lunes, 16 de abril de 2012

AUGUSTO MONTERROSO Y LA PROSA BREVE

Por Lisardo Enríquez L.
A Ariel López Álvarez,
por su esfuerzo creativo.
Hay unos escritores que llaman más la atención que otros, cuando por la lectura surge la curiosidad, la duda y el deleite. Ese es el caso de Augusto Monterroso. Sus libros hacen pensar, hacen reflexionar, y hacen que uno vuelva a ellos en diferentes lecturas. Sus textos, breves prácticamente todos ellos, nos detienen a meditar en su composición,  en sus intenciones y en la manera de expresar los pensamientos. Esos textos tienen originalidad en cuanto al manejo del lenguaje, y en muchos aspectos constituyen una crítica social y política a través de la sátira y el humor. En esencia, Monterroso es un maestro de la brevedad y el ingenio.
Un primer acercamiento.
Para acercarnos a este autor es conveniente hurgar en las entrevistas, artículos y ensayos compilados en Cuadernos de texto crítico del Centro de Investigaciones Lingüistico-Literarias de la Universidad Veracruzana, Num. 1, del año de 1976, y en las diez entrevistas que aparecen en Viaje al centro de la fábula, publicadas por Alfaguara en el año 2000. En estas publicaciones encontramos que nació en Guatemala. Otras fuentes indican que fue en Tegucigalpa, Honduras, y que a los 15 años pasó a Guatemala, donde vivió hasta los 23. La fecha de su nacimiento es el 21 de diciembre de 1921, y la de su fallecimiento el 7 de febrero de 2003, ocurrido este último en la Ciudad de México, en donde vivió en forma permanente desde 1956, aunque ya había radicado en ella una primera ocasión entre 1944 y 1945.
En una entrevista con Jorge Ruffinelli, dice que no tuvo escolaridad formal y trató de suplir esa carencia yendo a leer a la Biblioteca Nacional de Guatemala.  Desde los 16 años hasta los 22 trabajó en una carnicería, sin disponer de periodos vacacionales. Dice que seguramente el hecho de caminar cuarenta cuadras durante las madrugadas, para llegar a su destino, le permitió reflexionar en lo que leía. Lo cierto es que mediante una preparación autodidacta inicial se convirtió en un escritor excepcional.
Le toca vivir en Guatemala la dictadura de Jorge Ubico en donde participa en la oposición popular, lo cual en cierto momento le obliga a salir del país y refugiarse en México. Después regresa unos años durante el gobierno de Jacobo Arbenz con el cual colabora como diplomático, pero éste es derrocado, teniendo que  exiliarse nuevamente de 1954 a 1956, en esta ocasión en Chile, país en el que trabaja como secretario del poeta Pablo Neruda en la edición de la Gaceta de Chile.
A partir de 1954 regresa a establecerse definitivamente en México, donde desarrolla distintas actividades editoriales y culturales y en donde se editan las primeras versiones de sus obras. A partir de 1957 desempeñó los siguientes cargos en la Universidad Nacional Autónoma de México: editor de la Dirección General de Publicaciones y de la Coordinación de Humanidades, Co-director de la Colección Nuestros Clásicos y Jefe de Redacción de la Revista de la Universidad de México. Fue corrector de pruebas de galera de las Obras Completas de Don Alfonso Reyes. Una actividad también importante que desarrolló fue la traducción, ya que además del español llegó a dominar el inglés, el francés y el italiano.
Idea de la prosa.
En Monterroso está la huella de escritores que admiró y que por eso influyeron en él. Tal es el caso, dicho por él mismo, de Miguel de Cervantes, Montaigne, Chéjov, Borges y Alfonso Reyes, principalmente. Cuando el entrevistador ya citado le pregunta si su texto “La cucaracha soñadora”, incluida en La Oveja Negra y demás fábulas, es un homenaje a Borges, él dice: “No se me había ocurrido; pero me gustaría pensar que todo lo que he publicado es un homenaje a Borges. . . Borges nos ha enseñado mucho: todo un mundo de literatura, y tras de ese mundo, otros, de rigor, de imaginación”. (1).
Cuando le preguntan por qué menciona continuamente a poetas en lo que escribe,  él dice: “. . . parece que para escribir buena prosa es necesario haber leído antes muchos buenos versos. La prosa rimada es abominable, pero el buen ritmo de una buena prosa procede casi siempre de la lectura de poetas” (2). Siguiendo este hilo conductor, Graciela Carminatti le pregunta “¿Cuál es tu idea de la cualidad principal de la prosa?”, a lo que él responde: “La cualidad principal de la prosa es la precisión: decir lo que se quiere decir, sin adornos ni frases notorias” (3). Ni más ni menos la forma en que él escribió todos sus textos. En otra parte dice: Cuando escribo trato de ir sólo a lo esencial.
