martes, 15 de mayo de 2018

Recordando una utopía en la relectura de Escucha yanqui.





Javier Ortiz Aguilar.


Llego a Jalapa en el año de 1958 con la intención de cursar la preparatoria.
Ingresé al Colegio Preparatorio de esta ciudad capital, dirigido en ese entonces, por el Lic. Librado Basilio. En esta institución, a través de maestros y compañeros de estudio, transforman mi visión del mundo. No obstante, dos acontecimientos externos coadyuvan al cambio de mi conducta y mi proyecto personal. El primero es la represión a los ferrocarrileros de la terminal de Jalapa en 1958. La brutal represión a la última expresión significativa de la clase obrera. Ese acontecimiento lleva a pensar a un sector importante de mi generación, en el agotamiento del sistema creado por la Revolución Mexicana. El segundo, un año después, el 1 de enero, es la entrada triunfante del ejército rebelde, encabezado por los comandantes Fidel Castro y Camilo Cienfuegos a la ciudad de la  Habana. Este acontecimiento, inteligentemente difundido en la prensa mundial, es interpretado, por algunos como un peligro; y para otros, como una evidencia de la posibilidad real de la construcción de lo imposible. Eliminando de golpe la creencia en la imposibilidad de la revolución en Latinoamérica. La atmósfera creada por los dos acontecimientos, provoca la certidumbre de un cambio radical en corto tiempo. Se llega a decir, incluso, que “la revolución estaba a la vuelta de la esquina”.
         La sociedad jalapeña muestra desde la llegada de los exiliados cubanos por el asalto al cuartel Moncada en 1953, una simpatía poco común. Los futuros guerrilleros se reúnen en un restaurante exclusivo para las familias distinguidas de la ciudad. La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Veracruzana, desde sus orígenes, también participa en la solidaridad de los jalapeños. Frecuentemente recibía propaganda y se distribuía en todos sectores de la sociedad, había conferencias sobre los acontecimientos de la isla, en todos los espacios de la vida escolar funcionaba también en difusión y análisis crítico de los sucesos y sus proyectos de realizar la utopía, en otras palabras “Tomar el cielo por asalto”. Fue así como el aula, el café y las reuniones informales adquieren un nuevo significado. Recuerdo que, en el carnaval en esta ciudad capital, a una comparsa, cantando, lanzando consignas, vivas a los héroes de la revolución. La clásica canción cantada en Veracruz que hasta la fecha identifica los desfiles de la fiesta popular en el puerto, dice así:

Mírala que linda viene, mírala que linda va,
la comparsa de la Huaca, que alegra el carnaval

         Los jóvenes hicieron una parodia d esa expresión del carnaval::

Mírala que linda viene, mírala que linda va,
la Revolución Cubana que no da un paso atrás

