lunes, 16 de abril de 2012

El cáncer, fantasma que estremece al mundo

Por: Benito Carmona Grajales

Preámbulo. Tan sólo al oír la palabra cáncer se estremece el pensamiento, como si no hubiera otros enemigos más peligrosos que acechan al ser humano, como el alcoholismo, la depresión, la desesperanza, la abulia y la desilusión que, entre otros peligros, matan la actitud de lucha y laceran el alma. Decía Job que “la vida del hombre es un combate”; pero, cuántos hay que ya están derrotados mucho antes de iniciar la batalla, y más, cuando se tienen prejuicios frente a los peligros.
         Decir que el cáncer es incurable, es una verdad parecida a aquella que decían los científicos de siglos pretéritos de que la tierra era plana en el centro del universo.
         El doctor David Servan, en su libro “Anticáncer” Dice: “Hay un cáncer latente en cada uno de nosotros. Al igual que todo organismo vivo, nuestro cuerpo genera células defectuosas constantemente. Así nacen los tumores”. Según  este autor, el cáncer está en todos nosotros; pero también, todos tenemos un cuerpo equipado para hacerle frente a la amenaza de la enfermedad. Si la vida del hombre es un combate, como decía Job, la biología de cada cuerpo también lo es. ¿Por qué estando ahí el cáncer, latente y real, sólo se desarrolla en un mínimo número de personas? simplemente porque el estilo de vida es diferente en cada individuo.
         El cuerpo se encuentra en constante lucha para librarse del ataque de intrusos que amenazan la salud. Ahí está el enfrentamiento clásico entre el bien y el mal, la oscuridad y la luz; sin embargo, quien quiera que sólo exista una condición, la más favorable, es un necio: lo mismo que se da el día y la noche; así, lo bueno y lo malo siempre estarán en aparente contraste. La verdadera luz no es la que niega a la noche, sino la que hace con ésta una constante armonía. Tanto matan los excesos como las carencias. No podríamos vivir sin la energía de las grasas y los azúcares, como tampoco con sus excesos. 
         El cuerpo, en esencia, es perfecto; pero, si por descuido, sufre de carencias, debemos ayudarlo con ejercicio, con sol y alimentos y, si es necesario, con suplementos alimenticios o medicamentos que busquen restablecer el equilibrio cuando éste pudiera alterarse.  
         El cáncer, como todos los males, es prevenible y curable; no hay que cerrar los ojos a esas posibilidades. Entre el médico, el curandero y el   naturópata debe haber una línea de respeto. En algún momento cada quién esgrimirá verdades útiles que surtirán mejores resultados si no se cierran a prejuicios; pues así como no hay verdades absolutas, también hay principios universales que van más allá de los credos y de la misma ciencia.

b.- Definición.  Al cáncer se le describe como un tumor o proliferación de células malignas. La calidad de maligno la da la probabilidad de metástasis; esto es, que adquiere un carácter invasivo hacia otros órganos o tejidos. Esta enfermedad no respeta ni sexo ni edades, pero es más frecuente en los adultos.

c.- Causas.  Las causas más comunes son el tabaquismo, el alcoholismo y los contaminantes. En la actualidad es muy difícil encontrar un ambiente sano. Los alimentos que consumimos contienen pesticidas, fungicidas y partículas pesadas que van en el agua, en los fertilizantes o que están en el aire, como el polvo de asbesto y el humo. Afortunadamente, comienza a estar de moda la agricultura orgánica.
         Las investigaciones de los últimos años han comprobado que entre estas causas están: el consumo de azúcar refinada, aceites vegetales fritos, grasas hidrogenadas y los excesos de carbohidratos; además, la exposición constante a las radiaciones de algunos aparatos como computadoras, televisores y la cercanía de antenas de telecomunicaciones, por lo que se recomienda el uso moderado de aparatos y, por otra parte, la ingestión de alimentos sanos.

