Gilberto Nieto Aguilar
A un pueblo no se le convence sino de aquello de lo que quiere convencerse. Miguel de Unamuno.
Marzo de 1517, hace 500 años.
Francisco Hernández de Córdoba formó un grupo expedicionario de 110 hombres entre los que figuraban Bernal Díaz del Castillo y Antón de Alaminos. Zarparon posiblemente el 20 de febrero de cabo San Antón, en la punta oeste de la isla de Cuba. Se dice que iban a explorar y buscar esclavos a la isla Guanaja, frente a Honduras, pero una tormenta que duró dos díaslos hizo perder el rumbo y tras varios días de andar a la deriva avistaron las playas de Islas Mujeres.Luego recorrieron la costa de lo que hoy es Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
Las tierras de la península yucateca no se aprecian desde lejos porque son muy bajas, de tal manera que sólo es posible verlas de cerca. Es de suponerse la sorpresa de los hispanos ante la fastuosidad de los paisajes inéditos, los animales desconocidos y las costas pobladas. Los relatos sobre los lugares visitados son confusos, pero la primera tierra avistada seguramente fue Isla Mujeres, cuyos templos de piedra y las imágenes femeninas causaron su asombro.
A diferencia de los indígenas de Cuba, cuenta Díaz del Castillo que los mayas iban vestidos con ropa de algodón, collares y adornos; los hombres vestidos con maxtle (taparrabos), mantos y sandalias de piel; las mujeres con faldas que tapaban también el pecho. Las costas mencionadas fueron los principales escenarios en los intercambios pacíficos entre españoles y mayas, y también de los enfrentamientos bélicos.
En una ensenada, la población belicosapresentaba blancas edificaciones de piedra y campos cultivados. Posiblemente era Champotón (Campeche). Ahí se generalizó una batalla donde los españoles sacaron la peor parte y el sitio fue llamado Bahía de Mala Pelea. En la huida, siguieron costeando hasta llegar a una ensenada, posiblemente la laguna de Términos, también en Campeche. El agua era salada y escaseaba el alimento, así que tomaron el rumbo hacia la Florida después de quemar una nave, pero al llegar fueron atacados.
Con otro navío menos y la nave capitana haciendo agua al fin entraron al puerto de Carenas (hoy La Habana) y pocos días después murió Francisco Hernández de Córdoba. Refiere Bernal Díaz del Castillo que en todo Yucatán no había minas de oro pero que «tuvimos a buena dicha haber vuelto y no quedar muertos con los demás compañeros». Sin embargo, el espíritu del hombre es indómito. Bernal Díaz habría de regresar con Grijalva y Hernán Cortés para adentrarse al territorio mexica y conquistar la Gran Tenochtitlan.
Abril de 1518.
El 8 de abril de 1518 partió una nueva expedición desde la isla de Cubaal mando de Juan de Grijalva, sobrino del Gobernador Diego Velázquez. Cuatro buques fueron abastecidos por sus propios capitanes. El gobernador sólo concedía la licencia de explorar conforme la Corona lo facultaba y según Bernal Díaz del Castillo, el gobernador Velázquez ordenó tajante: «que rescatasen todo el oro y la plata que pudiesen; y si viesen que convenía poblar o se atrevían a ello, poblasen; y si no, que se volviesen a Cuba».
La expedición partió del puerto que hoy se conoce como Matanzas rumbo al oeste, un poco más al sur que la expedición anterior. Le acompañaban Alaminos, Bernal Díaz y Pedro de Alvarado. Luego de siete o diez días de navegación, llegaron a la isla de Acuzamil (Cozumel), y efectuaron algunas diligencias a nombre del Rey de España. El 6 de mayo el capellán Juan Díaz oficia la primera misa católica en suelo mexicano y siguieron navegando pegados a la costa hasta llegar a Lázaro (Campeche) y posteriormente, luego de una escaramuza, entraron en lo que hoy es la laguna de Términos en donde permanecieron cerca de dos semanas.
