Victor Manuel
Vásquez Gándara
Entre rutina
y constancia hay un abismo y sin embargo tienen similitud. "...no cabe
duda que la costumbre es más fuerte que el amor...", cita melodía popular.
Espíritu contradictorio, innovador o probablemente curiosidad por descubrir qué
hay más allá, conducen ocasionalmente a virar el timón consciente o
inconscientemente de forma brusca. Situaciones ajenas a la voluntad encaminan a
girar hacia coordenadas opuestas.
Emerge esta
reflexión en el primer puerto de América, alejado de familia, amigos no así de
cotidianeidad laboral relativamente. Anochecer y despertar en almohada ajena,
residencia amplia, resguardada por alarma, vigilada por equipo oculto,
sofisticado, sin libertad de usar más de lo indispensable. Caminar desnudo de
recamara hacia la ducha inevitablemente obliga voltear hacia diferentes puntos
en busca de la cámara hasta optar por un "no importa", Sol Clamato en
mano.
Agobiante
temperatura en relación al templado Xalapeño, invita caminar sobre lo andado en
estos, otros momentos. Unos mil pasos de ida, otros tanto de regreso en un
callejón sin muros, solo muros de agua como tituló Revueltas: El Muro de los
pescadores. Aparcadero de navíos exhibiendo unas seis estatuas, algunas grupales,
entre ellas una del general Porfirio Díaz señalando donde sería el Puerto de Veracruz.
Casi insolado, como perro busco la sombra unos trescientos metros al borde del
agua me siento en plena banqueta. el aire sopla, como los abanicos de las damas
o lo siento así. Vendedores ambulantes, franeleros, turismo popular, de nuestra
gente sin ostentar dinero mal habido. "¡tire una moneda! claman chamacos
tostados por el sol. Alegres, dignos, capaces de pedir. Incesante ruido de un
motor aturde. Tamborileo reúne miradas. Carnada, pesca, olores a sal, agua
putrefacta. Hombres, mujeres, van, vienen. Risas, diálogos todo se lo lleva el
viento. Yo mismo me veo un ser extraño, con libro bajo el brazo como en el
reino animal de Cri Cri. Abro en cualquier página, leo párrafo y escribo en el
móvil:
"Hay dos tipos de hombres en vida: los
que recuerdan y al recordar juzgan (sordos del resentimiento) y los que van a
morir y luchan inútilmente contra la muerte (sordos por la ironía). De los
muertos no se puede decir que hay dos tipos de cadáver, no es un muerto, el
cadáver es la diferencia entre la vida y la muerte, es el silencio puro que se
disputan la vida y la muerte, aquella para recordarlo, esta para hacerlo
hablar", en La sombra del tiempo de Jorge Aguilar Mora.
Reposado,
como los buenos vinos, y nalgas o lo que han dejado los años, cansadas, obligan
levantarme y proseguir el periplo de miércoles por la tarde casi diecinueve
horas
Desde el
Malecón del puerto de Veracruz, Julio
11, 2018
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