d.- Síntomas y signos. Los signos y síntomas se presentan de acuerdo a los órganos afectados por la enfermedad. Se le llama síntoma, al conjunto de manifestaciones internas de una enfermedad; mientras que los signos son las manifestaciones externas.
         El cáncer de cuello uterino tiene pocos síntomas al principio; pero, a medida que avanza la enfermedad, hay una secreción vaginal anormal. Cuando se trata de cáncer de piel se distinguen protuberancias pequeñas, endurecimiento, una especie de escamas y costras. En el cáncer de testículos también aparecen protuberancias en el escroto y un aumento de tamaño. En el caso del útero puede haber una hemorragia fuera de lo normal, secreción acuosa y mucosidad.
         El cáncer de laringe comienza con una ronquera persistente, garganta irritada, dolor y dificultad para tragar; hay una sensación de obstrucción y sensibilidad en las glándulas del cuello por agrandamiento; mientras que el cáncer de pulmón se manifiesta con una tos permanente y con esputo salpicado de sangre, respiración asmática, dolor en el pecho, cansancio anormal y pérdida inexplicable de peso.
         Cuando este mal afecta el pecho comienza con abultamientos, nódulos en la axila y cambios en la apariencia normal, además de arrugas en la región del pezón y cierta incomodidad. Si el mal está en el páncreas, hay dolor abdominal que llega a la espalda y que se reduce al agacharse hacia delante. También se pierde peso, hay retención de líquidos, ictericia y dolor abdominal.
         Cuando el esófago presenta este mal hay dificultades para pasar los alimentos, se pierde peso y aumenta la debilidad, hay hinchazón en las glándulas linfáticas del cuello y se presenta cansancio aún con un mínimo esfuerzo.
         El cáncer de próstata no presenta síntomas en las  primeras etapas; posteriormente se presentan dificultades para orinar; cuando aparece metástasis hay dolor en los huesos. También se presenta sangre y glóbulos blancos en la orina., dolor al orinar, eyaculación dolorosa y pérdida de apetito y de peso.
         Las señales y síntomas aquí expuestos son sólo avisos, porque el verdadero diagnóstico lo da el médico especialista con ayuda de pruebas de laboratorio. Es recomendable que cuando el paciente experimente una mínima señal de alarma, acuda inmediatamente al médico para ordenar estudios de laboratorio. Debemos conocer nuestro cuerpo para darnos cuenta de cuando algo anda mal. Cualquiera señal de las aquí expuestas nos pondrán al tanto de que algo puede ocurrir si no nos atendemos. No hay que esperar que el daño sea irreversible para atendernos. Claro, tampoco debemos dejar que cunda el pánico. Todo mal tiene remedio; pero hagamos algo.
         También recomendamos no dejar todo al médico. La medicación puede ser  sólo la tercera parte de la curación. La recuperación se obtiene si adoptamos una postura holística; esto es, que debemos recurrir a un nuevo estilo de vida de ejercicio,  de alimentación y el suministro de suplementos alimenticios y otras terapias alternativas como la meditación, los masajes, ejercicios de respiración, entre otras, pero  que sean guiadas por profesionales con reconocimiento, para no caer en manos de charlatanes.
         Dada la delicadeza de la enfermedad, se recomienda que si se recurre a otras terapias, más allá de la alopatía, o medicina oficial, se mantenga bien informado al médico; pero, también es importante que sepamos hasta donde se puede confiar de la profesionalización de nuestro médico, porque puede ocurrir que no esté al tanto de los últimos descubrimientos de los que ya se hablan en estos artículos. Cabe aclarar que lo que aquí exponemos es fruto de una profunda investigación. Los médicos e investigadores aquí consultados han dedicado su vida a encontrar las causas, desarrollo y la forma de detener o eliminar los padecimientos que cubren de dolor y llanto al mundo. Algunos de estos conocimientos aún no llegan a las aulas de las universidades.