En el recorrido descubrieron el 8 de junio de 1518 lo que más tarde sería la provincia de Tabasco y el río que hoy lleva su nombre (río Grijalva), que pasa en medio de la ciudad de Villahermosa. Grijalva decidió entrar en él y desembarcó en la ciudad maya de Potonchan, capital del señorío de Tabscoob, cacique al que saludó e incluso le regaló su jubón de terciopelo verde, según cuenta el Capellán Juan Díaz, en el “Itinerario de la armada del rey”.
El 19 de junio Grijalva desembarca en lo que llamó San Juan de Ulúa (la Bahía de la actual Veracruz) y en las márgenes del río Jamapa se entrevistó con dos embajadores de Moctezuma, quien informado de la presencia de los españoles les acercó obsequios. La calidad de los regalos recibidos –vasos de oro y mantas tejidas– aumentó la codicia de los expedicionarios.
Grijalva se negó a fundar asentamiento alguno, pero decidió enviar a Alvarado de regreso a Cuba con parte del botín obtenido para notificar al Gobernador y continuar la expedición hacia el norte. Luego de pasar Cabo Rojo, en las cercanías de la desembocadura del río Pánuco, la expedición llevaba más de cinco meses de viaje y las provisiones escaseaban. Grijalva, sin la intensión de incursionar territorio adentro, ordenó el regreso a la isla arribando a Santiago de Cuba el 21 de septiembre de 1518.
Febrero de 1519.
El día 10 de febrero de 1519 partió la tercera expedición de la isla de Cuba, con 11 navíos, a la península de Yucatán. Fue capitaneada por Hernán Cortés para iniciar la historia de la conquista del Anáhuac, pues se presumíaque las nuevas tierras descubiertas poseían inmensas riquezas y a Diego Velázquez le tentaba la avaricia y la ambición. Así que tuvo que arriesgarse a enviar a un hombre que tuviera lapretensión, la inteligencia, la capacidad de maniobra para tal empresa, aunque sintiera una justificada desconfianza sobre su lealtad personal.
Si tuviésemos que encontrar alguna diferencia entre las tres expediciones que partieron de Cuba hacia tierra firme, la respuesta tal vez sería que Hernán Cortés la había equipado para entrar en guerra. Armada con cañones, caballos y soldados, la tentación de colonizar estaba presente. Los soldados no eran sobrevivientes de las dos expediciones anteriores, sino llamados mediante el pregón. No eran delincuentes, sino personas de la pequeña nobleza que soñaban con incrementar sus riquezas. También se unieron expertos que habían participado en los anteriores viajes, como Bernal Díaz del Castillo y Juan Díaz, que dejarían escrito su testimonio para la posteridad.
Al llegar a Cozumel, Cortés se enteró de la existencia de unos supervivientes españoles cautivos en tierras mayas y pensó que ayudarían en el conocimiento de las tierras que exploraba y que serían excelentes traductores. No fue difícil localizarlos pues cuando se disponían a partir llegó una canoa con varios hombres vestidos como los mayas y entre ellos iba fray Jerónimo de Aguilar, quien hacía más de ocho años había naufragado junto con otros españoles y sólo sobrevivían él y Gonzalo Guerrero, quien se había casado con una lugareña principal y era considerado un noble en aquel lugar, donde tenía hijos y no deseaba volver con los españoles.
Siguieron su recorrido hasta Champotón donde se reabastecieron de provisiones y alimentos, pero la curiosidad de Cortés por marchar tierra adentro provocó una nueva batalla en la que, pese a los muertos y heridos, la victoria estuvo de su lado. El 24 de marzo la expedición llegó a las costas de Tabasco, a un lugar denominado Centla, donde libraron una cruenta batalla en la que vencieron a los lugareños. Esta victoria fue muy importantes para Cortés, pues los caciques le ofrecieron varios presentes en señal de paz y, entre ellos, a la joven Malintzin, junto con otras jóvenes. Doña Marina, como la llamaban los soldados, se convirtió en la fiel compañera de Cortés siendo sus conocimientos del maya y del náhuatl de gran provecho para el conquistador.
