lunes, 3 de junio de 2019

La Dama de Santa Rosa Necoctla

TEPETOTOTL

Por Fernando Hernández  Flores

Rodeada de ríos, cascadas, bosques y destacados cerros se encuentra la región de las altas montañas, siendo parte fundamental de la Sierra Madre Oriental. Es en 1939, cuando nace en Ciudad Mendoza Angélica López Trujillo, la dama de Santa Rosa Necoxtla, tierra de obreros.

Angélica, desde su niñez absorbió conocimientos tanto en el ámbito escolar como en el contexto donde se desenvolvía: al convivir con su familia, la iglesia, el señor o señora de la tienda, el mercado, los recorridos por las calles, etc. Escuchaba  distintas historias y narraciones que le sorprendían, despertándole en sí la curiosidad que traía consigo misma. Fue una niña con cierta sensibilidad para percibir a las personas y las cosas que se suscitan a su alrededor.

En su juventud se prepara para ser docente frente a grupo. Se involucra demasiado con los libros, va creciendo como profesionista y como ser humano. Es educada con buenos principios y valores. Si en sus primeros veinte años va formándose como una ciudadana al servicio del país, en la próxima veintena aumenta su familia que tuvo con su apreciable esposo, el maestro Delfino. Realizó distintos recorridos como profesora, haciendo labor altruista desinteresadamente y sin hacer diferencias. Fue muy querida  por sus alumnos a los que les compartió sus clases.

Es la maestra Angélica López quien le encontró un sentido justo a su vida desde muy joven. Siempre sembró la paz, la armonía y tenía mucha empatía con las personas con quienes convivía, fueran niños o personas adultas. Es Angélica la madre inigualable que inculca buena educación a sus hijos y a los niños que son sus alumnos. A la maestra no se le veía molesta, al contrario siempre dio su mejor imagen ante los demás.

En la tercera veintena de su vida, la hacen abuela, sin embargo, no deja de leer y de escribir, que es su afición. Le interesa que las vivencias del ayer estén vigentes a través de sus escritos. Es una dama en toda la extensión de la palabra, porque en ningún momento olvida su pueblo y cada vez que puede va a visitarlo. Están por varios días y más anécdotas vienen a su memoria, entonces escribe.

En la cuarta veintena de su vida es una gran señora con una amplia riqueza espiritual. Su esposo ya no se encuentra con ella, pero está rodeada de hombres y mujeres que son sus hijos, sus nietos y sus bisnietos. Tiene la dicha de verlos en vida y ellos de contar con una mujer con valores únicos. Mujeres como Angélica son pocas.

En ésta ocasión no escribí sobre sus libros, ni de su poesía. Me atreví a viajar a través del tiempo que le correspondió vivir a ella. Sus sonrisas, alegrías, paseos, preocupaciones, sorpresas, emociones y gustos ella los comparte cuando les abre las puertas de su hogar a los queridos amigos como su paisano Lizardo Enríquez Luna y su esposa Yola. Ellos fueron quienes me acercaron con ella, después de haber presentado el maestro Lizardo uno de sus variados libros de la escritora mendocina Angélica López Trujillo.

Paxkatkatsini (Gracias).
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