domingo, 11 de noviembre de 2012

Gramsci y la formación de los intelectuales





Héctor Martínez Domínguez


Durante mucho tiempo hemos visto y oído una serie de opiniones sobre las aportaciones teóricas de Antonio Gramsci. Quizá más como mitos o comentarios recurrentes, ya que su obra, además de ser poco conocida, no ha sido estudiada a profundidad. Y con la firme intención de acercarnos a las aportaciones que hiciera, partiremos de sus textos conocidos como los Cuadernos de la Cárcel, es decir, consultar sus fuentes originales, analizar hasta donde sea posible lo escrito por él, para retomar lo que a nuestro juicio son los temas que consideramos más relevantes de su obra.

Pero, sin duda alguna, debemos entender que, a pesar de las adversas condiciones que vivió en la cárcel, él poseía una gran formación intelectual, un profundo  conocimiento de la historia, así como un objetivo muy claro, no sólo intelectual o académico, sino teórico-práctico y revolucionario porque se proponía transformar las instituciones estatales y el poder público. Político  y  militante partidista, con verdadera vocación de cambio y de toma del poder para realizar un ejercicio democrático de la vida de sus contemporáneos.

 No por ello sus planteamientos quedan en el plano de lo ideológico, sino que se advierte un rigor científico y creativo en sus propuestas teóricas. Gramsci escribía al comienzo de su trabajo: «no será de carácter sociológico sino que será la base para una serie de ensayos de historia de la cultura (culturgechichte), y de historia de la ciencia política» (1)

            Con una verdadera vocación educativa, misma que constituye una sólida base para el conocimiento y la transformación de la vida social, cultural y política, que en si es educativa, nos muestra y enseña a analizar las instituciones estatales.

            «Gramsci –afirma Alessandro Pizzorno–, elabora conceptos y generalizaciones que no sólo anticipan, sino que a veces nos sorprenden por su claridad…» (2)

            En el ensayo «La formación de los intelectuales», Gramsci cuestiona si los intelectuales son un grupo social autónomo e independiente; o si cada grupo o clase social construye sus propios intelectuales que elaboran sus propias teorías. Ante este problema complejo e histórico, él plantea dos importantes conclusiones:

1.- Cada grupo social, naciendo en el terreno originario de una función esencial del mundo de la producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función, no sólo en el campo económico sino también en el social y en el político; el  empresario capitalista crea consigo mismo al técnico industrial y al especialista en economía política, a los organizadores  de una nueva cultura, de un nuevo derecho, etc., etc. Se debe notar el hecho que el empresario representa una elaboración  social superior, ya caracterizada por una cierta capacidad dirigente y técnica (o sea intelectual): éste no sólo debe poseer una cierta capacidad técnica fuera de la esfera circunscripta de su actividad y de su iniciativa propia, sino también en otras esferas, por lo menos en aquellas más directamente con la actividad económica (debe ser un organizador de masas de hombres; un organizador de la confianza de los inversores de la empresa, de los compradores de sus mercancías, etc.) (3)

Sólo un pequeño grupo de los empresarios asume conscientemente una función directiva  y de organización (élite) este grupo organiza a la sociedad en general en torno a un complejo sistema de servicios, la organización estatal, y generará  las condiciones generales básicas para su reproducción y expansión de la clase social. Como mínimo debe tener la capacidad de seleccionar a los empleados a los que se pueda confiar la actividad organizativa de la empresa (buen funcionamiento).

            Se puede observar que los intelectuales orgánicos que cada nueva clase crea consigo misma y forma en su desarrollo progresivo, son en general especializaciones de aspectos parciales de la actividad primitiva del tipo social nuevo que la nueva clase ha dado a luz. (4)

            Los señores feudales detectaron una capacidad técnica, capacidad militar, en el momento que la aristocracia perdió el monopolio de su capacidad  técnico–militar fue cuando empezó la crisis del feudalismo.