Por todo ello, los libros de Monterroso son creación con un sello muy personal; en ellos el lector se encuentra con la originalidad y la invención de un escritor notable, cuya característica inicial es el estilo propio. La prosa de este autor tiene antecedentes en Julio Torri y en Carlos Díaz Dufoo Jr., escritores mexicanos de las primeras décadas del siglo XX. Torri dijo de Díaz Dufoo algo que se puede decir de él mismo, y que ahora se puede decir de Monterroso: “Su expresión es concentrada, límpida” (4).

Cinco libros.
Los primeros cuatro libros escritos por Augusto Monterroso son textos de ficción: Obras completas (y otros cuentos) de 1959; La Oveja Negra y demás fábulas de 1969; Movimiento perpetuo de 1972; y Lo demás es silencio de 1978. El quinto libro, La palabra mágica, incluye artículos, ensayos y tres cuentos (La Cena, De lo circunstancial a lo efímero y Las ilusiones perdidas. Otros dos libros suyos son La Letra E que contiene fragmentos de un diario, y Los buscadores de oro en donde, como él dice, abordó el género memorioso. En este último habla de él, de sus años de infancia. Pero nos detendremos un poco en los primeros cinco libros que publicó, destacando textos a gusto de quien escribe estas líneas.
¡Puro cuento!
Obras completas (y otros cuentos) incluye 13 textos de los cuales se citan los tres siguientes:
1. Sinfonía concluida, que excepto dos casos de guiones mayores carece de puntuación y de separación en párrafos en sus tres páginas. Hace referencia a la Sinfonía Inconclusa de Schubert. El personaje que hace la narración es “el gordo”, quien relata que un anciano organista de Guatemala encuentra los dos movimientos que le faltaban a la Sinfonía, razón por la cual ahora se podía considerar Sinfonía Concluida. Sin embargo, ningún músico en este país acepta como válido el hallazgo, y se va a Viena donde unos judíos aceptan interpretar esos dos movimientos encontrados por el anciano guatemalteco, pero dicen que éstos, a pesar de ser muy buenos, no añaden algo mejor a los anteriores.
2. El Eclipse es un cuento muy breve, de página y media, en donde el personaje principal es un religioso español de nombre Fray Bartolomé Arrazola, capturado por un grupo de indígenas en la selva guatemalteca, cuyo fin era sacrificarlo. Arrazola recordó que ese día habría un eclipse total de sol, y con esta idea pretende engañar a sus captores para salvar la vida diciéndoles: “Si me matais. . . puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura” (5). El religioso es sacrificado, en tanto uno de los indígenas habla de las fechas en que los astrónomos mayas habían previsto que habría eclipses solares y lunares.
3. Leopoldo (sus trabajos). Es un cuento de 23 páginas en el cual el autor narra cómo un escritor se la pasa pensando y diciendo lo que va a escribir, sin comenzar realmente a hacerlo; lo que va a escribir sólo gira en su mente. En Monterroso son recurrentes los temas relativos a los escritores (reales e imaginarios) y sus obras.

¡De fábula!
La Oveja Negra y demás fábulas es un pequeño libro constituido por 40 piezas de ágil lectura, las cuales provocan la reflexión y llevan a ver que no se trata de fábulas en el sentido tradicional. En este libro el autor abunda en el tema de los escritores precisamente, que mucho tiene de autobiográfico, encontrándose ello en las siguientes fábulas: El mono que quiso ser escritor satírico, Los otros seis, La cucaracha soñadora, El mono piensa en ese tema, Paréntesis y El zorro es más sabio. Unas palabras de algunos de éstos son las siguientes:
1.      El mono que quiso ser escritor satírico. Es una fábula de dos páginas, en donde un mono tiene el propósito de ser escritor de sátira. Primero se dedica a conocer “a la gente” y el autor lo describe como gracioso, comprensivo y conversador, por lo que siempre estaba en el ánimo de los demás. Cuando considera que ya conoce bien “la naturaleza humana”, se propone escribir sobre los ladrones y escoge para ello a la urraca, después sobre los oportunistas y piensa en la serpiente, luego sobre los laboriosos compulsivos y encuentra que debe ser la abeja, más adelante decide que contra la promiscuidad sexual para cuyo objetivo están las gallinas adúlteras, pero en todos los casos se da cuenta de que entre esos animalitos hay amigos suyos y mal haría en ofenderlos, por lo que desiste de hacerlo, renunciando a ser ese tipo de escritor. La fábula termina en que a este mono le da por la mística y el amor, y entonces todos los demás dicen que se volvió loco, razón por la cual ya no es bien recibido entre ellos.
