Han
transcurrido varios años de lectura de libros de distintos sabores y olores que
lo trasladan del Cerro Quebrado a la capital del país, regresando a la Atenas
Veracruzana. Sus vivencias experienciales y el contacto con las letras le han
despertado la curiosidad epistemológica al maestro Manuel Gámez Fernández.
Transita de la poesía a la prosa, y viceversa. Sumergirse a una posa de un río
es similar a sumergirse a los ensayos del escritor Gámez Fernández. Tienes que
aguantar la respiración y abrir los ojos bajo el agua. Ahí descubrirás a la
doradilla, al macaquín, la acamaya, el guapote, la trucha y uno que otro pez.
En
“Historias que beben agua”, Manuel Gámez nos invita a navegar y a recorrer
diferentes escenarios, que por sí mismo traen consigo una gran riqueza
multicultural. En la diversidad cultural de la naturaleza, “tú notarás que en
cada una de nuestras palabras, se encerraba un mundo de horizontes inmensos y
que cada vocablo podía tener muchísimos significados y que nosotros escogíamos
aquellos que nos convenían para seguir forjando nuestra existencia de misterios
y en ese instante exacto te miraríamos a los ojos y dejarías de ser un extraño
a la palabra y entenderías nuestro lenguaje…” (Los magos)
Gámez
Fernández tiene un estilo propio. En cada ensayo por corto o amplio que sea,
transmite una enseñanza. No se le escaparon a sus oídos, a su vista y su
memoria, esas imágenes del ayer. El lector puede degustar cada palabra, cada
párrafo de una manera muy agradable. Las historias provocan risas. Los insectos
son geniales cuando interactúas con ellos, desde su hábitat. Hay instantes de
delirios, éxtasis, fantasía y ficción. Cuenta historias sin final feliz, así
como divinas.
Volverse
explorador del hombre. Reinventarse y enamorarse. Convivir con los amigos del
ayer en la playa o en las altas montañas. Transitar de lo sobrenatural al
sindicalismo magisterial. El libro “Historias que beben agua” del maestro
Manuel Gámez, es un proyecto editorial que merece estar en las manos de las
nuevas generaciones de jóvenes y de aquellas personas que deseen beber de esas
aguas cristalinas y transparentes, de las cuales brotan hermosas narraciones de
un profesional de la educación.
Fernando
Hernández Flores / Tepetototl
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