2.- Pero cada grupo social al surgir a la historia desde la estructura económica precedente y como expresión del desarrollo de esa estructura ha encontrado, por lo menos en la historia hasta ahora desenvuelta, categorías intelectuales preexistentes y que además aparecían como representando una continuidad histórica ininterrumpida, aún por los más complicados cambios de las formas políticas y sociales.

La más típica de estas categorías intelectuales es la de los eclesiásticos, por largo tiempo monopolizadores (durante toda una etapa histórica que en parte se caracteriza por este monopolio) de algunos servicios importantes: la ideología religiosa, es decir la filosofía y  la ciencia de la época, la escuela, la instrucción, la moral, la justicia, la beneficencia, la asistencia, etc. La categoría de los eclesiásticos puede ser considerada como la categoría intelectual orgánicamente ligada a la aristocracia terrateniente que jurídicamente estaba equipada de la aristocracia y con la que compartía el ejercicio de la propiedad feudal de la tierra y el uso de los privilegios estatales ligados a la propiedad. Pero el monopolio de la superestructura era por parte de los eclesiásticos. (5)

Con el desarrollo de afianzamiento del poder central y el crecimiento de la sociedad y la creación de nuevas necesidades surgieron nuevos especialistas, como los administradores, científicos, teóricos y filósofos –no eclesiásticos– de la llamada aristocracia de la toga.

Así como estos intelectuales mantienen ininterrumpidamente la continuidad histórica, del mismo modo se conservaron autónomos e independientes del grupo social dominante.


«Sin embargo, se debe observar que si bien el Papa y la alta jerarquía de la Iglesia se creen más ligados a Cristo y a los apóstoles que los señores senadores Agnelli y Benni, lo mismo no ocurre con Gentile y Croce, por ejemplo: Croce, especialmente se siente estrechamente ligado con los senadores Angelli y Benni y en eso precisamente se debe buscar el carácter más sobresaliente de la filosofía de Croce» (6)

 Al diferenciar la actividad intelectual encontraremos en el conjunto del sistema de relaciones que estas actividades se mantienen, así como los grupos que representan dentro del marco de las relaciones sociales, por la situación que esta actividad conlleva en determinadas condiciones y en determinadas relaciones sociales. Podríamos afirmar entonces que todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales. La diferencia entre intelectual y no intelectual consiste en la función social de la categoría profesional de los intelectuales.


            «El problema de la creación de un nuevo  grupo intelectual consiste por lo tanto en elaborar críticamente la actividad que existe en cada uno en cierto grado de desarrollo, modificando su relación con el esfuerzo muscular y nervioso en un nuevo equilibrio, logrando obtener que el mismo esfuerzo muscular y nervioso que como elemento de una actividad práctica  general innova constantemente el mundo físico y social, llegue a ser el fundamento de una nueva  e integral concepción del mundo. El tipo tradicional y vulgarizado del intelectual está dado por el literato, el filósofo y el artista. Por  lo tanto los periodistas que pretenden ser literatos, filósofos y artistas pretenden también ser los verdaderos intelectuales. En el mundo moderno, la educación técnica, ligada estrechamente al trabajo industrial, aún el más primitivo y descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de intelectual» (7)

            Según Gramsci, el modo de ser del nuevo intelectual consiste en  estar inscrito activamente en la vida práctica, como constructor, organizador; persuasivo permanentemente, no sólo se trata de ser especialista, sino dirigente, (especialista mas no político) de esta forma se plantea históricamente las categorías  especializadas para el ejercicio de la función intelectual, que se forman de acuerdo con los grupos sociales más importantes, realizan modificaciones y elaboraciones más complejas y extensas en conexión con el grupo social dominante.

«La escuela es el instrumento para formar los intelectuales de diverso grado. La complejidad de las funciones intelectuales en los diversos estados se puede medir objetivamente por la cantidad de escuelas especializadas y por su jerarquización: cuanto más extensa es el área escolar y cuanto más numerosos son los grados verticales de la escuela, tanto más complejo es el mundo cultural, la civilización, de un determinado estado. Se puede encontrar un parangón en la esfera de la técnica industrial: la industrialización de un país se mide por su capacidad en la construcción de máquinas para construir máquinas y en la fabricación de instrumentos, y en la capacidad cada vez  más precisa para construir máquinas e instrumentos para construir máquinas etc.» (8)

            Del mismo modo que un país desarrolla escuelas técnicas, también  organiza escuelas con el propósito de preparar intelectuales de una manera sólida y prestigiosa, seleccionando a los más aptos para recibir esa instrucción.