El 25 de abril de 1519 llegaron a Chalchiuecan en donde Cortés decidió afirmar su total independencia respecto al gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Para ello, fundó el Ayuntamiento de Villa Rica de la Vera Cruz y se nombró Capitán General de las tierras conquistadas y por conquistar, enviando presentes al emperador hispano y una relación de los hechos.
Moctezuma tenía muchos enemigos entre los caciques a quienes había vencido en la guerra y le pagaban periódicamente un tributo (objetos de oro, plumas de colores, guajolotes, cargas de cacao, mantas de trabajo, etc.). La división entre los pueblos prehispánicos facilitó el triunfo de los españoles, lo que explica que Cortés haya podido llegar hasta Tenochtitlan, enfrentar y dominar a los valerosos y orgullosos aztecas.
El siglo XVI dio, ante tantos descubrimientos y tierras conquistadas, figuras tan destacadas como los pilotos Vicente Yáñez Pinzón, Diego García, Antón de Alaminos y Bartolomé Ruíz. También hubo cartógrafos muy expertos en la preparación de mapas y derroteros, como Juan de la Cosa, Américo Vespucio y Diego Ribero.
El rey concedía la licencia (le llamaban capitulación) y se apresuraban a comprar barcos, cañones, caballos, matalotaje (velas, clavos y demás herrajes) y vituallas (tocino, garbanzo, aceite, vino, harina y pan cazabe), así como artículos de comercio para intercambiarlos con los naturales de las regiones (“Grandes descubridores y conquistadores”, tomo 6, UTEHA, México, 1984).
Fueron muchos los relatores de estas hazañas, algunos testigos presenciales, otros de oídas, que nos cuentan las crónicas de los viajes, la conquista y la fundación de la Nueva España. Testimonios como los del propio Cortés, de Bernal Díaz del Castillo, Juan Díaz, Francisco López de Gómara, Toribio de Benavente, Bernardino de Sahagún, Diego de Landa y muchos nombres más de una larga lista. Para la historia de la conquista era muy importante la existencia de quienes dejaban información de cuantos hechos y gentes pasaban por el mundo conquistado.
gilnieto2012@gmail.com
A un pueblo no se le convence sino de aquello de lo que quiere convencerse. Miguel de Unamuno.
Marzo de 1517, hace 500 años.
Francisco Hernández de Córdoba formó un grupo expedicionario de 110 hombres entre los que figuraban Bernal Díaz del Castillo y Antón de Alaminos. Zarparon posiblemente el 20 de febrero de cabo San Antón, en la punta oeste de la isla de Cuba. Se dice que iban a explorar y buscar esclavos a la isla Guanaja, frente a Honduras, pero una tormenta que duró dos díaslos hizo perder el rumbo y tras varios días de andar a la deriva avistaron las playas de Islas Mujeres.Luego recorrieron la costa de lo que hoy es Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
Las tierras de la península yucateca no se aprecian desde lejos porque son muy bajas, de tal manera que sólo es posible verlas de cerca. Es de suponerse la sorpresa de los hispanos ante la fastuosidad de los paisajes inéditos, los animales desconocidos y las costas pobladas. Los relatos sobre los lugares visitados son confusos, pero la primera tierra avistada seguramente fue Isla Mujeres, cuyos templos de piedra y las imágenes femeninas causaron su asombro.
A diferencia de los indígenas de Cuba, cuenta Díaz del Castillo que los mayas iban vestidos con ropa de algodón, collares y adornos; los hombres vestidos con maxtle (taparrabos), mantos y sandalias de piel; las mujeres con faldas que tapaban también el pecho. Las costas mencionadas fueron los principales escenarios en los intercambios pacíficos entre españoles y mayas, y también de los enfrentamientos bélicos.
En una ensenada, la población belicosapresentaba blancas edificaciones de piedra y campos cultivados. Posiblemente era Champotón (Campeche). Ahí se generalizó una batalla donde los españoles sacaron la peor parte y el sitio fue llamado Bahía de Mala Pelea. En la huida, siguieron costeando hasta llegar a una ensenada, posiblemente la laguna de Términos, también en Campeche. El agua era salada y escaseaba el alimento, así que tomaron el rumbo hacia la Florida después de quemar una nave, pero al llegar fueron atacados.
