Por Jufra Gave
Prologo
El guion
teatral El sueño de Etnad está
basado en el parágrafo 125 de la Gaya
ciencia de Federico Nietzsche. En tal parágrafo se aborda
el tema la muerte de Dios, el
asunto no es discutido en un espacio
académico o en algún tribunal de teólogos eclesiásticos,
el autor de la Gaya ciencia presenta el
hecho en un espacio cotidiano en donde
Dios anda de boca en boca, lugar donde
se discuten los grandes temas y se conversan
las noticias cotidianas.
El autor de El sueño de Etnad nombra a aquellos que en el parágrafo 125
solo son llamados “los científicos”. Con este guion el creador busca interpretar a ese hombre que advirtió que todo es una
interpretación, que no hay hechos; en este ejercicio el creador de la obra juega con la idea del sueño dantesco, la muerte nietzscheana
de Dios y el inicio de una serie donde
el sarcasmo hace gala para
plantear la loca aventura de que algún día seres de otro planeta
convivirán con el mundo terrestre. La
conjunción de estos elementos hacen de
esta obra un material que además de
interpretar divulga breves pensamientos que la Filosofía ha generado en distintas
épocas, en espacios diferentes y con
ideologías diversas.
La
noche en que lo soñé
Cuando
ya caía la oscuridad y mi cuerpo
empezaba a manifestar agotamiento
y ansiedad por el descanso, mi mente se
encontraba muy inquieta, tal pareciera
que no estaba dispuesta a cumplir con los reclamos de mi cuerpo. Muchas preguntas se habían acumulado, infinidad de enigmas me habían
atormentado desde siempre, pero en
especial aquel día esas preguntas me inquietaron más. Aquella noche la acompañaban además de mis ideas y mi desguance un conjunto
de libros, una taza de amarga sustancia y una compilación de papeles mal organizados
que reflejaban el ánimo de mi
espíritu por todas las inquietudes; pero de aquella noche no había ningún recuerdo más,
deduzco que mi cuerpo se desvaneció y fue atrapado por el tanatos nocturno, mi
psique aun despierta proyectó en el descanso las imágenes que había guardado desde hace mucho tiempo
pero que ese día se hicieron más agudas-
Narrador: (exclama)¿se
han enterado de lo que ocurrió aquel medio día en la plaza? cuando un conjunto
de hombres haciendo sus quehaceres
diarios, vendiendo, investigando,
escribiendo, conversando, sopesando
ideas, discutiendo resoluciones o simplemente meditando.
Se cuenta
que desde cuadras atrás se escuchaba
la voz de un hombre que para el
momento tenía un aspecto extraño: raros libros
se le notaban en su talega, objetos extraños advirtiendo que su
vestidura además de sucia y un poco vieja parecía de otra época, las mangas
sobrepasaban sus manos, el cuello redondo, un cíngulo rodeaba su cintura, las sandalias las traía
al revés, su cabello entrecano y blanco, aparentemente de edad madura. Olvidaba
decir la voz grave, la que hace de aquel
evento algo verdaderamente memorable, ya que su grito
resonaba y hacia retumbar la
conciencia de los presentes de aquel día
en la plaza.
Cínico:
¡Busco a Dios!
- ¡Muchas leguas he recorrido
buscándolo!
- ¡En el camino me advirtieron
que por estos lugares me darían razones
sobre él!
Narrador:
los reunidos en el centro de la
plaza, en las inmediaciones voltearon a ver a aquel hombre, de repente el bullicio se silenció, los que traían
cargando algo lo detuvieron a la altura de su cintura. Se generó un ambiente de perplejidad, más que
por el aspecto, por el grito que escucharon
de aquel cínico frenético. De
distintos puntos de la plaza un conjunto
de hombres y mujeres se acercaron a unos metros del loco, frenético, cínico en
una especie de media luna. Estos que a aquel se acercaron antes de dirigirle la
palabra dejaron escuchar una estruendosa carcajada y uno a uno se mofaron de él.
Personajes:
1.
¿acaso se ha perdido?
2.
¿Se ha extraviado como un niño?
3.
¿O es que se ha escondido?
4.
¿Nos tiene miedo?
5. ¿Se
ha hecho a la mar en un barco?
