José Vitelio García
En el análisis de la
educación relacionada con el cambio social, encontramos la importancia que en
ella tienen los valores políticos
considerados como valores referentes al poder.
La escuela, de hecho,
propicia una formación que determina en el ciudadano su posición ante los
poderes estatales. Puede fomentar la sumisión, la aceptación, el
conformismo o puede estimular actitudes
de participación, de revisión, de crítica, de inconformismo. “ Puede preparar
para ejercer el poder o para padecerlo”.
Obviamente, una
escuela orientada hacia la formación de ciudadanos para una sociedad
auténticamente humana, deberá formar para juzgar el poder y ejercerlo en su
caso, con justicia, con criterios determinados por valores como la libertad, la
paz, la concordia y la solidaridad.
Por ello, es
conveniente considerar que la formación en valores es un proceso normativo que
articula dos supuestos contradictorios: la subordinación y la elección voluntaria.
Sabido es que cada
norma tiene un contenido específico determinado por la esfera del
comportamiento que regula. En este contenido resaltan las referencias
axiológicas que orientan y explican las conductas resultantes.
Así, la norma como
obligación externa se convierte en vehículo de valores a través de su función y
no por el carácter obligatorio de su observancia. Siempre existe la posibilidad
de que en el ejercicio de la norma como obligación externa, el valor,
finalmente se interiorice y se convierta en motivación personal.
La práctica reiterada
configura un comportamiento individual específico que propicia por su
reiteración hacer propio el valor que implica, de manera consciente, no
aleatoria. Este proceso de elección se manifiesta por determinadas preferencias
en donde cada individuo recupera y sintetiza las tendencias de la dinámica
social y las referencias de una historia familiar e individual.
Conviene tener
presente la premisa de que los valores vigentes expresan necesidades que van de
acuerdo con las condiciones de existencia en que cada grupo social produce y
distribuye su acervo cultural, social y económico.
En este campo,
cualquier alumno en todo plantel escolar, transita desde la dependencia hasta
la autonomía. El hacer por obligación deviene en hacer por convencimiento, del
cumplimiento de la norma pasa a la elección y vivencia de valores.
Casi siempre en un
contexto normativo el alumno se forma en valores dentro de ámbito escolar al
confrontar la referencia familiar y social más próxima a él, con los valores
que la escuela propicia vivencialmente.
La escuela así,
deviene en un espacio social donde el individuo reformula su propia
jerarquización de valores. Al cambiarla, cuestiona, agrega y fortalece.
Aquí una última reflexión:
¿ estarán conscientes
nuestros profesores de educación básica, de la gran
responsabilidad que tienen
al desempeñarse como
tales?
Don Manuel C. Tello, decía en su cátedra de Pedagogía Fundamental,
que los errores del maestro no son como los de otros profesionistas, que se olvidan o se disculpan, sino que por el
contrario, con el tiempo se acrecientan, adquieren resonancia y se
multiplican entre las diversas generaciones de la sociedad.
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