Manuel Gámez Fernández
El
ave
Recuerda
siempre
Que
un ave sin nombre
Sin
rumbo y sin destino
Aletea
en lo profundo del corazón
Y
hace que tiemblen las marismas del ser
Y
te provoca soledad en los ojos.
Las
causas de la arena
La
arena se escurría sobre sí misma
Temblaba
con el beso ligero de los vientos
Se
estremecía
Y
a través de la bruma marina
Soltaba
sus destellos de luz propia
Sus
perlas de luz sonriente
Su
multitud de suspiros y de anhelos.
Quien
toca su tibio cuerpo
Quien
golpea su mejilla en su costado
Quien
se amolda como en un barro suave y vibrante a ella
A
sus deseos
Queda
allí por siempre poseído
Porque
la arena es toda piel seductora
Toda
es su consistencia de sueños
Como
si fuera una mirada de amor detenida en el tiempo.
Los
arrecifes de roca negra encendieron sus faros
De
día y de noche
Y
desde allí gozaron las suaves formas
Que
tomó la arena
Y
el amoroso abrazo de las olas.
Libre,
la arena se desplaza
Sobre
su propia forma suave y redonda
Se
mueve cadenciosa
Como
estirando sus miembros y su espalda quemada
Y
se mete en el agua voluptuosa y alegre
Retoza
con cada ola
Forma
remolinos de lucecitas doradas
Que
en el fondo del mar reposan
Como
estrellas en un cielo azul y verde
Que
es también el origen de los sueños.
Todos
los secretos allí se esconden
Porque
en la arena están todos los lenguajes
Y
el inicio de todos los deseos.
La
arena atardecida se enrojece y entibia
Se
estremece con el vaivén del oleaje
Y
estira voluptuosa sus miembros blancos y sensibles
Se
desvanece en el abrazo taciturno
Que
la rodea en su cintura sin fin
E
inicia su vuelo estelar de cara al cielo
Con
los labios abiertos.
La
arena anochecida
Lloviznada
de estrellas
Cada
noche se vuelve una alfombra de sueños
Se
transforma en un pétalo inmenso
Y
se mete en los templos sin fin de los caracoles
Y
resbala en las nervaduras suaves de las conchas marinas.
La
arena amanecida
Abre
sus pétalos frescos
Mira
la aurora que resplandece
Y
enciende el cielo
Las
nubes espumosas
Los
lienzos azulosos del paisaje
Pintados
en el cenit
De
un nuevo impredecible amanecer
Que
le da su aroma sedoso y fresco
Su
aliento de cascada transparente.
Así
la arena hace y deshace su cuerpo
Cuando
el viento sin cesar lo besa y lo moldea
O
el mar lleno de manos que palpan sus íntimos secretos
La
hacen una ilusión inalcanzable
Un
enigma sin solución
Una
blanda marea sin límites
Un
fulgor de tonalidades en perpetuo cambio
Una
mirada que es toda ternura inaprensible
Y
solo queda en el recuerdo de un ave
Que
es el alma de los niños
Y
de un poeta que canta solitario
Su
poema en la playa.
HAIKUS
Regando el mar con tu
mirada
Se creó la aurora
Musitó la luna: hasta
mañana.
O
Pido una sola palabra
Reflejo de tu voz
Y tu mirada.
O
Los años alimentan sueños
Pasan aves volando
El tiempo no camina.
O
En el fondo del alma un deseo
Los árboles se mecen cantan
Rocío de la mañana en los labios.
O
Más tu caminar me admira
Sobre un filo la vida
continúa
Tu sonrisa maravillosa
suena.
O
Sin más explicación
Mirándote ahora
Desde el corazón.
O
Aurora boreal
Acuarela celeste
Tu recuerdo.
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