sábado, 11 de agosto de 2018

EL CURSO

 Carlos Bernal Romero


                                        Yo  no  soy  analfabeta;  soy  analfabeto
Oído  en  Iztapalapa
 
         Con excepción de Cuba, en todos los países de América Latina, en menor o mayor grado existe analfabetismo, cuando resulta  inexplicable que en el 2017, con todos los adelantos técnicos, siga habiendo gente que no sepa leer ni escribir.
         En pueblos alejados “De la mano de Dios”, donde la mayoría de la gente son campesinos, se podría entender este retraso educativo, porque no hay escuelas cerca de esos lugares y a los padres de familia, les interesa más que sus hijos sean productivos económicamente, a que aprendan sus primeras letras.
         Pero que exista analfabetismo en la Ciudad de México, resulta incomprensible, porque sin importar la posición económica, la mayoría de los capitalinos están conectados con la sociedad.
         Al enterarse que en el Distrito Federal, había, aunque mínimo, analfabetas (Sólo 0.6% de la población total) Rosaura Márquez Espinosa, estudiante del cuarto semestre de Comunicación en la UNAM, decidió poner su “granito de arena”
         Pensaba que si gracias a ella 100 personas de su comunidad aprendían a leer y escribir, ayudaría a que en la capital hubiera menos injusticias debido a la ignorancia de la gente.
         Como quería hacer un curso de regularización en regla y con todos los elementos necesarios, se dirigió a la Delegación Gustavo A. Madero, para que la asesoraran.
         Le dijeron la dinámica de las clases y le prestaron el material indicado y el tipo de personas a la que debería ir enfocados los conocimientos que  impartiría.
         También le dijeron que parte fundamental de la asistencia de la gente, es que lo publicitara por medio de carteles en el centro de su colonia, para que mucha gente supiera del curso.
         Con dos semanas de anticipación en el las pareces del mercado público, puso una serie de cartulinas en las cuales le informaba a la comunidad del inicio del curso.
           En ellas también informaba sobre el lugar, el día y la hora para que no hubiera ningún tipo de dudas para los posibles interesados en tomar el curso de actualización.
         Llegó el sábado 10 de junio y exactamente a las 10 de la mañana y en el patio de su casa, lo tenía todo preparado para enseñar a leer y escribir al mayor número de personas.
         Cuatro horas después no se apareció nadie ante su incredulidad y frustración. El motivo de que no se hubiera presentado nadie, eran los mensajes invitando al mismo curso:
         Rosaura Márquez Espinosa había puesto:
         “Si no sabes leer ni escribir, nosotros te enseñamos”
 
Sala de mi casa
22:00 – 23:00
10/VI/2017

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