viernes, 1 de noviembre de 2019

La educación en el siglo XX




Gilberto Nieto Aguilar

“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” Nelson Mandela

La situación difícil que se vivía en el país empeoró durante la Revolución Mexicana, una época de caos, cuartelazos y sin sentidos que colocó a la población civil en la angustia por alcanzar la tranquilidad, el sosiego, la estabilidad, de entre las ruinas legales, políticas y sociales en que había caído la nación. Dice Luis González, en El liberalismo triunfante, que de 1867 a 1910 se derramó mucho menos sangre que en el periodo anterior que va de 1810 a 1866, y el posterior, de 1911 a 1930.

En 1921 se modifica el Artículo tercero de la nueva Constitución de 1917, y se funda la Secretaría de Educación Pública. En 1925 se crean las escuelas secundarias generales. Con la Constitución de 1917 inicia un nuevo capítulo de instituciones que no se consolidaría hasta el arribo de Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la república. En 1934 se estableció por primera vez en el texto constitucional una política de estado al darle un carácter socialista a la educación y obligar a las escuelas particulares a seguir los programas oficiales.

En el mundo había una gran polémica por el socialismo, en pro y en contra. México recibía estas inquietudes de diferentes fuentes, lo que produjo gran confusión y una reforma utópica en nuestro régimen educativo (J. Sotelo Inclán, 1982). Al existir la ausencia de una doctrina educativa de la Revolución, “la educación socialista” fue el estribillo (Villalpando Nava, 2009).

Después de 1940 se trató de administrar la gran creación política de Cárdenas, pues parecía que ya no había mucho nuevo por hacer. Se conformó el corporativismo, el poder estaba en manos del presidente, un partido político oficial fuerte, la oposición controlada. Mediar diferencias entre los líderes, administrar el crecimiento económico propiciado por la posguerra, es lo que define al México de 1940 a 1970 (Schettino, 2016). Nutrieron el pensamiento pedagógico Lauro Aguirre, Antonio Caso, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Rafael Ramírez, Torres Bodet y varios más.

Después de la aparente tranquilidad social y económica en un sistema institucionalmente autoritario, ocurren las violentas escenas de 1968 y 1971. La aceptación de una práctica relativamente anodina o inoperante, inevitablemente conducirá a la legitimación de prácticas sumamente indeseables. La UNAM y el Politécnico eran un semillero de inquietudes marxistas y leninistas que, al entrar los

egresados profesionistas en el mercado laboral, olvidaban las ideologías de la juventud y se incorporaban a la vida institucional o al trabajo profesional libre. Pocos seguían cultivando sus apegos ideológicos juveniles.

El Plan Nacional de Once Años (1960-1970), bajo la dirección de Torres Bodet, pretendió unificar la educación elemental. En el siglo pasado, México había dejado pasar el ferrocarril de la Revolución Industrial con todas las funestas consecuencias de atraso que trajo consigo. Las luchas internas de más de cien años lo dejaron agotado, y el General Cárdenas logró establecer un clima de estabilidad política y social que acompañó al “milagro mexicano”.

El Plan de Once Años intentó enfrentar los problemas de la explosión demográfica, las diferencias socioeconómicas y llevar la educación primaria a las regiones más apartadas. López Mateos envió la iniciativa de ley para constituirlo. Además, creó la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito, un paso fenomenal para abatir el analfabetismo que sufría más del 50 por ciento de la población adulta.

Después de este plan de largo aliento, entre 1970 y 1993 fueron y vinieron varios intentos vanos de reforma educativa. Los beneficios de la supuesta Revolución no llegaban a las mayorías. El esquema del “desarrollo estabilizador” perdió su encanto y se disolvió en inflación y mayor desigualdad en el ingreso. El Estado Benefactor cedió el paso a las políticas neoliberales. La diferencia entre el gasto público y la recaudación creció notoriamente, igual que la deuda pública externa. La inflación se volvió una pesadilla. Muchas regiones vivían en la pobreza y la miseria. No había oportunidades de progreso, y se percibía un abandono de la política económica, social y educativa. Los gobernantes lucraban y amasaban grandes fortunas junto con sus allegados.

Con asesoría de la UNESCO, Carlos Salinas de Gortari impulsa la Modernización Educativa y publica el documento “Hacia un nuevo modelo pedagógico”, con la pretensión de evitar el sexenalismo y los cambios educativos sin evaluación de resultados. En 1992-1993 se firma el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación, se reforma el Artículo 3º Constitucional, se crea la Ley General de educación e inicia la descentralización educativa. La primaria y la secundaria son incorporadas a la educación básica obligatoria y más adelante se incorporará a los Jardines de Niños.

Desde 1990, con la Declaración Mundial sobre Educación para Todos y su marco de acción, la UNESCO ha sido un fuerte referente internacional para lograr la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje. Nuevas metodologías invaden el mundo escolar y se inicia una campaña –a todas luces infructuosa– para

cambiar los paradigmas tradicionales y expositivos. En mayo de 1994 se formalizó el ingreso de México a la OCDE y desde 2000 se ha dado seguimiento al programa de evaluación internacional PISA en seis evaluaciones, con malos resultados.

En esta década de los noventa, la Unesco encargó material de divulgación sobre ideas de vanguardia educativa para apoyar el despegue que se pretendía a nivel mundial. Integró una Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI presidida por Jacques Delors que se convirtió en el libro “La educación encierra un tesoro” (los 4 pilares). Solicitó a Edgar Morin la expresión de sus ideas y publicó “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” y más tarde, en 2002, junto a Ciurana y Motta, “Educar en la era planetaria”.

gilnieto2012@gmail.co

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