Con otro navío menos y la nave capitana haciendo agua al fin entraron al puerto de Carenas (hoy La Habana) y pocos días después murió Francisco Hernández de Córdoba. Refiere Bernal Díaz del Castillo que en todo Yucatán no había minas de oro pero que «tuvimos a buena dicha haber vuelto y no quedar muertos con los demás compañeros». Sin embargo, el espíritu del hombre es indómito. Bernal Díaz habría de regresar con Grijalva y Hernán Cortés para adentrarse al territorio mexica y conquistar la Gran Tenochtitlan.
Abril de 1518.
El 8 de abril de 1518 partió una nueva expedición desde la isla de Cubaal mando de Juan de Grijalva, sobrino del Gobernador Diego Velázquez. Cuatro buques fueron abastecidos por sus propios capitanes. El gobernador sólo concedía la licencia de explorar conforme la Corona lo facultaba y según Bernal Díaz del Castillo, el gobernador Velázquez ordenó tajante: «que rescatasen todo el oro y la plata que pudiesen; y si viesen que convenía poblar o se atrevían a ello, poblasen; y si no, que se volviesen a Cuba».
La expedición partió del puerto que hoy se conoce como Matanzas rumbo al oeste, un poco más al sur que la expedición anterior. Le acompañaban Alaminos, Bernal Díaz y Pedro de Alvarado. Luego de siete o diez días de navegación, llegaron a la isla de Acuzamil (Cozumel), y efectuaron algunas diligencias a nombre del Rey de España. El 6 de mayo el capellán Juan Díaz oficia la primera misa católica en suelo mexicano y siguieron navegando pegados a la costa hasta llegar a Lázaro (Campeche) y posteriormente, luego de una escaramuza, entraron en lo que hoy es la laguna de Términos en donde permanecieron cerca de dos semanas.
En el recorrido descubrieron el 8 de junio de 1518 lo que más tarde sería la provincia de Tabasco y el río que hoy lleva su nombre (río Grijalva), que pasa en medio de la ciudad de Villahermosa. Grijalva decidió entrar en él y desembarcó en la ciudad maya de Potonchan, capital del señorío de Tabscoob, cacique al que saludó e incluso le regaló su jubón de terciopelo verde, según cuenta el Capellán Juan Díaz, en el “Itinerario de la armada del rey”.
El 19 de junio Grijalva desembarca en lo que llamó San Juan de Ulúa (la Bahía de la actual Veracruz) y en las márgenes del río Jamapa se entrevistó con dos embajadores de Moctezuma, quien informado de la presencia de los españoles les acercó obsequios. La calidad de los regalos recibidos –vasos de oro y mantas tejidas– aumentó la codicia de los expedicionarios.
Grijalva se negó a fundar asentamiento alguno, pero decidió enviar a Alvarado de regreso a Cuba con parte del botín obtenido para notificar al Gobernador y continuar la expedición hacia el norte. Luego de pasar Cabo Rojo, en las cercanías de la desembocadura del río Pánuco, la expedición llevaba más de cinco meses de viaje y las provisiones escaseaban. Grijalva, sin la intensión de incursionar territorio adentro, ordenó el regreso a la isla arribando a Santiago de Cuba el 21 de septiembre de 1518.
Febrero de 1519.
El día 10 de febrero de 1519 partió la tercera expedición de la isla de Cuba, con 11 navíos, a la península de Yucatán. Fue capitaneada por Hernán Cortés para iniciar la historia de la conquista del Anáhuac, pues se presumíaque las nuevas tierras descubiertas poseían inmensas riquezas y a Diego Velázquez le tentaba la avaricia y la ambición. Así que tuvo que arriesgarse a enviar a un hombre que tuviera lapretensión, la inteligencia, la capacidad de maniobra para tal empresa, aunque sintiera una justificada desconfianza sobre su lealtad personal.
