miércoles, 8 de febrero de 2012

EN DEFENSA DEL NORMALISMO

Wilfrido Sánchez Márquez Academia Mexicana de la Educación El 14 de julio de 1789, el pueblo francés, cansado de la explotación y el menosprecio de que era objeto y de la miseria y marginación en la que vivía por obra y gracia de sus opresores (aristocracia, nobleza, clero y ejército) en un acto histórico de rebelión popular, asaltó y tomó por la fuerza de “La Bastilla” símbolo del poder imperial. Este hecho, marcó el inicio del derrumbe del régimen feudal, de la monarquía absolutista, del estado-iglesia y el surgimiento de un nuevo régimen social cuyos principios fueron: igualdad, libertad y fraternidad entre los ciudadanos, gobierno republicano, separación entre la iglesia y el estado, garantías individuales, y educación popular, laica, racional, gratuita y obligatoria. “La Revolución Francesa no fue solamente una revolución política; fue una revolución social en el mas amplio sentido del término; afectó la vida religiosa, las instituciones económicas, los idearios de la educación. En su proceso destructivo y violento, fue creando bases políticas de un nuevo concepto de instrucción pública…” (Historia General de la Pedagogía.-Francisco Larroyo.) En Aquel tiempo, Voltaire combatía directamente a la Iglesia y Condorcet decía: “Un pueblo educado por sacerdotes nunca puede ser libre”. Al Pasar la rectoría y el control de la educación de manos del clero a las del Estado, surgió de inmediato la necesidad de formar maestros preparados adecuadamente para cumplir con el mando constitucional establecido por el nuevo régimen social, el nuevo estado de derecho emanado de la Asamblea Legislativa Revolucionaria. Ante la urgencia de disponer de maestros para impartir la nueva educación como servicio público, el pedagogo revolucionario José Lakanal formuló un proyecto de ley sobre educación que lleva su nombre, el que fue aprobado por el Congreso el 17 de marzo de 1794. La iniciativa más importante de esta ley fue la creación jurídica de las escuelas normales. Sobre este particular se dijo a los asambleístas: “Al ser los primeros en decretar las escuelas normales, habéis querido crear con anticipación un gran número de maestros capaces de ser los ejecutores de un plan que tiene por objeto la regeneración del entendimiento humano, en una república de veinticinco millones de hombres a quienes iguala la democracia”. De este modo, surgen las escuelas normales y el cuerpo de principios que las rigen: el normalismo. Ellas no solamente producen profesores o instructores, sino maestros para fines predeterminados por el nuevo régimen social y fomentar la práctica de la democracia. Antecedentes de las escuelas “normales mexicanas. Normales Lancasterianas. “Las primeras escuelas “normales” fueron llamadas lancasterianas; la primera de ellas fue creada en 1822 a inciativa del periódico “El Sol”. La característica principal de su sistema de enseñanza –el mutuo- era la preparación de jóvenes alumnos como profesores (monitores).” “En el estado de Veracruz, por decreto número 23 del 24 de julio de 1826, del gobernador Miguel Barragán, se dispuso “una escuela normal para formar maestros del arte lancasteriano” Es conveniente dejar en claro que las escuelas “normales lancasterianas# nunca tuvieron relación con las escuelas normales originales surgidas de la Revolución Francesa y de la Ley Lakanal de 1794. En 1871, “La Voz de la Instrucción” revista editada por don Antonio P. Castilla, al hablar de las escuelas normales (lancasterianas) expresó: “Seanos permitido hacer algunas observaciones del estado que hoy guardan en la República los pocos y muy malos establecimientos, en lo general, que existen de este género. Sin duda alguna, la palabra normal ha sido y sigue siendo para muchas autoridades un nombre vano y sin sentido ni aplicación porque, considera genuina significación, otras serían las escuelas normales en los Estados que las han iniciado…. Las muy pocas que hemos tenido la oportunidad de conocer con este nombre, son una verdadera burla a esta institución; esencialmente nocivas a los Estados que las mantienen: mucho mejor sería no tener nada…” Cuatro años después, Díaz Covarrubias al hablar de las normales existentes afirmó: “Este total de ocho Escuelas Normales que existen en la República, darían mejores frutos si su organización y su plan de enseñanza correspondiera verdaderamente a su nombre; pero lejos de suceder así, sus condiciones de existencia y sus programas de estudio dejan mucho que desear…” La Revolución de la Reforma y la educación liberal en México. Lo que sucedió en Francia a fines del siglo XVIII se repitió en México 75 años después. No obstante que el pueblo mexicano había conquistado la Independencia Nacional (1810-1821), durante treinta años continuó existiendo en el país independiente, el mismo régimen social prevaleciente durante la dominación española. Con el fin de derrumbar la dictadura oprobiosa del Gral. Antonio