         Sergio Galindo registra en su novela La comparsa esta  expresión juvenil, que anunciaba ya una nueva percepción del mundo.  Así se construía un mito fundacional que alcanzaba a la juventud veracruzana, y generaba una esperanza no solo en el futuro, sino también la necesidad de transformar las prácticas juveniles. Por eso no fue raro presenciar una manifestación de protesta por la invasión de los cubanos refugiados en Miami, por su oposición a las reformas agraria y urbana implementadas por el nuevo gobierno cubano.
Volver la mirada al llamado Tercer Mundo, y el apoyo a todo movimiento que anunciara la liberación radical de la humanidad. Todo ello que cambió el carácter de mis lecturas y las interpretaciones de la realidad,  y esas preocupaciones brotaron , cuando asistí a la feria del libro en el Parque Lerdo y encontré un libro usado titulado “Escucha Yanqui”, cuyo autor es el científico social norteamericano, Charles Wright Mills (1916-1962)[i]. La primera edición en inglés, fechada en 1960, con la firma editorial de McGraw-Hill Boocks, Inc. de Nueva York. El Fondo de Cultura Económica  presenta la primera edición  en español en marzo; la segunda en marzo, y la tercera en abril. Todas las mencionadas  en el año de 1961. La tercera edición está al cuidado de Alí Chumacero y Augusto Monterroso, con un tiraje de 30 000 ejemplares. Esto demuestra el interés del público lector del continente americano en el triunfo popular en Cuba.
El deseo de volver a leerlo no surge únicamente por la inevitable nostalgia, sino por el interés de estudiar con los ojos del siglo XXI, un proceso que construyó una utopía de formar a un hombre nuevo, libre de prejuicios, de ignorancia y de miseria; una utopía no solo deseable, sino posible. El triunfo de David y Goliat, no sólo se repetía, sino que daba ejemplo y generaba un movimiento, que a pesar de sus derrotas, seguía inspirando el movimiento popular  en buena parte de Asia, África y América Latina. Estos movimientos fueron cayendo, incluso el bloque socialista disuelto y Cuba, prácticamente sola, persiste con una terquedad sublime. No obstante, el ciclo termina con la muerte de los dirigentes de la Revolución, y el desplazamiento de la hegemonía del comandante Raúl Castro. Así el pueblo cubano entra al tiempo de la globalización, pero de otra manera.
Si la historia, a través del pasado, permite descubrir las condiciones de posibilidad de los cambios futuros. Esta es la cuestión: cómo se manifestarán las consecuencias de la revolución cubana en el futuro de la modernización y la integración de las economías marginadas a los polos de desarrollo tecnológico.
“Escucha Yanqui” es producto de un trabajo de una investigación de campo. La entrevista es el recurso principal a los dirigentes, ejercito rebelde y el pueblo cubano. De la información recibida va tejiendo un discurso coherente que permite vislumbrar la percepción del origen y futuro de lo que llamaban “el único territorio libre de América”. Esta percepción la expondremos en unas ideas que valen reflexionarlas en los tiempos de la globalización, la pluralidad democrática y el nihilismo.
Diálogo. Existe la plena conciencia en el germen de la nueva sociedad, que las relaciones de dependencia de Cuba con la metrópoli norteamericana, no están fincadas en la realidad, sino en la descalificación entre los antagonistas. Esta situación se manifiesta en las relaciones diplomáticas entre el capital expansionista y la respuesta de un pueblo agredido.
En tiempos de las reformas agraria y urbana, necesidad de la sociedad cubana, Estados Unidos trata de convencer al mundo de que la Revolución está dirigida por comunistas deseosos de acabar con la tradición de Occidente: la propiedad y la libertad. La respuesta revolucionaria expone Mills: “lo que creas de nosotros es cosa tuya, no nos importa”[ii]. Pero también reconocen, que ellos creen que la invasión norteamericana es inminente. Creen, por ejemplo, que hayas llegado a esta solución; “No será mejor que vayamos a acabar con esos revoltosos:”[iii]
La descalificación divide y conduce a conflictos imprescindibles.  La solución reside en un diálogo real. El diálogo exige el reconocimiento de la dignidad de los participantes y la búsqueda de soluciones y contextos. En este caso, el diálogo no es la relación del amo y del esclavo, porque el mandato, la prepotencia y la humillación, elimina toda posibilidad de diálogo y concertación. Aquí es dable afirmar sólo el dialogo garantiza la paz.
Desarrollo desigual. El diálogo no es un acto de buena voluntad. Por el contrario, necesita condiciones. El requisito fundamental para propiciar el diálogo fructífero, consiste en reconocer el carácter de sujetos  entre los participantes, y por ello respetar la libertad de cada contendiente de exponer sus razones, intereses, intenciones, con el fin de lograr acuerdos, tal vez cediendo en algo o reconociendo las razones de su oponente.
El triunfo de la revolución, es precisamente, la toma de conciencia del pueblo y la dirigencia de ser sujetos, con capacidad de negociar. Para ello exponen con datos que sustentan sus argumentos de recuperar su soberanía enajenada. Desde esta perspectiva, señalan al investigador norteamericano, los hechos que reflejan la prepotencia de los Estados Unidos:
En 1844, Estados Unidos aprovechando la debilidad de España, que prácticamente perdió el control de sus colonias en Latinoamérica, intentan comprar la Isla de Cuba en cien millones de dólares, sin tomar en cuenta la opinión de los cubanos. España rechaza la oferta.