«Así en la preparación de los intelectuales y en las escuelas dedicadas a esta preparación;  escuelas e institutos de alta cultura son asimilables. También en este campo la cantidad no puede separarse de la cualidad.» (9)

Destaca Gramsci que la elaboración de grupos intelectuales se realiza de acuerdo con procesos históricos tradicionales concretos, se forman grupos que históricamente producen intelectuales que se han  especializado, como son la pequeña y la mediana burguesía de las ciudades o los terratenientes.


«La variada distribución de los diversos tipos  de escuelas (clásicas y profesionales) en el terreno económico y las distintas aspiraciones de las múltiples categorías de esos grupos determinan o dan forma a la producción de las diversas ramas de especialización intelectual. La burguesía rural en Italia, por ejemplo, produce especialmente funcionarios estatales y profesionales liberales, mientras que la burguesía ciudadana produce técnicos para la industria: y por eso la Italia septentrional produce especialmente técnicos y en cambio la Italia meridional principalmente funcionarios y profesionales» (10)

La relación entre los intelectuales y el mundo de la producción es mediada en grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de la superestructura de la que los intelectuales son los funcionarios.

Para Gramsci la superestructura se divide en dos grandes planos: La sociedad Civil, que está formada por el conjunto de las organizaciones privadas, y el de la Sociedad Política o estado que corresponde a la función de Hegemonía, que el grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad y la de dominio directo o de comando que se expresa en el estado y en el gobierno. Estas funciones son estrictamente organizativas y conectivas.

«Los intelectuales son los empleados del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político, a saber: 1).- del consenso espontáneo que las grandes masas de la población dan a la dirección impuesta a la vida social por el grupo social dominante, consenso que históricamente nace del prestigio (y por tanto de la confianza) detentada por el grupo dominante de su posición y de su función en el mundo de la producción. 2).- del aparato de coerción estatal que asegura legalmente  la disciplina de aquellos grupos que no consienten ni activa ni pasivamente, pero que está preparado por toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en que el consenso espontáneo viene a menos.» (11)

Para Gramsci los intelectuales urbanos tienen un papel instrumental, casi pasivo, cuyo propósito es hacer más funcional y viable el sistema capitalista, pues nacen con el proceso de industrialización y de gran industria. Que habrán de reflejar el progreso, no sólo económico, material, cultural y político de este nuevo modo de producción, de sus instituciones y de sus modelos y prohombres en una  sociedad y con un constante y creciente desarrollo y crecimiento que generan las nuevas fuerzas productivas.

«Los intelectuales  de tipo urbano han crecido al mismo tiempo  con la industria y están ligados a su destino. Su función puede ser parangonada con la de los  oficiales subalternos en el ejercicio;  no tienen ninguna iniciativa autónoma para elaborar planes de construcción; ponen en relación, articulándola, la masa instrumental con el empresario, elaboran la ejecución inmediata del plan de producción establecido por el estado mayor de la industria y controlan las etapas laborales elementales» (12)

En el caso de los intelectuales del medio rural, como las sociedades preexistentes eran mayoritariamente campesinas, alejadas en todos los sentidos de las nacientes ciudades, donde se encontraban, no sólo los bienes materiales, las mercancías, los mercados, sino también la obra cultural, la arquitectura, las grandes construcciones, las catedrales (sede el poder eclesiástico), los profesionistas liberales como médicos y abogados, administradores, existe una gran necesidad de servicios, así como una fascinación en lo urbano y una posibilidad de dar a sus hijos una oportunidad de alcanzar mejores condiciones de vida y de trabajo, de prestigio, para él y para su familia casi como promoción social.

