sábado, 11 de agosto de 2018

Poesías del ocaso



Manuel Gámez Fernández
Poderes
Existimos aún bajo la norma de los poderes no escritos
Los poderes del alba y del aroma de carne muerta
Los astutos poderes de la melancolía
Metida en tu boca de sabores
Que te hastía.
Nadie se estremece por el poder del sol
Hasta que la sed lo tritura o se le queman los ojos
Entonces se arrepiente y pide perdón y lo llama dios.
Hoy vi que las hormigas rojas devoraban un pájaro
Lo taparon con tierra y lo hicieron parte de su nido
Y se lo comieron poquito a poquito.
Tenemos el poder de dejarnos morir a pausas
Instante tras instante morir en suprema armonía
Suspirar también la vida desapareciendo a pausas
Convertirnos en ególatras
Y amantes de los ritos milenariamente festinados
Ser a cada momento menos materia y más infinito
Y estar atentos a un tiempo personal
Que es nuestro yo ante el espejo del universo.
Solo tenemos el poder de la muerte, no de la vida
Porque la muerte nace con el yo
Y la vida es un manantial divino.

El universo
El universo ya está acostumbrado
Gestiona leyes
Hace marismas
Cuenta las olas
Nos despierta con pajarillos en los sueños
Los frutos siguen naciendo y dejan semilla
Y todo continúa
Con un color
Sabor
Exquisitez
Que no es el mismo.
El universo no tiene el alma del hombre
Solo tiene tiempo y materia
O sea físicamente nada
Porque la materia es energía y el tiempo le da movimiento
Y el alma no tiene materia ni tiempo
Solo se crea y se destruye
Y vuelve a renacer
Como los sueños.
Solo si aspiras a ser indestructible puedes soñar.
Los humanos son pasivos y piden morir
Son necios indubitables
Creen pedir vida cuando están pidiendo el infinito
Que es la muerte
Eso los pierde y los desarraiga del camino
Que no está escrito y es indescifrable
Es único y total.

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