miércoles, 19 de junio de 2019

Agradecimiento o ingratitud

                               
 Marco Antonio Figueroa Quinto    (rescato publicación que fue compartida en uno de los principales medios de comunicación de nuestra entidad hace años, la que no pierde vigencia)                                   
* "De gente bien nacida es agradecer los beneficios que se reciben, y uno de los pecados que más a Dios ofende es la ingratitud". (M. Cervantes, en el Libro del Quijote a Sancho).                                                                                                        Sin duda que uno de los defectos que todos censuramos y somos parte del mismo es ser mal agradecidos. Tal defecto es congénito en la mitad de los seres humanos, que al recibir un favor, responden muchas de las veces con traición y desengaño, lo que denigra la existencia de quien actúa en tal situación, aspectos que cotidianamente observamos en el transcurrir de la existencia, que como seres perfectibles cada día aprendemos más de la vida, esa de la que muchas veces renegamos y algunos atentan inmolando lo más esplendoroso de la creación: La vida misma. Veamos entonces que debemos y podemos entender respecto a los conceptos entendidos como  ser agradecido.  Para agradecer un bien, favor o atención debe uno responder con tal actitud doblemente con la persona que nos hizo objeto de su bondad, cariño, afecto o bonhomia. Si así lo hiciere uno, nunca debe uno sentirse en deuda o mal, sino satisfecho de haber correspondido con esas actitudes de la mejor manera. Bien    -debemos saber- que el  agradecer no implica solo gozo sino negar el dolor, pero cuando transcendemos al dolor, la rabia y otras cuestiones desagradables agradeciendo la situación que nos ha tocado vivir, nos abrimos a las infinitas posibilidades que nos brinda la vida de avanzar hacia más felicidad y más plenitud; lo que muchos no entienden ni entenderán.  Agradecer todo lo que estamos viviendo en el presente, aunque momentáneamente no veamos el porque de una situación dolorosa, nos da el poder y la energía necesaria para realizar cambios positivos. Nos ofrece la oportunidad de crecer y de avanzar en todos los aspectos de nuestra vida, sea material, espiritual, sentimental y profesional. “La ingratitud es hija de la soberbia y uno de
los mayores pecados que se sabe”, (Don Quijote, (II, LI).
Si nos quedamos en el victimismo, quejándonos de nuestra mala suerte (la mayoría de las veces como el karma natural de nuestras acciones y malas pasiones), perdemos la oportunidad de sacar todo nuestro potencial a la luz, nuestra creatividad, nuestros talentos, nuestros recursos internos, nuestro ser. Cuando nos ocurre algo que no entendemos, podemos preguntarnos: ¿qué podemos o qué necesitamos aprender de esta situación? Es el momento de abrir nuestra mente y corazón para ser receptivo ante todo y cada una de las cuestiones que nos molestan o deleitan, y de tal  manera reflexionar ante los hechos, los que posiblemente nos marcarán por siempre. ¿Cómo podemos mejorar nuestra vida y la de los que nos rodean? Simplemente pensando en el cambio, cambio personal que definitivamente hará que positivamente actuemos en favor personal y de todos los que nos rodean. ¿Qué lecciones esconden estos acontecimientos? Es la incógnita que tendremos que vislumbrar,  saber si merecemos o no tales circunstancias, para tratar de mejorar en cada una de las acciones que emprendamos, buscando por siempre el perfeccionamiento de nuestras conductas y pensamientos. 
Siempre podemos elegir. El momento de poder está siempre en el presente y es sólo transcendiendo lo aparentemente nefasto que podemos cambiar el futuro. Evidente lo que en su momento manifestara Martín Luther King, (Tomada de Lutero) lo que ciertamente es dura, pero muy verdadera: “Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia, cuando muerden dejan una herida profunda”. Por ello cada día debemos tratar de ser mejores día a día, agradeciendo al creador por cada uno de los días que vivimos, la forma tan especial que los ángeles de luz nos tratan en este mundo terrenal, así como tratar de olvidar a esos seres mezquinos y convenencieros, que sólo hayan gusto en lastimar y tratar de hacer daño, como muchos que caminan con "piel de ovejas" pero que son realmente unos "lobos sanguinarios y carniceros" como es su esencia ¡Para ellos nuestro rotundo rechazo y perenne olvido! Es en este presente que debemos crear nuestro futuro, pero con la gente que uno crea y acepte, a los falsos si no es posible evitarlos, cuando menos no detenernos ante su nefasta presencia. Tomemos ese poder y actuemos: Agradezcamos  la oportunidad que nos ofrece la vida de aprender y de avanzar hacia nuestro verdadero ser, nuestra esencia más profunda, la que definitivamente posibilitará el alcanzar nuestros sueños, que sería en si, la justificación de nuestra presencia en este mundo, por lo que bien vale la pena vivir o morir ¿O no?. ¡Claro que sí!

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