En la Guerra de Secesión, Los estados esclavistas del sur. Con el fin de aumentar su fuerza en el Congreso publican el Manifiesto de Ostende donde sostienen que la Isla de Cuba forma parte de la estructura geográfica de los Estados Unidos y por ello, les pertenece. Y concluyen “(…) si los Estados Unidos no podían comprarla, ‘por la ley humana y la divina, los Estados Unidos tenían derecho a tomarla por la fuerza’”[iv]
En 1895, inspirados en las ideas y las acciones de José Martí, la insurrección entra en la última fase contra el dominio español. Las fuerzas insurgentes estaban a punto de ganar, explota un barco norteamericano en las costas de la Isla, Esta es la justificación que presenta Estados Unidos para declarar la guerra a España. Después de la derrota del reino español, Estados Unidos ocupa la isla, y en 1901 imponen a la cuba liberada de España, la llamada Enmienda Platt, consistente en otorgar el derecho a Estados Unidos de intervenir en este país si peligraban los intereses norteamericanos. Esta enmienda legitima las intervenciones militares en 1906, 1912, 1817 y 1929.
Gracias a las leyes, las intervenciones, la colaboración de los gobiernos, |los monopolios norteamericanos se apoderaron de la industria. “Antes de nuestra revolución –en 1956-- aquellos señores de los Consejos de Directores en el Distrito financiero de Manhattan controlaban más del 90 % de nuestra electricidad y nuestros teléfonos, cerca de la mitad de los llamados ferrocarriles de ‘servicio público’ y un 40% de nuestra producción azucarera.”[v]. Sin dejar de tomar en cuenta el control de las casas de juego y prostitución.
Alternativa popular. La situación explica la violencia popular que se manifiesta en la revolución. No obstante, es necesario que los Estados Unidos comprendan que esta revolución no es comunista, por ello insisten en llamarla la cubanísima revolución cubana.
La idea de ser una revolución con la intención de recuperar la soberanía conculcada no fue escuchada. La respuesta es el apoyo a los enemigos de la revolución en su fracasada invasión a Bahía Cochinos y un bloqueo comercial. Estas medidas obligan al gobierno revolucionario a unirse a la URSS, pero conservando la soberanía que dio sentido al movimiento popular cubano. Una prueba de esta afirmación es la permanencia del régimen producto del movimiento 26 de julio, a pesar de la caída el Muro de Berlín y la disolución del bloque socialista. El cambio de los tiempo es lo que afecta a la revolución: el agotamiento de una revolución que conmovió al mundo, coincide con el envejeciendo de los héroes del asalto al Cuartel Moncada.
La muerte del Comandante en Jefe de la revolución, y el alejamiento del centro del  poder de Raúl Castro, anuncia la inevitabilidad de tránsito a un incierto futuro, pero no se advierte debilidad en el tiempo de la apertura económica y cultura de la época.
La herencia. Es cierto que la utopía de Cuba se disuelve en el aire. No obstante, un acercamiento a un proceso se encuentra que esa revolución deja de ser un proyecto, para convertirse en parte de la realidad histórica, Parafraseando a Marc Bassets, la revolución cubana empieza a ser un objeto histórico distante[vi]. Si esto es así, entonces ya están las condiciones para analizar un acontecimiento, disminuyendo en lo posible intenciones ideológicas, para situarnos en nuestro tiempo, y encontrar la viabilidad en la construcción de un futuro.
Si bien la revolución deja una herencia que resulta falsa como la Posibilidad de “quemar etapas”, o el voluntarismo. Pero no por ello se puede eliminar sin discutirlo las propuestas de un movimiento que subyacen en las nuevas formas de la lucha democrática plural e incluyente. Propuestas que encuentro en el libro Escucha yanqui y están expuestas renglones arriba.:
El proceso de globalización y el nihilismo ponen en evidencia la diversidad de los desarrollos, económicos y tecnológicos en las áreas culturales del planeta. Culturas que por necesidad del sistema global tienen que comunicarse. En este momento es necesario el reconocimiento de los países, las voluntades, la dignidad a pesar de sus diferencias de desarrollo y de cultura, con la finalidad de generar un diálogo que humanice y libere
El dialogo entre iguales exigirá la expresión libre de sus percepciones y el reconocimiento de la verdad para llegar a consensos, y la democracia plural e incluyente construya formas humanas de convivencia
La globalidad no implica homogeneidad, El desarrollo real genera las diferencias, El respeto a ellas será la nueva utopía de los hombres libres, o al menos, de los que pretenden serlo.






[i] Wright Mills, Charles. Escucha yanqui. Tercera edición. México, Bs, Fondo de Cultura Económica, 1961, (Colección popular Tiempo Presente 21)
[ii] Ob. Cit  17.
[iii] Ídem
[iv] Ob. cit.25
[v] Ob. cit.28
[vi] Bassets, Marc. “Mayo no acaba nunca”. En El País. Madrid, Alo XLIII, núm. 14 908, 5 de mayo de 2018 Edición América (Sección Babelia. p. 2

1 comentario:

Anónimo dijo...

Javier: Me gusto mucho tu ensayo. En sintesis puedo decirte que la disyuntiva historica de Cuba (y de nuestros pueblos) es la independencia o la sumusion al imperio. Cuba opto por la primera. Se me hace dificil aceptar que la Revolucion Cubana ya no sea un proyecto, pero creo que tienes razon. Cuba debe fortalecerse con los procesos revolucionarios del mundo: Venezuela, Bolivia y Mexico, por ejemplo. Te felicito por tu aportacion que invita a reflexionar sobre el mundo que vivimos y sobre un proyecto revolucionario profundo y aleccionador como La Revolucion Cubana.
Francisco Guzmán