Elma Aurora Hernández Ruiz
Su esencia se
encuentra en todos los momentos de mi vida.
Hace
unos días estaba en un hotel de la ciudad de Misantla, un lugar agradable, con
estilo colonial y paredes de piedra. Al llegar a la habitación, arriba de la
cabecera de la cama me encontré con dos hermosos cuadros en tonos pastel
compuestos a su vez por pequeños cuadritos. En el primero había tulipanes de color
naranja con matices blancos, rosas y amarillos, se apreciaban árboles pintados
en acuarela con diversidad de tonos, desde colores fuertes hasta muy tenues,
los colores verdes hacen juego con las sombras en azules y amarillas; al lado
se encuentran unas vainas como soldaditos, muy juntas, parece que bailan al
ritmo del viento. En el segundo cuadro hay más tulipanes con los mismos
matices, un conjunto de hojas con los colores del otoño, tonos verdes, cafés y
dorados, al lado una varita con flores muy pequeñas que parecen campanitas en
tonos rojos, rosas y blancos, junto están las amapolas rojas con los centros
cafés. Todos los cuadros combinan, tonos pastel, colores cálidos que dan un
toque de romanticismo a la habitación.
Entonces
vienen a mi mente los recuerdos. Mi madre disfrutaba una de sus pasiones, la
pintura; decía “voy a emborracharme de pintura” porque efectivamente, podía
pasar horas y horas haciendo combinaciones de colores o aprendiendo técnicas
sobre cómo usar cada pincel, planas de pétalos de diferentes flores o cómo
hacer los efectos de las hojas, dibujando sombras y verificando la dirección de
la luz, pintando primero el fondo y después los detalles de acuerdo las
diferentes dimensiones.
A
cada hijo le pintó la reproducción de un Diego Rivera, a mí la india con
alcatraces; esta flor siempre estuvo presente en su vida, en su ramo de novia,
en las invitaciones de sus bodas de oro, en el florero de su escritorio y ahora
en su altar.
Desde
que trabajaba en el taller de material didáctico de la Escuela Normal se
dedicaba a pintar en papel kraft cuentos especiales para estereotificón para
luego enseñarles a sus alumnas cómo hacerlos.
Además
de trabajar con las pinturas se puso a dar clases a los niños y a las mamás de
los niños. Compraba todas las ofertas de pintura y los dibujos que sólo se
planchaban en la tela, ella decía que necesitaba un muestrario para agradar a
los clientes. También compró infinidad de revistas para aprender las diferentes técnicas. Llegó un momento que
ya tenía muchas playeras pintadas y le sugerimos venderlas. Pera ella decía:
“esta no, esta tampoco, esta es una muestra, esta me gusta cómo quedó”. No
podía venderlas, entonces las regalaba a la familia o a sus amistades en fechas
importantes. Ahora estoy escribiendo en la mesa del comedor de la casa, tengo
puesto un mantel que ella me regaló, son unos patos con sus moños de diferentes
colores, ya está descolorido pero lo sigo usando porque recuerdo el cariño con
el que ella lo pintó. Cuando tenga tiempo voy a restaurarlo.
Al
igual que la Literatura, me contagió su entusiasmo por el arte de la pintura.
Trabajábamos juntas, yo le traía playeras y revistas y empezamos a comprar tela
para manteles de todos tamaños, hicimos cuadros y manualidades. El Taller de la
maestra Aurora tuvo mucho éxito, la gente que pasaba por la calle se detenía a
ver las preciosidades o entraba a preguntar por las clases.
Cómplices
en esta aventura viajamos junto con un grupo a la Ciudad de México a varios
encuentros y congresos con personas de otros estados, no solo era la pintura,
era la convivencia con otras personas que contagiaban su entusiasmo. El grupo
de Xalapa siempre se distinguió porque todas nos uniformábamos con playeras
iguales, pintadas por nosotras y con características de nuestra región.
Aprendíamos nuevas técnicas y me impactaba la creatividad de todas ellas. Una
etapa muy bonita y llena de recuerdos; sin embargo por cuestiones externas a
nosotras la plaza Xalapa fue disminuyendo, la salud de mi mamá también; nos
fuimos retirando, nos fuimos retirando, por su edad, y yo por el trabajo
académico y compromisos laborales. Sin embargo lo tengo presente, estoy
recopilando todas las pinturas, las revistas y cuadernos de dibujos que ella
tenía para iniciar una nueva etapa en mi vida, bueno… será cuando me jubile.
4 de agosto de 2016
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