martes, 24 de julio de 2018

Extrañar



Victor Manuel Vásquez Gándara
Entre rutina y constancia hay un abismo y sin embargo tienen similitud. "...no cabe duda que la costumbre es más fuerte que el amor...", cita melodía popular. Espíritu contradictorio, innovador o probablemente curiosidad por descubrir qué hay más allá, conducen ocasionalmente a virar el timón consciente o inconscientemente de forma brusca. Situaciones ajenas a la voluntad encaminan a girar hacia coordenadas opuestas.
Emerge esta reflexión en el primer puerto de América, alejado de familia, amigos no así de cotidianeidad laboral relativamente. Anochecer y despertar en almohada ajena, residencia amplia, resguardada por alarma, vigilada por equipo oculto, sofisticado, sin libertad de usar más de lo indispensable. Caminar desnudo de recamara hacia la ducha inevitablemente obliga voltear hacia diferentes puntos en busca de la cámara hasta optar por un "no importa", Sol Clamato en mano.
Agobiante temperatura en relación al templado Xalapeño, invita caminar sobre lo andado en estos, otros momentos. Unos mil pasos de ida, otros tanto de regreso en un callejón sin muros, solo muros de agua como tituló Revueltas: El Muro de los pescadores. Aparcadero de navíos exhibiendo unas seis estatuas, algunas grupales, entre ellas una del general Porfirio Díaz señalando donde sería el Puerto de Veracruz. Casi insolado, como perro busco la sombra unos trescientos metros al borde del agua me siento en plena banqueta. el aire sopla, como los abanicos de las damas o lo siento así. Vendedores ambulantes, franeleros, turismo popular, de nuestra gente sin ostentar dinero mal habido. "¡tire una moneda! claman chamacos tostados por el sol. Alegres, dignos, capaces de pedir. Incesante ruido de un motor aturde. Tamborileo reúne miradas. Carnada, pesca, olores a sal, agua putrefacta. Hombres, mujeres, van, vienen. Risas, diálogos todo se lo lleva el viento. Yo mismo me veo un ser extraño, con libro bajo el brazo como en el reino animal de Cri Cri. Abro en cualquier página, leo párrafo y escribo en el móvil:
 "Hay dos tipos de hombres en vida: los que recuerdan y al recordar juzgan (sordos del resentimiento) y los que van a morir y luchan inútilmente contra la muerte (sordos por la ironía). De los muertos no se puede decir que hay dos tipos de cadáver, no es un muerto, el cadáver es la diferencia entre la vida y la muerte, es el silencio puro que se disputan la vida y la muerte, aquella para recordarlo, esta para hacerlo hablar", en La sombra del tiempo de Jorge Aguilar Mora.
Reposado, como los buenos vinos, y nalgas o lo que han dejado los años, cansadas, obligan levantarme y proseguir el periplo de miércoles por la tarde casi diecinueve horas
Desde el Malecón del puerto de Veracruz,  Julio 11, 2018

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