lunes, 6 de abril de 2020

El árbol de tamarindo

TEPETOTOTL

Por Fernando Hernández Flores

El cuarto es muy reducido y ni siquiera cuenta con una ventana con vista hacia el jardín. El patio se encuentra cubierto de una alfombra verde natural con cuatro árboles de mango manila y otros dos, de mango petacón. Mientras las flores de bugambilias de color morado, rojo y rosa, proyectan su colorido en sintonía con la cálida luz del sol. Por una esquina está un árbol de tamarindo, que cada vez que hay buena producción del mismo; ya sea que se le sacuda o se suba uno para cortarle y después; dentro del hogar, se prepara una jarra con agua, azúcar mascabado y un poco de pulpa de este fruto; para que al final, lo saboree la familia y las visitas que vayan a llegar a la hora de la comida.

La casa esta construida de bambú y de madera de cedro. Desde una determinada distancia llega el agradable aroma del cedro. Es una cabaña con seis cuartos: la cocina, el cuarto de las visitas, el de los pequeños, la sala, el baño y el cuarto de los padres que es el mas reducido, donde solo cabe una recamara, un pequeño ropero con un espejo y una televisión que está sobre un buró de madera de caoba.

La dueña de la casa, salio desde hace varias horas y no ha regresado. Su esposo llega del trabajo, la va buscando cuarto por cuarto, le marca varias veces a su celular y de ninguna manera la ha podido localizar. Por lo que, esta muy preocupado. En media hora hay que ir por los niños a la escuela. Camina desesperadamente en el interior de su hogar y decide ir al cuarto de ellos dos. Busca algo pero no sabe que. Inmediatamente gira su mirada en donde se localiza la almohada de su esposa. Mueve la almohada y encuentra unas hojas dobladas simétricamente. En cada hoja puede ver que ella ha escrito durante esta semana con dos bolígrafos: de color azul y rojo.

Se sienta por una esquina de la cama y comienza a leer unas hojas. En cada párrafo ella expresa que se encuentra sola, pero siente que alguien más está ahí, en su casa. Va narrando que escucha ruidos y voces que surgen desde el cuarto donde duermen ellos dos y también por el jardín. En cierta ocasión, se prendió el foco de luz de su cuarto, mientras la veladora que esta en una esquina de la sala, junto a los santos se apagó al mismo tiempo. En otro momento, sucedió que la puerta se abrió y cerró muy fuerte; por lo cual sintió miedo, ya que no corría nada de viento y al parecer, una persona entró a su cuarto. Posteriormente, ella escuchó que una mujer pronunciaba su nombre. El señor reaccionó, sintiendo escalofrío y de pronto, escuchó una voz por el jardín. El no podía asomarse desde su cuarto porque precisamente no tiene ventana. Dejó las hojas sobre la cama y corrió, saliendo de su casa, tratando de escuchar la voz y se acercó por ese espacio del jardín donde calculó que se hallaba la persona que había escuchado, hace unos segundos. No ve a nadie. Todo se nota muy  tranquilo y en eso recuerda que tiene que ir por sus dos hijos. Se sube al automóvil, enciende el motor y va rumbo a la escuela primaria “Mártires de un Octubre Gris”.

No puede demostrarles a sus hijos la preocupación que tiene por su esposa. Los espera unos minutos. El prefecto abre la puerta para que salga la niña que va en cuarto grado y el niño que apenas va en primer grado. El niño trae una cartulina entre sus manos y emocionado le muestra a su papá, el dibujo que hoy hizo. El señor lo ve, descubre que el niño pinto a cinco personas: tres mujeres y dos hombres. Pero, ¿quien es esa mujer que el niño pintó y que está afuera del jardín, justamente donde se ubica el árbol de tamarindo?

Los niños se suben por la puerta trasera del coche. El pequeño le comenta a su hermana, que a su amiga le va dar gusto ver el dibujo que realizó. El señor no cuestiona a su hijo. Al llegar a su hogar, su esposa abre la puerta y los recibe con los brazos abiertos, teniendo lista la comida para los cuatro integrantes de la familia. Les dice que se laven bien las manos y que en un momento van a comer.

- El señor le pregunta a su esposa: ¿Cómo te fue hoy?

- Ella le responde: Salí a comprar unas cosas. Después fui al cuarto y me puse a escribir una carta para la mujer que sembró el árbol de tamarindo. Sabes, a ella le agradezco por haber sembrado y cuidado ese arbolito antes que nosotros llegáramos a vivir aquí. Sin embargo, nosotros tomamos agua de tamarindo  y luego partimos las vainas para probar sus deliciosos frutos.

El señor no le pregunta mas y va hacia ella para abrazarla con tanto amor y ternura. Paxkatkatsini (Gracias).

venandiz@hotmail.com
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