viernes, 17 de enero de 2014

La praxis del ser humano


 

 

Raúl Hernández Viveros

 

 

Mario Calderón, Timbinal, Guanajuato, 1951,   dio a conocer su reciente trabajo de investigación: La estructura de la realidad derivada de la literatura, Ediciones Eternos Malabares. Por lo tanto es fundamental reflexionar acerca de su propuesta de análisis crítico relacionada con el trabajo poético. Antes conviene llevar a cabo una aproximación a su quehacer como poeta que describe el sentido de los mensajes y señales de la realidad.

Se debe insistir en destacar algunos aspectos que conforman su enfrentamiento con la poesía. De acuerdo con Liev Semionovich Vigotsky: “La imaginación se manifiesta en todos  los aspectos de nuestra vida cultural, haciendo posible la creatividad artística, científica y técnica”. Frente a lo cual brotan las palabras que se desprenden de lo emocional, y organizan la trascendencia de las experiencias existenciales.

Uno de los puntos de partida de Mario Calderón comenzó con los versos que integran su poemario Viaje a la otra parte del mundo, Liberta-Sumaria, México, 1980. La transparencia y pluralidad de propuestas abrieron el camino hacia la búsqueda del interior del poeta para captar la esencia de las imágenes externas. Desde entonces se planteó la interpretación relacionadas con el reconocimiento, identificación y encuentro con el ser-en-el-mundo.

            También involucrado con el “ser-ahí”, pero al mismo tiempo el “ser-con”, que Martín Heidegger estudió en su obra Ser y tiempo. Posteriormente Hans-George Gadamer continuó con la suma de que el “ser-con”, resultaba la revaloración del “ser-ahí.” De esta manera, Mario Calderón propuso su visión poética como un acercamiento a la alteridad, que tiene que ver con la vinculación con el mundo y nuestros semejantes en cualquier parte del planeta.

            Hay que mencionar su libro breve Naturaleza viva, 2002, porque ofrece la oportunidad al lector de ubicar la protección de muchas cosas del medio ambiente que están por desaparecer, y van a quedar igual a las imágenes poéticas. “Vino el tiempo / de partida / y varios / sentimientos / oprimieron / mi pecho”. Después de 2011 ofreció a los lectores su obra Deletreo del mundo, en donde volvió a insistir en el rescate de otros diversos planos de la realidad.

            Vale la pena recordar la cita de Octavio Paz: “…Miradas que nos miran desde el fondo / de la vida y sin trampas de la muerte. / -¿O es al revés: caer en esos ojos / es volver a la vida verdadera?” Sin duda alguna, Mario Calderón continúa en su empeño apasionado por el desciframiento de la representación con nuestros semejantes.             En este diálogo y lectura en voz alta, se contemplan diferentes ángulos de la realidad. Al mismo tiempo que se construye el presente y revisa el pasado. Además Mario Calderón prosigue  en comprender a su modo la creación del universo.

            La lectura de su obra poética y la reciente edición de su libro La estructura de la realidad derivada de la literatura, hace recordar la sentencia de Aristóteles: “La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia.” Por supuesto igual que en su poema: “Bola de cristal”: “Tezcatlipoca / era dueño / del destino. /  En su espejo / de humo / se aclaraban / los sucesos / del futuro.”

            El drama inevitable del ser humano es el convencimiento a través de la escritura que pueda penetrar en el pensamiento de los lectores. Con la lectura de los símbolos se logra estar siempre al lado de la dimensión universal que significa el drama de participar como personajes en esta novela en donde a cada uno le corresponde un papel importante  que penetra con el uso de la mirada hacia rincones insólitos y desconocidos de nuestra existencia. 

La realidad a través  de las palabras se representa como George Bernard Shaw la definió: “los espejos; se emplean para verse la cara: el arte para verse  el alma”. Para  Liev Semiónovich Vygotsky: “el crítico debe estudiar cada uno de los espejos, ya que todos ellos son distintos y reflejan imágenes diferentes: convexas, cóncavas, horizontales…” Dentro de espacio de los que denominaba “espejos-alma”, se pueden “estudiar los acontecimientos  por sus reflejos, es preciso hallar el foco, el centro de cada espejo de cada personaje.”

Además de insistir en la interrogación de: ¿qué otra cosa hay en la conciencia sino la memoria de nuestra propia y única vida. Desde aquel tiempo vivido al actual se enfrenta uno al paso del tiempo con la realidad, donde no existe la nada en el universo según acertó por su parte Martin Heidegger. Mario Calderón, en su libro La estructura de la realidad derivada de la literatura, llega a plantear un método de análisis reflexivo y critico sobre el acto de la experiencia del ser y estar, compartir y dialogar, vinculándose a las partes que construyeron e integran nuestras vidas.

Con las palabras se elaboran las oraciones del acto narrativo, bajo la armonía o balance del significado de lo denotativo y connotativo. En esta suma de las interpretaciones sobre la inconsciencia frente a lo inconsciente.  Sobre  el territorio de la creación literaria: “la palabra, cuando es creación, desnuda. La primera virtud de la poesía, tanto para el poeta como para el lector consiste en la revelación del propio ser”. Octavio Paz agregó que: “la conciencia de las palabras lleva a la conciencia de uno mismo: a conocerse, a reconocerse”.

