lunes, 7 de diciembre de 2020

Laín Entralgo: una interpretación moderna de la lectoescritura.

 


Javier Ortiz Aguilar.

 

                                                                                          “El hecho es que la poesía no son los

                                                                                              libros en las bibliotecas (…) la poesía

                                                                                           es el encuentro del lector con el libro”

 

                                                                                              Jorge Luis Borges

 

 

Juan Gutenberg (1400-1468)  nace y muere  en la ciudad de Maguncia, ubicada en el Sacro Imperio Románico Germánico. Este alemán logra la innovación tecnológica de la imprenta. La modernización de la industria editorial,  acelera el surgimiento de la modernidad: la invención de la caja tipográfica y los tipos móviles no solo disminuye el tiempo de la edición sino  que amplía su tiraje y disminuye sensiblemente el costo del libro. Gracias a ello, la modernidad impulsa las grandes revoluciones científicas, tecnológicas, artísticas y sociales, que crean las condiciones de posibilidad del mundo que nos ha tocado vivir

Evidentemente la producción y el consumo del libro, permite la comunicación eficiente entre personas lejanas en el espacio y el tiempo. De esta manera, este medio amplía la intercomunicación no solo entre los miembros de las comunidades científicas, sino también entre los autores y la sociedad. La popularización de la lectura incrementa por un lado la calidad de los aprendizajes y por otro, la toma de  conciencia social. Así converge el desarrollo de la industria y la demanda cada vez más firme de una vida democrática por la formación de los ciudadanos modernos.

Obviamente no todos los lectores acuden a las obras de los ilustrados franceses o alemanes. La gran mayoría, los excluidos de los centros educativos, consume una literatura de dudosa calidad formativa. Los privilegiados, que ingresan a los distintos sistemas educativos, adquieren la capacidad de transformar todas las actividades humanas de la sociedad; desde las invisibles formas de la vida cotidiana hasta las manifestaciones extraordinarias de la producción científica, filosófica, artística; incluso política y social. La conciencia de la necesidad del cambio está en los reconocidos centros de educación superior. Resulta obvio que  los grandes teóricos de las revoluciones científicas y sociales egresan del mundo desarrollado y proceden en la mayoría de los casos de los estratos o clases dominantes de la sociedad

Cinco siglos después aparecen los medios electrónicos: la cámara fotográfica, la grabadora y la videograbadora que enriquecen el conocimiento en general. Ya en los años setenta existe la expresión recurrente entre un sector del movimiento social: “hay que aprender a leer la realidad”. Posteriormente se inicia desde la base de la sociedad, la comunicación a través de redes. Mucho antes que su implementación en el sistema formal de educación.

Por supuesto no solo cambian los medios, sino también las formas de lectoescritura. En esta nota solamente nos ocuparemos de la lectura moderna, desde una expresión cristiana comprometida con la derecha española de la primera mitad del siglo XX.  Pues a pesar de la militancia del autor, revela los rasgos esenciales del libro y la lectura, en los tiempos de las certidumbres y las esperanzas de tomar el cielo por asalto.

 

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          Una reflexión sobre la lectoescritura es la del Pedro Laín Entralgo. Este intelectual español, nació en Urrea de Gaen, provincia de Teruel, el 15 de febrero de 1908 y murió en Madrid el 5 de junio de 2001. En este periodo, contempla y se compromete con los acontecimientos que conducen a España desde la crisis de la Restauración de la monarquía hasta la consolidación de la democracia española y su ingreso a la globalización; pasando por los accidentados procesos de la crisis de la monarquía, el sueño republicano y por supuesto el inicio de la Segunda Guerra Mundial, con el golpe de estado a la República y la instauración de la dictadura franquista. La militancia política de Laín Entralgo es definida: tiene una creencia católica y simpatizante del fascismo italiano  Su formación política de derecha y su concepción tradicional del catolicismo lo lleva a ingresar a la Falange y contribuir a la destrucción del sueño democrático del pueblo español. Obviamente su militancia contribuye a la marginación de la obra de este intelectual.

          Pedro Laín estudia, al mismo tiempo, medicina y química, posteriormente psiquiatría. Pero su producción intelectual es, para utilizar un término de Herbert Marcuse,  multidimensional; lo mis mismo escribe historia que antropología filosófica, novela y que teatro y no es ajeno a la crítica literaria. Esta característica, tal vez es producto del esfuerzo de hacer coincidir la compresión del cuerpo y la mente humana con la tradición metafísica de la antropología filosófica,

Así, en medio de la irracionalidad del fascismo, ofrece una visión de la lectoescritura.

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Siguiendo la tradición cristiana, encuentra en Aristóteles el camino para interpretar la lectoescritura. El hombre es un zoon politikon; pero no en el sentido que lo define el Estagirita en la Política: como un animal comunitario. El filósofo español lo entiende como un ser inseparable de una comunidad lingüística; es decir, que se comunican a través de un lenguaje común, que al practicarse se identifican y e reconocen como semejantes. El lenguaje es el límite de su cultura y a la vez reconocen las diferencias con los “otros”.