Siendo la iglesia y el ejército, las instituciones que tradicionalmente les ofrecían la oportunidad de adquirir los conocimientos y la posibilidad, gracias al estudio y al esfuerzo personal.


«Los intelectuales de tipo rural son en gran parte tradicionales, es decir, están ligados a la masa social campesina y pequeño  burguesa de la ciudad (especialmente de los centros menores) todavía no formada y puesta en movimiento por el sistema capitalista: este tipo de intelectual pone en contacto la masa campesina con la administración estatal o local (abogados), notarios, etc), y por esta misma función tiene una gran función político- social, porque la mediación profesional es difícilmente escindible de la mediación política. Además: en el campo el intelectual (sacerdotes, abogados, maestros, notarios, médicos, etc.) tienen un nivel de vida superior o por lo menos distinto del que tiene el campesino medio, y por  eso representa para éste un modelo social en su aspiración para salir de sus condiciones o mejorarlas. El campesino piensa  siempre que por lo menos un hijo suyo podría llegar a ser intelectual (especialmente sacerdote)» (13)

Los intelectuales urbanos no ejercen ninguna función política, sólo técnica. En el caso de los intelectuales orgánicos, mismos que pertenecen a las clases fundamentales como la burguesía-proletariado, al ocupar un lugar, una función ya en las organizaciones como sindicatos, centrales obreras o partidos políticos o en el apartado del estado cumplen una función orgánica,  al formar parte de un órgano determinado, pues tienen una clara conciencia de clase y de pertenencia y al grupo  social hegemónico o alternativo.


«Desde este punto de vista el problema más interesante es el que concierne al partido político moderno en sus orígenes, sus desarrollos y sus formas. ¿Cómo se transforma el partido político en relación al problema de los intelectuales? Se deben hacer algunas distinciones: 1ª).-Para algunos grupos sociales el partido político no  es más que el modo de articular la propia categoría de los intelectuales orgánicos (que se forman de ese modo y no pueden dejar de formarse en función de los caracteres generales dados y las condiciones de formación, de vida  y de desarrollo del grupo social) directamente en el campo político y filosófico y no ya en el campo de la actividad productiva; 2ª).- Para todos los grupos el partido político, es justamente el  mecanismo que en la sociedad civil, cumple la misma función que en medida más vasta cumple el estado en la sociedad política, es decir, procura la unión entre intelectuales orgánicos de un grupo dado, el dominante, y los intelectuales tradicionales; y esta función el partido la cumple  en dependencia con su función fundamental que es formar sus propios componentes, elementos de un grupo social que ha surgido y se ha desarrollado como económico, hasta convertirlos en intelectuales políticos calificados,  dirigentes, organizadores de toda la actividad y la función inherente al desarrollo orgánico de una sociedad integral, civil y política» (14)
            De un extenso campo de acción de los partidos políticos modernos, como organizaciones políticas para acceder al poder público, con un programa social por la vía electoral (voto) de la orientación de los partidos políticos, de izquierda, de derecha o de centro. Así como su aceptación en la sociedad los partidos de opción real de gobierno, o partidos de oposición.  



BIBLIOGRAFIA: 

1.- Gramsci, Antonio: Los  Intelectuales y la Organización de la Cultura, T. II. Juan Pablos Editor. S.A. México, D.F. 1975, 181 pp.
2.- Pizzorno, Alessandro, et al: Gramsci y las Ciencias  Sociales (Cuadernos pasado y presente No. 19), 5ª  Edición, Siglo XXI Editores, S.A. México,  D.F.1978, 170 pp.
3.- Ibid. p. II
4.- Ibid. p. 12
5.- Ibid. p.12 y 13.
6.- Ibid. pp. 13 y 14.
7.- Ibid. p.15 .
8.- Ibid. p. 16.
9.- Ibid. p. 16.
10.- Ibid. p. 17.
11.- Ibid. p. 18.
12.- Ibid. p. 19.
13.- Ibid. p. 19.
14.- Ibid pp 20-21.

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