Si tuviésemos que encontrar alguna diferencia entre las tres expediciones que partieron de Cuba hacia tierra firme, la respuesta tal vez sería que Hernán Cortés la había equipado para entrar en guerra. Armada con cañones, caballos y soldados, la tentación de colonizar estaba presente. Los soldados no eran sobrevivientes de las dos expediciones anteriores, sino llamados mediante el pregón. No eran delincuentes, sino personas de la pequeña nobleza que soñaban con incrementar sus riquezas. También se unieron expertos que habían participado en los anteriores viajes, como Bernal Díaz del Castillo y Juan Díaz, que dejarían escrito su testimonio para la posteridad.
Al llegar a Cozumel, Cortés se enteró de la existencia de unos supervivientes españoles cautivos en tierras mayas y pensó que ayudarían en el conocimiento de las tierras que exploraba y que serían excelentes traductores. No fue difícil localizarlos pues cuando se disponían a partir llegó una canoa con varios hombres vestidos como los mayas y entre ellos iba fray Jerónimo de Aguilar, quien hacía más de ocho años había naufragado junto con otros españoles y sólo sobrevivían él y Gonzalo Guerrero, quien se había casado con una lugareña principal y era considerado un noble en aquel lugar, donde tenía hijos y no deseaba volver con los españoles.
Siguieron su recorrido hasta Champotón donde se reabastecieron de provisiones y alimentos, pero la curiosidad de Cortés por marchar tierra adentro provocó una nueva batalla en la que, pese a los muertos y heridos, la victoria estuvo de su lado. El 24 de marzo la expedición llegó a las costas de Tabasco, a un lugar denominado Centla, donde libraron una cruenta batalla en la que vencieron a los lugareños. Esta victoria fue muy importantes para Cortés, pues los caciques le ofrecieron varios presentes en señal de paz y, entre ellos, a la joven Malintzin, junto con otras jóvenes. Doña Marina, como la llamaban los soldados, se convirtió en la fiel compañera de Cortés siendo sus conocimientos del maya y del náhuatl de gran provecho para el conquistador.
El 25 de abril de 1519 llegaron a Chalchiuecan en donde Cortés decidió afirmar su total independencia respecto al gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Para ello, fundó el Ayuntamiento de Villa Rica de la Vera Cruz y se nombró Capitán General de las tierras conquistadas y por conquistar, enviando presentes al emperador hispano y una relación de los hechos.
Moctezuma tenía muchos enemigos entre los caciques a quienes había vencido en la guerra y le pagaban periódicamente un tributo (objetos de oro, plumas de colores, guajolotes, cargas de cacao, mantas de trabajo, etc.). La división entre los pueblos prehispánicos facilitó el triunfo de los españoles, lo que explica que Cortés haya podido llegar hasta Tenochtitlan, enfrentar y dominar a los valerosos y orgullosos aztecas.
El siglo XVI dio, ante tantos descubrimientos y tierras conquistadas, figuras tan destacadas como los pilotos Vicente Yáñez Pinzón, Diego García, Antón de Alaminos y Bartolomé Ruíz. También hubo cartógrafos muy expertos en la preparación de mapas y derroteros, como Juan de la Cosa, Américo Vespucio y Diego Ribero.
El rey concedía la licencia (le llamaban capitulación) y se apresuraban a comprar barcos, cañones, caballos, matalotaje (velas, clavos y demás herrajes) y vituallas (tocino, garbanzo, aceite, vino, harina y pan cazabe), así como artículos de comercio para intercambiarlos con los naturales de las regiones (“Grandes descubridores y conquistadores”, tomo 6, UTEHA, México, 1984).
Fueron muchos los relatores de estas hazañas, algunos testigos presenciales, otros de oídas, que nos cuentan las crónicas de los viajes, la conquista y la fundación de la Nueva España. Testimonios como los del propio Cortés, de Bernal Díaz del Castillo, Juan Díaz, Francisco López de Gómara, Toribio de Benavente, Bernardino de Sahagún, Diego de Landa y muchos nombres más de una larga lista. Para la historia de la conquista era muy importante la existencia de quienes dejaban información de cuantos hechos y gentes pasaban por el mundo conquistado.
gilnieto2012@gmail.com
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