2.      El mono piensa en ese tema. Seguramente cada quien elige aquello a lo que, en el fondo, es a lo que más se acerca. Pues sí, tal vez por eso en esta selección arbitraria viene otra fábula, de casi una página, relativa también a un mono. Como en el caso anterior, se trata de un mono al que le da por la literatura y que piensa en los tipos de posibles escritores que generalmente no llegan a serlo por muy  variadas razones. Este texto de casi una página está escrito en un solo párrafo y constituye una interrogante de principio a fin.
3.      El zorro es más sabio es de igual manera una fábula al estilo Monterroso, de exactamente una página, en donde uno de estos animales que tienen alguna cualidad que se atribuye a ciertos humanos, decide también ser escritor. Nos habla de que escribió dos libros que fueron bien recibidos, y que por tal razón se dio por satisfecho dejando de publicar durante años, por lo que los demás empezaron a decir ¿Qué pasa con el zorro?, y al encontrarlo le decían: tiene que publicar más. Y el zorro pensaba: “lo que éstos quieren es que yo publique un libro malo; pero como soy el zorro, lo voy a hacer. Y no lo hizo” (6).
 
Isaac Asimov, escritor y científico ruso-norteamericano, autor de excelentes obras de ciencia ficción y de libros sobre temas diversos, dijo: “Los pequeños textos de La Oveja negra y demás fábulas, de Augusto Monterroso, en apariencia inofensivos, muerden si uno se acerca a ellos sin la debida cautela y dejan cicatrices, y precisamente por eso son provechosos. Después de leer El mono que quiso ser escritor satírico, jamás volveré a ser el mismo”.
¡Hacerle al cuento y al ensayo!
Movimiento perpetuo es el tercer libro de creación de Augusto Monterroso. Está conformado con 32 textos que van del ensayo al cuento. Lleva un epígrafe que dice: “La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo”. Así, este dinámico libro tiene ensayos como cuentos y cuentos como ensayos. El primero, Las Moscas, aborda este tema que es motivo para el texto completo, con frases y pensamientos de autores diversos y con imágenes alusivas de este insecto a lo largo de las páginas del libro. Dice en ese primer texto: “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. . . yo me ocupo de las moscas, que son mejores que los hombres, pero no que las mujeres. . . La mosca invade todas las literaturas y, claro, donde uno pone el ojo encuentra la mosca” (7).
Más adelante está un texto muy breve, “Te conozco mascarita”, que tiene mucho de autobiográfico. Habla del humor y la timidez como máscaras. En entrevistas el autor afirmó ser tímido, y tanto éstas como sus propios libros están marcados por el humor y la ironía. Enseguida viene el ensayo Beneficios y maleficios de Jorge Luis Borges, en el cual se advierte claramente su admiración por la obra del argentino. Incluso, en Movimiento Perpetuo y en La palabra mágica, alguna relación puede encontrarse con Otras Inquisiciones de ese autor. El siguiente texto es Fecundidad, que está escrito en una sola línea, a semejanza de El Dinosaurio de Obras Completas (y otros cuentos). Hay dos ensayos más en Movimiento perpetuo que, sin demeritar para nada a los demás textos, deleitan con su aguda y limpia prosa, ellos son: Cómo me deshice de quinientos libros y Las criadas.
¡De novela!
Lo demás es silencio (La vida y la Obra de Eduardo Torres), es la cuarta de las obras de Monterroso, en sentido cronológico, pero es también la de mayor extensión. Declarada en la portada como novela, Wilfrido H. Corral dice que a este texto se le puede llamar “biografía; novela; parodia; sátira; collage; crítica; selecta; ensayo; cuento; crónica; marginalia; autobiografía, o testimonio. . . porque son términos que necesariamente no se excluyen” (8). Se trata de la biografía ficticia de un escritor de nombre Eduardo Torres, cuya vida transcurre en un lugar llamado San Blas. El libro está estructurado en cuatro partes y un pequeño apartado al que llama Punto final. La primera parte está conformada con tres testimonios biográficos, la segunda con lo que llama Selectas de Eduardo Torres, la tercera con Aforismos, dichos, etc., y la cuarta con lo que denomina Colaboraciones espontáneas. En la primera parte dan su opinión dos supuestos colaboradores de Eduardo Torres y quien se atribuye ser su esposa. De la segunda a la cuarta partes se trata de supuestos textos escritos por el biografiado Eduardo Torres. En el Punto final habla el biografiado y dice: “. . . en el momento en que leo todo esto pienso si mi vida y San Blas y mis familiares y mis amigos y enemigos no habrán sido otra cosa que una especie de sueño, del que apenas quedan estas migajas” (9).
¡La magia de la palabra!