e.- Enfoque de la ciencia. Un organismo con cáncer representa un campo de batalla; por un lado,  las células cancerosas que están fuera de la ley; por el otro, los defensores que hacen perder virulencia a esas células. Para poder dar la batalla se requiere una triple estrategia: I.- El sistema inmunológico se moviliza para la defensa. II.- El organismo rechaza la inflamación, que es la condición que la enfermedad requiere para la invasión. III.- Los vasos sanguíneos se niegan a la reproducción para evitar el crecimiento y el suministro de sangre.
         En esta labor, las células NK trabajan como agentes especializados del sistema inmunológico que recorren el organismo en busca de enemigos como bacterias, virus o nuevas células cancerosas; al encontrarlas, las rodean, se adhieren a sus membranas, apuntan sus baterías con vesículas venenosas que, al contacto con el enemigo, la perforina y las granzimas penetran  las membranas y provocan el suicidio (apoptosis) de la célula cancerosa. Los restos son devorados por los macrófagos. De esta manera, las células NK tienen la capacidad de exterminar las células del cáncer de mama, de próstata, de pulmón y de colon, entre otros.
         Con experimentos se ha comprobado que el fortalecimiento de estas células contrarresta el crecimiento de tumores y el avance de la metástasis; pero, para que esto ocurra hay que alimentar al sistema, combatir el estrés y adoptar una actitud cultural que modifique nuestra forma de vivir para estar más cerca de la naturaleza; por ejemplo, alejar de la cocina los artificios del sabor que nos dan las frituras, los edulcorantes y los excesos de sales, azúcares, grasas y carbohidratos refinados. Hasta la forma de pensar debe ser diferente: No debemos enojarnos con cualquier pretexto, pensando que las cosas no se dan como lo exigimos.
         El doctor Albert Baldwin, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, descubrió que el cuerpo se cura solo, pero que hay que ayudarlo. Se dice que hay un factor pro inflamatorio, secretado por las células del tumor y que provoca la expansión de éste. Se le conoce como NF-Kappa B (Núcleo Factor Kappa B). Sin embargo, también contamos con la molécula Low-Tech que se encuentra en las catequinas del té verde y en el resveratrol del vino tinto o en el jugo de la uva. Estas sustancias inhiben al factor de crecimiento de las células tumorosas y bloquean su acción inflamatoria y de expansión.
         El doctor Folkman, profesor de la facultad de medicina de Harvard y jefe del departamento de cirugía del hospital infantil, después de 20 años de experimentos y de sufrir desconocimientos y burlas, forjó una de las teorías que más han revolucionado el mundo de la medicina, respecto al cáncer: El crecimiento y expansión de tumores necesita vasos sanguíneos nuevos. Esos capilares son la línea de suministro de nutrientes y oxígeno que viajan en la sangre. Entre más crezca un tumor, más necesita de la formación de vasos nuevos. A la formación de esos vasos ahora se le llama angiogénesis. Su teoría se sintetiza de la siguiente manera:
         I.-  Sin una nueva red de vasos sanguíneos, los micro tumores no encierran el peligro de convertirse en cáncer.
         II.- La angiogenina es una sustancia producida por los micro tumores que obliga a los vasos a acercarse y formar nuevas ramificaciones.
         III.- La metástasis y sus células de expansión son un peligro sólo cuando atraen nuevos vasos sanguíneos.
         IV.- Los mismos tumores, cuando han invadido un amplio territorio y la metástasis se puede salir de su control, producen la sustancia angiostatina, que paraliza el crecimiento de nuevos vasos.
         Este descubrimiento nos da una nueva luz respecto a la malignidad de un tumor; por un lado, de nada sirve extirparlo, si la metástasis está sembrada más allá de un determinado límite. Por otro lado, no importa que un tumor no se extirpe, si logramos cortar los canales de suministro, para evitar que crezca y se expanda.
         Los experimentos comprobaron que la angiostatina ataca los vasos sanguíneos de rápido crecimiento del cáncer; sin embargo, no afecta a los ya existentes ni a las células sanas de reproducción y crecimiento normal.
         Las sustancias que actúan de forma similar a la angiostatina las producen el ácido eicosapentaenoico y el ácido decosahexaenoico del aceite de pescado, el té verde, el  jugo de uva o el vino tinto, entre otros productos que enriquecen nuestra alimentación diaria.
         Los investigadores Yihai Cao y Renai Cao de Estocolmo, son los que mostraron por primera vez que el té verde bloquea la angiogénesis y Richard Baliveau agregó en su lista, tomates, cúrcuma, ajos, coles, soya,                                                           arándanos y chocolate.
         El doctor Max Gerson, desde la primera mitad del siglo veinte, ya recomendaba y aplicaba los enemas de café para la desintoxicación del cuerpo y curar el cáncer.
         Es muy popular el consumo del Noni entre algunos enfermos de cáncer, diabetes y otros padecimientos, quienes aseguran que la enfermedad cede, amainando los efectos de los síntomas.
         El biólogo alemán, Otto Henrich Warburg, ganó el premio Nóbel de medicina al descubrir que el metabolismo de los tumores cancerosos depende del consumo de azúcar. Según las estadísticas de muertes en el mundo por cáncer, indican que éstas han aumentado en razón directa al aumento en el consumo de azúcar, sobre todo, la refinada.
         Según estudios recientes indican que al producirse la insulina para favorecer la incorporación de la glucosa a los tejidos u órganos, también hay la secreción de una molécula llamada “factor de crecimiento” similar a la insulina que estimula, precisamente, el crecimiento celular. Con esto, se potencian los factores de inflamación que es campo de acción donde comienzan a proliferar las células cancerosas  y su temible poder invasivo.
         Quizá, entre los autores, quien más nos sorprende sea Andreas Motitz, en su libro: “El cáncer no es una enfermedad“, donde manifiesta que el cáncer  es el último intento del cuerpo en su lucha para prolongar la vida; que es la mutación de las células aeróbicas en anaeróbicas por carecer de oxígeno del que deberían alimentarse; así, comienzan a vivir de otras sustancias de desecho. De esta manera, evitan la muerte del órgano afectado y prolongan un poco más su vida. Esto se entiende cómo darle otra oportunidad al individuo y que tenga tiempo de buscar otra alternativa de salud.

