Víctor
Manuel Vásquez Gándara
Compulsivamente
dirijo pasos hacia estanquillo de libros usados. Adquiero el jugo en el puesto
ubicado al costado del flamante edificio de la Comisión Federal de Electricidad
–millonaria inversión incomprensible, ofensiva- frente al parque. Miro
trabajosamente libros exhibidos. Cansados ojos tropiezan en una segunda vuelta con Espejeos. Xóchitl
Salinas Martínez la autora. Inmediatamente viene a mi mente la escritora
conocida. Diez pesos, oferta ineludible. Por supuesto, cualquier cantidad hubiese
pagado y leerle, de tener el recurso. Viajo en transporte público hacia
alrededores de Coatepec, evidentemente leyendo sinopsis en contraportada y
primer texto. Como todo buen texto indica propósito y aspiraciones de la autora
dando sentido. Ansiedad me lleva a leer primeras líneas cautivándome nuevamente
Xóchitl ahora con esta obra. La visión de escritor se ve motivada a crear.
Aplazo La muerte en Venecia de Thomas Mann adentrándome en la obra de escritora
conocida el 4 de agosto de 2017 quien condujo presentación de Lágrima roja de
Xanarh Caraza en Biblioteca Aurora Ruiz Vásquez.
La
creación literaria de Xóchitl debe leerse pausadamente, detenerse en cada
párrafo y disfrutar cada aforismo, cuestionamiento. Comparte por ejemplo:
"Soñé
con Sergio Pitol. Creo que estábamos unos 10 años atrás. Paseábamos por el
parque Juárez a Lola y Homero. Él se detenía para comprar un cigarro suelto, me
miraba y me decía: Todavía sigo extrañando a Sacho."
Últimamente
he leído a Pitol en su arte de la fuga, precisamente aplazado también por leer
a Thomas Mann en La muerte en Venecia, Una partida de Ajedrez del austriaco
Stefan Sweig y a su vez todo esto incluyendo Espejeos, dejando en el buró de mi
aposento cuentos completos de Fiodor Dostoievski. El asunto es: Me veo atrapado
por Xóchitl, paradójicamente a leerse len-ta-men-te.
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