6. ¿Ha
emigrado?
Narrador:
todos lo que lo increparon exclamaron
“pobre hombre, busca a Dios, tal parece que no ha visto las noticias, no
consulta los diarios, no sabe de la buena nueva. Tal pareciera que hace un
tiempo saliera de este mundo y hoy que regresa hay que ponerlo al tanto de lo acontecido”.
Acotación
<<aquel hombre irritado, ofendido
se precipitó ante aquellos hombres interrogándolos>>
Cínico:
díganme pronto que ocurrió, no guarden más silencio, me está dando asco su rostro burlón, ¿Qué ocurrió
con Dios? Lo que haya pasado díganmelo pronto.
Acotación <<los hombres y
mujeres que se le apersonaron al cínico
se miraron entre sí, de entre sus ropas sacaron
algunos escritos que venían
guardados en bolsas
de piel como si en ellas vinieran
objetos valiosos, uno de ellos encaró
a aquel hombre tomándolo por los brazos, le mira>>
Giordano
Bruno: ¡Dios ha muerto y nosotros somos los ejecutores, ellos los de allá, los de antes, nosotros en su
conjunto lo hemos matado! Nuestros cuchillos aun gotean sangre
de Dios, las manos de nosotros aún siguen marcadas por este hecho; ¿más cómo lo
hicimos? Uno a uno te lo contará, pero debo decirte que gracias a tal
gesta hoy el hombre ya no conoce arriba
y abajo, ni día ni noche, ni un lado ni al otro, ni bien ni mal. Escucha con
atención como ocurrió esto.
-Yo dije contra aquella idea centrista
que era falsa, que ni Dios ni la tierra eran el centro del universo, que el sol
era una estrella como todas las demás y que en torno a estas estrellas o soles
giraban otros planetas, en donde sería
un desperdicio cósmico que no hubiera vida; pero antes de mi hubo alguien y sé
que en esta ocasión no se retractará.
Galileo:
a mis 68 años fui llevado ante las
instancias de Dios a responder preguntas, solo me acompañaron mis ideas y mi telescopio. Me enfrenté ante
el dogma bíblico y ante el mito de Josué, yo solo quería que se asomaran a los
lentes de mi telescopio y que ellos vieran lo que yo, pero ellos no estaban
dispuestos a dejar de creer en Josué 10:12-14, a pesar que yo les
demostraba que así no se comportaba el
sistema y que todos los debates astronómicos concluirlos con tal cita bíblica era
simplista, no quisieron ver el mundo desde
un cristal, ellos querían que yo
me negara a seguir creyendo que
existía otra posibilidad y ante lo necio de aquellas mentes solo pude en voz baja decir Eppur si moube.
-
Hombre escucha lo siguiente
-Descartes toma tú la palabra
Descartes:
Tuve que irme lejos para dar a conocer
mi discurso del método y mis meditaciones, yo propuse cosas muy simples,
dudar de todo, nunca puse la palabra Dios
porque yo tendría que seguir viviendo para seguir dudando y así generar
conocimiento. Exigí que el hombre estuviera en el centro de la historia y que
la matemática nos permitiera
estudiar el comportamiento de la
materia; habría que olvidar la escolástica
y releer a Aristóteles, ya Dios
no sería el punto de origen de mi plano, el punto de origen sería el sujeto.
Acotación <<de manera repentina Descartes es interrumpido por un hombre
extraño que extendió ante los ojos del
loco un papiro donde solo se encontraban
fórmulas matemáticas y en el
encabezado se leía: “El objeto es la
energía”, nunca se dijo su nombre, después de esto apareció un hombre que dejó a un costado vidrios, lentes,
líquidos, lienzos y se presentó: yo soy Baruch Spinoza>>
Baruch
Spinoza: llámame doblemente marrano, porque fui exiliado de
mi exilio, fui expulsado del lugar donde van los expulsados. A mis 24 años fui
maldecido, pero no escribí en rencor, lo hice por inquietud, por el
hartazgo de la palabra milagro, por la
insatisfacción de las explicaciones repetidas, yo inventé el panteísmo y con
ello asesiné a Dios. Mi Dios está en la
naturaleza, mi Dios no culpa, no condena, no requiere imágenes y superstición,
Dios nos hizo pero no nos juzgará, Dios no es hombre ni es mujer, no es bueno
ni malo, Dios no está en la ética, ni en
la Biblia, la ética es solo una demostración
siguiendo principios geométricos y la Biblia es una historia del hombre que inventó sobre Dios,
pero nunca escrita por él.
