miércoles, 17 de junio de 2020

Le llamaban Caracas


Por Fernando Hernández Flores¹

En el año de 1960 llegó un personaje a un pueblo. La gran mayoría de los habitantes de esa congregación trabajaban en el campo. Tenían una escuela primaria rural y estaba en gestión una escuela secundaria, la cual tardó varios años para fundarse, siendo de las primeras telesecundarias del país. No se contaba con centro de salud ni con Jardín de Niños, pero sus habitantes se conocían entre sí. El saludo de “los buenos días”, era una constante. Es en la temporada del corte de café cuando arribó a ese lugar, el buen Caracas. ¿Pero, quién era él y por qué se convirtió en un personaje importante del pueblo?

Caracas, conocido en el medio social como Caracol era una persona de corta estatura, con un gran corazón. Caracol era un orador natural, con quien podías pasar horas y horas sin dejar de platicar. Dominaba muchos temas. Hacía reír a chicos y grandes con sus ocurrencias. En una reunión con varias personas, exclamo: - Cuando yo nací, era tan bonito, tan bonito que unas personas me codiciaron y me fui poniendo feo con el tiempo.

A los demás, esto les causó risa y le comentaron – Entonces, te echaron ojo, Caracas. Él afirmaba con su cabeza que sí. También les contó que su nombre era Raymundo Lozada y provenía de buena familia. Los Lozada eran los más ricos de tal hacienda, en algún rincón del país. Lo delicado de Caracas fue su inclinación al aguardiente, con cada persona con que se arrendaba como trabajador, le llevaba su botella y comida.

Caracol se fue volviendo en el más indispensable en el pueblo. Le gustaba hacer mandados, ir a cortar café, pimienta, maíz, limón y toda la gente lo respetaba. Él mencionó que lo bueno de la vida es que cuando el muriera lo iban a cargar cuatro locos como él. Y tuvo razón, varias mujeres se organizaron cuando falleció y hasta los nueve días le realizaron sus rosarios, en una pequeña casa abandonada.

Volviendo un poco a su vida de Caracas. Un día platicó con un señor y le compartió las noticias que estaban sucediendo en otros países del mundo. Se le preguntó a Caracas: - ¿cómo sabes eso? El respondió: - Yo estuve allá. La persona se sorprendió y le dijo: - Se me hace que eres extraterrestre Caracol, como que no eres de éste mundo. ¿Cómo le haces para saber tanto y mencionar detalle a detalle?

Caracas se quedó callado y ese día fue a cuidar una finca, quedándose en una cabaña entre el monte. Al otro día que le llevaron la comida, él les platicó a los dueños de ese terreno que escuchó como si hubieran hecho una misa en la oscuridad. Se oían voces, rezos. Se asomó a ver y no vio nada. También les contó que se escuchaba un jinete con un caballo entre el aíre. Solo el leve viento frío sintieron en ese momento y después todo siguió en la normalidad. Pasaron más de cincuenta años y lo extraño de Caracas es que nunca envejeció. Se conservaba igual a como llegó a la congregación. De Caracas hay muchas anécdotas, pero espero que el lector se encuentre con un amigo como él para estar dispuesto a escuchar y aprender de un tal Caracol.

1. Periodista cultural autor del libro “Andanzas interculturales de Tepetototl”. Correo venandiz@hotmail.com Twitter @tepetototl Página https://www.facebook.com/fernandohdezflorestepetototl/

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