miércoles, 6 de noviembre de 2019

Bendito claxon



Victor Manuel Vásquez Gándara
Hace algunos ayeres, en textos literarios se hacía explícito: "Cualquier similitud con la realidad, es mera coincidencia". Hoy colaborador de Tlanestli, Carlos Bernal Romero al enviar múltiples textos durante el mes de las cuales elegimos una (por limitaciones de nuestro espacio), específica entre paréntesis "Cuento". Expresaba una dama,. "Si debo decir que soy mujer, desde ahi estoy jodida". Así es el mundo, ambivalente. Este relato es un cuento, retomando criterio de Carlos, sin dejar de estar de acuerdo con la Señora a quien admiro en extremo.
Soñaste ser envenenado con sustancia que de inmediato ayudó a destapar tus arterias repletas de grasa producidas por alimentos de nuestra postmodernidad. La sustancia había sido diluida en el garrafón de agua purificada, y otra diferente también de efectos nocivos, en el café molido, a sabiendas de tu cafetomanía, aprovechando tus ausencias irrumpían en tu casa y oficina. Las venas saltonas de tus manos que alguna ocasión sorprendieron a enfermera del instituto Mexicano del Seguro Social, y expresara: "Están buenas para picarlas", ahora lucían secas. En el sueño mirabas frente al Templo construido en el siglo XIX, al salir de él poco más de media docena de integrantes de la cúpula. Se encontraban sorprendidos al verte vivo. Más tarde a un costado de tu domicilio, otro grupo similar, también se admiraba mirarte caminar, es más tú mismo no dabas crédito... El sonido de un kilo claxon, en otras ocasiones incomodo, ahora te despertaban por fortuna, de la pesadilla.
Epílogo
Laboratorista confirmaba el hecho

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