimo, mencionada líneas arriba, es comprender la diversidad de voces aún en temas específicos, lo cual aquí se logra con creces. Esta pluralidad también nos sirve como lectores, ya que trabajos como el actual no debe quedar sólo como lectura académica para filósofos y especialistas, sino que libros como éste, en donde los autores toman mano de otras disciplinas humanísticas o fuera del área, incitan el interés en lectores que pueden ser ajenos al tema, por el simple hecho de ser personas y, como menciona Husserl, buscar la verdadera humanidad.


[1] Menassé Temple, A. y R. Sánchez Muñoz, 2018, Perspectivas éticas, Tirant editorial, México.

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