En el mismo orden cronológico, La palabra mágica es el quinto libro escrito por Monterroso. Consta de 20 textos, y es posiblemente el que mayormente se refiere a libros y escritores aunque, como ya se dijo, esta referencia es recurrente en toda su obra. El segundo texto de este libro es sobre Horacio Quiroga, del cual dice: “para lo que estaba llamado era para el cuento, género que manejó como muy pocos en nuestro idioma y en cualquier idioma”. (10). En dos textos de este libro aborda el tema de la traducción. En el segundo de ellos dice que es mejor leer a un autor importante mal traducido que no leerlo en absoluto. Incluye dos ensayos que se refieren a novelas sobre dictadores y otro que se titula Entre la niebla y el aire impuro, en el cual da sus opiniones en relación a la novela El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, señalando que cuando apareció, allá por el año de 1946, tuvo una atención más bien menor, y dice: “Sabido es que los críticos sólo se equivocan cuando se trata de obras importantes” (11). Un ensayo más habla de Poesía  Quechua, y como si se refiriera a cualquier otra lengua indígena del continente como el náhuatl, el maya, el zapoteco, etc., expresa que el idioma de aquellos pueblos es dulce y agradable. Finalmente, no se puede resistir el deseo de citar lo que dice en su ensayo sobre Borges, In illo tempore, respecto a la estatura literaria de este hombre excepcional, dice: “El jardín de los senderos que se bifurcan y Ficciones son muestras admirables de invención, de belleza literaria; son muestras admirables de que en el campo de la literatura imaginativa nuestros países pueden, con este solo caso, competir ya, en un plano de igualdad y aun de ventaja, con los mejores ejemplos mundiales del género” (12). Tal vez por estas palabras y por las que vierte en Beneficios y maleficios de Jorge Luis Borges, es por lo que Miguel Donoso Pareja puede decir: “son lo más perfecto, conciso, honesto y profundo que he leído de un escritor sobre otro escritor” (13).  En La palabra mágica y en sus entrevistas, en particular, Monterroso asume el papel de crítico de los críticos.
Transgresión, inteligencia y renovación literaria.
Las formas literarias de Monterroso son dinámicas, son vivas, no se encierran en un cartabón preconcebido, no aceptan una fijación estática. Antes bien, van por la senda de la transgresión, de una desviación elegida, del desplazamiento; van hacia la renovación. Y si la expresión literaria es un recurso de la inteligencia y la sensibilidad, Monterroso alcanza los niveles más altos con su prosa breve, graciosa, ingeniosa y satírica. En la crítica a este autor, María Carneiro da Cunha expresa: “brilho de uma inteligencia vivísima” (14) y José Joaquín Blanco dice que “la obra de Monterroso constituye una reivindicación de la inteligencia, la simpatía y especialmente de la prosa atenida solamente a las armas e instrumentos esenciales” (15).
La obra del guatemalteco-mexicano está, en cualquiera de sus libros y de sus textos, y en todo el conjunto de ellos, abierta a una pluralidad de interpretaciones, pero sobre todo, a nuevas posibilidades de lectura, de relectura. Se trata de una prosa breve y sustanciosa que debe tener una, dos, tres, muchas lecturas.
Referencias bibliográficas.
(1)   Revista Texto Crítico (1976) del Centro de Investigaciones Lingüistico-Literarias de la Universidad Veracruzana, Num. 1., Xalapa, Ver., Mex., p. 19, y Augusto Monterroso (2000), Viaje al Centro de la Fábula, Editorial Alfaguara, México, p.43.
(2)   Monterroso, Augusto (2000), p.89.
(3)   Monterroso, Augusto (2000), p.105.
(4)   Torri, Julio, Tres libros (1964), Ediciones del Fondo de Cultura Económica, primera edición en Letras Mexicanas, México. p.159.
(5)   Monterroso, Augusto (1981), Obras Completas (y otros cuentos), Editorial Seix Barral, S.A. Biblioteca Breve, Barcelona, España. p.56.
(6)   Monterroso, Augusto (1990), La Oveja Negra y demás fábulas, Ediciones Era, S.A. de C.V., México. p.97.
(7)   Monterroso, Augusto (1991), Movimiento perpetuo, Ediciones Era, S.A. de C.V., México.p.11.
(8)   Corral, Wilfrido H. (1985), Lector, sociedad y género en Monterroso, Centro de Investigaciones Lingüistico-Literarias, Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver., Mex.p.192.
(9)   Monterroso, Augusto (1991), Lo demás es silencio, Ediciones Era, S.A. de C.V., México.p. 176.
(10)Monterroso, Augusto (1983), La palabra mágica, Ediciones Era, primera edición, México.p.12.
(11) Monterroso, Augusto (1983), p.74.
(12) Monterroso, Augusto (1983), p.111.
(13) Revista Texto Crítico Num. 1 (1976), pp.41-42.
(14) Citada en Corral, Wilfrido H. (1985), p.128.
(15) Citado por Corral, Wilfrido H. (1985), p.15.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buenas las fabulas de monterroso