López de Santa Anna, el 1°. De marzo de 1854, el pueblo mexicano inició en Ayutla, Gro. un movimiento revolucionario conducido por Don Juan Alvarez, cuyos postulados fueron: Separación de la iglesia y el estado, gobierno federal republicano, libertades ciudadanas y garantías individuales, fin a los privilegios de clases y castas y educación pública, laica, racional, popular, gratuita y obligatoria. La primera escuela normal en México con espíritu normalista. Dos acontecimientos de la mayor importancia constituyeron el preámbulo de la fundación de la primera escuela normal mexicana con las características bien definidas de las normales surgidas de la Revolución Francesa. Un de ellos fue el Congreso Pedagógico de 1873 convocado por el Gobernador del Estado don Francisco Landero y Cos; y el otro, el proyecto de la Ley Orgánica de Instrucción Pública elaborado por dicho Congreso y convertido por la Legislatura del Estado en la Ley Núm. 123 o “Ley Landero y Cos” el 1° de agosto del mismo año. El Art. 100 de este ordenamiento legal, a la letra dice: “Para la formación de buenos profesores de instrucción primaria se establecerá en el Estado una Escuela Normal, cuya organización será objeto de una ley especial”. Trece años después de haber sido expedida la Ley Landero y Cos, el Gobierno del Estado cumplió el compromiso contraído e el Art. 100. “Fue en la Escuela Normal Primaria del Estado de Veracruz. (1886) Allí las ciencias pedagógicas y la práctica escolar, aunadas a los nuevos objetivos y a los ideales liberales, recibieron amplia atención. Nuevos rumbos se abrieron para la educación normal del país; culminaron así, con Laubscher y con Rébsamen, los afanes entusiastas de quienes desde lustros atrás pugnaban por una auténtica reforma educativa en el país.” (Angel J. Hermida Ruiz) El parentesco entre las escuelas normales surgidas de la Revolución Francesa y la Normal Veracruzana de 1886 lo estableció claramente y sin lugar a dudas el Gral. Juan de la Luz Enríquez, Gobernador de la Entidad, cuando propuso, en el año de 1886, a la H. Legislatura del Estado, la fundación de este centro formador de docentes: “Francia, en medio de su grandiosa revolución que produjo el nuevo derecho público, adoptó también el feliz pensamiento de las escuelas normales, y dentro del siglo actual (XIX), los demás países civilizados se apresuraron a erigirlas en su suelo, procurando con empeñoso afán a mejorarlas progresivamente”. La lucha por la escuela normal y el normalismo en el estado de Veracruz. El maestro Octaviano Corro, en su libro “La Enseñanza Normal en Veracruz” nos dejó el siguiente testimonio: “Apenas iniciaba su fecunda tarea la Escuela Normal del Estado, cuando el elemento retardatario inició una ofensiva calumniosa, ofensiva constante para desprestigiar al naciente centro de cultura; de hereje se tildaba al Gobernador; de impío al Director; pero a pesar de todo, la institución seguía su marcha firme en su credo liberal.” El ilustre maestro veracruzano José Luis Melgarejo Vivanco expresó de manera contundente: “Los ataques contra la Normal, contra Enríquez, menudearon;…la verdad histórica es que quien se puso a la cabeza de los ataques contra la Escuela Normal fue el clero, le siguieron los ricos, y en general, la reacción. A todo ello, el Gral. Enríquez dijo: “NO ME DESLIENTAN LOS ATAQUES DE LOS HOMBRES DE ESPÍRITU OPACADO QUE SE CONSIDERA DAÑADOS PO LA ESCUELA NORMAL EN SUS PARTICULARES INTERESES; NI DE AQUELLOS ESPÍRITUS MEZQUINOS QUE VEN LA PROPAGACIÓN DE ENSEÑANZA POPULAR LA PÉRDIDA DEL PREDOMINIO QUE HAN EJERCIDO TANTOS AÑOS, PREVALIDOS DEL OSCURANTISMO DE LAS MASAS.” La lucha emprendida por la reacción conservadora llegó a ser muy enconada. Sobre este incidente, el maestro Manuel C. Tello, en su libro “La Obra Educativa de D. Enrique C. Rébsamen y sus discípulos” relata: “La designación del pedagogo Enrique C. Rébsamen como Director de la Escuela Normal fue objetada desde luego por el H. Ayuntamiento de Jalapa, cuyos miembros expresaron su decisión de renunciar en masa si no era revocado el nombramiento extendido a favor de un extranjero de ideas liberales; y el general Enríquez manifestó su decisión de estar dispuesto a aceptar las renuncias si así era necesario y que antes de modificar su determinación, apoyaría a Rébsamen y confiaría en él para implantar la reforma escolar a que aspiraba el Partido Liberal Mexicano.” Los acontecimientos históricos mencionados, revelan que el normalismo mexicano y el veracruzano, desde sus orígenes, han sido objeto de los más malintencionados y recalcitrantes ataques provenientes de los conservadores del siglo XIX; después, de los contrarrevolucionarios del siglo XX; y ahora a principios del Siglo XXI, del gobierno retardatorio, neoliberal y testaferro del imperialismo internacional, con la complacencia y la complicidad de los dirigentes corruptos y corporativistas del gremio magisterial.

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