Detrás de los anteriores razonamientos, Mario Calderón respalda y fundamenta la aportación de su método teórico, mediante la comprensión del significado y el desciframiento  del entorno de cada persona, como si fuese la lectura de un texto. Exactamente en el centro y los alrededores del objetivo de nuestra vista. La mirada, o más bien la lectura decodifica el mensaje que se encuentra alrededor del espejo-alma de cada persona, y de su realidad-tiempo. El movimiento fractal puede remontarnos a hechos acontecidos en el pasado y en el reciente presente, como las partículas elementales del bosón de Higgs

De esta forma se aproxima al encuentro de una “memoria colectiva” que puede ser equivalente al campo de “la sabiduría”. Mario Calderón con la perspectiva de la creación poética, implanta las profundidades de su metodología en su obra: La estructura de la realidad derivada de la literatura. Dicha propuesta idéntica revalora  a la de Octavio Paz: “el poema no quiere decir: dice. No es una frase o una serie de frases, sino una indivisible constelación de imágenes, mundo verbal poblado de visiones heterogéneas o contrarias y que resuelven su discordia en un sistema solar de correspondencias.  Universo de palabras corruptibles y opacas pero capaces de encenderse y arder cada vez que unos labios las rozan.”

Con esto se desemboca en el acto de la empatía y la interacción entre el reconocimiento de símbolos y señales diferentes y plurales a la pronunciación o a lo que describen las imágenes y el contexto o referente dominante en la armonía de la búsqueda de la realidad. En esta serie de mundos o lecturas se instala un sistema  cognitivo que reconoce las posibilidades significativas en la interpretación del mundo de cada persona, texto-alma. También entre las  lascas y poemas, de Mario Calderón dentro de sus misteriosos presagios de profunda reflexión hasta ahora imaginadas originarias desde el  espejo humeante de Tezcatlipoca, o con la definición de Juan Amós Comenio: “Los ángeles aprenden con la contemplación”, en el siglo XVI.

Al  interpretar los símbolos que se encuentran alrededor  o aureola de cada persona, Mario Calderón abre más el conocimiento hacia el encuentro con nuestra impronta sobre el mundo. Advierte y nombra los sentidos y las características de las cosas, acontecimientos, pasajes, recuerdos transformados en imágenes. Mediante “el lenguaje refiere al otro,” Hans-Georg Gadamer escribió además que “el lenguaje pide respuesta. ¿Qué ser abre aquí? ¿Un allende? ¿O un aquende?”

Mario Calderón plantea la acción de ubicar la esencia, que transforma la naturaleza frente a la representación de lo que es, cómo es, cómo ha sido y la descripción de los símbolos de cada persona tiene un papel asignado en el “teatro del mundo”. Con  su marco teórico proyecta  conocimientos y enfrenta el tiempo y la realidad, advertido en su nota biográfica del libro El oro ensortijado, Poesía viva de México, Circulo de poesía, 2009.

            En sus páginas se puede leer la siguiente presentación: “Mario Calderón, Nezahualpilli o César Vallejo, está en el camino del vate ya que ha estructurado un método (repetible, regular, científico de comunicación) para descifrar símbolos del entorno de un individuo y decir o vaticinar detalles de su pasado, presente, e incluso futuro con solo mirar a su alrededor. En él, la poesía es, al propio tiempo, un medio de acceder al conocimiento a través de la intuición y las sensaciones. Por ello, en su poesía hay una interpretación del mundo empleando aliteraciones onomatopeyas, sorprendentes metáforas y el trabajo cuidadoso de la forma.”

             En este sentido, el poeta se acerca sigilosamente hacia las profanidades sagradas de la revelación existencial. A través de las palabras realiza la sacralización del lenguaje. Como un testigo de la historia de nuestro tiempo lleva a cabo la traducción de infinidad de símbolos que rodean a los seres humanos. El encuentro con la parte concreta de la imagen frente al misterio y enfrentamiento de los multiuniversos que existen  detrás de las experiencias que todavía necesitan de ser narradas y explicadas por el “sueño con escribir un libro compuesto únicamente de citas, que advirtió Walter Benjamín.

            En esta lectura propuesta por el método de Mario Calderón puede uno ubicar la fuerza de la recepción que es el acto de comprender los textos y las diversas características de los seres humanos. De esta manera se puede recrear y conocer  la trascendencia de cada persona, o en este caso la función de representatividad de las descripciones que forman e integran el escenario de las relaciones miméticas.  Al mismo tiempo llegar a la comprensión de nuestros pasos sobre la tierra y  averiguar las huellas  de nuestras imágenes de la identidad de cada uno de nosotros.

            Claudio Naranjo recientemente declaró a la pregunta de que: “-¿Cual es el secreto de la vida?- El secreto de la vida es vivir. No hay secreto de la vida. El sentido de la vida está en la vida misma. Cuando buscamos el sentido es porque no estamos viviendo. Porque en cierto modo estamos robotizados, o vivimos con una pequeña parte de nosotros mismos. Hoy en día se reconoce que tenemos tres cerebros: el intelectual, el emocional y el intuitivo. Pero tratamos de vivir desde la cabeza como si allí hubiera una cabina de control dentro de nosotros que se ha apoderado del cuerpo en lugar de entregarle el cuerpo a ese animal interior que es mucho más sabio.”

            En forma idéntica, Mario Calderón obtuvo la armonía de estudiar en su obra La estructura de la realidad derivada de la literatura, Ediciones Eternos Malabares, 2013, las tres partes del conocimiento: el intelectual, el emocional y el intuitivo. La revelación de estas fuentes esenciales del ser humano permiten conceder el valor a los sentidos, y particularmente a la existencia de utilizar el lenguaje para encontrarnos con el otro, el que escucha, atiende y es testigo de nuestra imagen presente para describir el logos como sentido de la existencia y el significado que orientan la praxis del ser humano.

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