f.- Alternativa anticáncer. A manera de conclusión queremos remarcar lo siguiente: En primer lugar, no se nos olvide que debemos de adoptar una cultura alimentaria con ciertas disciplinas. No es posible tener las dos glorias, por ejemplo, de estar sobrios y, al mismo tiempo, gozar de la euforia del alcohol. Así, no podemos darnos el lujo de cumplirnos todos los gustos del paladar y, al mismo tiempo, querer estar sanos. Sin embargo, si de veras cambiamos moldes culturales en materia de salud, no necesitaremos  ni esfuerzos ni sacrificios. La misma lucha por cambiar nos traerá grandes satisfacciones.
Lo que importa  es que termine por gustarnos lo nuevo que tengamos que hacer; por ejemplo, sustituir lo frito por lo hervido, los medicamentos, por suplementos y, de ser posible, mantener nuestra salud sólo con un revolucionario estilo de vida. ¿Quién no sería feliz sin estrés, ejercitándose en actividades como bailar, caminar, nadar o salir de día de campo? Salir de pesca, leer, visitar amigos, platicar, hacer el amor, saborear una taza de café, otra de té, y si no eres adicto al alcohol, una o dos copas de vino tinto.  Hay tantas actividades que nos pueden entretener y darnos salud, pero la vida moderna nos ha atrapado y nos hace esclavos de nosotros mismos; además, esclavos enfermos. Alguien nos debe recordar que tenemos derecho a vivir. Y a vivir bien. Debemos rescatar nuestro derecho de tener una vida digna y saludable.
Por último, como dice el poeta: “Hay que sembrar por los que no siembran” y nosotros decimos: hay que leer por los que no lo hacen y tenemos que investigar por los que no investigan. Pero tú, amigo lector, por ocupado que estés, regálale unos cuantos minutos a tu salud. Tu cuerpo te lo agradecerá. 
                        
             benitocarmona52@hotmail.com  
  

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