Acotación <<entre escondida una mujer diferente al loco y a Spinoza se presenta: Yo soy Juana Inés de la Cruz y te voy a contar como fue el homicidio cometido por mí>>
Sor
Juana Inés de la Cruz: yo no podría soportar la idea varonilizada de Dios, Dios padre,
Dios hijo, creador, dador, ¿Es que acaso Dios era hombre? No me cuadraba en mi
mente, si desde los primeros padres a mi tiempo
se reflexionó en torno a la asexualidad de Dios ¿por qué se seguía
advirtiendo a Dios como hombre? Y desde ahí mi institución fundamentó el poder desde una concepción masculina.
La daga que yo lancé contra Dios fue en los años 90 del 1600, esa carta tuvo un
destinatario: Manuel Fernández de Santa Cruz, para entonces obispo de Puebla.
Mi arma homicida fue acompañada con el
pensamiento de Platón y la afilé con la piedra
del libro IV, V y VII. Con ello
dejé en entredicho del quehacer de la
mujer en la Iglesia, de entre todo lo que retraté, hombre loco, debo decirte que lo fundamental, es que yo no
obedecería al alguien que hiciera
ponderación sexista en su
doctrina y por lo tanto, yo no creería en el varonil Dios de la interpretación
cristiana.
- Debes escuchar a un personaje más.
- Tu, hombre que has venido desde lejos.
Ana
Arendt: yo he vivido
las consecuencias de los necios, de los que reclaman la existencia de
Dios, de aquellos que se aferran a él como el origen ¡Yo lo viví y sufrí sus
consecuencias! ¡Dios ya había muerto, pero los de mi tiempo no estuvieron
dispuestos a creerlo!
- Yo fui judía por nación y por religión
y así viví dos guerras, sobreviví a un holocausto y fui testigo de otro holocausto, de otros hombres y
mujeres que murieron a consecuencia de creer en Dios, o mejor dicho, en una de
las creencias de Dios.
-Mi siglo vivió las consecuencias de negarse a tan solo
pensar que Dios había muerto y que por
lo tanto ya no había fundamento. Cada vez que occidente va a la guerra sus
soldados llevan una biblia y juran ante sus monumentos sagrados que cada guerra
de ellos contra todos los diferentes es
una guerra santa.
Copérnico:
yo no te diré como lo maté, yo solo vengo a ver que harás después de haber
escuchado a esta fracción del número
reducido de hombres y mujeres que han
atentado contra lo sagrado y sus
derivaciones.
Narrador:
aquí el hombre calló y lanzó contra el suelo
su lámpara, salpicando a los
presentes con lumbre incandescente y
carbón al rojo vivo, el hombre se levantó y caminando hacia atrás gritaba:
Cinico:
“llego demasiado pronto, mi tiempo todavía no ha llegado. Este enorme
acontecimiento aún está en camino y deambula-aún no ha penetrado en los oídos
de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de las estrellas
necesitan tiempo, los hechos aun después de que hayan escuchado, para ser
vistos y escuchados>, esta acción les está todavía más lejana que los astros
más lejanos y sin embargo ellos mismos la han llevado a cabo
Acotación <<estas últimas
frases del cínico las expresa el actor
hacia las demás personas que están en la plaza, pero
lo dicho se refiere a los científicos con los que ha dialogado>>
Narrador:
se cuenta que en aquel día el hombre acudió a distintos templos
religiosos,
Acotación:
se repite según a las iglesias que acudan entonando Requiem
aetarnam Deo[descanso eterno para Dios]
Narrador:
también exclamaba
Cínico:
¡Esta Iglesia es tumba de Dios y
huele a putrefacción divina!
Y
así a cada Iglesia o templo donde el hombre llegaba era expulsado y
golpeado, hasta que aquel hombre que lo soñó fue despertado a las 6 de la
mañana por las campanas de la Iglesia del pueblo.
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