Laín define al hombre, siguiendo fielmente el método aristotélico, primero ubicarlo en el género próximo y precisar su significación mediante su diferencia especifica. En su ensayo La vida del hombre en la poesía de Quevedo,  escribe: “(…) ese género próximo es la idea cristiana del hombre. Quiero decir con ello que para Quevedo el vivir humano es el tránsito temporal y terreno de un espíritu personal creado de la nada, encarnado en un cuerpo, redimido por Cristo y destinado a vivir eternamente. La vida terrena es a la vez tránsito y prueba; el hombre es un ser sobre la tierra un caminante (…)”.

Por ello, Quevedo comunica a través de su poesía, su percepción personal de la España del Siglo de Oro.

En este mundo caótico, el valle de lágrimas está orientado por la muerte, principal causa de las angustias humanas. Esta es pues la verdad absoluta.

 Apoyándose en la primera concepción griega de la realidad histórica; el mito del eterno retorno, que se expresa en la tragedia. Este género literario es la abstracción de la existencia humana. Es decir, a pesar de las diferencias en los procesos históricos, en lo fundamental es lo mismo.

          El estagirita define así a la tragedia en su Poética: “Es la imitación de una acción levantada y completa, de cierta extensión, con un lenguaje sazonado en su especie conforme a las diversas partes, ejecutada por personas en acción y no por medio de relato, y que, por obra de la piedad y el temor, opera la purgación (Katharsis) de tales pasiones.”

          En conclusión, la comprensión de esta forma literaria, es una prueba de la pertenencia a la humanidad, que permite comunicarnos entre los hombres de diferentes tiempos y de distintos lugares. Por supuesto esta comunicación es posible, gracias a la lectura. No obstante sus tradiciones culturales, persisten con fuerza en la modernidad. Por lo que es dable pensar que la modernidad no es una creencia homogénea sino una contraposición de escuelas. Incluso las que están en la periferia de la ideología dominante. Por supuesto aún ellas, como el caso de las creencias religiosas  también se modifican para persistir en los nuevos tiempos.

La lectura, en esta perspectiva, es una práctica comunicativa, cuyo medio es la escritura. Por lo tanto posibilita la comunicación entre los hombres, independientemente del tiempo, la distancia y los obstáculos culturales. No obstante es necesario subrayar que esta actividad tendrá el logro esperado si hay interés en los objetos de estudio, el interés del aprendizaje y el sistema de códigos que permitan codificar y decodificar los mensajes por el lenguaje escrito.

Laín Entralgo siguiendo la tradición judeocristiana sistematizada por la racionalidad griega clásica, cita una poesía de Don Francisco de Quevedo y Villegas:

 

“Retirado en la paz de estos desiertos,

Con pocos, pero doctos libros juntos,

Vivo en conversación con los difuntos

Y escucho con mis ojos a los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,

O enmiendan o secundan mis asuntos,

Y en músicos y callados contrapuntos,

al sueño de la vida hablan despiertos”

 

El siglo XVI español es fácil imaginar la soledad de la relación entre lector y el libro. Esa relación íntima permite la comprensión cabal del sentido del mensaje escrito, condición de una buena lectura, El oficio del lector y el escritor son oficios solitarios. Pero también los “doctos libros”, que necesariamente son producto del genio de los humanistas grecolatinos clásicos que renacen en el Siglo de Oro. La lectura entonces es el diálogo entre los renacentistas con los “muertos”, o sea con los autores  clásicos de la literatura y la filosofía. Lo específico de Quevedo y del Siglo de Oro español consiste en vincular la cultura clásica con la tradición judaica. La primera, a través de Aristóteles, la convicción de que la vista es el sentido más eficaz para acercarnos a la realidad, porque proporciona la totalidad de las cosas, mientras que para la segunda, es el oído, porque a través de este sentido recibimos “la palabra” que contiene la verdad revelada. De esta manera, en una síntesis genial, en el acto de lectura se escucha con los ojos, lo que permite esa comunicación trascendente.

 

 

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 La visión moderna, secular o religiosa, define la lectoescritura para cumplir su cometido educativo y presenta los siguientes rasgos: 1. recupera la tradición griega, que define la comunicación como diálogo en busca de la verdad. (Hay dos posibilidades de la verdad, la absoluta y  histórica), 2.- Si hay verdad entonces debe haber un fundamento (El hombre como creatura y por ende con libre albedrio o el hombre como sujeto y por tanto libre y con voluntad), 3. La lectoescritura es un medio de evangelizar o comunicar los ideales de libertad. 4. Las grandes revoluciones modernas (burguesas o socialistas)  las dirige  una élite intelectual, generalmente egresada de los centros de educación superior. En una palabra la certeza radica en la existencia de la verdad. La crisis de la modernidad emerge de la crisis ideología del  pensamiento moderno que altera la teoría y la práctica de la lectoescritura.

 

 

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