Ángel Rafael Martínez Alarcón
Don Justino de la Mora, cercano colaborador del Quinto Obispo de
Xalapa, Rafael Guízar y Valencia; es
autor del libro: Apuntes biográficos del
beato Mons Rafael Guízar y Valencia
quinto obispo de Veracruz. A
cerca de su fallecimiento escribió lo siguiente:
La noticia de la muerte del Siervo de
Dios se espacio con tal rapidez que la Diócesis entera la recibió el mismo día
del luctuoso acontecimiento. Momentos después de que Dios se digno sacar de
esta vida al Obispo Misionero, se comunico la nueva al Ilmo. Sr. Canónigo D.
Pedro Castillo y Landa. El Cabildo Catedral, a causa de la persecución
religiosa, estaba disperso y solo
residía en la Sede Episcopal su Arcediano, quien inmediatamente acudió al
telégrafo y al teléfono para comunicar la noticia y convocar al Clero que
pudiera hacerlo, a los funerales que se preparaban en Jalapa. El Sr. Castillo y
Landa dicto muy acertadas disposiciones. Ordeno al Canónigo Carlos Martínez
Guerra, residente en la capital, que previa la licencia de la autoridad civil
para el traslado del cadáver, cuidara que fuera debidamente embalsamado y
proporcionara dinero que se necesitara para todos los gastos. La prensa de la capital
y de los estados se encargo de publicar el triste acontecimiento y de tributar
al ilustre desaparecido muy cumplidos y muy merecidos elogios. Por cable se
comunico a la Santa Sede la muerte del quinto obispo de Veracruz. El Siervo de
Dios, llevado de su profundo amor a la pobreza y su sincera humildad, antes de
morir había dictado determinadas disposiciones referentes a su entierro. No
quería ningún gasto superfluo y para evitarlo, había comprado determinado
número de tablas de pino para que se clavaran y con ellas se formara su ataúd…No
se acataron esos encargos emanados de su profunda humildad y de su amor a la
pobreza que toda la vida lo caracterizo. La gratitud y el amor entrañable que
sacerdotes y fieles profesaban a su difunto Obispo, hubieran visto con muy
malos ojos que se acataran tales encomiendas. La tarde del día 6 de junio, el
Sr. Martínez Guerra hizo trasladar el cadáver a la Agencia Gayoso para que se
le practicara el embalsamamiento; después de eso, se vistió con ornamentos
pontificales y colocado en severo; pero lujoso ataúd de acero, fue conducido al
número 83 de la calle de Ámstdam, de la ciudad de México. Era esta residencia
la casa de don Prudencio Guizar, hermano del Siervo de Dios. En esta casa se
velaron los restos mortales del Quinto Obispo de Veracruz, que habían recibido
las primeras demostraciones de dolor y veneración de muchos de sus hijos en la
paupérrima casa de Atzcapotzalco, donde murió, quedando en esa humilde casa el
cadáver tendido en una tarima de pavimento, pues no fue posible al Sr. Obispo
de Chihuahua y al P. Ignacio Andrade, únicas personas que presenciaron la
dichosa muerte, dado el peso del cadáver del ilustre difunto, colocarlo en su
lecho de manera más digna.
El quinto obispo de
Veracruz, Rafael Guizar y Valencia, falleció en la ciudad de México,
D. F.; el lunes 6 de junio de 1938; hace justamente 80 años. Era el 16° año del
pontificado del Sumo Pontífice Pio XX;
en terreno político fueron los últimos meses de la administración presidencial
del General Lázaro Cárdenas del Río
y como gobernador de Veracruz, el licenciado Miguel Alemán Valdez. Las relaciones entre el estado y la Iglesia
Católica Apostólica Romana, tanto a nivel federal y estatal, todo marchaba con
normalidad, luego de los penosos años de conflicto. Habían pasado 18 años del
inicio del obispado en Xalapa del michoacano Rafael Guizar y Valencia. En
el pasado mes de abril de 1938; había cumplido 60 años de vida; enfermó y
seguramente cansado de tantas fatigas de su trabajo pastoral en los últimos 37
años de su ordenación sacerdotal en 1901.
En
diciembre de 1937, había sufrido un infarto al corazón, que ya lo dejo
levantarse de la cama, como tampoco regresar a su sede episcopal en la ciudad
de Xalapa de la Inmaculada. El quinto
obispo de Veracruz don Rafael Guizar y
Valencia, a pesar de su obesidad y varias enfermedades, nunca fueron
motivos para impedirle recorrer su extenso obispo que cubría la mayor parte del
territorio del estado de Veracruz, desde sus primeros minutos como obispo de
Veracruz, el tres de enero de 1920, estuvo ahí presto para prestar auxilios a
los damnificados del terremoto de ese día.
La
noticia de la muerte del Obispo Rafael
Guizar y Valencia, fue comunicada vía
telegráfica y telefónica a la ciudad de Xalapa; la noticia corrió por
toda la ciudad del fallecimiento, así mismo en la ciudad de México, se
realizaron los tramites civiles correspondientes a la defunción como del
traslada del cuerpo, a su sede episcopal en la ciudad de Xalapa, también
capital del Estado de Veracruz desde 1824.
En
Olor a Santidad, Félix Báez –Jorge, 2006,
bajo el sello editorial de la Universidad Veracruzana. A firma que la
feligresía xalapeña se congregó en el pueblo de Banderilla, para recibir el
cortejo fúnebre que transportaba el cuerpo del santo obispo fallecido en la
ciudad de México. El cortejo tarde más de dos horas, a tan sólo cinco
kilómetros de distancia a la Catedral de Xalapa; el cuerpo fue acompañado por
el obispo de Chihuahua, Antonio Guizar y Valencia.
El
velorio se realizó al interior de la Iglesia de la Inmaculada Concepción,
Xalapa, acompañado por el cabildo de la catedral, sacerdotes, religiosas,
seminaristas, feligresía, como familiares.
El obispo de Veracruz, no poseía
ni siquiera un lote para descansar su cuerpo, fueron los hermanos
sacerdotes Meza y Meza, quienes
donaron su lote en el Panteón Municipal de Xalapa, fundado en 1831. Por espacio
de 12 años permaneció el cuerpo del santo obispo. Hasta su exhumación en mayo
de 1950, para ser trasladado a la catedral de Xalapa, En el siglo XX, sólo se
recuerdan dos gran cortejos fúnebres, en 1938, con Guizar y Valencia, y en abril de 1988, con la muerte del
comerciante Antonio Chedraui Karam.
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